Conferencia del curso "Las formas de Europa", que se puede seguir en esta bitácora, en el enlace siguiente: "Las formas de Europa". El título de la lección es significativo y pleno de actualidad.
He realizado una transcripción de esta conferencia, que se puede seguir en el enlace anterior o seguidamente:
Lección XXII. Naciones y nacionalismos.
Hoy vamos a hablar de algo, que en cierto modo, ha aparecido mucho en este curso. Hemos hablado de las naciones, hemos examinado la figura diferencial que tienen algunas de las naciones más significativas, que han influido más en el conjunto de Europa. Pero hoy quiero hablar un poco de ese mismo concepto de nación, que es muy complejo, que es bastante elusivo. se ha tratado de entenderlo de muchas maneras, la mayor parte insuficientes, porque chocan con demasiadas excepciones.
Eso que llamamos nación es una creación histórico-social y política relativamente reciente. Ha habido naciones desde finales del siglo XV y no antes; en ninguna parte. Piensen lo que eran las ciudades griegas, que naturalmente no eran naciones, o en la Hélade en su conjunto, cuando tuvo una cierta unidad bajo la influencia de Macedonia. Cartago tampoco fue ninguna nación, ni siquiera lo fue Roma, desde sus inicios hasta la aparición del Imperio Romano. Ni lo ha sido el Califato de Córdoba, ni el Califato de Oriente, ni en la Edad Media ha habido naciones.
La nación es una creación del comienzo de la Edad Moderna, de fines del siglo XV. Las primeras naciones son España y Portugal. Esta última con una facilidad mayor de formación, debido a su menor tamaño. Posteriormente aparecieron Francia, Inglaterra, Holanda, Prusia, luego se hace, algo así como una nación, en Rusia. Y más tarde se generaliza la interpretación nacional de todas las realidades políticas en Europa.
Hay un rasgo característico de la naciones de Europa, que no se encuentra en los países engendrados, en América, por la intervención europea, aunque también se llamen a sí mismos naciones, sin embargo en América, dejando de lado los Estados Unidos, que son algo enorme, que también es una nación, pero que rebasa las dimensiones de los que son las naciones europeas. Pero lo que falta en la América hispánica es la relación de extranjería. En Europa las naciones son extranjeras, unas respecto de otras, y están limitadas por sus fronteras, que se entienden como algo negativo, como lugar donde las naciones terminan, pero yo tengo una visión más positiva de las fronteras: "son los lugares en que las naciones se encuentran". El contacto entre las diferentes naciones se efectúa en las fronteras, con una condición: ser permeables, es decir que permitan la ósmosis, el paso de todo tipo de elementos, de una nación a otra.
Las fronteras representan el sistema sensorial de Europa. Puede ocurrir que esas fronteras, por razones predominantemente políticas, pierdan en ocasiones esa permeabilidad, y se conviertan a un proceso de queratinización, de convertirse en algo córneo. En estos casos la ósmosis no es posible. Tenemos un caso reciente en el Telón de Acero, mucho más importante que el comunismo, que lo hacía secundario respecto del establecimiento de un Telón de Acero, que aisló a una parte de Europa, del resto.
Eso que existe en Europa, de un modo positivo o negativo como la extranjería, no existe en América entre los países hispanoamericanos. Cuando un español viaja por la América hispana no se siente nunca extranjero, falta en la América hispana ese carácter, que sí existe en Europa, y es muy fecundo en ocasiones, con sus elementos negativos, pero muy fecundo.
La nación significa una forma nueva de sociedad, creada muy a fines del siglo XV, y que luego trata de generalizarse, pero lo hace desigualmente, porque no toda Europa alcanza la nacionalización. Pero el prestigio que tiene la nación, el convertirse en el modelo de los países de Europa ha hecho que se convierta en una especie de ideal. Hay una aspiración a ser nación por parte de las diversas sociedades europeas. No estoy seguro que sea un ideal, pues existen naciones y otras cosas. Cuando se han agrupado esas naciones después de la I Guerra Mundial, en la Sociedad de Naciones o Naciones Unidas , después de la II Guerra Mundial, y se empieza a llamar nación a todo, como sinónimo de estado soberano, aunque de hecho no existen países plenamente soberanos, porque todos dependen de los demás y tienen que contar con ellos, de tal manera que ese concepto de soberanía ha tenido cambios muy fuertes durante el siglo XX.
Hay algo más ¿en qué consiste positivamente el ser nación? Recuerdo una cosa que decía Ortega, sumamente valiosa, respecto de la nación y en general de una comunidad humana: "Un proyecto atractivo de vida en común". Esto es verdad, y es una verdad de las más importantes, pero no es forzoso que se trate de naciones. Los habitantes de Atenas o los romanos del Imperio podían tener un proyecto atractivo de vida en común, es una definición, esta de Ortega que excede a la especificidad de la forma nación.
Además dice una cosa muy interesante, y que casi nunca la he visto citada: "la nación es la unión hipostática entre el pueblo, los habitantes, y el sistema que lo rige". Lo explica Ortega, diciendo que la nación permite una participación activa de los individuos, de los ciudadanos, en la colectividad como tal. Por ejemplo, no puede ser nación un país en el cual no todos son ciudadanos, caso de innumerables situaciones. Por ejemplo, piensen en la esclavitud, en Grecia como em Roma había esclavos, pero en una nación moderna esto no es concebible, es necesario que todos sean ciudadanos, para que tengan participación en la empresa colectiva de la nación, por parte de todos los ciudadanos.
Ortega, además, emplea una fórmula, que en cierto modo es extremada: "una nación es democrática con cualquier régimen". Esto se podría aplicar a lo que ocurría en las naciones antes del establecimiento de la democracia moderna, lo que pasaba en las naciones europeas desde el siglo XVI hasta la Revolución Francesa. Eran monarquías absolutas, pero eran naciones, los ciudadanos participaban en la empresa colectiva, que era la nación.
No hay por qué atribuir un carácter privilegiado al hecho de ser nación, pues es un hecho que ha ocurrido en ciertas partes del mundo, principalmente en Europa, y en un modo secundario en los países procedentes de Europa, en ciertas épocas de la Edad Moderna, pero no ocurrió antes y no sabemos si existirá después; el futuro es inseguro. Por lo pronto estamos asistiendo en Europa a un proceso de agrupación de naciones, debido a una certeza desde hace tiempo reconocida: la insuficiencia de las naciones, por haber muchos problemas que excedían de ellas. Este es el argumento principal del libro de Ortega: "La rebelión de las masas", que es de 1930.
El argumento de Ortega también tiene un fundamento económico, al preguntarse: ¿por qué los automóviles son más numerosos y baratos que en Europa? porque tienen un mercado mucho mayor que los mercados nacionales europeos. Ahora esto ha cambiado, existe un mercado europeo, y más que europeo. La industria del automóvil ha experimentado cambios inmensos, respecto de lo que era en 1930. Es un aspecto, este del automóvil, de lo que es el mercado grande frente al pequeño, pero es muy revelador.
Los problemas de todo tipo exceden los de las naciones. En la época de Ortega, las naciones estaban cometiendo errores muy graves, porque no podían resolver sus problemas, entonces las naciones se extravasaban de sí mismas, y de lo que les era propio, porque no encontraban en sí mismas las posibilidades de solución de los problemas de cada una de ellas. Hacía falta una solución europea para la solución de los problemas de cada una de sus naciones. Algo parecido a lo que ocurre en el siglo XV en España, cuando se considera Castilla y Aragón.
He dicho muchas veces que si se preguntara a un castellano inteligente o a un aragonés inteligente de esa época: ¿hay solución a los problemas de su territorio? hubieran contestado que no. Y es que no había solución castellana o solución aragonesa a sus problemas, lo que había es solución española a los mismos. España fue la solución de los problemas de los reinos. Entonces en un espacio de tiempo brevísimo, que se entiende así con un poco de sensibilidad histórica, pasó España, de una situación desastrosa en muchos aspectos, a una situación hegemónica, a ser el primer país de Europa, lo cual quería decir entonces, del mundo. Además de tener, prácticamente, la dirección de Europa, en muy poco tiempo, en un par de decenios o tres ¿Cómo era posible esto?
La razón de esa eficacia, fue la unión, la constitución de una forma distinta, que fue la nación española como tal. Esta es la cuestión. En el caso de Europa estamos ahora en nuevo intento, pero hemos pasado por quebrantos gravísimos. Ortega postulaba la unión europea: "Europa es hace mucho tiempo una unidad, pero no es una unión. Hace falta la unión europea, los Estados Unidos de Europa". Esto lo dice en el año 1930, pro el año 1939 Europa se destruye en la más terrible de sus guerras. Lo que produce un retroceso asombroso, y después de esa guerra empezó a sentirse el arrepentimiento de lo anterior, y por otra parte la urgencia de crear la unión europea, empezando por la economía, por el carbón y el acero, hasta la situación actual.
Pero quizá esta faltando una conciencia clara de lo que es Europa, de su variedad, de su historia, y probablemente se está organizando de un modo deficiente. No se si los huecos que se perciben, se irán llenando o no, o se consolidarán en una forma insuficiente e inadecuada, de esa unión europea.
Lo interesante es lo siguiente, lo que quería tratar hoy. En la medida en que la forma nación se convierte en la forma más frecuente, más habitual en Europa, y que por eso adquiere cierto prestigio, que se convierte en ideal, las zonas europeas no plenamente nacionalizadas o de una nacionalización tardía, acaban por engendrar una actitud, que se llama: el nacionalismo. El nacionalismo no tiene nada que ver con lo que es ser nación. Digo muchas veces que el "ismo" es un sufijo, que tiene que ver mucho con el sufijo "itis", que indica inflamación. Creo que tengo un apéndice, pero no quiero tener apendicitis, nunca se ha inflamado mi apéndice, prefiero no tener inflamaciones. Creo que hay que evitar en o posible los "ismos".
Una cosa es ser nacional y otra cosa es ser nacionalista. Una cosa es pertenecer a una raza, no sé a cual pertenezco, y otra cosa es ser racista. Se ha producido una especie de inflamación en un caso de las naciones, y principalmente en las que no lo son. El ser nacional es algo natural, es una forma de instalación, pero cuando, por alguna razón, no se está en una situación plenamente normal, entonces hay una conciencia aparte, una exacerbación o inflamación de la condición nacional, y eso es el nacionalismo.
El nacionalismo de las naciones, en Europa, ha afectado, sobre todo, a Italia, con el fascismo, y a Alemania, con el nacionalsocialismo. En los años veinte se inicia en Italia, sobre el año 1922. En Alemania también empieza en los años veinte, finales, y triunfa en 1933. Ambas naciones son tardías, en su nacionalización, mientras las demás naciones llevaban siglos de existencia, incluso Prusia. Dejemos de lado a Rusia, porque nunca ha sido una nación. En cierto modo se constituye, en Rusia una nación, desde tiempo de Pedro I "el Grande", pero es un caso muy particular.
Porque Rusia es un país inmenso, colonial, pero sin un mar por medio, el suyo es un colonialismo terrestre. Empieza en el gran ducado de Moscovia, que era muy pequeño, y termina en Vladivostok, en el Pacífico. Es otra cosa, y plantea problemas su interpretación. Nunca ha sido una nación, aunque es difícil de interpretar, porque es muy complejo. No me considero autorizado para hacer un análisis serio de esa situación.
Pero Italia y Alemania eran naciones, en el doble sentido, como comunidades históricas y lingüísticas, como una cierta manera de vivir, como una forma de instalación humana. Pero se constituyen en naciones en 1870, prácticamente hace cuatro días, y al cabo de medio siglo de su constitución como naciones, aparece el nacionalismo en Alemania y en Italia. Con una exaltación, una exacerbación de la nación, y una especie de pretensión de superioridad, de dominio, y de exclusivismo.
Mientras normalmente las naciones europeas, tradicionalmente, contaban unas con otras; es más, cuando se produce el nacimiento de las formas nacionales, debido en primer lugar por mediación España y Portugal, esto produce un fermento que estimula la conversión de los demás países de Europa para hacerse naciones. En mi libro"España inteligible", empleé la fórmula de que España había sido el catalizador de la modernización de Europa, desde fines del siglo XV.
Las naciones europeas han sido varias, eran plurales, han tenido rivalidad, ejemplaridad, han procurado ser mejores que las otras, pero tenían conciencia de su convivencia, de ser una unión plural o si se quiere decir mejor, una unidad plural, con relaciones. Es lo que define la realidad de las naciones: su convivencia. En América no existe la extranjería, por ello no se pueden considerar naciones efectivas, como en Europa. La relación de extranjería no existe en los países hispánicos de América, lo que en cierto sentido es una ventaja y en otros sentidos es un un inconveniente. También ha faltado, por razones muy complicadas, pero que no son el tema de la conferencia de hoy, la conciencia de comunidad, la vinculación mutua entre los países americanos.
El hecho es el siguiente, se puede decir abreviadamente, los países americanos anteriores al descubrimiento de América, no tenían nada en común, no conocían ni su existencia. Es decir, los americanos originarios no sabían que existía América. Cada uno conocía su territorio, su pueblo, aunque fueran grandes, pero no tenían nada que ver entre sí. Eran culturas diferentes, con lenguas innumerables, que no se entendían entre ellas, tradiciones religiosas diversas. Lo que tienen de común esos pueblos americanos: México, Cuba, Chile y la Argentina, el Salvador, Colombia... es lo que tienen de influjo español, y nada más. Pero por razones varias y diversos azares históricos, no han tenido conciencia de ello, más que en ciertos momentos y en algunos niveles. Esto es uno de los grandes problemas que han tenido los países hispanoamericanos, y que en cierto modo todavía tienen.
El problema que trataba de entender, que es el problema de los nacionalismos, germina en primer lugar en naciones recientes, en naciones que no están plenamente instaladas en su condición nacional, que todavía están haciéndose como tales. Las dificultades, por ejemplo, que ha habido para la unidad italiana, que comienza en 1870, y que se hizo con varias resistencias en contra, porque tampoco eran homogéneas. Es decir, Italia era una nación recién hecha, no plenamente consolidada.
Lo mismo pasaba con Alemania, que siempre había tenido una gran división. Hay que verlo para creerlo, la cantidad de unidades políticas que formaban la Alemania de antes de la unificación, la fragmentación era increíble.
La unión italiana se hizo, desde fuera de Italia, se hizo desde Saboya, desde el Piamonte, un territorio que no había sido de la Italia natural, lo que había sido el torso tradicional de la vida italiana. Cuando pienso en los movimientos separatistas, aunque poco reales, en Italia, están promocionados por los que favorecieron la unión italiana.
En Alemania los que propiciaron la unión fueron los prusianos y el rey de Prusia fue el emperador alemán. Cuando se constituye, en el salón de los Espejos de Versalles, el Imperio alemán, el II Reich, el Emperador fue el rey de Prusia. Fue una Alemania prusianizada, regida desde Prusia, y no había pasado medio siglo desde la unidad de Italia y Alemania, cuando aparece el nacionalismo, ligado a un partido y a una ideología política.
Pero hay algo más, y es que un hay brote de nacionalismos, ahora, totalmente patentes en Europa, no de las naciones, esto es lo importante, sino de las no naciones. Es decir, por una parte de ciertas porciones de Europa que nunca han sido naciones, y no han tenido una plena nacionalización; por ejemplo "Los Balcanes", toda la Europa balcánica, que ha estado, primero bajo el dominio del Imperio austriaco, que no era una nación en el sentido estricto de la palabra. Había una pluralidad de proyectos históricos, con una variedad lingüística y religiosa, pero no acababa de consolidarse el proyecto atractivo de vida en común, que Ortega pedía como símbolo de lo que era verdaderamente una nación.
Entonces se producen los nacionalismos de las fracciones, nacionalizadas diríamos, en cierto modo desde fuera, dentro de una comunidad superior, y que actualmente pululan. Piensen ustedes lo que sucede en los países miembros del Imperio Austro-Húngaro y lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo con cada una de las porciones de Yugoeslavia, que se constituye, después de la Guerra Mundial, en torno a Serbia (Yugoeslavia, significa Eslavia del Sur). Serbia era una pequeña nación (que no por qué se escribía antes con v y ahora con b), pequeña nación que figuró entre las vencedoras de la I Guerra Mundial, y a la que se le añaden fragmentos de países provenientes de la desmembración del Imperio Austro-Húngaro, y forman el reino de los serbios, croatas, eslovenos, etc. luego formada como república, y luego unida férreamente por el comunismo, pero que ha dado origen a una erupción de nacionalismos, dentro de ese país ya pequeño. Enfrentados ahora de una manera feroz.
Estamos asistiendo a una guerra terrible, todavía larvada y a punto de surgir otra vez. Esto es un problema que me parece gravísimo, y que responde a dos errores: uno es el no reconocer lo que se es, el no reconocer las grandes unidades que han hecho grandes a Europa. Segundo, el afirmar la condición nacional falsamente, es decir presentar como naciones a los que no lo son. Eso es justamente la característica del nacionalismo.
También hay otra forma del nacionalismo, que existe, y está en todas partes: la interpretación nacionalista de lo que se ha llamado siempre regiones, es decir de las porciones articuladas, a veces con fuerte personalidad, de las naciones. Es otra erupción, bien distinta. Una cosa es la interpretación como naciones de formas territoriales que no han sido nunca naciones, y otra cosa es la interpretación, también nacionalista, de porciones de verdaderas naciones, que han sido partes de naciones. Es un nacionalismo que tiene un carácter peculiar, que conviene distinguir del otro nacionalismo, que es lo que se llamaríamos: particularismo.
Estoy tratando de entender las cosas, haciendo un cierto esfuerzo intelectual, para conceptuarlas y ponerlas en la zona de la realidad que les pertenece. Naturalmente cuando hablamos de realidades humanas, ese lugar de reflexión es primariamente histórico.
Lo que me parece capital es lo siguiente: cuando los países están en un estado normal de salud, están en una instalación, y son con naturalidad eso que son. La mayor parte de los países, a lo largo de su historia, no pretenden ser únicos, ni son conscientes de su peculiaridad. Cada nación europea, durante siglos, ha querido ser un modelo de lo europeo, pretendiendo ser mejor que los demás, pero en convivencia con ellos. Pretender ser el mejor es ser el mejor entre varios, una cierta manera de ser europeo. Esto indica la voluntad de esforzarse, de esmerarse, de tratar de mantener cierta perfección.
Pero en la mayor parte de los países europeos esas superioridades han sido parciales, en ciertos aspectos y no en otros, o en una época y no en otra. Hay un ensayo, interesante, como todos los suyos, de Feijóo, a mediados del siglo XVIII, que decía: "parece que la civilización va peregrinando de pueblo en pueblo". El predominio cultural va cambiando, hay países que son los primeros durante un tiempo, y al cabo de unos años son sustituidos, sucedidos por otros. En general solo en ciertos aspectos. cada país ha ido aportando ciertos refinamientos, ciertos primores, ciertas realizaciones culturales, políticas, económicas o técnicas, literarias, o lo que sea. Luego eso ha sido compartido por todos los demás.
Pero la afirmación de un país que no quiere saber nada de los demás, que se retrae, que se concentra sobre sí mismo. Esto es la característica del nacionalismo, que es un proceso esterilizador. Aún en el caso de que no llegue a convertirse en un nacionalismo agresivo, como con los italianos o alemanes de los años veinte y treinta del siglo XX, se convierte en provincianismo. recuerden ustedes la distinción que hacía Ortega: "Hay dos adjetivos, uno de ellos es "provincial", todos somos provinciales, y luego está el adjetivo "provinciano", que es el que cree que su provincia es el mundo y su pueblo una galaxia". Todos somos provinciales, naturalmente, gracias a Dios, pertenecemos a diferentes provincias, de Europa y del mundo. Estamos con los demás, en algunos aspectos podemos intentar ser los mejores. Si todos lo hacen el mundo será mejor, pero no tenemos por qué creer que nuestro pueblo es una galaxia.
Nuestro pueblo, nuestra provincia, es el lugar donde nos sentimos a gusto, nos sentimos cómodos. Este concepto de la comodidad no se utiliza en sociología o en la historia, pero es fundamental el sentirse o no cómodo. Podíamos comparar los dos extremos: el que está cómodo o está soliviantado. Hay gentes que viven cómodas, viven instalados en su situación. Un ejemplo lo tenemos en los andaluces, que han vivido casi toda su historia cómodos. Estaban encantados con su situación, aunque ahora no estoy seguro de que lo estén completamente, pero lo han sido. Estaban encantados y con motivo. Lo contrario es estar soliviantado, lo cual no lleva a nada.
Cuando uno está soliviantado concentra su atención a lo suyo y le lleva a tener una ignorancia sobre lo demás, a una falta de interés. Esa atención exclusiva de lo propio es esterilizadora, porque ¿son ajenas las demás cosas? ¿Es ajena el resto de Europa a nuestra realidad propia, y el conjunto de Occidente?, y a última hora el resto del mundo. Quiero decir que si un país, incluso un gran país, se concentra sobre sí mismo, y se atiene sólo a él, el resultado es la indigencia. Hagan ustedes el intento de pensar en atenerse a las ideas solamente españolas, esto nos llevaría a la indigencia mental.
Las ideas que un español necesita y que tiene que usar para vivir se han originado en España, en Francia, en Alemania, en Inglaterra, en toda Europa, en América y en el resto del mundo. Todo eso es propio. Si España, Francia, Inglaterra o los Estados Unidos, por hablar de los grandes países creadores, se atuvieran solamente a lo que les es propio, quiero decir a lo que se ha engendrado en ellos, estarían en estado de indigencia, ni más ni menos. Gran parte del empobrecimiento del mundo consiste precisamente en eso, y que en lugar de poseer todo lo que es asimilable, todo lo que constituye nuestra riqueza (Aristóteles diría nuestra "usía"), nuestra sustancia histórica, nos limitamos a una fracción aislada de nosotros mismos, y en muchos casos, sin raíces, además.
Les estoy hablando a ustedes en español, pero el español procede del latín, principalmente. Tiene sus raíces en el latín. Recuerdo a mi profesor de latín García de Diego, que indicaba que la lengua española sin sus raíces latinas sería ininteligible. Esto se puede extender, no sólo a la lengua sino a todo lo demás. Las lenguas europeas se han formado en convivencia, han convivido. Aislarse en una sola lengua es racismo lingüístico.
Las lenguas eslavas no han tenido esa convivencia tan frecuente que sí ha existido entre las lenguas latinas y las lenguas germánicas. Nos interesan esas lenguas eslavas, por sus creaciones, que han llegado a nosotros mediante traducciones, pero tienen una falta de proximidad que sí tienen las lenguas germánicas y las latinas. En épocas más remotas la distancia es mayor.
Vemos que esa forma que llamamos nación es una ilustre creación europea, de la Edad Moderna, nada más y nada menos. No es el modelo único, pues existen grandes creaciones históricas, maravillosas en varias épocas de la historia. Algunas han sido muy pequeñas, como Atenas o Corinto, u otras ciudades griegas a las que debemos los dos tercios de la cultura occidental. Lo que ha sido esa realidad colosal, que es el Imperio Romano, lo que ha sido la Edad Media: "enorme y delicada", sin naciones, naturalmente, pero había otras cosas de las que nos podemos enriquecer hoy, de las cuales venimos. Es importante conservar las raíces.
Uno de los grandes aciertos de las naciones europeas es que en su mayoría, y España es un gran ejemplo, se han organizado por incorporaciones, que mantenían dentro de la unidad superior las unidades parciales, integradas. Terminando, en el caso de España con la integración de las partes principales: Castilla y Aragón, que se integran para formar la nación española, dentro de la cual subsisten, no desaparecen, cada una con el resultado de sus incorporaciones anteriores. Lo cual da una riqueza, una estructura, que evita la excesiva homogeneidad.
Las naciones europeas, las más eficaces, las más logradas, las más creadoras, han tenido miembros, es decir partes integrantes, partes insuficientes, pero que conservan su personalidad, conservan su variedad, que permiten diversas posturas, diversas instalaciones. Un país enteramente homogéneo tiene menos problemas, pero no tiene más que una posibilidad.
Comparo un país con un poliedro, que puede apoyarse en una de sus caras o en otra de ellas. Tiene dificultades mayores, tiene roces, pero tiene posibilidades de innovación, posibilidades de cambio.
La realidad humana es bastante complicada. Aceptamos que la realidad de la naturaleza sea complicada: el cosmos, los organismos vivos, desde la célula hasta el átomo. Aceptamos que todo ello sea complejo, menos a lo humano, que en definitiva es lo más complejo de todo. No lo he inventado, lo siento mucho, pero es así. En cambio se pide la simplificación de todo lo humano.
Manejamos las realidades sociales, históricas, humanas, con unos criterios de simplicidad, que me producen pavor, literalmente. La realidad humana es complicada, es dramática, es cambiante, no se agota en una fórmula esquemática. Hay que atenerse a ella. Tiene una historia, una biografía, una historia colectiva. Si hacemos el esfuerzo de entenderla, a última hora se entiende. Porque la realidad humana es muy complicada, muy compleja, pero es lo más inteligible, es lo único verdaderamente inteligible. Todo lo demás no lo es, solamente en la medida que funciona dentro de nuestra vida. Entonces lo entendemos.
Por qué no hacer un pequeño esfuerzo, y tratar de acercarnos a la realidad humana, respetándola, respetando su complejidad, respetando como es. ¿Por qué no tratamos de entenderla? Muchas gracias.
Hoy vamos a hablar de algo, que en cierto modo, ha aparecido mucho en este curso. Hemos hablado de las naciones, hemos examinado la figura diferencial que tienen algunas de las naciones más significativas, que han influido más en el conjunto de Europa. Pero hoy quiero hablar un poco de ese mismo concepto de nación, que es muy complejo, que es bastante elusivo. se ha tratado de entenderlo de muchas maneras, la mayor parte insuficientes, porque chocan con demasiadas excepciones.
Eso que llamamos nación es una creación histórico-social y política relativamente reciente. Ha habido naciones desde finales del siglo XV y no antes; en ninguna parte. Piensen lo que eran las ciudades griegas, que naturalmente no eran naciones, o en la Hélade en su conjunto, cuando tuvo una cierta unidad bajo la influencia de Macedonia. Cartago tampoco fue ninguna nación, ni siquiera lo fue Roma, desde sus inicios hasta la aparición del Imperio Romano. Ni lo ha sido el Califato de Córdoba, ni el Califato de Oriente, ni en la Edad Media ha habido naciones.
La nación es una creación del comienzo de la Edad Moderna, de fines del siglo XV. Las primeras naciones son España y Portugal. Esta última con una facilidad mayor de formación, debido a su menor tamaño. Posteriormente aparecieron Francia, Inglaterra, Holanda, Prusia, luego se hace, algo así como una nación, en Rusia. Y más tarde se generaliza la interpretación nacional de todas las realidades políticas en Europa.
Hay un rasgo característico de la naciones de Europa, que no se encuentra en los países engendrados, en América, por la intervención europea, aunque también se llamen a sí mismos naciones, sin embargo en América, dejando de lado los Estados Unidos, que son algo enorme, que también es una nación, pero que rebasa las dimensiones de los que son las naciones europeas. Pero lo que falta en la América hispánica es la relación de extranjería. En Europa las naciones son extranjeras, unas respecto de otras, y están limitadas por sus fronteras, que se entienden como algo negativo, como lugar donde las naciones terminan, pero yo tengo una visión más positiva de las fronteras: "son los lugares en que las naciones se encuentran". El contacto entre las diferentes naciones se efectúa en las fronteras, con una condición: ser permeables, es decir que permitan la ósmosis, el paso de todo tipo de elementos, de una nación a otra.
Las fronteras representan el sistema sensorial de Europa. Puede ocurrir que esas fronteras, por razones predominantemente políticas, pierdan en ocasiones esa permeabilidad, y se conviertan a un proceso de queratinización, de convertirse en algo córneo. En estos casos la ósmosis no es posible. Tenemos un caso reciente en el Telón de Acero, mucho más importante que el comunismo, que lo hacía secundario respecto del establecimiento de un Telón de Acero, que aisló a una parte de Europa, del resto.
Eso que existe en Europa, de un modo positivo o negativo como la extranjería, no existe en América entre los países hispanoamericanos. Cuando un español viaja por la América hispana no se siente nunca extranjero, falta en la América hispana ese carácter, que sí existe en Europa, y es muy fecundo en ocasiones, con sus elementos negativos, pero muy fecundo.
La nación significa una forma nueva de sociedad, creada muy a fines del siglo XV, y que luego trata de generalizarse, pero lo hace desigualmente, porque no toda Europa alcanza la nacionalización. Pero el prestigio que tiene la nación, el convertirse en el modelo de los países de Europa ha hecho que se convierta en una especie de ideal. Hay una aspiración a ser nación por parte de las diversas sociedades europeas. No estoy seguro que sea un ideal, pues existen naciones y otras cosas. Cuando se han agrupado esas naciones después de la I Guerra Mundial, en la Sociedad de Naciones o Naciones Unidas , después de la II Guerra Mundial, y se empieza a llamar nación a todo, como sinónimo de estado soberano, aunque de hecho no existen países plenamente soberanos, porque todos dependen de los demás y tienen que contar con ellos, de tal manera que ese concepto de soberanía ha tenido cambios muy fuertes durante el siglo XX.
Hay algo más ¿en qué consiste positivamente el ser nación? Recuerdo una cosa que decía Ortega, sumamente valiosa, respecto de la nación y en general de una comunidad humana: "Un proyecto atractivo de vida en común". Esto es verdad, y es una verdad de las más importantes, pero no es forzoso que se trate de naciones. Los habitantes de Atenas o los romanos del Imperio podían tener un proyecto atractivo de vida en común, es una definición, esta de Ortega que excede a la especificidad de la forma nación.
Además dice una cosa muy interesante, y que casi nunca la he visto citada: "la nación es la unión hipostática entre el pueblo, los habitantes, y el sistema que lo rige". Lo explica Ortega, diciendo que la nación permite una participación activa de los individuos, de los ciudadanos, en la colectividad como tal. Por ejemplo, no puede ser nación un país en el cual no todos son ciudadanos, caso de innumerables situaciones. Por ejemplo, piensen en la esclavitud, en Grecia como em Roma había esclavos, pero en una nación moderna esto no es concebible, es necesario que todos sean ciudadanos, para que tengan participación en la empresa colectiva de la nación, por parte de todos los ciudadanos.
Ortega, además, emplea una fórmula, que en cierto modo es extremada: "una nación es democrática con cualquier régimen". Esto se podría aplicar a lo que ocurría en las naciones antes del establecimiento de la democracia moderna, lo que pasaba en las naciones europeas desde el siglo XVI hasta la Revolución Francesa. Eran monarquías absolutas, pero eran naciones, los ciudadanos participaban en la empresa colectiva, que era la nación.
No hay por qué atribuir un carácter privilegiado al hecho de ser nación, pues es un hecho que ha ocurrido en ciertas partes del mundo, principalmente en Europa, y en un modo secundario en los países procedentes de Europa, en ciertas épocas de la Edad Moderna, pero no ocurrió antes y no sabemos si existirá después; el futuro es inseguro. Por lo pronto estamos asistiendo en Europa a un proceso de agrupación de naciones, debido a una certeza desde hace tiempo reconocida: la insuficiencia de las naciones, por haber muchos problemas que excedían de ellas. Este es el argumento principal del libro de Ortega: "La rebelión de las masas", que es de 1930.
El argumento de Ortega también tiene un fundamento económico, al preguntarse: ¿por qué los automóviles son más numerosos y baratos que en Europa? porque tienen un mercado mucho mayor que los mercados nacionales europeos. Ahora esto ha cambiado, existe un mercado europeo, y más que europeo. La industria del automóvil ha experimentado cambios inmensos, respecto de lo que era en 1930. Es un aspecto, este del automóvil, de lo que es el mercado grande frente al pequeño, pero es muy revelador.
Los problemas de todo tipo exceden los de las naciones. En la época de Ortega, las naciones estaban cometiendo errores muy graves, porque no podían resolver sus problemas, entonces las naciones se extravasaban de sí mismas, y de lo que les era propio, porque no encontraban en sí mismas las posibilidades de solución de los problemas de cada una de ellas. Hacía falta una solución europea para la solución de los problemas de cada una de sus naciones. Algo parecido a lo que ocurre en el siglo XV en España, cuando se considera Castilla y Aragón.
He dicho muchas veces que si se preguntara a un castellano inteligente o a un aragonés inteligente de esa época: ¿hay solución a los problemas de su territorio? hubieran contestado que no. Y es que no había solución castellana o solución aragonesa a sus problemas, lo que había es solución española a los mismos. España fue la solución de los problemas de los reinos. Entonces en un espacio de tiempo brevísimo, que se entiende así con un poco de sensibilidad histórica, pasó España, de una situación desastrosa en muchos aspectos, a una situación hegemónica, a ser el primer país de Europa, lo cual quería decir entonces, del mundo. Además de tener, prácticamente, la dirección de Europa, en muy poco tiempo, en un par de decenios o tres ¿Cómo era posible esto?
La razón de esa eficacia, fue la unión, la constitución de una forma distinta, que fue la nación española como tal. Esta es la cuestión. En el caso de Europa estamos ahora en nuevo intento, pero hemos pasado por quebrantos gravísimos. Ortega postulaba la unión europea: "Europa es hace mucho tiempo una unidad, pero no es una unión. Hace falta la unión europea, los Estados Unidos de Europa". Esto lo dice en el año 1930, pro el año 1939 Europa se destruye en la más terrible de sus guerras. Lo que produce un retroceso asombroso, y después de esa guerra empezó a sentirse el arrepentimiento de lo anterior, y por otra parte la urgencia de crear la unión europea, empezando por la economía, por el carbón y el acero, hasta la situación actual.
Pero quizá esta faltando una conciencia clara de lo que es Europa, de su variedad, de su historia, y probablemente se está organizando de un modo deficiente. No se si los huecos que se perciben, se irán llenando o no, o se consolidarán en una forma insuficiente e inadecuada, de esa unión europea.
Lo interesante es lo siguiente, lo que quería tratar hoy. En la medida en que la forma nación se convierte en la forma más frecuente, más habitual en Europa, y que por eso adquiere cierto prestigio, que se convierte en ideal, las zonas europeas no plenamente nacionalizadas o de una nacionalización tardía, acaban por engendrar una actitud, que se llama: el nacionalismo. El nacionalismo no tiene nada que ver con lo que es ser nación. Digo muchas veces que el "ismo" es un sufijo, que tiene que ver mucho con el sufijo "itis", que indica inflamación. Creo que tengo un apéndice, pero no quiero tener apendicitis, nunca se ha inflamado mi apéndice, prefiero no tener inflamaciones. Creo que hay que evitar en o posible los "ismos".
Una cosa es ser nacional y otra cosa es ser nacionalista. Una cosa es pertenecer a una raza, no sé a cual pertenezco, y otra cosa es ser racista. Se ha producido una especie de inflamación en un caso de las naciones, y principalmente en las que no lo son. El ser nacional es algo natural, es una forma de instalación, pero cuando, por alguna razón, no se está en una situación plenamente normal, entonces hay una conciencia aparte, una exacerbación o inflamación de la condición nacional, y eso es el nacionalismo.
El nacionalismo de las naciones, en Europa, ha afectado, sobre todo, a Italia, con el fascismo, y a Alemania, con el nacionalsocialismo. En los años veinte se inicia en Italia, sobre el año 1922. En Alemania también empieza en los años veinte, finales, y triunfa en 1933. Ambas naciones son tardías, en su nacionalización, mientras las demás naciones llevaban siglos de existencia, incluso Prusia. Dejemos de lado a Rusia, porque nunca ha sido una nación. En cierto modo se constituye, en Rusia una nación, desde tiempo de Pedro I "el Grande", pero es un caso muy particular.
Porque Rusia es un país inmenso, colonial, pero sin un mar por medio, el suyo es un colonialismo terrestre. Empieza en el gran ducado de Moscovia, que era muy pequeño, y termina en Vladivostok, en el Pacífico. Es otra cosa, y plantea problemas su interpretación. Nunca ha sido una nación, aunque es difícil de interpretar, porque es muy complejo. No me considero autorizado para hacer un análisis serio de esa situación.
Pero Italia y Alemania eran naciones, en el doble sentido, como comunidades históricas y lingüísticas, como una cierta manera de vivir, como una forma de instalación humana. Pero se constituyen en naciones en 1870, prácticamente hace cuatro días, y al cabo de medio siglo de su constitución como naciones, aparece el nacionalismo en Alemania y en Italia. Con una exaltación, una exacerbación de la nación, y una especie de pretensión de superioridad, de dominio, y de exclusivismo.
Mientras normalmente las naciones europeas, tradicionalmente, contaban unas con otras; es más, cuando se produce el nacimiento de las formas nacionales, debido en primer lugar por mediación España y Portugal, esto produce un fermento que estimula la conversión de los demás países de Europa para hacerse naciones. En mi libro"España inteligible", empleé la fórmula de que España había sido el catalizador de la modernización de Europa, desde fines del siglo XV.
Las naciones europeas han sido varias, eran plurales, han tenido rivalidad, ejemplaridad, han procurado ser mejores que las otras, pero tenían conciencia de su convivencia, de ser una unión plural o si se quiere decir mejor, una unidad plural, con relaciones. Es lo que define la realidad de las naciones: su convivencia. En América no existe la extranjería, por ello no se pueden considerar naciones efectivas, como en Europa. La relación de extranjería no existe en los países hispánicos de América, lo que en cierto sentido es una ventaja y en otros sentidos es un un inconveniente. También ha faltado, por razones muy complicadas, pero que no son el tema de la conferencia de hoy, la conciencia de comunidad, la vinculación mutua entre los países americanos.
El hecho es el siguiente, se puede decir abreviadamente, los países americanos anteriores al descubrimiento de América, no tenían nada en común, no conocían ni su existencia. Es decir, los americanos originarios no sabían que existía América. Cada uno conocía su territorio, su pueblo, aunque fueran grandes, pero no tenían nada que ver entre sí. Eran culturas diferentes, con lenguas innumerables, que no se entendían entre ellas, tradiciones religiosas diversas. Lo que tienen de común esos pueblos americanos: México, Cuba, Chile y la Argentina, el Salvador, Colombia... es lo que tienen de influjo español, y nada más. Pero por razones varias y diversos azares históricos, no han tenido conciencia de ello, más que en ciertos momentos y en algunos niveles. Esto es uno de los grandes problemas que han tenido los países hispanoamericanos, y que en cierto modo todavía tienen.
El problema que trataba de entender, que es el problema de los nacionalismos, germina en primer lugar en naciones recientes, en naciones que no están plenamente instaladas en su condición nacional, que todavía están haciéndose como tales. Las dificultades, por ejemplo, que ha habido para la unidad italiana, que comienza en 1870, y que se hizo con varias resistencias en contra, porque tampoco eran homogéneas. Es decir, Italia era una nación recién hecha, no plenamente consolidada.
Lo mismo pasaba con Alemania, que siempre había tenido una gran división. Hay que verlo para creerlo, la cantidad de unidades políticas que formaban la Alemania de antes de la unificación, la fragmentación era increíble.
La unión italiana se hizo, desde fuera de Italia, se hizo desde Saboya, desde el Piamonte, un territorio que no había sido de la Italia natural, lo que había sido el torso tradicional de la vida italiana. Cuando pienso en los movimientos separatistas, aunque poco reales, en Italia, están promocionados por los que favorecieron la unión italiana.
En Alemania los que propiciaron la unión fueron los prusianos y el rey de Prusia fue el emperador alemán. Cuando se constituye, en el salón de los Espejos de Versalles, el Imperio alemán, el II Reich, el Emperador fue el rey de Prusia. Fue una Alemania prusianizada, regida desde Prusia, y no había pasado medio siglo desde la unidad de Italia y Alemania, cuando aparece el nacionalismo, ligado a un partido y a una ideología política.
Pero hay algo más, y es que un hay brote de nacionalismos, ahora, totalmente patentes en Europa, no de las naciones, esto es lo importante, sino de las no naciones. Es decir, por una parte de ciertas porciones de Europa que nunca han sido naciones, y no han tenido una plena nacionalización; por ejemplo "Los Balcanes", toda la Europa balcánica, que ha estado, primero bajo el dominio del Imperio austriaco, que no era una nación en el sentido estricto de la palabra. Había una pluralidad de proyectos históricos, con una variedad lingüística y religiosa, pero no acababa de consolidarse el proyecto atractivo de vida en común, que Ortega pedía como símbolo de lo que era verdaderamente una nación.
Entonces se producen los nacionalismos de las fracciones, nacionalizadas diríamos, en cierto modo desde fuera, dentro de una comunidad superior, y que actualmente pululan. Piensen ustedes lo que sucede en los países miembros del Imperio Austro-Húngaro y lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo con cada una de las porciones de Yugoeslavia, que se constituye, después de la Guerra Mundial, en torno a Serbia (Yugoeslavia, significa Eslavia del Sur). Serbia era una pequeña nación (que no por qué se escribía antes con v y ahora con b), pequeña nación que figuró entre las vencedoras de la I Guerra Mundial, y a la que se le añaden fragmentos de países provenientes de la desmembración del Imperio Austro-Húngaro, y forman el reino de los serbios, croatas, eslovenos, etc. luego formada como república, y luego unida férreamente por el comunismo, pero que ha dado origen a una erupción de nacionalismos, dentro de ese país ya pequeño. Enfrentados ahora de una manera feroz.
Estamos asistiendo a una guerra terrible, todavía larvada y a punto de surgir otra vez. Esto es un problema que me parece gravísimo, y que responde a dos errores: uno es el no reconocer lo que se es, el no reconocer las grandes unidades que han hecho grandes a Europa. Segundo, el afirmar la condición nacional falsamente, es decir presentar como naciones a los que no lo son. Eso es justamente la característica del nacionalismo.
También hay otra forma del nacionalismo, que existe, y está en todas partes: la interpretación nacionalista de lo que se ha llamado siempre regiones, es decir de las porciones articuladas, a veces con fuerte personalidad, de las naciones. Es otra erupción, bien distinta. Una cosa es la interpretación como naciones de formas territoriales que no han sido nunca naciones, y otra cosa es la interpretación, también nacionalista, de porciones de verdaderas naciones, que han sido partes de naciones. Es un nacionalismo que tiene un carácter peculiar, que conviene distinguir del otro nacionalismo, que es lo que se llamaríamos: particularismo.
Estoy tratando de entender las cosas, haciendo un cierto esfuerzo intelectual, para conceptuarlas y ponerlas en la zona de la realidad que les pertenece. Naturalmente cuando hablamos de realidades humanas, ese lugar de reflexión es primariamente histórico.
Lo que me parece capital es lo siguiente: cuando los países están en un estado normal de salud, están en una instalación, y son con naturalidad eso que son. La mayor parte de los países, a lo largo de su historia, no pretenden ser únicos, ni son conscientes de su peculiaridad. Cada nación europea, durante siglos, ha querido ser un modelo de lo europeo, pretendiendo ser mejor que los demás, pero en convivencia con ellos. Pretender ser el mejor es ser el mejor entre varios, una cierta manera de ser europeo. Esto indica la voluntad de esforzarse, de esmerarse, de tratar de mantener cierta perfección.
Pero en la mayor parte de los países europeos esas superioridades han sido parciales, en ciertos aspectos y no en otros, o en una época y no en otra. Hay un ensayo, interesante, como todos los suyos, de Feijóo, a mediados del siglo XVIII, que decía: "parece que la civilización va peregrinando de pueblo en pueblo". El predominio cultural va cambiando, hay países que son los primeros durante un tiempo, y al cabo de unos años son sustituidos, sucedidos por otros. En general solo en ciertos aspectos. cada país ha ido aportando ciertos refinamientos, ciertos primores, ciertas realizaciones culturales, políticas, económicas o técnicas, literarias, o lo que sea. Luego eso ha sido compartido por todos los demás.
Pero la afirmación de un país que no quiere saber nada de los demás, que se retrae, que se concentra sobre sí mismo. Esto es la característica del nacionalismo, que es un proceso esterilizador. Aún en el caso de que no llegue a convertirse en un nacionalismo agresivo, como con los italianos o alemanes de los años veinte y treinta del siglo XX, se convierte en provincianismo. recuerden ustedes la distinción que hacía Ortega: "Hay dos adjetivos, uno de ellos es "provincial", todos somos provinciales, y luego está el adjetivo "provinciano", que es el que cree que su provincia es el mundo y su pueblo una galaxia". Todos somos provinciales, naturalmente, gracias a Dios, pertenecemos a diferentes provincias, de Europa y del mundo. Estamos con los demás, en algunos aspectos podemos intentar ser los mejores. Si todos lo hacen el mundo será mejor, pero no tenemos por qué creer que nuestro pueblo es una galaxia.
Nuestro pueblo, nuestra provincia, es el lugar donde nos sentimos a gusto, nos sentimos cómodos. Este concepto de la comodidad no se utiliza en sociología o en la historia, pero es fundamental el sentirse o no cómodo. Podíamos comparar los dos extremos: el que está cómodo o está soliviantado. Hay gentes que viven cómodas, viven instalados en su situación. Un ejemplo lo tenemos en los andaluces, que han vivido casi toda su historia cómodos. Estaban encantados con su situación, aunque ahora no estoy seguro de que lo estén completamente, pero lo han sido. Estaban encantados y con motivo. Lo contrario es estar soliviantado, lo cual no lleva a nada.
Cuando uno está soliviantado concentra su atención a lo suyo y le lleva a tener una ignorancia sobre lo demás, a una falta de interés. Esa atención exclusiva de lo propio es esterilizadora, porque ¿son ajenas las demás cosas? ¿Es ajena el resto de Europa a nuestra realidad propia, y el conjunto de Occidente?, y a última hora el resto del mundo. Quiero decir que si un país, incluso un gran país, se concentra sobre sí mismo, y se atiene sólo a él, el resultado es la indigencia. Hagan ustedes el intento de pensar en atenerse a las ideas solamente españolas, esto nos llevaría a la indigencia mental.
Las ideas que un español necesita y que tiene que usar para vivir se han originado en España, en Francia, en Alemania, en Inglaterra, en toda Europa, en América y en el resto del mundo. Todo eso es propio. Si España, Francia, Inglaterra o los Estados Unidos, por hablar de los grandes países creadores, se atuvieran solamente a lo que les es propio, quiero decir a lo que se ha engendrado en ellos, estarían en estado de indigencia, ni más ni menos. Gran parte del empobrecimiento del mundo consiste precisamente en eso, y que en lugar de poseer todo lo que es asimilable, todo lo que constituye nuestra riqueza (Aristóteles diría nuestra "usía"), nuestra sustancia histórica, nos limitamos a una fracción aislada de nosotros mismos, y en muchos casos, sin raíces, además.
Les estoy hablando a ustedes en español, pero el español procede del latín, principalmente. Tiene sus raíces en el latín. Recuerdo a mi profesor de latín García de Diego, que indicaba que la lengua española sin sus raíces latinas sería ininteligible. Esto se puede extender, no sólo a la lengua sino a todo lo demás. Las lenguas europeas se han formado en convivencia, han convivido. Aislarse en una sola lengua es racismo lingüístico.
Las lenguas eslavas no han tenido esa convivencia tan frecuente que sí ha existido entre las lenguas latinas y las lenguas germánicas. Nos interesan esas lenguas eslavas, por sus creaciones, que han llegado a nosotros mediante traducciones, pero tienen una falta de proximidad que sí tienen las lenguas germánicas y las latinas. En épocas más remotas la distancia es mayor.
Vemos que esa forma que llamamos nación es una ilustre creación europea, de la Edad Moderna, nada más y nada menos. No es el modelo único, pues existen grandes creaciones históricas, maravillosas en varias épocas de la historia. Algunas han sido muy pequeñas, como Atenas o Corinto, u otras ciudades griegas a las que debemos los dos tercios de la cultura occidental. Lo que ha sido esa realidad colosal, que es el Imperio Romano, lo que ha sido la Edad Media: "enorme y delicada", sin naciones, naturalmente, pero había otras cosas de las que nos podemos enriquecer hoy, de las cuales venimos. Es importante conservar las raíces.
Uno de los grandes aciertos de las naciones europeas es que en su mayoría, y España es un gran ejemplo, se han organizado por incorporaciones, que mantenían dentro de la unidad superior las unidades parciales, integradas. Terminando, en el caso de España con la integración de las partes principales: Castilla y Aragón, que se integran para formar la nación española, dentro de la cual subsisten, no desaparecen, cada una con el resultado de sus incorporaciones anteriores. Lo cual da una riqueza, una estructura, que evita la excesiva homogeneidad.
Las naciones europeas, las más eficaces, las más logradas, las más creadoras, han tenido miembros, es decir partes integrantes, partes insuficientes, pero que conservan su personalidad, conservan su variedad, que permiten diversas posturas, diversas instalaciones. Un país enteramente homogéneo tiene menos problemas, pero no tiene más que una posibilidad.
Comparo un país con un poliedro, que puede apoyarse en una de sus caras o en otra de ellas. Tiene dificultades mayores, tiene roces, pero tiene posibilidades de innovación, posibilidades de cambio.
La realidad humana es bastante complicada. Aceptamos que la realidad de la naturaleza sea complicada: el cosmos, los organismos vivos, desde la célula hasta el átomo. Aceptamos que todo ello sea complejo, menos a lo humano, que en definitiva es lo más complejo de todo. No lo he inventado, lo siento mucho, pero es así. En cambio se pide la simplificación de todo lo humano.
Manejamos las realidades sociales, históricas, humanas, con unos criterios de simplicidad, que me producen pavor, literalmente. La realidad humana es complicada, es dramática, es cambiante, no se agota en una fórmula esquemática. Hay que atenerse a ella. Tiene una historia, una biografía, una historia colectiva. Si hacemos el esfuerzo de entenderla, a última hora se entiende. Porque la realidad humana es muy complicada, muy compleja, pero es lo más inteligible, es lo único verdaderamente inteligible. Todo lo demás no lo es, solamente en la medida que funciona dentro de nuestra vida. Entonces lo entendemos.
Por qué no hacer un pequeño esfuerzo, y tratar de acercarnos a la realidad humana, respetándola, respetando su complejidad, respetando como es. ¿Por qué no tratamos de entenderla? Muchas gracias.
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