domingo, 4 de febrero de 2018

Las formas de Europa



El curso "Las formas de Europa", perteneciente a los realizados en el "Colegio Libre de Eméritos", es el último de los que dictó Julián Marías sobre Europa, y como resumen, sobre el conjunto de Occidente. Supone una continuación de los anteriores: "Génesis y realidad de Europa" y "Visión transversal de Europa", desde el nivel alcanzado hasta ese momento. Por su significado en el conocimiento del mundo actual, lo voy a transcribir en su totalidad, excepto en aquellas conferencias que, por su claridad, no necesitan de esa ayuda, y se mostrarán en formato de audio.






En primer lugar indico los enlaces a tres artículos de Julián Marías que justifican el valor del curso:

Europa "algo" inteligible. ABC 27 06 1996:


Europa "algo" inteligible

Hace algo más de un decenio escribí un libro titulado "España inteligible" -acaso el que más me alegro de haber emprendido, el que puede haber ayudado más a vivir con lucidez a los españoles-. Son muchos los que me han pedido escribir una "Europa inteligible", pero para ello me faltan fuerzas y conocimiento, y renuncio a hacerlo. Con mucha mayor modestia, me propongo hacer algo más accesible: considerar las formas de Europa, intentar así que sea "algo" inteligible.
Ahora predomina una visión abstracta de una Europa conjunta, ensalzada de forma mecánica, y que encubre un desconocimiento de sus partes, de su múltiple realidad, de su riqueza interna. Así como se generaliza, respecto de España, la noción de que diecisiete maravillas componen una calamidad, se ensalza la totalidad de Europa prescindiendo de su génesis, de sus raíces, de los factores que, a lo largo de más de dos milenios, la han hecho posible.
Todo europeo, desde su perspectiva particular, se encuentra con una totalidad sin la cual no entiende su propia versión de Europa, pero sin ésta, sin partir de ella, no entiende el conjunto al cual dice pertenecer. Una Europa sin "contenido", sin historia, sin argumento, sin proyectos, sin aciertos y errores, no es inteligible, y es la que circula. Hay estudiantes universitarios que sitúan a Marx en el siglo XVII, o afirman que "Marx y Henkels (sic)" escribieron "La riqueza de las naciones"; otros creen que Hitler era contemporáneo de Descartes.
¿Qué significa en Europa su raíz helénica, la romana, el injerto cristiano, sobrevenido en cierto momento histórico? ¿Puede entenderse algo si no se tiene en cuenta lo que significó la división del Imperio Romano, la escisión de la gran unidad en dos direcciones, occidental y oriental, de tan largas consecuencias? ¿Hay alguna claridad sobre el ingrediente germánico de Europa y sus modos de presencia e incorporación? ¿No se olvida lo que significan otros componentes, de inmenso volumen, como el eslavo?
El papel de la romanización -y, lo que no es exactamente lo mismo, de la latinización- ha sido decisivo en la constitución de Europa, pero temo que son pocos los europeos que se dan cuenta de ello. Si esto se olvida, no es posible entender la Edad Media, ese larguísimo periodo en que se engendra plenamente Europa, con las aportaciones eslavas, escandinavas, bálticas, magyares, con las dos decisivas -y diferentes- irrupciones islámicas, la árabe y la turca, que hace de la época medieval un diálogo polémico entre la Cristiandad y el Islam.
Y hay mucho más. En la Edad Moderna se produce la plena organización de Europa, con el nacimiento de una forma social y política que no había existido ni en la Antigüedad ni en la Edad Media: las "naciones", en el sentido actual de esta palabra. Y esas naciones no son simultáneas, hay diversas "promociones" de ellas, desde las más antiguas, de fines del siglo XV, hasta las recientes, de la segunda mitad del XIX, y las amplias porciones de Europa que no han llegado a ser naciones, y cuya realidad no resulta clara, lo que es origen de incontables conflictos.
Las naciones de Europa son "posteriores" a Europa, están "hechas de ella", pero son sus elementos constitutivos, sus articulaciones, las diversas perspectivas desde las cuales se la puede vivir y entender. Y no son iguales, no por superioridades o inferioridades étnicas, sino por su historia, por azares, aciertos o errores, por el funcionamiento de la inteligencia y la voluntad libre. Hay una jerarquía entre las naciones europeas, algunas de las cuales han funcionado como modelos ejemplares de lo europeo, realizados o no, a veces frustrados o abandonados. España, Italia, Francia, Inglaterra, Alemania, en otras formas el Imperio Austríaco, desde cierto momento Rusia, han sido centros de organización y atracción, hacia los cuales han "gravitado" diversas porciones de la comunidad europea.
Ha habido rivalidad y admiración mutuas -que amenazan ahora con su doble extinción-, una aspiración fecunda a la "ejemplaridad" del modo de ser europeo. Ha habido la realidad de las naciones y algo bien distinto y en el fondo contrario: el virus del "nacionalismo" de las naciones y, todavía más, de lo que son otra cosa bien distinta.
Hay un hecho enorme, y es que Europa tuvo, desde la romanización, una lengua culta común, el latín, que fue además la lengua viva de grandes porciones, diversificada luego en multitud de lenguas hermanas, románicas. Y que el latín siguió siendo lengua común de cultura hasta muy entrado el siglo XVIII. Y otro hecho no menor es que existen unas cuantas lenguas creadoras en las cuales se ha realizado la máxima parte de la cultura europea de los últimos siglos, y que significan el gran tesoro "común" acumulado. Si esto se oscurece, poca luz se puede esperar.
Y no es esto sólo. Hace muchos años, muchos decenios, dije que el nombre Europa es más bien un verbo: "europeizar". Ha sido característico de Europa el interés por las demás formas de lo humano, desde la curiosidad a la ambición; Europa se ha volcado, para bien o para mal, sobre el resto del mundo. Si se hacen las cuentas -y no las trampas, que es lo que ahora está de moda- se ve que principalmente para bien: grandes porciones del mundo han tenido una vida que pueda llamarse humana y relativamente vividera por influjo de Europa, ni antes ni después.
La gran creación de Europa, su máximo honor, es lo que llamamos Occidente. Su génesis y consolidación ha sido desigual, y es menester tenerlo presente. En América se hablan, con abrumadora mayoría, tres lenguas: el español, el inglés y el portugués. Esto es un hecho, de tal magnitud que resulta estructural.
Pero las cosas no terminan aquí. El mundo actual, que no es occidental en su conjunto, está ampliamente "occidentalizado": los principios de Occidente tienen vigencia parcial en el mundo entero; lo grave es que esa vigencia es parcial, con gran frecuencia sin raíces y sin justificación.

Estamos empeñados en la construcción de una Europa unida. Creo que no es posible hacerlo de manera fecunda si se desconoce todo lo que me he limitado a nombrar. Pero hay algo todavía más urgente: recordar que se es europeo de diversas maneras, que hay formas de Europa, que cada uno tiene que vivir el conjunto desde la perspectiva propia, porque es la única que permite una visión real, no ficticia, con riqueza, relieve, verdadero contenido. Y, por añadidura, la que no tolera la falsificación. Pienso que valdría la pena intentarlo, aunque fuese con fuerzas muy limitadas. Si cada europeo ávido de lucidez e incapaz de engañarse hiciera un modesto esfuerzo... Por mí que no quede.



Artículo de Julián Marías sobre "Las formas de Europa" en la revista Cuenta y Razón nº 102. Sólo en formato doc.


Las formas de Europa

JULIÁN MARÍAS




Toda Europa está trabajando afanosamente en algo de sumo interés: su unión. Hace muchos años, Ortega dijo que Europa era desde siglos anteriores una unidad, pero tenía que ser algo más: una Unión. En 1930, en La rebelión de las masas, mostró la insuficiencia de las naciones, la necesidad de buscar solución a sus problemas en Europa como conjunto, postuló la Unión Europea, lo que llamó también los Estados Unidos de Europa.

Nueve años después Europa prefirió destruirse y lo hizo, con gran parte del resto del mundo, en la segunda Guerra Mundial. La tremenda lección dejó sus huellas. Desde 1945 se fue abriendo camino la convicción de que una tercera guerra análoga sería insoportable, incomparable con las anteriores, una amenaza para la supervivencia de la humanidad. El temor a esto frenó en alguna medida las ambiciones y las rivalidades, se crearon instituciones encaminadas a mantener la paz, entendida principalmente como ausencia de guerra. A pesar de ello, ha habido muchas guerras desde entonces, algunas particularmente sangrientas, y no se han interrumpido, aunque se han evitado las que hubieran sido más graves.

Paralelamente se ha empezado a ver que no basta con evitar la guerra, que la paz es más que su mera ausencia; en otros términos, que la paz es algo positivo, la posibilidad de vivir y de que los diversos pueblos convivan. Esta es una palabra española, excelente, que no existe en otras lenguas. Es de uso general el término coexistencia, que quiere decir que diversas cosas existen a la vez. Los hombres coexisten con otros hombres y con las cosas; pero las personas hacen algo más: convivir, vivir juntas y en compañía.

Se han dado, desde hace cuatro decenios por lo menos, pasos para lograr una organización de grandes porciones de humanidad que puedan convivir. Un gran avance ha sido el dejar en segundo plano lo que se refiere al mundo entero, para ocuparse primero de aquellas porciones de él que tienen afinidad, supuestos comunes, problemas semejantes. Se ha preferido aplazar las soluciones utópicas hasta que dejen de serlo, y atender por lo pronto a porciones relativamente homogéneas del mundo.

Así, Europa. La Unión Europea está en vías de realización, y en un futuro próximo puede estar consumada. Creo, sin embargo, que los planteamientos usuales no son suficientes. Se trata, sobre todo, de la organización económica, cuya importancia es notoria, pero que deja fuera otros aspectos, acaso primarios. La economía no es una disciplina “intraeconómica”, sino que depende de multitud de factores que exceden de ella.

Por otra parte, la Unión Europea consagra su máxima atención a la administración. Se dijo, como un reproche, que se iba a construir una Europa de mercaderes, y pensé que no sería lo peor, porque los mercaderes han sido fecundos en la edificación de Europa. Temo más a la mentalidad administrativa, que segrega incansablemente leyes, normas, reglamentos, con el riesgo de ahogar la espontaneidad y la iniciativa, de limitar esa libertad que verbalmente se reclama.

Otro motivo de preocupación es para mí el desconocimiento mutuo de los países de Europa. La inmensa mayoría de los europeos, a pesar de la incesante comunicación, saben muy poco de algunos países, nada de otros. Desconocen la peculiaridad de cada uno de ellos, lo que los hace diferentes, sus problemas particulares, su historia, lo que realmente es valioso de ellos.

La imagen de cada nación en la mente de las demás se ha desdibujado, sustituida por un esquema abstracto, que acaso impide o limita la rivalidad, pero no suscita la simpatía, la admiración, la ejemplaridad que ha sido la pretensión permanente de cada nación y el motor de la perfección europea.

Por último, creo que Europa, incluso unida, es insuficiente. Forma parte de una unidad superior, mucho más real: Occidente, el mundo occidental, que es un verdadero mundo, con un repertorio común de creencias, usos, vigencias, ideas, estilos vitales. Sus dos lóbulos, Europa y América, son inseparables, cada uno de ellos no es inteligible ni viable sin el otro. Pues bien, apenas hay referencias a ese Occidente al cual pertenecemos, y muchas veces lo que se llama europeísmo es hostilidad a América.

Lo que más se escatima en nuestro tiempo es el pensamiento. Creo que la empresa admirable de la unión de Europa se resiente de su escasez. Es imperativo que los europeos piensen sobre sí mismos, sobre su origen, historia, variedad, elementos comunes, conexiones con el resto del mundo.

En este año académico he emprendido un curso de conferencias, organizado por el Colegio Libre de Eméritos, que empezó en octubre de 1996 y deberá extenderse hasta fines de mayo de 1997. Su título general es “Las formas de Europa”. Me permito indicar los títulos de cada una de sus veintiséis conferencias:

La imagen abstracta de Europa. Europa como orquesta. Génesis e incorporaciones de Europa. El germen helénico: lucidez y razón. La romanización: el derecho y el mando. El injerto cristiano. El ingrediente germánico. La latinización como envolvente. La división del Imperio Romano. Bizancio y el mundo eslavo. El Islam: las irrupciones árabe y turca. La Cristiandad o Europa. La organización de Europa: las naciones. Modelos ejemplares de lo europeo. España: voluntad de europeísmo y proyección exterior. Italia: tradición latina y fragmentación. Francia como centro de convergencia. Inglaterra: excentricidad e irradiación. Alemania y el Imperio como polos de lo germánico. Gravitación europea hacia sus centros originarios. Rivalidad y admiración mutuas. Naciones y nacionalismos. La posesión de Europa. Las lenguas creadoras y el tesoro acumulado. Europa como europeización. La gran creación europea: Occidente.

Se trata de un ejercicio de pensamiento, aportación posible a una comprensión histórica y concreta de Europa, sin pasar por alto ni su unidad ni su diversidad. Este curso, que no tiene ningún valor académico, se da semanalmente en el Centro Cultural Conde Duque, con un público de unas 400 personas. Puede ser una mínima contribución a la comprensión de Europa.





Otro artículo sobre la misma cuestión:


Proyectos sugestivos ABC 23 10 1997



Proyectos sugestivos

Se ha discutido interminablemente, sobre todo desde el siglo pasado, acerca de qué es una nación, en qué consiste, qué define a cada una de ellas. Se ha hablado del territorio, la raza, la lengua, la religión. Un breve examen de la realidad muestra la insuficiencia de esos criterios, que cifran la existencia de una nación en lo que son "recursos" o ingredientes de una comunidad nacional, que pueden faltar y cuya presencia es insuficiente. Un rasgo común de esas ideas es que se refieren a elementos que pueden encontrarse, que acaso refuerzan la personalidad colectiva, pero que dejan fuera lo que tiene de más propio, es decir, lo rigurosamente personal, lo que, por serlo, tiene carácter dramático.
Lo más próximo a esto, propuesto algunas veces con mayor acierto, es la historia común. En efecto, lo que una sociedad ha hecho y le ha pasado es un vínculo estrictamente humano, capaz de dar coherencia personal. Pero se refiere al pasado, y eso no basta; puede ser el "terminus a quo", del cual se parte, en el cual se puede uno apoyar, pero esto no basta. Por otra parte, es menester precisar los límites y el alcance de esa historia, cuál ha sido el verdadero sujeto de ella. Tal vez se atribuye a una parte de una realidad más amplia, que ha sido el verdadero sujeto, y no sus diversas partes; o, a la inversa, se atribuye unidad y sustantividad a lo que no la ha alcanzado hasta que se ha realizado esa historia.
La vida humana no se puede reducir al pasado, ni individual ni colectivamente; es siempre innovación, anticipación, deseo, proyecto. Ortega tuvo la profunda visión, hace casi setenta años, de mirar hacia el futuro; una nación, pensaba, es "un proyecto sugestivo de vida en común". De su existencia depende la cohesión de las sociedades densas, saturadas, en las cuales se puede estar instalado, desde las que se puede imaginar e intentar realizar la propia vida dentro de una forma común, lo que podemos llamar un estilo.
Tiene que ser un verdadero proyecto; y además, no lo olvidemos, atractivo, capaz de ilusionar, acaso de entusiasmar, de movilizar los deseos y las voluntades individuales. Si no lo es, la coherencia decae, se inicia un proceso de apatía que lleva a la disgregación. "O sube o baja", tal era el emblema de Estado en Saavedra Fajardo.
No hace mucho di un largo curso sobre "Las formas de Europa"; en él traté de determinar cuál había sido el estilo, el modelo vital, el proyecto de las naciones europeas que han tenido más fuerte personalidad, que habían sido los modos ejemplares de realización del hombre europeo. Con rivalidad -en los mejores tiempos, fraterna- que ha sido el motor de la perfección de Europa. Me sorprende e inquieta la casi total ausencia de esa actitud en la actualidad. Se avanza hacia una comunidad europea, primariamente administrativa y económica, pero con escasa admiración mutua, sin esa disputa por la ejemplaridad que, cuando se ha mantenido en términos moderados y civilizados, ha sido lo más vivaz y fecundo de nuestro continente. Los países europeos no luchan, disputan poco, pero se conocen mal y, sobre todo, ninguno de ellos intenta ser "el mejor".
La causa de ello es la escasa tensión proyectiva. Se tiene conciencia de que los mayores desastres europeos, las dos últimas guerras mundiales, sobre todo la segunda, se han debido primordialmente a los nacionalismos. Parece peligroso, casi una falta de educación, la afirmación de una peculiaridad, de un estilo propio de cada comunidad humana. La heterogeneidad parece pecado imperdonable. No se advierte que el nacionalismo es, literalmente, una enfermedad, la inflamación patológica de la condición nacional; por eso tiende a ser exclusivista y agresivo. Es decir, lo contrario de lo que veo como una orquesta en que cada instrumento tiene su propia voz al servicio de una partitura, es decir, precisamente de un proyecto.
Y éste tiene que ser atractivo, con capacidad de movilizar a los individuos hacia algo que les parece tentador, valioso, que "vale la pena". Ésta es la clave de la porción más amplia e interesante de la historia y, claro es, de un porvenir en que se pueda tener esperanza. Si miramos al pretérito se puede ver cómo cada uno de esos estilos humanos se ha afianzado, enriquecido y depurado, o por el contrario se ha marchitado y decaído. Algunos pueblos han permanecido fieles a su vocación, otros la han confundido o traicionado. Plenitudes y decadencias han dependido en parte esencial de lo que ha acontecido a esos proyectos. Lo que llamo "errores históricos" son justamente las infidelidades al proyecto verdadero, independientes de los azares exteriores que se pueden considerar como la buena o mala suerte.
Inesperadamente nos encontramos con que se trata primariamente de una cuestión de imaginación. Hace falta una enérgica dosis de ella para que se inventen esos proyectos, que pueden irradiar sobre innumerables hombres y mujeres, en dos formas diversas. Pero no hay que confundir la imaginación con el desvarío, que ha llevado a los mayores desastres y puede provocar otros. La imaginación es uno de los ingredientes de la razón concreta, no digamos de la razón histórica, y razón es la aprehensión de la realidad en su conexión.
Esto implica que el punto de partida tiene que ser la realidad, a la que hay que respetar escrupulosamente, no inventarla ni falsificarla. "Se miente más de la cuenta / por falta de fantasía; también la verdad se inventa", escribía Antonio Machado. Se inventa en el sentido etimológico de la palabra, se la descubre, lo que exige la máxima fidelidad, el mayor respeto.
Las grandes naciones han nacido de un proceso de imaginación creadora, proyectiva, ilusionante, hecha de amor a la realidad. Temo que no estemos en la mejor sazón desde este punto de vista. Se oscila entre la voluntad de homogeneidad, la sujeción a normas y reglamentos, con disminución de la espontaneidad y la libertad, y la ficción arbitraria y mecánica de diferencias inexistentes y secundarias, afirmadas mecánicamente y sin el menor carácter proyectivo. Inténtese descubrir en qué consiste el "proyecto sugestivo" de vida de las naciones que constituyen Europa; no digamos de aquellas porciones de ellas que, renunciando a su propia y admirable realidad, adoptan seudomorfosis de evidente esterilidad; o, todavía más, aquellos fragmentos de suelo europeo que no han alcanzado ni siquiera la participación en una verdadera realidad nacional, y que suplen con violencia y hostilidad la ausencia de una forma que les es ajena y a la cual sacrifican la que les pertenece.
Urge un despertar de la imaginación creadora, cuya misión es dilatar y potenciar la realidad, no suplantarla o deprimirla.



                 Seguidamente el contenido del Curso:




                                   Las formas de Europa



I.  La imagen abstracta de Europa.
              (archivo de audio)

II.  Europa como orquesta.

Europa es una unidad múltiple, llena de diversidad, con diversos elementos; cada uno con voz propia. Es como una orquesta, que no funciona como un batallón, a las órdenes de una persona. Es más, incluso el director, no es absolutamente necesario. Incluso los directores de la orquesta no son los mismos, o pueden tocar sin director, que cuando este existe dirige con una batuta ingrávida, de poco peso; no es una maza.

No es esencial el elemento de dirección, en el sentido fuerte de la palabra. Lo que hace falta para que una orquesta funcione es una partitura. En el caso de Europa, usando la imagen de la orquesta, es esencial que haya un argumento: Europa funciona como tal unidad si existe un argumento, si existe un proyecto común, que tampoco tiene por qué ser homogéneo. Puede estar, debe estar sumamente diversificado, pero tiene que haber una cierta unidad de propósitos. Esta es la manera de que pueda funcionar una realidad común.

Dirán ustedes que la imagen de la orquesta es demasiado optimista. Pensarán que la historia de Europa no muestra más que es una interminable serie de guerras, de luchas. Eso es verdad, pero siempre me resisto a admitir la imagen que se refleja en los libros de historia. Evidentemente en cualquier época vemos una sucesión de guerras que parecen que no tienen límites, incluso en nuestra época.

Continuamente nos recuerdan las innumerables guerras que han tenido lugar después del término de la II Guerra Mundial, en 1945, sin embargo ¿sería justo decir que la historia del último medio siglo es la historia de una guerra? No, en modo alguno. Y si nos trasladamos a épocas anteriores sucede más o menos lo mismo. Lo que pasa es que la historia relata los grandes acontecimientos, principalmente negativos: luchas, guerras, revoluciones, o cosas semejantes, pero hay que intentar, en esta época de estadísticas, en las que las cosas se miran cuantitativamente, ver lo que es cualitativo, porque se usa la estadística para desfigurar la realidad. Hace falta hacer bien las cuentas, mostrar que las guerras no han afectado generalmente al conjunto de la sociedad, excepto en los últimos tiempos.

Si hubiera una acertada cuantificación, se vería que la historia de Europa no se puede entender como un conflicto permanente, pues en su trayectoria intervenían muchos factores, entre ellos la guerra, pero como uno más. Lo que llamamos Europa ha consistido en una serie de elementos comunes, de los cuales no había una conciencia particularmente clara.

Europa procede del Imperio Romano, primera unidad histórico-social que existió. Abarcaba no solamente Europa, sino todo el norte de África. A partir del siglo VII se produce un hecho decisivo, que fue la invasión musulmana, islámica de todo el sur del Mediterráneo. Esto hizo que el Mare Nostrum, dejara de serlo y se volviera intransitable. Este mar, que era el lugar de convivencia de los pueblos del norte y del sur del Mediterráneo, deja de ser transitable; se produce una escisión. No se comunican las diversas partes del Mare Nostrum. La navegación por el Mediterráneo se vuelve problemática. Dirán ustedes ¿hasta cuándo? Hasta 1830, en que los franceses conquistan Argel, hasta entonces existía la piratería, no con el grado de la que había en la época de Cervantes. Hasta muy entrado el siglo XIX, las dificultades de tránsito por el Mediterráneo eran contínuas. Todo esto empieza en el siglo VII.

El conjunto de los territorios que quedan libres de la invasión musulmana en el norte del Mediterráneo son los que dan origen a Europa. Europa es el Mediterráneo norte y lo que hay detrás: los países germánicos, los de origen magiar, los eslavos, que habían ido penetrando de un modo relativamente pacífico en el Imperio Romano. se va extendiendo el hinterland o zona de influencia de los países al norte del Mediterráneo de influencia y origen del Imperio Romano, y se va constituyendo un mundo distinto del anterior, que se va prolongando hacia el norte.

Europa se va organizando de esa manera. Es una forma histórico-social que se engendra en la Edad Media. El núcleo central europeo es el norte del Mediterráneo romanizado, que tiene una diferencia enorme con el resto de Europa no directamente romanizada. Las diferencias que todavía se conservan en Europa dependen en gran medida del grado de romanización de los territorios europeos. Si ustedes se fijan, por ejemplo, en Alemania, no es lo mismo Renania o Baviera, de lo que fue Sajonia o Prusia, mucho menos romanizadas que las anteriores. Incluso dentro de los países germánicos hay una diferencia visible, hoy mismo. Incluso dentro de España hay diferencias entre las regiones según el grado de romanización.

Se va formando una comunidad, con un remoto origen en el Imperio Romano. En la Edad Media, cuando se va a realizar una organización superior  los múltiples estados en que está dividida la Europa naciente, se funda el Sacro Imperio Romano Germánico, siguiendo el modelo ideal del Imperio Romano, aunque la realidad que abarca sea completamente distinta. Es el momento en que Europa y la cristiandad coinciden, aunque esto hoy no es visible. Europa era la cristiandad. Era la época en la que la lengua común, la lengua de la cultura era el latín. Se crea una universalidad, plasmada en la universidades, donde los estudiantes acompañaban a los profesores por las distintas universidades donde estos enseñaban.

Había maestros que enseñaban en Oxford, luego en Cambridge, más tarde en París, o en Salamanca, cosa que luego no tiene sentido, pero en la Edad Media sí. Hay una serie de factores, en los cuales no se piensa especialmente, pero que actúan como elementos envolventes. Hay una fórmula que se utilizaba cuando era niño, era la oración en la que se pedía por "la paz entre los príncipes cristianos". Se justificaba la guerra contra los musulmanes, como en las cruzadas, pero entre los príncipes cristianos debía haber paz, porque los príncipes cristianos eran los príncipes europeos. 

Hay toda una serie de vigencias sociales comunes a las que se van incorporando, más o menos tardíamente diferentes pueblos, con las limitaciones que suponen las comunicaciones en esa Edad Media, que es cuando Europa empieza a tomar forma. Dentro de Europa empieza a estar bastante "en casa"; se pasa del dominio de un príncipe, de un señor al de otro, de un reino a otro, con un poder bastante débil, pero hay cada vez más formas comunes: iglesia, que reza en latín. Todavía no se ha producido la Reforma. Hay toda una serie de elementos comunes.

En algunos países se empieza a hablar en romance, es decir en lenguas románicas. Todos los países que han tenido el latín como lengua general derivan hacia una lengua que se denomina romance. Son lenguas traslúcidas, que se comprenden entre ellas sin gran dificultad. Hay una enorme pluralidad de formas románicas, que luego se reducen en su desarrollo literario y culto en cuatro a cinco grandes lenguas románicas.

Existen toda una serie de elementos comunes que se desarrollan en todo el conjunto europeo. Además existen en toda Europa la que se llamó "los siervos de la gleba", que estaban adscritos a un territorio y no podían abandonarlo. También estaban las peregrinaciones, como el "Camino de Santiago", recorrido por los habitantes de todos los territorios europeos. Todo esto va formando una especie de conciencia geneneral de Europa.

No olviden, por ejemplo, los profesionales, que iban de un lugar a otro, los artistas que recorrían los países. La Iglesia tenía una pretensión de "catolicidad", de universalidad. En la Edad Media esto quiere decir "europeidad". Había un trasiego de clérigos que iban de un lugar a otro. Las órdenes religiosas son fundamentales, como el caso de la orden de San Benito; poco después las órdenes mendicantes, como los franciscanos o los dominicos, que son universales, insisto que es lo mismo que ser europas. Introducen formas litúrgicas o advocaciones. Poco a poco se va formando esa conciencia europea.

Los reinos diversos de la Edad Media se relacionan entre ellos, aunque la diplomacia propiamente dicha no aparece hasta el Renacimiento. Había enviados o embajadores que iban de un lugar a otro, había alianzas, en general no permanentes. El comercio contribuía enormemente a esa europeización, con los italianos: genoveses, venecianos, las ciudades hanseáticas. Todas eran ciudades europeas, llenas de mercaderes. Se dice como censura que la Europa que se está formando es la Europa de los mercaderes, ¡ ójala sea así! , porque los mercaderes son creadores, pero se está creando una Europa de funcionarios.

Hay toda una serie de factores de comunidad europea, con grandes diferencias. La imagen de la orquesta, insisto en ella, es la que más se parece a esta situación. Pero hace falta una partitura. Poco a poco se va decantando eso que se llama un argumento. Los súbditos de estos príncipes cristianos que deben mantener la paz, tienen en común muchas cosas, un cierto sentido de la vida y de la muerte.

Es una época en la que hay una sólida creencia en la pervivencia. Las gentes creen que después de la muerte van a vivir de otra forma, después de un juicio. Se están jugando en esta vida, la vida eterna, la salvación o la condenación. Con una diferencia abismal entre esta situación, y aquella que se está generalizando en nuestro tiempo, donde todo se acaba después de la muerte, donde no hay nada más allá de la vida.

Al coincidir Europa con la cristiandad, había una conciencia de pertenecer a una comunidad que hacía ver a los demás países como ajenos a Europa. El cristianismo añade la conciencia de pertenecer a una comunidad, además acompañada de una lengua común, unas prácticas económicas y comerciales y un resto de actitudes y costumbres europeas. Se produce además una relación de hostilidad con los países del norte de África, que habían pertenecido a ese mundo común europeo, una hostilidad que es permanente durante toda la Edad Media. Es el territorio de los musulmanes, con una lengua culta, que es el árabe.

La Edad Media es un diálogo dinámico, pero en general polémico entre la Cristiandad y el Islam. Esto tiene un aspecto positivo, y es la progresiva conciencia de europeidad. Se va formando una actitud, de decir: "nosotros", "nosotros los cristianos", que coincide con "nosotros los europeos". Esta situación es sumamente característica.

A medida que va avanzando el tiempo se producen variaciones muy considerables. La idea de una Edad Media como masa homogénea es sumamente ridícula, es consecuencia simplemente de la ignorancia. Conforme se va conociendo la Edad Media, se observa una historia muy compleja, muy variable, según qué lugares. Se fueron produciendo articulaciones distintas de cada una de las partes. Ha habido ciertos centros de organización, de articulación. Por ejemplo: el papado. Es evidente que el hecho de que la Iglesia Católica esté representada por el Papa, que reside en Roma, y algún tiempo en Avignon, supone la realización de un centro capital en la estructuración del mundo medieval.

Hubo otro centro organizador del mundo medieval: Aquisgrán, con el emperador Carlomagno, que el primero que pretende una actitud superior a esa división tan extrema que se vivía en la cristiandad medieval, llena de reinos, ducados, condados, marcas...Surge la idea del Imperio, que luego se llamará Romano Germánico, que no tiene mucha realidad, pero que teóricamente el Emperador supera a los reyes, aunque con poco éxito.

Aparecen las rivalidades entre el Emperador y el Papa, que en Italia se manifiesta en las luchas entre güelfos y gibelinos, uno de los grandes problemas medievales. Las universidades surgen también como otro polo organizador de esa época, con la universidad de París como centro principal. Esto produce una articulación en Europa, partiendo de estos centros de atracción. Esto crea un sistema dinámico.

Habría que estudiar esa articulación de Europa como un tema de mecánica, como sistema de atracciones que hacen moverse la sociedad europea de una determinada manera. Esto se va gestando antes de la formación de las grandes naciones europeas. Esta serie de atracciones va configurando una partitura, una empresa, que por una parte es estática: la empresa de ser cristianos, de ser europeos, de estar instalados en una herencia, cristiana, de la cultura clásica. De la cual se han salvado restos del naufragio: por ejemplo San Isidoro de Sevilla.

Hay otras empresas más dinámicas que forjan el espíritu europeo, por ejemplo las cruzadas. Aunque fueron unas empresas, en gran parte, descabelladas, supusieron un esfuerzo de unidad de los europeos. En España ya se tenía una cruzada particular, pues el enemigo estaba dentro, con el que se lucha de cuerpo a cuerpo, mucho más cercano que el resto de Europa. Lo que supone un enriquecimiento.

Otro elemento de articulación europea son los judíos, que están presentes en todos los países. Son pocos y en general viven mal. Ha habido una persecución generalizada contra los judíos, con alternativas, con momentos de bonanza. Todo esto ha hecho que el pueblo judío haya estado en una increíble diáspora. El Antiguo Testamento se traduce al griego, la versión de los setenta, y se traduce para el uso de la comunidades judías que estaban dispersas. Los judíos, en sus grupos aislados, después de las persecuciones, conservan su fe, conservan sus usos. La fe se ha asociado siempre a los usos sociales, como es el caso de la evangelización cristiana, cuando se intentaba enseñar el cristianismo al mismo tiempo que se inducía seguir las costumbres de las madres de los misioneros. Ahora existe la tendencia a olvidarse de ser misionero y dedicarse a enseñar agricultura y otras cosas en vez de religión.

Cuando los cruzados vuelven a sus países, vuelven a casa y recorren varios países europeos, los recorren en su integridad, no como ahora que se viaja como el saltamontes, a saltos. No se suele tener idea de lo que hay entre los dos puntos que recorre el nuevo viajero. Además el paisaje tampoco se ve con las alturas a las que vuelan los aviones actuales. Entonces esos viajeros que volvían de las cruzadas regresaban a casa, y esa casa resultaba ser Europa. Cuando se llegaba a un territorio cristiano ya se estaba en casa, en uno de los rincones de la casa, en otra habitación de la casa.

Todo esta ha ido formando, con diferentes empresas, más o menos estáticas, más o menos dinámicas; bélicas, de  comercio, por la necesidad de pescar, de buscar alimentos. Se va formando una red cada vez más tupida. Se va formando esa orquesta, orquesta de disciplina, pero con la conciencia de que a última hora tienen que defenderse de enemigos más graves, sobre todo del Islam. Primero representados por los árabes y luego por los turcos. Esa amenaza contribuye también a dar un sentido colectivo, un sentido del "nosotros" particularmente importante.

Si vemos las cosas desde cerca y no de un modo abstracto, como les prevenía en la conferencia anterior sobre la imagen abstracta de Europa, descubriremos la realidad europea en su aspecto concreto. Hay que ver esa realidad en sus cambios, en su permanencia.

Europa existe, pues desde hace mucho tiempo. Pero es Europa está en continuo cambio, porque lo humano es innovación, y Europa se va inventando, se va creando. Europa no es un problema de organización, que nunca viene mal, es más bien una cuestión de imaginación, que es directamente proporcional al conocimiento de la Historia.

Pero la historia de Europa es cada vez más desconocida por los europeos. Cada vez se sabe menos de la realidad europea en su trayectoria histórica. El peligro del uniformismo es cada ve más intenso. Los nacionalismos excluyentes añaden todavía más incertidumbre. Estas visiones de Europa frenan el desarrollo imaginativo de los europeos y, por tanto, de su funcionamiento como orquesta.


III. Génesis e incorporaciones de Europa.


Europa se ha formado de una manera lenta, con incorporaciones sucesivas, con ciertas complicaciones. Conviene recordar que se ha discutido sobre su realidad, su nombre no se ha usado demasiado. Piensen ustedes que un hombre tan interesante como Spengler no creía en Europa, le parecía un concepto sumamente artificial, pero se equivocaba, pero en pleno siglo XX se pudo pensar que Europa es una realidad, en cierto modo, ficticia.

Lo interesante sería que la conciencia de una cierta realidad europea siempre se ha nutrido de una contraposición a lo otro, a lo ajeno. No es fácil determinar la génesis de Europa, al ser ésta una composición de muy diversos elementos. Pero si quisiéramos partir de lo que llamaríamos germen de Europa, este sería Grecia; sin duda ninguna. Es decir, lo primero que ha sido europeo, o mejor diríamos, que ha resultado europeo, un antecedente de Europa, ha sido Grecia.

Grecia ha sido una pluralidad, bastante diversa. Era un conjunto de ciudades, que no tenían mucho que ver entre sí, cada una con su vida particular y con caracteres distintos; frecuentemente estaban en conflicto, con frecuentes luchas, como en la guerra del Peloponeso, guerra interna del mundo griego, tan larga y tan complicada. Y sin embargo había una conciencia de helenidad. Los griegos divididos, incluso atomizados durante un tiempo. Tenían una sola lengua, pero con cuatro dialectos distintos, que desembocó en una lengua común, que es la lengua del Nuevo Testamento.

A pesar de sus diferencias los griegos se reconocen como helenos, frente a dos realidades importantes, respetadas, en cierto modo admiradas, que son Egipto y Persia, dos grandes realidades histórico-sociales, dos culturas: la egipcia, una cultura venerable, y la persa, más simplificada y con una rivalidad que no hubo con Egipto.

Por otra parte hay una periferia más o menos vaga, más o menos borrosa hacia el norte: los hiperbóreos, que son otra cosa, son bárbaros. La palabra bárbaro es una onomatopeya, es la designación de una persona que balbucea, que no habla bien, que no se le entiende.

Se define el heleno, que es de una ciudad particular, como contraposición a Egipto, a Persia, a los hiperbóreos. Esa contraposición a lo otro, que es visto como un peligro. Las guerras médicas son un ejemplo de ese peligro, las guerras con Persia. Lo que se ventila en esas guerras es la libertad. La concepción de la vida del griego se opone al poder absoluto que representaba Persia, que se va a vivir, desde el punto de vista griego, como una opresión.

Grecia salva sus libertades, con la movilización enorme de sus fuerzas, sobre todo navales griegas, para contrarrestar el poderío persa, que era muy grande. frente a Persia se unen la pluralidad de la ciudades griegas, y se afirma como algo diferente frente a lo otro.

Por otra parte surgirá otro foco de lo que será después Europa, es el caso de Roma. Su historia es bien conocida, es un caso excepcional; desde sus comienzos hasta su declinación y caída es bien conocida. Roma empieza por ser una ciudad, que convive con una serie de pueblos de su alrededor, pueblos itálicos, que eran también muy diversos. Luego va a tener Roma una dilatación espectacular, en torno a la región del Lacio. Es un proceso muy largo y muy complejo, primero con la Monarquía, luego, odiada ésta por los romanos, con la República y finalmente con el Imperio; que llegará a ser una enorme potencia y una gran porción de lo que en su momento será Europa.

A ese elemento heleno se une el elemento romano en una penetración mutua; por una parte el poder romano, que es muy grande, llegará a englobar al mundo griego y formará parte del Imperio Romano. Pero por otra parte hay una penetración, desde el primer contacto, del elemento griego ene  el mundo romano, desde la lengua, que será la lengua culta de Roma, de las minorías cultivadas: en muchas casas romanas se hablaba griego. La cultura romana, que no es muy creadora, se nutrirá de pensamiento griego. Muchas gentes van a estudiar a Grecia. Roma resulta políticamente envolvente del mundo griego y por otra parte queda penetrada por lo helénico, sobre todo en los aspectos de la cultura.

Entre la innumerables religiones del mundo antiguo, la que tiene más desarrollo literario - no hay una teología, ni nada parecido - pero literariamente sí, es el politeísmo griego, que tiene raíces en ciertos lugares, sobre todo fenicios. Esa religión griega se transforma en la religión romana. Hay una correspondencia entre la religión griega y la romana, surgen equivalencias entre los dioses griegos y romanos. Un elemento capital de esa religión es la mitología: se cuentas mitos o historias de los dioses, que ocurren en un tiempo indeterminado, en los tiempos heroicos. Eso hace que las divinidades griegas y romanas no sean solamente poderes, y sus adscripciones al mar, al amor, a lo que se quiera, y su condición de inmortalidad, no bastaría para darles un carácter personal. Ese carácter personal proviene de las historias que se cuentan de ellos, de los mitos.

Es una religión que tiene un carácter personal por su condición mitológica. No sé si en otras religiones politeístas se ha estudiado esa riqueza mitológica comparativamente con la religión griega o romana. Se forma un mundo greco-romano, con la hélade unida a la realidad romana, empieza a funcionar como una unidad, llena de diversidades, por supuesto.

La conciencia de lo helénico, como hemos dicho antes, se forma como contraposición a lo otro. Con Roma ocurre lo mismo, y de una manera muy extremada, porque no olviden ustedes de las guerras púnicas. Hay un momento en que Grecia se juega la vida, y hubo que recurrir a todos los recursos imaginables para vencer a los persas para afirmar todos sus principios morales, intelectuales y sus libertades. Pues bien, Roma tiene algo mucho más grave con la guerras púnicas y su rivalidad con Cartago. 

Cartago es el vecino de enfrente. Al final Cartago perdió, se les suele olvidar a los historiadores, pero Cartago era algo tremendo, era una potencia que estuvo cerca de triunfar sobre Roma. Era un país semítico, con un tipo de vida que no conocemos muy bien. Hay una larga lucha que termina con la destrucción de Cartago. Durante mucho tiempo la destrucción de Cartago era el programa de la vida romana. No olviden el "Delenda est Carthago", de Catón. Así como hubo el peligro que Persia derrotara a los griegos y la historia hubiera sido distinta, también existió el peligro de que Cartago destruyera el Imperio Romano. 

Cartago era una ciudad africana, con un origen étnico semítico. Esto tiene poca importancia, la raza no es lo importante. Doy a la raza una definición como de "biología historizada". Un pueblo puede tener trayectorias históricas distintas, aún siendo de la misma raza, pues es la historia la que determina el nivel alcanzado. Lo mismo que las experiencias radicales son el gran principio de individuación de las personas, lo que hace ser a cada uno quién es, así en las razas es la historia es la que hace que sigan unas trayectorias que las configuran, y hacen que sean eso que llegan a ser.
En otros continentes se puede ver que hay una homogeneidad con razas muy diferentes y a la inversa: discontinuidad con sociedades constituidas por las mismas razas.

Los cartagineses además de semitas eran africanos, eran de la orilla meridional del Mediterráneo, que se contrapone a la orilla del norte de este mismo mar, romana, y en cierto modo mezclada con la sociedad griega. Roma tiene una actitud expansiva, en una forma muy interesante, que comenta Ortega en la presentación de su obra "España invertebrada". En ese prólogo y, refiriéndose a la historia romana de Mommsen, que era la interpretación más inteligente que había hasta entonces de la historia de Roma, y puede que siga siéndolo. Hablaba Mommsen que la historia de Roma había sido un proceso de incorporaciones, que Ortega aplicaba a la formación de España, con un acierto inmenso.

La incorporación es algo muy distinto de lo que se suele llamar anexión, que consiste en que una sociedad mayor y más importante o más fuerte, absorbe a otra más débil; es la idea del pez grande que devora al chico. El ejemplo más claro es la anexión de Austria por la Alemania hitleriana, lo que supuso la desaparición de Austria, como país, como nación y quedó incorporada a la "Gran Alemania".

La incorporación es otra cosa, es la unión de dos sociedades para la formación de una tercera sociedad superior a ambas, dentro de la cual perviven las partes iniciales. No queda la menor absorbida en la mayor, pues ambas perviven como miembros integrantes de un todo que las engloba. Esto es clarísimo en España desde la Reconquista, que por medio de incorporaciones sucesivas hasta llegar a Castilla y Aragón, para llegar a la máxima incorporación con la creación de la nación española. 

Esto mismo va a ocurrir con Roma, que va incorporando territorios hasta que llega a formarse el Imperio, que tiene una frontera móvil y llega a incorporar a la Panonia (Hungría), la Dacia (Rumanía), previamente realizada, en cierta medida, con la Grecia de Alejandro Magno. Estas incorporaciones terminan con la romanización de la cuenca del Mediterráneo, que funciona como una unidad.

El mar ha sido la gran vía de comunicación durante siglos. Las calzadas, a pesar de la gran eficacia de los romanos, no permitían una comunicación tan fluida como el barco, que supone una vía de comunicación más cómoda, más rápida y más barata. Todo ese mundo convive en torno al Mediterráneo, hasta el siglo VII.

Antes ha habido un fenómeno que es la "invasión de los bárbaros". El Imperio Romano había realzado una gran penetración en el mundo germánico, con un proceso muy largo también de entrada de los habitantes de este mundo germánico o eslavo o de otros grupos en el conjunto de los territorios del Imperio. Fue una primera penetración pacífica. Además se produjo el fenómeno de la falta de natalidad entre los romanos. Es lo mismo que pasa ahora en Europa, y como la tendencia europea siga así en los próximos decenios, va a ser lo más grave que la haya pasado a Europa nunca.

Recuerdo haber escrito un artículo que se llamaba "Hermanos", en el que indicaba que esa idea de la hermandad iba a desaparecer. En Europa empieza a no haber hermanos, las parejas empiezan a no tener hijos o tener uno. La necesidad de la emigración se hace imprescindible, como ocurrió en Roma antes de la caída del Imperio. Ahora todo el mundo quiere entrar en Europa como antes lo hacían en los Estados Unidos.

Esa penetración en todo el Imperio, de los bárbaros, se va haciendo cada vez más insistente. Penetran pueblos enteros en grandes oleadas, con violencia en muchos casos. La parte más afectada del Imperio es la parte occidental, luego separada de la parte oriental en la desmembración del Imperio Romano. El Imperio más latinizado, el occidental, es el que sufre una mayor invasión de los bárbaros.

Lo más grave de la invasión de los bárbaros es la desmembración de los territorios, el aislamiento de las partes del Imperio. Pero en el siglo VII se produce la invasión de los árabes, fenómeno que no acabamos de entender del todo, como ese pequeño pueblo, los árabes, en manos de Mahoma adquieren una actitud totalmente distinta, una capacidad de expansión absolutamente desconocida. Es un proyecto nuevo que convierte a los árabes en otra cosa, que los cambia históricamente, un ejemplo en que las razas influyen muy poco. Y se lanzan los árabes también hacia el Oriente, y llegan hasta la India, Indonesia y Filipinas.

Los árabes ocupan la totalidad del norte de África, todo el Mediterráneo meridional. Entonces este mar se corta, cambia el Mediterráneo de función, totalmente. Había sido el lugar de convivencia de los pueblos romanizados, la gran vía de comunicación, pero ya no se puede circular. A lo único que se parece, y hemos vivido una experiencia parecida, es el caso del "Telón de acero", que ha sido la versión moderna de la invasión árabe del Mediterráneo.

Esa unidad del mundo Mediterráneo, que empezaba a funciona como una unidad global, la de la Romania, una unidad inmensa romanizada. El resultado es el Imperio Romano de Oriente, aislado del sur y el Imperio Romano de Occidente, muy fragmentado y cambiante, además con la pérdida de su parte sur. Esa comunidad occidental resultante, frente a lo musulmán, es lo que va a ser Europa, que va a ser el Mediterráneo Norte y lo que hay detrás, su zona de influencia.

Se va a hacer un esfuerzo por restablecer esa unidad que existía y que se ha fragmentado. Es lo mismo que ocurre en España con la invasión árabe, y la búsqueda de la España perdida. En cierto modo esto ocurre en Europa. Se siente que debido a la fragmentación y a la oposición a "lo otro", le falta la plenitud de ese Imperio que llega a su máximo en la época de los antoninos, sin peligro persa o cartaginés, ya no hay "lo otro", que aparece con la invasión árabe del Mediterráneo. Entonces se refuerza la conciencia de europeidad, que se identificará con la condición cristiana frente a lo musulmán.

Ambas religiones, la cristiana y la musulmana son religiones "del libro", son monoteístas. Un Dios único que se reivindica polemicamente en los musulmanes, frente a la Trinidad de los cristianos. Hay una serie de semejanzas con los cristianos, las suficientes para que se entiendan.

La invasión árabe no lo era tanto, pues era más bien bereber, eran de raza camita, no eran semitas árabes, no sabían árabe. Son elementos islamizados. En el Norte conviven todos los pueblos que se habían integrado en el Imperio Romano elementos, con diferencia étnicas muy grandes, con una latinización generalizada, con una cristianización dominante. Aunque existían diferencias, como la extensión del arrianismo.

Los factores unificantes conviven con la oposición a "lo otro". Durante la Edad Media se intenta reconstruir algunas cosas. La Iglesia cristiana es un factor de unificación muy importante, con un orden sacerdotal y una cúspide, que es el Papa. Es un poder espiritual, pero es poder. Se intentará hacer algo similar al Imperio Romano: el Sacro Imperio Romano Germánico. El Imperio Romano es un modelo, que funciona como recuerdo y como modelo, es algo que se trata de resucitar, algo parecido a lo que fue la España perdida como acicate para la Reconquista.

El Emperador del Sacro Imperio es más bien un poder espiritual, que tiene primacía respecto a los reyes, pero el poder efectivo lo tienen los reyes, los señores feudales, príncipes, condes, duques... No se si están ustedes familiarizados con el mapa de Alemania antes de 1914, ya estaba en funcionamiento la unificación, pero persistían los territorios en su división original. Había de ochenta a cien territorios, fruto de la división medieval, que todavía se veía reflejada en el mapa. Esa diversidad era la de la Edad Media, algo disminuida por la lengua común latina de las gentes cultas, sobre todo los clérigos. La gente hablaba otras lenguas locales y dialectos, con una pluralidad tremenda, en unos países mucho mayor que en otros.

En España la fijación de la lengua es muy temprana. Hay un hecho asombroso, y es que "El poema del Mío Cid" se entiende por una persona con un poco de cultura, y si se ponen unas notas mucho mejor, así como "El libro de Buen amor" o"El Conde Lucanor". En otras lenguas esto no es posible.

Se va formando en lo que luego será Europa un sistema continuo de incorporaciones, y se añaden pueblos que estaban ajenos a ese mundo europeo en formación. Se crean una serie de organizaciones, como las órdenes religiosas, que originan una cierta vertebración en los diferente territorios donde se mueven. Las escuelas religiosas y, posteriormente la universidades, los comerciantes... son elementos que ejercen una gran influencia para la progresiva unificación europea.

El Cisma de Oriente hizo limitar el espacio de unificación propiamente europea, desplazando de la vida occidental a los territorios de influencia griega. Fue un Cisma más político y social que doctrinal, pero significó la separación de una buena parte del territorio del antiguo Imperio Romano.

Finalmente la rivalidad y la admiración mutuas entre los distintos países que se estaban formando produjo una dinámica social propia que contribuyó de manera decisiva en la construcción europea.




IV.   El germen helénico: lucidez y razón



Existen las raíces que podemos llamar capitales, que son las sustanciales de Europa, y otras que han sobrevenido después, también raíces de la realidad europea actual, pero en otro grado y conviene no olvidarlas. Aún así no hay que confundirlas con las otras. Las que llamo constitutivas, las que son punto de apoyo de la realidad histórica europea son tres: una es la helénica, otra es la romana y otra es la cristiana. Sobre esos tres puntos de apoyo se ha levantado el edificio europeo.

En cierto sentido la raíz originaria es Grecia. No olviden que Grecia ha sido un muy pequeño país, de mínima extensión, de recursos económicos muy limitados, de población muy escasa. Es realmente increíble el hecho de que durante varios siglos, y digo varios porque no es fácil delimitarlos, en algunos dimensiones el periodo de florecimiento ha sido más breve, en otros aspectos bastante largo, pero en un periodo relativamente breve de la historia se ha creado los dos tercios de la cultura occidental. Eso se ha transmitido a Europa, asociado a esas otra raíces de que hablaba.

Lo griego representa una extremada originalidad. Si se tiene una visión global de la humanidad, de la historia, sorprende absolutamente el grado de originalidad de esa pequeño pueblo, que fue el helénico. Es increíble el número de temas, de cuestiones, de conceptos, de estilos: literarios, artísticos, que nacen en Grecia, y que han quedado, de los cuales nos seguimos nutriendo. Si se hiciera la cuenta de los conceptos que manejamos, con los cuales entendemos la realidad, se vería en qué proporción asombrosa proceden de Grecia. Esto se refleja, de manera bastante visible, en la lengua. Todas las lenguas occidentales están llenas de términos de origen griego, algunos son inventados en las disciplinas modernas, donde se ha buscado el nombre griego de ciertos aspectos de la realidad o de ciertas realidades para denominarlos, y descontando los términos científicos que se han utilizado de manera nueva, los que son originariamente griegos, lo que son invenciones propiamente griegas, son un número realmente fabuloso.

Al entrar en Grecia entramos en una zona de luminosidad, la palabra capital es "luminosidad", o dicho con otra palabra: "lucidez". El hombre griego ha puesto su vida a la carta de la lucidez. No ha ocurrido así en otros lugares, más bien no. Hay aspectos atractivos e interesantes en otras culturas, en otros pueblos, pero no son precisamente destacados por su lucidez. En el caso de Grecia sí. Es curioso que es ha sido uno de los rasgos que han perdurado en Europa.

Hay una deslealtad ahora de Europa hacia sí misma, que va contra ese principio de lucidez originario de Grecia: la droga, el uso de drogas. Ha sido una tradición de otras culturas, como la cultura oriental, en el Extremo Oriente, entre los musulmanes, en los indios americanos, pero no en Europa, aunque haya habido individuos aislados que han consumido drogas. En conjunto el europeo ha rechazado, justamente, por afán de lucidez, la droga. Esto hoy no es verdad, hoy en Europa y en su prolongación americana la droga tiene una difusión extraordinaria. A mi me parece que es una profunda infidelidad a lo que es la más propia vocación europea. Realizada durante más de dos milenios.

Esa lucidez ha llevado a una actitud interrogativa. El hombre griego ha preguntado: ¿qué es? Es la pregunta correlato de la definición. Es la pregunta que hacía Sócrates: le preguntaba a la cortesana: ¿qué es el amor?, le preguntaba a un juez: ¿qué es la justicia?, a un general: ¿qué es el valor? Estas persona daban respuestas, respuestas insuficientes o erróneas, entonces Sócrates demostraba que no eran así las cosas como respondía sus interrogados. Y de una pregunta en otra, en una serie de preguntas y respuestas, llegaba a lo que era la forma suprema del saber: la definición, la delimitación de lo que es una realidad determinada.

Esto era muy exasperante. Las personas creían que sabían algo, pero Sócrates, con su ironía les mostraba que no lo sabían, y se irritaban bastante. Ustedes saben que la historia terminó con la administración de la cicuta a Sócrates, que fue ejecutado a pesar de sus grandes virtudes.

Lo interesante es esa vocación de lucidez que se trasluce en la pregunta y en la pretensión de definición, es decir, saber qué son las cosas. Lo fundamental es el concepto de ser. El descubrimiento de que las cosas consisten en algo, que tienen consistencia, que tienen un modo de ser  fijo. Esto es un manera original de tratar con el mundo.

Los hombres han vivido en el mundo y se han orientado para poder vivir haciendo distintas cosas: dominando al enemigo, comprando y vendiendo, ganar, producir... mil cosas. Los griegos han introducido una nueva actitud: entender, ver. Se cuenta que Solón viajaba para ver, no para conquistar o invadir o comerciar. La palabra teoría quiere decir visión, es la concepción visual de la realidad, la visión intelectual, que acompaña el griego con la palabra "logos", que es el decir, la palabra. El ver va unido al decir.

La actitud propiamente griega es ver y luego decir eso que se ha visto. Es la expresión de eso que se llama "logos", palabra que tiene muchos significados, y que también significa "razón", dar razón. Hace años en mi "Introducción a la filosofía" señalé los diversos significados de la palabra razón, desde la capacidad que tiene el hombre de comprender, hasta esos cartelitos que ponen "razón en la portería". En español decimos "cuenta y razón". Ese dar razón permite comprender. En ese libro intenté dar una definición de la razón, y encontré una provisional, pero luego no encontré otra mejor: "la aprehensión de la realidad en su conexión". 

Aprehensión es captar, es apoderarse de algo, algo que se ve como la realidad, en su conexión, porque hay conexión entre los diferentes elementos de la realidad. Por eso creo que hay que distinguir entre inteligencia y razón, realidades distintas. Por ejemplo el animal es inteligente, algunos muy inteligentes, pero no tienen razón, por que no aprehenden la realidad en su conexión. En cambio el niño pequeño, que es menos inteligente que algunos animales superiores, sin embargo tiene razón. Cuando se utiliza la expresión "uso de razón" en lo niños, esto quiere decir que no es que tengan razón, pero que la necesitan. El animal no tiene razón, pero no la necesita, le basta con la inteligencia. El niño pequeño no tiene razón, pero la necesita. Por eso no puede vivir solo, necesita que los mayores le presten su razón, lo mismo que al ciego, el lazarillo le presta su vista. El no tener uso de razón significa necesitarla, y no poder vivir sin ella.

El hombre necesita la razón para vivir, pero los griegos son los que han descubierto ese hecho, y esto los llevó a preguntar para dar razón de la realidad. Hay preguntas utilitarias: ¿dónde está tal cosa? o ¿cómo se arregla este aparato?, pero el griego también se hace otras: ¿qué es esto? ¿qué es tal fenómeno? Aristóteles empieza su metafísica con las palabras: "Todo los hombres tienden por naturaleza a saber", y sobre todo les interesan las "percepciones visuales". Esto es lo propio del pensamiento griego. Más adelante se dirá: "La fe viene por el oído". Por otra parte la palabra sabio es el que entiende de sabores, luego aparece el tacto para el conocimiento de la realidad, que es múltiple, intervienen diversos sentidos y facultades.

En el caso de Grecia ha habido un carácter predominantemente visual, y por tanto luminoso. Y esa pregunta que va a dar lugar a algo tan extraño, tan improbable como la filosofía es la pregunta, no solo ¿qué es esto?, sino ¿qué es todo esto? Es la pregunta que se ha hecho por primera vez en la costas jónicas. Al mismo tiempo el griego tiene un sentido crítico, palabra de origen griego, y ha empezado a desconfiar de algunas cosas, al preguntarse si lo que se ve es verdaderamente real, o es una apariencia. Lo que llamaron los griegos también "doxa", entonces la pregunta ¿qué es? no solo es una pregunta abarcadora: ¿qué es todo esto?, sino ¿qué es, en el fondo, todo esto?, ¿qué es, de verdad, todo esto?.

De verdad, otra palabra griega, que es "aletheia", que es justamente, manifestación, patencia. Hay dos sentidos de verdad, tendremos ocasión de verlo: el sentido latino, el sentido hebreo y el sentido griego. Para el griego es lo que está manifiesto, lo que está patente: la "aletheia". Entonces va a haber una distinción entre lo que es apariencia y lo que es verdaderamente. Esto lleva a algo que va a ser decisivo: lo que está manifiesto, lo que está patente y lo que está latente, lo que está oculto. Porque no todo está patente.

Los griegos nos lo dirán: "la naturaleza, la realidad gusta de ocultarse", lo dirá Heráclito: "la naturaleza gusta de esconderse", está latente, está oculta. El hombre si quiere conocerla de verdad, en su verdad, tiene que hacerla patente, es decir, descubrirla. Es lo que es justamente la verdad para el griego: lo que está patente y manifiesto, frente a lo que está latente y oculto, que es real también, pero que está escondido, que no se manifiesta.

En unos minutos hemos recorrido unos cuantos momentos, que nos permiten entender la realidad y vivir, que son de origen griego; creados por un pequeño grupo de hombres que vivieron en Grecia a partir del siglo VI antes de Cristo, y el siglo V, sobre todo. Esto lleva a un actitud general, que es precisamente el querer comprender, el querer establecer conexiones, relaciones, preguntarse por el origen de las cosas. Por eso los griegos hacen una cosmogonía, para los griegos no existe la noción de creación, que es una idea judeo-cristiana, pero los griegos necesitan explicarse como se ha hecho el mundo, como se ha configurado, eso que llamarán: la cosmogonía.

Los griegos tratan de potenciar las cualidades que les parecen estimables; esto nos llevaría a una realidad un poco difícil de comprender para nosotros, que es la religión griega. Los griegos eran politeístas, los dioses están a cargo de las diferentes realidades, una especie de atribución a cada uno de los dioses de una porción o un aspecto de la realidad: los bosques, el mar, la tierra, el amor, la guerra... Al mismo tiempo los dioses representan como la exaltación de las condiciones humanas, los modelos ideales de lo humano, entre los cuales incluyen los defectos: pasiones, vicios, delitos, crímenes, por parte de los dioses. Fue necesario un largo camino para llegar a un monoteísmo, partiendo por un cierto ateísmo de los dioses para llegar a un teísmo, a la creencia en un Dios como tal.

Hay una atribución a los dioses de las condiciones que el hombre estima más, y una común a todos los dioses, la más estimable, que es la inmortalidad: los dioses son los inmortales, los hombres son los mortales; es la gran contraposición. Es curioso que en los conceptos griegos no hay tanta diferencia, en los conceptos griegos, entre el animal y el hombre. La que sí existe es entre los mortales y los inmortales. Una exaltación de las condiciones humana en los dioses, sin excluir los defectos y los vicios, con la inmortalidad añadida, y algo que es absolutamente capital, en lo cual no se suele separar: la religión griega, no es solo politeísta, es una religión mitológica.


Los dioses no quedan definidos sólo por sus poderes, su configuración, por las actividades que les están atribuidas, sino que además se cuentan de ellos, de los dioses, cuentos, mitos, historias. Esto hace que se personalicen. Las historias sobre los dioses ocurren en un tiempo indeterminado. Cuando hablamos, en el cristianismo, de los ángeles, aunque nos digan que tienen unas jerarquías y unos valores superiores a otros, no tienen para nosotros un valor personal, salvo algunos: los arcángeles Miguel, Gabriel, Rafael.... de los cuáles nos cuentan unas historias, y esto hace que para nosotros tengan un carácter personal. Es posible rezarles por su condición personal, pero en abstracto no reconocemos el carácter personal, que sin duda tienen, pero que no nos es accesible.

El politeísmo griego, debido a las historias o mitos que lo acompañan, hace que tenga un carácter personal, y aunque para nosotros es difícil de comprender esa religión griega, lo podemos entender por su condición personal.

Todo esto lleva a muchas consecuencias: si ustedes consideran la literatura griega, que ha creado la mayor parte de los géneros literarios. Los poemas homéricos, la primera representación general de la significación de la humanidad, en relación con los dioses también, que intervienen en los asuntos humanos. Lo que los griegos llamaban "paideia" o educación, no era la ciencia, ni las matemáticas, ni la física, ni la filosofía tampoco, eran fundamentalmente los poemas homéricos, la tragedia y la comedia, es decir, la representación de la vida humana, que hace que la comprendamos, que hace que se proyecten las trayectorias posibles de la vida humana. es lo que permite la tragedia y secundariamente la comedia. El nombre de Aristófanes tuvo una gran importancia, con su sátira, que se burla del socratismo, de la actitud filosófica de sócrates y de sus discípulos.

Se produce la representación imaginativa de las posibles formas de la vida humana. Además la lírica añade una tonalidad emocional, que aparece también en la tragedia. Todo esto se extiende a la vida griega en su conjunto. Los griegos viven en ciudades que van a ser el germen de tantas cosas de Europa. Ciudades pequeñas, con una plaza: "el ágora", lugar en que las personas se ven unas a otras y hablan. Los griegos se pasaban la vida hablando, eran unos grandes charlatanes. Es fundamental ese carácter de permanente tertulia, que fue el ágora durante siglos.

En esa tertulia los griegos hablan y necesitan hablar bien. Hay un momento en que los griegos descubren, no sólo el decir, sino el decir bien, entonces inventan la retórica. Tucídides pone en boca de Pericles una expresión que dice: "el que sabe, y no sabe decirlo es como si no pensara". Esto apareció, sobre todo, en la época de los sofistas. Se creó una retórica, pero los sofistas la utilizaron para demostrar una cosa y la contraria, se abandonó la búsqueda de la verdad, la aletheia, para quedarse con la mera apariencia, con la "doxa", la opinión. Esto condujo a los griegos a establecer la democracia.

La democracia es una forma de poder estrenada en Grecia, era una democracia directa, porque se trataba de ciudades pequeñas. Ciudades formadas por hombres libres y por esclavos. Los esclavos no tenían derecho a intervenir en los asuntos públicos. Era una democracia directa, de ciudadanos reunidos, que decidían y votaban. Eran pocos y su opinión dependía de lo que decían los oradores, por la buena retórica, por eso el que no tenía buena retórica no podía tener poder político. Esto se ha perpetuado en las democracias modernas, pero con una importante salvedad: en Europa las cosas no son exactamente iguales, aunque la retórica funcionaba de la misma manera durante mucho tiempo, desde la Revolución Francesa, y posteriormente, la retórica fue desplazada por la propaganda.

La retórica conmueve y mueve por la palabra bella, por la belleza de la palabra, por la expresión afortunada. No necesita mentir. La retórica puede mentir. Los sofistas, y este fue su pecado, podían convencer de algo y de lo contrario, no eran fieles a la verdad, pero no consistía tampoco en mentira, su retórica. En cambio la propaganda consiste en la manipulación de los hombres, profanándolos, mediante la mentira. Esta es la gran corrupción, que ha llevado a la corrupción de la democracia, también.

Al estudiar a Europa, cada forma de realidad, cada innovación, tiene sus riesgos, tiene su posibilidad de corrupción. Los griegos tenían grandes defectos, eran curiosos, frívolos. Cuando San Pablo en el Areópago fue a hablar a los griegos del "Dios desconocido", les interesa mucho, porque los atenienses eran ávidos de novedades, curiosos y un poco frívolos, un poco ligeros, pero cuando les habla de las cuestiones más graves, cuando les habla de la resurrección de los muertos, entonces le dan la espalda y le dicen que "otro día de veremos". es decir que hay un elemento de ligereza y frivolidad unido a esa curiosidad propia de los griegos, tan valiosa, tan estimulante, tan simpática.

Cada nueva forma europea lleva aparejados unos riesgos nuevos, al mismo tiempo que unas nuevas posibilidades. Los romanos tienen su riesgos, sus debilidades, como los cristianos, o los riesgos del espíritu científico, y tantos más. Lo que resulta asombroso es que Grecia haya sido la creadora de los dos tercios de los grandes temas de la cultura occidental, y es que además perviven. Otra gran aportación griega es la técnica, palabra de origen griego "techné", que quiere decir "arte", cuyo ejemplo máximo es el "arte médico". Los griegos crean la medicina, digamos la medicina racional, medicina que nos puede parecer primitiva, y que en algún sentido lo era, pero que era prodigiosa.

El conocimiento del cuerpo humano y de la anatomía, la fisiología, el nivel que alcanza en los griegos es realmente asombroso. Fueron capaces de reconocer innumerables enfermedades, de diagnosticarlas. Con los recursos de su época, las posibilidades curativas eran limitadas. La cirugía apenas era posible, solo lo fue hasta el siglo XIX, gracias a dos inventos, secundarios, marginales, que no tienen que ver directamente con la medicina: la asepsia y la anestesia. Aún así la medicina griega era fantástica. Hay un libro de Pedro Laín, titulado: "La medicina hipocrática", es un libro extraordinario que demuestra hasta qué punto había llegado el conocimiento del arte médico entre los griegos.

Ese arte griego que abarcó enormes campos de la actividad creadora: la pintura, la escultura, la arquitectura, las formas urbanas. Otras técnicas, como las técnicas militares, que también tienen enorme importancia, técnicas militares que permitieron la salvación de la lucidez, de la libertad, frente a una amenaza tremenda: las Guerras Médicas, que lanzaron los persas, mucho mayores en tamaño que los griegos. Éstos tuvieron que movilizarse en un gran esfuerzo para vencer, para poder salvar su libertad. Si hubieran triunfado los persas, la historia humana hubiera sido profundamente distinta.

Los griegos, en cierto modo, admiraban a los persas. Los griegos son capaces de admiración, pues para el griego la actitud intelectual fundamental consiste en el asombro, el descubrir las cosas como maravillosas. Esto es el motor del conocimiento. Los griegos eran enormemente capaces de admirar, que es justamente ha heredado Europa, que ha admirado, por lo pronto a sí misma. La historia europea, que ha tenido luchas y rivalidades constantes, se ha nutrido de admiración de unos países por otros. La admiración de Europa a sus diversas partes ha sido permanente, cosa que ahora es distinta: nos peleamos menos, pero también nos admiramos menos.

Además existe el entusiasmo del europeo por los demás, por lo ajeno a Europa, que es herencia de ese asombro, esa admiración del griego por otros pueblos, como los egipcios, los persas, los escitas; luego tendrán admiración por los romanos, en tantos sentidos inferiores a ellos, pero en otros sentidos superiores a los griegos.

Es importante saber como empieza la vida de Europa. Hoy no hemos hablado nada más que de Grecia, y al hablar de Grecia hemos trazado los rasgos característicos de Europa. Si no viviéramos más, pensaríamos casi que hemos hecho un retrato de Europa, pero no es así en su totalidad, ya lo veremos; falta mucho, pero es una porción tan extraordinaria, ya es Grecia el germen de Europa, el primer germen.

Europa es el resultado de la dilatación de lo griego, con la adición de otros elementos que han sobrevenido a ese fondo primario helénico. No es lo único, y quizá a última hora no sea lo más importante, pero es el germen del cual ha nacido Europa y el que ha sido capaz de recibir la aportación y la impronta de otras raíces distintas, dicho mejor "injertos", que han sobrevenido, como el romano y el cristiano, secundariamente otros posteriores, que han constituido esa extraña realidad, muy extraña, que llamamos Europa.

Europa ha tenido la virtud de volcarse fuera de sí misma, de ser transitiva, de ir a otros lugares, de interesarse por lo ajeno. Estamos hablando de Europa todo el tiempo, estamos construyéndola en muchos sentidos. Pero temo que mientas se construye, se está olvidando lo más profundo, lo más original, lo más fecundo de ella. Por eso he decidido dar este año, este curso. Quisiera que se hiciera la unión de Europa, que se desarrollara Europa, pero que no se produjera, al mismo tiempo, la división de Europa, el olvido de Europa.





V.   La romanización: el derecho y el mando



Si Grecia fue la creación, Roma fue la realización. Roma era un país menos creador que Grecia. Si hacemos la cuenta de las ideas y las formas literarias, artísticas y de pensamiento producidas por Grecia es incomparablemente mayor que nuestra deuda respecto de Roma, pero en cambio la aportación romana es muy distinta, de otro orden. No olvidemos que Roma absorbe a Grecia; hay una especie de transfusión de lo griego a Roma. Los más creadores de Grecia se hacen ciudadanos romanos y se dilatan dentro del Imperio Romano.

Roma realiza una gran unidad territorial, política, y en definitiva, cultural que va a ser como el primer esbozo de lo que se puede llamar Europa. Grecia no había tenido estructura política más que la "polis", la ciudad, que perdura a lo largo de toda la historia helénica, con una noción de la Hélade, una unidad superior. Había una conciencia de helenidad, de ser griego, aunque hubiera ciudades enteramente distintas y con gran frecuencia rivales, y hasta en guerras.

Una cierta unificación dentro de la Hélade procede de fuera, de Macedonia, un impulso relativamente exterior. Esa conciencia de lo helénico se afirma frente a lo otro, frente a la amenaza persa, que pusieron en peligro pervivencia  de Grecia como forma de vida. Entonces hubo una unión de los griegos, lo cual obligó, cosa muy bien estudiada por los historiadores, a una movilización general, especialmente naval. -unas escuadras se organizaron contra los persas, y esto determinó la incorporación a la vida activa de un enorme número de habitantes, incluso de los que no eran ciudadanos. Esto fue un motor que impulsó la democracia en Grecia. Pero no pasó de ahí.

En cambio Roma, que también era una ciudad, se va extendiendo por los pueblos próximos, alcanzando una unidad territorial mucho más amplia, que será primariamente la península itálica, pero que acabará siendo el Imperio. En tiempo de César, todavía no había Imperio, pero Roma era enormemente extensa. Se hizo una fantástica, incomprensible dilatación.

Los romanos tienen conciencia de haberse dilatado desde una pequeña ciudad partiendo de sus murallas hasta todo el orbe conocido. Era una unidad extraordinaria, hasta Gran Bretaña, Germania, los Balcanes, Grecia, Dacia, Panonia, Turquía, Armenia, Norte de África, hasta el Atlántico. Una extensión fabulosa.

Grecia se afirmó sobre lo otro, que era Egipto, y sobre todo Persia. Las guerras médicas reforzaron la conciencia de la helenidad y la afirmación de lo germinaltemente europeo, frente a una potencia asiática distinta, que era Persia, pero Roma tiene otro gran rival, que es Cartago. Casi hemos olvidado a Cartago, rival formidable, ciudad cabeza de un país semítico, de origen fenicio, aunque los cartagineses eran más que comerciantes, guerreros.

Desde la ribera meridional del Mediterráneo hay una potencia llamada Cartago, que es muy poderosa. Hasta tal punto que estuvo cerca de triunfar sobre Roma, con lo cual la historia hubiera sido enteramente distinta. Hoy nos parece algo secundario, pero Cartago estuvo en guerra durante mucho tiempo con Roma, quedando en tablas la lucha de las dos partes en muchas ocasiones. Hubo momentos de predominio cartaginés. Lo mismo que había pasado a Grecia frente a Persia. Esto refuerza la conciencia de la romanidad.

No solamente hay que tener en cuenta los aspectos militares en el establecimiento del Imperio, además Roma representa el derecho, que los investigadores vienen a decir que no era tan romano como parece; era en gran parte griego. La mayor parte de las ideas jurídicas romanas eran de origen griego. Las ideas sí, pero no es cuestión de ideas. Hay una teoría del derecho, una ciencia del derecho, pero el derecho es la ley, la vigencia de la ley. El derecho que no es vigente será una teoría del derecho, pero no es el derecho, que necesita la vigencia para serlo. Esto es lo que significa primariamente Roma: un orden jurídico, que tiene vigor, vigencia.

Un derecho, distinto de lo que nosotros consideramos. Nosotros pensamos que el derecho debe ser "justo", pero para un romano, más bien es al revés: lo justo es lo que es derecho. Es justo lo que es conforme a derecho, y aunque nos parezca el derecho, en algunas ocasiones injusto, hay que tener en cuenta lo que significa de ordenación, de garantía, de posibilidad de convivencia, el que exista una ordenación jurídica vigente; que las leyes se cumplan.

Nosotros diríamos que las leyes tienen que ser morales. Los romanos lo decían: "leyes sin las costumbres, son vanas". La vigencia jurídica es fundamentalmente social. Si una sociedad no tiene sentido de la ley, sentido del derecho, las leyes son letra muerta, son vanas. Esto es lo que significa fundamentalmente la construcción de Roma. Es una construcción jurídica que llega hasta nuestros días en el derecho vigente en los países europeos, salvo los anglosajones, que tienen más bien una ley germánica.

Es el derecho romano, que con relativamente escasas variaciones, sigue siendo vigente en la mayor parte de Europa. Ahora estamos muy acostumbrados a ver películas, más que novelas, anglosajonas, americanas; ahí tropezamos con otra concepción del derecho, como cuando vemos los juicios con jurado. En el derecho romano esto no lo había. Ahora se acaba de implantar el jurado en España, no sé con qué suerte, anteriormente fue un fracaso completo.

El juez anglosajón tiene unas prerrogativas que no tiene el juez romano, con una mayor flexibilidad para aplicar normas que no están escritas. El derecho romano es, en gran parte, un derecho escrito, además de derecho consuetudinario, establecido por una tradición. El famoso código de Napoleón, que era un hombre que, a pesar de muchas cosas atroces, tenía talento, hizo una organización jurídica que está vigente casi en toda Europa Occidental. Es también derivada del derecho romano.

No olvidemos la unidad que supone el derecho romano. El mundo antes de Roma era un fraccionamiento de pueblos, de tribus, que no tenían relaciones de ningún tipo entre ellos y no se entendían entre sí. El mapa de una Europa prerromana a lo más que se parece es aun caos. Los romanos establecen un orden jurídico, un orden municipal y una organización permanente de las ciudades, intensamente romanizadas. Si ustedes piensan en la España romana, en Hispania, aunque todavía no era España. Si me preguntan si Séneca era español,lo dudaré, y acabaré diciendo: no, pero era cordobés, como Trajano era sevillano, Marcial era de Bilbilis (Calatayud).

Las ciudades existían, algunas tienen más de dos mil años, o  eran de origen fenicio, como Cádiz o Málaga. Esas ciudades luego fueron españolas, ciudades con las que se constituyó España. Lo mismo que pasó con las galias o con Germania o Italia. Es decir, se van estableciendo núcleos de organización. No se suele dar importancia a la función de las ciudades como centros de vertebración. Un país con ciudades importantes y otro sin éstas es completamente distinto.

En la España actual, su división provincial, está desarrollada en torno a las capitales de las provincias, que suponen su núcleo vertebrador. Es el entorno de esas ciudades. Lo primario no es la superficie del territorio provincial, es la ciudad que lo define. Las ciudades son los elementos capitales de articulación y de irradiación. Esto tiene una ordenación jurídica que en su origen fue municipal, con un derecho vigente, a última hora, en la totalidad del Imperio. Hay una coherencia en una enorme porción del mundo: la primera versión de Europa, que antes de Roma no existe.

Se realiza, además un gran medio de comunicación. Nos cuesta trabajo  darnos cuenta de lo que era moverse en otras épocas. El mundo era impracticable anteriormente, incluso el mar era de gran dificultad, aunque mucho mejor que en la tierra. Los ríos, precipicios, barrancos, costaban una enormidad traspasarlos, montañas, la mayor parte infranqueables.

Los romanos tenían el genio de la construcción, fueron unos grandes constructores, y llenan el mundo de calzadas, militares muchas de ellas para llegar a las fronteras muy rápidamente, para la época, porque la presión de los pueblos bárbaros sobre las fronteras del Imperio era siempre muy fuerte.

Los ejércitos romanos eran pequeños, como era pequeño todo en aquella época, pero las legiones podía acudir rápidamente donde hacía falta, porque había caminos; era el equivalente de la motorización de hoy. Tuve una sorpresa tremenda cuando escribí "España inteligible", haciendo varias investigaciones, y me encontré con que en la época de Caracalla, en la península ibérica, había aproximadamente treinta mil kilómetros de calzadas. Nunca se me hubiera ocurrido una cifra así. Eran calzadas, unas militares, otras no, que tenían sus relevos, sus puestos de cambio de caballos, de carruajes. Había una organización, que no era propiamente la Renfe, pero tenía mucho que ver. Esto era universal en todo el Imperio, aunque en España la red de calzadas era mucho más densa.

Además de circular por las caladas, se podía hablar en la misma lengua, algo muy importante. No se cuantas lenguas había en el territorio de la Romania antes de la romanización, seguramente eran centenares, queda un resto en el vascuence, que es prerromano, y ahí está vivo, lo cual es maravilloso, aunque esté dividido en ocho dialectos, y Dios sabe los que había entonces. Alguna vez me habrán oído comentar que en el Senegal se hablan treinta lenguas distintas;  y es un país muy pequeño. En Nigeria, que es un país bastante grande se hablan trescientas lenguas distintas, que no tienen nada que ver entre sí.

Todas esas lenguas del Imperio quedan recubiertas por el latín, que no era el latín de Ovidio, de Horacio o de Cicerón. Era el latín de los legionarios, bastante tosco, probablemente, pero era el latín, el mismo latín de Séneca o de Virgilio, con diferentes registros. Esta lengua única es la lengua general de la Romania. El griego se sigue utilizando en la parte oriental de la Romania y los romanos de cultura superior saben griego, y hablan griego, a veces, en sus casas. Hay una suma de las dos grandes lenguas el griego y el latín, que los europeos actuales han decidido ignorar concienzudamente.

Este uso de la lengua latina crea una comunidad posible, que permite poderse hablar. Esa primera comunidad de europeos pudieron hablarse entre ellos, cuando hablaban en latín. Antes cada grupo podía hablar con los de su tribu, y poco más. Es lo mismo que pasó en América con los indios americanos, que hasta que no se implantó el español o el portugués, no pudieron hablar entre sí.

La romanización se establece en una enorme cantidad de niveles, y añadan ustedes otro, que es la religión. Los romanos no eran cristianos, eran paganos. Tenían una religión, más o menos asimilada a la griega, politeísta como ella, también mitológica, con mitos que le da un carácter personal a los dioses, que no son meros poderes o meras fuerzas o meras entidades con ciertas condiciones. Pero después penetra el cristianismo en Roma, y fue Roma quien implantó el cristianismo en todo el Imperio, que va teniendo pronto comunidades cristianas, pequeñas, oprimidas frecuentemente; primero perseguidas, después toleradas, para finalmente ser aceptadas de un modo normal, incluso con un cierto predominio.

El vehículo de cristianización del mundo romano fue Roma como tal, a pesar de los emperadores, y luego por medio de los emperadores. Pueden pensar en Nerón o en Diocleciano, también pueden pensar en Constantino. Roma es un poder unificador y transformador, que no tiene precedente en la historia. Es Roma un sistema de incorporaciones, que se van estableciendo con un grado mayor o menor de romanidad.

Hay un problema muy delicado, muy grave, que era un problema político y jurídico a la vez, que es el problema de la ciudadanía. Ser ciudadano romano era muy importante, y hay esfuerzo para que la ciudadanía se vaya extendiendo a todos los habitantes del Imperio, lo que tardará mucho en conseguirse, y no de un modo completo. La condición de ciudadano romano es absolutamente capital. Siempre he dicho que hay un apartado de "Los Hechos de los Apóstoles" que es la partida de nacimiento de Occidente, y es el momento en que Pablo de Tarso, judío helenizado, de lengua y cultura griega, lo van a azotar, y dice: "a mí no me pueden azotar, me pueden decapitar", lo que hicieron después, no entonces, "porque soy ciudadano romano"; el verdugo le dijo: "a mi me ha costado mucho dinero", a lo que respondió San Pablo: "yo lo soy de nacimiento". Es decir, San Pablo, es un judío helenizado, y ciudadano romano: es el acta de constitución de Occidente. Ese pequeño pasaje, que no he visto que nadie cite, es curioso.

Esto ocurre en el siglo I de nuestra era, y San Pablo recorre el mundo griego, siendo judío. La biblia de los Setenta se traduce al griego para que fuera leída por las comunidades judías de la Diáspora. Seguramente San Pablo también hablaba latín.

Roma era el gran pueblo constructor, construyó como nadie, aunque destruyera algunas cosas ¡no faltaba más! Todo ese mundo está lleno de restos, de puentes, de acueductos, de calzadas, de todo tipo de documentos, de esculturas. Hay ciudades españolas en las cuales, en cuanto se escarba un poco, empiezan a salir cosas romanas. en el siglo XVIII decían de Carlos III que tenía mal de piedra, por sus construcciones, pues Roma también tenía mal de piedra, y todavía queda. Las edificaciones en Roma durante toda la Edad Media fueron saqueadas para construir los palacios de los aristócratas medievales o renacentistas, y todavía siguen sacando piedra. Y ahí está el Coliseo y ¡yo qué sé!

Donde llegaron los romanos quedaron los monumentos, la lengua, la literatura, la cultura, y eso fue permanente, quedó adscrito durante siglos. Esa romanización tuvo al mismo tiempo, y no olvidemos la relativa helenización, unas vicisitudes negativas que no conviene esconder. Espero que alguien se tome el trabajo de hacerlo: tómese una historia e Roma, con un índice alfabético de nombres, y hágase la relación de los romanos ilustres que murieron a mano airada, violentamente; la mayor parte asesinados, ni más ni menos: es aterrador. No he visto que nadie haga la cuenta, que no es difícil de hacer. No he tenido tiempo de hacerlo, hay muchas cosas que no he tenido tiempo de hacer, alguno de ustedes podría hacerlo, es fácil. Basta con ver un índice alfabético de una historia romana, y poner una crucecita roja al lado de los nombres de los que fueron trucidados; tendrían ustedes una emoción violenta. Probablemente en ninguna otra cultura se ha producido un fenómeno de parecida densidad. Lo cual hace pensar que no se trataba de mera criminalidad, de mera delincuencia, es algo más. Habría una cierta estructura de la sociedad romana que llevaba a eso. Es una cosa, como tantas otras que son importantes, atractivas y que no están estudiadas.

Al lado del derecho existen las terribles violaciones del derecho. Después de la época imperial y de los antoninos: la inestabilidad, los pretorianos, la sucesión de los emperadores, el tipo de violencia que se ejerce en los medios superiores de la sociedad romana es algo realmente muy inquietante. Cuando en la historia posterior europea nos encontramos con ese hecho tremendo, que se ha tratado con un espíritu melodramático o con un espíritu de hipocresía y disimulo. O se exageran o se disimulan y ocultan. No nos hemos enfrentado intelectualmente con lo que significa esa violencia en la historia europea, que no es homogénea, que no es igual, pero que tiene un puesto muy importante en algunas épocas, en algunos lugares, con una intensidad que produce desazón. Esto ocurre al lado de la vigencia del derecho, del orden jurídico que fue consustancial con Roma. Tal vez por esa rigidez de la ordenación.

Ha habido formas de poder, que al rey o al jerarca que gobernaba, lo normal, era asesinarlo. El asesinato ritual de los reyes se daba en ciertas culturas, formaba parte como de la constitución. Hay que mirar la historia frente a frente en lo que provoca entusiasmo y en lo que nos deja aterrados. Lo que me interesaba señalar era que el Imperio Romano es la primera versión real y efectiva de Europa, y hay que añadir inmediatamente que fue más que Europa, porque era el Mediterráneo, con el Mare Nostrum, la gran vía de comunicación, con tierras y países, y ciudades al sur del Mediterráneo, que eran pertenecientes a esa primera Europa, aunque no acababa de ser todavía Europa, pero lo fue transitoriamente. Ese Norte de África que se fue incorporando en los primeros siglos de nuestra era, después de la victoria de Roma en las guerras púnicas, aunque la parte oriental del Norte de África estaba ya incorporada, com es el caso de los ptolomeos, egipcios ya superados los faraones, como el caso de Cleopatra y sus relaciones con César o Marco Antonio, que es un mundo helenizado y romanizado. La batalla de Actium es un problema romano más que un problema egipcio. Es un conflicto tardío, de los siglos de nuestra era. La mayor parte de estos hechos pertenece al Imperio, desde Augusto en adelante. Fueron muchos siglos, que terminan en el siglo VII.

La pertenencia del mundo norteafricano a lo que podemos llamar esa primera versión de Europa dura desde los siglos I y III hasta el siglo VI, porque vino la invasión árabe, que corta el Mediterráneo y lo aísla, lo corta. Nosotros tenemos ahora una situación parecida, mucho menor, y menos duradera: es el caso del "Telón de acero" en el este de Europa con relación al oeste. Lo que era grave no era el comunismo, lo grave es que media Europa quedó separada de la otra media, sin comunicación. Las fronteras, lo he dicho en otras ocasiones, no es donde terminan los países, es donde los países se encuentran, son membranas, membranas porosas que permitan la ósmosis, eso son las fronteras. Los órganos sensoriales de los países, pero si una frontera se queratiniza, entonces pierde su porosidad. Es lo que ha ocurrido en Europa durante medio siglo. Lo hemos vivido malamente. Eso es lo que sobrevino al Mediterráneo a lo largo del siglo VI, y quedó escindida toda la parte meridional y quedó deseuropeizada, ajena al mundo grecorromano, al cristianismo, a la lengua griega, la latina, etc. Esto sigue hasta ahora.

El problema del Islam es un problema capital, es el problema del mundo actual. No vemos lo que significa ese mundo. Leemos distraídamente las noticias que llegan de Egipto o de Argelia o Marruecos, o de un país musulmán que no es árabe pero que es el Irán. Esto significa algo ajeno a Europa, es lo otro, lo más otro de Europa. El apón es algo distinto, pero hay una occidentalización, en ciertos niveles, nada más. Funciona como un país occidental en ciertos aspectos, en otros no. Una porción muy grande del sureste asiático está funcionando como si fueran países occidentales, como lo son los que proceden de occidente, como Australia o Nueva Zelanda. Lo que persiste como lo otro es lo islámico. eso empieza en el siglo VI y termina en el XX. Este es uno de los hechos descomunales de la historia, que es lo que hubiera sido "lógico" que hubiera pasado con España, pero hay otra lógica, la de la "razón histórica", por eso les estoy hablando a ustedes en español y no en árabe.

Como les decía a ustedes, Roma es una primera versión de Europa, con todas las diferencias que he procurado señalar. Con la diferencia de la ausencia del norte de África y del Oriente Medio, Turquìa y Armenia que quedó igualmente islamizado. Por otra parte no estaba en el Imperio Romano gran parte de lo que consideramos ahora como Europa. Todavía se ve la diferencia entre las porciones de Europa que fueron romanizadas y las que no lo fueron, o que fueron más o menos romanizadas.

Los pueblos germánicos son una prueba. Si ustedes viajan por Alemania o Austria verán una diferencia muy clara entre Renania y Baviera o Sajonia y Prusia. Austria la sentimos próxima, por ser romanizada. La remota Rumania, la Dacia Trajana, también fue romanizada. Me acaban de traducir un libro al rumano, que es una lengua latina, una lengua románica. Lo mismo que hay un país cristiano en Asia, que son la Filipinas, hay un país de lengua románica en el sureste de Europa, que es Rumanía; consecuencia de Trajano, un sevillano, que era Emperador de Roma.

Conviene ver como se va haciendo Europa por etapas, se van haciendo ensayos, versiones de Europa, con dilataciones y, no lo olvidemos, con retrocesos, con estancamientos. Hay que huir del progresismo, no de la idea del progreso, que es una idea válida, muy interesante y esperanzadora. Pero la idea que las cosas van para adelante, sin más, nos ha costado grandes retrocesos. Las cosas van hacia adelante en ciertos aspectos, pero pueden detenerse, pueden estancarse.

La vida humana es radicalmente inseguridad, y el progresismo quiere eliminar la inseguridad, con lo cual falsea totalmente la vida humana. La historia de Europa es la historia de dilataciones, de incorporaciones, de avances, de progresos, de estancamientos, de fraccionamientos, de odios internos, de regresos, de caídas. Y si llegamos al siglo XX encontramos que todo eso sigue ahí, que son los ingredientes efectivos de lo que ha sido Europa, y por tanto de lo que es Europa, que lo llevamos dentro. Si no tenemos en cuenta esos peligros, esos riesgos, caeremos en ellos. ¡Se ha caído tantas veces! No olviden que las dos grandes destrucciones de Europa, las dos máximas destrucciones de Europa han ocurrido en nuestro tiempo. Justamente el año que nací empezó la primera, y he tenido tiempo de ver dos. Nací justo cuando nació eso que se llamó "La Belle Époque", pero que dejó de ser Belle para todos.



VI.                El injerto cristiano.

Hemos visto como actuó el elemento heleno y el romano para la construcción de Europa. Parece que Europa es un producto greco-romano, sin embargo si nos detenemos en lo que llamo el injerto cristiano, nos encontramos con algo sorprendente. Produce una transformación increíble, de tal forma que lo que entendemos por Europa, es irreductible a este elemento greco-romano.

Las relaciones entre los elementos judeo-cristianos y los grecorromanos son muy antiguas, recuerden ustedes el hecho de que la Biblia del Antiguo Testamento se traduce al griego, en su versión de los Setenta, para el uso de las comunidades judías en la Diáspora, en todo el Mediterráneo.

No olviden ustedes un rasgo común del cristianismo, el judaísmo y el islamismo, como religiones del libro, pero la Biblia no está ligada a la lengua, no es un texto en una lengua, como es el Corán, ni siquiera ocurre con la Biblia. Por otra parte el Nuevo Testamento de escribe en Griego, es un obra de judíos helenizados. Como dije en la conferencia anterior el punto de partida del mundo occidental es el pasaje de los Hechos de los Apóstoles donde San Pablo, judío helenizado, reclama su condición de ciudadano romano.

La difusión del cristianismo se hace primariamente por medio del griego y después por medio del latín, que actúa como envolvente en la totalidad del Imperio Romano. La conexión entre el injerto cristiano y los elementos griego y romano es estrechísima, pero el elemento novedoso del cristianismo aporta elementos nuevos. El cristianismo por lo pronto incorpora el monoteísmo. Esto es más importante de lo que parece. La idea de Dios es una idea que aparece en algunas ocasiones en el pensamiento griego, pero la religión griega y romana son politeístas, son los dioses, que constituían un Panteón o dos, abiertos a nuevos dioses, que no están terminados. Solo admiten una serie de equivalencias, hay divinidades de origen fenicio, que luego pasan al Panteón helénico o romano. No hubiera habido inconveniente en añadir al Dios cristiano, como uno más, pero es el Dios cristiano el que no se deja reducir.

Todos los problemas que desencadenan las persecuciones por el culto al Emperador, son consecuencia de que el cristianismo no puede aceptar ese culto y compartir la divinidad con otros dioses. Es decir hay una idea de Dios, que es nueva, que había aparecido en algunos pensadores. Por otra parte en el cristianismo aparece algo enormemente distinto: la Trinidad, que aparece de manera larvada en el judaísmo y en el Islam aparece la negación expresa de la Trinidad. Para el cristiano la Trinidad no excluye el monoteísmo, pero supone la existencia de relaciones personales dentro de la Divinidad, dentro del Dios único. Esto representa una innovación, de un orden muy extraordinario, que va a condicionar lo que va a ser la vida del cristiano.

Los cristianos invocan al Padre, Hijo y Espíritu Santo, desde el monoteísmo. Esto no tiene nada que ver con la mentalidad griega ni con la mentalidad romana. Añadan ustedes otra condición divina innovadora respecto a la religión griega y romana: Dios es creador, nada menos que eso. La noción de creación es ajena al pensamiento griego, y por supuesto al romano. El mundo ha sido hecho, no fabricado. No es una teogonía ni una cosmogonía. Ha sido puesto en existencia por un acto de amor efusivo. Frente al planteamiento del problema griego del cambio, de la variación de las cosas; desde el punto de vista cristiano el problema es mucho más radical: hay mundo, y este ha sido creado, pero podría no existir. Esto no se le ocurre a la mente griega, ni romana. Hay una radical menesterosidad de un mundo que sido puesto por un acto creador, idea insisto, enteramente ajena al pensamiento griego.

Encima, el Dios cristiano, además de ser creador, es providente, y la idea de la providencia de Dios también es ajena a la mentalidad griega y romana: es un Dios que ha creado el mundo, pero además lo rige, se ocupa de él; por supuesto lo conoce, cosa que para Aristóteles no tiene mucho sentido. Van apareciendo, gracias al cristianismo, enormes novedades, formas de ver la realidad, de configurar el mundo, que no se parece a la interpretación griega y romana.

Añadan que los dioses antiguos tenían cierta inmortalidad, pero el cristianismo afirma la inmortalidad: el hombre después de la muerte no muere enteramente, y además resucita. Esto ya no lo admitan ni los griegos ni los romanos. Todavía creen que algo queda, pero la resurrección de la carne les parece disparate.

El núcleo central de la idea del cristianismo es la idea de encarnación, que la Segunda Persona de la Trinidad de hizo hombre, no con figura de hombre, como algunos dioses griegos, sino que se hizo hombre, se vació de su condición divina para adoptar la humana, lo cual significa la justificación religiosa del antropomorfismo: el hombre para referirse a Dios tiene que imaginárselo, no sabe como hacerlo, solo sabe hacerlo con una figura que tiene que ver con lo humano, lo cual es injustificado, y la historia de la filosofía ha estado indignandose con eso, en muchos casos, con algún sentido, pero no en todo.

El cristianismo es la justificación del antropomorfismo, porque Cristo es un hombre, que además es Dios. Dios adquiere la condición de hombre y, por tanto, cuando el cristiano se refiere a Cristo, y ha convivido con Él, en los años de su vida terrenal, tenía una experiencia inmediata de Dios. Esto no tenía nada que ver ni con la mentalidad griega ni romana.

Pero la historia no termina ahí. Las nociones que introduce el cristianismo son nociones que tendrán vigencia durante milenios de existencia, como la noción de pecado, de gracia...Es evidente que el hombre es responsable, hace su vida y es culpable o merecedor; la vida tiene un desenlace, la vida es dramática. Hay una vida después de la muerte, con la cual se cuenta. No se trata de una vaga esperanza, sino que es una convicción, hasta el punto que este mundo tiene un carácter provisional, fugaz. La vida es limitada y está referida a otro mundo, a otra vida que estará siempre, y por consiguiente tendrá una importancia cuantitativa mayor.

Esta vida tiene un carácter dramático, porque tiene un desenlace, que terminará con salvación o condenación. Todo esto no se parece a nada de lo anterior en el tiempo, es algo de una novedad, de una originalidad extraordinaria, sin embargo se ha olvidado que es una innovación absoluta.

El problema es que a fuerza de llevar toda esta doctrina nueva en la masa de la sangre, en una tradición dos veces milenaria, casi lo damos por supuesto, y al mismo tiempo se ha producido como una especie de debilitación, ha palidecido esta forma de ver la realidad. Esto ha empezado a ocurrir en los dos últimos siglo, agudizándose en los últimos decenios. Esa manera de instalación del hombre europeo en dos milenios, en cierto modo ahora no es verdad. Hay muchos europeos que verían todo esto como algo sorprendente, y lo verían, en algunos casos, como algo residual. 

Hay en Europa un problema de perspectiva: qué es lo que se pone delante, qué es lo que se pone detrás, qué cuenta, o qué cosas apenas cuenta o muy al fondo. Si ustedes ven un texto literario o de pensamiento, de cualquier época verán como un cambio de clima. La vida humana, tomada en su inmediatez, tiene muy distintas configuraciones en según qué época. ¿de qué vive el hombre europeo en tal o cual época? Notarán diferencias inmensas, según el momento histórico, pero es totalmente diferente al hombre precristiano.

Tenemos un espejismo: los griegos y los romanos han sido tan maravillosos, han leído libros tan inteligentes, tan prodigiosamente escritos, que cuando los leemos nos sentimos muy cerca de ellos, y además los admiramos. No olviden que han sido los modelos de Europa durante casi dos mil años, pero si leen un texto griego o romano, lo leen en serio y se encuentran en tierra extraña. Esas formas de vida no son las nuestras. Todo lo que dicen nos parece bien, inteligible, interesante, sí pero ¿y lo que no dicen? Comparen un texto europeo medieval o del siglo de oro con un texto griego o un texto romano. Un texto precristiano es enteramente distinto.

Llevamos dentro a Grecia y a Roma, empezando por las lenguas y siguiendo por todo lo demás, es algo nuestro, nos pertenece y le pertenecemos a ese mundo complejo. Pero somo mucho más, con gran cantidad de cosas que no tienen ningún  sentido para el griego y para el romano, tan en ningún sentido que ni caían en ello, no entraba en su horizonte. Lo griego y lo romano ha tenido una transmisión en sus dos lenguas, en su organización social y política. De ahí venimos, pero se añade el cristianismo, que cambia todo eso, le da un sentido enteramente distinto.

Dirán ustedes que esto es una cosa muy teórica, creo que es lo contrario. Soy contrario a la idea del cristianismo como algo muy intelectual y muy inteligente, para personas que saben muchas cosas y saben teología. No, el cristianismo es para éstos y para cualquiera, es para el campesino, para la vieja que no ha hecho más que cuidar a su familia, es para el hombre y la mujer, sin más. El hombre y la mujer son capaces de comprender y recibir esa manera de ser, esa manera de vivir, que es ser cristiano. Y probablemente han sido durante siglos los que más real y efectivamente han vivido instalados en esa nueva condición. 

El problema se plantea entre los cultos, los eruditos y los inteligentes. Entre los que tratan de compaginar ideas con ideas. Si comparamos el repertorio de ideas entre maneras de ver la realidad, de interpretarla, de los griegos, de los romanos o de la fusión de las dos culturas, no es fácil compaginar todo eso con el punto de vista cristiano. Recuérdese la resistencia intelectual de los paganos ante la aparición del cristianismo. Hay un libro antiguo, de hace sesenta años, que lo muestra. Es un libro de Pierre de Labriolle, titulado "La réaction païenne", libro en el que se muestra la reacción intelectual pagana a la realidad del cristianismo, no habla de otro tipo de reacciones. Es un libro interesantísimo, posiblemente habrá otros libros más eruditos, pero éste me parece admirable. Da una impresión de que le costaba un esfuerzo tremendo a los griegos y a los romanos, el ponerse en ese punto de vista nuevo. Les parecía una especie de locura.

Las objeciones al cristianismo han procedido más del mundo intelectual que ha querido comparar un sistema de ideas con el sistema cristiano, que no es un sistema de ideas, pero que las lleva dentro. Esto explicaría, probablemente muchos de los avatares que han sobrevenido al cristianismo. Han sido maquinaciones de hombres cultos, inteligentes, eruditos, que han complicado las cosas a los hombres y mujeres corrientes, normales, instalados en su manera de vivir, con un repertorio de temores, de esperanzas, de confianza, de sentirse en este mundo y referidos al otro, no olviden lo del otro, que es muy importante.

El hombre actual, y al decir actual, no me refiero al de estos últimos años - la cosa data de bastante tiempo - habla del otro mundo sin tomárselo muy en serio. Sin embargo el europeo lo ha tomado completamente en serio durante muchos siglos. No olviden que la vida era antes mucho más corta, era una vida muy expuesta a mil cosas. La muerte era un accidente, que más o menos, se contaba con él. Ahora una persona que muere, siempre nos parece que podría seguir viviendo, caso toda muerte nos parece violenta. Entonces no era así, la vida era muy insegura y estaba expuesta a muchos peligros, pero se contaba con ello, como un contratiempo.

Los textos medievales y del Renacimiento toman con mucha naturalidad la muerte, la pena de muerte. Hay que llegar al siglo XVIII para que eso empiece a cambiar. Estaba la otra vida a la que ya no se iba de paso, sino de queda, para quedarse definitivamente. A última hora es lo que contaba. Piensen ustedes en qué medida ocurre esto ahora. Más bien ocurre que una parte de los hombres europeos, no muy grande, quizá, en un rincón de sus vidas cuentan con la otra, con el otro mundo, lo ven como un riesgo, como un temor, como una promesa, como una esperanza, más o menos vaga, pero ocupan un puesto muy reducido en sus vidas. Es una cuestión de perspectiva.

Si ustedes leen lo que se escribe sobre Europa, todo lo que les he dicho a ustedes, no aparece, ni mucho, ni poco, ni nada. No aparece, simplemente, lo cual es bastante curioso. Y respecto a la cristianización de Europa hay que pensar en ella, porque ¿cuándo ocurre y cómo ocurre? Es muy lenta. Está condicionada, en gran parte, por la romanización. Se recibe el cristianismo muy lentamente, en algunas partes de la Romania, bastante pronto, en otras muy tarde. Se van formando comunidades cristianas que van a ser un fermento, que se van difundiendo. El cristianismo no tenía prestigio entre las personas destacadas, tuvo que conseguirlo muy despacio. Pues era cosa de gente de poca cuenta, más bien sospechosa.

No sé si se ha estudiado la formación de las comunidades cristianas en los diversos países, por ejemplo, en España. Normalmente es muy lento, y hay una serie de figuras que tienen alguna fascinación, cierta obstinación. Atendemos al aspecto meramente religioso, lo que se llama la conversión, pero habría que atender a la fascinación, a lo que tiene de descubrimiento.

Esa cristianización continúa y se ve complementada a partir del siglo V con la aparición de los visigodos, que eran cristianos también, pero partidarios de la herejía arriana. Finalmente los visigodos se convirtieron al catolicismo, y con Recaredo adoptarán la religión del país, no la de los dominadores. Esto quiere decir que había una vigencia del cristianismo. Hay un hecho muy interesante, y es que la España visigoda tiene como organismo capital, de organización, de administración, y en cierto modo de gestión, los concilios, que tienen una función eclesiástica, sobre todo los concilios toledanos. Cuando Américo Castro habla de la no hispanidad de los visigodos, no se puede decir que fueran españoles, pero la no hispanidad de la España visigoda me parece un error garrafal.

La aparición de figura tan importantes como San Isidoro de Sevilla en la España visigoda, indica un estado de saturación religiosa del país entero, y en un grado o en otro ocurre lo mismo en gran parte de Europa. Pero en los países eslavos la cristianización aparece mucho más tarde, lo mismo que ocurre en Grecia. Los historiadores han estudiado estos fenómenos con detalle

Lo que hace falta saber es si se han hecho las preguntas necesarias, para conocer cómo eran por dentro los diversos pueblos de Europa y su progresiva adopción del cristianismo. Con un ingrediente nuevo, que no es ni griego ni romano, que es absolutamente nuevo. Además se introduce en ese mundo clásico con minoría muy exiguas, conviene no olvidarlo. Los judíos de la Diáspora también eran muy pocos, también eran poquísimos los cristianos, con muy pequeños grupos, y sin embargo nos encontramos, que al cabo de no mucho tiempo  hay una transformación de la gran mayoría de las poblaciones. Fenómeno que todavía no está muy claro, y me gustaría entenderlo. Se puede pensar en la Gracia y en la voluntad, pero el hecho es que en poco tiempo grandes porciones se Europa se van cristianizando y ese injerto cristiano va a ser recibido de diferente manera según qué países.

El injerto consiste en que se introduce en una planta un elemento vivo, con yemas, de otra planta, y la planta que recibe el injerto queda modificada. Ese injerto no es igual si pasa en Hispania, muy romanizada, que si pasa en las Galias, menos romanizada o en Britannia o en el caso de un germano. No digamos los que vienen después, casi nada romanizados. El resultado es que se producen modalidades de cristianismo según la condición del recipiente. Esas modalidades del cristianismo en la historia tiene que ver con eso, con las distintas modalidades de la romanización y el injerto cristiano en cada una de ellas. Según fuera la configuración mental y vital de los habitantes que asimilan el cristianismo en cada país, y como se produce la fusión de ambas cosas.

Si queremos entender Europa, si queremos ver como se ha formado este continente debemos plantearnos estas cuestiones, hay que tener en cuenta esa transformación. Cómo se produce, según las diversas categorías sociales. Cómo el paganismo permanece más tiempo en los "pagos", en el campo.

El cristianismo no ha sido igual de homogéneo en las comunidades rurales que en los municipios bien asentados. Algo parecido a la disminución del cristianismo en las clases obreras, ya desde comienzos del siglo XIX; fenómeno que no se produjo en el campo ni en los campesinos. 

La forma de asimilación del cristianismo en Europa es una cuestión de gran importancia para el conocimiento de Europa. Se podría realizar una configuración de las formas de vida en relación con el cristianismo, a lo largo de la historia de Europa, y en otros lugares no digamos, pero ya no estamos hablando de Europa.

El hombre es temporal, la medida del tiempo ha sido poco utilizada en épocas pasadas, donde el reloj de pulsera no era frecuente. Hasta la aparición de los ferrocarriles no se vivió en el tiempo preciso. El tiempo histórico aparece en el Credo, con la mención de Poncio Pilatos. Aparece la historia concreta en el cristianismo.



VII.            El ingrediente germánico


La Germania era una zona muy compleja, hasta en la nomenclatura se usaban varias terminologías, pues los alemanes eran un pueblo dentro de la Germania, nombre que se conserva en inglés. Por otra parte el nombre que los alemanes utilizan para denominarse a sí mismos es Deutschland, también se utiliza la palabra tudesco. Hay una gran variedad de nombres para designar lo germánico, porque se trataba de una gran multitud de pueblos, muy complejos, muy distintos, unidos por elementos étnicos y por un grupo de lenguas, distintas de las de origen latino y diferentes entre sí.

Los grupos germánicos ejercían presión sobre las Galias, que fueron conquistadas por Julio César, para ser romanizadas posteriormente, no tan pronto como en España. Poco después, en tiempo de Augusto, se fija la frontera con la Germania. Los pueblos germánicos ejercen presión sobre las Galias, ya parcialmente romanizadas. La primera presencia de lo germánico en el mundo romano, hasta el punto que lo germánico forma parte constitutiva de Europa, es por iniciativa romana. Tenemos la idea de las invasiones germánicas en el Imperio, pero eso fue muy posterior.

En el siglo I de nuestra era comienza una cierta peneración de Roma en territorios habitados por los germánicos. Es la época de aquella famosa derrota que sufrió Varo, con las legiones destruidas por los germanos. La Germania de Tácito es el primer texto latino que trata a fondo de esa porción del territorio europeo. Los germanos eran varios pueblos, bastante distintos. No piensen ustedes que era homogéneo. Pueblos muy primitivos, vivían aislados, no existían propiamente ciudades. Tenía una importancia muy grande, en estos pueblos, la familia en el sentido lato, no solo los familiares, sino también los sirvientes o fámulos - de ahí la palabra familia - con una autoridad muy enérgica del padre de familia. Luego esas familias estaban agrupadas en algo equivalente a tribus o parentelas. 

Cuando se considera lo germánico hay dos aspectos que nos parecen discordantes. Hay una sentido de la individualidad, de libertad, conviviendo de una manera muy estrecha con la autoridad el padre de familia y del jefe de la tribu. Esto se manifiesta en un sentido de la independencia que a los ojos de una persona de formación más bien latina, no es enteramente coherente. Existe un vínculo muy importante de fidelidad. No olviden que la estructura feudal de la Edad Media europea es fundamentalmente germánica.

En Roma existe el imperio de la ley, el ius como lex, como ley. No es tanto que el derecho tiene que ser justo, sino que es al revés, el derecho es justo por ser conforme a derecho. El ius es lo que hace que algo sea iustum. En los derechos europeos continentales perdura ese derecho de origen romano. Sin embargo el derecho germánico perdura en el mundo anglosajón, en que los jueces tiene mucha más libertad, más potestad personal que un juez.

Hay una masa germánica que gravita sobre Roma, y sobre la Galias ya romanizadas. La primera presencia de lo germánico en el mundo romano es por iniciativa romana. Se inicia una lenta romanización de países germánicos. Esto se va a traducir en algo que es muy importante: se inicia una cierta convivencia de dos formas de vida, realmente muy distintas. Los germanos y los romanos empiezan a relacionarse y a ser familiares en la vida romana ciertos elemento, ciertos sentidos de vida, ciertas costumbres. Un contacto de dos instalaciones vitales distintas, y esto a lo largo de los siglos I, II ,III y IV de nuestra era, se va a traducir en una muy curiosa penetración de los germanos en el Imperio Romano.

Muchos germanos se refugian en el Imperio, incluso los germanos mismos, acosados por pueblos distintos: eslavos o mongólicos, y se van acogiendo al Imperio Romano. Se van contagiando, en grados muy diferentes, de la cultura romana. una cultura que conocen, que es en principio algo extraño y distinto, pero poco a poco se van penetrando de ella. Durante mucho tiempo los germánicos no quieren destruir el Imperio Romano, lo que quieren es asimilarse a él. Hay un momento en que los ejércitos romanos, las legiones, tienen una proporción muy alta de germanos. Frecuentemente los generales son germanos también. Esto coincide con una época de esterilidad en Roma.

Existen penetraciones sucesivas que establecen un ingrediente germánico, que se refleja de un modo muy diverso. Los germanos eran originariamente paganos, algunos continúan siéndolo. Los francos lo siguen siendo hasta Clodoveo, otros no, como el caso de los visigodos o los ostrogodos, que eran cristianos y estaban bastante romanizados, eran arrianos. Representan una forma de vida más próxima a las poblaciones que en su momento llegarán a dominar.

Pero debido a las presiones de otros pueblos, como los eslavos o, más tarde, los mongoles - el caso de los hunos es el más llamativo - estas penetraciones se intensifican. Las lenguas germánicas y las eslavas están dentro de la familia de la lenguas indoeuropeas. Hay otros pueblos como el finlandés o el turco que tienen idiomas muy distintos. Entonces las presiones hacen que aumenten las migraciones de los germanos, la migración de pueblos. No es una cantidad muy grande - millares o decenas de millares - , siempre una emigración minoritaria. Lo que pasa es que son eficaces, son militarmente poderosos, tienen un gran empuje, y durante un tiempo muy largo, en un proceso muy lento, en que todavía subsiste el Imperio. Hay un momento en que, estos emigrantes, empiezan a dominar, sobre todo en la periferia.

Ese grado de romanización se advierte con claridad en los países germánicos. Si ustedes viajan por Alemania o por Austria, verán que hay diferencias claras, como entre Baviera y Renania; Sajonia y Prusia por otra parte. Austria está más próxima a lo que pudiera ser Baviera, zonas más densa y profundamente romanizadas, mucho más que otras porciones de Europa, y si se acercan a los países bálticos o a la Prusia Oriental, están mucho menos romanizadas. Es una diferencia de estructura y de densidad de romanización.

Una cosa muy reveladora es la denominación que adquieren los países, las porciones de esa Europa naciente. Piensen, por ejemplo, que Francia es la tierra de los francos, recibe el nombre de sus pobladores germánicos: los francos, que dominan la Galias, aunque sea solo una parte, pues también están los burgundios, que luego dieron origen a la Borgoña, pueblo que fue muy importante. Luego los anglos y los sajones, que ocupan Inglaterra. Nosotros empleamos la palabra "anglosajón" para designar a Inglaterra y sus "consecuencias". En Normandía se establecen los longobardos. 

Hay toda una serie de nombres germánicos, que van a ser los que prosperan y siguen empleándose. Decimos Francia, según el pueblo germánico que la fundó - los francos - , lo mismo con Inglaterra o Alemania, Borgoña... Hay dos excepciones importantísimas: Italia y España, que han conservado sus nombres latinos. España hubiera podido llamarse Gotia, pero se ha llamado, primero Hispania, luego España, lo cual indica una muy fuerte, muy profunda romanización, una fusión muy intensa de lo romano con los pueblos hispanos prerromanos. Hay un pueblo hispanorromano que es una realidad efectiva. Los visigodos son pueblos dominadores, que dominan en Hispania como los francos lo hacen en las Galias

Los germanos que llegan a los territorios del Imperio Romano son minorías. En España, tal vez llegaran a unos centenares de miles, los godos y visigodos. Los francos pudieran ser de sesenta mil a ochenta mil, cálculos muy inexactos y muy poco fiables. Son minorías, pero son dominadores, ejercen el gobierno. En España eran más próximos, porque los visigodos ya eran cristianos, aunque eran arrianos. Los francos eran paganos. En España se impone la religión del país, frente a la religión de los dominadores. El rey y los nobles, en conjunto la minoría visigoda se convierte al catolicismo. La importancia que tenían los concilios es esos años era decisiva, que van a convertirse en el órgano principal de la vida social, cultural, política de la España visigoda.

En el caso de las Galias la cosa fue más difícil. Los francos partían del paganismo, luego Clodoveo se convierte al cristianismo, y desde entonces se inicia la fusión. Porque los pueblos germánicos tenía dos actitudes muy distintas, en algunos lugares se mantenían separados, ejercían el poder pero no se mezclaban con la población romanizada, en otros, en cambio, hay un proceso de fusión, tratan de mezclarse. El latín es el vehículo de esa fusión, lo mismo que la religión.

Hay un caso muy curioso, es lo que pasó con los suevos, que dejaron una huella muy profunda en el noroeste español, y hay otros que fueron muy destructores, sobre todo los vándalos, han dejado su nombre para los que hacen tropelías. Era un pueblo germano que cruzó España, pero que se estableció en el Norte de África. No olvidemos que el Norte de África fue invadida y dominada por pueblos germánicos, cosa que casi siempre se olvida por la importancia de la islamización posterior. Pero hubo una previa germanización, parcial, incompleta, de África del Norte, muy especialmente por los vándalos. Muchas veces se ha dicho que Andalucía era Vandalusía, o tierra de Vándalos; no parece que sea verdad, pero se ha dicho. En el Quijote se recoge esta supuesta etimología.

Lo principal de esta historia es que entra en el mundo romano, de lo que va a ser el mundo europeo, un ingrediente germánico. A partir de cierto momento lo romano está influido por lo germánico. Desde el siglo II empieza la convivencia de dos formas de vida, de dos instalaciones vitales distintas: la romana o profundamente romanizada, sobre una serie de sustratos varios. Esa romanización llega, en tiempo de Trajano a la Dacia, hoy Rumanía, pueblo romanizado, con una lengua latina, con elementos eslavos y un dominio turco posterior.

Hay territorios que han sido romanizados parcialmente y, sobre todo, tardíamente. Hay un cierto paralelismo entre la cristianización y la romanización, esa cristianización se puede producir desde lo romano o desde lo griego. El Cisma de Oriente va a hacer que toda la cristiandad oriental gravite hacia la iglesia, que se llamará ortodoxa, mientras que el Occidente se mantendrá fiel a la iglesia de Roma. Hay momentos en que la comunicación entre las dos formas de cristiandad y, por supuesto la teología, cesa o es muy ténue. El griego empieza a ser muy poco conocido en el Occidente; piensen ustedes que Santo Tomás no sabía griego, que trata de incorporar a Aristóteles a la teología occidental, leía a éste en traducción al latín.

El conocimiento de la teología griega va a ser muy deficiente en el occidente europeo de esos años, y a la inversa, la teología latina es muy poco conocida en la Europa oriental.

Ortega compara lo germano con lo árabe, como formas, en cierto modo, próximas, en contacto con el mundo clásico. Por una parte los germanos y por otra parte los árabes, que asimilan esta cultura desde fuera y la transforman, desempeñando una función histórica de cierta analogía. A casi nadie se le ocurre comparar los árabes con los germanos, pero cuando se piensa en ello es evidente. Hay una serie de operaciones intelectuales y vitales que tienen una especie de semejanza, desde puntos de vista muy distintos. En cierto modo son recién llegados.

No olviden que la cultura árabe es fundamentalmente la cultura clásica, la cultura greco-latina. Esa cultura la empiezan a asimilar en Oriente, en contacto con el mundo persa, con el mundo helénico. Luego al llegar al Occidente europeo entran en contacto con los pueblos latinos. Se habla de los moros que sabían romance y se les llamaba "moros latinados". Esto ocurre de modo similar entre los germanos, que no hablan latín. Se concentrarán en diversas lengua hasta llegar a unificarse con el alemán o el anglosajón primitivo, que es una lengua también germánica, luego recibe una inyección francesa. La invasión francesa de Inglaterra hará que el inglés sea una lengua muy extraña, que son dos medias lenguas.

En inglés, más o menos, la mitad de las palabras son latinas y la otra mitad son germánicas. Si ven un texto poético inglés, predomina lo germánico, pero si tomen un texto inglés intelectual, teológico o filosófico predominan las palabras de origen latino, normalmente de origen francés. Lo que hace que el inglés sea una lengua, que permita unir dos raíces distintas es la fonética. La fonética inglesa, que es tan extraña. No sé si se ha pensado suficientemente sobre eso, pues la fonética inglesa es la envolvente de las raíces, enteramente distintas que conviven, que coexisten en la lengua inglesa. Si ustedes oyen la lengua inglesa, todo suena a inglés, pero la mitad de las palabras son de un origen distinto que el otro. Fenómeno sumamente curioso.

Ese ingrediente germánico va a crear problemas muy complejos. Los germánico funciona como el "limes" del Imperio Romano, su frontera. He dicho, hace muchísimos años, que las fronteras no son donde los países terminan, sino donde los países se encuentran. Las fronteras son membranas porosas, que permiten la ósmosis. Y hay épocas en las que se produce un fenómeno de lo que llaman los biólogos "queratinización", es cuando esa membrana porosa deja de ser porosa, entonces no s produce la ósmosis. En este caso se produce una perversión de la frontera que es donde se produce el encuentro y no la separación. Hemos tenido un ejemplo, pagado muy caro, con el "Telón de Acero", que ha sido un caso de "queratinización" de fronteras. Se ha producido la incomunicación de dos partes de Europa.

Hay una romanización de lo germánico, muy poderosa, y al mismo tiempo se produce una germanización de lo romano, de lo latino, en el sentido lato de la palabra. Esto va a ser una característica de toda la Edad Media. Si se plantean los problemas políticos, el feudalismo es una forma puramente germánica de vida, piensen en una palabra: "privilegio", que Ortega estudió con gran precisión. La palabra "privilegio" se asocia ahora con la palabra "injusto", pero el privilegio puede ser justísimo. 

El privilegio es la ley privada, es la ley particular, la ley que se aplica a un tipo de realidad humana, que tiene ciertos derechos. es decir el privilegio es precisamente el ejercicio y la consolidación, el reconocimiento de ciertas libertades, legítimas. El privilegio pude ser perfectamente legítimo.

Hubo una campaña de propaganda contraria al privilegio, se asoció a partir de entonces un epíteto a la palabra privilegio, fue la palabra "injusto", que no tiene por qué serlo, y originariamente no lo es. El privilegio es una fuente de derecho, por ejemplo las ciudades medievales tenían una serie fueros o privilegios, concedidos por los reyes para asentarse, con un fin determinado. El señor feudal tenía ciertos privilegios también, acompañados de deberes u obligaciones, como la defensa del territorio que le estaba encomendado.

Conviven en la Edad Media, los principios latinos, los principios romanos, la ley escrita o la ley consuetudinaria. Frente esos principios aparece el derecho del juez germánico o anglosajón después, que tiene una potestad mayor, y que puede decidir al margen del derecho escrito. Nosotros vemos las películas americanas de juicios, que suelen ser bastante divertidas e interesantes. Estos jueces nos parecen un poco extraños, no sé si los de aquí se están contagiando un poco de eso.

La figura del juez era una figura muda, que no tenía nada que decir, sino cumplir la ley. Ahora los jueces se pasan la vida hablando, casi nadie conocía los nombres de ningún juez. Aplicaban la ley que estaba ahí, y nada más. En cambio el juez germánico, tiene más facultades, incluso puede dar lugar a una forma de derecho más humano y más justo.

La vida religiosa en la Edad Media es una vida unificada, pues todos son cristianos. Incluso la iglesia de Occidente apenas tiene diferencia con la de Oriente, aunque existan formas de vivir la religión muy distintas. Las órdenes religiosas representan formas de vivir la religión. Ciertos principios romanos tienen más influencia que otros germánicos o viceversa. Hay, por ejemplo, diferencias muy grandes entre la mística flamenca o alemana, que con la de los países latinos.

Es curioso lo que contaba el cardenal Newmann, anglicano que se convirtio después al catolicismo, que tenía que esforzarse para explicar a los ingleses, que ser católico no quiere decir ser italiano. Le costó convencer que se puede ser católico al sentido de los italianos o al sentido de los ingleses.

La vida europea está penetrada de germanismo, que lo será de una manera inmensa. Esto se tiende a olvidar, salvo por los germánicos, que tienden a considerar que la realidad es primariamente germánica. Esto está presente en historiadores como Ranke.

Cuando aparezca el problema de las rivalidades nacionales, con el nacionalismo, se plantean los problemas desde el punto de vista de la superioridad o inferioridad de los países. Pero no se plantean las cosas correctamente.

El origen de Europa de realiza desde el Mediterráneo, pero hoy se mira con condescendencia a los países provenientes de esas primeras formas de Europa.

Lo romano y lo germánico van a convivir, con una mayor o menor influencia de cada elemento dentro de cada país. Inglaterra es, en cierta medida, la adelantada de Europa, pero cuando empieza a utilizar el inglés pierde ese adelanto, sino que se convierte en otra cosa diferente. Empieza a plantear los problemas de manera distinta del resto de los países del continente, que mantienen una cierta unidad en el planteamiento de los problemas.

Lo germánico sirve de mediador entre el conjunto de elementos que vienen desde fuera de lo germánico y lo que procede de los romanos. Esa mediación es algo parecido a lo que realizan los árabes, también de cultura clásica, con los demás pueblos más allá de lo propiamente árabe.

Hay zonas de europa que tendrían un mayor esclarecimiento de su historia si se tuviera en cuenta ese ingrediente romano-germánico como germen de su incorporación a Europa, como es el caso de Hungría, Rumanía, Bulgaria o los países que componen la ex-Yugoeslavia.


Uno de os males de Europa proviene del desconocimiento de lo que es Europa, realidad complicada. Esos males ya se vieron en el resultado de los tratados de Versalles. Las dos guerras mundiales han surgido de la ignorancia, del desconocimiento. Si los europeos se enteraran de cómo es Europa, es posible que no hay una tercera guerra mundial. 



VIII. La latinización como envolvente.




Durante la Edad Media, e incluso bastante después, la lengua latina se convierte en varias cosas. Por lo pronto es el instrumento del pensamiento, esto es por una necesidad. Después de la fragmentación del Imperio Romano, el fenómeno decisivo de la caída del Imperio Romano, pero esa fragmentación produce una proliferación de lenguas. El latín se empleaba en la totalidad de la Romania, en niveles diversos, desde el literario, pasando por el clásico, el latín popular... Esto empieza a transformarse en multitud de lenguas, con variaciones que dependen de varios factores, por lo pronto del sustrato lingüístico de las diversas partes del continente europeo.

En el latín no había palabras agudas, no existen las palabras agudas, excepto los monosílabos, pero resulta que una de las lenguas románicas más importantes, el francés, tiene todas las palabras agudas, hasta el punto que los franceses tienen gran dificultad de pronunciar cualquier palabra que no es aguda. Por ejemplo los nombres propios los hacen agudos, y dirán "Cervantés". Esto supone, supongo yo , no soy lingüista, una tendencia del sustrato de los pueblos bárbaros que dieron origen al francés, para acentuar las palabras en la última sílaba, justamente la inversión de lo que ocurre en el latín, y esto se mantiene siempre.

En cambio en los países germánicos hay una tendencia a la acentuación temprana, que propende al esdrújulo, si la homogeneidad del francés hacia el agudo, pero sí con una tendencia manifiesta.Sin embargo en el italiano y en el español la tendencia es hacia la palabra llana, más parecido que en el latín. Algo parecido pasa también en la lenguas regionales, con acentuación más o menos distinta según los pueblos de donde proceden originariamente.

Por otra parte la romanización fue muy desigual. La romanización de España es bastante temprana, también la de las Galias, en otros lugares es más tardío, como consecuencia de lo cual el latín, al ser una lengua viva, influye en cada lugar según la época de su romanización. Es distinto según las épocas. No se si se ha estudiado suficientemente esa influencia según qué épocas. Habría que distinguir las diferentes etapas de latinización de Europa.

También existe una diferencia enorme según se haga la latinización por medio de unos sectores sociales u otros en cada país. Hay lugares donde la lengua es la de los soldados y poco más, pero en los países donde ha habido un desarrollo urbano más importante, como el caso de España la lengua es de un nivel superior.

La presencia de realidades históricas de distinto tamaño, de países de distinta magnitud después de la desmembración de la Romania también es significativo para la transmisión de la lengua latina. La magnitud de la España visigoda, que coincide casi con la península ibérica es muy grande comparada con otras comunidades que viven en un gran aislamiento.

Una lengua aislada del resto del mundo acaba por producir una especie de transformación, de fermentación. Ahora hay un caso similar con el "chicano", lengua española hablada en comunidades que han quedado muy aisladas en el suroeste de los Estado Unidos, que no es el español normal, ni el español de México, sufre entonces transformaciones como consecuencia de ser un islote lingüístico aislado. Es lo que ocurrió con la romanización en multitud de territorios, muchos de ellos minúsculos, las diferencias son muy grandes.

Durante bastantes siglos después de la desmembración del Imperio Romano conviven una pluralidad de lenguas sumamente lábiles, sumamente variables, que están en un estado de formación y constitución. En la península ibérica el castellano sufrió una rápida transformación y fijó muy pronto sus normas. Mientras hay vacilaciones en muchas partes de España, el castellano que es como una cuña central entre los romances del este y los del oeste de España.

Esta formación de lenguas en continuo cambio hizo muy difícil la formación de un nuevo pensamiento, con cierto rigor. Sería interesante saber cuando empezó a existir la posibilidad del pensamiento como consecuencia de la madurez de la lengua. No digamos lo que ocurre con los pueblos de origen germánico, con pueblos de un menor desarrollo literario escrito, y por tanto con una fluctuación y una falta de fijación todavía mayor. La posibilidad de escribir un libro teórico en la lenguas habladas, desde el siglo V en adelante y durante varios siglos, era muy difícil. Lo único que existía era el latín, lengua riquísima, con formas fijadas, una gramática estable y con siglos de desarrollo literario. Era un instrumento que permitía el pensamiento, y se podía escribir sobre cualquier asunto. Dije hace mucho tiempo que el latín había sido el invernadero de la mente teórica entre San Agustín y el Renacimiento. Gracias a que existió el latín pudo haber un pensamiento en Europa durante unos cuantos siglos.

Por otra parte, el latín, era común, aún con variantes, pues hubo varias pronunciaciones. En la universidades actuales se tiende a la expresión clásica del siglo I, usando la c como k, la g como gue. Pero el latín se ha utilizado adaptando la fonética de cada país. Por ejemplo, en España se ha dicho "Deo gracias", yo diría "Deo gratias". Ahora se está utilizando una pronunciación italiana del latín, ¡no sé por qué!, como cuando dicen "chelo" en vez de "cielo" o "reyina cheli" en vez de "regina coeli". No tenemos que decirlo a la italiana.

El latín escrito era común, escrito por gentes de cualquier origen. Hablado también se entendía. Hay una anécdota divertida sobre esta cuestión: estando Zubiri en la universidad de Lovaina, había un profesor que hablaba en latín, y lo hablaba haciéndolo todo agudo, y a Zubiri, que era joven entonces, le entró la risa, y el profesor defendió su postura de terminar las palabras al estilo francés. Anécdota que me hizo mucha gracia, ya hace sesenta años.

El latín era un instrumento de comunicación único, solamente en ciertos niveles superiores, naturalmente. Lo que pasa ahora en tantos países, africanos o asiáticos, en que se habla de un sinnúmero de lenguas, y hay una lengua, la lengua de los colonizadores: el francés o el inglés, sobre todo, en la cual se entienden los habitantes de estos países si quieren entendere entre sí. En este sentido el latín se convirtió en la patria común, y en ciertos niveles de amplia cultura, y en la Iglesia, se encontraba con gentes con los que se puede entender en cualquier parte.

Esa situación tan grave, que es la fragmentación del Imperio Romano, en cierto modo se remedia, en los niveles de comunicación, especialmente en los intelectuales, mediante el latín. Esto hace posible, cuando se funden escuelas importantes, a partir del siglo X, sobre todo a partir del siglo XII, éstas sean efectivamente europeas. Es decir, los estudiantes siguen a los profesores. A veces un profesor que enseña en Oxford o en Cambridge, después se traslada a París o a Milán o a Nápoles... Se produce una comunicación que va creando en los niveles superiores una comunidad europea, verdaderamente europea.

Imaginen que no hubiera habido la vigencia universal, repito: en estratos superiores, del latín. La historia de Europa hubiera sido muy diferente y la constitución de Europa, de la mentalidad europea se hubiera retrasado mucho y sería muy incompleta.

Las lenguas que empiezan a sustituir al latín tienen una evolución muy distinta, unas de otras. Hay algunas que se fijan pronto, como en castellano y el toscano. No es casualidad que el castellano haya terminado por ser el español, y el toscano sea el italiano. Nadie dice que habla en toscano. Los que dicen que hablan castellano lo hacen por ignorancia o por manipulación.

Lo curioso es que en Italia poca gente habla italiano, se hablan una multitud de dialectos, pero cuando los italianos salen de su parcela lingüística, hablan en italiano.

El toscano y el castellano se fijan muy pronto. Los textos escritos en castellano son casi accesibles desde el comienzo. Una persona que tenga una cultura media puede leer "El Cid" o el "Arcipreste de Hita" o  "Don Juan Manuel". Las "Coplas" de Jorge Manrique, que tienen más de medio milenio, se podrían publicar en un periódico actual. Ocurre algo parecido con el toscano.

En otros países la fijación de la lengua es más tardía. Si se toma un texto francés o inglés o alemán de esas fechas medievales, si no saben bastante filología, no lo entienden. Incluso en el siglo XVI todavía hay bastante dificultad, con diferencias claras entre la lengua de entonces y la actual.

Todo esto sería más acusado si no llega a existir la latinización. Esta permite que los principios comunes, empezando por los religiosos, se mantengan en todas partes. Se ha rezado en latín hasta hace cuatro días, y siento que no se siga haciendo. Uno viajaba por Europa y cuando llegaba a una iglesia se sentía como en casa. Los rezos, y sobre todo la misa, era en latín. Ahora la misa se dice en muchas partes en la lengua regional, que muchos desconocen.

Había un grado de unidad, de comunicación que hizo que Europa fuera lingüísticamente transitable. Esto es una de las formas más eficaces de convivencia. Siempre hay que traducir a términos vitales lo que no es en sí mismo vital. Es como el caso de las calzadas romanas, el equivalente de la motorización. Ahora hay trenes, coches, aviones, no lo había en el mundo romano, pero había calzadas, por las cuales se podía circular con facilidad. El problema de los caminos es un problema capital en toda la historia.

Recuerden el dato, que les indiqué un día, sobre el número de kilómetros de calzadas romanas en la península ibérica, durante el tiempo del emperador Caracalla, llegaba a treinta mil. Esto permitía que Roma se defendiera de las presiones de pueblos ajenos que realizaban sus acometidas en el "limes", la frontea del Imperio, porque las legiones romanas, que no eran tantas, acudían rápidamente al lugar que eran necesarias, cosa que hubiera sido imposible si no hubiera caminos.

Pues bien, lingüísticamente esta operación la realiza el latín. Permite que a pesar de que no hay muchos libros, siempre son pocos antes de la imprenta, y muy costosos, se hacían copiando uno de otro, en talleres que editaban los libros con mucho esfuerzo, con un equipo de copistas, en un trabjo muy penoso. Pero si esos libros estaban escritos en latín, eran legibles para todos. Sin embargo el griego dejó de leerse, salvo muy pequeñas minorías.

Si uno iba a una escuela monacal o a una universidad sabía que el latín era la lengua usada, e iba a entender, en principio, todo. Cosa que no ocurre después, con el uso de la lenguas locales, lo que supone un gran retroceso. Un ejemplo de ello es el Concilio Vaticano II, donde el idioma de trabajo era el latín. Hoy esto no sería posible, el latín es cada día más desconocido. Habría que hacer un Concilio con traducción simultánea, en latín ni se intentaría.

Es lo que pasa con las organizaciones internacionales, que tienen una llamadas "lenguas de trabajo", con traducciones de una a otras, en general malas; como compensación nadie hace caso de lo que se dice. El gasto en las multitraducciones debe ser fabuloso. Esto no pasaba en la Edad Media, no pasó en el Concilio de Trento, no pasó todavía en le Concilio Vaticano II, que no se hablaba más que en latín, pero esto acabó.

El latín va creando una forma de coincidencia. No olviden ustedes que el latín es una lengua que permite muchas cosas, apta para hacer inscripciones, es una lengua sentenciosa, fuertemente expresiva. Tiene una serie de formas acuñadas, una sintaxis simplificada de manera progresiva. Se va atenuando el uso del hipérbaton, constante en el latín clásico, y uno de sus atractivos, y de sus referencias también.

El hipérbaton se produce cuando de altera la sintaxis habitual de una oración, el adjetivo no acompaña al sustantivo en la frase. A veces es difícil asociar el adjetivo al sustantivo o averiguar el sujeto de una oración. Esto mismo va disminuyendo en las lenguas romances al mismo tiempo que crece el número de preposiciones. El latín de la Edad Media es mucho más fácil de leer. Si ustedes leen a Santo Tomás o a Escoto, no es que sea más fácil lo que dicen, pero el latín que usan es mucho más fácil que el de Tácito o de Horacio.

Esa simplificación del latín ayuda a su difusión, hace más fácil hablarlo y entenderlo. Esto es un problema muy importante, pues la intelección al oído es muy distinta a la intelección en la lectura. Entre otras razones porque la vista tiene un carácter sinóptico, tiende a ver las cosas juntas. Pero el oído es sucesivo. Cuando se hace una ennumeración en un libro, por ejemplo: primero, segundo, tercero, cuarto o en una pizarra es una forma útil de clasificar, pero si se está hablando cuando se llega al tercer apartado nadie se acuerda del primero o el segundo, no digamos del cuarto. Una conferencia leída es aburrida, y además no se entiende bien, porque la estructura de la frase escrita está hecha para ser leída, no para ser oída. Lo que se dice , se entiende bien al oído. Esta facilidad de comunicación favorece la creación de una comunidad, por lo pronto intelectual, pero también religiosa, política y jurídica.

Ustedes piensen en la homogeneidad del derecho en toda la Europa medieval, la constitución de los ayuntamientos, la estructura municipal. Existen ducados,  principados, reinos, pero se mantiene la estructura municipal, de origen romano, y hay un derecho vigente en toda Europa, con la salvedad de la influencia germánica en ciertas partes del territorio europeo. El derecho en la mayor parte de los países germánicos se escribe en latín, que es un factor de comunicación y de convivencia, y de constitución de eso que va a ser Europa. El latín ha sido condicionante de la constitución de Europa.

En el momento en que las lenguas vulgares están desarrolladas y han adquirido un gran avance literario, conviviendo siempre con el latín, que es el idioma culto por excelencia, cuando se va a producir el triunfo de las lenguas vulgares y el ocaso del latín, surge en toda Europa el humanismo, un movimiento que defiende el legado clásico. Esto ocurre en Italia, en España, en Portugal, en Francia, en Inglaterra... Este movimiento está formado por autores que tienen como patria el latín, es su pasión.Escriben en latín, acaso en griego, pero latín, sobre todo. Además intentan escribir en latín clásico, desprecian el latín de la Edad Media, el latín de los frailes, que era un latín simplificado. Los humanistas intentan escribir un latín digno de los clásicos.

La influencia principal de los humanistas no es la de los grandes pensadores, sino de los grandes retóricos, como el caso de Quintiliano, Cicerón, cuya influencia es increíble, nos cuesta hacernos cargo de la influencia de Cicerón durante siglos. Hacen, los humanistas, un latín puro, quizá quimicamente puro, demasiado puro. Pero es un latín artificial, los humanistas son purista y se precian de ello. Todo esto devuelve un prestigio al latín que contrarresta el crecimiento de las lenguas vivas, de las lenguas habladas.

Cuando Vives habla el atraso de España en la edición de libros, se refiere a los libros en latín o en griego, que era lo que le interesaba. Para los humanistas era la legua en que se comunicaban unos con otros y la que realmente les interesaba.

Pero el uso del latín no termina en eso. En Inglaterra se escribe en latín como en toda Europa, y no hay diferencia entre lo que se escribe en Inglaterra y en el continente, pero cuando se empieza a escribir en inglés se empiezan a desviar los temas y los métodos.

Generalmente los libros se traducían al latín, si tenían ediciones en lenguas vivas, como es el caso de los libros escritos en francés por Descartes. El latín era la lengua de referencia para la comunicación de la cultura en los primeros tiempos de las lenguas vivas. La cultura superior continuó siendo en latín, alternando con las lenguas vivas, hasta el siglo XVIII, hasta Kant.

Hay una prolongación del latín, cada vez más restringida a unos niveles superiores que llega hasta el siglo XVIII, y ha sido un factor de coherencia en la vida europea, que le proporciona continuidad. Poco a poco esta referencia de todos los textos al latín va pasando al francés, que funciona  como lengua franca en los niveles superiores. Por ejemplo la obra de Locke, que se difundió en inglés, pero sobre todo en francés.

La influencia del latín en la constitución de Europa es inmensa. Las lenguas germánicas se latinizan también, con la introducción de latinismos, que les afectan muy profundamente. Por ejemplo en alemán, lengua muy interesante, lengua que la gente no acaba de aprender, porque no se estudia bien. Hay que estudiarlo de otra manera que otras lenguas, porque tiene una estructura  muy diferente.

La conjugación alemana tiene una estructura tradicional, pero muchos verbos recientes están tomados del latín, a veces a través del francés. Esos verbos se conjugan de otra manera, son como cuerpos relativamente extraños en la lengua alemana. Hay también palabras alemanas de origen latino, procedentes del francés. Se produce una latinización, parcial, no completa, de las lenguas no latinas. El caso del inglés es claro, es como dos medias lenguas, mitad latín mitad una lengua de origen germánico...

Hoy el latín ha desaparecido. Incluso la Iglesia Católica lo ha abandonado. Cada país y región quiere hablar su lengua. Se pretende utilizar el inglés para todo lo que no es particular. Incluso los países de gran cultura renuncian a su lengua para figurar en las "referencias científicas". Hay países de gran tradición cultural que renuncian a su lengua propia en los congresos internacionales celebrados en esos países. Se están produciendo manipulaciones intolerables.



IX.    La división del Imperio Romano.


Es un asunto que se olvida muchas veces: lo que significó para la formación de Europa, la división del Imperio Romano. Aparece en los libros de historia registrado, pero como una cosa muy remota, no demasiado importante. Lo que no se suele ver es las consecuencias que ha tenido para la formación de Europa, de su realidad durante siglos, hasta hoy.

El Imperio Romano llegó a tener una extensión enorme. Hoy el espacio ha perdido una gran parte de su significación porque los medios de comunicación han superado el espacio. Cuando se está en un aeropuerto se ve que uno puede ir a todo el mundo. Esto acaba de imponerse a nuestra conciencia, y olvidamos que la distancia ha sido una potencia fabulosa, muchas veces insuperable. Incluso hay una diferencia entre continentes. En Europa parece muy lejos una distancia de mil kilómetros, cosa que en América parece que está muy cerca.

La primera vez que estuve en el Perú, pensé en ir a ver a mis amigos de Chile: era un vuelo de ocho horas. He estado viviendo en una pequeña ciudad de Oklahoma, donde decía que estaba a dos mil kilómetros de todas partes. El Imperio Romano era muy grande, teniendo en cuenta que no había apenas comunicaciones. Estaban las calzadas, que he señalado su importancia, pero con vehículos movidos por caballos, era muy difícil trasladarse de un punto a otro del Imperio Romano. Incluso era difícil comunicarse por escrito.

Muchas veces no se piensa en la dificultad de los gobiernos para notificar sus resoluciones a los habitantes de un país. No era difícil solo hacer cumplir las leyes o los decretos, también lo era notificarlos. Era el Imperio Romano de una enorme extensión, con una maquinaria administrativa muy complicada. Y hay un momento en que no es fácil la comunicación, ni la administración del conjunto, y se produce la división del Imperio Romano entre el de Occidente y el de Oriente.

Esto parece a primera vista una mera disposición administrativa sin demasiado alcance, pero Roma ya no va a ser el centro del Imperio de Occidente, le sustituirá Milán. Surgen entonces dos emperadores. Hay un emperador principal, que es el Augusto, y su sucesor, o más bien se pretende que sea su sucesor, que es el César.

Existen, por tanto dos cosas, la división territorial, geográfica y administrativa, y por otra parte una doble función del poder , que va vinculando la estructura imperial y la probable sucesión. La monarquía hereditaria, que ha sido la habitual en Occidente, ha solido asegurar en Europa la continuidad. Recuerden lo complicada que fue la monarquía electiva en el caso de los visigodos, muy complicada en su funcionamiento. En el caso de Roma también se complicó mucho en su forma imperial. 

El Imperio de Occidente, incluye no solamente los territorios propiamente romanizados: Italia, España, las Galias, la Britania , la Germania, el África de lo que hoy es el Magreb, desde Túnez hasta Marruecos. También entra en el Imperio de Occidente, la Panonia, lo que es hoy Hungría, la Dacia, lo que es ahora Rumanía. 

En el Imperio de Oriente el centro es Grecia, su núcleo capital, con los territorios de Asia Menor, Egipto, la parte del Norte de África oriental y los territorios del norte parcialmente romanizados. La capital se fijó en Bizancio, que desde la época de Constantino se llamará Constantinopla, que actualmente se llama Estambul. estos nombres sucesivos de la gran ciudad resumen su historia.

Se va produciendo una división en el Imperio Romano, que se va acentuando con el tiempo. Se van a distanciar cada vez más, con un conocimiento menor. El Imperio de Occidente es latino, el de Oriente es primariamente griego.

Se había producido una cultura, que se puede llamar grecolatina. Pero esta convivencia cultural empieza a no pasar después de la división del Imperio. El griego empieza a ser poco frecuente en la zona occidental y el latín, por su parte, va siendo poco conocida en la zona oriental. Se produce el fenómeno de una escisión lingüística, que lleva consigo una escisión cultural. Piensen, por ejemplo, en la teología. La teología latina y la teología griega pronto empiezan a desconocerse mutuamente. Representan algo muy distinto, aún coincidiendo las dos en ser teologías de la religión cristiana. Ambas son válidas, pero son enfoques distintos.

Hay un ensayo extraordinariamente importante, quizá el ensayo más importante que escribió Zubiri en toda su vida. Escrito en su libro "Naturaleza, Historia, Dios", que se titula "El ser sobrenatural", con un subtítulo: "Dios y la deificación en la teología paulina". Es un examen del planteamiento de la teología griega, partiendo de San Pablo, y de ahí brotan una serie de interpretaciones conceptuales que difieren en la interpretación del cristianismo en la teología latina. Si quieren conocer estas dos diferentes formas de teología ese ensayo les da una idea muy aproximada y muy fecunda.

La teología griega y la teología latina siguen caminos diferentes. Aunque ha habido algunas figuras excepcionales que han conseguido conocer ambas teologías, como es el caso del jesuita Petau, o Petabio, en lengua latina, que tenía un conocimiento asombroso de la teología griega, pero esto es poco frecuente. Es un hombre del siglo XVII, que Felipe IV quiso traerlo a España, y al final por dificultades no vino. Pero es una figura excepcional por su profundo conocimiento de la teología griega.

La teología es el ejemplo más destacado de este fenómeno de escisión cultural, ese distanciamiento general. Esa división se acentúa con la invasión de los bárbaros en el Imperio de Occidente. En cambio el Imperio de Oriente se mantiene más unido, más firme, y resiste más, de manera más parecida a la originaria.

Por otra parte se van produciendo diversificaciones, por la incorporación de pueblos venidos del norte, en ambas partes del Imperio. Los pueblos germánicos quedan vinculados al Imperio de Occidente, los pueblos eslavos quedan adscritos al Imperio de Oriente, pero sería mucho decir que la lengua y el pensamiento griegos penetran mucho en ellos. El griego no es nunca la lengua de estos pueblos eslavos.

Los países eslavos usan, unos la escritura latina y otros la escritura cirílica. Su evangelización la hicieron San Cirilo y San Metodio, principalmente. Su escritura es la griega modificada. Por ejemplo el ruso se escribe con caracteres cirílicos, con caracteres griegos aumentados y modificados. Polonia, país eslavo, sin embargo, usa la escritura latina. Lo que ha sido Yugoeslavia, los países balcánicos: en Croacia se usa la escritura latina, en Serbia la escritura cirílica, aunque la lengua es aproximadamente la misma, pero con escrituras diferentes, dependiendo esto de las formas de evangelización, de cuales han sido las influencias. Pero no se trata del griego, pues no ha sido una lengua demasiado presente, desde el punto de vista cultural, en lo países eslavos.

Dentro del área del Imperio de Oriente, sus pueblos no han sido excesivamente helenizados, más bien rusificados. El ruso se va a convertir en el principal foco de atracción, en el elemento principal que se van a mover los pueblos eslavos. 

Son dos unidades distintas de lo que va a ser Europa. Cuando hablamos de Europa de manera general, no ha habido fusión entre estas dos partes de Europa. Ha habido relaciones, más o menos íntimas, pero no realmente fusión. Los pueblos que quedan en el área del Imperio de Oriente han permanecido más o menos ajenos al mundo de Occidente.

A esto se añade algo que fue muy importante, que fue el Cisma de Oriente, promovido por Miguel Celulario, que tiene fundamentos propiamente religiosos. Los latinos dicen que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, los del oriente dicen que procede solo del Padre. Esta es la diferencia principal entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. No digo que sea una diferencia significativa, pero para la vida religiosa normal no es importante. Nada comparado con lo que significó la reforma de Lutero y de los otros reformadores 

En el caso de la Iglesia griega, la diferencia es, mas bien que de materia teológica, un problema de autoridad: el patriarca de Constantinopla no reconoce la autoridad de Papa de Roma. Hay un problema de influencia, de rivalidades, de jerarquía. Problemas incluso netamente políticos. El núcleo propiamente religioso es poco; bastante reducido, pero las consecuencias son muy grandes. Incluso tuvo consecuencias gravísimas, pues la fortaleza del Imperio de Oriente finalmente se trocó, y el de Occidente, más expuesto a la presión de los bárbaros, superó sus limitaciones, pero la presión turca, en los últimos años del Imperio de Oriente, no la pudieron superar. Cosa que apenas afectó al Imperio de Occidente.

El Occidente se sintió relativamente indiferente, a pesar de que se trataba de la mitad de la cristiandad, de la pérdida del Imperio Bizantino, después de un largo proceso que terminó con la caída de Constantinopla en 1453.

Una división, originariamente administrativa, causada por la gran magnitud, por la dificultad de las comunicaciones, ha tenido consecuencias para las dos partes del Imperio, y para la Europa que va a resultar después. Esto continúa hasta hoy.

Nosotros hemos vivido lo que se llamó "El telón de acero", que aproximadamente tiene una cierta coincidencia con lo que tenía que ver con el Imperio Bizantino. Esto es muy curioso. Fenómeno que coincide con otro de gran importancia, como es el Islam, que ha sido un elemento fundamental en la constitución de Europa. El Islam ha tenido dos fases y dos formas muy distintas, que son los árabes y los turcos, que no tienen nada que ver entre sí, como ya veremos.

La expansión árabe, con la ayuda de los beréberes, pronto arabizados, se extiende enormemente por África, por el Norte de África, llega a España, la cubre casi enteramente, pero ahí se queda y finalmente desaparece de la península ibérica. Sin embargo la presión turca, que se aplica, por lo pronto, al Imperio de Oriente, hace que una enorme porción de Europa haya estado bajo el dominio turco, durante siglos, y otras partes de Europa han estado amenazadas, con fases de invasión.

Lo decisivo ha sido el establecimiento, la penetración del dominio turco en una gran parte de Europa, especialmente en los territorios pertenecientes al Imperio de Oriente. Esto ha dejado huellas muy profundas, que tendemos a olvidar, porque lo turco ha sido eliminado casi enteramente de Europa. Hoy Turquía, salvo un pequeño territorio es enteramente asiática. Antes se distinguía la Turquía europea y la Turquía asiática, pero ahora eso lo hemos perdido de vista. Pero durante mucho tiempo, hasta muy entrado el siglo XIX, no olviden ustedes esto, ha habido una huella turca, que persiste en mucho aspectos, y es un factor con el que hay que contar. Esto es un elemento de diferenciación respecto de la Europa Occidental, que no ha tenido dicha influencia.


Esa original medida administrativa de la división del Imperio Romano tuvo muy grandes consecuencias, y que ha introducido una diversidad en Europa que persiste todavía. Como estamos hablando de las formas de Europa, vemos que las formas son muchas. Las diferencias de los países europeos a veces son escasas, y en otros casos son muy grandes. Hay pues formas internas de Europa, pero coincidiendo con agrupaciones sumamente grandes: las formas procedentes del Imperio de Occidente y las formas procedentes del Imperio de Oriente.

Ahora hay un problema político, que se está debatiendo, sobre si se van a incorporar a la Unión Europea o a la OTAN, los países procedentes del otro lado del "Telón de Acero", que son los países, ¡qué casualidad!, que están en el área del Imperio de Oriente. Y verán que Rusia pone muchas dificultades, que se interpretan como dificultades políticas o económicas, pero me pregunto si no habrá una última resistencia del Imperio de Oriente a ser asimilado por el de Occidente.

La Europa democrática, la Europa con libertades, la Europa que no ha estado sometida al dominio soviético, en tantos sentidos parecido al dominio turco sobre la Europa Oriental, es la que impone ahora las normas europeas, y se produce una resistencia a incorporarse a eso. Las instituciones europeas tratan de dilatarse, en una actitud que parece positiva. Dando acogida a los países orientales, que han estado en una situación muy complicada, muy distinta y muy difícil, en  general.

Algo parecido a cuando se habla de ecumenismo, de unión de las iglesias, por ejemplo. Pero resulta muy difícil. Lo más parecido es la unión entre católicos y anglicanos. Estamos tan lejos ahora como entonces, no digamos con confesiones más o menos protestantes. Existe cordialidad general, pero en general la Iglesia Católica cree que es depositaria de la revelación, de la religión fundada en Cristo, y por consiguiente, no cree que pueda cambiar su contenido sustancial. El intento de unión de la iglesias es el de defender cada uno lo suyo, pero esto no parece muy religioso. Y resulta por lo tanto muy difícil-

Eso mismo ocurre con las formas de Europa, cuyo origen está precisamente en la división del Imperio Romano. No va a ser fácil superar las diferencias entre los países, aunque haya acuerdos económicos, acuerdos aduaneros. Es posible que haya una resistencia "visceral", expresión que se usa cuando no se sabe qué decir. Es una resistencia que proviene del fondo de los siglos.

Por eso en este curso intento entender las formas de Europa, que son múltiples. Pueden terminar en una forma que tiene que conservarlas a todas dentro, de ahí su dificultad. Y volvemos a una idea que he formulado algunas veces, y creo que hay que volver a ella: la idea de Europa como una orquesta, que se compone de muchos instrumentos, tocados por diferentes músicos, cada uno de los cuáles toca lo suyo, y no se confunden. Lo fundamental es que haya una partitura, y es lo que está faltando.

No soy partidario de una homogeneización de Europa. Una orquesta no es un pelotón de soldados que obedece a una sola voz. En la orquesta es esencial la diversidad de instrumentos y de ejecutantes. Sí, pero tocan una partitura compleja. Europa tiene que tener un carácter orquestal, lo cual supone una enorme cohesión: cada miembro de la orquesta no puede tocar lo que quiera, no como le de la gana. Hay una gran disciplina, pero que no excluye la diversidad, sino que se nutre de ella. Es como veo la única forma viable de Europa, la forma necesaria de Europa, la forma fecunda de Europa.

Hoy se tiende a organizar Europa sin tener en cuenta la estructura de la organización europea. Es evidente que no se puede sumar sin más. Hay que volver a ese concepto extraordinario de "incorporación". La incorporación, bien diferente de la anexión, que es la absorción de un país por otro, haciéndolo desaparecer, sino que la incorporación supone que dos países o más, se van uniendo en una unidad superior que los conserva como tales, conserva la individualidad, la personalidad y la diferencia de cada uno de los países, dentro de esa unidad superior.

La incorporación no puede hacerse de un modo global, habría que ir haciendo incorporaciones parciales, de los países que tienen conexiones entre sí. Así España y Portugal podrían tener un tipo de cooperación, aún siendo dos países distintos, aunque vivan de espaldas el uno respecto del otro, lo cual es un error.

Habría que ir haciendo incorporaciones en Europa, no solo respetando la personalidad de cada país, lo que puede desembocar en el nacionalismo, y después en regionalismo separatista. Lo que puede llevar al caos, que es hacia lo que estamos avanzando. Con una mano se está haciendo una Europa unida y con otra mano se está volviendo a los Reinos de Taifas.

Lo único que hay que hacer es respetar la realidad, que tiene toda una serie de estructuras, que son envolventes, que están unas dentro de otras, que tienen afinidades, dentro de las cuales hay diferencias; personalidades irreductibles, pero dentro de un supuesto común. Las dos grandes organizaciones de Europa son consecuencia de la división del Imperio Romano, en sus dos formas.

Mientras no se haga esa estructuración de Europa, no se puede crear nada fecundo. Además hay que tener en cuenta el predominio de lo ruso sobre lo griego, por ejemplo. Aunque no ha habido nada parecido a lo que ocurre con el latín, al convertirse en la lengua de cultura de toda la Europa Occidental. Los países eslavos no hablan lenguas helénicas.

La estructura de Europa es una pluralidad que no es una mera pluralidad numérica, no es amorfa. Está organizada en estratos. Quisiera que este curso les hiciera tomar conciencia de la profunda diversidad y de la estructura real de Europa.



 X.           Bizancio y el mundo eslavo


El Imperio Bizantino es la continuación del Imperio Romano de Oriente. Por cierto, los bizantinos se seguían llamando a sí mismos como "romanos". La prolongación del Imperio Romano de Oriente, a partir del emperador Diocleciano se prolonga más de un milenio. Esto es un dato que hay que tener en cuenta y que compensa ciertas limitaciones que, evidentemente, tuvo Bizancio.

El Imperio de Occidente queda fragmentado, fragmentación que suele pasar por alto, se convierte en una multitud de formas sociales y políticas, muy cambiantes e inestables. Esto era cierto excepto en la España visigoda, que era grande en comparación con las diversas fracciones del Imperio de Occidente. Tenía una extensión que coincidía casi en su totalidad con la Península Ibérica. La única unidad comparable a esa España visigoda era el Imperio Bizantino, que conserva la unidad política, con múltiples conflictos y con con la pervivencia de una larguísima lista de emperadores de diversas dinastías. Todo esto dura más de un milenio, hasta 1453, con la toma de Constantinopla por los turcos. Mil años después de la aparición del Imperio Romano de Oriente.

Se produce una continuidad de mil años, una continuidad, si quieren ustedes, bastante discontínua. Hubo grandes vicisitudes políticas, como cuando intervinieron las cruzadas. Pero aún así se produce una continuidad, por lo pronto lingüística. Se conserva el griego, aunque va modificándose, hay un gran desarrollo artístico y cultural, como en la arquitectura, la escultura, la pintura. Se conserva la teología griega, tan importante como la latina, acaso originariamente más. Pero a pesar de las debilidades, cuando algo dura mil años o más, es algo decisivo. Ya lo señalaba Aristóteles, que señalaba la validez del tiempo: cuando algo dura, lo es por un razón poderosa.

En el Imperio de Occidente hay una enorme presión de lo pueblos bárbaros, no romanizados, y esta presión fue primariamente germánica. Los elementos no germánicos, como los eslavos o los mongoles, pasaron por el tamiz germánico. En cambio en el Imperio de Oriente la cosa es distinta. Las presiones y las penetraciones eran primariamente eslavas, aunque decir eslavo no quiere decir mucho, pues estamos hablando de muchos pueblos, con una lengua de raíz eslava. Algunos de estos pueblos eslavos tuvieron en su origen mucha importancia, como es el caso de lo búlgaros, juntamente con los serbios, elementos muy importantes en su tiempo, con presiones diversas y penetetración en el Imperio Bizantino, aunque posteriormente no tuvieron tanta influencia.

El Cisma de Oriente, fue decisivo en la formación de Bizancio, el cisma de Miguel Celulario, por una discrepancia teológica mínima, pero que envolvía un problema de jurisdicción, de prestigio. Los bizantinos no se sentían cómodos con la dependencia de Roma, el patriarca de Constantinopla tenía una pretensión de mando que termina de producir un cisma, con la nueva Iglesia, que se llamará Ortodoxa. Esto tiene una consecuencia: se produce una separación, y la comunicación entre el Oriente y el Occidente, entre el mundo latino y el mundo helenístico de Bizancio es menor, mucho menor. Lo cual tiene muchas consecuencias, de todo tipo: políticas, la presión no siempre bien venida de las cruzadas. Cierta indiferencia de los latinos a lo que pase en Bizancio. Amenazas sobre Bizancio que no provocan ninguna ayuda por parte de los países de Occidente.

Cuando se desmorona el Imperio Bizantino, con la caída de Constantinopla, en 1453, esto tampoco fue una cosa demasiado sensacional para Occidente, que fue tomada con una cierta indiferencia. Estas diferencias se van a prolongar, y han perdurado. Hay como una especie de escisión en Europa, superada en algunos sentidos, pero no en otros.

Lo decisivo en el Imperio Bizantino va a ser la vinculación con lo eslavo. Lo eslavo es una pluralidad de pueblos, cristianizados más tarde, incluso, que los germánicos. Además reciben el influjo bizantino en varias formas. Algunos conservan el alfabeto latino, permaneciendo así más cerca del mundo occidental, como es el caso de Polonia, por ejemplo, o con Croacia. Rusia y Serbia mantienen el alfabeto cirílico. En la antigua Yugoeslavia se conservaban los dos alfabetos, y siguen existiendo en esos pequeños países, en perpetua gresca.

Lo ocurre, sobre todo, es que la gran fuerza eslava, la que va a condicionar el destino de esa parte oriental de Europa, va a ser Rusia. Cuando hablamos de Rusia tenemos ideas, en general un poco vagas, porque, por lo pronto son ideas recientes. La palabra Rusia no se ha usado apenas en los últimos tiempos, siempre se usaba la expresión de Unión Soviética. Incluso había gente que hablaba de Pushkin como un escritor "soviético", lo cual es una locura. Pues los escritores de su tiempo eran rusos.

Ahora, desde hace muy pocos años, se ha vuelto a la realidad de Rusia, se habla de "lo ruso", que es mucho más interesante que la expresión de "soviético", que englobaba a lo ruso y lo no ruso, como se está viendo actualmente.

Rusia comienza por ser muy pequeña, por ser el territorio del gran ducado de Moscovia, que se va dilatando, va adquiriendo zonas de influencia mayores, y acaba por convertirse en una gran potencia, pero muy tarde. En tiempo de Iván el Terrible, que es coetáneo de Felipe II. Ahí ya es un gran país, muy complejo, con muchas diferencias internas. Desde ese momento empieza la influencia rusa, con un origen bizantino. Pero es el ruso la lengua que se va a difundir por otros territorios, asociada a la religión ortodoxa, que sigue teniendo su centro, su cabeza en Bizancio, pero durante la edad moderna el centro gravitatorio de la iglesia ortodoxa va a trasladarse a Moscú.

Desde finales del siglo XVI se produce una tremenda expansión de Rusia, que ha sido la mayor potencia colonial del mundo. Lo curioso es que desde allí se ha urdido toda la campaña anticolonialista, y se ha condenado el colonialismo, coincidiendo con la expansión colonial incomparable de Rusia. Lo que pasa es que su colonización ha sido en continuidad territorial, no con un océano por medio. Esta es la diferencia.

Ese pequeño gran ducado de Moscovia extenderá sus límites hasta Vladivostok, hasta el Pacífico, y aunque durante poco tiempo llegó a América. No olviden que Alaska fue rusa, y los americanos tuvieron la buena idea de comprarla, lo que quizá nos ha evitado algunos dolores de cabeza, en muchos sentidos.

Ese colonialismo se ve mucho mejor después de la caída de la Unión Soviética. Se empieza a ver a la gente artirrusa, como ocurre con estos países que nos están presentando todos los días, como por ejemplo pasa con Chechenia, de la cual se habla todos los días, pero que a mí me la han presentado hace un año o dos. Confieso mi ignorancia, no sabía nada absolutamente sobre Chechenia, y creo que no estoy solo en esta ignorancia.

Hay una serie de países procedentes de la antigua Unión Soviética que son musulmanes, nada que ver étnicamente con los rusos, ni religiosamente, ni lingüísticamente. En la unión Soviética había unas ciento sesenta lenguas oficiales, lo que pasa es que se mandaba en ruso. También había muchas autonomías, pero con un Partido Comunista y un Comité Central. Ahora vemos que eso no se apoyaba en una realidad social o cultural, sino que era una imposición política.

Esa inmensa extensión, que si no recuerdo mal era veintiún millones de kilómetros cuadrados. Piensen que Europa, incluida la Rusia europea es como diez millones de kilómetros cuadrados. Los Estados Unidos, el Canadá o Brasil no llegan a diez millones de kilómetros cuadrados.

Esta realidad del imperio ruso empieza a cuajar desde fines del siglo XVI, y hay un momento en que la porción no europea de Rusia, al este de los Urales, es mayor que la porción europea. Entonces se empieza a hablar, de lo que cuando era niño se distinguía, como Rusia europea y Rusia asiática. Esto significa un intento más o menos logrado de rusificación de Asia, con diversos grados de intensidad.

Ese intento se rusificación, tanto religiosa como lingüística o cultural se consigue en diversos grados. La literatura rusa es muy tardía, a partir del siglo XIX. Desde Pushkin (1799- 1837) en adelante. Las clases superiores de Rusia hablaban alemán o francés. Todo el siglo XVIII es una época de germanización y de influencia francesa al mismo tiempo.

Desde Pedro I (1672-1725) se intenta hacer una nación europea en Rusia. Es decir, el modelo nacional y las estructuras político sociales de las naciones europeas se intentan realizar en Rusia. Entonces nos encontramos que hay una nación europea en Rusia, suponiendo que fuera una nación europea, que no lo fue nunca, y hay un enorme territorio detrás, no europeo, y no ruso, que se asoma a Europa a través de Rusia. Estas fórmulas son poco precisas, pero probablemente son verdaderas, y quizá nos ayudan a entender la situación.

Este mundo eslavo funciona en torno a Rusia. Hay una serie de etapas extrañas, como es el caso de los repartos de Polonia, en el siglo XVIII, donde Polonia es absorbida por Rusia, principalmente, en menor medida por Prusia y Austria. Polonia tenía problemas varios, incomparablemente menor y más débil que Rusia, tenía la dificultad de ser bastante llana y ser presa fácil de los países más poderosos de su entorno. Además tenía un régimen político, de una monarquía, aproximadamente electiva, que impedía la continuidad dinástica que daba fuerza a otros países. Llega un momento en el que las ambiciones de los tres países limítrofes se ponen de acuerdo en repartirse Polonia, que por cierto llenó de alegría a Voltaire, y escribió unas cartas adulatorias, muy repugnantes, a Catalina de Rusia y a Federico de Prusia.

El que reaccionó con gran nobleza y dignidad fue Carlos III de España, al que le pareció una infamia este reparto, y trató de ver si se podía arreglar. Trató de movilizar a Francia y a Inglaterra, no encontró mucho apoyo, y desde España se podía hacer bien poco... Escribí hace muchos años un artículo sobre este asunto y pensé que le podía interesar al Papa, que es polaco. Le envié el artículo, y sé que le interesó mucho. Artículo que dejaba en buen lugar a Carlos III, y por lo tanto a España, en ese momento.

Polonia era un país débil, mal organizado, pero tenía una fuerte personalidad, que no perdió, y repartida entre tres potencias, conservó su espíritu de unidad y su conciencia nacional. Tenía el factor, muy importante, de su catolicismo, frente a la Prusia luterana y la Rusia ortodoxa. Austria era sobre todo católica. Esto mantuvo cohesionada a Polonia, que tenía una lengua propia, eslava también. No volvió a haber Polonia hasta el final de la I Guerra Mundial, con límites variables, tomando territorios dudosos, que habían sido polacos o no. Se reconstituyó Polonia, después de la II Guerra Mundial, pero la Unión Soviética no quiso abandonar ciertas porciones que habían sido polacas, y Polonia fue compensada por ciertos territorios al oeste, que habían sido alemanes. Es como si a Polonia la hubieran empujado hacia el oeste. No soy competente en asuntos de límites territoriales, pero no sé hasta qué punto esos arreglos respetaron la realidad o si la realidad era lo suficientemente clara para que fuera respetable.

Por ejemplo tenemos el caso de la ciudad natal de Kant: Köenisgsberg, pertenecía a la Prusia Oriental, que se incorporó a la Unión Soviética. Estuve mucho tiempo con la gana de escribir un artículo titulado: "Immanuel Kant, ciudadano soviético", al final no lo hice. Este ejemplo es síntoma de un problema más general de las fronteras en Europa.

El mundo eslavo, en principio, depende de Bizancio, del mundo helénico, pero a última hora va a depender, más bien, de Rusia, que sido el gran centro avasallador.

En cuanto al Imperio austriaco, ha tenido muchos territorios, con un centro en Viena, ciudad germánica. Les recomendaría que vieran los mapas anteriores a la I Guerra Mundial. El Imperio austriaco tenía una zona de lengua alemana cuyo centro era Viena, pero luego estaba Hungría, formada por los magiares, que no tenían nada que ver con los germanos, su lengua es muy distinta y tiene algo que ver con el finlandés. Ese elemento magiar fue reconocido en el Imperio austriaco durante el siglo XIX, el reino de Hungría con su capital Budapest. Se consideró la doble monarquía. El emperador lo era de Austria y al mismo tiempo rey de Hungría. Pero había otro tercer elemento, muy importante también, que era el elemento eslavo, representado por los checos, sobre todo, y otra serie de pueblos, eslavos también, aparte de Serbia, que era un país muy pequeño.


A ese elemento eslavo no se le había concedido la importancia que le concedió a lo magiar, lo que creo es un error. Es posible que si a Praga se le hubiera concedido una mayor importancia, las cosas pudieran haber ido mejor. Pero además había muchos más elementos dentro del Imperio, sin contar con el elemento islámico, del cual hay mucho que hablar.

Rusia va a promover el paneslavismo, sobre todo desde comienzos del siglo XX. Esos panes suelen ser muy difíciles de digerir: panislamismo, pangermanismo, paneslavismo. Se favorecía la penetración política de elementos rusos o alemanes en otros países y se minaba la estructura de esos países, con consecuencias tan desastrosas como la prolongación de guerras. En cambio eso no ha ocurrido con los latinos, porque eso de la "unión latina". Este capítulo del pangermanismo o del paneslavismo es un tema particularmente delicado que hay que tener en cuenta.

Estoy tratando de subrayar la importancia del Imperio Bizantino, por una parte, y por otra parte de limitarla. La importancia le viene de lo siguiente: representa la continuidad del Imperio Romano y del Griego, además de su permanencia durante más de un milenio. Eso contrasta con la enorme variación que se produce en lo que fue el Imperio de Occidente.

Por otra parte ese Imperio de Oriente era una estructura débil, mal organizada en muchos momentos. El historiador Rostovtzeff (1870-1952), estudió esto admirablemente, mejor que ahora seguramente, porque los libros recientes no son comparable con los más antiguos, a los cuales hay que volver. Por ejemplo la famosa "Historia Universal" de Walter Goetz, que publicó hace muchísimos años, hace setenta años Espasa Calpe, en diez grandes volúmenes. Ahora ha sido reeditada  en forma nueva, por otros autores en la Alemania actual. He visto un par de tomos, y no le llegan ni de lejos a la calidad de los antiguos, que son antiguos, pero son mejores. Algo similar ocurre con las obras de Runciman (1903-2000)

Era Bizancio un estado débil, que se defendió mal, que sufrió penetraciones de los eslavos, y por otra parte las grandes embestidas turcas, que finalmente dieron al traste con el Imperio de Oriente. Un Imperio que había sido, en muchos sentidos, muy grande. Su desaparición fue una gran pérdida. Cuando cae Constantinopla, cuando desaparece como tal el Imperio Bizantino se produce un exilio, una especie de diáspora. Llegan unos dominadores musulmanes, de los que se temen muchas cosas.

Muchas gentes emigran y se trasladan a Occidente, especialmente gentes de clases superiores, que tenían más facilidades para marcharse, y también intelectuales: eruditos, escritores, teólogos, filósofos, eruditos; los cuales viajan llevando como tesoros manuscritos griegos. Ahora la gente viaja con cocaína o morfina, estos señores solo llevaban manuscritos griegos, así como la lengua griega, que era su lengua. Sabían griego, que se sabía muy poco en la Edad Media europea occidental. Hay una penetración y se produce un renacimiento de la  cultura clásica, que acompaña al Renacimiento propiamente dicho, realizado por humanistas, que eran propiamente latinistas, con intención de escribir en el latín culto, no en el de los autores medievales.

Esta nueva penetración del griego en Occidente da una dimensión más creadora al Renacimiento latino. Se publican mucho libros en griego, coincidiendo con la época en que se acaba de descubrir la imprenta. Se produce una rehelenización inesperada, con lo cual resulta que, en el momento en que se ha hundido el Imperio Bizantino, es cuando paradójicamente su presencia en el mundo latino es cada vez más acusada. La diferencia entre ambos imperios había hecho que la comunicación entre ellos fuera muy pequeña, y en cambio, cuando desaparece políticamente el Imperio Bizantino, cuando cae bajo el poder de los turcos, entonces es cuando empieza a penetrar en el mundo propiamente europeo.

Ahora estamos padeciendo de un modo más directo el problema de los Balcanes, que había convivido bastante mejor con el Imperio Austro- Húngaro. Aparecen los problemas que estaban encubiertos, lo mismo que ocurre en los países de la antigua Unión soviética, pero tan pronto como se ha producido la liquidación del comunismo ha habido una erupción de separatismo. No sé si esas repúblicas, por ejemplo, de las zonas caucásicas pueden ser independientes. No sé si es posible.

Como ven ustedes, siguen vigentes, siguen perpetuadas hasta nuestros días, las consecuencias de la vieja división del Imperio Romano, que fue eclipsado en su dimensión oriental por la hegemonía de Rusia.




XI.     El Islam: las irrupciones árabe y turca.


Existe una realidad indispensable para comprender Europa, que es el Islam. El Islam ha tenido, y en cierto modo, sigue teniendo, una significación de gran importancia para comprender la génesis y la realidad de Europa. Pero cuando se habla del Islam suele haber muchas confusiones y problemas complejos. Por lo pronto hay que distinguir entre lo árabe y lo turco, que afecta a diferentes épocas y tiene caracteres muy distintos, y diferencias muy pronunciadas.

Los árabes originariamente eran un pueblo pequeño, situado en la península arábiga. No sé exactamente el número de personas que formaban ses pueblo. Siempre que se habla de cifras, salvo en las fechas relativamente próximas, hay que contar con pocas personas. El mundo ha estado muy poco poblado durante toda su historia, hasta hace relativamente poco tiempo. Las poblaciones empezaron a aumentar mucho a comienzos del siglo XIX, pero no tengo idea de cuál podía ser la población del pueblo árabe o de los pueblos árabes, que eran en gran parte nómadas.

El pueblo árabe era bastante primitivo, eran idólatras, con formas religiosas muy elementales. Únicamente tenían un contacto con pueblos próximos. Habían tenido contacto con pueblos cristianos, judíos, griegos, persas, pero de una manera elemental y muy dispersa. Hubo un momento en que aparece la figura de Mahoma, figura bastante extraña, de origen modesto, se quedó huérfano muy pronto. Se casó con una viuda bastante rica, lo que le proporcionó una cierta estabilidad económica. Empieza a tener una actividad religiosa, comienza a hacer proselitismo.

Islam significa: la entrega a Dios. Es una religión con influjos judíos y cristianos, en realidad es una herejía judeo-cristiana, no es explicable más que así. Es una religión muy sencilla, muy elemental. Subraya el monoteísmo frente a la pluralidad de divinidades, que recibían culto en los pueblos árabes antes de Mahoma. Ese monoteísmo aparece de una manera polémica, porque afirma la unidad de Dios negando expresamente la Trinidad: "no hay más Dios que Alá, que no es Padre ni Hijo, ni tiene semejante". Hay un elemento polémico frente al politeísmo, frente al cristianismo por su negación de la Trinidad.

Reconoce el Islam a los grandes profetas de Antiguo Testamento, y a Jesús como profeta, pero el profeta definitivo es Mahoma, el último gran profeta que transmite la Revelación de manera completa. El Islam expresa su doctrina en el Corán, libro que se expresa en lengua árabe, pero además es el árabe su norma y su medida. Es muy problemático el que el Corán se exprese en otras lenguas. se considera que el verdadero árabe es el del Corán.

El árabe hoy es una lengua múltiple, que habla de muchas maneras. Los habitantes de los pueblos árabes no se entienden entre sí, a no ser con grandes dificultades. El árabe escrito mantiene esa unidad lingüística, ligado con el Corán. Esto no ocurre con la Escritura, ni hebrea ni cristiana. La Biblia se tradujo al griego para los judíos que estaban en la diáspora, luego se tradujo a todas las lenguas. El Nuevo Testamento, escrito en griego también se ha traducido a todas las lenguas modernas. No hay en el cristianismo ni en el judaísmo esa conexión entre la Revelación y una lengua determinada, como existe en la lengua árabe con el Corán.

El Islam también afirma la inmortalidad, los premios o castigos de ultratumba, y tiene sobre todo, esto es importante, una regulación estricta de la vida. Hay unos ritos, por ejemplo, las cinco abluciones diarias, que se pueden hacer con agua o con arena. Es algo muy sencillo, ritos que se cumplen como la peregrinación a la Meca, que es un ideal, si se puede. La vida entera está regulada: la estructura política, la moral, las costumbres. Los musulmanes integristas o fundamentalistas mantienen a rajatabla la ley coránica y la aplican a todo.

Este curso trata sobre las formas de Europa, y como Europa tiene una relación muy estrecha con el Islam, es menester de estas precisiones. Pero el problema está en lo siguiente: Mahoma, cuya vida es muy complicada, tuvo la capacidad de organizar a este pueblo árabe, de lanzarlo con un afán proselitista y conquistador, hacia el este y hacia el oeste. Los árabes eran pocos, pero convertían, a veces de grado, a veces con violencia, a los pueblos que conquistaban. Los pueblos resultantes son minoritariamente árabes, pero después étnicamente dejan de se ser árabes en su mayor parte. Eran de muy diversas razas, de orígenes distintos y de lengua distinta del árabe.

Avanzan muy rápidamente en el norte de África, desde Egipto hasta el Magreb, que había sido helenizado, romanizado y cristianizado. La gran figura intelectual de los primeros siglos del cristianismo era nacido en el Norte de África, en Hipona, cerca de Cartago. Las poblaciones del Norte de África eran en su mayoría beréberes, que no sabían árabe, no eran musulmanes, en su mayor parte cristianos. Son convertidos, de grado o por fuerza, según los lugares o las situaciones, y se transforman en el grueso de las fuerzas que van a conquistar España, dirigidos por una minoría árabe. Las tropas de Tarik y Muza son árabes dirigiendo a los bereberes en la conquista de España.

Lo mismo ocurrirá en la islamización hacia el Oriente, que llega hasta el Extremo Oriente. También sucede algo parecido ocurre en el África negra, con grupos musulmanes de raza negra. La realidad social de los pueblos islamizados es muy distinta de los árabes originarios. Los árabes son el fermento de todo eso, son los que llevan la lengua y propagan la religión islámica. En el Magreb y en España sus primeros pobladores son árabes dirigiendo a los bereberes, como ocurre en los primeros momentos con el Califato de Córdoba, con  la dinastía de los Omeyas, pero luego el Califato cae. Siguen las invasiones de los Almorávides, que proceden de África, seguidos de los Almohades, que suponen la caída de la cultura arábigo-andaluza, sometida por estos invasores del Norte de África, durante dos ocasiones, con desigual violencia, realizada por pueblos más primitivos que los originarios musulmanes. Mucho más intolerantes, destruyen la civilización creada en contacto con la que existía en la España cristiana, la España visigoda, ocupada por los musulmanes y formando una nueva forma de vida.

Esto que ocurrió en España ocurre en todas partes. El Islam en contacto con los pueblos que conquista o con los vecinos de estos pueblos, crea formas de vida, formas políticas, formas de cultura, que tienen un fermento árabe, pero que lo son relativamente. Se mueven sobre cosas que son mucho más antiguas: cuando se habla de Andalucía y de lo árabe, existe esa huella, pero la mayor parte de las cosas que se consideran árabes son mil años más antiguas. Son romanas o son prerromanas, son fenicias o de los pueblos de Tharsis. Antes de que hubiera árabes en España había una cultura floreciente que influyó en las formas posteriores. Algunas realidades históricas son árabes pero otras no lo son. Es por tanto un tema complejísimo.

Europa fue rodeada por el Islam, tanto en el Norte de África como en el Oriente, salvo una penetración en España, que se realizó muy pronto. Lo mismo ocurrió en Sicilia y algunas partes de la Italia continental, algo penetran en Francia, pero son derrotados muy pronto en la batalla de Poitiers. En España se estabiliza la situación y muy pronto empieza el afán de reconquista, en una línea discontínua al norte de la Península Ibérica, sobre todo desde Asturias. Es donde todavía viven poblaciones cristianas fuera del dominio islámico. Esta invasión se consideró como inaceptable ,es lo más interesante.

Los musulmanes dominan rápidamente la casi totalidad de la península, en tres o cuatro años. Salvo en unas pequeñas zonas en el Norte, desde Asturias, parte de Galicia y las zonas pirenaícas, hasta el Mediterráneo. La mayor parte del territorio queda bajo el dominio musulmán. España va a ser Al-Andalus, la España cristiana es un resto, pero esos cristianos no aceptan, en absoluto, esta situación, lo consideran como un contratiempo pasajero. Hay textos de ciento cincuenta, doscientos años después de la invasión, en que se habla de esta manera. La expresión que circuló, la que se empleó fue: "la pérdida de España". España se perdió, recuerden los versos furibundos de fray Luis de León: "furibundo Marte, cinco luces las haces desordena, igual a cada parte, el sexto ¡ay! te condena a Bárbara cadena": la lucha se decanta al sexto día, y comienza la "pérdida de España".

Entonces se va a vivir España como "la España perdida", fenómeno enormemente interesante, que no ocurrió en el resto de los países dominados por los árabes. En el Norte de África no sucedió, pesar de ser un territorio helenizado, romanizado y cristianizado como España. Pero ya no es así, no fue así y lo sigue siendo: la lengua dominante es el árabe, la religión es el Islam, siguen siendo países orientales. En cambio los cristianos de España no lo aceptan. Es la "España perdida"; entonces se trata de reconquistar esa España perdida, que por no existir como tal no tiene realidad inmediata, se convierte en un ideal. Se trata de reconstruir la monarquía visigoda, monarquía con su centro en Toledo. El reino de León es el que mantuvo más fidelidad a esa memoria de reconstrucción de la monarquía visigoda.

Si miramos esta situación desde el punto de vista social: eran muy pocos los invasores, era un ejército, no era ni siquiera una migración. Los bárbaros hacen migraciones, son guerreros con mujeres y niños. Esto no pasaba con los musulmanes que invadieron España, era solo un ejército. Hay estudios bastante precisos, aún desconfiando de las cifras, se trataba de entre treinta mil y cincuenta mil hombres. La población de Al-Ándalus era la de siempre, la de la España visigoda. La población de la España visigoda es sumamente parecida a la población de la España musulmana. Poco a poco va entrando la forma de vida árabe, pero lo que se habla principalmente es el latín transformado con el tiempo, lo que dará lugar a las diversas lenguas y a los romances. Incluso los mozárabes, cristianos dentro de la España musulmana, continuarán con el latín. La minoría musulmana es pequeña, domina la situación pese a ello.

Luego habrá más elementos, porque los almorávides y luego los almohades mandan oleadas, no de árabes, más bien bereberes, y representan una invasión, sociológicamente mayor que la inicial, la del año 711.

Hay una consecuencia, que es capital: el mundo había estado, hasta el siglo VII, centrado en el Mediterráneo, que era la gran vía de comunicación. Pero la invasión musulmana, que domina toda la rivera sur del Mediterráneo, hace que éste deje de ser el Mare Nostrum, y pase a ser al mar ajeno, el mar intransitable, que no se puede navegar. Durante siglos se producen los ataques musulmanes a todas las ciudades ribereñas cristianas del norte.

Se produce una convivencia, en general polémica, entre la Cristiandad y el Islam. La Edad Media no se entiende más que con este esquema. Por un lado la Cristiandad y por otro el Islam. Con admiración mutua, con luchas, con guerras, como las Cruzadas, que han tenido tanta importancia. En España esto es un poco distinto, porque era una convivencia dentro del territorio de la península, era cuerpo a cuerpo, no a cierta distancia o esporádicamente, era permanente y muy próxima. Pero lo que pasa en España no es distinto de lo que pasa en el resto de Europa, lo que pasa es que es más cerca, es una forma particular de una fenómeno más general, pero acentuada, es el diálogo polémico entre la Cristiandad y el Islam.

Las formas culturales proceden, en gran parte, de préstamos, de los países dominados o de los países vecinos. El pensamiento griego influye en la parte de Persia, en la parte oriental. La cultura grecorromana influye en el Norte de África, y en España. Hay préstamos de los países islámicos que se hacen en los países cristianos. Muchos textos de los filósofos griegos se conocen en Occidente a través de los árabes. La Escuela de Traductores de Toledo, en la cual hay cristianos, judíos y árabes, muchas veces traducen los textos griegos al romance, y del romance al latín, y del latín pasan a la totalidad de Europa.

Santo Tomás, el gran aristotélico, el que incorpora el aristotelismo al pensamiento filosófico y teológico cristiano, no sabía griego. Lee la traducción latina de Guillermo de Moerbeke. Hay toda una serie de sistemas de traducción que pasan, muchos de ellos, a través del romance. Estos traductores sabían una lengua u otra. A lo mejor sabían castellano pero no sabían latín. Hay, por tanto un sistema de influencias mutuas, pacíficas o no pacíficas, con admiración, con entusiasmo o con odio, incluso con hostilidad. Es algo intrincado, pero no se puede se puede entender nada si no se tiene en cuenta ese factor de la influencia mutua entre los cristianos y los musulmanes en la Edad Media.

Por otra parte, los que llamamos árabes, y los integrantes de esa cultura, resulta que muchos de ellos no eran árabes. Eran habitantes de los países dominados; y muchos de ellos eran cristianos, otros cristianos conversos o "renegados". El papel de los "renegados" es inmenso. Lo mismo que les invitaba a buscar el número de los romanos ilustres que murieron asesinados en la época del Imperio Romano, si buscan una lista de las grandes figuras árabes, de la cultura árabe, de la política árabe o de los ejércitos, verán que procedían en un número muy grande eran "renegados", reales o ficticios. Sería muy interesante estudiar el fenómeno islámico en estas dimensiones.

Además los árabes han tenido una serie de luchas internas. Todavía sigue habiendo una diferencia entre los sunníes y los chiíes, que se están matando entre ellos a estas alturas y con gran ferocidad. Con el paso del tiempo el Califato de Oriente decae y el Califato de Córdoba también, y esa gran realidad que se había organizado, con un Al-Ándalus prácticamente unido, desaparece y se producen los Reinos de Taifas. El Califato de Córdoba se divide en pequeños reinos que van luchando entre sí y con los cristianos, llevando las de perder.

En España se produce un proceso de incorporaciones sucesivas, las pequeñas unidades que se van reconquistando, realizan una progresiva incorporación entre ellas, que no es una anexión: dos unidades se unen para formar una tercera a ambas, que las engloba y las conserva dentro de esa nueva unidad. La historia de la España medieval es la de una serie de incorporaciones: Asturias y Galicia, luego Asturias y León, más tarde León y Castilla, Castilla la Nueva incorporada a lo anterior después de la conquista de Toledo, que luego incorporará a Andalucía o Castilla Novísima. Lo mismo ocurre en el este de España, con Navarra, las tres pequeñas unidades vascas, que no tuvieron nunca unida entre sí, que se incorporan al reino de Castilla, en el siglo XIV. Por otra parte está el pequeño reino de Aragón, la serie de condados que se agrupan en el condado de Barcelona o principado de Cataluña, que e unen para formar la corona de Aragón, después se conquista Valencia, más tarde Mallorca, etc.

Se va produciendo toda esta serie de incorporaciones, que son la reconquista de la "España perdida". Lo que se reconquista es España, no se conquistan los condados, los reinados o los principados, que no existían: ellos son los resultados de la reconquista. Mientras en la España cristiana hay una serie de incorporaciones, la unidad primaria de Al-Ándalus, con el Califato, se convierte en la desmembración de los reinos de Taifas. El resultado fue la Reconquista del bando cristiano, que terminará con la toma de Granada, en 1492.

Los dos grandes reinos, resultado de las dos series de incorporaciones: Castilla y Aragón, hacen una última incorporación, con los Reyes Católicos, y se forma entonces la nación española, y muy poco después, en 1512, se incorpora Navarra, la última pieza. La Granada del escudo español es anterior a Navarra, como parte de España.

El ejemplo español es el ejemplo del decaimiento y la fragmentación, con muchas luchas intestinas, dentro del mundo islámico de origen árabe, promovido por los árabes. Pero luego aparece otro poder distinto, también islámico, que son los turcos. En los siglos XI y XII se consolida el poder turco, y me guardaré mucho en decir Turquía, porque no existía todavía. Turcos es el nombre de varios pueblos. Pero no eran una nación propiamente dicha. Ahora se llama nación a cualquier cosa, piensen en las Naciones Unidas. Habrá que ver cuántas son naciones y cuántas son otras cosas. Naciones no ha habido hasta el Renacimiento, y en Europa, casi exclusivamente.

Después de la caída del Califato aparece un nuevo poder dentro del mundo musulmán: los turcos, y me cuidaré mucho de decir Turquía, porque no existía, no era una nación. Turcos es el nombre de varios pueblos. Porque no era una nación, pues las naciones solo empezaron a existir en el Renacimiento, y en Europa, casi exclusivamente. Lo que sí existen son pueblos diversos que todavía subsisten, por ejemplo es lo que pasa con los kurdos, pueblo que existe en muchos países distintos, pero que no ha tenido existencia política independiente en ninguna ocasión.

Imaginen la cantidad de pueblos distintos que hay en la Europa centro-oriental y en el Asia. Al decir pueblos no hay que tomarlo en un sentido étnico. Porque el concepto de raza, manejado tan tristemente por el nacional-socialismo alemán, no es un concepto claro. Nosotros mismos somos de una raza, pero quién sabe cuál. Evidentemente si vamos de aquí al Sudán sí notamos un cambio de raza, pero con poca precisión.

Entiendo que raza es "biología historizada", una definición para mi uso particular, y que permite entenderse un poco, porque hay un elemento biológico, pero historizado. Es la historia la que forma las razas humanas, si no hay historia, si no hay diversidades históricas, si no hay experiencias históricas que configuran ciertas formas de vida, no se puede hablar de razas humanas. En zoología sí puede haberlas, pero en lo humano no.

Los pueblos turcos, que son varios, tienen elementos comunes. Por lo pronto no son semitas, proceden de un tronco uralo-altaico. Las lenguas habladas por los turcos no tenían nada que ver con el árabe, ni con el griego, ni con el latín o el ruso, ni con ninguna de la lenguas indoeuropeas. Tienen que ver algo con el finlandés o con el húngaro, pero muy poco. Lo que pasa es que fueron islamizados, sobre todo a partir de los años 1000 al 1100. La mayor parte de los turcos fueron islamizados, y por tanto forman parte del complejo islámico.

Los turcos empiezan a ejercer presión sobre el Imperio Bizantino, sobre los países cristianos europeos. Eran turcos selyúcidas, que tienen una influencia muy grande en los primeros tiempos de la presión turca. Pero luego van a aparecer otros turcos, cuyo principal jefe se llamaba Osmán, esos turcos se llaman osmanlíes. Luego aparecen los que van a protagonizar el mundo turco: los otomanos, que darán lugar al llamado Imperio Otomano, también denominado: "La Sublime Puerta".

Los turcos van a tomar una importancia muy superior a los árabes. Los turcos otomanos van a ser la gran potencia musulmana. No tienen nada que ver, ni lingüísticamente, ni culturalmente con los otros musulmanes, pero religiosamente sí. Igualmente se nutren de elementos nada turcos. Se forman cuerpos de ejército, como los jenízaros, que no son turcos, y elementos que son de muchos países distintos, conversos y renegados de todos los países mediterráneos o del centro de Europa y del Este. Van a ser una potencia extraordinaria, que van a mantener una unidad religiosa, que en el Islam va a ser también política. Con la máxima autoridad en el sultán de Constantinopla, que mandará en todo el Mediterráneo musulmán y será un peligro para Europa.

La ciudad de Argel se convierte en una amenaza constante para el Mediterráneo occidental, obedeciendo al sultán de Turquía.  Un peligro que no cesó hasta la toma de Argelia por los franceses, en 1830. Hasta ese momento no cesó la piratería en le Mediterráneo. Hoy el nombre de Argel suscita emociones diversas, y casi todas negativas.

Todas esas cosas que han pasado en torno al Islam, no son del todo inteligibles: 

¿Cómo se pasa, de los nómadas, a la fantástica eficacia del Islam en el mundo?

¿Cómo la religión islámica, que es tan simple, llega tan lejos?

¿Cómo es posible la capacidad de captación de los árabes?

¿Cómo es posible el surgimiento del Imperio Turco, de unos pueblos tan variados?

Los turcos han amenazado y conquistado a buena parte de Europa, sobre todo al centro-este del continente europeo. Con el Islam tenemos que habérnoslas. Europa ha de enfrentarse al problema del Islam. Al que no se le da la importancia que merece.

En Occidente no se reconoce la condición cristiana de sus naciones, contrariamente como se hace con los países islámicos, que continuamente se están firmando como tales, reclamando sus derechos en Occidente sin contrapartida en los países musulmanes respecto al derecho de los cristianos a la práctica de su religión, en sus territorios respectivos. El diálogo polémico entre la cristiandad y el Islam no existe hoy en día.




XII.              La Cristiandad o Europa





El título de esta lección está inspirado en un libro de Novalis, titulado con este mismo nombre: "La Cristiandad o Europa", publicado en 1790, en la época del primer romanticismo alemán. Novalis no se llamaba así, se llamaba Georg Philipp Friedrich von Hardenberg, y era sobre todo poeta, también novelista. Escribió este libro, más doctrinal, libro en cierto modo nostálgico, tradicional, y al mismo tiempo innovador. Novalis tenía unos ciertos deseos de una reforma religiosa en Europa, pero con la conciencia de que el cristianismo era un factor unificador de Europa. Esta es la idea central del libro.

Durante mucho tiempo: toda la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna, la Cristiandad ha coincidido con Europa. Digo la Cristiandad, y no el cristianismo, porque el cristianismo es una religión universal, por lo tanto no puede tener una adscripción a una realidad geográfica o histórica. El catolicismo por su propio nombre, quiere decir "universal". La universalidad pertenece extrictamente al cristianismo, y la vertiente católica, originaria, todavía más.

Sin embargo, si miramos la realidad, tal como ha acontecido, no se puede negar una cierta vinculación a Europa. El cristianismo nace fuera de Europa, concretamente en Judea, en un ambiente judío-hebreo, y en contacto muy próximo con el pensamiento griego. El hecho de que el Nuevo Testamento está escrito en griego, prueba esta situación. El que hubiera comunidades hebreas esparcidas por todo el Mediterráneo posibilitaba que la comunicación entre ellas estuviera en griego. La traducción del Antiguo Testamento al griego se realizó con el fin de facilitar las cosas a esas comunidades dispersas.

El cristianismo, que no es propiamente europeo, se va difundiendo, primero por la influencia del Imperio Romano y después como consecuencia de la expansión de los países originariamente romanizados. Posteriormente aparece la gran invasión islámica, que elimina el cristianismo de una enorme porción del Mundo Antiguo, que había sido cristianizada. Con lo cual el cristianismo no tiene vigencia en el Asia Menor, su origen, ni en África. Durante la Edad Media y en parte de la época moderna la cristiandad coincide con Europa.


Esa coincidencia de la cristiandad con Europa ha tenido una serie de consecuencias, algunas de ellas inquietantes, por ejemplo la tendencia a unir el cristianismo a las vigencias sociales de los cristianos. En la evangelización de otros continentes, realizada por católicos o por protestantes, había la tendencia de enseñar con el cristianismo los usos sociales de los navarros, de Palencia, de Escocia o de Bretaña o Baviera. Era difícil de separar el cristianismo de la vigencias sociales de los cristianos. Cuando llegaban los misioneros a sus territorios de misión era muy difícil que separaran lo que era cristiano de lo propio de su país o su tiempo.

Hay países en que la gente va desnuda, y los misioneros han puesto mucho empeño en que la gente se vistiera. La ropa no tiene que ver con el cristianismo, y hay toda una serie de usos sociales con los cuales han tropezado los habitantes de muchos países. Esto ha privado al cristianismo de una universalidad que le era necesaria. Hay que reconocer que es muy difícil distinguir una cosa de la otra. Hay un intento, hace ya algún tiempo, de desprender al cristianismo de sus adherencias histórico-sociales. El cristianismo no coincide con las vigencias europeas, ni tiene por qué coincidir.

Por otra parte se pide al cristianismo que tome como contenido suyo otra vigencias históricas y sociales, de los pueblos evangelizados, pero esto tampoco es el cristianismo. Esta es la tentación que se está produciendo en los últimos años, formas no europeas intentando ser aceptadas como cristianas.

Pero hay algo más: el cristianismo es para toda la humanidad, para cualquiera, sea del país que sea, y de cualquier época. Aún así el cristianismo se ha formado con conceptos griegos, con estructuras latinas, con un repertorio de ideas que ha servido para elaborar la teología y para la interpretación de la fe, que han sido generadas en Europa. Incluso el cristianismo maneja un léxico, originariamente hebreo, luego griego y latino, posteriormente en las lenguas europeas en que se ha desarrollado la teología y el pensamiento religioso europeo.

El cristianismo ha sido configurado en gran parte en Europa. El cristianismo es una religión universal, pero es histórico. A mí me ha sorprendido, desde que era niño, el que uno de los nombres más importantes del cristianismo es Poncio Pilatos, funcionario romano de tercera categoría, pero está en el Credo. Es un nombre que pronuncian todos los cristianos del planeta entero, siglos tras siglos. Me parece muy bien, no porque tuviera tanta importancia, sino porque eso da al cristianismo su inclusión en la Historia. El cristianismo aparece en un momento que se llama el Pléroma o la plenitud de los tiempos, y eso era justamente en ese momento, en esa época. La relación del cristianismo con la historia es un hecho, histórico y religioso.

El hecho de que el cristianismo se formule y se exprese, y tenga una importantísima y larga fase europea es un hecho innegable y le da una justificación. Recuerdo que en la India me decían: somos cristianos, somos católicos, pero ¿por qué tenemos que basarnos en Santo Tomás para interpretar el cristianismo?  Pensaban que había otras interpretaciones de la filosofía india que podía valer para pensar la religión cristiana. Tenían razón, es evidente, un cristiano indio no tiene por qué ser tomista, pero tampoco tiene derecho a omitirlo, a suprimirlo, porque ha sido un paso decisivo en la constitución intelectual del cristianismo, y por tanto en la constitución religiosa del mismo. Las cosas a veces son más complicadas de lo que parecen al principio.

El europeísmo ligado al cristianismo es, evidentemente, injustificado, pero la eliminación de lo europeo también sería una injusticia y un error grave. Por consiguiente, no se puede reducir la Cristiandad a Europa, nada más que en una cierta época. No olviden la enorme dilatación del cristianismo en América. América es cristiana en su conjunto, a consecuencia de Europa o el caso de las Filipinas, el único país cristiano de Asia; a consecuencia de los españoles, cristianización real y efectiva.

Por tanto ni podemos reducir al cristianismo a lo europeo ni podemos prescindir del origen europeo del mismo. A Europa le ha pasado el cristianismo, durante muchos siglos Europa ha sido un continente cristiano. No solo la vida religiosa, sino la vida íntegra de Europa ha estado condicionada, penetrada, inspirada por el cristianismo. Empezando por las lenguas, que tienen una serie palabras y términos que son de origen cristiano y que no se entienden más que si se parte de su origen cristiano. Siguiendo por la literatura, el arte y el pensamiento, y la ciencia. Es decir Europa se ha nutrido del cristianismo. Desde que ha empezado a existir Europa, hasta por lo menos el siglo XVII.

El cristianismo ha sido en gran parte obra europea, lo mismo que Europa ha estado dominada por el cristianismo durante siglos. Existe una gran vinculación entre el cristianismo y Europa, pero teniendo en cuenta que son dos cosas distintas, que no hay que confundir, porque Europa puede no ser cristiana, porque hay muchos europeos que no son cristianos.

Ha habido un esfuerzo muy activo desde el siglo XVIII, acentuado por diferentes equipos, que se han ido turnando, que han tratado de que Europa deje de ser cristiana, y en gran parte lo han conseguido. Pero eso no quita para contar con el condicionamiento cristiano de Europa.

Aunque no hubiera un solo cristiano en Europa, no se podría entender Europa sin el cristianismo. Sería absolutamente ininteligible. El cristianismo es un factor constitutivo de Europa, independientemente de lo que pudiera ocurrir a los individuos. Hay millones de Europeos que son cristianos, mejores o peores, más bien peores, pero aunque no lo fueran, esos europeos no cristianos, que han dejado de ser cristianos o que quieren dejar de ser cristianos o creen que han dejado de ser cristianos, no se entienden sin el cristianismo, porque todos llevan dentro toda una serie de estructuras mentales, sociales o morales de las que no se pueden desprender fácilmente.

En uno de mis últimos libros mostré como la mayor parte de los que eran hostiles al cristianismo, por ejemplo en cuestiones éticas, y que no admiten el carácter religioso de la moral, pero han conservado durante mucho tiempo los mismos contenidos de la moral cristiana, sólo que sin la religión, sin su fundamento religioso. Incluso hay algunas personas que alardeaban de ser más rigoristas que los creyentes, y en general lo eran.

En definitiva el cristiano es una persona que tiene fe en Dios, y es pecador y lo recuerda a todas horas, en el "Ave María": "ruega por nosotros pecadores", pero como cuenta con la posibilidad del perdón, el cristiano se permite con cierta facilidad, pecar. No es que esté bien, sabe que es pecador, es su condición, tiene propensión al pecado, cosa a la que los protestantes le dan mucha importancia, a los católicos no les preocupa, lo que les preocupa es caer en la tentación, no tenerla.

En todo caso los cristianos cuentan con la posibilidad del perdón. Pero si se quita esa esperanza en el perdón, el cumplimiento de la norma moral requiere de un rigor mayor, de una moral "laica", que solía ser más rigorista que la de los cristianos. Ahora está desaparición el rigor en la moral, lo que desemboca en una crisis profunda, que es la que estamos padeciendo. Esa especie de orgullo de mantener con rigor los principios morales sin fundamentación religiosa, la verdad es que se ha acabado bastante. Quedan restos de esa actitud, pero hay una serie de gentes que se han quedado sin principios.

Siempre me acuerdo de aquella frase de Ortega en la "Rebelión de las masas": "el gitano se fue a confesar, el cura, precavido le preguntó si sabía los Mandamientos, y el gitano le respondió: mire usté padre, yo loh iba a aprendé, pero he oído un run, run, de que loh iban a quitá". Eso, que tiene mucha gracia, es lo que está pasando en el mundo actual. La gente ha oído un run run de que van a quitar los Mandamientos, todos los Mandamientos. O se sustituyen unos mandamientos por otros, cuya justificación es bastante problemática.

Es frecuente que la gente que no cree en ningún tipo de mandamientos, tienen normas sumamente rigurosas, que no tienen una fundamentación clara, que no se justifican, pero que tienen vigor, tienen vigencia, fuerza, y a veces son mucho más imperativos que los demás.

Aquí lo que tratamos es de entender a Europa, y el ámbito europeo ha coincido con la Cristiandad durante muchos siglos. Ahora el cristianismo se ha dilatado enormemente, fuera de Europa, hay comunidades cristianas en todo el mundo. América es tan cristiana como Europa, posiblemente más, tanto la del Norte como la del Sur, en formas diferentes cada una. Luego hay comunidades cristianas, en mayor o menor cantidad, en todo el mundo. Esa identificación del cristianismo con Europa, ya no es cierta.

En Europa, hoy el cristianismo no tiene vigencia social, no se puede invocar como referente de comportamiento. Mientras se habla todo el tienpo de los países islámicos, como una realidad que está ahí, nadie habla de los países cristianos. El grado de islamismo que tienen los habitantes de esos países no se conoce. Supongo que habrá muchos grados de islamización, según en qué países y sociedades, pero eso no se sabe. En todo caso los países funcionan como islámicos, y actúan como tales. Esto es lo que falta radicalmente en Europa, donde no se habla de países cristianos.

El problema es qué hace Europa con ese ingrediente cristiano, que ha sido constitutivo, incluso coincidente con su realidad. Entonces surge la cuestión de qué hacer con ese ingrediente europeo tan importante: ¿lo considera propio, lo administra, lo conserva, lo potencia, lo depura, lo abandona, lo rechaza? No hay claridad sobre ello. En el plano de lo institucional o político, no hay ninguna referencia. La Unión Europea no tiene ni una sola referencia al cristianismo.

Se están declarando monumentos "Patrimonio de la Humanidad" y nada menos que lo que ha sido su identidad, y la totalidad de su configuración durante muchos siglos, ni aparece. Hay una actitud, más bien de inhibición o de olvido, de apartar la vista de ese hecho que ha sido constitutivo de la realidad europea. No se puede entender nada europeo si eliminamos el cristianismo, desde el lenguaje, a las catedrales, a la literatura,o a la historia, la filosofía o la teología, o todo lo que ustedes quieran.

Los errores o las luchas de que han formado parte las diversas porciones de Europa, tampoco se entienden sin el cristianismo, porque muchas luchas han sido religiosas o de pretexto religioso. Frecuentemente han sido antirreligiosas, pero con un pretexto religioso.

Se ha dicho muchas veces que la Edad Moderna pierde la vigencia del cristianismo, que era una cosa medieval, pero los hombres se han matado por motivos religiosos en la Edad Moderna, más que nunca. Empezaron con la luchas de la Reforma y la Contrarreforma, por ejemplo en Inglaterra o en Alemania con el conflicto de los aldeanos, contra Lutero y los príncipes alemanes o la lucha entre católicos y hugonotes en Francia, durante todo el siglo XVI. Luego la "Guerra de los Treinta Años", que originariamente empezó como una lucha entre católicos y protestantes.

Los europeos de la Edad Moderna han tomado con tal apasionamiento la religión, que se han estado matando mutuamente, en nombre de ella, más que nunca en la historia, porque en la Edad Media había un consenso general y la vigencia general del cristianismo, incluso porque los cismas que se producen no tienen el carácter de virulencia de los de la Edad Moderna. Esa virulencia no es por menor interés religioso, sino por la exacerbación de ese interés.

Entonces cómo se puede explicar que Europa ni se considere cristiana, ni reivindique su herencia cristiana, su condición histórica cristiana durante muchos siglos, ni la rehúye o la rechace tampoco, más bien aparta la mirada. Este es un problema que me ha inquietado mucho, y que no lo veo muy claro. Creo que la explicación, que hasta ahora veo, es que ha habido grupos de equipos que se han ido turnando, y se han ido sucediendo a lo largo de la historia, minoritarios, pero muy activos, que han estado preocupados de poner entre paréntesis o eliminar, si era posible; en todo caso dejar en fuera de juego esa vinculación europea al cristianismo.

Esa pretensión comienza en el siglo XVIII, con pequeños chispazos anteriores, sin vigencia ninguna. Yo traduje hace tiempo un libro, que es encantador y muy claro: "La crisis de la conciencia europea", de Paul Hazard, libro que se escribió en el año 1935, que estudia la vida europea entre 1680 y 1715. En esas fechas sitúa Hazard en comienzo del proceso de desvinculación con el cristianismo, lo estudia admirablemente bien, y en toda Europa. Es evidente que aparecen unos cuantos equipos, unos cuantos grupos, que pasan las fronteras, y pasan de un lado al otro, que se dedican a dejar fuera de juego la dimensión cristiana de Europa.

Esta desviación del cristianismo va desarrollándose a lo largo del siglo XVIII, sobre todo por la llamada Ilustración y la Enciclopedia como su instrumento principal. Hace poco mostré en un artículo un pasaje sobrecogedor de Leibniz, escrito hacia 1704 o 1705, en el que preveía, con una clarividencia asombrosa la gran revolución que se estaba gestando, a comienzos del siglo XVIII. Hasta 1789 no fue una realidad esa Revolución, pero Leibniz lo vio claro, además previó las consecuencias de una manera asombrosa.

Novalis es un romántico, y el Romanticismo, por razones no propiamente religiosas, más bien por razones estéticas, sobre todo por el esplendor del culto católico, que atrajo a muchos alemanes protestantes. Hay una especie de nostalgia de los que ya no es plenamente verdad. Hubo entonces un intento de recuperar la relación entre el cristianismo y Europa, pero la Revolución Francesa siguió actuando con sus principios, luego con el marxismo. Una serie de equipos, políticos o intelectuales, que se van turnando para eliminar el cristianismo de la vida pública. Procurando eliminar la dimensión religiosa del hombre, que es incluso más eficaz que la negación de la religión.

Nos encontramos con que en Europa tiene dos dimensiones distintas, su dimensión pública, que no es cristiana. Se ha hecho cuestión de honor el que los estados no sean confesionales, pero eso ha querido decir que se elimina de la vida pública la vida religiosa, falta la vigencia del cristianismo, al mismo tiempo que la realidad cristiana está presente en las personas, aunque solo en una parte. Los europeos, a última hora, no saben a qué carta quedarse.

Hay una especie de vacilación, una especie de ambigüedad, en la que ni se afirma ni se niega ni se posee ni se renuncia. Esta es la situación, que es muy extraña, y es nueva. Si ustedes comparan con la situación de América, del Norte y del Sur, la situación es menos ambigua. En los Estados Unidos, a pesar de las muchas "denominations", hay pequeñas diferencias, que se parecen a las diversas devociones que se ven dentro del catolicismo: predilección por los franciscanos o por los jesuítas. En América del Sur hay una religiosidad popular de enorme fuerza, atenuada en las clases superiores.

Esa situación de vacilación o ambigüedad es una de las dificultades de Europa para ser ella misma. El europeo, que está instalado en muchas cosas, en general en cosas un poco inerciales: económicas, administrativas, políticas. Cuando llega a hacer el balance general de su vida, que es lo importante ¿cómo se siente, qué se considera, qué cree que se puede esperar, qué espera de hecho? Veo una ambigüedad de Europa muy lejana del título de Novalis.




XIII.  La organización de Europa: las naciones.

El concepto de nación es muy complejo, se usaba en la Edad Media en el sentido de nacer, el lugar en que se había nacido: por ejemplo la universidad de París, la Sorbona dividía a sus alumnos en cuatro naciones, pero que no tenían nada que ver con el concepto actual. Se dice, a veces, la expresión: "es tonto de nación", expresión que indica que es tonto de nacimiento.

El sentido de nación es el que ha adquirido en los últimos siglos, en el sentido histórico y social, de organización social y política también. Esto aparece en el Renacimiento, no antes, ni fuera de Europa. La nación es una creación europea, siempre teniendo en cuenta que Europa es previa a las naciones, que son naciones de Europa. Empleé hace tiempo la expresión "sociedad de implantación", es decir las naciones están implantadas en Europa, hechas de Europa.

En la antigüedad no había naciones, las ciudades griegas no lo eran, ni Roma ni su Imperio, ni el Califato, ni las demás realidades histórico-sociales. Ni en la Edad Media ha habido naciones. Fuera de Europa el concepto se aplica, con alguna inexactitud, a las consecuencias de Europa: se habla de naciones americanas. Se utiliza mucho en esos países la terminología "nacional", a todas horas, de un modo un poco impropio, aunque los modelos proceden de Europa, sobre todo de España, pero es distinto. Una cosa que falta en la América hispánica es la noción de extranjería: las naciones europeas son extranjeras unas respecto de las otras. Las fronteras son el lugar donde las naciones se encuentran, hay una comunicación entre las naciones por sus fronteras.

Ahora el término nación se aplica a todo. Se usa el término Naciones Unidas, pero algunas son naciones y otras son cosas muy diferentes. La Unión Soviética no era una nación, aunque estuviera formada realidades nacionales, y otras cosas, muy variadas. Por eso conviene atenerse al concepto de nación que apareció en el Renacimiento, muy concretamente en el siglo XV. La primera nación es España, y Portugal simultáneamente. La península ibérica fue la avanzada en la formación de las naciones de Europa, antes existían multitud de unidades sociales y políticas: reinos, principados, condados, ciudades libres, y una organización superior a todas, pero más bien nominal, que era el Imperio, no era una unidad histórico-social efectiva, sino que el Emperador tenía como una jerarquía superior a los reyes, pero era más bien un caso de poder espiritual, como era en otro orden el Pontificado.

En los últimos decenios del siglo XV se organiza la nación española, de una manera distinta de otras. No por ningún tipo de violencia o de lucha, sino que se organiza por la culminación de ese proceso característico de formación de unidades históricas fecundas, que es la incorporación. La incorporación consiste, lo contrario de la anexión, pues esta es la absorción de una sociedad mayor o más fuerte, que conquista o absorbe otra menor o más débil, que desaparece como tal y queda incluida en el seno de la mayor o más importante. Hay un ejemplo reciente en Europa, que es la anexión de Austria por la Alemania nacionalsocialista, y desapareció como tal Austria. Se habló de la gran Alemania.

En cambio la incorporación es la manera fecunda de formar sociedades nuevas, consiste en que dos o más unidades sociales se unen para formar una unidad superior, distinta de las dos partes constituyentes, y superior a ellas, que las engloba, conservando esas partes su personalidad social, y por tanto no desaparecen como tales, sino que persisten, siguen existiendo.

España es el fruto de toda una serie de incorporaciones, empezando por Asturias, continuando con Galicia, luego León, más tarde León y Castilla, Castilla la Nueva, Castilla Novísima o Andalucía. Luego en el este de España hay un proceso análogo. El pequeño reino de Aragón se une mediante matrimonio con los condados catalanes, unidos en el de Barcelona o principado de Cataluña, después se conquistará Valencia, más tarde Mallorca. Posteriormente Navarra, que se incorpora muy tarde. Las tres provincias vascas, que eran distintas se incorporan a Castilla en el siglo XIV. Y finalmente hay la gran incorporación de los Reyes Católicos, por matrimonio también, con lo cual se unen los reinos de Castilla y Aragón, pera formar España. Continúan siendo Castilla y Aragón, los reyes reinan en los dos reinos, que continúan, con una serie de particularidades, con sus leyes propias. Forman parte de esa nueva realidad, que es una nación, pero subsistiendo los dos reinos originarios, frutos a su vez de una larga serie de incorporaciones.

Una ve unidos Castilla y Aragón, termina la Reconquista, se conquista el Reino de Granada, con lo que queda superada lo que se llamó la "pérdida de España". Más tarde, en 1512, se incorpora Navarra. Los territorios insulares, Baleares y Canarias, ya se habían incorporado hace años a Castilla y Aragón. Portugal, de manera simultánea, adquiere su nacionalidad, después de su independencia, y se desentiende de Castilla, mirando hacia el mar, con una relación que va a ser permanente a lo largo de los siglos, con Inglaterra.

Esta condición nacional es la clave de la fabulosa eficacia que poseen las dos naciones peninsulares, a fines del siglo XV y durante todo el siglo XVI. Con su formidable expansión por todo el mundo. Son las dos primeras naciones que se constituyen como tales. El impulso nacionalizador existe en otros lugares también, sobre todo en Francia y en Inglaterra, pero es posterior.

Cuando hablamos de Francia, nos estamos refiriendo a un territorio pequeño: le Royaume de France, originariamente la isla de Francia: Île de France, parte relativamente pequeña de lo que hoy es Francia. A veces se olvida que Francia estuvo dominada en gran parte por Inglaterra durante la Edad Media. La Guerra de los Cien Años es la historia de la lucha de franceses e ingleses. El dominio de los reyes de Francia era entonces bastante reducido. Existían territorios como Borgoña que estuvo a punto de ser la nación principal del territorio francés, y durante mucho tiempo era el equivalente de Francia. Tenía un poder muy parecido y una extensión muy grande. Además estaba Provenza, Aquitania, Bretaña, Normandía, territorios que no dominaba el reino de Francia.

Todos estos territorios se van conquistando, no existe el fenómeno de incorporación, estos dominios desaparecen como tales al incluirse en el reino de Francia. Borgoña perderá su personalidad, que era tan importante. Existe como una comarca o una región, pero no como una unidad política. Podemos hablar de nación francesa al final del reinado de Luis XI, hacia 1585, entonces, entonces empieza a existir lo que podría llamarse nación francesa. Pero la unidad francesa no se consigue plenamente hasta Enrique IV, en los últimos años del siglo XVI, con el final del reinado de Felipe II, en España. Es mucho más tardía la nación francesa, comparada con la española o la portuguesa.

En Inglaterra ocurre algo bastante parecido. Hubo una guerra tremenda: la Guerra de las Dos Rosas, que terminó con la victoria de los Tudor contra los Lancaster, es el primer conato de nación, que es Inglaterra sola, sin Gales, Escocia o Irlanda, que se incorporan mucho más tarde y por la fuerza. Hay un conato de nación, se establece en la Islas Británicas una pequeña nación: Inglaterra, muy a comienzos del siglo XVI. 

Estas son las primeras naciones, las demás son mucho más tardías. Holanda, Suecia, con un carácter nacional desde el siglo XVII. En el resto de Europa persisten las estructuras más o menos anteriores. Existe el Imperio, el Sacro Imperio Romano-Germánico, que es más bien una dignidad, un título de prestigio, pero sin un poder real.

Por otra parte se habla de la nación alemana o de la nación italiana, pero sin un sentido político, ni de gobierno, ni como un estado. Los pueblos de cultura y lengua alemana se consideran la nación alemana, `pero estaba fragmentada en muchos territorios sin ligazón política. Ocurre lo mismo con Italia, que tiene una tradición italiana, un recuerdo de Roma, con una lengua culta: el toscano, pero la gente sigue hablando una multitud de dialectos que se unifican cuando se escribe o se habla de manera cultivada. Uno de los mejores escritores del Renacimiento, el cardenal Pietro Bembo que escribió una obra muy importante sobre la llengua vulgar, a pesar de ser de Venecia adoptó el toscano para expresarse como lengua literaria. Muchas formas dialectales no se escriben pero todavía se siguen hablando.

Hay una conciencia de Italia, una conciencia de Alemania, pero es una consideración histórica, cultural, en alguna medida lingüística, como es el caso de la fijación de la lengua alemana por Lutero, al usar el alemán del norte o alto alemán para traducir la Biblia, pero esto no tenía plasmación en la institución política, era más bien una adhesión a ciertas formas culturales. Hubo alemanes muy eminentes que le tenían temor a la unificación política alemana, que consiguió, como Italia en 1870.

El Imperio dio lugar a la monarquía austriaca o Austria, que era un conglomerado de muchos territorios, con un centro en Viena, con una influencia muy grande, en gran medida debida a los casamientos con miembros de la familia imperial austriaca, lo que le daba una gran influencia en Europa, aunque tuvieran un escaso peso político real.

Muy a fines del siglo XVII, sobre todo en el siglo XVIII, se forma una nación en Rusia. No es que Rusia fuera una nación, pero se forma una nación desde Pedro I, una nación al estilo europeo, en Rusia, en la Rusia llamada europea, y no toda ella. Se adoptan ciertas formas políticas que reflejan, en cierto modo imitan, la estructura de las naciones europeas occidentales.

Esa forma de vida nacional aparece como referente de los demás pueblos que no son naciones y sirven como elemento de ejemplaridad.

Los rasgos capitales de la formación de las naciones y de la realidad nacional son los siguientes: la nación está muy ligada a la monarquía, a la monarquía que se llamará absoluta. Ahora se contrapone monarquía absoluta a monarquía constitucional, pero esto es una cosa de fines del siglo XVIII o del siglo XIX. La idea de que el rey tenga los poderes limitados, que no sea la autoridad suprema, sino que exista lo que se llamó "la Carta", una especie de pacto entre el rey y el pueblo, y por lo tanto una constitución que regula los poderes. Esto es ajeno al pensamiento medieval, es una cosa realmente moderna.

Lo que ocurre es que en la Edad Media hay reyes o príncipes, pero la autoridad de los mismos es bastante limitada. Son absolutos en el sentido de que no hay una constitución que limite su poder, pero el poder es muy limitado, al estar repartido entre los grandes nobles. La nobleza tiene un importancia extraordinaria, con un origen feudal en unos casos, y en otros no. En España tuvo una gran importancia la Reconquista, la lucha por recuperar el territorio español para el cristianismo, por lo que la importancia de los nobles es debido a su méritos de conquista territorial: la mayor parte de la nobleza tiene títulos toponímicos, son nombres de lugares. Eran los lugares en que tenían autoridad y propiedades, donde tenían tropas, ejércitos menores, que aún así tenían mucha fuerza.

El rey durante la Edad Media es un "primus inter pares", su poder está limitado principalmente por la nobleza, por su poder efectivo y real. Por otra parte aparece una institución de carácter más popular, que son las Cortes, importantes para la recaudación de impuestos. Pero la figura del rey absoluto, que aparece desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, en la Edad Media no existe.

La nación consiste principalmente en una relación nueva entre el rey y los ciudadanos, en detrimento, precisamente, de la nobleza, que va perdiendo poder. Esa pérdida de poder está relacionada con la dificultad de conseguir armas cada vez más costosas. Hace cincuenta años traduje la obra de Werner Sombart: "Guerra y capitalismo", que junto a "Lujo y capitalismo", analizó estos dos factores para explicar las características de la nueva época renacentista,  en la cual se mostraba esta nueva situación, en la que los reyes eran los únicos que podían acumular suficientes recursos para hacer la guerra con las nuevas armas de fuego.

Las armas de fuego eran muy caras, muy costosas, además consumían mucha munición, a su vez muy cara. Esto era casi imposible costearlo excepto para los monarcas, el ejército acabará siendo el ejército real, que llegará a ser el ejército nacional. Las mesnadas que organizaban los nobles dejaron de ser eficaces y no podían competir con los reyes, y esto no hizo más que empezar, pues ahora las armas tienen unos precios mucho mayores todavía. Comienza, a fines el siglo XV, esta carrera armamentística que no deja de crecer. 

Los reyes adquieren un poder mayor, y se apoyan en la relación con los ciudadanos, directamente, son reyes del pueblo, que ejercen un poder absoluto, principalmente respecto de la nobleza. Los Reyes Católicos, sobre todo el rey Fernando, va incorporando el título de maestre de las órdenes militares, que tenían mucho poder y eran independientes de la monarquía. Esto, de una forma o de otra, va a ocurrir en los demás países. El rey se convierte en rey absoluto en este sentido, pero tenía un poder regulado, tenía los "Consejos", el rey no hacía lo que quería, era la autoridad suprema, pero tenía que obrar de acuerdo con los "Consejos". En otros países sí ha existido el absolutismo, en el sentido de la arbitrariedad.

Un caso curioso es el de Godoy, que cuando cayó, en 1808, teniendo un poder muy grande, y en cierto modo usurpando el poder de Carlos IV, hombre moderado y poco enérgico. En ese momento sus enemigo le aplican el reproche de tener un "poder arbitrario", llaman al régimen de Godoy: "la arbitrariedad". Hay un libro, publicado hace muchos años por Hans Roger Madol, titulado: "Godoy, el primer dictador de nuestro tiempo", aunque no es muy exacto, no fue un dictador, pero ejercía un poder arbitrario, no violento ni excesivo, hacía un poco lo que quería, rompiendo la tradición de los reyes absolutos, que no hacían lo que quería, sino lo que disponían las leyes, los Consejos disponían y aprobaban. 

En Francia hubo otras cosas. Por ejemplo la frase que se atribuye  a Luis XIV: "L´État C´est moi": "El Estado soy yo", esto no lo hubiera dicho un rey español, ninguno dijo nada que se pareciera. El absolutismo hay que matizarlo, absoluto respecto de qué, respecto de que no hay una jerarquía superior, pero regulado por las leyes, por las normas, por los "Consejos" o por un grado de arbitrariedad, que existió en un grado mucho mayor en Francia o en Inglaterra, que en España.

Este rasgo del poder absoluto del rey es un rasgo característico de la nación, y la monarquía de las naciones tiene un carácter de personalización de las mismas. Las naciones están personalizadas en el rey, es curioso que esta situación sea el origen de la diplomacia. Anteriormente no había diplomacia, es pues un fenómeno de la Edad Moderna. En la Edad Media a veces se mandaba una embajada, que podía ser al gran Tamerlán o a Francia o a Inglaterra, eran enviados puntuales pero no había una diplomacia regular.

Hay un libro excelente, de hace algunos años, titulado "La diplomacia del Renacimiento" de Garrett Mattingly, que escribió un libro espléndido sobre la "Armada invencible", magnífico, y otro libro muy bueno sobre Catalina de Aragón. Escribió un libro,como he indicado antes, sobre la diplomacia moderna, primariamente la española, en ese libro muestra cómo hay una personalización de la nación, que aparece personificada en el rey. Entonces comienzan las relaciones entre las diversas naciones como tales, y al mismo tiempo empieza a producirse un fenómeno enormemente importante, que es la imagen de cada nación en las demás; cómo ve cada nación a las demás, cómo se ven las naciones reflejadas a los ojos de las demás naciones, cómo se ven los habitantes de cada nación.

Hay un dicho muy agudo de Schopenhauer: "cada nación se burla de las demás, y todas tienen razón". El hecho de que la conciencia de unas otras naciones respecto de las otras, frecuentemente falsas, satíricas, graciosas, eso influye y cada una se ve como en el espejo de las demás. Esto va formando en Europa como una asociación, una reunión de naciones, y de lo que no son naciones, porque el proceso de nacionalización no es pleno, no es completo. Hablaba por ejemplo de Borgoña, que estuvo a punto de ser una nación muy importante, piensen ustedes en Carlos "el Temerario", personajes de una importancia extraordinaria, con un boato y una etiqueta extraordinarios; la etiqueta que predominará en Europa será la etiqueta borgoñona, que tuvo una importancia muy grande en España, precisamente por el matrimonio del príncipe don Juan, heredero de los Reyes Católicos, con Margarita de Borgoña y el matrimonio de la hija de los Reyes Católicos: Juana "la Loca" con el hermano de Margarita, con Felipe "el Hermoso", vincula a España con Borgoña.

No olviden que en el estandarte real de España aparecen las aspas de San Andrés, que es el símbolo de Borgoña, y el Toisón de Oro es borgoñón. Pero todo esto desaparece, y luego no queda cuando Francia se unifica y Borgoña queda dentro de Francia, pero no se conserva nada que ver con lo que era la inmensa personalidad del Gran Ducado de Borgoña.

Hay un cambio muy importante con la aparición de las naciones, lo que provoca en Europa como una especie de desigualdad. Con territorios que son propiamente naciones: Portugal, España, Francia, Inglaterra, pronto Holanda y Suecia, luego Dinamarca y Noruega, siempre con un tamaño menor. Todo el centro europeo está enormemente fragmentado, con una dependencia pequeña del Imperio, con los príncipes electores alemanes, el reino de Bohemia, los territorios que  se incorporan, más o menos, al Imperio Austríaco, una zona nunca nacionalizada como es la zona balcánica, y lo sigue siendo, en gran medida por la multiplicidad de pueblos que la componen, por la falta de incorporaciones, que se pudieron producir, pero que no se produjeron.

Sería apasionante investigar por qué una porción muy grande de Europa no se ha nacionalizado nunca, y sigue en ese estado. Pero lo decisivo es que Europa precede a las naciones, son naciones de Europa, hechas de Europa. Por eso llamo a Europa: una sociedad de implantación.

Hace muchos años, cuando escribí: "La estructura social", hablaba de las regiones como "sociedades insertivas", decía que son las sociedades parciales, a través de las cuáles el individuo se inserta en la nación. Es decir: la manera real de ser español, es ser aragonés, castellano, catalán, valenciano, vasco, gallego... La manera real de ser alemán es ser bávaro o sajón o lo que sea, también, y lo mismo diría de los demás países. Son las regiones, sociedades insertivas, que tienen un fondo tradicional, de costumbres, de formas de vida, de tradiciones.

En cambio Europa es una sociedad de implantación, las naciones están implantadas en Europa, están hechas de sustancia europea. Europa es anterior a las naciones, lo estamos viendo. Existe, de alguna forma, a partir del Imperio Romano, y claramente desde la Edad Media. Sin haber naciones, y en ella se forman las naciones, se constituyen como tales. Son nódulos de organización con esos caracteres concretos que acabo de nombrar, pero que no se forman plenamente en todas partes. Por eso no ha habido homogeneidad en Europa, aparte de que las naciones son muy diferentes, de lo que hablaremos con más detalle en otras lecciones.

Cada nación representará, ya hablaremos de esto, un modo de ser europeo, una variedad de lo europeo, variedades que en cierto modo compiten, a veces por emulación, por ejemplaridad o de un modo más o menos violento. Las naciones no son equivalentes , no son homogéneas, sino que cada una representa una variedad de lo europeo, ni toda Europa es nación. No todo el territorio europeo consiste en naciones. Se ha mantenido como un ideal, como una aspiración, esa posibilidad de ser nación, de lo que han venido muchos males a Europa.

El nacionalismo es la voluntad de nación, de lo que no es nación. Los ejemplos máximos de nacionalismo de las naciones ha sido el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán, que prendieron, precisamente, en dos naciones recientes, muy recientes, que no se constituyen como naciones hasta 1870, mientras que la Europa propiamente nacional ha existido desde mucho antes. Desde 1470 existe la nación en España y Portugal, y poco después Francia e Inglaterra. Italia y Alemania no son naciones hasta 1870, cuatrocientos años después. 

El nacionalismo prendió tan fuerte en Alemania e Italia por el carácter reciente de su condición nacional. En definitiva diremos que cuanto menos nación hay, aparece más el nacionalismo. Casi todos los "ismos" son parecidos al sufijo "itis", que significa inflamación. Creo que tengo un apéndice, y nunca me ha dado apendicitis, o inflamación del mismo. Por eso el nacionalismo es la inflamación de la condición nacional. Los "ismos" son inflamaciones históricas de algo, casi siempre es algo que descubre carencia o deficiencia de algo que nombra. Esto es muy característico de la condición de Europa, y sigue siendo actual.

Les aconsejo que vean los mapas antiguos de Europa, yo me gastaba mis escasas pesetas, en la infancia, en comprar atlas, tengo muchos, y algunos muy buenos. Es muy iluminador el ver los mapas antiguos, por ejemplo los mapas anteriores a la I Guerra Mundial. En esos mapas vemos como Europa ha sido una unidad, pero no una unión. Lo que estamos intentando realizar en estos años, no es la unidad europea, que ya existe hace muchos años, sino lo que se intenta es la unión europea, que es otra cosa muy distinta, por eso es una unión política, económica, legislativa...

La unidad existe, y está bastante en crisis, porque hay un elemento perturbador: la ignorancia mutua de las naciones, que saben muy poco unas de las otras. Si se hiciera un examen de Europa a los europeos, iba a haber una serie de suspensos enorme, porque las gentes saben muy poco de los demás países de Europa, y no mucho del propio, cosa que se nota bastante.

Las naciones significan la mayor articulación de Europa, la vertebración de Europa. Desde fines del siglo XV, y sobre todo desde finales del siglo XVI, la imagen de Europa es la de un continente compuesto de naciones, y de porciones que no llegan a serlo, pero que, en cierto modo, aspiran a serlo, a alcanzar su condición nacional. Hay una personificación, y unas relaciones, que van de una a otra nación.

Ahora se habla muchas veces de las regiones, muy difundido por los países pequeños. Por ejemplo Denis de Rougemont, hombre de mucho talento, de nacionalidad suiza, persona cultísima. Pero Suiza es un país muy pequeño, compuesto de ingredientes varios, sin una lengua común, que tiene un cierto malestar respecto de las naciones grandes. La magnitud es un factor que actúa en la realidad. No es lo mismo pertenecer al Brasil o a la Argentina, que a Nicaragua o a Honduras, no se trata de superioridad o inferioridad, sino de una magnitud mayor o menor, otro horizonte, y otra manera de proyectar.

En conjunto Europa aparece organizada, con naciones, que son de Europa. De vez en cuando se ha olvidado, pero hay una conciencia de la pertenencia a Europa, de las naciones que la componen. Las guerras en Europa han dejado como una especie de mal sabor, de mala conciencia. Se ha sospechado que las guerras en Europa eran guerras civiles. Había una muy vieja oración, que recuerdo se rezaba todavía en las iglesias cuando era pequeño, se rezaba por "la paz entre los príncipes cristianos". Esto es una herencia de la época en la que se luchaba contra el "infiel": los moros, los musulmanes, los turcos. Entonces había la norma de conservar la paz entre los príncipes cristianos, es decir, una guerra dentro de Europa, en el fondo era un ruptura de la paz entre los príncipes cristianos. La Reforma introduce una ruptura dentro de la cristiandad, pero cristianos se consideran todos, por tanto, hay algo superior al enfrentamiento entre las diversas ramas del cristianismo.

Los Papas eran italianos, porque Italia no era una nación de Europa, y por tanto podían ser neutrales respecto a los conflictos europeos, pero hoy eso no tiene sentido, pues Italia es una nación y las decisiones que pueda tomar el Papa puede ocasionar tensiones entre los países.

Se ha buscado durante mucho tiempo el equilibrio entre las naciones europeas, para evitar el conflicto entre ellas. La ignorancia de los países es enorme, respecto de sí mismos y respecto de las demás naciones. Esto se agranda si se pretende hacer una política regional, prescindiendo de las naciones como intentan hacer algunos grupos políticos. Si se elimina la estructura nacional, las regiones de Europa serían un hormiguero, agrandado  por la ignorancia.

Las naciones son insuficientes para solucionar sus problemas, por ello se realizan los esfuerzos para llegar a una unión europea, y así evitar los conflictos entre ellas. Pero Europa no se puede manejar sin las naciones, pues la realidad tiene una fuerza tremenda. La realidad humana no es amorfa, tiene una estructura histórico social que no conviene desdeñar. Hay que superarla, pero no eliminarla. Los diferentes planos de la realidad han de ser tenidos en cuenta.




XIV.      Modelos ejemplares de lo europeo.



Es una organización relativamente reciente, que data de fines del siglo XV y principios del siglo XVI. No existió nunca antes, ni siquiera fuera de Europa, luego existe algo similar, fuera de Europa, en los países de América procedentes de Europa, que han reproducido en cierta medida la estructura nacional de los países originarios, incluso usan la palabra nación más de lo justo. No estoy muy seguro de que los países americanos sean, tampoco, propiamente naciones. Falta en ellos un elemento capital, que es la relación de extranjería. Las naciones europeas son extranjeras, unas respecto de otras, las naciones, por ejemplo, de la América hispánica no son extranjeras, incluso del Brasil respecto de ellas tampoco. Las relaciones de extranjería entre los países hispánicos y los Estado Unidos también es muy diferente. Los Estados Unidos tienen una magnitud que también dificulta la idea de nación tradicional, por lo menos en su sentido originario europeo.

Lo importante es indicar que no ha habido naciones antes de 1470, que es cuando aparecen como tales España y Portugal, que fueron las adelantadas en el proceso de nacionalización. Creo que España fue, en cierto modo, el catalizador de la modernización, el fermento, que obligó, en muchos órdenes, no solo en la formación de un tipo nuevo de sociedad política, como fue la nación, sino en otros aspectos, como militarmente: los primeros ejércitos modernos fueron los tercios españoles, por el uso de las armas de fuego, muy superior a la media del resto de Europa. Lo mismo que pasó en una serie de transformaciones que ocurrieron primero en España, y más o menos, simultáneamente en Portugal, que son los dos países que realizan la inmensa expansión ultramarina, incomparablemente mayor y más antigua que los demás países europeos.

Hoy lo que quería tocar es un rasgo particular de las naciones de Europa, que es la idea de ejemplaridad. Europa precede a las naciones, antes que hubiera naciones, hay Europa. Son naciones de Europa, están hechas de Europa, realidades implantadas en Europa, que resulta ser una sociedad de implantación. Es esencial a las naciones su pluralidad, y en cierto modo su simultaneidad, y el tener como punto de partida el supuesto general europeo.

Son naciones de Europa, eso es la razón fundamental de que fuera de Europa no haya naciones, aunque ahora se llame naciones a cualquier país independiente, en la medida en que los países son independientes, que ninguno lo es del todo. Uno de los conceptos que más están en crisis es el concepto de soberanía, pues la naciones son soberanas relativamente, porque dependen unas de otras, ni siquiera las más poderosas, como los Estados Unidos o lo que era la Unión Soviética, tenían plena soberanía. Dependían de las demás en muchos sentidos.

Es visible en Europa el hecho de la Unión Europea, que limita la soberanía de cada una de las naciones que la conforman, pues todas ellas dependen del conjunto. Es el ejemplo de la soberanía compartida. Hay una legislación europea, que prolifera de una manera terrible. Los abogados segregan leyes, y les tengo miedo a la segregación de leyes europeas, que se van a sumar a las nacionales, luego las autonómicas. La red de legislación va a ser algo tremendo, y temo que pueda ser asfixiante. Le tengo miedo a las cosas que proliferan demasiado, y una de ellas es ésta.

Las naciones aparecen como una pluralidad, pero cada vez que aparece una nación surge el modelo nacional. La aparición de la nación española, de la nación portuguesa, en los últimos decenios del siglo XV, crea un efecto de inducción, en el sentido casi eléctrico de la palabra, sobre el resto de Europa. Se orienta Europa hacia la nación, va a haber una voluntad, una apetencia de constituirse como naciones, en el resto de Europa. Esto se hará con dificultades, con deficiencias y tardará mucho tiempo en consolidarse. Una nación única no tiene sentido, pues son naciones de Europa en pluralidad, y representan como variantes de lo europeo, modulaciones de lo europeo.
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Se puede ser europeo de varias maneras, y cada una de ellas aspira a una superioridad, que puede ser absoluta o puede ser parcial, en un aspecto, en uno de los flancos de la vida y no en otros, pero en todo caso es fundamental. Cada nación se presenta como una variedad de lo europeo, y aspira a ser mejor, a ser superior a las demás, a tener un carácter ejemplar.

Esto tiene dos caras, una favorable, como motor de la perfección, pero al mismo tiempo tiene un elemento de rivalidad. Se trata de ser superior a las demás naciones, mejor que las demás, lo cual engendra un pugna, una lucha, que puede ser pacífica o ser una relación de lucha, hostil, de envidia, que puede dar lugar a guerras.

En la Europa de los siglos modernos, entre los siglos XVI al XVIII, hay multitud de guerras. Se puede entender la historia de Europa como una continua serie de guerras, pero visto más de cerca no es así, pues las guerras afectaban relativamente poco a los países. Las guerras eran llevadas a cabo, hasta fines del siglo XVIII, por ejércitos o escuadras, en el caso marítimo, de poco tamaño. Se encontraban en ciertos lugares, donde se llevaban a cabo las batallas, el derrotado se apartaba, y de ello se seguía consecuencias políticas, pero la mayor parte de los países, que estaban en guerra, apenas se enteraban.

El fenómeno de la comunicación, que actualmente es tan acusado, apenas existía en esos años, donde moverse de un sitio a otro era muy difícil, entre el siglo XV y el siglo XVIII, no digamos antes. Na había medios de comunicación mecánicos, la más rápido eran los correos, que iban a caballo. La prensa escrita era muy escasa y tenía poca circulación, lo mismo que pasaba con los libros y su conocimiento. Siempre recuerdo, y cuando me enteré de ello tuve una sacudida, que una cosa tan importante como la conversión de Recadero al catolicismo, y por tanto a todos los dominadores visigodos de España, el Papa tardó en enterarse tres años.

Las guerras eran muchas, pero desperdigadas, y apenas afectaban a los países. Las escuadras se encontraban en los mares, se producían las batallas y la gente no se enteraba de ello. Por ejemplo Inglaterra y España tuvieron durante el siglo XVIII muchas guerras, por la conexión española con Francia y por ser los borbones gobernantes en los dos países.  Francia e Inglaterra estaban en conflicto casi permanente y España, aliada con Francia también estaba en el conflicto. La mayoría de  los enfrentamiento eran en el mar, y los españoles no se enteraban, lo mismo que los ingleses. Esto no afectaba a la vida de estos países, especialmente a la vida cotidiana. La idea de Europa como una guerra contínua es un error.

Hay un libro muy interesante sobre la vida cotidiana en Francia durante la Revolución Francesa, como la matanza de los carmelitas, no llegaron a conocerse por los parisienses, nada más que los que vivían en el barrio. Esto nos obliga a hacer una rectificación de la óptica habitual.

Esta voluntad de ser mejor de unas naciones respecto de otras, tenía ese aspecto negativo, que es la rivalidad, incluso hasta la guerra, pero fue el fomento de una pluralidad europea, que no desconocía el fondo común: cada nación se presentaba como algo propio, como algo peculiar, como un estilo de vida, como una norma. esto se solía reflejar en el porte, en una manera de vestir.

Si se ven cuadros de las distintas épocas se aprecia la diversa vestimenta según los países, que empieza a igualarse a partir del siglo XVIII, incluso en América. Si ven un retrato de Washington, se parece mucho a un retrato de Carlos IV, pero esto no ocurría hasta finales del siglo XVII o principios del siglo XVIII. Hay cuadros en que aparecen las dos casas reales de Francia y España, en alguna boda real, en ellos se ven dos maneras de vestir completamente distintas. Había un estilo de buenas maneras, de cortesía distinto en cada país, lo cual provocó una diferenciación entre las diversas partes de Europa. La pluralidad de Europa, en gran medida se produce por este afán de ejemplaridad, de superioridad de cada nación respecto de las demás.

Era ejemplaridad como modelo de lo europeo, no tenía un carácter excluyente ni negativo, sino que tenía el carácter de modulación de lo europeo, que era afirmado por esa diferenciación. Esto va a desaparecer en nuestra época, con los nacionalismos. Los nacionalismos no tienen eso, lo mismo que los nacionalismos de los que no son naciones. No tienen ese elemento de ejemplaridad, ni de afirmación del conjunto. No se trata de que una región pretenda ser superior a las demás, hay un carácter como de escisión, de retraimiento, que altera la cuestión de la pretensión de ejemplaridad en las diversas partes de Europa.

Ese afán de superioridad, de ejemplaridad, obligaba a esforzarse. No olviden ustedes el viejo dicho de "nobleza obliga", cada nación se sentía obligada a ajustarse a ciertas normas que pretendía afirmar como superiores, y por tanto tenían que cuidar su perfil, su figura. Ese afán de ejemplaridad ha sido un instrumento fantástico de perfección, con todos sus inconvenientes. Las realidades humanas suelen ser biseladas, tienen dos caras, por una parte son positivas, pero encierran elementos negativos.

Todo esto hace que las naciones tengan una personalidad más marcada, porque se ven en los ojos de la demás, ojos que son frecuentemente satíricos, caracterizaciones de unos países respecto de otros, que son muchas veces muy burdas, toscas y falsas, pero que existen. Cada nación forma su personalidad al verse reflejada en las demás.

Hay un factor capital, en el cual no se piensa casi nunca: la interpretación literaria de cada nación. El Renacimiento es la consolidación de las grandes literaturas nacionales. Hay géneros literarios que son la interpretación literaria de cada nación. Es el caso del teatro clásico español, ya desde el siglo XVI, pero sobre todo desde el siglo XVII, con los máximos ejemplos de Lope de Vega y Calderón. Ahí se veían los españoles, representados, idealizados, estilizados, interpretados, con una lengua determinada, con unos gestos, con unas formas de amor, de valor, propias de cada país.

Si se compara el teatro español con el teatro inglés, el teatro de la época de Isabel I, con Shakespeare como figura capital, con una serie de dramaturgos o con el teatro clásico francés Corneille, Racine, Molière. En Italia la Commedia dell´arte es más variada, luego llegarán a una comedia más nacional. Esto es fundamental para la interpretación de los países. La gente se ve retratada, de un modo idealizado, abstracto, ficticio, con registros varios. No es lo mismo la tragedia que el drama o la comedia. Tenemos una idea de Calderón generalmente asociada a sus dramas, como "La vida es sueño", o los dramas de amor y de celos, pero sus comedias son muy divertidas, desvergonzadas, ingeniosas... era el mismo Calderón, no digamos Tirso o el mismo Lope de Vega o Moreto.

Por otra parte la novela, que también refleja esa realidad literaria de las naciones, en España hay un género que comienza a mediados del siglo XVI: la primera novela picaresca es "El lazarillo de Tormes", y entre esa novela y las demás pasa medio siglo, pero como dije en un ensayo de hace muchos años, lo que circula como novela picaresca, no vale para "El lazarillo de Tormes", ni poco ni mucho. Lo cual hace problemático creer que la primera novela moderna es del género picaresco, más bien no es así. Pero, en todo caso muestran lo que eran ciertos aspectos de la vida española de la segunda mitad del siglo XVI.

Luego aparece Cervantes: la vinculación entre Cervantes y España, la conciencia de España, la manera de ser español, la interpretación de España, es algo absolutamente decisivo. No piensen solo en "El Quijote", y no olviden las "Novelas ejemplares", el "Persiles", y el teatro. Escribí hace unos años un libro titulado "Cervantes, clave española", en que mostré la esencial vinculación de España y Cervantes. Cervantes fue distinto de la idea que se tenía de España y de España, en muchos sentidos, pero por otra parte no pudo ser más que español, y no concebimos que fuera otra cosa. Lo cual quiere decir que fue posible en España, que fue real, lo cual reobra sobre la idea que tenemos de España.

La novela no tuvo desarrollo equivalente en otros países. En Inglaterra lo decisivo es el teatro, también en Francia. Todo esto va configurando la personalidad colectiva de cada una de las naciones. En Italia de un modo menos desarrollado, por su fragmentación y por su precocidad, porque hay cosas que se hacen mucho antes en Italia, pero se hacen con menos extensión, menos uniformidad.

Lo importante es que la personalidad de cada nación tiene como motor capital su interpretación literaria. Es decir, la manera como se entiende ese modo de vida de cada país, tanto en forma dramática como en forma cómica, hay que tomar ambas cosas juntas, se interpretan al hilo de esas formas literarias, que son capitales.

El teatro tenía un carácter enormemente importante, entre otras razones porque la gente no leía demasiado. Nosotros estamos en un mundo en el que la gente lee, aunque muchas veces no se entera de lo que lee, pero lee, pero en esta época todavía hay mucha gente que no lee. El número de analfabetos hasta fines del siglo XIX ha sido muy alto en toda Europa.

Hay un problema muy delicado al tratar de distinguir entre las gentes que pueden leer y las que saben hacerlo. Hay muchos españoles que no leen, increíblemente número de españoles que no han comprado nunca un libro, ni lo piensan comprar. Si a mí me preguntan ¿usted compra muchos hipopótamos?, contesto que no compro, ni muchos ni pocos, directamente no los compro, lo mismo que muchos españoles, en los que no está en su horizonte comprar libros, simplemente.

Pero hay muchos españoles que leen, y hay bastantes que leen mucho. Los libros de pensamiento se leen en España más que en ningún país de Europa, es una impresión que tengo muy arraigada. Un libro de pensamiento, de historia, de filosofía, de sociología, tiene más probabilidades de venderse y de leerse en España que en otros países de Europa, esto mezclado con que en España puede que sea el país de Europa en el que hay más personas que no leen nunca un libro.

En otras épocas muchas personas no sabían leer, o leían con gran dificultad. Los libros circulaban con gran dificultad, entonces las gentes iban al teatro: los españoles, los ingleses, los franceses, los alemanes, los italianos, se han visto a sí mismos, fundamentalmente en las tablas. El teatro era enormemente popular, y con un alcance bastante complejo. Si ustedes leen las obras dramáticas españolas, para no buscar más lejos, son bastante complejas. Están escritas en verso, un artificio que la gente apreciaba y gozaba, con un género original llamado "Autos Sacramentales", que eran populares, no solo iban los clérigos o los canónigos, iba la gente corriente.

Los Autos Sacramentales planteaban dramáticamente los problemas de esta vida y de la otra, y las formas de la vida. Lo mismo que se veían en el "Alcalde de Zalamea" o en la comedia, en Lope, en Shakespeare, en Molière como repertorio de vida cotidiana, de símbolo, de tipos humanos franceses, a veces tomados de los españoles, tomados pero adaptados. Si comparan el original español de una obra francesa del siglo XVII, verán ustedes como está adaptada a las formas francesas de vida, a los supuestos de la vida francesa, y contribuye a forjarse eso que llamamos Europa.

La Edad Media era más homogénea, la lengua de cultura era en todas partes el latín, las universidades enseñaban en latín, los libros de pensamiento solían escribirse en latín, que era la patria común de los intelectuales. Se podía circular por esa Europa latinizada. Pero por otra parte había una fragmentación, todavía no visible, no se tenía conciencia aparte de lo que era cada reino cada condado o principado o ciudad libre, respecto de las demás. La conciencia de lo que van a ser naciones se va formando en la Edad Media, en la medida en que hay formas distintas de vida. Habrá formas de vida de españoles, de franceses, de ingleses, de alemanes.... en la medida que tienen rasgos comunes, con fluctuaciones, según el grado de uso de las lenguas. Por ejemplo el hecho de que los autores portugueses escriban en español o en portugués indistintamente, hace que las sociedades oscilen de un lugar a otro.

Desde el siglo XVI esa articulación de Europa va tomando carácter nacional. Son muchas menos unidades, las que existen, son más visibles, más comprensibles, una cuantas formas, frente a otras unidades menos claras, como los hiperbóreos, los bálticos, los escandinavos, los eslavos, que tardarán en entrar en escena. Pero la Europa centrooccidental: cuatro o cinco formas de vida,  el núcleo de la constitución de Europa como tal. Pocas formas que aparecen con una voluntad de ejemplaridad, con un carácter de motor de perfección.

Pero los elementos negativos de todo este proceso no se pueden ocultar. Hay un cierto momento en que va a surgir una antipatía entre esas naciones, en gran parte fundada por motivos religiosos: católicos y protestantes, los protestantes son varios también. No es lo mismo ser luterano que ser calvinista. Inglaterra, al principio católica como los demás, en cierto momento, con Enrique VIII, produce un cisma, que mantenía todo el aspecto dogmático de la religión, pero sin respetar la autoridad del Papa y hacía jefe de la Iglesia al rey: es la Iglesia Anglicana.

En tiempos de Enrique VIII era muy difícil mantener la cabeza sobre los hombros, pues podías perderla por ser protestante y por ser católico, muchos la perdieron, ese es el problema. Luego Inglaterra va oscilando hacia el protestantismo. La Iglesia anglicana funciona como una iglesia  protestante más, pero no loes plenamente, excepto en Escocia, con gran influencia calvinista, como en Holanda o en Suiza. Hay también una división, a veces con grandes hostilidades, dentro del protestantismo.

Entre católicos y protestantes hay una gran escisión, que a veces afecta a una nación, por ejemplo Francia, con los hugonotes, minoría protestante, que eran de un número reducido, parece que un poco más del diez por ciento de la población, pero eran muy influyentes, con muchos recursos, que se enfrentaron al resto de los franceses en unas guerras feroces, a veces espeluznantes, durante todo el siglo XVI.

La rivalidad y la antipatía entre España e Inglaterra tiene un origen religioso principalmente. Un factor muy importante en esos enfrentamientos fue el caos de la Guerra de los Treinta Años, guerra en principio religiosa, entre católicos y protestantes, pero en la que Francia se puso de parte de éstos últimos. Guerra que fue de una ferocidad y de una capacidad de devastación absolutamente increíble, y que dejó a Europa arrasada, desde 1618 hasta 1648, hasta la paz de Westfalia, que no arregló demasiado los problemas, pues fue más bien una tregua, un compromiso en el que se reconoció que nadie podía vencer.

Pero la Guerra de los Treinta Años dejó una semilla de antipatía, y las rivalidades predominaron por encima de la emulación, la voluntad de ejemplaridad, la voluntad de presentar una imagen más atractiva, más valiosa, de la propia condición europea, representada por cada país. Las consecuencias negativas de esa guerra fueron desmesuradas.

Hay un español que vivió muy de cerca ese conflicto: Saavedra Fajardo, hombre muy inteligente, que conoció a todos los hombres importantes de aquellos años. Se está publicando su correspondencia diplomática con los personajes más encumbrados de su tiempo, y de todos los países. Esa correspondencia es un observatorio privilegiado para conocer lo que fue Europa en esos años. Era el más europeo de los españoles en aquel momento.

Me pregunto por las consecuencias de esa guerra en la segunda mitad del siglo XVII, y en el siglo XVIII. Treinta años son muchos años, con una lucha confusa, de la mayor parte de las naciones europeas, mezcladas en posiciones ambiguas, muchas veces equívocas, con gran poder de devastación y de destrucción. Creo que las heridas de la guerra de los Treinta Años fueron casi incurables durante mucho tiempo, la realidad profunda de las sociedades de Europa fue alterada por este largo conflicto. 

Por tanto, hay que tener en cuenta las dos caras de la ejemplaridad de las naciones: la que es un instrumento de perfección y la que es un principio de hostilidad.

Pero hay que tener en cuenta algo más: ¿y lo que no fueron naciones? Es el caso de Alemania o Italia como formas de vida, como realidades culturales, pero no naciones. Los estados alemanes eran innumerables y muy fragmentados. Italia estaba también muy dividida. Una gran parte del mundo germánico, de vida y cultura germánica era el Imperio, con su centro en Viena. Hay una incorporación tardía y deficiente de los escandinavos, sobre todo de Suecia, que tenía mucho poder militar, y que tuvo gran importancia en esta época. Holanda, de muy pequeña magnitud, tuvo importancia, ya desde fines del siglo XVI, no olvidemos el siglo XVII.

Luego está la enorme porción de Europa que no constituye la nacionalidad o naciones fluctuantes, transitorias, por su situación en una llanura, entre dos potencias como Rusia y Prusia, con una monarquía electiva, como el caso de Polonia. Esa zona de la Europa central con territorios como Bohemia, Moravia, los Sudetes, lo que luego fue Yugoeslavia, con los servios, croatas, eslovenos, búlgaros..., que no llegan a ser naciones, donde falta ese elemento capital de las incorporaciones.

Hacemos fácilmente la lista de las incorporaciones que existieron, en España, Francia, Inglaterra, pero hay que tener en cuenta las incorporaciones que no existieron, en porciones muy grandes de Europa donde faltó ese mecanismo de incorporación: la unión de dos o más unidades menores para formar una superior que las engloba y las conserva. Esto faltó y sigue faltando en porciones muy grandes de Europa.

Uno de los resortes de la construcción de Europa ha sido la admiración mutua. Las naciones de Europa se han envidiado, se han denostado, pero se han admirado, y ese ha sido un motor de la perfección mutua. Pero el rencor entre ellas como consecuencia de las grandes guerras europeas ha actuado contra la armonía entre las grandes naciones europeas. Habría que analizar estas cuestiones para ver con claridad y seguir hacia adelante.



XV. España: voluntad de europeísmo y proyección exterior.


El último día hablamos del carácter de ejemplaridad de las naciones de Europa, de cómo presentaban, cada una de ellas, o las principales, las más antiguas, sobre todo, variedades de lo europeo. Con una pretensión de ser la mejor, en todo caso de ser una variedad única, distinta de las otras. Esto ha sido muy importante, y lo echo de menos en la época actual, porque eso ha sido un motivo de rivalidad, de tensiones, pero ha sido, sobre todo, un motor de perfección.

Es evidente que el que cada nación presentara una versión del modo de ser europeo, una manera de ser europeo en convivencia con las demás, porque las naciones europeas aparecen siempre en contexto, eso creaba como una especie de emulación, y una admiración mutua, que no ha faltado. En la larga historia de Europa no ha faltado la admiración, coexistiendo con hostilidades políticas, con rivalidades, con deseos de mando.

Cuando decía, por ejemplo, Carlos V: "mi primo Francisco (I de Francia) y yo, estamos completamente de acuerdo, los dos queremos Milán", eran dos formas distintas de Europa, la española y la francesa, con un objetivo común, y así se ha hecho Europa. Me preocupa mucho que esa jefatura de la ejemplaridad esté vacante; advierto esto en la Europa actual.

En este curso me propongo que examinemos algunas formas europeas, los caracteres de algunas naciones europeas, que han contribuido más a la formación de Europa, y tratar de ver las variedades de sus formas de vida, y lo que han representado en el conjunto europeo, a la larga en el conjunto del mundo. Voy a empezar por España, no porque sea nuestro país, sino porque es la más antigua, la primera nación, al mismo tiempo que Portugal, muy próxima, y menor. Mucho de lo que se puede decir de España, se puede decir, en versión algo diferente, de Portugal. Pero la primera nación verdaderamente importante, que se constituye como tal, que alcanza una plena unidad nacional, con una forma de estado y de sociedad propia de una nación, es España.

Hacia 1470 empieza a considerarse que empieza la nación española a formarse, con una fecha no exacta, porque las realidades históricas no tienen fecha fija. Una nación que conserva las dos coronas: la corona de Castilla y la corona de Aragón, por matrimonio de Isabel y Fernando, y con la muerte del padre de Fernando, Juan II de Aragón, se hace efectiva esa realidad. Se mantiene la distinción de los dos reinos, que tenían carácter distinto.

En los fenómenos de incorporación es fundamental que las unidades que se unen en esa incorporación, subsisten, no desaparecen, pero quedan incorporadas a una unidad superior, dentro de la cual existen, pero ya dentro de otro orden. el reino de Castilla y el reino de Aragón se unen para formar la nación española, pero siguen existiendo como tales, y mantienen los símbolos. Es la famosa frase de " tanto monta, monta tanto...", los dos reyes reinan en Castilla y en Aragón, pero siguen siendo dos reyes en dos reinos, unidos en una misma corona, en una misma nación. Esto es muy importante, y ocurre muy pronto.

España se origina, mucho antes de ser nación, en la época romana. Es de las naciones europeas, la nación romana por excelencia, porque alcanzó pronto una unidad administrativa, dentro del Imperio Romano, incluso antes, en la época de la República romana. La Hispania romana funciona como una variedad de lo romano. No era todavía España, pero era una variedad de lo romano. En la lengua latina existía una variedad propiamente hispana. Hay un personaje de ...... que decía hablar al estilo hispano, no al estilo romano. Hablaban los dos en latín, pero uno de ellos a la española, no como los romanos, sino como hablaban los hispanos. También se producía esa identificación entre la letra "b" y la letra "v", que ya tenía el mismo sonido en la lengua latina de los hispanos.

En Hispania hubo una temprana romanización en ciudades como Cádiz, Málaga o Sevilla, Tarragona, ciudades importantes como las de Italia. Además en Hispania se deciden grandes rivalidades entre los romanos. La suerte de Roma se decidía frecuentemente en España. En Hispania se introdujo muy pronto la estructura municipal romana de las ciudades, pronto se extendió el latín, también fue tempranamente cristianizada. En muchos sentidos Hispania funcionaba como una porción capital del Imperio Romano.

En Hispania nacieron escritores enormemente importantes de la cultura latina, como Séneca, Marcial o Quintiliano. Nacen emperadores de Roma, como Adriano o Trajano. Hispania es una porción del Imperio muy importante, profunda y tempranamente romanizada. Esto va a durar, va a pervivir, y cuando se produce la gran fragmentación del Imperio Romano, con la invasión de los bárbaros, con la fragmentación y el aislamiento de las pequeñas partes en que se dividió el Imperio, su incidencia en España es mucho menor, al conservarse una gran porción de su territorio unificada, bajo la monarquía visigoda.

La monarquía visigoda tiene un tamaño que coincide casi en su totalidad con la península ibérica, con una unión no muy estrecha. No era todavía una unidad nacional, pero con centros importantísimos, como Toledo, con concilios que tenían un carácter global, enormemente importantes. Con figuras del orden de San Isidoro de Sevilla, gran figura de la cultura romana en la transición a la Edad Media. Esto le da una gran importancia y una unidad, que le hace ser comparable a la otra gran unidad de ese tiempo: el Imperio Bizantino, frente a la tremenda fragmentación después de la caída del Imperio de Occidente.

Cuando sobreviene la invasión árabe, mejor dicho la expansión islámica: árabe, beréber, que llega a España y la domina rápidamente, excepto la franja norte de la misma. Allí quedan núcleos de cristianos, libres del dominio musulmán. Pero lo interesante es la reacción que se produce. Mientras todo el norte de  África desde Egipto hasta el Magreb, que había sido helenizado, romanizado y cristianizado, pasa al dominio musulmán, a la lengua árabe, que siguen siendo todavía musulmanes, de escritura y lengua árabe. Así hubiera sido España, si las cosas siguieran como en el norte de África. Lo normal hubiera sido que la conquista musulmana de España, desde el año 711, hubiera sido permanente, y sin embargo no lo fue, porque los cristianos que estaban libres del dominio musulmán, no lo aceptaron.

La impresión que produjo esa invasión musulmana entre los cristianos es la "pérdida de España". Se interpreta como un contratiempo pasajero, y desde los años inmediatamente siguientes a la invasión, se inicia la Reconquista, de la "España perdida", que no existe. Está dominada por los musulmanes, primero por el Califato de Córdoba, luego por la fragmentación de los "Reinos de Taifas". Esto se considera como algo que no puede durar.

Hay textos muy curiosos, de cuando llevaban los musulmanes ciento cincuenta o doscientos años en España, siguen hablando los cristianos como de un contratiempo pasajero, que nunca se aceptó. Los cristianos españoles  afirmaron desde el primer momento su voluntad de ser cristianos. La España libre se identifica con lo cristiano, lo que significa entonces europea, occidental. Por eso cuando se dice que España, es por la larga permanencia de los musulmanes en su territorio, menos europea que los demás, en cierta medida es verdad, pero en otro sentido es el país más europeo de todos; los demás son europeos porque no pueden ser otra cosa, pero España es europea porque ha querido serlo, porque se ha obstinado en serlo, con un proyecto histórico permanente. Y un país, una realidad humana se define por sus proyectos.

La voluntad de ser cristiana, y por lo tanto europea, es el nervio de toda la historia española. La Reconquista es una operación lenta, variable. En los últimos siglos, en los que no queda más que el Reino de Granada para culminar la Reconquista, la situación se estabiliza por la situación de protectorado de ese reino, respecto de los reinos cristianos, con los tributos correspondientes. Desde la batalla el Salado (1340), hasta 1492, la Reconquista avanza poco.

España es un país que se constituye con una voluntad de ser cristiano, y por tanto, europeo. Esto explica la relación que ha tenido España con el cristianismo. Todos los países de Europa eran cristianos, pero no eran lo mismo que España, que lo ha sido por decisión propia, consistía en eso, se había identificado con el cristianismo. El proyecto histórico de la reconstitución de España, de la recuperación de la España perdida, es precisamente el cristianismo, y en los demás países europeos no es así. Estaban instalados, los demás países europeos, en su condición europea y en su condición cristiana, España se identifica con ello, y hace de eso su proyecto.

España es un país proyectivamente cristiano y, por tanto, proyectivamente europeo. Además ha tenido una experiencia que no han tenido los demás, que es la experiencia del "otro". Cuando hablábamos del diálogo entre la Cristiandad y el Islam en la Edad Media, en España era cuerpo a cuerpo, y de un modo permanente. El "otro", el musulmán, el beréber, está ahí mismo en la misma península, luchando, admirándose; a veces en paz, a veces en guerra, en convivencia en todo caso. La experiencia de otra variedad humana, profundamente distinta: étnicamente, religiosamnte, culturalmente, es otra cosa, con admiración mutua, con hostilidad. Experiencia del otro que no han hecho los otros países europeos más que de un modo excepcional, como en el caso de las Cruzadas, que ha sido un contacto momentáneo, parcial.

Esta relación permanente con lo "otro" se reflejarán en la constitución de España, cuando llegue a ser una nación, hacia 1470, con los Reyes Católicos. recuerden que los países europeos toman los nombres de los invasores bárbaros después de la caída del Imperio romano de Occidente: Francia es el país de los francos, no Galia; Inglaterra es el país de los anglos, Lombardía es el país de los longobardos, Borgoña es el país de los borgoñones.

En cambio España, dominada por los godos, no se llama Gotia, sino que se llama España, de Hispania, conserva su nombre latino como Italia. esto es un hecho muy significativo, sumamente importante, con la lengua latina como predominante, de donde surgirán los romances, y su literatura, algunos siglos después. La religión es la de los habitantes originarios, que es admitida por los visigodos cuando Recaredo renuncia al arrianismo, religión que practicaban los visigodos. Los dominadores adoptan la religión del país dominado. Hasta ese punto decide el sustrato del país su personalidad posterior, frente a las imposiciones. Así mismo la huella de la lengua germánica es mínima en la lengua española. Frente a la aportación de la lengua árabe a la lengua española, que se calcula en el diez por ciento de las palabras.

España se constituye como nación en el último tercio del siglo XV. Hay una frase de Ortega, cuando hablaba del talento nacionalizador de Castilla, que consigue contagiar a Aragón en ese proyecto nacionalizador: "Castilla hizo España, Castilla la ha deshecho", esto lo dijo Ortega en el año 1921. Durante la República, diez años o doce después, Sánchez-Albornoz dijo algo parecido, pero diferente: "Castilla hizo a España, y España ha deshecho a Castilla". Hace muchos años, unos veinte, quizá, propuse una tercera frase, porque también tengo derecho a decir frases, y dije: "Castilla se hizo España".

Hay una idea muy extendida en la España periférica, según la cual, Castilla castellanizó al resto de los españoles, pero no es verdad. La transformación de Castilla, la transformación de España, la transformación de Castilla en algo nacional español, empezó en la misma Castilla, que se modificó primero antes de que modificaran los demás. Empezó a actuar como parte de España, como parte de la nación española, que se estaba constituyendo, y eso después extendió al resto de España en el proceso de incorporación, que culminó con la formación de la nación española.

Un caso especial es el caso de Navarra, que tenía territorios en Francia. Los reyes de Francia se llaman reyes de Francia y de Navarra. Enrique IV de Francia, el que logra la plena unidad de Francia, era navarro, y sin embargo Navarra al final gravita hacia España, incorporándose en 1512 a España, conservando su estructura foral, por ser un reino. Su incorporación es posterior a la reconquista de Granada.


El escudo de España tiene un granada por representar el reino de Granada, última potencia musulmana existente en Europa. En ese escudo Navarra aparece con unas cadenas, que son las de la tienda de campaña de Miramamolín, jefe del bando musulmán en la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212. Batalla en la que los europeos no españoles se retiraron, y en la que el rey Sancho el Fuerte de Navarra entró en la tienda del jefe musulmán, rompiendo las cadenas que la protegían; de ahí el símbolo de las cadenas en el escudo de España, correspondiente al reino de Navarra. La idea de la incorporación de las diferentes partes de España está en su escudo. Los escudos de los siglos XVI y XVII son muy complejos. 

Hace años hice un viaje a Holanda, invitado por la totalidad de las universidades holandesas, previamente me mandaron una serie de libros y textos, entre ellos muchos documentos oficiales, y encontré que en el himno nacional de Holanda, que es el de Guillermo de Nassau, hay una estrofa que dice: "Yo al rey de España no he sido nunca traidor", cuando reivindicaba la independencia de  los Países Bajos estaba afirmando la pertenencia a la corona española. Esto está en el himno holandés.

Se forma una nación, en el sentido moderno de la palabra, la primera existente, que representa la última de las varias incorporaciones, culminadas por la de Castilla y Aragón. Cada una de las incorporaciones tenía sus propiedades y sus caracteres. Castilla era mucho mayor que Aragón, en población y en extensión, tenía una prolongación exterior en las Islas Canarias. El reino de Aragón además tenía toda una serie de posesiones en Italia, especialmente Nápoles y Sicilia, disputadas con los franceses. Se envía un ejército castellano para defender los territorios italianos de la corona de Aragón, mandado por Gonzalo de Córdoba: "El Gran Capitán", que venció a los franceses. Es muy sintomático el que fuera un ejército castellano para defender un territorio de la corona de Aragón, asediado por el ejército francés.

Otro caso, que cuenta con mucho detalle Hernando del Pulgar, que cité en "España inteligible": Cuando están amenazados los territorios de la corona de Aragón en Italia, hay que mandar una flota, en principio gallega y andaluza, pero además mandan unos emisarios a las provincias vascongadas, para convencerlos de que organicen también una flota vasca para ayudar a los territorios aragoneses en Italia. Los vascos reciben muy mal a esos emisarios, y éstos les dicen que siendo los mejores soldados en el mar, si no queréis ir a ayudarnos, ¡quedáos en casa y que buen provecho os haga!, entonces los vascos se pican y organizan una flota, que se incorpora a la gallega y a la andaluza, pera defender los territorios de la corona de Aragón en Italia. La historia es deliciosa y de un gran interés, y de una actualidad asombrosa, por todas partes. Se podría mirar el episodio desde muchos puntos de vista. Como se ve la historia tiene un final feliz, lo que deseo para la actualidad.

Estos ejemplos muestran la manera concreta cómo se efectúa esa nueva realización nacional. Es una nueva realidad social en la que el poder real es un poder decisivo, que se apoya en el pueblo, en su conjunto. Pierden importancia los nobles, especialmente los nobles que de hecho tenían el poder, con sus pequeños ejércitos, que no se podían enfrentar ya a los ejércitos reales, por su enorme costo, y porque el poder real se impone a todos.

La situación de Castilla en tiempo del reinado Enrique IV (1454-1474) era lamentable, debido a las divisiones, a las luchas interiores, a la corrupción. Lo mismo ocurre en Aragón, no olviden que los catalanes estaban enzarzados en una disputa durísima con el rey. En 1462, esto consta en todos los libros de historia, pero nadie lo recuerda: los diputados catalanes le ofrecen a Enrique IV de Castilla la corona del principado de Cataluña, diciendo: "para que sea hecha perpetua unión entre este principado y el reino de Castilla". No habrán oído contar esto, pero realmente ocurrió en 1462, mucho antes de la unidad nacional.

Si a un aragonés inteligente o a un castellano inteligente le hubieran preguntado ¿qué va a pasar aquí?, probablemente hubieran dicho que "no hay solución", pero unos años después España era el país hegemónico de Europa, lo que quería decir en esos años, del  mundo. Esto quiere decir que no había solución castellana a los problemas castellanos, ni solución aragonesa a los problemas aragoneses. Hubo solución española a todos ellos, la solución fue la constitución de la nación española. 

Se recuperó la moral, se creó un proyecto histórico nuevo. Los Reyes Católicos asumieron el mando total del país, incluyendo el mando de las órdenes militares, tomando en sus manos el enorme poder, militar y social, político, de las órdenes militares. Se hace un proyecto político, comenzando por la guerra de Granada, que fue una guerra relámpago, para los usos militares de la época. Una guerra que duró diez años, nada más, con los medios de la época, con el territorio complicadísimo del reino de Granada. Desde 1350 apenas había avanzado la Reconquista de España, y en diez años se termina. Fue una empresa ya nacional, y el gran proyecto que dio prestigio, fuerza y cohesión a la nación que se estaba formando.

Granada se toma el dos de enero de 1492, el tres de agosto de ese año sale una expedición con tres carabelas, mandadas por Cristóbal Colón para llegar a las Indias por el oeste: el resultado fue el Descubrimiento de América. Se inicia una empresa nueva, imaginativa, insegura, problemática, dramática. Apoyada por la corona, y entonces va a ocurrir, nada menos que los españoles descubren el Nuevo Mundo, y practican en él un injerto, con la introducción de elementos españoles en sociedades americanas. No hay establecimientos europeos en suelo americano, como ocurrió en el norte de América, después. En este caso el continente conserva la condición americana con un injerto español, modificada por lo europeo.

Casi inmediatamente se constituye, después de la nación europea, la supernación en los dos hemisferios, y la Monarquía hispánica, la Monarquía católica se convierte en una supernación a los dos lados del Atlántico. Algo absolutamente increíble, algo que no había ocurrido antes ni de lejos. Los países resultantes se hispanizan. No son españoles, son hispánicos. Conservan sus caracteres, con una población fundamentalmente amerindia, porque hay una unión de los españoles y de los habitantes originales de América. Esto fue posible porque en España había la experiencia del otro, experiencia de siglos, de convivir con otros diferentes, lo que había preparado el camino para esa unión y comprensión de formas distintas, de un mundo nuevo, donde todos somos hijos de Adán y de Eva.

Esta construcción de una supernación en dos hemisferios es algo parecido a lo que hizo Roma. España apareció como un remedo de Roma. Piensen cómo se formó la Romania, en Europa, en Asia Menor, donde se presentaron los rasgos capitales del mundo romano, con el derecho romano, la estructura municipal, la lengua latina, la religión cristiana. Algo sumamente parecido es lo que resultó después del Descubrimiento de América. Esto es absolutamente nuevo, original, y de un volumen comparable a lo que fue la Romania, solo que con el océano Atlántico por medio. No se trata del Mare Nostrum, de un mar interior y conocido, sino con territorios y mares desconocidos, de una magnitud que asombra.

He viajado mucho por América, y cada vez entiendo menos esa construcción, en un territorio tan enorme. Las distancias, los ríos, los desiertos, de una magnitud increíble. Se pregunta uno cómo era posible esto con la técnica del siglo XV o del siglo XVI. Abarcar, dominar, poblar, edificar, construir ciudades por todas partes. Llevar la lengua, la religión, los usos las costumbres, la manera de ser. Cuando más conozco América, más la estudio, más la recorro, la entiendo menos. Es casi incomprensible, al hablar de Américo se habla de una cosa abstracta, de la cual no se adivina su magnitud, pero cuando uno lo ve con los ojos, no se entiende nada.

He tenido en las manos un libro de Aristóteles, impreso en México a los treinta años de la Conquista. Y los libros que se publicaron, en los idiomas locales, como el nahuac, con unas palabras en español o en latín cuando mostraban términos difíciles de interpretar. Se hicieron universidades, como la que se hizo para los hijos de los mexicanos más importantes. La universidad de México y la universidad de Lima se fundan en 1551, comparen ustedes con Harvard, fundada en 1636 o con Yale, en 1701. Ahora son universidades espléndidas, siento decir que ahora son superiores a las hispánicas, pero son posteriores a las hispanas.

La fundación de la nación y de la supernación es lo que estamos de hacer ahora, unir a pueblos distintos, de diferente raza, de diferentes lenguas. Los indios americanos hablaban varios millares de lenguas, pero pudieron hablar entre sí cuando hablaron en español o en portugués. es decir, se constituye un mundo nuevo, que no es español, sino que es hispánico, hispanizado. Es algo lo más parecido a la Romania. Se llena América de edificios, de ciudades, de templos, catedrales.

Si volvemos a Europa, al modelo de Europa que representa España, nos encontramos con la idea de Carlos V. Hay un libro extraordinariamente interesante de Menéndez Pidal sobre la idea imperial de Carlos V, donde se ve esto de largo. En este libro aparece el discurso del obispo Ruiz de la Mota, que llevaba la representación del emperador, cuya idea nunca fue el Imperio. Nunca se llamó así, ni tuvo ese propósito. No era un Imperio, era la Monarquía Católica, la que pretendía la Universitas Cristiana, era la unión de los pueblos cristianos, ese concepto que llegó hasta cuando yo era niño, y se rezaba por la "paz entre los príncipes cristianos", porque parecía justificado y normal hacer la guerra contra los infieles, pero entre los príncipes cristianos debía reinar la paz.

Esta era, justamente la idea que tenía Carlos V: "la Universitas Cristiana", no el Imperio, aunque fuera emperador del Imperio Romano Germánico, que era un título honorífico, primariamente alemán, pero él era sobre todo rey de España, de las Españas. He recordado, y parece que nadie lo conoce, el prólogo que escribió Felipe IV, alrededor de 1630, a la traducción que hizo a las dos mil páginas de la Historia de Italia de Guicciardini. en esa obra el rey de España habla de la Monarquía como se ve desde dentro: "estos reinos y esos reinos", y añade: "España es parte moderada de la Monarquía". España era el centro, el origen, la clave de bóveda de la Monarquía, que era mucho mayor. 

No olviden que durante el siglo XVI y el XVII, se explora íntegramente el Pacífico, mucho antes de Cook, naturalmente; con Báez de Torres, Mendaña y su mujer..., y las Filipinas, que son el único país cristiano de Asia. Lo de la evangelización iba en serio...

(La conferencia continúa, pero no tengo todo el contenido. Si alguien lo puede completar, se lo agradeceré; en caso contrario buscaré entre los asistentes a la misma).


XVI. Italia: tradición latina y fragmentación.

Habíamos hablado de las naciones de Europa como formas o variedades de lo europeo, con una pretensión de ejemplaridad. España es la primera y la que tuvo un influjo mayor durante mucho tiempo, y hoy vamos a hablar de otra nación, sumamente interesante, que es Italia. Tiene una posición muy particular. En primer lugar no conviene confundir Italia con Roma, que son dos cosas distintas. Aunque Roma sigue estando en Italia, e Italia fue el centro de la gran construcción histórica, cultural, política de Roma. Hay una vinculación estrecha entre lo que fue Roma y lo que ha sido luego Italia.

Como todos los pueblos del Imperio Romano sufre la invasiones germánicas al perder su hegemonía, que ya había perdido importancia anteriormente al dividirse el Imperio Romano entre el de Oriente y el de Occidente. Después de las invasiones germánicas, la península italiana sufre una serie de desmembraciones, constituyéndose pequeños estados o ciudades independientes, pero desde el punto de vista de la organización política, Italia no existe. No tiene ni siquiera el tipo de unidad que correspondió a la España visigoda, que no era todavía una nación, pero era una unidad histórica y social, con una monarquía hereditaria, algo como un proyecto de lo que había de ser, al final de la Edad Media, las naciones.

Pero esto no pasa con Italia, que está perpetuamente fragmentada, perpetuamente dividida, hasta 1870. Italia y Alemania son los últimos países de Europa que alcanzan la condición nacional, dejando fuera a los que no la han constituido. Entonces uno se pregunta ¿por qué?, en gran parte por la vitalidad, pujanza y el relieve de las partes de Italia.

Italia ha tenido una gran cantidad de ciudades importantes, con una muy fuerte personalidad. Piensen lo que ha sido Nápoles, Palermo, Turín, Florencia, Génova, Venecia, y tantas más. ciudades enormemente importantes, con un gran relieve en todos los aspectos, con una personalidad sumamente fuerte, que se convierten en cabezas de estados, de un tipo o de otro: ducados, principados, repúblicas, y esto asegura la fragmentación. Es una fragmentación, porque falta la homogeneidad. Luego hablaremos de las homogeneidades.

La formación de Italia es, en cierto sentido, lo contrario a la de Francia, de la que hablaremos otro día, por que Francia ha tenido una ciudad de una importancia enorme: París, que era cabeza de un muy pequeño territorio, que el nombre luego al país: L´Ille de France. Los reyes que reinan en París se va a llamar Roi de France, y hablan del Royaume, del Reino. Desde la Alta Edad Media París va a gravitar enormemente sobre todo el territorio que ha llegado a ser Francia, pero que no lo era y tardó mucho en llegar a serlo. No hay en la Francia actual ninguna ciudad que pueda compararse con París. Un fenómeno rigurosamente contrario al de Italia.

En Italia, quedando Roma fuera de juego; ahora veremos también por qué, no hay ninguna ciudad que se superponga a las demás, ninguna tiene un relieve suficiente para convertirse en centro. Tampoco se produce en Italia la serie de incorporaciones que hemos visto en España. Hay una muy profunda división, que se prolonga hasta el siglo XIX.

Pero hay otros factores más: las invasiones. Italia ha estado sometida a diversas invasiones, por otros países europeos: Francia, España, Austria, han dominado partes de Italia. Ha habido un complejo sistema de alianzas, entre los pequeños estados italianos, con las potencias de la época. Ha habido, pues, factores decisivos para que se mantenga esa fragmentación política, hecha en gran parte de mucha vitalidad, pero las ciudades italianas, esas maravillosas ciudades, estaban haciéndose guerras constantes, de gran ferocidad. La convivencia entre las ciudades italianas no era pacífica. Piensen ustedes en la rivalidad entre Génova y Venecia, sobre todo naval, que ha sido constante o Florencia con Milán. Roma permanece en su lugar, pero de otra manera, con otra excelencia: el Pontificado, ya no es la Roma de los césares, es la Roma de los Papas. Es la cabeza de la Cristiandad, que era Europa.

La función religiosa y eclesiástica, de Roma, su enorme relieve, su gran importancia, la deja en un plano distinto del resto del territorio italiano. Tiene una primacía sobre todo lo demás de Italia, pero solo una primacía religiosa y eclesiástica, no política, no histórica. El Vaticano funcionó como un estado: el Estado Pontificio, que es relativamente tardío, además de peligroso, incluso para el Vaticano como tal. Luego se rectificó y esto ha sido excelente para todos, sobre todo para la Iglesia Católica. Su función religiosa es lo más importante.

La división de Italia es tenaz, cruza la Edad Moderna. Su unidad de Italia no se hace desde Roma, ni desde Florencia, ni desde Nápoles, ni desde Milán, se hace desde el Piamonte y la Saboya, algo que no era propiamente italiano, realmente italiano, íntegramente italiano. Se hace, en cierto modo, desde fuera: la casa de Saboya. Hasta tal punto falta en Italia ese proceso, que en Italia dirigió Castilla, con un sentido del mando y de las incorporaciones, que no existía en Italia. Este sentido del mando contagia a Aragón y hace que sea muy parecido a lo que hace Castilla y se incorpora a ese proyecto, que resulta España. Esto falta en Italia y su unidad se hace desde fuera de la Italia propiamente dicha.

No deja de ser curioso que ahora se hable de la "Padania", que quiere ahora separarse de Italia. Son justamente los del norte, del Poo, los que propiciaron la unidad italiana, es el reverso del proceso de la unidad italiana, algo sumamente curioso. Si fuera Nápoles ei que reclamara la división, tendría algún sentido, pues el reino de Nápoles tiene una tradición de una monarquía borbónica, de origen español, pues Carlos III de España es originariamente rey de Nápoles, el mejor rey de Nápoles que ha habido, y que llegó a existir después de Napoleón. Además se resistió bastante a la unidad italiana, por su fuerte personalidad, que quería conservar.

Si el secesionismo fuera siciliano o napolitano, tendría algún sentido, pero quien lo reclama es el norte: la Padania, origen de la unidad italiana. Pero hasta 1870 existía Italia, de otra manera, no políticamente, pero ha existido como una variedad humana, con una cultura, con un conjunto de tradiciones. Los italianos se han sentido italianos, toda la Edad Media y toda la Edad Moderna. No existía el Estado, pero Italia existía, y había una conciencia de unidad. Este fenómeno lo encontraremos en Alemania, también, con un conciencia alemana, muy antigua, que no era estatal, con resistencia a la proclamación de un estado alemán, que se pensaba que podía ser malo para Alemania.

Hay una situación paradójica respecto de la lengua, en Italia. En los demás países de origen latino se habla una lengua romance, derivada del latín, pero en Italia se hablan dialectos locales, con una lengua culta, que es el italiano, pero que no es la lengua de uso de los italianos, sino que es la lengua de comunicación. La lengua toscana alcanzó muy pronto una gran fijeza, como pasó con el castellano,con un desarrollo lingüístico y literario extraordinario. El toscano fue la lengua culta de los italianos, pero no su lengua de uso.

Hay un ensayo muy importante de Menéndez Pidal, que se llama: "La lengua de Cristóbal Colón", es muy interesante, porque Colón hablaba español, con algunos portuguesismos, porque había estado mucho tiempo en Portugal, pero no usa italianismos.  No sabía bien italiano. No se conservan apenas escritos de Colón en italiano, son comentarios en los márgenes de los libros, con errores ortográficos. Cuando escribía a Italia, escribía en castellano, no en italiano, porque no estaba seguro de su italiano, y explica Menéndez Pidal, que hablaba, sin duda, dialecto genovés, pero que era una lengua no escrita. Hay lenguas que no se han escrito nunca, y algunas muy poco.

Colón, que aprende portugués y español, no sabía escribir en italiano, no estaba seguro en esa lengua, por eso no escribe en italiano cuando escribe a Italia. Esto es muy interesante. El toscano como el castellano se fija muy pronto, como en el caso de "El Cid", obra de 1140, que se puede entender fácilmente, con una pequeña ayuda. También se escriben libros espléndidos en toscano. El primer gran libro europeo en lengua no latina, es "La Divina Comedia" de Dante, libro extraordinario, libro fabuloso. Es el gran monumento literario de su época, superior a todos los libros que se escribieron en esos años, como el Romancero o la Chanson de Roland. Su desarrollo literario es superior a todo lo demás, y en general toda la obra de Dante, y no olvidemos a Boccaccio o Petrarca. Es "La Divina Comedia" el gran monumento de la literatura medieval, incomparable, escrito en una lengua que se entiende, hoy mismo. Es pues el toscano la lengua literaria, la lengua culta de los italianos.

Cuando los italianos hablan con otros de otra región, cuando leen o escriben lo hacen en italiano o toscano. Nos encontramos con la paradoja que una enorme pluralidad lingüística hablada, se combina con la existencia de una lengua riquísima como lengua literaria, perfecta desde muy pronto. Con una gran ventaja, que es su solidez fonética, su claridad. Hace tiempo decidí que para hablar en Italia lo haría en español, despacio y articulando bien, y me entiende todo el mundo. Porque hablar en francés o en inglés en Italia me parece una falta de respeto. Y a un italiano que hable bien su lengua y no hable deprisa, lo entendemos bien en España. Son lenguas, si no transparentes, traslúcidas.

Esta situación de la lengua en Italia es muy interesante y muy original. El gran vínculo de constitución de Italia como tal, ha sido la lengua toscana. Hay un libro muy interesante del cardenal Pietro Bembo, por el cual tengo particular afición, y del que tengo sus obras completas. Escribió enormemente sobre la lengua vulgar, pero él era veneciano, aún así su obra literaria está escrita en toscano. Como escritor es un escritor de lengua toscana, del italiano literario, la misma lengua que Castiglione, que aparece en un maravilloso libro que pocos han leído en España: "Il Cortegiano", que se puede leer admirablemente en español, en la traducción de Juan Boscán, catalán de Barcelona, por cierto. Es una traducción espléndida, que es clásica, casi como un original. Yo tengo el original italiano, pero prefiero leerlo en la traducción de Boscán, que es casi como un clásico español. 

Es el caso que en Italia se habla el italiano cuando se quiere hablar de un modo culto o para entenderse entre sí, los italianos de diferentes partes el país. La literatura italiana es espléndida desde el principio, aunque coexistiera con una literatura latina muy valiosa. Los italianos se nutren de esa lengua y esa cultura, y así se van formando como italianos. Divididos políticamente, en todos los estados que se quiera, incluso matándose mutuamente. Italia ha funcionado, incluso a los ojos de los demás. Los otros europeos han conquistado partes de Italia, y han considerado que tenían una manera de ser, un estilo propio, que era el italiano, y así se han visto los italianos también. Las cosas son más complicadas de lo que parecen a primera vista.

Además hay otro factor, y es que Roma, en gran parte en ruina durante toda la Edad Media, pero que tienen enorme capacidad de evocación, mantenía  su esplendor y su iglesia, la mayoría de ellas maravillosas. Son restos romanos que están vivos y se van exhumando, conservando la memoria de la belleza. A esto se añade que los italianos han tenido una pasión artística casi morbosa, porque durante siglos, da la casualidad que los italianos no han hecho más que edificar, y esculpir, y pintar, de un modo impresionante.

Cuando se viaja por Italia, es angustioso, porque en todas las poblaciones, grandes y pequeñas hay cosas extraordinarias, que no hay manera ni tiempo de ver. La cantidad de arte de Italia es algo que sobrecoge, es algo que asombra. En España que es el segundo país en importancia artística de Europa, han ocurrido tres calamidades: la primera fue la Francesada, la invasión de Napoleón, entre 1808 y 1814, la segunda fue la Desamortización de Mendizábal, que dejó abandonados innumerables edificios y la tercera fue la Guerra Civil, en la que se destruyeron, por bombardeos, y sobre todo por incendios, enorme cantidad de edificios con gran cantidad de obras de arte.

Después de estas terribles pasadas destructoras, ¡hay que ver lo que queda!, que es impresionante, y los españoles no conocen. Muy pocos españoles conocen, ni la décima parte de la riqueza artística española. Hay ciudades y pueblos admirables, de los cuales no se conoce ni el nombre. Pero Italia es mucho más. No tengo ninguna pretensión de comparar España con Italia, porque lo de Italia es simplemente abrumador. Desde la Alta Edad Media hasta el siglo XVIII, la producción artística de Italia ha sido fabulosa. Con diferencias apreciables según lugares y épocas. Por ejemplo Turín, que no tiene grandes edificios notables hasta el siglo XVIII, que es estupendo.

Si unen esa literatura, que ya desde la Edad Media, desde los siglos XIII y XIV es algo extraordinario, y todo el Renacimiento, que crea formas nuevas, con el humanismo, y la aportación fantástica a la ciencia moderna, como el caso de Galileo o Toscanelli, lo que se prolongará en el siglo XVIII, con Galvani y tantos más. No olviden a Marconi, un hombre de nuestro siglo.

Ha habido una aportación a la cultura en general, y a la cultura artística de una manera sobreabundante, a la cultura literaria, extraordinaria. Se tenía la impresión, en el siglo XVI, incluso en el siglo XVII, de que lo que era verdaderamente perfecto, en formas literarias, era lo italiano. En el siglo XV empieza a utilizarse el endecasílabo en el soneto: "fechos al itálico modo".
Se incorpora la moda italiana, como en el caso de Boscán o Garcilaso, aunque luego hagan una poesía, en español, espléndida. Durante mucho tiempo Italia aparecerá como un modelo, de perfección, de galanura, de refinamiento.

España era un modelo de otras cosas, de dominio, de serenidad, de sosiego, de resistencia a la adversidad, de don de mando. Los italianos representaban el refinamiento. La forma más delicada, más fina de ser europeo, era ser italiano, y esto se conserva hasta el siglo XVIII. Piensen en dos nombres, uno es Vico (1668-1744), que nace en el Nápoles español. Su obra "La Scienza Nuova"  (1725) es posterior, pues España pierde Nápoles en la Guerra de Sucesión, aunque sigue penetrado de huellas españolas por todas partes. Otro ejemplo es Tiépolo (1696-1770), gran pintor del siglo XVIII. No hace falta nada más que darse una vuelta por el Palacio Real de Madrid para ver cómo pintaba Tiépolo.

Luego las cosas ya cambian. Es curioso, cuando Italia empieza a funcionar como nación, es menos creativa. Piensen en el temor, que les señalaba, de los alemanes más ilustres, a comienzos del siglo XIX, que tienen cierto temor de que Alemania pueda convertirse en una nación, tal vez tienen un barrunto de que se puede llegar a lo que ocurrió en 1933, con Hitler en el poder. A veces hay hombres de larga vista, que son capaces de adivinar, no el futuro, sino las posibilidades del futuro. No hace falta ser profeta, pero si se analiza el presente, si se analiza la realidad, se puede ver qué es posible, que quizá no se realice, que quizá no se cumpla, en bien o en mal.

Italia tiene un grado de refinamiento, un grado de creatividad, especialmente artística, aunque la música francesa o alemana ha tenido gran mérito. Pero la lengua italiana, una de las grandes lenguas europeas, de las más perfectas, de las que tienen las obras literarias más valiosas, no tiene una expansión exterior. El inglés y el español son dos lenguas universales, pero no el italiano. Es una lengua enormemente rica, perfecta, desarrollada. Es evidente que una lengua en que se escriben obras geniales es mucho más rica que las que no se ha realizado esto. El italiano es una lengua que tiene los más altos quilates, pero es una lengua limitada en la geografía, incluso el portugués ha tenido una expansión mucho mayor.



XVII.   Francia como centro de convergencia



Es un país que tiene geográficamente un particular interés, por tener una posición central, dentro de la Europa Occidental, que es el núcleo de Europa, evidentemente, aunque no sea central en el conjunto del continente, pero si pensamos en la parte occidental de Europa, representa una posición central. La frontera sur está establecida en los Pirineos, es limítrofe con Italia y con los países germánicos. Está enfrente de Inglaterra, las relaciones entre Francia e Inglaterra ha sido constante a lo largo de la historia, a pesar de la separación del mar, que ha sido relativamente superable.

Hay una posición central de Francia, y en cierto modo convergente. Ha supuesto un elemento de convergencia en Europa, sobre todo en la Europa Occidental. Tiene un territorio físicamente grande, ha llegado a ser una nación grande, en cuanto a su tamaño, en Europa, ligeramente mayor que España: los dos países más extensos de Europa Occidental. Pero el territorio francés ha sido más fácil que el español: menos montañoso, más lluvioso, y con una tierra más fértil, un país física y economicamente rico. Ha tenido, además una población muy alta, durante toda la Edad Media y en la Edad Moderna, la población francesa era muy superior a la población de los demás países de Europa.

Un historiador francés ha insistido mucho en que la densidad de cuarenta habitantes por kilómetro cuadrado es la condición de la verdadera eficacia social e histórica. Francia alcanzó pronto los cuarenta habitantes por kilómetro cuadrado, cuando los demás países estaban muy por debajo de esto. Siempre se ha considerado que la población era el elemento capital de riqueza, aunque hoy parece que es una maldición.

Hace muchos años dije, en México, por cierto, que me parecía un poco raro producir mucho de todo: trigo, maíz, petróleo, bicicletas, televisores, coches, de todo menos personas. No acabo de convencerme de que la producción las personas sea una calamidad. Francia era un país rico por su tierra, por sus cereales, por sus viñedos y por su población.

La primera vez que estuve en Francia fue el año 1949, poco después del término de la II Guerra Mundial, el país había sido destrozado en una parte, pero estaba en gran recuperación. Uno de los factores fue el plan Marshall, veía los innumerables trenes cargados de tractores americanos, que enviaron los Estados Unidos para poner en marcha la economía francesa, y al volver a España comenté con un francés lo barato que eran los huevos, y me dijo ¡Oh sí, es que las gallinas han puesto, con un patriotismo! me hizo mucha gracia, pero probablemente era verdad.

Cuando hablamos de Francia, su denominación proviene de los francos, de los invasores germánicos, mientras que España tiene una denominación, como Italia, proveniente de la Romania, de los viejos nombre latinos. España podría llamarse Gotia, pero no se llama así, como Borgoña es al tierra de los borgoñones, también una tribu germánica. Pero lo que ahora se llama Francia, durante muchos siglos, ha sido otra cosa mucho más pequeña: "L´Ille fe France", muy pequeña, donde se estableció "le Royaume de France", que ha terminado por ser el nombre general que posteriormente ha llegado a ser la nación francesa.

Durante muchos siglos el rey de Francia tenía una autoridad muy limitada y variable a lo largo de la historia, con toda una serie de territorios, que tenían otros gobiernos, otra políticas. Piensen lo que ha sido Borgoña, que estuvo a punto de ser la verdadera Francia, de ser la gran nación francesa, también estaba Provenza, la Aquitania, Normandía, Bretaña, y tantas cosas más. No olviden que los ingleses estuvieron ocupando como soberanos una gran parte de territorio francés durante gran parte de la Edad Media, contrapartida de las invasiones francesas de Inglaterra. Invasiones mutuas, y un trasiego entre Francia e Inglaterra durante toda la Edad Media, que culminó en la famosísima Guerra de los Cien Años, que son muchos años, son demasiados años, varias generaciones que han nacido en estado de guerra.

Del mismo modo ocurre también con la cultura, con la lengua misma. La lengua francesa era doble, había dos lenguas en territorio francés: la lengua de "oïl" y la lengua de "oc", es como se decía "sí", en la parte norte de Francia se decía oïl, de ahí viene la palabra francesa "oui", y en la parte sur se llamaba oc. Hay una región francesa, muy importante, que se llama Languedoc, es decir "la lengua de oc". También existía, aparte del francés, la lengua provenzal, que tuvo una importancia extraordinaria, el bretón, en fin una pluralidad de lenguas.

Por cierto Braudel dice que, salvando las distancias con la estadística, incluso en tiempo de la Revolución Francesa, el francés, lo hablaba y lo entendía el veinte por ciento de la población de francesa, los demás hablaban sus lenguas particulares. Braudel es un gran autoridad, pero probablemente exagera.

El hecho es que la nación francesa no existe como tal hasta los muy últimos años del siglo XV y primeros años del siglo XVI, pero la unidad completa de lo que entendemos por Francia, data de Enrique IV, contemporáneo de Felipe II, es decir de los últimos años del siglo XVI. Entonces es cuando Francia llega a su dimensión propia, a su verdadera unidad, y que se convierte en la nación que hemos conocido, sustancialmente, aunque haya habido ganancias y pérdidas, pero no significativas.

En cuanto a la lengua, aparte de que no ha sido la lengua de la totalidad del país, sino de una parte creciente, va haciéndose la lengua principal de Francia a lo largo de la Edad Media, sobre todo en el ámbito de la cultura, aún teniendo en cuenta la gran importancia que tuvo la lengua provenzal.

Es el francés una lengua que ha evolucionado más que la nuestra o que el toscano. Si toman textos franceses de la Edad Media, verán que hay una diferencia muy grande respecto del francés actual. Una persona que no haya hecho estudios de francés medieval, no entiende bien a los autores franceses medievales. Es frecuente que se hagan ediciones adaptadas, del francés medieval, al lenguaje actual. Incluso si piensan en los principales autores del Renacimiento, como Rabelais o Ronsard, incluso Montaigne, la distancia es bastante considerable, y no son de lectura fácil.

Hasta el siglo XVII no llega a estabilizarse y alcanzar su plena madurez la lengua francesa. Esto ya ocurre en Descartes, en Pascal. Lo mismo ocurre con el teatro, con Racine, Corneille o Molière. Esto va a durar mucho, hasta muy entrado el siglo XX, pero desde 1950 va a empezar una alteración bastante visible del francés. Porque hay que establecer una diferencia entre la lengua literaria y la lengua coloquial, cosa que en España no ocurre, aunque haya diferencias de nivel cultural, la lengua es la misma, y una obra literaria, incluso muy refinada, en cuanto lengua es inteligible por todos los españoles. Podrán entender las ideas o algunas palabras, pero la lengua es la misma. El escritor más refinado busca formas coloquiales, incluso modismos, que son tan sabrosos. Esto en francés no ha ocurrido, pues la lengua literaria era distinta de la popular, la consecuencia es un fenómeno, que ha sido la penetración de los estratos inferiores de la lengua en la literatura.

Se puede datar con precisión, a partir del libro de Cèline: "Viaje al final de la noche", de 1932, comienza esta degradación, luego seguida por otros muchos, por ejemplo por Sartre, y otros más. Luego se ha generalizado enormemente, y en los últimos años en gran parte por la influencia del cine, de la televisión. Se ha producido una alteración de lo que era el francés que se consideraba normal y correcto, incluso, más que en el vocabulario, en la sintaxis y en la fonética. He visto películas francesas con subtítulos en francés, porque parecen necesarios; el francés, frecuentemente no entiende lo que le están diciendo los actores. Si lo lee sí lo entiende, pero si solo lo oye, no lo entiende bien. Este es un fenómeno muy inquietante, y lo he comentado con franceses muy distinguidos, y me han dado la razón.

Los franceses habían cuidado enormemente su lengua, han tenido un orgullo de su lengua, además con una posesión muy lograda de ella, desde los estudios secundarios, y la dominaban, y escribían bastante bien. Esto ahora no se puede generalizar.

Desde el siglo XVII el francés tiene una gran difusión en toda Europa, esta difusión es avasalladora en el siglo XVIII. Es en el siglo en el que el latín, que era la lengua culta, ha decaído, cada vez se escriben menos libros en latín. Ya no se traducen los libros de las lenguas nacionales al latín para poder leerse por todos, ahora los libros se traducen al francés, y en el francés son eficaces, así son leídos por las minorías cultas.

Si se observan las bibliotecas privadas, hay algunas muy interesantes, como la biblioteca municipal de Toledo, que era la biblioteca de los arzobispos de Toledo. Es la biblioteca que se llamó Borbón-Lorenzana, llena de libros prohibidos, como los de los enciclopedistas. Esto parecía bastante impío, pero ahí estaban. Los libros de autores no latinos y españoles, eran mayoritariamente en francés.

Durante mucho tiempo el francés ha sido la lengua de la diplomacia, la lengua internacional. Esto está siendo sustituido por el inglés en nuestro tiempo. Hoy se estudia muy poco francés. No creo que esto se deba al poderío americano, no es debido a la influencia política, militar o económica. Nunca ha tenido el alemán más fuerza e irradiación que cuando Alemania estaba dividida en ochenta o noventa estados, en gran parte ocupada por Napoleón, y en mala situación, es decir a finales del siglo XVIII y primeros decenios del siglo XIX. El problema es que las lenguas resulten creadoras o no.

Si en una lengua se escriben cosas muy importantes, cosas que hay que conocer, entonces la lengua irradia, y se busca. Hay un factor que no voy a omitir: la expectativa, especialmente de lo inesperado. Hay países en los que aparece una creación original, pero no se espera nada de ellos, y su creación no se valora. Piensen en el premio Nobel, hace años parecían acertados, pero recientemente aparecen autores desconocidos, de países improbables, y no nos enteramos, el autor no llega a ser conocido. A mí me pasa eso, y no tengo familiaridad con la mayor parte de esos autores, lo cual es inquietante.

Es evidente que Francia lleva bastante tiempo en que su creación intelectual, literaria, y artística en general, ha descendido bastante. Siempre ha habido en Francia escritores, artistas, intelectuales de gran talento, y en los últimos cuarenta años empieza a escasear. Las expectativas han disminuido, si uno intenta buscar encuentra decepciones, en vista de eso el francés retrocede. Se estudia muy poco el francés, lo cual es un enorme error, porque aunque no escriban libros importantes en los últimos decenios, durante trescientos años han escrito tal número de libros importantes, que hay que leer, que hay que conocer, y por tanto desconocer la lengua es una tremenda pérdida.

El actualismo es una enfermedad muy difundida, pero muy peligrosa. Si solo se atiende a lo que se hace en cada momento, tendrán una imagen de la realidad limitadísima, y en definitiva falsa. La cultura española no es la de los últimos diez o veinte años, es lo que se ha escrito durante un milenio. Lo mismo digo del francés, del alemán, del inglés o del italiano, y de todas las lenguas importantes. Hay países que pueden dar cuatro o cinco escritores interesantes en trescientos años, otros pueden dar quinientos autores en esos años. Hay pues un factor cuantitativo, que se convierte en cualitativo.

La cultura francesa, la literatura francesa, el pensamiento francés, y diría otro tanto de la arquitectura o de la pintura o de la música, es sumamente importante, es una de las grandes aportaciones a la cultura universal. Desentenderse de ello es un error, un tremendo empobrecimiento.

Cada una de las naciones de las que estoy hablando en este curso representan las versiones más creadoras, más eficaces de Europa, y el europeo que no las posee adecuadamente es un pobre europeo, evidentemente. Pero no olvidemos que en Francia han ocurrido muchas cosas. El pequeño Reino de Francia era heredero de una parte de lo que fue el Imperio Carolingio, pues el centro de ese Imperio es Aquisgrán, una de las ciudades europeas que tienen más nombres en sus diversos idiomas, y esto ocurre cuando las ciudades han tenido mucha importancia, como el caso de Londres o London en inglés, o Londra, en italiano, así sucesivamente.

En ese reducto parcial de la herencia carolingia se constituye el Reino de Francia, que va a tener un desarrollo cultural enormemente importante. Se fundan desde los siglos XI y XII una gran cantidad de escuelas monacales, próximas a lo que luego será París. Unos de los más grandes pensadores de la Edad Media son los Victorinos: Hugo y Ricardo de San Víctor, que no eran franceses de origen, pero el monasterio donde vivieron sí lo era. 

En el siglo XIII se fundan las universidades, en gran parte como consecuencia del desarrollo de las órdenes mendicantes. No olviden el inmenso papel que tuvo en Francia la orden benedictina, primera de las grandes órdenes monásticas, que tuvo un desarrollo extraordinario en Francia. Pero fueron las órdenes mendicantes las que fundaron las universidades, entre ellas la Sorbona, que toma el nombre del canónigo Robert de Sorbon, universidad, sin duda ninguna la más importante del continente europeo.

El factor de supremacía que tenía la Francia medieval era debido a la Sorbona, comparable al pontificado que estaba en Roma, en territorio culturalmente italiano, y en España estaba Santiago, que era de otro orden, pero era el centro de las peregrinaciones occidentales. En el poema de "Fernán González" se dice que la supremacía de España se debe a Santiago, que no tiene Francia ni Inglaterra. Vean cómo se produce el prestigio, los factores del prestigio están ahí actuando.

El desarrollo de la cultura francesa, en filosofía, en teología, en arte: el románico francés, y sobre todo, el gótico francés, ha sido extraordinario. Se produce una cultura que está en la posición central europea, creada en gran parte por personas que no tenían origen francés, pero los europeos peregrinaban a la Sorbona, para estudiar en ella o en las escuelas monásticas. Los ingleses lo hacen, yendo a enseñar en Francia. Se produce ese fenómeno central de convergencia, que ha sido tan importante. 

Se va produciendo una forma humana, que en el siglo XVI, y sobre todo en el XVII, da como resultado un tipo humano que es el referente de Europa. Hay un libro extraordinario de Paul Hazard, que traduje hace mucho tiempo: "La crisis de la conciencia europea", que estudia la vida europea entre 1680 y 1715. En él señala que en esos años se forma la conciencia colectiva de Europa como tal, y conciencia de cada una de sus dimensiones nacionales. El resultado es que el modelo francés va a dominar el siglo XVIII.

Hasta el siglo XVII cada pueblo europeo tenía un gesto particular, un cierta manera peculiar de vestir. Por ejemplo cuando hay una boda real, y se ven los cuadros que la representan, se aprecian las diferencias en el vestir, como en el caso de las muchas bodas franco-españolas que hubo. Los reyes franceses están representados en los cuadros oficiales con una teatralidad que no han tenido nunca los reyes españoles, que vestían sencillamente, casi "de paisano". El gran emperador Carlos V, Felipe II, Felipe III o Felipe IV, van vestidos con gran modestia, con gran sencillez.

Pero a fines del siglo XVII empieza a difundirse el estilo francés. Porque la moda francesa no proviene del reinado de Felipe V, sino de un tiempo anterior, pues el cuadro que está en el Escorial, en la que aparece la corte de Carlos II, los personajes tienen un aire sumamente parecido al de los franceses, lo cual quiere decir que había habido una difusión y una homogeneización de Europa, con una influencia francesa y también italiana, que se olvida casi siempre, pero la influencia italiana en el siglo XVIII es inmensa. En España es sumamente visible, primero por la reina María Luisa de Saboya, por Carlos III, veintitantos años rey de Nápoles. El mejor rey que ha habido en Nápoles nunca, y cuando vino a España, lo hizo saturado de su experiencia napolitana, y trajo innumerables elementos de origen italiano.

En esos años de fines del siglo XVII se produce una homogeneización de Europa. Los retratos del siglo XVIII se parecen mucho entre sí, incluso se parecen los americanos. Si ven un retrato de Washington, verán que se parecen mucho a los retratos de Carlos IV, y era un americano puro. La diferenciación persistía en las clases populares, pero las aristocracias, las clases superiores, eran sumamente homogéneas, no francesas, esto hay que rectificarlo. Eran europeas, y el país en que se realizaban con más brillantez, quizá antes que en ningún otro, era en Francia. Del mismo modo que ahora se llama "americanismo" o "americanización", al siglo XX. Casi todo lo que se llama americano en nuestro siglo, es el siglo XX, realizado antes, y a veces mejor, en los Estados Unidos.

Si algo hay en este mundo que sea símbolo americano es el automóvil, pero es una invención europea. Los primeros automóviles son alemanes y franceses. Lo mismo pasa con el cine, que es un invento francés. Esto mismo ocurre en el siglo XVIII, que no fue exclusivamente francés, sino que fue europeo homogeneizado, con influencias varias, en diversos niveles.

Imaginen lo que significó en ese siglo la música italiana, y la francesa, que es muy importante. No digamos la música alemana, que empezó algo después. El barroco español del XVIII es muy importante, como lo es el austriaco o el alemán. Es un conjunto de factores, que son comunes, pero siguen siendo diferenciados.

Hay otro gran factor característico, que es la facilidad francesa en "presentar" sus realidades. Los españoles estamos en el otro extremo. Sería muy interesante comprobar en los libros de hace cuarenta, cincuenta o sesenta años y ver los autores famosos que han sido universalmente conocidos en todo el mundo, la lista sería impresionante e incomparable con la de ningún otro país. Después de mirar esa lista, sería interesante preguntarse: ¿cuántos de esos autores siguen siendo importantes?, encontrarán que los que han sobrevivido son relativamente pocos, pero sin embargo hace medio siglo eran casi todos importantes. Ahora muchos de ellos nos parecerían de segunda o de tercera clase, muy inferiores a otros que no han sido ni son famosos: ingleses o italianos o alemanes o españoles.

Ha habido una actitud francesa para propagar, para prestigiar a sus productos, que ha dado un  grado extraordinario de vigencia a lo francés, además de una gran habilidad para asimilar a lo extranjero:  Picasso, pintor francés, pero claro, era de Málaga, y no era francés. A la inversa, hay una cierta impenetrabilidad, una impermeabilidad  para lo propiamente distinto, empezando por un problema de la lengua.

El francés es una lengua muy elaborada, con muchas normas precisas, extrictas y de las más rígidas. Las frases francesas hay que hacerlas de una determinada manera, no como en el español, que tiene muchas más libertad de construcción de las frases. El tipo humano francés, la circulación y el éxito de Francia ha dependido en gran parte del conocimiento del francés. Las minorías intelectuales de todo el mundo occidental han sabido francés.

Estuve en el Perú con Gabriel Marcel, uno de los hombres a quienes he estimado más intelectualmente y personalmente en este mundo, y siempre lo recuerdo con cariño y veneración. Pero resulta que hablaba a los peruanos en inglés, en un país hispanoamericano; yo me pregunté: ¿en qué mundo vivimos?, me di cuenta de que había cambiado el mundo, porque el hispanoamericano cultivado ha vivido casi en francés, y ha tenido pasión por lo francés, y por la lengua, que han conocido. Marcel se dirigía a públicos cultivados, de nivel universitario, pero resulta que no sabían francés. Unos decenios antes esto hubiera sido absolutamente inconcebible, en inglés no lo hubieran entendido, y en francés lo hubiera entendido todo el mundo.

Algo parecido me ocurrió en Holanda, donde me pedían una conferencia para hispanistas, en español y una conferencia de filosofía en inglés, y así lo hacía. Una de las universidades me pidió una de las conferencias de filosofía en francés, luego pensaron en hacerla en inglés, por ser más entendible, entonces pregunté al auditorio, y hubo una abrumadora mayoría que preferían el inglés. Esto hubiera sido inverosímil en otras épocas, pero actualmente sí es posible. El número de libros en inglés es muy grande, y ha disminuido mucho la circulación de libros en otras lenguas.

El conocimiento de la lengua francesa ha disminuido enormemente en el mundo durante los últimos años. Esto considero que es un error, que obedece a una visión actualista de la realidad. Lo mismo pasa con otros idiomas y su estudio, supone una pérdida de nivel que conviene rectificar.



XVIII. Inglaterra: excentricidad e irradiación.

Estamos viendo las figuras, un poco más en detalles de algunos de los grandes países europeos e Inglaterra es, sin duda, uno se ellos; con características propias y bastante curiosas. Por lo pronto es un país insular, separado por el mar del resto de Europa. Esto le da una característica especial a lo largo de la historia. Un ejemplo de esa situación es el hecho de que Napoleón no consiguió invadirlo, en su intento de dominar Europa, desde Francia. Esa separación es bastante sensible, aunque hoy esté muy atenuada. Siempre ha sido parte de Europa. Distinta, con unas diferencias que no solo son de situación, sino que van a ser también cualitativas, pero formando parte del continente europeo.

Fue también Inglaterra romanizada, pero no mucho, un poco tardíamente y de un modo parcial, incompleto. Britannia fue parcialmente invadida y colonizada, con elementos romanos. Hay un hecho interesante en la lengua inglesa, pues tiene la mitad de sus palabras de origen latino, no solo por la influencia romana, sino también por las sucesivas invasiones francesas a lo largo de su historia.

Si se ve un texto inglés, siempre sorprende que la mitad de sus palabras son de origen latino. En una lengua de origen latino, la mayor parte de sus palabras son de ese origen. En la lengua española el noventa por ciento de sus palabras es de origen latino. Lo mismo ocurre en las lenguas de origen germánico, como el alemán, el sueco, el danés o el noruego, verán que las palabras son en su gran parte, de esa procedencia. Pero si se observa una página escrita en inglés, se aprecia que, aproximadamente, la mitad de sus palabras de origen latino y la otra parte son de origen germánico. Con una diferencia interesante según de qué trate esa página. Si es una página de carácter científico, de filosofía, de ciencia, de historia, el uso del elemento latino está más extendido, en ciertos casos palabras griegas, pero si es un texto más puramente literario, y sobre todo si es de poesía, el predominio germánico es evidente.

La impresión que da el idioma inglés es que está formado por dos medias lenguas, pero es una sola lengua, evidentemente. Pero el envolvente de esa lengua, un caso único, es la fonética. La manera de hablar el inglés es bastante distinta de cómo se hablan otras lenguas.

Cuando estuve en los Estados Unidos por primera vez tenía que dar un curso en el que había que estar hablando en inglés tres horas seguidas. Después tenía que hablar en español, aunque fuera con la pared, pues tenía agujetas en la lengua del esfuerzo por hablar una lengua que exigía un movimiento bucal completamente distinto que en otras lenguas. El inglés se habla de otra manera, es más bien una fonética que usa palabras variadas, es la fonética lo que unifica las diferentes palabras de la lengua inglesa, aunque tengan orígenes diversos.

Desde el punto de vista histórico la Inglaterra medieval tiene un plano de referencia cultural coincidente con el resto de Europa, es la cultura latina, de religión católica y una comunicación intelectual constante con la totalidad de Europa.

Todos los países llaman Inglaterra al conjunto de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, sin embargo los ingleses tienen cuidado en llamarse británicos para luego distinguir las partes a las que pertenecen dentro  de ese conjunto.

Inglaterra tiene una historia sumamente violenta, llena de luchas constantes y durísimas. La anexión de Gales y Escocia fue muy violenta, lo mismo que la de Irlanda. Finalmente se consolida lo que se llamó el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. Es una unión que encontró muchas dificultades, con luchas muy duras. Después ocurre algo que es muy importante, y es el comienzo de una disidencia religiosa, en tiempo de Enrique VIII.

El resultado es la creación de la iglesia anglicana, lo cual es simplemente un cisma, porque no hay alteración del contenido dogmático, sino un rechazo al Papa. No era un movimiento protestante, hasta el punto que en el reinado de Enrique VIII lo realmente difícil en Inglaterra era mantener la cabeza sobre los hombros, porque si uno no consideraba al rey como cabeza de la iglesia, lo más probable es que le quitaran la suya, pero si era protestante, por ejemplo luterano y negaba una porción considerable de los dogmas de la iglesia católica, también le cortaban la cabeza.

Se va produciendo poco a poco un proceso por el cual la iglesia anglicana, pasa de ser un cisma a ser una iglesia protestante más, menos que otras, con menos diferencias. Se conservan litúrgicamente muchos aspectos, que eran los tradicionales. Finalmente la iglesia anglicana se considera como una de las religiones protestantes. Esto se produce ya después de la muerte de Enrique VIII, pese a los intentos de volver al catolicismo de la reina María Tudor, casada con Felipe II. Con Isabel I se acentúa el carácter protestante, y así lo vivieron en la guerras con España. En Escocia se introdujo el protestantismo con una fuerte influencia calvinista, en un proceso distinto del de la formación de la iglesia anglicana, además de la presencia de la iglesia presbiteriana.

Francia invade Inglaterra en algunos momentos y deja una huella sumamente profunda, con fórmulas francesas en la liturgia, tanto civil como eclesiástica. Pero luego los ingleses invaden Francia muchas veces, y una porción de Francia será durante siglos de dominio inglés. La Guerra de los Cien Años es la lucha entre Francia e Inglaterra, unos por mantenerse en suelo francés y otros por eliminar ese dominio, no directamente por medio del reino de Francia, sino por manos de otros poderes locales dentro del territorio francés.

La relación entre Francia e Inglaterra es, muy frecuentemente belicosa. El número de guerras entre Francia e Inglaterra ha sido muy grande, pero la comunicación ha sido constante. Hay una influencia mutua y una mutua admiración. Esa mutua admiración ha sido una constante europea, de unos países con otros. Han tenido rivalidades, incluso llegando a la guerra, pero eso no es obstáculo para la admiración de unos respecto de los otros. Ese elemento de admiración es lo que se echa de menos ahora, los países europeos no se hacen la guerra, pero tampoco se admiran unos a otros, lo que es bastante peligroso, me parece bastante inquietante.

Inglaterra era un país muy poco poblado, pero como la estadística ha sido hasta hace poco tiempo muy imperfecta, no se puede precisar, aunque todavía creo muy poco en ella. Mientras Francia era un país muy poblado, el país más poblado de Europa, que llegó muy pronto a los cuarenta habitantes por kilómetro cuadrado, que Pierre Chaunu considera necesarios para que un país funcione bien. Luego Francia se ha estabilizado y ha crecido poco en los últimos tiempos, y actualmente tiene el problema de toda Europa, con una crisis de natalidad grande.

Durante la mayor parte de la historia Inglaterra ha tenido muy poca población, con un territorio no muy extenso, y además poco aprovechable económicamente. Tenía, sobre todo, en el siglo XVI una gran riqueza de ganadería. Tomás Moro decía que "las ovejas devoran a los hombres", su producción era suficiente para una población pequeña, y muy tardíamente, esto hay que descubrirlo; no sé si se ha explicado adecuadamente, aparece una vocación que no tenía antes: la vocación navegante.

Inglaterra no era un país de navegantes, a pesar de ser una isla o dos islas, a pesar de tener una longitud de costas enorme, y sin embargo hay un cierto momento, en el siglo XVI, en que aparece una vocación navegante. Esto es una cosa sumamente curiosa: el caso de la vocación colectiva, que parece algo propio de la vida individual. El hecho de que un país pueda, en cierto momento, adquirir una vocación que no tenía antes, es bastante interesante y yo, que no soy competente, no sé como se fue engendrando este tipo de vocación, y como Inglaterra se convierte en un pueblo navegante, que no lo era anteriormente. Pero desde entonces lo fue, en muchas formas, una de ellas la piratería, después empiezan las exploraciones, los viajes a América, la expansión inglesa al otro lado del Atlántico.

La diferencia entre la América hispánica y la América de origen predominantemente inglés, secundariamente francés u holandés, era que en el caso de la América septentrional, se trata de un trasplante. Sociedades europeas se trasplantan a suelo americano, para fundar allí sociedades igualmente europeas, que no tienen de americano más que el territorio. Mientras que en el caso de España, y en cierto mo do de Portugal, se trata de un injerto. Es decir que se injertan en las sociedades americanas, que siguen siendo americanas, elementos europeos, españoles o portugueses, que alteran esas sociedades, que no son españolas, sino hispanizadas.

El caso de Inglaterra en América del norte ha sido eficaz, y el resultado de ello ha sido un país que acaba por ser el país más importante del mundo, que son los Estados Unidos, de origen principalmente británico. Esta actitud se va a prolongar, y en el siglo XVIII se extiende a Asia, muy especialmente a la India, que es un inmenso país, un subcontinente, que en su mayor parte fue ocupada y administrada por los ingleses, aunque había algunos estados que conservaban la independencia, pero tenían un cierta subordinación a la administración británica. Hubo muchas guerras, pero en el siglo XVIII se consigue la dominación de la India por los ingleses.


Tengo el primer atlas de la India, de 1770, con unos mapas dedicados a los principales jefes militares de la campaña. Es curioso que este atlas lo compré en Madrid, en Londres probablemente hubiera sido muy caro, y no lo hubiera comprado.

En el siglo XIX esta expansión británica se extiende a África, primero explorada por los ingleses y luego colonizada por ellos otra parte muy grande fue colonizada por los franceses, una parte mucho menor, pero mucho más antigua, por los portugueses: Angola y Mozambique. El Congo fue colonizado por los belgas, primero mediante una operación financiera del rey Leopoldo, que luego lo transmitió al país y se convirtió en una colonia nacional: el Congo Belga, ahora llamado el Zaire, país en el que parece que no es muy cómodo estar.

La expansión inglesa se extiende de un modo increíble. Si ustedes manejan por casualidad un atlas un poco antiguo, anterior a la guerra mundial, sobre todo si es anterior a la I Guerra Mundial, hay una enorme colección de manchas rojas, color de los uniformes ingleses durante mucho tiempo, con las posesiones británicas. Esto es lo que se llamó el Imperio Británico, que ha sido bastante importante.

Este país pequeño, no navegante hasta fecha relativamente avanzada, disidente del continente, pero siempre muy europeo, en cierto modo excéntrico. En cambio tiene una enorme capacidad de expansión, piensen ustedes, por ejemplo, en Australia, cuya colonización está hecha, casi en su totalidad, por convictos, a los cuales se ponía en libertad, con la condición de llevarlos a Australia, al otro extremo del mundo, lo mismo ocurría con Nueva Zelanda, pero aquí había una población bastante grande de los Maoríes, mientras que la población australiana era mínima. Las islas del Pacífico, descubiertas por los españoles mucho antes, fueron colonizadas en gran parte también por los ingleses.

Es una enorme organización, el Imperio Británico, lleno de puntos estratégicos, de valor militar o de valor económico, que estaban en manos de Inglaterra. Esta realidad ha sido enormemente importante. Inglaterra se ha opuesto siempre al dominio de una potencia en Europa. Ha tenido una voluntad de mantener el equilibrio del poder en Europa, y a última hora en el mundo.

Esta realidad del Imperio Británico ha sido muy influyente. La historia política de Inglaterra ha sido enormemente violenta, las guerras internas en Inglaterra durante la Edad Media y el Renacimiento son durísimas, piensen en la famosa guerra de "Las Dos Rosas", de Lancaster y York, que fue violentísima, luego las luchas religiosas como consecuencia del establecimiento de la iglesia de Inglaterra, entre católicos y protestantes, con decapitación de dos reinas, nada menos, luego del rey Carlos I, y sin embargo desde fines del siglo XVII, Inglaterra cambia considerablemente. Se establece un equilibrio, se soluciona el conflicto entre el rey y el parlamento, sobre todo desde 1687, y se establece un equilibrio político, en el cual los poderes se controlan mutuamente. Los ingleses dejan de luchar entre sí, de matarse entre sí.

Entonces los ingleses tienen una participación en los asuntos públicos superior a las monarquías, todavía absolutas. Y desde fines del siglo XVII Inglaterra se va a convertir en el modelo político de Europa. Por ejemplo, la España del siglo XIX ha tenido una gran admiración política por Inglaterra, aunque los krausistas introdujeron la admiración intelectual por Alemania. Preferían lo alemán en lo referente a lo intelectual, pero desde el punto de vista político el modelo era Inglaterra.

En el siglo XIX, en el larguísimo reinado de la reina Victoria, que reina hasta 1901, hay una situación en que Inglaterra tiene un gran peso en el mundo, el Imperio Británico más exactamente, y considera que Inglaterra tiene una actitud de responsabilidad sobre "la carga del hombre blanco", y velar por el conjunto del mundo, por su equilibrio, por su bienestar. Al mismo tiempo que se atribuía unos derechos casi ilimitados. La suma de derechos y deberes en un cierto sentido propio es la fórmula que empleó en su época de más poder, muy especialmente en el siglo XIX, cuando está más consolidado este inmenso Imperio Británico.

Esta actitud ha experimentado cambios recientemente, y muy grandes. Es interesante ver cómo los países cambian, y a veces muy profundamente. Hemos asistido a esos cambios: los estudiantes de Oxford, en la I Guerra Mundial, lo mismo que los de Cambridge, dijeron que no estaban dispuestos a luchar por su rey ni por su patria, pero resulta que lucharon como tigres, con un heroísmo fantástico. Esto se volvió a producir, más o menos, en la II Guerra Mundial.

En la II Guerra Mundial tuvo una situación terrible, porque Inglaterra ha estado siempre poco preparada militarmente, excepto en la Marina, y solía prepararse durante la guerra. Es lo que pasó en 1939, con una ayuda muy importante de los Estados Unidos. Padeció enormemente, pero al final fue uno de los países victoriosos, conducidos por Churchill. Figura de imagen actualmente borrosa, pero que es un hombre de lo más extraordinario que ha habido en este siglo, en todos los sentidos, político, militar, y un espléndido orador y escritor, persona muy notable.

Al acabar la II Guerra Mundial hubo elecciones, y fue derrotado Churchill, el vencedor de la guerra, y fue vencedor el partido laborista, acaudillado por míster Atlee, al cual la palabra que más le corresponde es: "gris", completamente gris. Cuando era "premier" Atlee, dijo sobre él Churchill en el parlamento: "un taxi vacío va por Londres, se detiene en el número 10 de Downing Street, y se apea de él, este es Atlee". Otra vez dijo en la Cámara de los lores: ¡ Ah, sí mister Atlee viviera ! son golpes de  ingenio que tenía con frecuencia Churchill. Una Lady muy importante le dijo: "Si fuera usted mi marido, le daría veneno", a lo que contestó Churchill: "Si yo fuera su marido, lo tomaría". Es curioso que este hombre fue derrotado, por un hombre mediocre como míster Atlee, poco conocido y muy gris, y que después de su gestión, pasó sin pena ni gloria. ¿Cómo se explica esto?

Esto se puede explicar porque se produjo un cambio muy importante en la sociedad inglesa. Los ingleses tenían espíritu de aventura, hacían sus estudios, los que podían, pero cuando acababan su formación, en general se marchaban a algo, a sus empresas, a las colonias, al comercio, a la industria. Eso que llamamos la iniciativa privada y particular, y es el rasgo de la vida inglesa desde el siglo XVIII, y sobre todo en el siglo XIX, hasta la primera mitad del siglo XX.

Es un hecho curioso que en Inglaterra había muy pocos funcionarios. La pretensión normal del inglés no era ser funcionario. He leído, y no respondo, que antes de la II Guerra Mundial el número de funcionarios en Rumania era mayor que el de todo el Imperio Británico. No entro ni salgo, pero pudiera ser cierto. Es decir los ingleses no querían ser primariamente funcionarios, ni eran muy sedentarios, pero desde el final de la II Guerra Mundial se produce en Inglaterra una pasión por la seguridad, que ha sido universal.

Es curioso que Inglaterra es el país que ha hecho todo primero, ha sido un país madrugador, y curiosamente se ha quedado en las formas primeras. Por ejemplo, los primeros ferrocarriles son ingleses, pero hasta hace no mucho tiempo, los ferrocarriles ingleses eran mucho más antiguo que los del resto de Europa, eran parecidos a los de antes. Inglaterra estableció el alumbrado público antes, pero era el alumbrado de gas, pero durante mucho tiempo se quedó en eso y tardó en electrificarse, incluso más tarde que España; porque ya tenían un sistema de alumbrado bastante bueno.

Las transformaciones políticas también han sido pioneras en Inglaterra. Inventaron también la idea de "confort", pero se quedaron también en sus fases primeras. Por ejemplo, lo que ha tardado Inglaterra en tener calefacción central, por haber inventado la chimenea antes. Pero con la chimenea se calienta uno por delante y por detrás se queda frío. Han ensayado una serie de formas, los primeros, pero se han quedado en formas primitivas, en muchas innovaciones.

Esto es una serie de caracteres curiosos, para entender la figura uno de los países que han sido modelos ante los demás, en un sentido o en otro. Pues bien la pasión por la seguridad: "la seguridad social", por lo pronto, esto ha sido Inglaterra la que lo ha empezado, pero se ha extendido como el aceite, por el mundo. Ahora hay en todo el mundo una pasión por cualquier tipo de seguridad, cosa que es nueva en Inglaterra. Pero la vida es inseguridad.

La vida es forzosamente insegura. Cuando alguna vez viene a verme un agente de una compañía de seguros, de visita, para intentar que firme una póliza de seguros; le pregunto si su compañía me puede asegurar las cosa que me importan: la vida de las personas queridas, que mi país no va a hacer locuras, que mis amigos van a ser leales, que mis libros van a ser razonablemente buenos. Entonces el agente de la compañía de seguros me dice que no, le contesto que si sobre nada que me importe me puede hacer un seguro, no me interesa. El agente piensa que estoy loco, se marcha, y me deja en paz.

Inglaterra, después de la guerra se embarcó en la seguridad, se costeaban las dentaduras postizas, las gafas, y un gran género de cosas. Esto es lo que gustó y atrajo a la mayoría inglesa, que votó por Atlee. Se ha mantenido, y ese espíritu de aventura, de iniciativa, ese individualismo, que era muy real, ha disminuido enormemente. Es un país que no trabaja mucho, han descubierto las delicias de no hacer nada, algo que se dice en italiano: "il dolce far niente". El rendimiento medio del inglés parece que es inferior al de otros países, según algunas estadísticas, que tampoco son muy fiables.

Inglaterra ha cambiado la forma de vida, ha renunciado al Imperio. Después de la guerra ha habido una voluntad de desmantelar el Imperio Británico. La idea de la descolonización prendió enormemente, para quitarse dolores de cabeza y responsabilidades. De lo que era el Imperio Británico, apenas queda nada. Inglaterra ha vuelto a ser el país pequeño, que no es lo que era. su peso en el mundo es muy inferior.

El idioma inglés fue muy extendido por una enorme parte del mundo, como lengua propia, en países como los Estados Unidos, el Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y es hoy la lengua occidental más hablada, seguida muy de cerca por el español. Pero esto es hoy así por los Estados Unidos. La lengua que hoy domina en el mundo, no es la lengua de Inglaterra, sino la lengua de los Estados Unidos, originaria de Inglaterra, que ha empezado a ocupar un lugar secundario en el mundo. Esto es lo que es importante destacar.

Hay un ejemplo, también importante, y que quiero contemplar: es el aspecto cultural, intelectual, de Inglaterra. En la Edad Media funciona Inglaterra como una porción de Europa. Los filósofos y los teólogos escolásticos, son en Inglaterra, como los europeos continentales. Muchos de ellos son muy importantes: Occam, Escoto, Roger Bacon..., que son una parte de la cultura, latina de expresión, de Europa. Las dos grandes universidades, Oxford y Cambridge, son de las más importantes de Europa, y forman grupo con las principales del continente.

Desde el siglo XVI se produce un cambio importante: se empieza a utilizarse el inglés, también como lengua de cultura. Desde la aparición de la figura de Francis Bacon, su horizonte intelectual se orienta, a partir de ese momento, hacia el empirismo. Esta tendencia intelectual resulta de gran influencia social y política, pero con un abandono progresivo de la metafísica. La filosofía inglesa deja de ser propiamente creadora.

Sin embargo en el resto de los ámbitos de la cultura su creatividad es muy grande. La literatura inglesa es admirable, su poesía y teatro es de gran fecundidad. La novela y el ensayo son espléndidos. El cultivo de la ciencia es de gran importancia. Existen grandes historiadores de origen inglés, con admirables latinistas y helenistas. Es pues Inglaterra uno de los países más creadores de la historia, excepto en el mundo de la filosofía.

En el país que recoge el testigo del poder en el mundo, los Estados Unidos, las filosofía que está vigente es de origen alemán, con bastante influencia francesa, y ahora con alguna influencia española. Pero esta situación es cambiante, por eso me temía que cuando los Estados Unidos necesitaran la filosofía, esta estuviera suplantada por otras ciencias que no son propiamente filosofía, y así ha sido, desgraciadamente. Hoy se llama filosofía al empirismo lógico o al análisis lingüístico, u otras ciencias similares, que no son propiamente filosofía.

De todas maneras Inglaterra es un país capital, ha sido uno de los artífices de Europa, con su idea del equilibrio europeo, y asumiendo un grado de responsabilidad en los destinos del mundo, y su derechos correspondientes. Ha ejercido su poder con una mezcla de actividad benéfica y de abuso de sus prerrogativas, que definen un estilo propio.



Lección XIX. Alemania y el Imperio como polos de lo germánico.




El elemento germánico le da una nueva fuerza a lo romano, una nueva vitalidad. Comienza con una emigración de pueblos, y desde entonces, y a lo largo de toda la Edad Media hay un convivencia de los pueblos románicos y los pueblos germánicos, que aunque permanezca una cierta rivalidad, son pueblos inseparables.

Los germánicos representan un elemento que era ajeno al Imperio Romano, y en cierto modo se van incorporando, van penetrando. Hay una especie de ósmosis de los elementos de todo tipo, entre el mundo romano y el germánico. También se incorpora una nueva forma de vida, con un sentido muy fuerte de la independencia, de la individualidad; es el germen de lo que será el feudalismo posterior, en gran parte por influencia germánica.

Ese sentimiento de independencia, despierta un sentido nuevo de libertad, de iniciativa. Un ejemplo claro se ve en la interpretación germánica de la justicia. Los países europeos que tienen una justicia, derivada del derecho germánico, son distintos de aquellos que son consecuencia del derecho romano, de los países profundamente romanizados. En los países de mayor influencia germánica, los jueces tienen una mayor iniciativa y una autonomía que no tienen los jueces de los países más romanizados.

Por una parte está el juez y por otra está la Lex, es el sistema del derecho romano, que llega hasta nuestro tiempo. Piense que el código de Napoleón es una adaptación moderna del derecho romano. En España se han visto recientemente las posibles dificultades de la adaptación del jurado, institución más bien germánica. Nosotros estamos acostumbrados a ver en las películas, los jurados en Inglaterra y en los Estados Unidos, que proceden de la formación judicial inglesa. 

En los países que no han sido germanizados es algo distinto. La expresión en inglés es "ser juzgados por los pares". Eso no se ha dicho nunca en el mundo latino, pues se era juzgado por "la Ley", y el juez, el magistrado, que lo que hacía es administrarla, era algo impersonal, por eso la tradición latina hace que el juez tenga mucho menos iniciativa que el juez anglosajón o germánico.

Recuerdo que esto lo estudió Ortega enormemente bien, con gran profundidad. Estudió el concepto de "privilegio", que desde la Revolución Francesa es una palabra malsonante. Es el fenómeno de los epítetos, según el cual un sustantivo se empareja con un adjetivo, y forman un sintagma único, por ejemplo: las mansas ovejas, así se llega a la idea de que los privilegios son injustos. Pero los privilegios pueden no ser injustos, puesto que son la ley privada, la ley particular.
Es el caso de los derechos que tenían ciertas comarcas o ciertas ciudades o ciertos individuos, era un factor de libertad, era la ley privada, que reconocía la variedad de la sociedad y del mundo.

Ha habido, pues, un trasiego de influencias entre los pueblos germánicos y los pueblos románicos. Distinguiendo además entre lo que es germánico de origen y lo alemán. Los pueblos escandinavos también son germánicos, sus lenguas son del tronco germánico.

La Germania, los países resultantes del tronco germánico, ha estado dividida de un modo increíble. Tendría interés que ustedes le echaran la vista encima a un mapa alemán, del siglo XVIII o del siglo XIX, hasta la I Guerra Mundial. Es un mosaico casi irreconocible, con enorme multitud de pequeños estados, algunos más grandes, como Baviera, no son menos de ochenta o noventa, a mediados del siglo XIX. Una fragmentación que no tiene comparación. Comparado con Italia, de próxima nacionalización en el tiempo, se ve que Alemania estaba mucho más dividida, Italia estaba formada por entre ocho y doce partes, como diez veces menos que Alemania.

A pesar de esa división hay una conciencia de Alemania, y los alemanes hablan de Alemania. hay un libro muy importante: "Discursos a la nación alemana", de Fichte, de 1808, cuando Alemania está en la cima de la fragmentación, ocupada, en gran parte, por Napoleón. Es un libro, y así lo ve su autor, como desarrollo o continuación de su libro "Los caracteres de la Edad Contemporánea", muy bien traducido por la Revista de Occidente, hace sesenta años o más. "Los discursos a la nación alemana", no sé si están traducidos, porque yo uso la edición en alemán.

Esos "Discursos" apelan a la nación alemana, que no lo era en el sentido político del término, como lo eran España, Francia o Inglaterra. En ese libro Fichte dice que habla como alemán a los alemanes, y lo dice con énfasis, y lo dice muchas veces. El contenido del libro distingue entre Alemania y los pueblos germánicos, que no son Alemania. Emplea la palabra "Volk", la palabra "pueblo", que no tiene el mismo sentido que tiene en las lenguas latinas, pues en ellas se usa ese término para designar una clase social, en general no muy elevada, pero siempre en un sentido vago.

En alemán "Volk" es mucho más fuerte, y tiene un sentido que se aproxima mucho al concepto de nación. Aparece unido ese "Volk" con el amor a la patria. ¿Y qué entiende por patria?: Alemania, formada por muchos pedazos, con una serie de gobiernos o gobiernitos, pero sin embargo es una realidad, que es a quien dirige estos "Discursos". Esto no se puede tomar en un sentido directamente político. Fichte muere en 1814. Pero después de la caída de Napoleón y el Congreso de Viena hay grandes intelectuales alemanes, muy alemanes, que tienen el temor a la posible unidad alemana, miedo justificado posteriormente.

Es evidente que Alemania llegó a cosas que hubieran horrorizado a los grandes alemanes de la primera mitad del siglo XIX, que preveían posibles cambios, posibles variaciones. Los pueblos cambian, y el problema del cambio de los pueblos es muy interesante y muy delicado, habría que saber el por qué de ello.

La imagen del alemán en el siglo XVIII, a fines del siglo XVIII, es la de un joven, tendido debajo de un tilo, probablemente, y ocupado de poesía o música. Si se ponen ustedes a mediados del siglo XIX, la palabra Alemania o alemán, evoca un nombre propio:"Krupp", gran fabricante de cañones y de armamentos, con los cuales se hizo, primariamente, la I Guerra Mundial. Un ejemplo es el inmenso cañón: "La Gran Berta", que alcanzaba a París desde muchos kilómetros de distancia; Berta era la hija de Krupp, es pues, una imagen distinta. 

Lo mismo que se podría decir de Inglaterra, país desmesurado, de gran violencia, en la Edad Media, como en la Guerra de la Dos Rosas. Era un país violento, cruel, grosero, de grandes bebedores, y después se llegó al "gentleman", prototipo de la elegancia masculina, ya en el siglo XVIII, pero sobre todo en el siglo XIX. Ahora esas dos versiones están vigentes.


Hay cambios, hay variaciones sensibles. Estos alemanes de los primeros decenios del siglo XIX, tenían deseo de la unidad alemana, pero por otra parte tenían temor. También hay un hecho muy importante: Alemania, lo que llamamos nación alemana, según terminología de Fichte, aunque no fuera políticamente una nación, tenía diferentes estados. Una parte de Alemania había sido bastante romanizada, como es el caso de Baviera y Renania, que es una parte predominantemente católica, pero el protestantismo es alemán en su origen, con el luteranismo en su forma inicial.

Otras formas del protestantismo son la francesa-suiza de Calvino o sus ramificaciones en Escocia, pero el origen del protestantismo es Alemania, que aparte de Renania y Baviera, va a ser principalmente protestante. Y por otra parte en la parte nordeste de ese mundo alemán se constituye Prusia, y se forma un reino, que va a tener un carácter bastante distinto del resto de Alemania. Es un país sumamente protestante, luterano, muy militar, con una norma de eficacia.

Prusia que al principio es relativamente pequeña, con contactos entre el mundo báltico, que ahora nos parece poca cosa, pero en otra épocas ha sido muy importante. Es curioso que en el relato de la historia no se tienen en cuenta las magnitudes de los países. Un ejemplo es el caso de Bulgaria, país muy importante, que hoy parece pequeño, y no se lo tiene en cuenta. Hungría ha tenido unas variaciones extraordinarias, lo mismo que Rumania o Serbia. Cuando se mira de cerca la historia se ven enormes variaciones.

Pues bien, Prusia se constituye como un reino, con una monarquía absoluta, y muy absoluta, muy eficaz, muy militar, muy organizada y muy poderosa. A fines del siglo XVII, pero sobre todo en el siglo XVIII, es una potencia muy importante, más importante que su tamaño. En cierto modo es una potencia muy alemana, y finalmente va a ser el núcleo de Alemania, pero muy afrancesada culturalmente. La Academia de Berlín estaba llena de franceses. El rey de Prusia, que solía derrotar a los franceses con frecuencia, escribía y hablaba francés. Existen pues más elementos de los que a primera vista se suelen ver.

No olvidemos que hay una ciudad: Berlín, que es la capital de Prusia, y que va adquirir importancia, va a crecer, va a a ser una ciudad grande, centro de una monarquía absoluta, muy organizada y muy influyente, militarmente muy importante. Se va a constituir un centro de organización de lo alemán, que es Prusia. Durante muchas épocas Prusia es menor que Baviera, pero desde el siglo XVIII, adquiere esa mayor importancia.

Pero por otra parte, lo germánico, lo alemán, de lengua alemana, tiene otro componente, que es el Imperio, cuya capital es Viena, sobre todo después de la Guerra de los Treinta Años. Representados por los Habsburgo, dinastía reinante también en España, hasta 1700. Desde finales del siglo XVII hay dos grandes países regidos por la dinastía de Habsburgo: España y el Imperio.

El Imperio, que tiene como capital Viena, es uno de los polos de lo germánico; por eso he introducido a los dos polos en el título de esta lección, pero no es solamente germánico. Pero Austria no es una nación, es una construcción política distinta, con tendencia a casar a sus princesas con todas las casas reales europeas. La influencia del Imperio se hacía mediante matrimonios, en gran parte. Conserva el prestigio del Imperio.

El Imperio es una genial creación, que fue el intento de nacionalizar pueblos que no habían llegado a tener la condición nacional, en gran parte por su fragmentación, por su complejidad étnica, religiosa, lingüística. Ejerció una función capital, con una influencia inmensa.

Viena es una ciudad de lengua alemana, pero católica. Austria era católica, a diferencia de Prusia, que era predominantemente protestante. En ese sentido se aproximaría a Baviera o a Renania. Pero aparte del territorio propiamente austriaco, de lengua alemana, hay otro elemento, que es el elemento magiar: Hungría, que en otro tiempo fue un país enorme. También había un gran proporción de elemento eslavo: Bohemia, Moravia, las partes de Checoeslovaquia, ahora otra vez dividida, y tantos territorios más. 

Había, naturalmente, una parte eslava, que era Polonia. Los repartos de Polonia a lo largo de la historia, primero entre Rusia, Austria y Prusia en el siglo XVIII, una de las grandes vergüenzas europeas. Luego estaba todo el territorio de los Balcanes, que era un mosaico complicadísimo, y vivió dentro del Imperio de una manera relativamente normal. Luego se reconoció la influencia de lo magiar y se denominó Imperio Austro-Húngaro. El Emperador entonces era Emperador de Austria y Rey de Hungría. Budapest funcionaba como una segunda capital del Imperio.

No perdono al escritor Musil, satírico y crítico de lo establecido, su invención de la palabra Kakania, para designar al Imperio Austro-Húngaro. Como era Imperio y Reino al mismo tiempo, y  en alemán, para referirse a ello, se dicen dos palabras que empiezan por la letra K. Entonces Musil inventó la palabra Kakania para referirse a Austria, de manera despectiva. Es más fácil inventar una palabra que organizar una convivencia de pueblos, es una frivolidad, que a veces se permiten algunos escritores.

En el siglo XIX se reconoció la realidad de Hungría, se consideró que el Emperador era Rey de Hungría. Se dieron muchos derechos y una mayor autonomía a Hungría, pero no tuvo un reconocimiento igual el tercer elemento de la vida austriaca, que era el elemento eslavo. Creo que si Praga hubiera tenido un reconocimiento paralelo al de Budapest, probablemente las cosas hubieran ido mejor.

Hay un hecho que quiero señalar, y es el siguiente: Alemania tiene una fragmentación increíble, con una consecuencia, y es que estaba llena de centros importantes. Alemania tiene una enorme cantidad de ciudades que eran importantes; no eran grandes, en general. Berlín era prusiana, pero no era tan grande hasta el siglo XIX. Tampoco Munich era muy grande. Eran muchas ciudades, no muy grandes, pero muy importantes. Con tesoros artísticos, con una larga tradición, con centros de cultura y universidades de mucha categoría en pequeñas ciudades, centros de investigación de los mejores de Europa, durante mucho tiempo.

Esta situación da una pluralidad de centros. Es lo contrario de Francia, con una ciudad: París, que era incomparable con las demás. La segunda unidad es Marsella, a mucha distancia de París. En Francia se decía: "Cuando París toma rapé, toda Francia estornuda". Todavía hoy, es una cosa curiosa, la vida intelectual francesa es muy dependiente d París: si un profesor no da clase en París casi no existe. He conocido y tenido amistad con algunos profesores, de los mejores de Francia, de los más ilustres, pero no eran famosos, porque no vivían en París.

En Alemania ocurría lo contrario, el saber estaba disperso, y había universidades ilustres en ciudades muy pequeñas, frecuentemente aburridas, no olviden ustedes esto. En la mayor parte de Alemania, durante el invierno amanece bastante tarde y anochece pronto, hace frío, mal tiempo, no hay mucho qué hacer. Entonces lo que se hace es estudiar los verbos caucásicos, la matemática o la física teórica. He tenido la idea de escribir un artículo sobre "El aburrimiento como resorte de la erudición y la ciencia alemana". A veces las cosas negativas tienen su lado positivo. Esto explica que Alemania ha sido el país rector, intelectualmente, de Europa, desde mediados del siglo XVIII, hasta 1930. Sobre esto no cabe duda. Entre "La crítica de la razón pura", de 1780 y "El ser y el tiempo", de 1927, no había comparación. Lo mismo en filosofía, que en filología, en historia, en ciencia, en todas las ciencias, han estado los alemanes a la cabeza, y nos hemos nutrido de ellos todos; los que no se han nutrido, peor para ellos.

Pero esto no era verdad ni antes ni después. En Hispanoamérica todavía hay una cierta devoción por la cultura alemana, y hay jóvenes hispanoamericanos que sueñan con ir a Alemania, porque tienen una imagen de lo que Alemania ha sido, pero ya no lo es, es otra cosa, pero durante mucho tiempo sí lo ha sido. Los alemanes han tenido una tradición de seriedad, de ser concienzudos, que han perdido en gran medida.

Recuerdo que después de la II Guerra Mundial, en los años cuarenta y algo, había en Madrid un librero alemán, donde iba de vez en cuando, a mirar lo que había, y rara vez a comprar, porque no tenía un céntimo. recuerdo un libro, de origen nacionalsocialista,que se llamaba "Física alemana y física judía", me dió mucha gana de comprarlo, pero no tuve dinero, me quedé con la curiosidad. esa biblioteca producía admiración entre sus compradores, pero yo estaba muy decepcionado, porque la comparaba con lo que había sido la cultura alemana unos años antes. No era comparable, ni de lejos.

Ahora se está viendo en España con claridad la imagen de Austria, porque su imagen habitual es la de un país muy regulado, en cierto modo arcaico, con un Emperador que ejerció su cargo casi un siglo, si no me equivoco, desde 1848 hasta 1916, que es una buena temporada. La corte vienesa era una corte muy ritual, rigurosa, etc, y no olvidemos que Prusia se puso decididamente contra Austria. Trató de eliminarla, y en la guerra de 1866, entre Prusia y Austria, acabó con la victoria de Prusia. Con unas anécdotas divertidas, como los partes de guerra que leía durante la guerra civil española: "se combate en la carretera entre la ciudad tal y otra distinta", muy alejadas, con lo cual no se sabía donde se combatía exactamente. El estado mayor austriaco daba partes, explicando que las cosas no iban bien, y emplearon una palabra que es deliciosa: "concentración hacia atrás", así se llamaba el repliegue.

Esa derrota de Austria frente a prusia, disminuyó el poder de Austria, no sigamos después de la victoria alemana en la guerra franco-prusiana de 1870. Cayó el Imperio de Napoleón III en Francia y se proclamó la III República Francesa, y la fundación de Alemania propiamente dicha como unidad política: el II Reich, en el Salón de los Espejos de Versalles. Entonces el rey de Prusia se convirtió en Emperador alemán, y no Emperador de Alemania. El Emperador de Francia Napoleón III, se llamaba Emperador de los franceses, no de Francia, sino de los franceses, y el Emperador de Alemania, el Kaiser, se llamaba Emperador alemán, y el rey de Bélgica se llama rey de los belgas. En España se dice Rey de España. Hay ciertos matices que son reveladores.

Es evidente que Prusia trató de minar el prestigio, la fuera y el poder de Austria. Entonces, ya desde 1870 hay una decadencia política, y como potencia militar, de Austria. Ahora se empieza a ver claro que Austria, y si quieren ustedes, más concretamente Viena, muy especialmente Viena, era un centro de inventiva y de imaginación. Alemania hizo una obra enormemente seria, documentada, profunda en todos los órdenes, pero Viena fue un centro de imaginación, de irreverencia, como el caso de kakania, de Musil, irreverencia en este caso antipática, pero las había más simpáticas, y hay una cantidad de invenciones, de ensayos: audaces, a veces irresponsables, pero fue un fermento.

Hay un hecho que se puede comprobar fácilmente: el triunfo del nacionalsocialismo hizo que una cantidad enorme de alemanes y de austriacos, pues Austria había sido anexionada por Hitler, emigraran, y se trasladaron, en su mayoría a los Estados Unidos. La influencia de los emigrados en el cine de los Estados Unidos ha sido extraordinaria; ahora bien, una grandísima parte eran de Viena, como Wittgenstein o Freud, con una gran capacidad de ensayo, de invención, de crítica, de mordacidad contra lo establecido, o frente a las instituciones, o de la misma realidad del Imperio Austro-húngaro.

Eran los austriacos pertenecientes a la cultura alemana, y de ella se han nutrido. Hay una unidad cultural de los países de lengua alemana, con trasiegos continuos de intelectuales de un país al otro, pero con diferentes centros de organización. Lo que representaba Alemania era distinto de lo que representaba Austria, y Austria representaba dos cosas distintas, y en cierto modo opuestas: la Monarquía espectacular y muy organizada, tradicional, y algo arcaizante, y la ciudad de viena como un hervidero de ensayos, de iniciativas de todo tipo. Algunas geniales, otras no tanto.

Hay un libro muy bueno, que se llama: "La Viena de Wittgenstein". El libro es inglés de lengua, aunque no recuerdo ahora si el autor es inglés o americano, y se ha traducido al español. Es un excelente libro, que muestra este mundo vienés, tan importante. 

Lo germánico es otro de los grandes elementos que han constituido Europa, ha sido un elemento básico, y lo sigue siendo. El otro día me refería a la lengua inglesa, que en realidad son dos medias lenguas. Al alemán es una lengua germánica, con penetación de galicismos, como en todas las grandes lenguas, pero es una lengua bastante distinta de las lenguas latinas, incluso del inglés, que conserva en cierta medida la estructura de las lenguas latinas.

No se puede traducir el alemán de un modo automático. Si se traduce un texto francés o italiano, incluso inglés, se puede traducir sin alteración de la construcción de la frase, pero en alemán no es posible. es una lengua que tiene el sentido de los sufijos y de los prefijos, un verbo se modifica con prefijos y sufijos, muy utilizados por Heidegger. Aún así ha conseguido un desarrollo filosófico grande, con una enorme capacidad teórica.

Alemania es un país admirable, pero su capacidad creadora no se ha recuperado. sus libros imprescindibles son ahora escasos. Se ha perdido en Alemania la sensibilidad para la filosofía. Curtius dijo que "el pequeño filósofo del Escorial": Ortega y Gasset, había devuelto a Alemania el sentido de la filosofía; lo dijo en el año 1928. La filosofía será necesaria otra vez, pues aparece cuando se necesita, y el puesto de Alemania en Europa es decisivo. Ortega tuvo la idea de revitalizar Alemania, los últimos años  de su vida los dedicó a viajar por Alemania para levantarla.

No basta con la economía; no sabemos ahora hacia dónde va Alemania. No está claro para un alemán qué es Alemania. Alguien tendrá que hacer esta labor, no sabemos si lo van a hacer.



Lección XX. Gravitación europea hacia sus centros originarios.

No se puede tomar una Europa inerte o una Europa amorfa, que es, en cierto modo, la tentación que se experimenta ahora. Es menester ver que Europa tiene una serie de tendencias, con una organización, que es viva, cambiante, porque es histórica. Hay que ver cuales son los elementos principales y los que son accesorios, y en cierto modo adheridos, incorporados a los elementos capitales.

Hemos visto que hay tres grandes elementos: el elemento latino, románico, partiendo de la organización de Roma en el mundo antiguo, está el elemento germánico y un tercer elemento eslavo. Además hay más cosas, pero tienen un volumen y un peso en la historia mucho menor, que  han ido gravitando hacia esos centros de organización. Es menester tener esto presente, y darse cuenta que son como tres grandes brazos, en la organización europea, con diferencias que hoy se tienden a olvidar, y que, en cambio, en otros momentos se ha propendido a subrayar de un modo, incluso excesivo.

Un ejemplo es el pangermanismo, que ha tenido consecuencias inmensas, con su culminación en el nacionalsocialismo, y que tuvo la idea de la anexión de todos los territorios que tuvieran algún elemento germánico, tanto lingüístico como étnico. También ha habido el paneslavismo, que ha sido muy influyente y muy activo en muchas cosas. en cambio no ha habido un panromanismo, ha habido algunos intentos, sobre todo de origen francés. En Francia se ha hablado de la unión latina, pero ha sido una cosa muy superficial, más bien de tipo cultural, que no ha prendido, y no ha tenido desarrollo. Es difícil justificar esa diferencia, quizá es por la antigüedad, pues los pueblos románicos, procedentes del Imperio Romano, son tan antiguos, que han vivido, en cierto modo, con naturalidad y espontaneidad. No han  sentido el impulso de agruparse, de constituir un grupo de unidad activa, como ha ocurrido con el pangermanismo o con el paneslavismo.

Ese paneslavismo y pangermanismo tenía el propósito de dominación en Europa. Es curioso que España no tuvo nunca ese propósito. Se habla del Imperio español, pero no ha habido eso que se llama Imperio español. Lo que ha existido  la Monarquía Católica o la Monarquía Hispánica o las Españas. La expresión Imperio español no se empleaba, Carlos V hablaba de la "Universitas Cristiana", quería que hubiera una especie de unión, de convivencia, de cierta fraternidad, entre los países europeos, que entonces eran los países cristianos.

Todavía cuando era niño se rezaba por "la paz entre los príncipes cristianos", expresión que hace muchos años no he oído, siempre algo después de Carlos V. Esto era una supervivencia de esa "Universitas Cristiana". Ha habido una cierta vacilación, por ejemplo, de Francia, cuya historia en la Edad Moderna ha sido inquietante, pues siendo Francia un país católico, y con una minoría protestante muy activa y poderosa: los hugonotes eran como el diez por ciento de la población francesa, pero eran muy activos. Durante todo el siglo XVI propiciaron unas guerras de religión muy violentas.

Hubo en Francia una voluntad de poderío, que llevó a Francisco I a aliarse con los turcos, o en la Guerra de los Treinta Años, combate, en una cierta fase, al lado de los protestantes, frente a los Habsburgo de España y de Austria. Luego aparecerá la voluntad de dominio general en manos de Napoleón, que no consiguió, pero estuvo cerca de hacerlo.

En otro nivel la pretensión de Hitler fue también el dominio de Europa por Alemania, y por otra parte el comunismo lo ha hecho, a su vez, en tiempo de Stalin. en el caso de Hitler se utilizó el concepto de "raza", en el caso del comunismo fue la idea de "clase". Es decir, en nombre de unos principios generales, se pretendía la dominación de toda Europa.

Frente a la voluntad de dominio en Europa se ha pretendido, por otra parte, la idea de un equilibrio europeo, defendida durante el siglo XVIII por Inglaterra. El tratar de  que no hubiera ningún país dentro de Europa que fuera dominador en ella. Un ejemplo es la Guerra de Sucesión en España, desde 1700 a 1713, en la que se disputa quién va a reinar en España, con dos contendientes, unos los borbones, comandados por Felipe de Anjou, luego Felipe V, por otra parte el archiduque Carlos de Austria.

Había un temor a que hubiera un predominio de los borbones en Europa. En esos años es Francia el país más importante de Europa, y se pensaba que un rey Borbón en España, aunque también era descendiente de la casa de Austria, igualmente, podía desplazar el equilibrio europeo hacia Francia, o bien, si predomina el archiduque de Austria, volverá la posible hegemonía de la casa de Austria. Inglaterra apoyó al principio al archiduque Carlos, después cuando fue nombrado Emperador, se desinteresó. Como ven la idea del equilibrio actúa muy profundamente en esos años, y continuó durante muchos más.

Les recordaba el otro día al hablar del Imperio, y del mundo germánico, como se hace un hueco representativo a lo magiar, con el reconocimiento del reino de Hungría dentro del Imperio. El Emperador es, además de Emperador, Rey de Hungría. hubiera sido conveniente dar también una representación equivalente al elemento eslavo, quizá Praga hubiera podido ser un tercer centro, y podría haber sido un Imperio con tres cabezas. Acaso, con este sistema, se hubiera podido evitar la I Guerra Mundial y todo lo que vino detrás de ella.

Lo que me interesa señalar es que hay tres grandes elementos dentro de la historia europea, tres grandes formas, que tienen una diferencia importante de antigüedad. El elemento románico o latino es el más antiguo, pues procede de la Roma antigua. No es lo mismo Roma, que los países románicos, pero las raíces están en Roma, y la gran creación política del Imperio Romano ha seguido gravitando en toda la historia de Europa como un ideal. El ejemplo máximo está en el Sacro Imperio Romano Germánico o el Imperio austriaco, que entronca con la Edad Antigua.

Lo germánico también es antiguo, y se articula con la tradición carolingia, desde Carlomagno, hacia el año ochocientos existe una conciencia de un mundo germánico europeo, que no es la Germania primitiva. En cambio el tercer elemento, el elemento eslavo ha tenido una realización institucional menor. Ha habido muchas variedades de lo eslavo, que ha estado enormemente fragmentado, y lo sigue estando.

Ha habido países, como Bohemia, Moravia, Polonia, que ha estado en una posición muy inestable, entre los países germánicos y Rusia. Esto ha hecho que sean países inestables, cosa que en el caso de España, con los Pirineos, o con la insularidad de Gran Bretaña, no ha sido así, por las dificultades geográficas. Es un factor, ese geográfico, decisivo, del que no se ha podido beneficiar Polonia.

En cambio ha habido un país, inicialmente no demasiado grande: Rusia, pero que ha sido la gran potencia colonizadora territorial, pero sin un océano por medio, hasta llegar al Pacífico. La magnitud de Rusia ha gravitado sobre todo lo eslavo. El paneslavismo, que se produce en un cierto momento ha sido algo promovido por Rusia, y ha sido en el fondo un intento de rusificación de todo lo eslavo. Pero es una parte de Europa que ha quedado en relativo aislamiento, incluso por razones lingüísticas. 

Mientras las lenguas románicas, que son por lo menos traslúcidas - las lenguas latinas se entienden o se aprenden con facilidad -  las lenguas germánicas también tienen un parentesco, y conservan algunos elementos de las lenguas latinas, en cambio las lenguas eslavas han sido muy poco conocidas, a lo que se añade la dificultad del alfabeto cirílico, aunque no es así en todas las lenguas eslavas. Además han ingresado en la cultura europea bastante tarde. La literatura rusa, tan importante, es del siglo XIX, nada comparable con la viejísima tradición griega y latina, y la no tan antigua, pero también longeva, cultura germánica.

Se ha producido, como hemos visto, una estructuración de Europa a lo largo de la historia, que conviene tener presente. Pero ahora hay una tendencia en Europa hacia la abstracción. Europa no conserva en su estructuración la pervivencia de esos tres elementos. Los países de la Unión Europea, tanto antiguos como nuevos, no tienen ningún tipo de vinculación con su origen románico, germánico o eslavo, con lo cual, creo que se introduce una especie de prematura unificación de Europa entera, que hubiera sido más real y más eficaz, si se hubiera hecho por partes.

Es evidente que la situación del Telón de Acero significó la ruptura de Europa, algo comparable a lo que pasó con la invasión árabe del Mediterráneo en el siglo VII. Una ruptura de lo que había sido una unidad. Ortega decía que Europa era una muy vieja unidad, pero que necesitaba ser una unión, que es lo que estamos tratando de hacer ahora. Y el Telón de Acero, que dividió Europa en dos mitades, sin apenas comunicación, dejó a la Europa Occidental, más homogénea, más próxima, con menos problemas, y es evidente que la Unión Europa se está haciendo desde la Europa Occidental, que es la Europa más homogénea, más afín, con menos diferencias. Esto ha hecho posible esa unificación.

Pero en cambio, actualmente, se ha pasado por encima de las agrupaciones reales, históricas, culturales. Los países aparecen "en fila", uno detrás de otro, se ha introducido una cierta condición amorfa, en Europa. Esto disminuye la capacidad de coherencia, no es fácil que todos los países entren en la misma estructura. Después de la caída del comunismo y del muro de Berlín, se ha producido un elemento de resistencia, por ejemplo de los países del Este. Hay una resistencia de Rusia, que teme perder peso, perder poder, pero creo que hay algo más profundo, que es que se presenta a estos países una imagen relativamente abstracta, y no muy atractiva.

La palabra clave, que es la que más se emplea es la palabra democracia, pero es una palabra relativamente abstracta, sin olvidar algo muy importante: que todos los países del Este, hasta los menos democráticos, todos ellos se llamaban "democráticos", y "populares". Cuando se escuchaban las palabras "democracia popular" sobre un país determinado, se sabía que no era democrático ese país, ni poco ni mucho. De modo que la palabra democracia no puede atraer a esos países del Este de Europa, cuando se usa y se abusa tanto de ella. Incluso se les presenta una imagen de una Europa unida y democrática, no muy atractiva, y que no incluye los elementos que le son familiares.

Es posible que los pueblos eslavos, si se les hubiera presentado la posibilidad de tener una realidad impregnada de la condición eslava, dentro de una Europa compleja, articulada, es posible que hubieran sentido más el atractivo de la Unión Europea. Y diría lo mismo de lo germánico y de lo latino. También habría que tener en cuenta los elementos europeos que no son naciones, y cómo se pueden incorporar a esa unión, y que probablemente no serán nunca naciones. Son estados independientes de países no viables, como es el caso de Yugoeslavia, que ya era por sí misma poco viable. En algunos casos su existencia ha sido desastrosa y violentísima.

Hay un problema de abstracción en Europa, que me parece muy inquietante. Es posible que hubiera sido más importante plantear la Unión Europea por partes, por agrupaciones de países que tuvieran afinidades y relaciones efectivas, y que tuvieran presentes a los demás.

Lo que pienso es lo contrario de eso que se llamó paneslavismo o pangermanismo, que era una agrupación, diríamos, exclusivista de un tipo de países, con voluntad de supremacía, de dominio sobre los demás. Sería el aprovechamiento de las afinidades, de los parentescos, de las semejanzas, de los intereses comunes, de la cultura más o menos compartida; teniendo presentes a los demás, contando con la idea de ser una fracción. Huyendo de la tendencia del particularismo.

Evidentemente la realidad es muy compleja, está formada por una serie de elementos, que tienen valor y que es necesario conservar esa personalidad de las unidades históricas y sociales.

La variedad ha sido la gran riqueza de Europa, pero no el esclusivismo, no el aislamiento, sino la comprensión de las partes como partes, como partes de un todo, y comparándolas con las realidades vivas, como miembros de un cuerpo.

Es evidente que el organismo animal, el organismo humano, tiene miembros diferenciados, como las vísceras o los miembros. A nadie se la ocurriría suprimir los brazos o las piernas o el estómago, el bazo, de un organismo vivo, no tendría ningún sentido. Lo mismo ocurriría si los aislamos o los consideramos aparte, pues son partes de un todo, miembros de un organismo. Este planteamiento es el que habría que aplicar a la interpretación de Europa. entonces se vería lo que se está perdiendo: la riqueza de Europa.

Europa significa una inmensa riqueza. Ahora se piensa en la riqueza económica, que es muy importante, pero lo principal no es la riqueza económica, es la riqueza humana, la riqueza lingüística, la riqueza histórica, la riqueza de las posibilidades, de las formas de vida. Esto está disminuyendo, en cierta medida. Es interesante leer libros de viaje de otra épocas. Ahora la gente vieja a todas partes y mucho más que antes, pero no se entera de los sitios a dónde va hasta que los ve anunciados en una agencia de viajes. He conocido a personas que han viajado al Caribe y no tienen ni idea de hacia dónde cae el Cariben i la magnitud de estos países. Lo mismo les da la República Dominicana que la Argentina o México. Esto existe, y no digamos si es en el sureste de Asia.

La gente viaja más que nunca, por las facilidades y la riqueza mayor, pero viaja menos. Si ven un libro de viajes de otra época, se percibe cómo los viajeros se impregnaban de los países, viajaban mucho más despacio, y además entraban en contacto con formas de vida distintas, y tenían conciencia de la diferencia con estos países. De las ciudades, de los pueblos, de los caminos, de los alimentos, de las conversaciones, de la pluralidad de lenguas que sabían o no, según los casos.

Ahora el turista pretende vivir envuelto en "celofán". Es muy frecuente que pretenda comer lo mismo que en su país. A mi me gusta mucho ir a los mercados, cuando voy a un país extranjero, que es de lo que más refleja la vida de un país o sentarme en una terraza y ver pasar a la gente, para ver cómo es, y como se mueve o no se mueve, o cómo habla o está callada, y si es posible, hablar con ellos, si se conoce la lengua.

Se está produciendo una homogeneización y una simplificación de Europa, se está, en definitiva, olvidando esa inmensa variedad que tiene, de la cual se nutrían, dirán ustedes que la mayor parte de la gente no, pero las minorías sí, y esto es muy importante. 

En Europa ha habido hasta hace no mucho tiempo, unos sesenta años, gentes que conocían profundamente otros países, especialmente europeos, y los conocían, en sus obras, su cultura, su arte, su literatura, su pensamiento, y lo contaban en sus propios países. Entonces los que no habían viajado, los que no conocían lenguas extranjeras, leían en su propia lengua referencias precisas, ricas, vivas, de lo que eran las formas de vida de otros países. Esto hacía que se extendiera este conocimiento, sin que hubiera una presencia directa física en otros países. Pero esto se ha perdido o está en peligro de perderse.

Se sustituye ahora todo lo anterior por las comisiones, para todo. A mi me da terror, cuando se ve todos los días por la televisión, esos enormes salones, con mesas dispuestas en forma cuadrangular, en que están sentados un número altísimo de funcionarios de diversos países, que no tienen nada en común, que no saben nada unos de otros. Y se reunen para segregar normas, leyes, reglamentos, sin llegar a conocerse, sin tener la impresión viva de cómo son. Haciendo cálculo de cuentas, de estadísticas, de monedas. No digo que esto sea en alguna medida necesrio, pero, evidentemente, no basta, y significa un terrible empobrecimiento de la realidad europea.

Creo que el problema es lo siguiente: si hay una convergencia de las grandes estructuras de Europa, y he nombrado esas tres, la latina, la germánica y la eslava, que son las principales. Si se produce una especie de colaboración, de cooperación, de esas formas, no puramente de los datos estadísticos de esos países, sino de su contenido, de su riqueza, de lo que aportan como formas de vida, como ensayos de vida, eso sería lo más adecudo.

He tratado de que ustedes vean como ha habido una tendencia a la rivalidad en los países de Europa, que era al mismo tiempo una afirmación de ejemplaridad. Cada país de Europa, cada grupo de países han presentado un modelo de ser europeo, a última hora un modelo de ser humano, de ser hombre o mujer que podía servir a los demás, de modelo, de ejemplo, que estimulaba, diriamos, el afán de perfección. Yo no encuentro que exista esto ahora, lo hacho vivamente de menos.

Pienso que sería menester la reconstrucción de la estructura real europea, para que la Unión, esa Unión que estamos tratando de hacer, sea efectiva. Porque Unión no quiere decir mera uniformidad, acumulación o suma de los elementos que componen Europa, pero esto no permite lo decisivo, que supone la presencia de cada parte de Europa en las demás.

Hay una comparación que se puede hacer, bastante remota, pero es muy clara: en el mundo real hay varones y mujeres, que estén separados es absurdo, lo que supone un terrible empobrecimiento, pero si se homogeneizaran sería una pérdida también capital, desastrosa. Lo importante no es solo que convivan hombres y mujeres, sino que cada una tenga presente ese modo de ser, de la otra parte. Que en el hombre esté presente el modo de ser femenino, y que sea conocido, compartido y poseído, y a la inversa: que la mujer posea y comparta esa manera de ser, que es la masculina.

Cuando hablo de que la razón vital es razón vital masculina o femenina, que son dos formas de razón distintas, y que ni siquiera basta con sumarlas. Es menester que la una esté presente en la otra, en definitiva que la raón vital masculina se enriquezca con lo que tiene de propio y de original, y a última hora irreductible, la razón vital femenina.

Esto se puede trasladar a Europa. Imaginen que el español incluyera en su realidad efectiva los modos de ser de los demás países europeos, por ejemplo germánicos o eslavos. Ortega habló de esto con gran precisión, y hablaba de poseer lo latino y lo germánico, esto habría que extenderlo a lo eslavo también.

Esta Europa, de que hablamos, ha sido transitiva, ha tenido siempre el talento, la genialidad de interesarse por lo que no es Europa, y eso ha hecho posible la creación de Occidente, que es lo más importante que ha hecho Europa. Lo más importante que ha hecho Europa no es ella misma, ni siquiera su Unión, es Occidente. Esta es la capacidad, la originalidad europea.

Esta originalidad europea está en peligro de ser olvidada dentro de Europa, de quedarnos con una Europa esquemática, abstracta, empobrecida. Es evidente, que es el peligro que tiene la legislación uniforme. De Gaulle dijo en un momento ¡qué se puede hacer de un país que tiene cuatrocientas clases de quesos! a mi me parece maravilloso, sobre todo si son buenos. Me entristecería que en Europa se comiera queso, simplemente o que se bebiera vino, un solo vino.

Hay culturas en Europa, como la cultura del vino o de la cerveza. En el siglo XVIII se tenía conciencia, absolutamente, de eso. Unos versos que cita Paul Hazard son un ejemplo, sobre el disfrute de la mantequilla y el aceite, de la cerveza y del vino, que podrían disfrutar los del norte y los del sur al mismo tiempo, en vez de tratar de que se produzca menos de todo, que es lo que está pasando.

Existe, pues, la posibilidad del enriquecimiento mutuo. La última vez que estuve en Suecia, país no muy brillante desde el punto de vista culinario, me comentaron que ahora se comía mejor en Suecia por la portación de la variedad de la alimentación que habían introducido los inmigrantes, al introducir sus usos culinarios. En Inglaterra me dicen que está pasando lo mismo.


Esto se podía extender a la pintura, a la literatura, a la filosofía, a la música, a tantas cosas, a condición de no hacer una especie "de tabla rasa". No se si el euro será un inconveniente, pero el euro aplicado a todo lo demás, a toda la realidad europea, me daría bastante temor. Por eso creo que se deben mantener las direcciones capitales que constituyen Europa, y esto, claro, tiene un carácter histórico.

El nacionalsocialismo cometió el terrible error de considerar que la civilización consiste en una raza, no se si soy de una raza determinada, los españoles somos de una raza, pero no sabemos de cuál se trata, en todo caso diríamos que somos de la raza blanca, que es una variedad inmensa, que engloba muchas razas distintas. Lo de la raza aria es un invento que no tiene el menor sentido. Lo mismo que cuando se habla de clases sociales, que son lábiles, cambiantes, provisionales. Se va de una a otra,  e incluso ha habido algunas épocas en que cada uno se sentía orgulloso de su propia clase, no de cómo le iba, no de su situación, pero sí de su condición. Esto ocurría, por ejemplo, en el siglo XVIII.

Esa variedad, esa instalación de cada uno en las formas propias, mirando a las demás, con emulación, con ambición, a veces con rivalidad, tratando de apoderarse de su forma de vida, de conocerlas, de enriquecerse con ellas. Esto es lo que creo que es Europa. Una inmensa cantidad de hombres no basta; hay países que tienen muchos millones de hombres, pero son mucho menos importantes que otros, que son mucho más pequeños.

Cuando uno piensa lo que la Grecia antigua hizo, aunque no conozca el número de habitantes  que hubo entre la época de Homero y la de Plotino, pero eran muy pocos, era un país muy pequeño, sin embargo la gravitación que ha tenido sobre el mundo, y su influencia, ha sido colosal, incomparable con la influencia que han tenido países de muchos millones de habitantes.

En Europa ha ocurrido algo similar a la Grecia antigua, con un repertorio casi inagotable de formas de vida, de formas de cultura, de proyectos humanos; que se han hecho la guerra al mismo tiempo que se admiraban, se copiaban y se imitaban. Es excelente no hacerse la guerra, pero no a condición de hacer una "tabla rasa" y uniformarlo todo.

Y hay otro peligro: se puede hacer lo que se llama las Naciones Unidas, pero lo peor, además de no estar unidas, es que no son naciones. Se llama nación a todo, a cualquier realidad humana que tiene un gobierno. Hay un voto por país, sin distinguir entre una pequeña isla, que nadie sabe dónde está, lo mismo que los Estados Unidos, que también tienen un voto, como el Brasil o la India. La Unión  Soviética tenía tres votos, pero no se lo que pasó con esto. Esto es una falta de respeto a la realidad.

Se habla de la Europa de los cuatro, de los nueve, de los quince, pero ¿son equivalentes esos países? ¿son comparables? Empezando por la magnitud, que no solo es lo que cuenta, también hay que tener en consideración el espesor histórico, la aportación que han hecho, lo que significa cada lengua, que se ha escrito en cada lengua, que se puede leer en cada lengua. Estas son las cuentas que hay que hacer, son cuentas humanas, pero no son cuentas propias de la estadística, pero hay que hacerlas.

Pienso en esas grandes formas europeas, en esas grandes organizaciones europeas que han constituido Europa y que no se deben perder, que no se deben pasar por ellas, por encima de ellas y borrarlas.

Estoy tratando en este curso de ustedes vean cuales son los problemas de Europa, no tanto de dar respuestas, que no son fáciles y no las tengo en la mano, sino de considerar que problemas hay, que exigencias hay, que posibilidades hay. Lo que temo es que se estén perdiendo posibilidades en la Europa que estamos haciendo. Temo que va a ser una unión pobre, económicamente rica, pero humanamente pobre, sin variedad, sin intervenir los elementos que han hecho posible aprender unos de otros, sin conocimiento de las diversas lenguas. Con una única lengua, que será probablemente el inglés, que se manejará mal, por los que lo conocen mal, porque son incapaces de gozar de esa maravillosa lengua y leer sus obras más importantes, utilizando una lengua para "andar por casa", para entenderse en menesteres secundarios. Esto me parece muy peligroso.

Creo que estamos a tiempo, todavía, de reflexionar, de reivindicar, la pluralidad europea, la variedad europea, la riqueza inagotable de Europa, para hacer una auténtica unión, que se enriquezca con todo eso y que esté presente cada una de sus partes, el conjunto. Esto se puede hacer empezando por cada nación europea. No busquemos muy lejos, por ejemplo en la nuestra: ¿no se está produciendo una homogeneización y a la vez una fragmentación, un aislamiento? Se está produciendo un aldeanismo, que puede ser el gran peligro.

Hay gentes que quieren afirmar su pequeña porción de Europa, y hacer que, simplemente, conste y exista, sin participar de las demás, sin aportar, tampoco, nada interesante. Europa es además un continente transitivo, pero es transitivo porque han sido transitivas sus partes, cada una de sus partes.

Europa se formó con una serie de incorporaciones, que consistían en la unión de dos unidades sociales para formar una tercera unidad, superior, que las englobara, dentro de la cual, perduraran. Pues bien, creo que se ha olvidado, que no se tiene en cuenta. Nadie ha pensado que la nueva Europa sea el resultado de una serie de incorporaciones sucesivas, parciales, eso que llaman los matemáticos: "integración por partes". Esto creo que es posible, es real, es fecundo, pero temo mucho que se esté haciendo otra cosa. Incluso que se pierda de vista la insuficiencia radical de Europa, que es simplemente uno de los dos lóbulos de la verdadera realidad: Occidente.

Hay un europeísmo a ultranza, que en el fondo es antiamericanismo, tan funesto como sería un americanismo que no tuviera presente Europa, que es además su raíz.


Lección XXI.   Rivalidad y admiración mutuas.


Desde que hay Europa, más concretamente, desde que hay naciones en Europa, que en cierto modo significan un nivel. Existe una cierta igualdad real o por lo menos como aspiración, y una mayor personalización de la figura de las naciones. Lo cual no existía en la Edad Media, en la que había demasiada fragmentación, con unidades que tenían un carácter muy distinto del carácter nacional. No existía todavía la figura histórico-social que llamamos nación.

Había, no obstante, una envolvente homogénea, religiosa, cultural, en la que se utilizaba el latín como lengua de referencia, pero desde que hay naciones, es decir, desde finales del siglo XV, desde el Renacimiento, hay países cuya personalidad es más acusada, en cierto modo representativa en los reyes, y con una especie de nivel de igualdad, por lo menos nominal y de pretensión.

Consiguientemente hay una especie de comparación. Las naciones, en la medida que están personalizadas y que se envuelven en un principio comparable, tienen una actitud que lleva a una rivalidad. Esta rivalidad existe desde que hay naciones, digamos, desde comienzos del siglo XVI, en las sucesivas promociones, que ya recordamos: España, Portugal, después Inglaterra y Francia, luego irán apareciendo las demás. Esa rivalidad tiene dos aspectos distintos y que no siempre coinciden. Por una parte el poder. 

Las naciones se miden por su poder, un poder militar fundado en un poder económico. Esto es lo más tangible, lo más visible. Los países son más o menos poderosos, tienen enfrentamientos. Y hay otro tipo de rivalidad, que consiste en tener prestigio, que no tienen porqué coincidir. Desde comienzos del Renacimiento, y aún antes de la existencia de naciones propiamente dichas, hay un enorme prestigio de Italia. No tiene poder, está dividida, está fragmentada, y su condición nacional no llegará hasta el siglo XIX, pero tiene un prestigio cultural extraordinario.

En Italia, aunque no sea una unidad, hay una tradición medieval, con obras extraordinarias, tanto literarias como artísticas, con una lengua toscana, que alcanza pronto su madurez, que luego será el italiano. La lengua del Dante, de Bocaccio, de Petrarca, es una lengua muy cultivada, muy desarrollada, algo parecido a lo que ocurre con el castellano. Hay un prestigio muy grande de lo italiano con un primer Renacimiento, acompañado de Flandes, luego cambia la pretensión de Flandes. ese prestigio italiano se conserva, incluso cuando adquiere el primer plano el poder.

España adquiere muy pronto un poder incontrastable. El poderío español, durante todo el siglo XVI es incontrastable, se mantiene durante gran parte del siglo XVII, y va acompañado de un prestigio, cultural, literario, artístico, altísimo. Después, ese poder, será discutido, será negado, principalmente por los españoles, cosa curiosa. Entonces la reacción frente España en la época de su plenitud de poderío, no es propiamente de rivalidad, la respuesta es la "Leyenda Negra", fenómeno sumamente curioso.

Los españoles han solido hacer dos cosas frente a la "Leyenda Negra": o quejarse amargamente o aceptarla y dejarse influir por ella, pero se ha pensado pocas veces en qué consiste. Este fenómeno de la "Leyenda Negra" es muy interesante y solo se produce cuando se dan unas ciertas condiciones: tiene que ser un país muy importante, que está presente en gran parte del mundo, con el cual se tropieza uno en todas partes. Tiene que ser, en cierta medida, envidiado, y al mismo tiempo tiene que haber algo más: una organización o varias, que produzcan esa "Leyenda Negra", que es una descalificación global del país, en su conjunto, partiendo de ciertos hechos, verdaderos o falsos, no importa demasiado, que pueden estar localizados en un momento del tiempo, pero que se extienden a la historia pasada, presente y futura, cosa que no ocurre en otros casos.

Es evidente que todos los países han tenido aspectos negativos, atroces, han cometido actos inceptables, pero eso no ha llevado a una descalificación de los países como tales, que han sido valorados, estimados, haciendo constar, cada vez que han cometido un abuso, pero no ha habido más. No ha habido en estos casos organizaciones dedicadas a la descalificación, en el caso de España hubo unas varias, de carácter religioso, de carácter político, que cambió el concepto de rivalidad por un fenómeno muy distinto. Creo que no hay más que dos ejemplos, de lo que llamo "Leyenda Negra" en la historia conocida, uno de ellos es España, desde el siglo XVI, y otro ha sido los Estados Unidos, en el siglo XX. En ambos casos ha habido organizaciones poderosas que han producido estos fenómenos. Los demás países no han sido objeto nunca de una "Leyenda Negra", sino de hostilidades muy localizadas y concretas. esto es un fenómeno curioso.

Al final del siglo XVI, Francia ha adquirido una importancia y un poder muy considerable, especialmente desde Enrique IV, que es cuando se completa la unidad nacional francesa, luego completada con la época de Luis XIII y más tarde con Luis XIV. Entonces ya existe rivalidad propiamente dicha, principalmente respecto de España. Recuerden la ambivalencia de Francia, país católico en su gran mayoría, con un diez por ciento de hugonotes, con un sistema de alianzas con los turcos, en un momento, con los países protestantes en la Guerra de los Treinta Años, con rivalidad respecto de la casa de Habsburgo, de la casa de Austria, en España o en el Imperio. Ahí aparece ese problema que podemos llamar de rivalidad

Otros países tienen caracteres distintos, por ejemplo, durante bastante tiempo Inglaterra no aparece como un modelo, ni se ve como tal. Esto vendrá mucho después, pero en el siglo XVI, es un país con un poderío naval muy importante, es un país eficaz, que empieza a tener muy pronto una expansión ultramarina, con la colonización en América del Norte, que es muy importante, y que empieza destacar en el siglo XVI, pero todavía lo inglés tiene poca visualidad y no está presente como un modelo humano, como ocurre con lo italiano, lo español o lo francés. Algo parecido ocurre con Holanda, país pequeño, resultado de la separación de España de las Provincias Unidas, entonces se convierte Holanda en un país, en cierto modo, semejante a Inglaterra, una Inglaterra menor. Desaparece el prestigio renacentista holandés del primer Renacimiento flamenco, d fines del siglo xV y parte del XVI. Esto se diluye, en cierto modo, y en cambio adquiere Holanda el carácter de potencia naval, y sus ataques a los territorios colonizados por Portugal, sobre todo desde que la corona española y portuguesa comparten los mismos reyes, desde 1580 hasta 1640. También como Inglaterra es un país de potencia naval, al mismo tiempo que eficaz.

Más tarde aparecerá, también como una forma prestigiosa, pero solo en el siglo XVII, Prusia, que todavía no tiene una personalidad cultural acentuada, pero con un poderío militar creciente, con una rivalidad referida principalmente a Francia, y una confrontación durante todo el siglo XVIII entre Francia y Prusia, con una penetración francesa en la cultura, es decir en el prestigio de los franceses: la Academia de Berlín está llena de franceses. Se escribe en francés desde el más alto al más bajo en Prusia, pero con la contrapartida del poderío militar prusiano, que es muy grande.

También existe el Imperio austriaco, cuyo centro es Viena, y muy avanzado el siglo XVIII, Inglaterra va a tener gran prestigio, un prestigio en gran parte de carácter político. es evidente que después de la segunda Revolución inglesa, de fines del siglo XVII, se llega en Inglaterra a una situación de equilibrio. De ser un país muy violento, con luchas interiores realmente feroces, llega a un estado de concordia, se establece un equilibrio entre el rey y el parlamento. Todavía no se puede hablar de democracia, pero se llega a algo parecido a eso, con una representación popular muy eficaz en la Cámara de los Comunes, y hay un poder real que se mantiene, con limitaciones. Es el primer paso hacia las formas políticas modernas, y va tener un gran prestigio político, que durará todo el siglo XIX, unido a la gran expansión del Imperio Británico. Recuerden como les recordaba los atlas, de hace sesenta, ochenta años, con los territorios británicos o administrados por la Gran Bretaña, llenos de rojo, el color del Imperio Británico, hasta la II Guerra Mundial. Otra forma de prestigio, naturalmente.

Como ven ustedes hay una serie de rivalidades, que en cierto modo se suceden, y que en el siglo XVIII llegan a un cierto grado de estabilidad. La personalización de los países, sobre todo de los grandes países, está asegurada. Hay una imagen, inexacta, sin duda, de cada país, respecto de los demás. Las tentativas de hegemonía en Europa han fracasado, incluso la gran discordia entre el Catolicismo y la Reforma, termina con la Guerra de los Treinta Años, en una especie de armisticio a la fuerza. Se reconoce que ni unos ni otros pueden vencer, después del terrible desgaste de esa guerra. Entonces se va a generalizar la idea del equilibrio de poder en Europa, idea sostenida muy principalmente por Inglaterra. Se intenta organizar la rivalidad entre las naciones.

Después hay un episodio que ha sido desfigurado, que es la Revolución Francesa, que ha tenido a su favor una fantástica propaganda. Se reconocían sus atrocidades, sus crueldades, sus matanzas, pero se disculpaba porque antes de la Revolución había equipos dedicados a justificarlo todo, empezando por los ilustrados franceses. Había una especie de propaganda previa, el ambiente estaba preparado para su aceptación. A veces he recordado que muy a comienzos del siglo XVIII, en 1704 o 1705, Leibniz prevé que se está preparando una gran revolución, pero su libro, por azares de la historia, que son misteriosos, no se publica hasta 1765, sesenta años después de haber sido compuesto, medio siglo después de la muerte de Leibniz. Es un libro que no produjo los efectos que hubiera podido producir, si se hubiera publicado en su fecha. Fue una delicadeza de Leibniz, porque era un libro polémico respecto de Locke, pero como este había muerto no quiso publicarlo. No se publicó hasta 1765 en una edición muy restringida, en una publicación de obras reunidas de Leibniz.

Tuvo la perspicacia de ver que se estaba preparando un cambio profundo, una revolución en los senos de la sociedad, con una alteración, que prevé Leibniz, de las vigencias, de la moral. Empieza por la crisis d la monarquía, que había sido el régimen general en toda Europa, un régimen que tenía una legitimidad social compacta, probablemente la más compacta de la historia.

La legitimidad social consiste en la convicción de que quien gobierna tiene derecho a gobernar. Si ustedes le hubieran preguntado a un europeo del siglo XVIII, de cualquier país: ¿quién tiene derechoa gobernar? le hubieran contestado: el rey, independiente de que el rey fuera elogiado o criticado. Esta era la legitimidad social compacta, que domina durante los siglos XVI al XVIII.

La Revolución Francesa pone en crisis esa legitimidad, y tuvo varias fases, que confunden a los no franceses. Piensen que hasta 1791, la nueva constitución era todavía monárquica, pero desde 1792 la cosa se precipita, con la constitución republicana. Después vendrá el Terror. Esta profunda alteración del sistema de vigencias con un sistema que se presenta como modélico, será, paradójicamente derrotado por Napoleón, pero luego la propaga. Hace suyos los principios de la Revolució: el lema de "igualdad, libertad, fraternidad", "la Marsellesa", la bandera bicolor y todos los símbolos de la Revolución. Entonces Napoleón crea un imperio militar, con una voluntad de dominio de toda Europa, arrasado, claro está, la idea del equilibrio europeo.

Todo esto produce una alteración profundísima de la situación europea, en muchos sentidos. Se empiezan a desdibujar esas figuras de la personalidad nacional. Los valores del prestigio también se alteran profundamente. Después de la derrota de Napoleón se produce la Restauración en Francia, que es muy reaccionaria y con un intento de volver atrás, lo cual no es posible, porque en la historia no existe ni el freno ni la marcha atrás, cosa que existe en los automóviles, pero no en la historia. Hasta la época de Luis Felipe, en 1830, no se posee bastante libertad en Francia. Piensen que desde 1789, que es cuando comienza la Revolución, hasta 1830, no hay efectiva libertad en Francia. Sin Revolución seguramente esa libertad hubiera existido mucho antes.

En el siglo XIX hay lo que se llamarán: las "potencias" europeas, que rivalizan, con una dimensión que antes había sido muy limitada. Piensen ustedes en que España, tan pronto como se convierte en nación, se convierte en una supernación en dos hemisferios, mediante la inmensa expansión en América, Filipinas, el Pacífico, etc. Inglaterra inicia pronto una expansión muy importante, primero en América, después, desde finales del siglo XVIII, en la India y en otros lugares de Asia, en el siglo XIX, en África.

El poderío y el prestigio, que va unido al poderío, cambia de carácter. Hay una división entre los países europeos, que casi nunca se tiene en cuenta: los países intraeuropeos y los países transeuropeos. Hace bastantes años di una conferencia en París sobre la visión transeuropea de Europa, porque Europa, en conjunto, es un continente transeuropeo, y hay unas naciones que son más transeuropeas que otras, y otras son más intraeuropeas, porque su poderío y su prestigio es interno y dentro de Europa.

Desde 1870 hay un nuevo equilibrio en Europa, después de la derrota francesa frente a la Prusia que inicia la unificación alemana. Napoleón III es derrotado y se pasa a la III República en Francia. Se constituye el Imperio alemán, dirigido por la Prusia victoriosa, y el inevitable descenso del Imperio Austro-Húngaro. También se establece la unión en Italia. Ese equilibrio nuevo es acompañado por la pretensión de los países intraeuropeos de imitar la actitud colonizadora de los demás: Alemania inicia en África una etapa colonizadora que hemos olvidado, porque claro, terminó en la I Guerra Mundial, pero que tuvo mucha importancia en África occidental y oriental. Bélgica se incorpora también a este carácter: el Congo Belga, que fue primero una empresa privada del rey Leopoldo I, se transformó en una colonia nacional. Holanda ya había iniciado su expansión en el siglo XVII, en gran parte a costa de Portugal. Toda Indonesia ha sido colonizada por los holandeses.

Se produce una situación bastante nueva, pero luego, dentro de este equilibrio, que dura entre 1870 y 1914, se produce la gran discordia, a partir de esta última fecha. En el momento en que las naciones europeas empiezan a palpar sus deficiencias y empiezan a pensar que no se bastan a sí mismas, y que hay que buscar algo más, en ese momento predominan los factores negativos, los elementos de rivalidad, que en ese momento tienen un carácter bastante económico. Piensen ustedes, por ejemplo, en el crecimiento de la marina alemana.

El otro día hablábamos del paneslavismo, que se contrapone al pangermanismo. Rusia con una inmensa masa humana no muy organizada, con una política, que era la de los zares, que no tienen libertad, con una oposición interna muy fuerte, pero que es una masa gravitatoria enormemente grande, que actúa sobre el resto de Europa.

La I Guerra Mundial es una guerra en la cual se introduce un elemento de hostilidad entre las naciones importantes, no meramente una rivalidad. Anteriormente la rivalidad iba acompañada de rivalidad mutua, que era el gran factor europeo, pero en la I Guerra Mundial empieza a funcionar algo siniestro, algo que ha sustituido a la retórica, que es la propaganda. No creo que haya ocurrido cambio más grande en las sociedades europeas, que el paso de la retórica a la propaganda.

La retórica consistía en el arte de mover, y conmover, a los pueblos sin profanarlos, sin necesidad de mentir. Si ustedes repasan las guerras anteriores, incluso en la época romántica. Se mantenía el entusiasmo, incluso la combatividad de un país, sin necesidad de mentira, aún reconociendo los pecados y los crímenes propios. Esto ocurría incluso en las guerras carlistas.

La propaganda es otra cosa, es la técnica de mover a los hombres, manipulándolos, y tiene como instrumento principal la desfiguración de la realidad: la mentira. Esto empieza a ocurrir en la I Guerra Mundial. No solo se hacen la guerra unos países a otros, sino que además se denigran mutuamente. se condena la cultura alemana o la francesa o inglesa, según quién lo haga. Se prohibe que se toque la música de otros países, se hacen campañas para negar el valor de la filosofía alemana o de la literatura francesa, etc. Quizá por primera vez ocurre, es algo enormemente grave.

En la II Guerra Mundial se acentúa este nacionalismo exclusivista con algo nuevo: se sustituye el apasionamiento nacional por el apasionamiento político. Todo se tiñe de política, aparecen muchos casos de colaboracionismo con los invasores, fenómeno fue escasísimo en la I Guerra Mundial. Las gentes se sienten identificadas con el comunismo o con el nazismo, y lo defienden, incluso contra su propio país. Esto es enormemente importante, pues no se había producido apenas antes.

Se han producido cambios muy sustanciales en las formas de rivalidad, y ha habido un momento, en el que estamos ahora, después de  tantas destrucciones y con el peligro de una guerra nuclear, con el peligro de supervivencia de la especie humana, lleva a la convicción de que hay que entenderse. Se va imponiendo la idea de la Unión Europea, cosa que postuló con gran energía Ortega en "La rebelión de las masas". En ese libro postulaba que las soluciones pasan por ser europeas en su conjunto, y postulaba los Estados Unidos de Europa. Pero en el año 1939 Europa se austodestruye como nunca, y ya se pensó que era necesaria esa unión entre los países europeos.

Las figuras de Schumann, de Gasperi, Adenahuer, son decisivas en esa unión, a las que se añadió la Europa del Carbón y del Acero y otras organizaciones, empiezan a crear instituciones que eviten los enfrentamientos en Europa.

Hay un segundo aspecto,, y es el que me interesaba más todavía señalar, que era el de la admiración mutua que han tenido los países europeos entre sí. Cada país europeo representaba una forma, una variedad de lo europeo, por lo tanto una variedad de ser hombre, con condiciones de semejanza, que permitían la comparación. Podían, los países europeos, ser modelo, unos respecto de los otros, cosa que no podría ser entre países más alejados en el espacio y en el tiempo.

Esas formas de Europa producen una admiración mutua, que persiste, y que por debajo de los enfrentamientos, de las rivalidades, de la luchas, de las guerras, incluso, persiste. Esto era debido a algo muy importante: cada país tenía una pretensión, presentaba un modelo de ejercer el poder, un modelo de sociedad, de proyección política, de cultura, y por tanto pretendía ser el mejor, lo cual resultaba, como conjunto, el ser el gran motor de perfección. El gran motor de perfección de Europa ha sido, durante siglos, la pretensión de cada nación europea de ser mejor. Era mejor o no, lo era en unos aspectos y no en otros. Los países mostraban deficiencias, pero eran excelentes, descollaban en otros aspectos, que eran normalmente, imitados, y se solía reconocer esa superioridad.

Durante siglos los artista iban a Italia, que no era nada políticamente, porque estaba dividida y dominada por otras potencias, pero resulta que se había hecho un arte extraordinario, quizá desde el siglo XII. Los artistas de todos los paíse iban a Italia a aprender, a admirar, a conocer las bellezas artísticas de este país, a pesar de que no contaba entre los países de más poderío dentro de Europa.

Los años de gran prestigio de España, con su fantástica literatura, que la gente conocía. En el "Persiles", dice Cervantes que, en Francia, la gente aprendía español. Se imitaba la literatura española, primero los franceses y, en el siglo XVIII, los ingleses. Francia adquiere durante los siglos XVI y XVII un desarrollo cultural, literario y filosófico, enormemente importante y se va a convertir en un país que va a orientar a los demás. Alemania desde mediados del siglo XVIII hasta el primer tercio del siglo XX es, culturalmente, el país rector, el más importante de todos. Piensen lo que significa en filosofía, en música, en literatura. Inglaterra como forma de pensamiento político y científico también tiene un prestigio inmenso, ya desde el siglo XVII, y sobre todo desde el XVIII, y el siglo XIX, donde es modelo en organización política, que todos admiran.

Existe un sistema de admiraciones mutuas, de rivalidades, que son, con una palabra mejor, emulación, palabra que ahora no se emplea, curioso. Emulación es la forma de rivalidad que procura apropiarse de las virtudes de otros o superarlas. Hay un elemento competitivo, que se ha refugiado en el deporte, más con los piés que con la cabeza. Es un hecho que hay que reconocer, la realidad es muy importante y lo primero que hay que hacer con ella es reconocerla, le guste a uno o no le guste.

Se ha ido produciendo una disminución de la ejemplaridad, de la admiración mutua de los países. Si contemplan la situación actual de Europa ¿encuentran admiración mutua?, de unos países con otros, creo que es muy poca. Los países de Europa no se admiran, tratan de colaborar, por supuesto tratan de no matarse, de no hacerse la guerra, si acaso económica. Tratan de regularse a fuerza de leyes y de normas. Admiración creo que hay muy poca, que viene acompañada de desconocimiento mutuo.

El gran fallo de la Europa actual es el desconocimiento mutuo de Europa. Los europeos saben muy poco de Europa, de las formas particulares, de lo que es valioso, de lo que es importante en otros países. Si nos hacemos nosotros mismos el examen de conciencia, no somos excepción. Si los españoles hacemos un examen de Europa, no sabemos el resultado, pero también lo podemos aplicar a los demás europeos. Lo que es cierto es que hay un desconocimiento muy grande.

Pero hay algo que me parece todavía más hondo: es la relativa falta de estimación que tienen las naciones de Europa por sí mismas. Esto ya es tocar el fondo del problema. Los europeos habían tratado de ser cada uno el mejor, de presentar una forma de vida, una forma cultura, una forma política, que fuera mejor que las demás, pero ahora ¿ocurre esto? Hay unos cuantos principios que se admiten, que se aprueban de una manera más o menos pasiva, pero en Europa se han producido toda una serie de renuncias.

Alemania ha sido entre 1780 y 1930, entre la obra de Kant y la obra de Heidegger, ha sido, evidentemente, el país culturalmente rector de Europa. La superioridad de lo que se ha hecho durante siglo y medio en Alemania es notoria respecto de cualquier otro país de Europa, pero desde el nacionalsocialismo, del que tuve una repugnancia insuperable, no se ha producido una recuperación. Lo que no se ha hecho es pensar sobre ello, hay que pensar por qué fue posible y qué consecuencias tuvo. Alemania se ha recuperado en muchas cosas, sigue siendo un país, en muchos sentidos, admirable, pero culturalmente no es ni sombra de lo que era. El número de obras capitales, de obras indispensables, que se han publicado en Alemania durante siglo y medio, es muy grande; eso ahora no existe. Era el país más filosófico del mundo, y ahora ha perdido el interés por la filosofía. Es una renuncia importante, aunque haya personas que la sigan cultivando, pero como país ha perdido el interés por ella; eso es una renuncia.

En Francia, desde el siglo XVI, ha habido una pretensión permanente de perfección en su cultura y su literatura, pero ha sufrido en los últimos decenios una politización feroz. Se ha preferido lo que tenía una cierta orientación política, concretamente el marxismo. En los años veinte dijo Ortega, de Francia, que ha afirmando siempre todo lo suyo, y "con Voltaire a babor y Bossuet a estribor, se puede navegar". Pero después no ha ocurrido esto. Después de la II Guerra Mundial, sobre todo desde principios de los años sesenta se produjo una marxistización de Francia. No tuvo prestigio, desde entonces, lo que no era más o menos marxista, que no era casi nada, porque casi nada de la cultura francesa era marxista, y entonces sobrevino lo que nunca ha ocurrido en la historia de Francia: una decadencia. La aparición de obras de primer orden , en todos los campos, es un fenómeno sumamente general en la historia de Francia, pero ahora se ha detenido.

En Inglaterra se ha renunciado al espíritu de iniciativa, al espíritu de independencia y de aventura, de evitar la burocracia y las fijaciones en cosas inertes. Se han eludido las responsabilidades de tener una dirección en el mundo: el Imperio Británico, lleno de defectos, de delitos, y lo que ustedes quieran, pero que ha sido una fantástica construcción. Kipling ha sido proscrito y ha sido denostado, aunque ahora se está rectificando, y se piensa que no estaba tan mal, pero ha habido unos años, veinte o treinta años en que no se podía hablar de Kipling. Ha habido una renuncia también.

No hablemos de España, que ha tenido una propensión siniestra a renegar de sí misma. El español tiene tendencia a pensar que lo español no tiene ningún valor y que las personas notorias en España son, más o menos, unos majaderos. Pero España ha dominado el mundo durante dos siglos. Un ejemplo está en el caso del Conde-Duque de Olivares, al que se ha empezado a reconocer su valor cuando Elliot ha hecho su estudio, como primera figura de su tiempo. Marañón realizó una biografía espléndida del Conde-Duque y no le hicieron caso, pero a un inglés sí.

En España la guerra civil hizo mucho daño y lo continúa haciendo. Se continúan aplicando sobre el adversario toda clase de denuestos, que finalmente recaen sobre todos por igual. Lo que supone que el país queda descalificado por sus propios habitantes. el resultado es una renuncia a a la estimación propia. Si el propio país no se encuentra admirable, cómo se puede pedir que sea admirado por los demás. Desaparece, entonces, la emulación, tanto propia como ajena.

Se ha producido un fenómeno inquietante: aunque Europa busque evitar la discordia, ha perdido la ilusión por Europa. ¿No será que lo que se está organizando es algo que Europa no se merece? Pero da igual, hay una hostilidad a la originalidad en Europa, parece que ser original en Europa es indecente. Entonces desaparece la posibilidad de una Europa a su altura. Lo que necesita Europa es un argumento en el que están presentes todas las voces de Europa. Cada país ha de estar representado y tener constancia de su auténtica vocación histórica, y realizarla con los demás. Hace falta un patriotismo europeo. Sin ilusión por el mañana no hay nada que merezca la pena.


Lección XXII.   Naciones y nacionalismos.


Hoy vamos a hablar de algo, que en cierto modo, ha aparecido mucho en este curso. Hemos hablado de las naciones, hemos examinado la figura diferencial que tienen algunas de las naciones más significativas, que han influido más en el conjunto de Europa. Pero hoy quiero hablar un poco de ese mismo concepto de nación, que es muy complejo, que es bastante elusivo. se ha tratado de entenderlo de muchas maneras, la mayor parte insuficientes, porque chocan con demasiadas excepciones.

Eso que llamamos nación es una creación histórico-social y política relativamente reciente. Ha habido naciones desde finales del siglo XV y no antes; en ninguna parte. Piensen lo que eran las ciudades griegas, que naturalmente no eran naciones, o en la Hélade en su conjunto, cuando tuvo una cierta unidad bajo la influencia de Macedonia. Cartago tampoco fue ninguna nación, ni siquiera lo fue  Roma, desde sus inicios hasta la aparición del Imperio Romano. Ni lo ha sido el Califato de Córdoba, ni el Califato de Oriente, ni en la Edad Media ha habido naciones.

La nación es una creación del comienzo de la Edad Moderna, de fines del siglo XV. Las primeras naciones son España y Portugal. Esta última con una facilidad mayor de formación, debido a su menor tamaño. Posteriormente aparecieron Francia, Inglaterra, Holanda, Prusia, luego se hace, algo así como una nación, en Rusia. Y más tarde se generaliza la interpretación nacional de todas las realidades políticas en Europa.

Hay un rasgo característico de la naciones de Europa, que no se encuentra en los países engendrados, en América, por la intervención europea, aunque también se llamen a sí mismos naciones, sin embargo en América, dejando de lado los Estados Unidos, que son algo enorme, que también es una nación, pero que rebasa las dimensiones de los que son las naciones europeas. Pero lo que falta en la América hispánica es la relación de extranjería. En Europa las naciones son extranjeras, unas respecto de otras, y están limitadas por sus fronteras, que se entienden como algo negativo, como lugar donde las naciones terminan, pero yo tengo una visión más positiva de las fronteras: "son los lugares en que las naciones se encuentran". El contacto entre las diferentes naciones se efectúa en las fronteras, con una condición: ser permeables, es decir que permitan la ósmosis, el paso de todo tipo de elementos, de una nación a otra.

Las fronteras representan el sistema sensorial de Europa. Puede ocurrir que esas fronteras, por razones predominantemente políticas, pierdan en ocasiones esa permeabilidad, y se conviertan a un proceso de queratinización, de convertirse en algo córneo. En estos casos la ósmosis no es posible. Tenemos un caso reciente en el Telón de Acero, mucho más importante que el comunismo, que lo hacía secundario respecto del establecimiento de un Telón de Acero, que aisló a una parte de Europa, del resto.

Eso que existe en Europa, de un modo positivo o negativo como la extranjería, no existe en América entre los países hispanoamericanos. Cuando un español viaja por la América hispana no se siente nunca extranjero, falta en la América hispana ese carácter, que sí existe en Europa, y es muy fecundo en ocasiones, con sus elementos negativos, pero muy fecundo.

La nación significa una forma nueva de sociedad, creada muy a fines del siglo XV, y que luego trata de generalizarse, pero lo hace desigualmente, porque no toda Europa alcanza la nacionalización. Pero el prestigio que tiene la nación, el convertirse en el modelo de los países de Europa ha hecho que se convierta en una especie de ideal. Hay una aspiración a ser nación por parte de las diversas sociedades europeas. No estoy seguro que sea un ideal, pues existen naciones y otras cosas. Cuando se han agrupado esas naciones después de la I Guerra Mundial, en la Sociedad de Naciones o Naciones Unidas , después de la II Guerra Mundial, y se empieza a llamar nación a todo, como sinónimo de estado soberano, aunque de hecho no existen países plenamente soberanos, porque todos dependen de los demás y tienen que contar con ellos, de tal manera que ese concepto de soberanía ha tenido cambios muy fuertes durante el siglo XX.

Hay algo más ¿en qué consiste positivamente el ser nación? Recuerdo una cosa que decía Ortega, sumamente valiosa, respecto de la nación y en general de una comunidad humana: "Un proyecto atractivo de vida en común". Esto es verdad, y es una verdad de las más importantes, pero no es forzoso que se trate de naciones. Los habitantes de Atenas o los romanos del Imperio podían tener un proyecto atractivo de vida en común, es una definición, esta de Ortega que excede a la especificidad de la forma nación. 

Además dice una cosa muy interesante, y que casi nunca la he visto citada: "la nación es la unión hipostática entre el pueblo, los habitantes, y el sistema que lo rige". Lo explica Ortega, diciendo que la nación permite una participación activa de los individuos, de los ciudadanos, en la colectividad como tal. Por ejemplo, no puede ser nación un país en el cual no todos son ciudadanos, caso de innumerables situaciones. Por ejemplo, piensen en la esclavitud, en Grecia como em Roma había esclavos, pero en una nación moderna esto no es concebible, es necesario que todos sean ciudadanos, para que tengan participación en la empresa colectiva de la nación, por parte de todos los ciudadanos. 

Ortega, además, emplea una fórmula, que en cierto modo es extremada: "una nación es democrática con cualquier régimen". Esto se podría aplicar a lo que ocurría en las naciones antes del establecimiento de la democracia moderna, lo que pasaba en las naciones europeas desde el siglo XVI hasta la Revolución Francesa. Eran monarquías absolutas, pero eran naciones, los ciudadanos participaban en la empresa colectiva, que era la nación.

No hay por qué atribuir un carácter privilegiado al hecho de ser nación, pues es un hecho que ha ocurrido en ciertas partes del mundo, principalmente en Europa, y en un modo secundario en los países procedentes de Europa, en ciertas épocas de la Edad Moderna, pero no ocurrió antes y no sabemos si existirá después; el futuro es inseguro. Por lo pronto estamos asistiendo en Europa a un proceso de agrupación de naciones, debido a una certeza desde hace tiempo reconocida: la insuficiencia de las naciones, por haber muchos problemas que excedían de ellas. Este es el argumento principal del libro de Ortega: "La rebelión de las masas", que es de 1930. 

El argumento de Ortega también tiene un fundamento económico, al preguntarse: ¿por qué los automóviles son más numerosos y baratos que en Europa? porque tienen un mercado mucho mayor que los mercados nacionales europeos. Ahora esto ha cambiado, existe un mercado europeo, y más que europeo. La industria del automóvil ha experimentado cambios inmensos, respecto de lo que era en 1930. Es un aspecto, este del automóvil, de lo que es el mercado grande frente al pequeño, pero es muy revelador.

Los problemas de todo tipo exceden los de las naciones. En la época de Ortega, las naciones estaban cometiendo errores muy graves, porque no podían resolver sus problemas, entonces las naciones se extravasaban de sí mismas, y de lo que les era propio, porque no encontraban en sí mismas las posibilidades de solución de los problemas de cada una de ellas. Hacía falta una solución europea para la solución de los problemas de cada una de sus naciones. Algo parecido a lo que ocurre en el siglo XV en España, cuando se considera Castilla y Aragón.

He dicho muchas veces que si se preguntara a un castellano inteligente o a un aragonés inteligente de esa época: ¿hay solución a los problemas de su territorio? hubieran contestado que no. Y es que no había solución castellana o solución aragonesa a sus problemas, lo que había es solución española a los mismos. España fue la solución de los problemas de los reinos. Entonces en un espacio de tiempo brevísimo, que se entiende así con un poco de sensibilidad histórica, pasó España, de una situación desastrosa en muchos aspectos, a una situación hegemónica, a ser el primer país de Europa, lo cual quería decir entonces, del mundo. Además de tener, prácticamente, la dirección de Europa, en muy poco tiempo, en un par de decenios o tres ¿Cómo era posible esto?

La razón de esa eficacia, fue la unión, la constitución de una forma distinta, que fue la nación española como tal. Esta es la cuestión. En el caso de Europa estamos ahora en nuevo intento, pero hemos pasado por quebrantos gravísimos. Ortega postulaba la unión europea: "Europa es hace mucho tiempo una unidad, pero no es una unión. Hace falta la unión europea, los Estados Unidos de Europa". Esto lo dice en el año 1930, pro el año 1939 Europa se destruye en la más terrible de sus guerras. Lo que produce un retroceso asombroso, y después de esa guerra empezó a sentirse el arrepentimiento de lo anterior, y por otra parte la urgencia de crear la unión europea, empezando por la economía, por el carbón y el acero, hasta la situación actual.

Pero quizá esta faltando una conciencia clara de lo que es Europa, de su variedad, de su historia, y probablemente se está organizando de un modo deficiente. No se si los huecos que se perciben, se irán llenando o no, o se consolidarán en una forma insuficiente e inadecuada, de esa unión europea.

Lo interesante es lo siguiente, lo que quería tratar hoy. En la medida en que la forma nación se convierte en la forma más frecuente, más habitual en Europa, y que por eso adquiere cierto prestigio, que se convierte en ideal, las zonas europeas no plenamente nacionalizadas o de una nacionalización tardía, acaban por engendrar una actitud, que se llama: el nacionalismo. El nacionalismo no tiene nada que ver con lo que es ser nación. Digo muchas veces que el "ismo" es un sufijo, que tiene que ver mucho con el sufijo "itis", que indica inflamación. Creo que tengo un apéndice, pero no quiero tener apendicitis, nunca se ha inflamado mi apéndice, prefiero no tener inflamaciones. Creo que hay que evitar en o posible los "ismos".

Una cosa es ser nacional y otra cosa es ser nacionalista. Una cosa es pertenecer a una raza, no sé a cual pertenezco, y otra cosa es ser racista. Se ha producido una especie de inflamación en un caso de las naciones, y principalmente en las que no lo son. El ser nacional es algo natural, es una forma de instalación, pero cuando, por alguna razón, no se está en una situación plenamente normal, entonces hay una conciencia aparte, una exacerbación o inflamación de la condición nacional, y eso es el nacionalismo.

El nacionalismo de las naciones, en Europa, ha afectado, sobre todo, a Italia, con el fascismo, y a Alemania, con el nacionalsocialismo. En los años veinte se inicia en Italia, sobre el año 1922. En Alemania también empieza en los años veinte, finales, y triunfa en 1933. Ambas naciones son tardías, en su nacionalización, mientras las demás naciones llevaban siglos de existencia, incluso Prusia. Dejemos de lado a Rusia, porque nunca ha sido una nación. En cierto modo se constituye, en Rusia una nación, desde tiempo de Pedro I "el Grande", pero es un caso muy particular.

Porque Rusia es un país inmenso, colonial, pero sin un mar por medio, el suyo es un colonialismo terrestre. Empieza en el gran ducado de Moscovia, que era muy pequeño, y termina en Vladivostok, en el Pacífico. Es otra cosa, y plantea problemas su interpretación. Nunca ha sido una nación, aunque es difícil de interpretar, porque es muy complejo. No me considero autorizado para hacer un análisis serio de esa situación.

Pero Italia y Alemania eran naciones, en el doble sentido, como comunidades históricas y lingüísticas, como una cierta manera de vivir, como una forma de instalación humana. Pero se constituyen en naciones en 1870, prácticamente hace cuatro días, y al cabo de medio siglo de su constitución como naciones, aparece el nacionalismo en Alemania y en Italia. Con una exaltación, una exacerbación de la nación, y una especie de pretensión de superioridad, de dominio, y de exclusivismo.

Mientras normalmente las naciones europeas, tradicionalmente, contaban unas con otras; es más, cuando se produce el nacimiento de las formas nacionales, debido en primer lugar por mediación España y Portugal, esto produce un fermento que estimula la conversión de los demás países de Europa para hacerse naciones. En mi libro"España inteligible", empleé la fórmula de que España había sido el catalizador de la modernización de Europa, desde fines del siglo XV.

Las naciones europeas han sido varias, eran plurales, han tenido rivalidad, ejemplaridad, han procurado ser mejores que las otras, pero tenían conciencia de su convivencia, de ser una unión plural o si se quiere decir mejor, una unidad plural, con relaciones. Es lo que define la realidad de las naciones: su convivencia. En América no existe la extranjería, por ello no se pueden considerar naciones efectivas, como en Europa. La relación de extranjería no existe en los países hispánicos de América, lo que en cierto sentido es una ventaja y en otros sentidos es un un inconveniente. También ha faltado, por razones muy complicadas, pero que no son el tema de la conferencia de hoy, la conciencia de comunidad, la vinculación mutua entre los países americanos.

El hecho es el siguiente, se puede decir abreviadamente, los países americanos anteriores al descubrimiento de América, no tenían nada en común, no conocían ni su existencia. Es decir, los americanos originarios no sabían que existía América. Cada uno conocía su territorio, su pueblo, aunque fueran grandes, pero no tenían nada que ver entre sí. Eran culturas diferentes, con lenguas innumerables, que no se entendían entre ellas, tradiciones religiosas diversas. Lo que tienen de común esos pueblos americanos: México, Cuba, Chile y la Argentina, el Salvador, Colombia... es lo que tienen de influjo español, y nada más. Pero por razones varias y diversos azares históricos, no han tenido conciencia de ello, más que en ciertos momentos y en algunos niveles. Esto es uno de los grandes problemas que han tenido los países hispanoamericanos, y que en cierto modo todavía tienen.

El problema que trataba de entender, que es el problema de los nacionalismos, germina en primer lugar en naciones recientes, en naciones que no están plenamente instaladas en su condición nacional, que todavía están haciéndose como tales. Las dificultades, por ejemplo, que ha habido para la unidad italiana, que comienza en 1870, y que se hizo con varias resistencias en contra, porque tampoco eran homogéneas. Es decir, Italia era una nación recién hecha, no plenamente consolidada.

Lo mismo pasaba con Alemania, que siempre había tenido una gran división. Hay que verlo para creerlo, la cantidad  de unidades políticas que formaban la Alemania de antes de la unificación, la fragmentación era increíble.

La unión italiana se hizo, desde fuera de Italia, se hizo desde Saboya, desde el Piamonte, un territorio que no había sido de la Italia natural, lo que había sido el torso tradicional de la vida italiana. Cuando pienso en los movimientos separatistas, aunque poco reales, en Italia, están promocionados  por los que favorecieron la unión italiana.

En Alemania los que propiciaron la unión fueron los prusianos y el rey de Prusia fue el emperador alemán. Cuando se constituye, en el salón de los Espejos de Versalles, el Imperio alemán, el II Reich, el Emperador fue el rey de Prusia. Fue una Alemania prusianizada, regida desde Prusia, y no había pasado medio siglo desde la unidad de Italia y Alemania, cuando aparece el nacionalismo, ligado a un partido y a una ideología política.

Pero hay algo más, y es que un hay brote de nacionalismos, ahora, totalmente patentes en Europa,  no de las naciones, esto es lo importante, sino de las no naciones. Es decir, por una parte de ciertas porciones de Europa que nunca han sido naciones, y no han tenido una plena nacionalización; por ejemplo "Los Balcanes", toda la Europa balcánica, que ha estado, primero bajo el dominio del Imperio austriaco, que no era una nación en el sentido estricto de la palabra. Había una pluralidad de proyectos históricos, con una variedad lingüística y religiosa, pero no acababa de consolidarse el proyecto atractivo de vida en común, que Ortega pedía como símbolo de lo que era verdaderamente una nación. 

Entonces se producen los nacionalismos de las fracciones, nacionalizadas diríamos, en cierto modo desde fuera, dentro de una comunidad superior, y que actualmente pululan. Piensen ustedes lo que sucede en los países miembros del Imperio Austro-Húngaro y lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo con cada una de las porciones de Yugoeslavia, que se constituye, después de la  Guerra Mundial, en torno a Serbia (Yugoeslavia, significa Eslavia del Sur). Serbia era una pequeña nación (que no por qué se escribía antes con v y ahora con b), pequeña nación que figuró entre las vencedoras de la I Guerra Mundial, y a la que se le añaden fragmentos de países provenientes de la desmembración del Imperio Austro-Húngaro, y forman el reino de los serbios, croatas, eslovenos, etc. luego formada como república, y luego unida ferreamente por el comunismo, pero que ha dado origen a una erupción de nacionalismos, dentro de ese país ya pequeño. Enfrentados ahora de una manera feroz.

Estamos asistiendo a una guerra terrible, todavía larvada y a punto de surgir otra vez. Esto es un problema que me parece gravísimo, y que responde a dos errores: uno es el no reconocer lo que se es, el no reconocer las grandes unidades que han hecho grandes a Europa. Segundo, el afirmar la condición nacional falsamente, es decir presentar como naciones a los que no lo son. Eso es justamente la característica del nacionalismo.

También hay otra forma del nacionalismo, que existe, y está en todas partes: la interpretación nacionalista de lo que se ha llamado siempre regiones, es decir de las porciones articuladas, a veces con fuerte personalidad, de las naciones. Es otra erupción, bien distinta. Una cosa es la interpretación como naciones de formas territoriales que no han sido nunca naciones, y otra cosa es la interpretación, también nacionalista, de porciones de verdaderas naciones, que han sido partes de naciones. Es un nacionalismo que tiene un carácter peculiar, que conviene distinguir del otro nacionalismo, que es lo que se llamaríamos: particularismo.

Estoy tratando de entender las cosas, haciendo un cierto esfuerzo intelectual, para conceptuarlas y ponerlas en la zona de la realidad que les pertenece. Naturalmente cuando hablamos de realidades humanas, ese lugar de reflexión es primariamente histórico.

Lo que me parece capital es lo siguiente: cuando los países están en un estado normal de salud, están en una instalación, y son con naturalidad eso que son. La mayor parte de los países, a lo largo de su historia, no pretenden ser únicos, ni son conscientes de su peculiaridad. Cada nación europea, durante siglos, ha querido ser un modelo de lo europeo, pretendiendo ser mejor que los demás, pero en convivencia con ellos. Pretender ser el mejor es ser el mejor entre varios, una cierta manera de ser europeo. Esto indica la voluntad de esforzarse, de esmerarse, de tratar de mantener cierta perfección.

Pero en la mayor parte de los países europeos esas superioridades han sido parciales, en ciertos aspectos y no en otros, o en una época y no en otra. Hay un ensayo, interesante, como todos los suyos, de Feijóo, a mediados del siglo XVIII, que decía: "parece que la civilización va peregrinando de pueblo en pueblo". El predominio cultural va cambiando, hay países que son los primeros durante un tiempo, y al cabo de unos años son sustituidos, sucedidos por otros. En general solo en ciertos aspectos. cada país ha ido aportando ciertos refinamientos, ciertos primores, ciertas realizaciones culturales, políticas, económicas o técnicas, literarias, o lo que sea. Luego eso ha sido compartido por todos los demás.

Pero la afirmación de un país que no quiere saber nada de los demás, que se retrae, que se concentra sobre sí mismo. Esto es la característica del nacionalismo, que es un proceso esterilizador. Aún en el caso de que no llegue a convertirse en un nacionalismo agresivo, como con los italianos o alemanes de los años veinte y treinta del siglo XX, se convierte en provincianismo. recuerden ustedes la distinción que hacía Ortega: "Hay dos adjetivos, uno de ellos es "provincial", todos somos provinciales, y luego está el adjetivo "provinciano", que es el que cree que su provincia es el mundo y su pueblo una galaxia". Todos somos provinciales, naturalmente, gracias a Dios, pertenecemos a diferentes provincias, de Europa y del mundo. Estamos con los demás, en algunos aspectos podemos intentar ser los mejores. Si todos lo hacen el mundo será mejor, pero no tenemos por qué creer que nuestro pueblo es una galaxia.

Nuestro pueblo, nuestra provincia, es el lugar donde nos sentimos a gusto, nos sentimos cómodos. Este concepto de la comodidad no se utiliza en sociología o en la historia, pero es fundamental el sentirse o no cómodo. Podíamos comparar los dos extremos: el que está cómodo o está soliviantado. Hay gentes que viven cómodas, viven instalados en su situación. Un ejemplo lo tenemos en los andaluces, que han vivido casi toda su historia cómodos. Estaban encantados con su situación, aunque ahora no estoy seguro de que lo estén completamente, pero lo han sido. Estaban encantados y con motivo. Lo contrario es estar soliviantado, lo cual no lleva a nada.

Cuando uno está soliviantado concentra su atención a lo suyo y le lleva a tener una ignorancia sobre lo demás, a una falta de interés. Esa atención exclusiva de lo propio es esterilizadora, porque ¿son ajenas las demás cosas? ¿Es ajena el resto de Europa a nuestra realidad propia, y el conjunto de Occidente?, y a última hora el resto del mundo. Quiero decir que si un país, incluso un gran país, se concentra sobre sí mismo, y se atiene sólo a él, el resultado es la indigencia. Hagan ustedes el intento de pensar en atenerse a las ideas solamente españolas, esto nos llevaría a la indigencia mental.

Las ideas que un español necesita y que tiene que usar para vivir se han originado en España, en Francia, en Alemania, en Inglaterra, en toda Europa, en América y en el resto del mundo. Todo eso es propio. Si España, Francia, Inglaterra o los Estados Unidos, por hablar de los grandes países creadores, se atuvieran solamente a lo que les es propio, quiero decir a lo que se ha engendrado en ellos, estarían en estado de indigencia, ni más ni menos. Gran parte del empobrecimiento del mundo consiste precisamente en eso, y que en lugar de poseer todo lo que es asimilable, todo lo que constituye nuestra riqueza (Aristóteles diría nuestra "usía"), nuestra sustancia histórica, nos limitamos a una fracción aislada de nosotros mismos, y en muchos casos, sin raíces, además.

Les estoy hablando a ustedes en español, pero el español procede del latín, principalmente. Tiene sus raíces en el latín. Recuerdo a mi profesor de latín García de Diego, que indicaba que la lengua española sin sus raíces latinas sería ininteligible. Esto se puede extender, no sólo a la lengua sino a todo lo demás. Las lenguas europeas se han formado en convivencia, han convivido. Aislarse en una sola lengua es racismo lingüístico.

Las lenguas eslavas no han tenido esa convivencia tan frecuente que sí ha existido entre las lenguas latinas y las lenguas germánicas. Nos interesan esas lenguas eslavas, por sus creaciones, que han llegado a nosotros mediante traducciones, pero tienen una falta de proximidad que sí tienen las lenguas germánicas y las latinas. En épocas más remotas la distancia es mayor.

Vemos que esa forma que llamamos nación es una ilustre creación europea, de la Edad Moderna, nada más y nada menos. No es el modelo único, pues existen grandes creaciones históricas, maravillosas en varias épocas de la historia. Algunas han sido muy pequeñas, como Atenas o Corinto, u otras ciudades griegas a las que debemos los dos tercios de la cultura occidental. Lo que ha sido esa realidad colosal, que es el Imperio Romano, lo que ha sido la Edad Media: "enorme y delicada", sin naciones, naturalmente, pero había otras cosas de las que nos podemos enriquecer hoy, de las cuales venimos. Es importante conservar las raíces.

Uno de los grandes aciertos de las naciones europeas es que en su mayoría, y España es un gran ejemplo, se han organizado por incorporaciones, que mantenían dentro de la unidad superior las unidades parciales, integradas. Terminando, en el caso de España con la integración de las partes principales: Castilla y Aragón, que se integran para formar la nación española, dentro de la cual subsisten, no desaparecen, cada una con el resultado de sus incorporaciones anteriores. Lo cual da una riqueza, una estructura, que evita la excesiva homogeneidad.

Las naciones europeas, las más eficaces, las más logradas, las más creadoras, han tenido miembros, es decir partes integrantes, partes insuficientes, pero que conservan su personalidad, conservan su variedad, que permiten diversas posturas, diversas instalaciones. Un país enteramente homogéneo tiene menos problemas, pero no tiene más que una posibilidad.

Comparo un país con un poliedro, que puede apoyarse en una de sus caras o en otra de ellas. Tiene dificultades mayores, tiene roces, pero tiene posibilidades de innovación, posibilidades de cambio.

La realidad humana es bastante complicada. Aceptamos que la realidad de la naturaleza sea complicada: el cosmos, los organismos vivos, desde la célula hasta el átomo. Aceptamos que todo ello sea complejo, menos a lo humano, que en definitiva es lo más complejo de todo. No lo he inventado, lo siento mucho, pero es así. En cambio se pide la simplificación de todo lo humano.

Manejamos las realidades sociales, históricas, humanas, con unos criterios de simplicidad, que me producen pavor, literalmente. La realidad humana es complicada, es dramática, es cambiante, no se agota en una fórmula esquemática. Hay que atenerse a ella. Tiene una historia, una biografía, una historia colectiva. Si hacemos el esfuerzo de entenderla, a última hora se entiende. Porque la realidad humana es muy complicada, muy compleja, pero es lo más inteligible, es lo único verdaderamente inteligible. Todo lo demás no lo es, solamente en la medida que funciona dentro de nuestra vida. Entonces lo entendemos.

Por qué no hacer un pequeño esfuerzo, y tratar de acercarnos a la realidad humana, respetándola, respetando su complejidad, respetando como es. ¿Por qué no tratamos de entenderla? Muchas gracias.



Lección XXIII.    La posesión de Europa.


Conviene distinguir entre dos cosas distintas, una es la pertenencia, y otra es la posesión. Es evidente que los países europeos, pertenecen a Europa, y han tenido conciencia de ello, desde la Edad Media. Esa unidad europea, confundida con la Cristiandad, como vimos; más o menos se correspondían casi exactamente. Tenían conciencia de pertenecer a una comunidad cristiana, que era al mismo tiempo, la comunidad europea. No había el elemento de posesión, que se desarrolla mucho más tarde.

Desde el siglo XVI aparece la personalidad diferenciada de las naciones de Europa en la mente de los demás. Cada país tiene una idea, que en general es poco precisa, es tópica, a veces resueltamente inexacta, de la demás naciones europeas. Entonces empieza a proliferar una especie de tipos, que se adscriben a cada una de las naciones, frecuentemente con un propósito satírico o de rivalidad, que se manifiesta de este modo. hay un conocimiento de unas cuantas naciones, sobre todo, las que son más relevantes o tienen una presencia mayor en las demás; lo cual va cambiando, por cierto. Se va sucediendo en la precisión de la figura exterior, a lo largo del tiempo.

Pero Europa no aparece todavía, no se posee una imagen general de Europa. Hay un momento particularmente negativo en que empieza a funcionar la idea de Europa, y es en la Guerra de los Treinta años. No se si se ha visto con claridad lo que significó esta guerra. Se conoce el detalle de sus diferentes partes, del desarrollo bélico, del problema de las interferencias políticas y religiosas. Como de los diferentes cambios de campo, en una guerra aparentemente religiosa, pero no se si se ha visto lo que significa para la convivencia de los países europeos, y sobre todo para la imagen de Europa.

La Guerra de los Treinta Años ha sido la primera guerra europea. No creo que se haya hecho ningún tipo de aproximación entre las guerras europeas del siglo XX, la primera del 14 al 18, la segunda del 39 al 45, y lo que fue la Guerra de los Treinta Años. Con una diferencia, o dos diferencias muy grandes: una que las guerras del siglo XX han sido técnicas, con una potencia destructora enorme, y comparativamente mucho más breves. La Guerra de los Treinta Años dura desde 1618 hasta 1648, pero es la primera vez que interviene la mayor parte de Europa, en dos bandos, aunque en cierto modo cambien. Por ejemplo Francia cambia de campo, primero con los católicos y luego con los protestantes, pero en conjunto existen dos bandos. En las guerras mundiales también se producen cambios de bando, como el caso de Italia en la II Guerra Mundial.

Lo sustancial es que Europa aparece envuelta en una guerra larguísima, y terriblemente destructora, también. No con las armas de la época actual, pero sí por la ferocidad con se combate en esa guerra, por la destrucción de las ciudades y de vidas humanas. Fue una guerra realmente terrible.

Esta guerra empezó a dar una idea de Europa en su conjunto. La mayor parte de los países europeos están implicados en ella simultáneamente. Pero, por otra parte, da una idea bastante negativa. Es una conciencia mayor de Europa, y al mismo tiempo una crisis del prestigio de lo europeo. No olviden ustedes el libro "Locuras de Europa", de Saavedra Fajardo, que es un testigo excepcional de lo que fue esa época, es uno de los hombres que realmente han vivido más, desde un punto de vista relevante. Se movía en los niveles más altos, en contacto con las figuras que intervienen en la guerra. La publicación que está realizando Quintín Aldea del epistolario de Saavedra Fajardo, del que conozco dos tomos, de los diez tomos que nos amenazan. Va a ser algo que va a contribuir mucho a la comprensión del estado de Europa en esos treinta años decisivos.

Se produce simultáneamente un fenómeno de conciencia, de presencia cada vez mayor de Europa como tal, y no de cada nación aislada, y por otra parte una conciencia de fracaso; de que Europa se ha lanzado a algo demencial, de una ferocidad realmente terrible. Alemania es donde acontece más prolongadamente la guerra, y en otros países también, queda enormemente afectada y medio destruida, y tardará mucho en reconstruirse, quizá hasta comienzos del siglo XVIII no lo logre Europa su recosnstrucción, entonces Europa aparecerá como cosa muy distinta.

La concentración en el punto de vista militar y político impide que se vea esta guerra como transformación de las sociedades europeas, de la conciencia recíproca que poseen y de su conjunto.

Después, ya durante el siglo XVIII, la cosa cambia de un modo muy positivo. Empieza a producirse lo que podríamos llamar como un patriotismo europeo. Europa comienza a aparecer como una gran nación compuesta de varias. El año 1773, el español Antonio de Capmany, en un texto que descubrí y comenté, habla de Europa como: "Una escuela general de civilización", fórmula afortunada. Dicho autor tiene conciencia de la comunidad de Europa, e insiste mucho en la incorporación de Rusia a esa comunidad. En Rusia hay una atención a la cultura: "las musas, que solían estar en otros lugares, también están en Rusia". Cuenta Capmany con una Europa dilatada, y piensa que las luchas en Europa se van a terminar, porque empieza a haber una conciencia en Europa de que las guerras en Europa son guerras civiles, y que los pueblos se van a tender la mano por encima de sus fronteras y van a convivir. Es una impresión que se puede compartir en toda la Europa del siglo XVIII.

Esto se une a otra cosa más, que es el patriotismo de la época. Quizá por primera vez, al menos dentro de la Edad Moderna, con la época imperial, en tiempo de los romanos. Es la impresión de una cierta "altura del tiempo". Cuando se dice que en Roma, que la persecución de los cristianos, no es de nuestro tiempo, no es de nuestra época, no es propio de este nivel. Aparece eso que llamamos un "nivel histórico". Pues bien, en el siglo XVIII hay un patriotismo del siglo XVIII. Se piensa que es una época superior a las demás, más civilizada, más comprensiva. Hay una unión del patriotismo general europeo y del siglo XVIII. Sin salir de España se encuentra esta actitud en Cadalso, militar, coronel, que muere en el sitio de Gibraltar. Hombre enormemente europeo, que sabe lenguas europeas, habiendo estudiado inglés, francés, alemán, que se hizo pasar por oficial inglés en el asedio de Gibraltar, cosa difícil, dada la dificultad fonética del inglés. Hay una conciencia de unidad europea, y de pertenencia a un nivel histórico de la época.

Esto va a cambiar después, y va cambiar de varias maneras. La Revolución Francesa fue un factor de alteración, que aunque haya tenido muy buena prensa, en el segundo centenario del acontecimiento ha sido mucho más matizada y estudiada en toda su complejidad. Esta revolución da origen a las primeras guerras nacionales, en las que interviene la nación, con toda su población en armas. Esto es ya evidente con Napoleón.

Goethe vio, como consecuencia de la batalla de Valmy, y de escuchar a los caídos "Viva la nación", que empezaba una época nueva. En la época de los moros unos evocaban a Mahoma y otros a Santiago, o se decía "Viva el rey". En cambio este soldado herido de la batalla de Valmy, cae gritando "Viva la nación". Goethe, que tenía una fina percepción, ve que está apareciendo una actitud nueva.

La Revolución Francesa la desmonta, la destruye Napoleón, pero la prolonga, la difunde por Europa. Lo que ha quedado de la Revolución Francesa son los símbolos: la bandera tricolor y "La Marsellesa". Esto lo hace suyo Napoleón y llega hasta nuestros días. Y hay una especie de proliferación del espíritu de la Revolución Francesa, alterado por Napoleón, en toda Europa. Entonces empieza a germinar lo que no había existido antes: la idea de un dominio general de Europa.

Es evidente que Napoleón tiene la idea de una unión europea, naturalmente que dominada y dirigida por Francia. La idea del equilibrio europeo, que defendería durante el siglo XVIII Inglaterra, y que es causa de diferentes guerras, como las que son consecuencia del Pacto de Familia entre la casa de Borbón o los conflictos con Prusia. A esta idea le sustituye la pretensión de un imperio napoleónico, que lleva nominalmente los principios de la Revolución Francesa, pero que de hecho va a ser un imperio militar, regido por Francia, y realizado en cierto modo. Hasta Waterloo se consigue que una enorme porción de Europa sea sometida, con extraña, con sorprendente facilidad y se empiece a pensar en un Imperio europeo regido desde Francia.

Pero las cosas desde entonces van a cambiar bastante, porque empieza un fenómeno que no había existido antes, que es el nacionalismo. El otro día hablamos del concepto de nación y de cómo parece una inflamación de la idea de nación, que es nacionalismo. Al comienzo del siglo XIX se va a introducir lo que se llama "el principio de las nacionalidades", justificado por motivos políticos, por una reacción formada por la "Santa Alianza", como consecuencia del Tratado de Viena. Hay otros factores que son más bien literarios, artísticos. Se empiezan a estimar las peculiaridades, las variedades europeas. Desde un punto de vista descriptivo, se insiste en el "color local".

El Romanticismo favorece, por una parte el liberalismo romántico, que es muy enérgico. Trata de eliminar la presión que ejerce sobre Europa, en un sentido conservador, la Santa Alianza. Por otra parte afirma las peculiaridades de los diferentes países, incluso no de las naciones, sino de sus variedades internas, de sus regiones, de sus formas particulares. esto va a tener una influencia muy grande en la conciencia que tiene Europa de sí misma.

Hay otro fenómeno que conviene señalar, por lo menos: se producen dos revoluciones en Europa en el siglo XIX, una la Revolución de 1830, la que depone a Carlos X de Francia y pone en el trono de Francia a un miembro de la rama menor, la rama de Orleans, en la figura de Luis Felipe. Este rey ejerció su función desde 1830 a 1848. Tengo particular simpatía, no digo por Luis Felipe, sino por su época, que estudié muy bien, con mucho detalle cuando era estudiante. Es uno de los momentos en que Francia, en que los franceses, son inteligentes. Los países son inteligentes o no según la épocas. Francia fue muy inteligente, mucho menos en el siglo XVIII, aunque las apariencias digan otra cosa, y lo fue en el reinado de Luis Felipe.

La época de Luis Felipe es el momento en que se consigue la libertad en Francia, que recupera, pues la había perdido en 1789. Muchas veces he pensado que si no hubiera habido Revolución Francesa, la libertad en Francia se hubiera recuperado mucho antes. Porque imagínense, desde 1789 hasta 1830, son cuarenta y un años; con la influencia de la Ilustración, con la tolerancia que ya había en la sociedad francesa, con el carácter apacible y bondadoso, a última hora débil, de Luis XVI, piensa uno ¿habría tardado cuarenta y un años en haber libertad en Francia? parece inverosímil.

En esos años, de 1830 a 1848, sí hubo libertad en Francia, con una serie de figuras realmente admirables, tanto literarias como de pensamiento o políticas. Es un periodo particularmente interesante. Pero hay una segunda revolución en Francia, la revolución que llaman de febrero, ocurrida en el año 1848, que va contra el gobierno y arrastra tras de sí a la monarquía de Orleans, la de Luis Felipe. Se establece una república, muy breve, y es curioso que hubo terror, porque la palabra "república" hacía pensar en la "guillotina". Revolución muy curiosa, porque aconteció en París, exclusivamente. Los franceses se enteraron de la Revolución y de la caída de la Monarquía por los periódicos. Fue un asunto puramente parisiense. La gente sintió terror pensando en la guillotina, y fue menester que el gobierno diera una orden inmediata, en la cual se abolía la pena de muerte en materia política, la gente dejó entonces de pensar que les iban a cortar la cabeza por motivos políticos.

Se nombre presidente de esa república a Luis Napoleón, con una especie de resurgimiento del bonapartismo. La república acaba muy mal, que en su detalle estudié hace muchísimos años, un poco después de que aconteciera, y hubo un fracaso de muchísimas cosas, que terminó con un golpe de Estado del presidente, de Luis Napoleón, y se proclama Emperador. Entonces se establece el Segundo Imperio. Pero esta revolución, del año 1848, tuvo repercusiones en casi toda Europa. Fue un fenómeno análogo al espíritu de la revolución anterior, realizada por medio de Napoleón. En España, en Alemania, en casi toda Europa, hay una serie de resonancias de la revolución del año 1848. No olviden ustedes que "El manifiesto comunista" de Carlos Marx y Federico Engels, es de este año, que es el momento en que aparece el comunismo como ideología política y como partido.

Esto altera mucho la visión general de Europa, porque coinciden un movimiento de afirmación de las peculiaridades nacionales, incluso de nacionalismo, con los movimientos contrarios: "las internacionales", con la famosa frase: "¡proletarios de todos los países, uníos!". Hay varias internacionales, la internacional anarquista, la internacional marxista, todas con un carácter supranacional, tienen la conciencia de que los límites de las fronteras, no son suficientes y aparecen afectadas por un concepto nuevo, que no había existido antes: el de "clase". Las internacionales se extienden, por lo pronto, a Europa. Con una voluntad de universalidad, pero una universalidad condicionada por la clase, en unos casos por los anarquistas y en otros por los marxistas.

Aparecen entonces una serie nueva de dificultades y de perturbaciones en la forma de pertenencia a Europa. Las internacionales creyeron que las guerras nacionales iban a ser imposibles, porque se decía que los obreros se tenderán las manos por encima de las fronteras, y no lucharán unos contra otros, pero no pasó así. Ha habido grandes guerras mundiales, las guerras más grandes de la historia, no estorbadas por el hecho de las internacionales. La conciencia de clase no funcionó con la suficiente energía, y funcionaron más otro tipo de ideologías, nacionales o nacionalistas, puramente políticas o en su variedad económica. Es muy compleja la historia y conviene no simplificar las cosas.

Las internacionales no sirvieron para eliminar las guerras. En la II Guerra Mundial, a diferencia de la I Guerra Mundial, lo que se había debilitado, en cierto modo, era la conciencia nacional, pero no desde el punto de vista de "clases", sino más bien de ideologías políticas. De ahí ese hecho, tan curioso y tan interesante como es el "colaboracionismo", que no existió apenas en la I Guerra Mundial, en cambio ocurrió mucho en la Segunda.

Por tanto, el concepto de pertenencia a Europa, es variable, se intensifica, tiene un carácter más negativo, o de mayor entusiasmo, desde que, a mediados del siglo XVIII, Europa aparece como escuela general de civilización, como nación grande, compuesta de varias menores. Pero eso no va a prosperar, no continúa. Incluso se produce un debilitamiento de la admiración mutua, a pesar de haber una comunicación mayor.

También hay una diferencia muy importante entre los niveles culturales. Los niveles no muy altos vivían instalados en cada nación, sin una conciencia muy particular del conjunto, en cambio las minorías superiores, socialmente, y sobre todo culturalmente, tienen una mayor conciencia de unidad europea, y se nutren de diferentes formas de cultura y de pensamiento, se conocen varias lenguas. en el siglo XVIII las personas de las clases superiores realizaban un gran viaje europeo, que está reflejado con mucha gracia en "Los  eruditos a la violeta" de Cadalso. Escribió dos libros extraordinarios: "Las cartas marruecas" y "Los eruditos a la violeta", libros de un interés excepcional, y además son divertidísimos, como lectura son deliciosos. No comprendo como no están en todas las manos, la verdad es que muy pocas personas los han leído, y sobre todo las "Cartas marruecas", muy conmovedoras en muchos sentidos, les recomendaría muy vivamente que los leyesen.

La situación europea no acaba de consolidarse. Los medios de comunicación y las técnicas que facilitan la posesión de las realidades históricas y sociales no son tan eficaces como se piensa, por ejemplo, cuando se establecen los primeros ferrocarriles se pensó que las fronteras iban a desaparecer y que el conocimiento de Europa sería mucho mayor, luego resulta que no tanto. Piensen en un hecho curioso, en España se establecen los ferrocarriles con un ancho de vía distinto de los demás países europeos, excepto Rusia, porque se tenía el temor de una invasión. La verdad es que los países no suelen invadirse en tren, pero se pensaba eso. Se produce una facilidad técnica, de comunicación y de conocimiento, pero hay una serie de problemas humanos, sociales e históricos que dificultan, y en cierto modo las fronteras se erizan en el siglo XIX, se producen unos ciertos aislamientos en diferentes niveles.

Mientras la pertenencia a Europa es enormemente real, inevitable, la posesión de Europa no lo es tanto, es deficiente, es incompleta; en parte por el nacionalismo, por la hostilidad que se produce ya desde la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas consecuentes, hostilidades marcadas. Pero desde la guerra franco-prusiana hay un momento en que se convive, en que hay una impresión de estabilidad, después de la constitución de la unidad italiana y del imperio alemán. Se establece una competencia, hay una rivalidad, en gran parte económica, en segundo lugar militar. La gran potencia naval era Inglaterra, pero en los últimos decenios del siglo XIX, hasta la guerra del 14, Alemania desarrolla una marina importantísima, y hay una serie de problemas económicos y militares, que son los que acabarán precipitando la Gran Guerra de 1914.

Se producen rivalidades económicas o rivalidades militares, y se va engendrando una actitud, que en la I Guerra Mundial aparece de manera manifiesta: la hostilidad entre países, e insisto en la hostilidad porque anteriormente las guerras no suponían una conciencia particular de ser un país que lucha contra otro. Era un rey contra otro, unos ejércitos contra otros, unas escuadras que se enfrentan en el Atlántico, por ejemplo: la escuadra inglesa frente a la española o la francesa, pero no son los países como tales. Las guerras, por su pequeña magnitud, no refluyen sobre la totalidad de las poblaciones.

En la I Guerra Mundial se produce ese fenómeno de la hostilidad entre los países, acompañado de otro muy grave, que fue la existencia de la propaganda. La propaganda es algo relativamente reciente; durante gran parte de la historia lo que ha dominado en los conflictos humanos, en la luchas ideológicas o entre países, ha sido la retórica, por ejemplo en la época romántica.

La retórica consiste en mover y conmover a los hombres mediante la palabra, el acierto y la belleza de la palabra. Esto no obliga a mentir. He estudiado bastante las guerra carlistas, y los beligerantes en ella usan la retórica romántica con gran eficacia, aún reconociendo sus errores y sus crímenes incluso. Hay un reconocimiento de la verdad. Pero esto va a ser sustituido después por la propaganda, que es la técnica de manipular a los hombres, profanándolos, mediante la mentira, sobre todo.

Tengo, por fortuna o por desgracia, una particular sensibilidad para la verdad. La mentira me produce depresión o indignación, o una mezcla de las dos cosas, la soporto mal. Desde la I Guerra Mundial, y aún antes, por todo el siglo XX, y no digamos después, se usa la mentira de una manera constante y deliberada. No tienen más que apretar los botones de la televisión o leer los periódicos y apreciar todas mentiras que quieran, y muchas más de las que pudieran desear.

Esto se produce, en gran parte, por el carácter, ya global, de los países que entran en la I Guerra Mundial. Fenómeno que tiene antecedentes muy antiguos, con la aparición de las grandes masas de combatientes. Los que ahora son jóvenes no sé si tienen conciencia de ello, porque no lo han vivido, en ningún sentido, ni lo han recibido con eficacia. Fue una guerra de trincheras, y tuvo una cantidad inmensa de muertos; se pasaban, los combatientes, meses entre el fango, aguantando el frío o el calor. El asaltar una trinchera era enormemente peligroso. Se cuenta de un oficial francés, y lo mismo se podría decir de los de otro bando, que cuando va a asaltar una trinchera, pensando en la posibilidad de la otra vida, decía: "por fin voy a saber", porque estaba seguro de morir en el asalto.

Los jóvenes de los países combatientes acudieron a la guerra en casi su totalidad, por lo que hubo que incorporar a las mujeres para ocupar los puestos de la vida civil: trabajan en las fábricas, conducen los tranvías... y esto significa la entrada de la mujer en actividades que no habían ejercido nunca. Esto es algo parecido a lo que ocurrió en la Guerras Médicas, que para luchar contra los persas, tuvieron los griegos que echar mano de toda la población masculina. Entonces tuvieron que entrar los que no eran propiamente ciudadanos, que estaban fuera de la vida ciudadana y democrática. Un fenómeno análogo a la movilización de la mujer en toda Europa, especialmente en los países combatientes.

Al mismo tiempo existe la política de la embajadas, que se movilizan, se convierten en combatientes, hacen propaganda de sus países y atacan a los otros. Atacan a los países, no ya a los beligerantes, los combatientes, sino que, por ejemplo, no se puede tocar a Wagner o a Beethoven en los países aliados. Se ataca la filosofía alemana o a la literatura francesa, por los países contrarios. Se produce una especie de hostilidad, incluso de antipatía mutua, que no había existido antes, esto tuvo unas consecuencias terribles, y hasta afectó a España profundamente, en muchos sentidos.

España no fue beligerante en la I Guerra Mundial, pero los españoles sí. Los españoles estaban afectados, y eran aliadófilos o germanófilos. Las mesas, los veladores de los cafés eran escenarios de las batallas, y los participantes celebraban o deploraban los resultados de las batallas. Es curioso que entre los niveles superiores de la sociedad española, eran principalmente aliadófilos los que conocían Alemania, los que admiraban a Alemania, los que sabían alemán, los que habían estudiado en Alemania. En cambio eran germanófilos los que no tenían la menor idea de Alemania, ni sabían alemán.

Entre los intelectuales españoles, el único que decía que era germanófilo era Baroja, y decía que "si ganaba Alemania los trenes llegarían con mayor puntualidad", pero los que conocían Alemania deseaban un triunfo de los aliados, como el caso de Ortega, que es el que mejor ha tratado de introducir en España la cultura alemana, con enorme diferencia respecto de los demás. Ortega deseaba el triunfo de los aliados porque creía que Alemania era políticamente muy peligrosa. Hay un artículo de Ortega realmente increíble, de enorme perspicacia, de 1908, es decir veinticinco años antes del nacionalsocialismo, en que habla de las dos alemanias que hay, una le parece admirable, extraordinaria, y otra que le parece peligrosísima, con rasgos que caracteriza, que luego se manifestaron el año 1933.

Luego aparecen los intelectuales franceses, ingleses o alemanes, que van de un país a otro, dando conferencias y haciendo propaganda de sus países, contra sus adversarios, lo cual supone una perturbación sumamente grave.  En España, los españoles toman partido, a pesar de que el país mantiene, venturosamente la neutralidad, pero los españoles tienen una adscripción, se dejan llevar por esa propaganda, y esto influye en la sociedad española, provocando una cierta división dentro de ella. 

Hay una consecuencia más: en España había habido la bandera de la europeización, desde la generación del 98, como reflejaba un artículo de Ortega en el que decía que : "España era el problema y Europa la solución". Era menester ponerse al nivel de los países más prósperos y más avanzados de Europa, no para imitarlos, no para repetirlos, pues decía Ortega que basta con una Inglaterra o una Francia o una Alemania, y quería añadir la interpretación española del mundo, a la altura del tiempo. Pero el año 1914, cuando ya ha avanzado enormemente la idea de la europeización en España, cuando tiene muchos partidarios y se ha realizado en gran parte, se conoce la cultura europea mucho mejor que antes, hasta el punto de que España se convierte en el país menos provinciano de Europa, en parte por su modestia intelectual, por no poderse atenerse a ella misma.

Es curioso como en los libros europeos, no se citan más que autores del propio país. Por ejemplo un libro francés, en que no se citan más que autores franceses, apenas alemanes o los ingleses hacen lo mismo, los alemanes hacen igual. Hay quizá algún nombre que otro se toman por otros países, como en el caso de Bergson, con bastante prestigio en Alemania. O como Williams James, estimado y estudiado, pero son muy pocos, normalmente se atienen a su lengua, a su país.

España, entonces, cuando está tratando de apoyarse en Europa, y que está alcanzando, por lo menos en las cumbres un nivel adecuado, semejante a Europa, entonces Europa de destruye a sí misma, se niega a sí misma. Hay un texto muy interesante, creo que del año 1928, de Curtius, en que dice: "Ortega, que devolvió el sentido y el gusto de la filosofía en Alemania...ese celtíbero del Escorial", porque Ortega mantuvo la conciencia de Europa; deseaba la derrota de Alemania, pero afirmaba el valor de Alemania y el valor de su cultura, no se podía prescindir de Alemania en ningún caso. Mantuvo Ortega la idea de una Europa unitaria, total, global, pero se hizo enormemente difícil en esos años.

Después va a venir la extremada politización de Europa, la destrucción de los imperios: el austro-húngaro y el imperio turco, que dejaba mucho que desear, evidentemente, pero los fragmentos de ese imperio eran todavía peores, y ocurrió que todos los problemas de esos grandes imperios se reproducen en cada uno de sus fragmentos, lo cual se convierte en uno de los lastres de la realidad europea actual.

Resulta problemática la posesión de Europa, la pertenencia a Europa de los países europeos existe desde la Edad Media, y hay la conciencia, más o menos, de pertenecer a Europa, pero se posee muy deficientemente. En gran parte porque el internacionalismo es enemigo de Europa, las internacionales crean una universalidad, pero condicionada por la clase, políticamente.

Por otra parte, después de las dos guerras europeas del siglo XX, por una voluntad de evitar más guerras, se crean las grandes organizaciones internacionales: la Sociedad de Naciones, después de la I Guerra Mundial, y más tarde la ONU. Estas organizaciones internacionales dan un cierto carácter abstracto, porque se borran las unidades reales, por ejemplo la europea, que es de quien estamos hablando en este curso.

Las Naciones Unidas, ahora deben ser ciento ochenta o algo parecido, pero unidas, no; con un absurdo, que era el derecho de veto. Los cinco países principales tenían el derecho de veto, y podían paralizar, como el Basilisco, cualquier decisión de las Naciones Unidas. Es decir, había un disparate, que significaba un voto por cada país, con lo que se podía conseguir una mayoría de votos representando a muy pocos habitantes, por una ideología política o por una raza o por lo que fuera, pero para conseguir equilibrar esa situación se instauró el derecho de veto, otro absurdo, que es la situación que existe actualmente.

La pertenencia a Europa es real, es evidente, es conocida, es compartida, pero la posesión de Europa está mitigada por el desconocimiento, por las antipatías, por las pérdidas de prestigio, por pretender una unión más amplia, una unión universal, que no existe; porque evidentemente el mundo no es uno, ni mucho menos, tal vez algún día lo sea, pero hoy no.

Hay una pluralidad de países que no tienen que ver nada unos con otros, que no se entienden, que no conocemos. Si pensamos en algunos grandes países, como la India o la China, o no digamos África, con lo que no tenemos nada en común. No entendemos, no podemos participar realmente de esas formas de vida. Europa sí puede hacerlo, pero Europa es insuficiente, pues solo pensar en Europa es una falsificación, pues Europa es uno de los dos lóbulos de Occidente, que es la realidad de referencia. Gran parte de  lo que hoy es europeísmo, es nada más que antiamericanismo, con lo cual se vuelve a introducir la irrealidad en Europa.

El gran problema que tenemos presente ahora es la posesión de Europa, que es enormemente deficiente. Las insuficientes naciones tienen conciencia de la necesidad de la unión, de la cooperación. Pero se crean incesantemente ordenanzas en la Unión Europea, leyes, disposiciones, que obligan a los países europeos, sin clara conciencia de que eso tenga justificación e interés.

Hay una imagen que utilizaba Ortega con gran acierto: "Hay dos formas de Estado, el Estado como piel y el Estado como aparato ortopédico". La piel es algo que nos envuelve y nos mantiene unidos, sin molestarnos; al revés, nos molestaría que nos desollaran, porque la piel no nos molesta; vivimos tan tranquilos dentro de nuestra piel. Sin embargo el aparato ortopédico puede ser necesario, pero es molestísimo.

Creo que la unión Europea se está convirtiendo en un aparato ortopédico; conveniente, quizá necesario, pero que no despierta ilusión, y que no tiene un proyecto positivo. La gente piensa que se regula la producción de leche o de queso, o de la pesca, o con el olivo. Es decir, la impresión que produce la Unión Europea es la de una serie e limitaciones. No es que se respire mejor, que se tenga conciencia de un incremento de la libertad; esto no está ocurriendo.

Se está produciendo una conciencia de la falta de prestigio de los países europeos. Por ejemplo en Inglaterra se descalificó la época victoriana, con una tendencia ridiculizar esa época, que fue una época fabulosa, con todos los defectos que ustedes quieran, pero en conjunto ha sido la gran época de Inglaterra, que ha refluido, no solo sobre Europa, sino sobre gran parte del mundo, de una manera beneficiosa. Esto se ha descalificado, se ha perdido.

Otro ejemplo es el de Francia, que ha renunciado por motivos políticos a lo mejor de su cultura, hace, más o menos, cuarenta años. Alemania ha abandonado muchas cosas que eran enormemente valiosas en ella. La lengua alemana y la lengua francesa se conocen muy poco, con lo cual no se atiende suficientemente a los que los franceses y alemanes están haciendo, sino sobre todo, a lo que han hecho durante siglos, que ha sido extraordinario, y que es irrenunciable. ¿Cuántas cosas europeas parecen irrenunciables, cuántas son realmente conocidas, poseídas, admiradas?

Como el diablo Cojuelo levantaba los tejados y veía lo que hacían las personas en las casas, a mi me gustaría saber qué libros tienen los europeos, en qué lenguas, y cuántas lenguas leen. Algunos leen en la suya, otros ni siquiera en la suya. Esto hace que la posesión de Europa sea deficiente.

Además Europa no termina en sí misma, esto es lo que es claro. Europa ha engendrado a América, que es la gran creación europea, desigual. No todos los países han contribuido igualmente. Hace unos años dí en París una conferencia, que se llamaba: "La visión transeuropea de Europa", en ella decía que Europa es transeuropea, y en algunos países más que en otros, por ejemplo el nuestro, evidentemente.

Se ha producido un anquilosamiento, una paralización de la posesión de Europa. La única manera de evitar esto es el entusiasmo. Es evidente que habría que restablecer, habría que resucitar el entusiasmo por Europa, y por su gran creación americana, por el Occidente en general.

Hace unos años hubo una gran crisis en Europa, se crearon una serie de documentos, de manifiestos, de declaraciones, de europeos eminentes, en las que no encontré ni una sola vez la palabra Occidente. Vean ustedes el problema.

Creo que la Unión Europea es absolutamente necesaria, es preciosa, es conveniente, a condición de que sea la posesión de Europa, y que volvamos a tener patriotismo europeo. Durante la II Guerra Mundial escribí un artículo titulado: "Patriotismo europeo", hablaba de las destrucciones, de los bombardeos. Sentía dolor feroz cada vez que se destruía una ciudad. Sentí vergüenza el día que los alemanes entraron en París, y dolor, como cuando ví una catedral alemana rodeada de ruinas, como una madre rodeada de hijos muertos.

Ese patriotismo europeo, que ha existido en ciertos momentos, del cual participan bastantes europeos, no es dominante, no es vigente, y sin él no se podrá hacer una Europa que valga la pena. Muchas gracias.



Lección XXIV. 
Las lenguas creadoras y el tesoro acumulado.


El problema de las lenguas es muy complejo y muy interesante. Las lenguas que se han hablado en el mundo son incontables. Hay una idea que está muy difundida, pero que no puedo compartir, es la idea de que las lenguas son todas iguales. No me refiero tanto a lo que puedan ser lingüísticamente. Es posible que cualquier lengua tuviera las mismas posibilidades que otras, pero no se trata de posibilidades sino de realidades.

Las lenguas se realizan históricamente, cambian con el paso del tiempo, se desarrollan o se enquistan, depende de los casos. Hay un factor que estudié con bastante atención en el caso de la literatura. Las lenguas se mueven en el uso cotidiano, pero se crean muy principalmente mediante la literatura, que es creadora, y ahí está la diferencia entre unas y otras. Además existe la realidad histórica: las lenguas son habladas por unidades grandes o pequeñas, aisladas o no, se transforman y tienen grandes diferencias.

Hoy predomina una visión internacionalista, muy abstracta en todo, y que parte de un supuesto de igualdad entre las lenguas, pero creo que es mejor atenerse a la realidad del mundo. En América hubo muchos centenares de lenguas antes del Descubrimiento, algunas con un uso bastante extenso, otras eran habladas por pequeños pueblos aislados, sin conocimiento ninguno unos sobre otros,  con un campo de uso limitadísimo. Eran incomunicables, los pueblos americanos, en muchos casos. Esto es un hecho.

En Europa las cosas eran más sencillas, siendo un continente muy evolucionado, que ha alcanzado desde hace mucho tiempo niveles de cultura desarrollados, la cosa es muy distinta; pero en todo caso hay unas cuantas lenguas, que llamo "lenguas creadoras", que han tenido un alcance mayor, y una función particular en Europa. Empezando por dos lenguas no vivas, pero que están a la base de toda la actividad lingüística europa, como el griego y el latín. El latín no se habla, pero el griego sí, con muchas transformaciones, incluso recientes. Cuando conocí Grecia, hace sesenta y tantos años, el griego que se hablaba y se escribía era bastante distinto del actual, el griego escrito tenía una mayor proximidad al griego clásico, y había el llamado griego "Demótico" o popular, que lengua más popular, que es la que ha predominado en los últimos decenios, incluso en la lengua escrita.

El latín no se habla, pero está detrás de todas las lenguas románicas, excepto en las lenguas germánicas o las lenguas eslavas. Hay unas cuantas lenguas históricamente privilegiadas, no quiero decir que sean lenguas lingüísticamente mejores ni peores, simplemente han tenido una historia diferente de las otras lenguas, algunas de las cuales tienen una dimensión más allá de lo europeo, son transeuropeas, que son el inglés, el español y el portugués. Lenguas propias de otros países, que no son europeos.

El inglés es lengua propia de los Estados Unidos, de Australia, de Nueva Zelanda; luego de otras minorías de algunos países más, pero no lengua propia de más países. El portugués es lengua propia de Portugal y del Brasil, que mucho mayor que Portugal y de más peso, además de minorías en otros países, como Angola o Mozambique. El español es la lengua propia de toda Hispanoamérica, además de España. Son lenguas transeuropeas.

Pero hay otras lenguas que han tenido un desarrollo histórico y literario extraordinario, y que en cierto modo puedan ser comparables con las anteriores, aunque no sean transeuropeas. Esto ocurre con el italiano, el francés y el alemán. Lenguas que tienen un desarrollo histórico, un papel en la historia europea, enorme, con literaturas y pensamiento de enorme importancia, por lo que hay que ponerlas al lado de esas tres lenguas transeuropeas. 

A esto hay que añadir, pero solamente desde el siglo XIX, el ruso, que es una lengua que tiene una importancia muy grande, por ser muy extendida y por tener un desarrollo literario y cultural muy importante desde el siglo XIX, no antes. Son dos siglos en los que el ruso se ha unido a ese nivel de las grandes lenguas creadoras europeas.

Hay otras muchas lenguas, pero tienen un papel distinto, un desarrollo menor. Son habladas por países más limitados, no han tenido grandes literaturas, comparables con las anteriores, en todo caso no son participadas fuera de los países en los que se han escrito, aunque hayan tenido obras literarias o de pensamiento de valor reconocido, pero no forman parte del patrimonio común de Europa, como tales lenguas.

A parte de la extensión de las lenguas, en muchos países de Europa es necesario conocer más de una lengua, además de la propia, como es el caso de Holanda o los países escandinavos. En otros tiempo la lengua era el francés, ahora es el inglés.

Hay otro problema, que es la continuidad histórica. Las lenguas más conocidas tienen una continuidad de, incluso, milenios, cosa que no ocurre con otras lenguas, que se han usado literariamente en unas épocas y luego no; se han interrumpido, a veces durante siglos, con renacimientos más o menos ficticios, a veces reales. Un ejemplo es el caso de Finlandia, donde la lengua finesa no ha tenido hasta hace muy poco tiempo un desarrollo literario, pues la lengua usada culturalmente era el sueco. Hace un siglo se comenzó el cultivo literario del finlandés, y actualmente funcionan como lenguas oficiales el sueco y el finlandés, idioma, ese último, que es absolutamente impenetrable.

Además existe otra cuestión importante: ¿qué se puede leer en cada lengua? En esas lenguas que he nombrado en primer lugar, se pueden leer innumerables libros, millares de libros; escritos en ellas o traducidos a ellas. Una persona que está instalada en una de esas lenguas tiene un panorama posible de lecturas inmenso. En otros casos no es así, con un panorama muy reducido, y mucho más si se trata de escritos originales en una lengua. Todo esto forma parte de la morfología lingüística de Europa.

Es necesario rehuir del actualismo. La vida humana es actual, pero ha habido dos lenguas europeas que han tenido enorme importancia, que son el francés y el alemán. El francés era la lengua universal del siglo XVIII y  el que las minorías europeas en su integridad conocían y usaban, incluso en países tan distintos como Rusia o Prusia, en segundo lugar el alemán, pero hoy son lenguas cuyo estudio ha descendido enormemente. Es incomparablemente menor el número de personas que estudian francés o alemán. Son dos lenguas que no son universales, son lenguas propias de Francia o de Alemania y de otros países. Han sido lenguas conocidas y habladas por minorías, durante largas épocas.

El alemán científicamente ha sido la primera lengua de Europa, durante ciento cincuenta años, entre Kant y Heidegger, entre 1780 y 1930. El francés ha sido la principal lengua literaria en el siglo XVIII y en el siglo XIX, pero han quedado muy reducidas y la producción actual de esas dos lenguas es muy inferior a lo que ha sido.

Pero la lengua no solo es el vehículo de expresión de lo que se está viviendo ahora, sino de lo que se ha vivido y escrito durante siglos, por eso el francés y el alemán son dos lenguas irrenunciables, porque en ellas existen cientos, quizá millares de libros espléndidos, aunque no se hayan publicado libros interesantes últimamente o en los últimos diez años, pero la lengua no es eso, tiene un pasado que está ahí, y precisamente está disponible. Hay inmensos motivos para leer alemán o francés y es un gravísimo error el abandono de estas lenguas.

El problema es complejo y hay que evitar el igualitarismo y la reclusión en una lengua particular, porque entonces se produce un aislamiento, y esto quiere decir un estrechamiento mental. Cualquier lengua, hasta las más ilustres, las más importantes, aisladas, significan un estrechamiento mental, y es una tentación que ha habido en los grandes países.

Esta tentación ha sido muy grave en los principales países creadores: Inglaterra, Francia y Alemania, de atenerse a lo escrito en esa lengua. Si ustedes ven en los libros, incluso de carácter intelectual, apenas hay referencias a los libros escritos en otras lenguas ¿por qué? porque en esas tres lenguas había una riqueza extraordinaria, había innumerables libros escritos en esa lengua, y muchos muy valiosos. Entonces se podían hacer libros partiendo de otros escritos en la misma lengua, lo que supone un grave error; incluso usando las lenguas de lo más ilustre, era un provinciano el que lo hacía.

Es menester conocer a los autores de otros países y que escribían en otras lenguas. He dicho muchas veces que la modestia de la producción intelectual española, hasta finales el siglo XIX, desde finales del siglo XVII, ha sido causa de que cuando ha sido necesario renovar el sentido teórico en nuestro país, España haya sido el menos provinciano de Europa, porque no se podía intentar atenerse sólo a lo español.

Imaginen a un español de 1900 que intentara hacer ciencia, hacer filosofía, literatura, todavía sí, simplemente con la lengua española, evidentemente no se podía hacer, salvo para confinarse en una forma de provincianismo, a pesar de ser una de las grandes lenguas, una lengua universal. Era menester conocer otras lenguas.

Sería interesante conocer - si fuera el "diablo cojuelo" levantaría los tejados de las casas para ver lo que pasa - qué libros tienen y en qué lenguas, las personas que tienen usos intelectuales. No me refiero a los intelectuales profesionales, sino a los que tienen usos intelectuales: qué libros tienen y en qué lenguas, que es lo que leen. No lo sé, pero me gustaría saberlo. Sé más bien lo que pasaba hace treinta o cuarenta años, en que cualquier persona que tuviera circulación intelectual, tenía bastantes libros en bastantes lenguas. No sé si esto pasa ahora, porque no hay nada seguro.

Ahora se citan muchos libros en otras lenguas, pero no se cita ningún libro en español. Esto es otro problema distinto, que también es interesante, justamente cuando hay un número bastante alto de libros españoles que pueden ser muy importantes, incluso imprescindibles, pero esto no se sabe porque no se quiere saber.

Las grandes lenguas europeas, que llamo creadoras, han vivido en presencia unas de otras, y sus creadores han leído otras también. Se han traducido mutuamente, con grandes diferencias, por ejemplo el español se tradujo mucho en el siglo XVII, después mucho menos. En gran parte por factores e tipo político e ideológico, que lo han perturbado. El factor principal es la capacidad creadora de las lenguas.

Hay factores que perturban esa capacidad creadora, como es la facultad de enquistarse, la voluntad de no enterarse. Creo que el  atenerse a una lengua particular y no conocer las demás, no interesarse por ellas es una especie de separatismo lingüístico. Porque las lenguas han convivido, no solo lo han hecho los pueblos de Europa, como he insistido en este curso. La lenguas también han convivido, están llenas de préstamos. Si buscan en el vocabulario de las lenguas europeas, éstas están llenas de palabras de origen en otra lengua, palabras hasta las más sencillas, como el caso de italianismos en español o de galicismos, hoy lo que predomina son los anglicismos.

Hay también palabras de origen alemán, menos que de otras lenguas. Lo mismo ocurre con las demás lenguas europeas, por ejemplo el alemán se llenó durante el siglo XVIII de galicismos. En el lenguaje científico el inglés es inundatorio. No porque los Estados Unidos sean un país muy rico y poderoso, sino porque la ciencia actual se está haciendo principalmente en los Estados Unidos. Lo fundamental es al capacidad creadora de las lenguas.

He dicho muchas veces que el auge del alemán y de la cultura alemana ocurrió principalmente cuando Alemania estaba dividida en ochenta pedazos, absolutamente sin ninguna unidad política, y además invadida por Napoleón; pero había una serie de alemanes escribiendo cosas muy interesantes. Esas cosas interesantes además tienen que tener un carácter específico para que se consiga este efecto de influencia universal. Es algo que parece paradójico: cuando se espera lo inesperado. Esto es lo interesante: esperar lo inesperado.

Si les dicen a ustedes ahora que ha surgido un gran físico o un gran filósofo en un gran país, entonces lo admiten, lo ven como probable. Pero si dicen que ocurre lo mismo en otro país, que no tiene una tradición, del cual no se espera nada inesperado, no es que lo nieguen, pero no hacen mucho caso. Esto ocurre ahora, por ejemplo, en los premios Nobel, que en algunos casos son desconocidos y no nos suenan. Es el fenómeno social de esperar lo inesperado. Si no esperamos que un país o una lengua o una cultura produzca una gran figura, es muy difícil que nos enteremos. Esto es absolutamente decisivo.

Pero hablaba en el título de esta lección del "tesoro acumulado". Esto es lo más interesante, ahora que hablamos de Europa, porque Europa tiene un tesoro acumulado, que son sus lenguas y lo que se ha escrito en ellas. Es importante conservarlo y mantener la jerarquía. Las lenguas europeas son un tesoro enormemente valioso, ahí están, y siguen vivas. Además no son equivalentes, no son homogéneas, no tienen el mismo alcance. No es lo mismo la relación que debemos tener con las cuatro o cinco lenguas propiamente creadoras, y con continuidad histórica, que con las demás.

La vida humana tiene un carácter limitado y ¿cuántas lenguas podemos saber, cuántas lenguas podemos hablar? Evidentemente pocas. Leerlas es un poco más fácil, tampoco mucho. Escribir en ellas, es quizá lo más difícil de todo. Es claro que no se leen otras lenguas, por ejemplo las lenguas clásica. El latín se estudia, sobre todo el latín clásico, que es bastante difícil. No es fácil leer a Salustio, y no digamos a Tácito, o a los poetas como Horacio, Virgilio, en parte por la complejidad y otro por el uso del hipérbaton, que es muy perturbador. La mayor parte de los estudiantes de latín, estudian la gramática latina, saben latín, pero si ustedes les preguntan cuánto latín han leído, encontrarán que es muy poco, pocas páginas. Una lengua no se puede saber con unas pocas páginas, hay que leer muchas páginas.

Si de mí dependiera haría que los estudiantes leyeran, no latín clásico, sino latín más reciente, incluso latín medieval, muchas páginas, porque ese latín es más fácil y se pueden leer muchas páginas, y el que ha leído muchas páginas de latín, aunque no sea clásico, ha aprendido mucho más latín que si no ha leído más que cuarenta páginas de latín muy clásico.

Con el alemán ocurre un fenómeno curioso. Hay muchos españoles que estudian alemán. En general no lo estudian bien, porque es una lengua distinta de las latinas y hay que estudiarlo de otra manera. Aprenden alemán para manejarse en sus viajes, pero no han leído más que muy pocas páginas. Pueden traducir, pero les cuesta una hora cada página. Entonces no es una velocidad de lectura operativa, no es útil. Si se necesita una hora para cada página, para leer un libro se tardan trescientas horas, pero no disponemos de trescientas horas para leer un libro. Es el caso que se estudia alemán dos o tres años, y puede traducir a razón de una página por hora, lo cual quiere decir que no les sirve y que no leen alemán.

En definitiva no se pueden aprender muchas lenguas. El que sabe además de la propia, otra más, ya está bien. Cuanto más lenguas se aprenden es más fácil, es el único consuelo. Pero eso escrito en las lenguas, en las grandes lenguas sobre todo, constituye el tesoro acumulado en Europa. Ahora que estamos configurando Europa, tratando de edificar Europa, de formarla y de unirla, es un aspecto sobre el cual no se presta mucha atención, y que es enormemente importante, porque hay que mantener, conservar las lenguas. Pero lograr que no están aisladas, que hay una comunicación relativa, en lo que sea posible, no en todo. 

Hay unas cuantas lenguas que deben ser conocidas, algunas por todos. Entonces se puede lograr una cierta comunicación en Europa y se puede uno sentir en Europa. Una de las cosas que hacen más irreal la comunicación entre países es el aislamiento lingüístico. Cuando las diferencias son muy grandes, como en el caso del Japón para un europeo. No es que no entiendan nada, que es lo de menos, es que no se puede ni leer. Un alfabeto se puede leer, aunque esté en caracteres cirílicos, pero en el Japón no se puede leer. La escritura no es fonética y no se entiende absolutamente nada. Hay bastantes extranjeros que viven en el japón durante años, y hablan japonés, pero no lo leen. esto produce una sensación de aislamiento y extrañeza extraordinarios.

Dentro de las lenguas románicas o germánicas, incluso eslavas, se pueden leer, pero la traducción no es nada fácil. He traducido bastantes libros, y hace unos años traducían las figuras intelectuales más descollantes, en general traducían muy bien. Es el caso de García Morente, Fernando Vela o José Gaos, traductores admirables de muchos libros muy complejos. Eran traducciones muy mal pagadas, ahora están mucho mejor retribuidas. He traducido libros, y recuerdo haber traducido un libro del alemán, unas trescientas páginas; me pagaron por ello mil doscientas pesetas. Entonces era muy poco dinero. Recuerdo haber rechazado la traducción de un libro alemán, libro grueso. Me mandaron el libro y el contrato: eran ochocientas pesetas. Lo rechace, y al cabo de un tiempo lo encontré traducido, traducido por un psiquiatra, mayor que yo, maduro y eminente. Me encontré de los versos de Calderón: "Cuentan de un sabio que un día, que pobre y mísero estaba..." Este suceso me conmovió profundamente. Era el traductor un hombre de prestigio que estaba en mala situación, yo también, pero este hombre todavía estaba peor.

Ahora hay un artilugio curioso, y es que libros que estaban traducidos, admirablemente traducidos, se traducen de nuevo, por otras personas. Si es una traducción del siglo XVI, conviene hacer una traducción actual, porque la lengua cambia. Así la traducción de Aristóteles de Pedro Simón Abril es muy buena para el siglo XVI, pero cuando es una traducción del siglo XX, excelente, y o sospecho un poco, y pienso si tal vez el nuevo traductor ha tomado una traducción excelente, por ejemplo por García Morente, Gaos o Fernando Vela, la ha retocado mínimamente, la ha estropeado, y la ha cobrado. Esto esta pasando constantemente. 

¿Por qué se traducen los libros que están traducidos, y muy bien traducidos? Es una pregunta. La traducción se está convirtiendo en un oficio mecánico. Lo que les puedo decir es que el trabajo cuantitativo más grande que he hecho en mi vida ha sido la traducción de la "Teoría del lenguaje" de Karl Bühler, que es una pesadilla, porque planteaba como veinte problemas, cada página. Es un libro espléndido, magnífico. Que no se ha traducido a ninguna otra lengua, porque no ha habido nadie tan estúpido como yo, que haya aceptado ese trabajo increíble. No se ha traducido a ninguna otra lengua, y se de casos de lingüistas americanos, que no saben alemán, pero que saben español y han usado mi traducción.

Lo que quiero decir es que la traducción es muy importante, pero con una condición: que la traducción sea también creadora. Traducir no es meramente un oficio mecánico, ni se puede hacer con un aparato, hay que recrear, hay que conservar el estilo, el espíritu del autor, hasta donde sea posible. Recuerdo que Ortega fue traducido al alemán, desde el año 1928, con gran éxito. Fue fecunda su obra en Alemania, sobre todo por la traducción de Helene Weyl, esposa del gran físico alemán, Hermann Weyl, con gran talento, y conservaba el espíritu de la prosa de Ortega en alemán. Esto permitió que Ortega fuera leído por los alemanes hasta donde fuera posible, pues no es lo mismo que leerlo en español.

Helene Weyl era judía, y Hitler planteó el problema a su marido, el gran físico: tenía que divorciarse de su mujer o abandonar el país. Abandonó el país - otros hubieran negociado, pero el no - y se trasladó a los Estados Unidos. Fue a Princeton y trabajó con Einstein durante mucho tiempo. Era un estupendo físico, y su mujer siguió traduciendo a Ortega, al inglés, pero ya no era lo mismo, pues el inglés no era su lengua. El que traduce, si traduce de verdad, enriquece su lengua y enriquece a la cual traduce. Hay formas de decir propias de cada lengua.

El alemán, por ejemplo, tiene el problema de la traducción a las otras lenguas. La frase alemana, muy larga y llena de oraciones subordinadas, eso es el alemán. No es fácil de traducir, pero hay que hacerlo. No entiendo la traducción francesa de los libros en alemán. Es frecuente que los franceses digan: "esto no se puede decir en francés", ¿cómo que no se puede decir?, hace falta talento para hacerlo. Sin embargo el español es una lengua muy flexible, al cual se pueden traducir muchas cosas. Hay lenguas más rígidas. Piensen en esa maravilla de que el español puede empezar una frase empezando por el sujeto, por el verbo, por el complemento directo, por el indirecto o por un complemento circunstancial. En español se construye la frase según el elemento de la frase al que se quiera dar más relieve. Esto es una flexibilidad que no tienen otras lenguas, pero que pueden tener.

Piensen en lo que supuso la penetración del italiano, en la literatura, sobre todo en la poesía española del primer Renacimiento. Fue un enriquecimiento fabuloso. El leer a los italianos, y en cierto modo imitarlos, enriqueció a la lengua española, le dio una flexibilidad y una riqueza extraordinaria. Es evidente que el alemán, bien utilizado, ha fecundado el pensamiento español. Hoy se puede decir en español cualquier cosa, pero antes no.

Recuerdo que un gran hispanista francés, cuando publicó su primer libro Menéndez Pidal, titulado: "La leyenda de los infantes de Lara", en 1896, se sorprendía de que se pudiera hacer un libro científico tan riguroso y tan preciso en español. Era un hispanista eminente el que lo decía, porque se había perdido el rigor, el sentido teórico de la lengua, que se recobró en gran medida por el vigor literario de los autores de la generación del 98. Es curioso que a este hispanista francés le sorprendiera que en español se hubiera podido escribir un libro así.

Hoy no tenemos perdón de Dios si no hacemos con rigor lo que queramos hacer. No será por la lengua, el español permite hoy decir cualquier cosa, tan bien como cualquier otra lengua, y en algunas ocasiones tal vez mejor. Lo interesante es la fecundación mutua lingüística, y por supuesto literaria y de pensamiento, de la cultura. 

Mientras no se consiga que en Europa, los europeos, sobre todo los de cierto nivel, me refiero a los que leen, que son los más importantes, no los que escriben, mientras los lectores europeos no conozcan las lenguas, no se va a producir esa fecundación de un tesoro común propio. Mientras el europeo medio no posea lo que es lingüísticamente y culturalmente Europa, no habremos conseguido una verdadera unión europea.

En otras épocas eran muy pocos, eran minorías muy exiguas los que tenían circulación y acceso a los libros o a los países, existía ese conocimiento de la cultura europea mucho más que ahora. Ahora los europeos conocen más cosas y viajan por toda Europa, pero las minorías creadoras, intelectualmente activas tienen un aislamiento mucho mayor que antes. Entonces había millares de europeos que poseían la cultura europea, y esos millares escribían en su lengua propia y comunicaban a los demás, a los millones de europeos, a través de su talento, de su sensibilidad, de su conocimiento, una imagen bastante amplia de lo que era Europa.

Hay un fenómeno curioso que nos afecta a los españoles: en los años veinte hubo un repentino interés en casi toda Europa por lo español, que después pasó, a veces por razones espúreas, no importantes. Unamuno había sido traducido algo a otras lenguas, pero el año 1924, Primo de Rivera lo confinó en Fuerteventura y luego terminó en Hendaya unos cuantos años, entonces se despertó un enorme interés por Unamuno en casi toda Europa, se tradujeron sus obras a varias lenguas, pero no les interesaba propiamente Unamuno, sino el rifirafe con Primo de Rivera, y cuando esto pasó se olvidó bastante a Unamuno. Y Unamuno que había anticipado enorme cantidad de cosas, literarias e intelectuales, por ejemplo: la novela como método de conocimiento, lo que bauticé en el año 1938 como "novela personal", cuando no había nada de eso en ninguna parte. Unamuno estuvo en boga por motivos políticos.

Hay figuras que son conocidas por razones políticas, porque han estado en la cárcel, porque han sido perseguidas. Eso no tiene nada que ver con la literatura, con la filosofía, con el valor intelectual. Por ello es fundamental darse cuenta de esa riqueza lingüística, literaria y de pensamiento que existe en Europa y de cómo hay tesoro acumulado, que está ahí, que está a nuestra disposición, del cual podemos participar, cada uno en la medida de sus posibilidades.





      Lección XXV. Europa como europeización

Europa debería ser un verbo: el verbo europeizar. Es una constante característica de Europa el haber sido, yo diría, un continente transitivo, que ha ido hacia otros lugares, fuera de sí misma, fuera del continente. No primariamente por motivos de lucro o por afán de dominio, que evidentemente han existido, pero no han sido los motivos primarios. Creo que el primer móvil de esa actitud de Europa, de ir fuera de sí misma ha sido la curiosidad, el interés por lo humano, el interés por lo distinto.

No olviden ustedes, y esto es muy característico, como Solón, según cuenta Herodoto, viajaba por "ver", por ver cosas distintas, cosas nuevas. No olviden tampoco que San Pablo les dice a los atenienses que están llenos de avidez de cosas nuevas. Este ha sido un carácter permanente de Europa. Ha ido siempre hacia fuera de sí misma. Grecia se expande, lo mismo ocurre con Roma. Dirán que hay afán de mando, afán de dominio, ciertamente, pero con un impulso hacia lo distinto, hacia lo que no es doméstico, lo que no es habitual. Esto se desarrolla enormemente en la Edad Moderna.

En la Edad Moderna se producen varias expansiones, la más importante es la expansión americana. Dentro de Europa hay países que son intraeuropeos, que han permanecido, prácticamente dentro de sí mismas y otros que son transeuropeos, sobre todo España, Portugal e Inglaterra, y en un sentido distinto Rusia, que ha sido la gran potencia colonial, sin el océano por por medio, hasta ocupar veintiún millones de kilómetros cuadrados. No se puede llamar propiamente europeización la expansión de Rusia, más bien habría que llamarla rusificación, porque Rusia no era propiamente europea, aunque su expansión hacia el este se  hace cuando se produce, previamente, una europeización de Rusia.

Desde tiempos de Pedro el Grande se intenta construir una nación europea en Rusia. Pero Rusia excede de eso, no es íntegramente europea nunca, y es el espíritu europeo el que le lleva a prolongarse fuera de sí misma, a Rusia, y a abarcar territorios que le eran ajenos, pero con un propósito de rusificación.

Si se consideran las diferentes expansiones de Europa, desde fines del siglo XV, éstas se producen en dos tipos muy distintos: hacia territorios existentes, ya conocidos, como ocurrió en el caso de las cruzadas, con un motivo primariamente religiosos, al cual se añaden otros, algunos de ellos bastardos, pero siempre en territorios conocidos y familiares. En cambio hay otros casos en que lo decisivo es el descubrimiento.

Cuando los españoles, en 1492, se lanzan a una exploración del Atlántico, van a descubrir algo desconocido, algo que no se sabe siquiera que existe. Colón creía que por Occidente iba llegar a Catay, a la India, pero no era nada seguro, además eran territorios de los que se tenía una idea bastante nebulosa, es decir se lanzan a lo desconocido, a lo nuevo. Hay un elemento de búsqueda de lo desconocido, de aventura. el espíritu de aventura es lo característico de esas exploraciones, que no van a territorios conocidos, para explorarlos o dominarlos, comerciar con ellos, etc.

España y Portugal tienen mucha semejanzas en sus expansiones, pero tienen unos caracteres distintos. La de Portugal es asombrosa, dado el escaso tamaño de su territorio; comienza por África, que era territorio algo conocido, y continúa por ese continente, sin ser propiamente descubrimiento puro, buscando las islas de las especias, y al mismo tiempo se hacen grandes descubrimientos, que son enormes, comparados con el territorio portugués.

Hay dos formas de europeización, que son distintas, una de ellas es el trasplante, que es el caso de la América no hispánica; lo que hacen los ingleses, los holandeses, los franceses en cierto modo, que es trasladar sociedades europeas al suelo americano, para formar allí también sociedades europeas. Los establecimientos de ingleses, francese o holandeses en América son ingleses, franceses, holandeses, más o menos repetición de sociedades parciales de sus países de Europa. No tienen que ver nada con el territorio, no tienen que ver con la población existente, es el suelo americano y las sociedades europeas.

Va a haber otras formas de europeización que serán muy importantes, como la muy tardía colonización europea de grandes porciones de Asia o de África. Son países muy poblados, con grandes poblaciones. Piensen por ejemplo en la India o Birmania, con enorme población y viejas culturas. En esto lugares se trata de conseguir un dominio, un control, el establecimiento de instituciones, con una clase dominante, que son los colonizadores, que ejercen el mando, la autoridad y que producen unos resultados afines a los europeos. Se produce una europeización, pero tratándose de minorías europeas distintas de las poblaciones aborígenes, las cuales se les aplican instituciones jurídicas, políticas, técnicas, que son europeas. Se trasladan elementos europeos a un territorio que se domina, se gobierna, se explota.

Pero en el caso de la América hispánica, la cosa es muy distinta. No se trata de un trasplante, se trata de un injerto. En un caso se trata de una planta que se traslada a otro suelo, en el caso de los españoles se trata de la introducción en una planta de elementos vivos de otra planta. La planta que recibe el injerto sigue siendo lo que era. Las sociedades de América siguen siendo americanas, pero ahora están hispanizadas, modificadas por el injerto español. Estas nuevas sociedades americanas por lo pronto reciben el conocimiento mismo de la existencia de América.

Es curioso que siempre que se habla del Descubrimiento de América se piensa que fue descubierta por los europeos, los españoles en este caso, y también fue descubierta por los americanos cuando se enteraron de la existencia del continente del que desconocían su realidad. Cada pueblo americano conocía su territorio, pero no el conjunto de América, del que tuvieron noticia con el descubrimiento realizado por los europeos. No había ninguna conciencia de América, ninguna idea de América. Por tanto América fue descubierta por los europeos, para los europeos y para los americanos, al mismo tiempo.

A América se lleva la religión, la lengua, que pronto llega a ser la lengua propia de los países descubiertos, con ella toda una serie de instituciones sociales y políticas, las Leyes de Indias. Los territorios descubiertos se dividen en reinos, gobernados por virreyes. Llevan los españoles la estructura política y social propia de España, la lengua, la cultura, la imprenta, las universidades, el arte, edificaciones, usos, costumbres, que se funden con lo existente en América, y algo capital, que en los otros lugares no existe: el mestizaje, que es la forma biológica del injerto, la forma más eficaz del injerto, porque se aplica, no ya a los elementos que integran una sociedad, sino a las personas mismas de esa sociedad.

En Portugal la cosa es un poco diferente, el elemento indígena tiene poca importancia, pero hay una incorporación enorme de negro africanos, y con ellos sí se produce el injerto. En el caso de España el mestizaje se produce entre los españoles y los indios, en el caso del Brasil esto es muy secundario, y el mestizaje se produce entre los portugueses ya establecidos en el Brasil y los esclavos africanos que llegan a establecerse. Esto le diferencia de la constitución de los países de lengua española en América. La lengua del Brasil es el portugués, un inmenso país con mezcla de razas, con aportaciones posteriores, con una aportación aborigen pequeña y muy grande de origen africano, sin embargo la única lengua del Brasil es el portugués. La televisión está ayudando en el Brasil a extender la lengua, para purificarla y perfeccionarla, que en otros países se usa para envilecerla.

Lo que me parece decisivo es la distinción entre trasplante e injerto como dos formas de sociedades distintas. Cuando se dice que los indios de los Estados Unidos son los verdaderos americanos, esto no es verdad, porque lo que entendemos por los Estados Unidos no es lo que existía el año 1600, ni lo que queda de las poblaciones indias. Entendemos por los Estados Unidos el resultado de la colonización, predominantemente inglesa, aunque no exclusivamente, desde fines del siglo XVI, sobre todo desde el siglo XVII, que ha construido un país de origen europeo, creado por Europa, en el que hay elementos que preexistían, como es el caso de las poblaciones indias, aisladas entre sí, y que persisten en gran parte dentro de los Estados Unidos, porque, naturalmente los Estados Unidos no existían en el año 1500. Conviene hablar con un poco de precisión si uno quiere entenderse.

Ese carácter de Europa, esa curiosidad, ese afán por lo demás y por europeizar es decisivo. Ha posibilitado engendrar muchos países, que no son europeos, pero han sido engendrados por Europa. Son resultados de ese carácter transitivo de la europeización, que ha extendido a una gran parte del mundo. Países que no han sido creados, que no han sido engendrados por Europa, que no son europeos, son países europeizados, como es el caso del Japón. Es un caso único en la historia, no creo que hay nada parecido.

Piensen además en lo que se ha llamado, en el sentido moderno de la palabra: "la colonias". En la antigüedad se usaba el término "colonia" en un sentido distinto del reciente. Por ejemplo grupos de griegos emigraban a Asia Menor o la Magna Grecia o en la península ibérica. Esto se llamaba "las colonias" griegas, núcleos más o menos aislados, no fundidos con el territorio y que conservaban sus caracteres originarios. Este uso se conserva de alguna manera cuando se dice: "la colonia española en el Zaire se conserva bien", es algo parecido al sentido originario de las colonias griegas.

Pero la colonización, propiamente hablando, es la que desde el siglo XVIII se realiza, por obra muy principalmente de Inglaterra, sobre todo en la India, y después en varios países de Asia y de África. Hay una forma muy significativa y cruel de definirla, no enteramente inexacta: "colonia es cuando uno se encuentra siendo extranjero en su propio país", pero tiene un cierto núcleo de verdad. Si se ha colonizado a un país, y más si es un país primitivo, los habitantes originarios han quedado reducidos a un nivel secundario, siendo gobernados y administrados por otros.

La colonización consistía en llevar Europa, los estilos europeos, las técnicas europeas, los conocimientos, las instituciones europeas a territorios en que esto no existía, y han dado a los países que no la tenian una estructura más o menos estatal, una administración. Unos gobiernos han regido mejor o peor. Carreteras, hospitales, puertos, teléfonos, ferrocarriles... Naturalmente  el problema es qué había antes. Los países colonizadores iban a dominar, comerciar y aprovecharse de los bienes, especialmente de las riquezas naturales para enriquecerse con ellas. Sin duda ninguna, pero piensen que, por ejemplo en África, que tenemos que pensar todos los días, y no se piensa mucho ni se hace demasiado. Lo que primero hace falta es pensar.

África ha sido un continente bastante inhabitable, siempre. Si conocen la historia de África, desde que hay conocimiento histórico, que no es mucho, los mapas de África que se publicaban no hace mucho tiempo, tenían zonas sin detalles, y ponían "hic sunt leones" o "aquí hay leones". Se sabía muy poco, y lo poco que se sabía no era bueno. Los pueblos africanos guerreaban constantemente entre sí, con matanzas constantes. Los cabecillas de cada  hacían prisioneros hasta a su propios súbditos o a los de los pueblos vecinos y los vendían como esclavos.

Después han ido llegando los europeos, primero los portugueses, que hicieron un término medio entre el injerto y el trasplante, con un cierto grado de injerto, en Angola y en Mozambique. Dejaron bastantes huellas religiosas y lingüísticas, pero no llegó a ser un pleno injerto como ocurrió en el Brasil o en la América de lengua española. No fue la pura colonización que acabo de describir.

Pero luego aparecen ingleses, franceses, belgas, incluso alemanes. Los alemanes se han olvidado de ello, porque perdieron sus colonias africanas después de la I Guerra Mundial, pero hasta entonces tenían también colonias. Es evidente que en el tiempo de la colonización, no digo que los habitantes de los países colonizados tuvieran una situación paradisíaca, pero por lo menos no se estaban matando entre sí, que ya es bastante, no lo olvidemos, ni lo desdeñemos. Estos países recibieron muchas técnicas europeas, no con el desarrollo de Europa, pero había carreteras, ferrocarriles, hospitales, escuelas...Se enseñaban muchas cosas, a minorías naturalmente, las lenguas de los países colonizadores, que no era la lengua del país.

He dicho muchas veces que la lengua de los países hispanoamericanos es el español, lo mismo pasaba con el francés, inglés, incluso el italiano, en las colonias de África, pero en este caso eran minorías, no la lengua el país. Ha habido unacierta penetación, incluso cultural, que ha sido de ayuda en todos los países colonizados.

Los países resultantes de la colonización en África eran irreales, porque dependían de los azares de la geografía y del proceso de colonización. Por ejemplo el Congo era una empresa particular del rey Leopoldo I de Bélgica, que después se nacionalizó y se convirtió en el Congo belga. Otro ejemplo es el Senegal, donde se hablan treinta lenguas, a pesar de ser un país muy pequeño. Le pregunté a un senegalés muy culto si eran dialectos, y me contestó que son lenguas distintas. Claro hay minorías que hablan el francés. En Nigeria, que es un país grande, me explicó muy minuciosamente una nigeriana muy culta, que se hablaban trescientas lenguas, y las minorías cultivadas hablan inglés. Lo hablan con una fonética un poco extraña. Recuerdo que hablando con el presidente de una universidad americana, me decía que le costaba mucho entenderla, y era su lengua.

Evidentemente esos países han sufrido explotación, que los países explotadores han conseguido beneficios excesivos, tal vez más de lo necesario, pera eran países en los que se podía vivir, en que no ocurría una matanza permanente. Piensen ustedes lo que ha ocurrido hace muy poco en Ruanda o en el Zaire. Se ha hablado de que en Ruanda, país de unos seis millones de habitantes, había habido entre medio millón y un millón de muertos. Entonces escribí un artículo titulado: "La maldad existe", porque se habla, y se sigue hablando de ello como una calamidad, como de una inundación, ero no es eso, es que la gente se está matando de unos a otros en cantidades increíbles. Esto no pasaba en la época de la colonización: desde mediados del siglo XIX hasta 1960, aproximadamente, esas cosas no pasaban. Dirán ustedes que pasaban otras cosas, que eran lamentables, pues sí pasaban, pero comparadas con las que pasaban antes y lo que está pasando después, no hay ni comparación. Esto me parece fundamental.

La colonización en Asia, como por ejemplo la India, país viejísimo, de viejísima cultura, tanto o más que las europeas. Es un país maravilloso. Cuando estuve en la India me produjo fascinación, y una de las tentaciones más fuertes que he tenido es la de quedarme en la India, pero reaccioné a tiempo, pensando en qué se me había perdido allí, pero la tentación la sentí, porque es un país de un atractivo impresionate. Nunca olvidaré aquella tentación, resistida, pero tentación.

La India es un país muy complejo, enorme, con una gran población; siempre hay diez millones más de lo que se creía. Se han matado bastante, y últimamente no digamos. Hay indúes, hay musulmanes, no son homogéneos, hay muchas variedades entre ellos. Se hablan muchas lenguas, y cuando estuve allí me dijeron que había catorce grandes lenguas y unos doscientos dialectos. en esos años de mi estancia se estaban fabricando máquinas de escribir en las catorce grandes lenguas de la India, pero cuando los indios de los diferentes lugares quieren entenderse entre sí hablan en inglés, que es la lengua cooficial, con el hindi. Leí en esos años un artículo muy hostil al uso del inglés y a la existencia de la cooficialidad del inglés, claro que el artículo estaba en inglés, por eso lo leí, esto es un poco extraño, si hubiera estado escrito en hindi no lo hubiera podido leer. Mi libro sobre la India está traducido al hindi, lengua en la cual no puedo leerlo y lo siento mucho.

Piensen que la India ha alcanzado su independencia hace ya bastantes años, lo que le costó la división del país entre La India y el Paquistán, además del Bangladesh, el otro trozo musulmán de la India originaria, pero pienso que esa independencia de la India, esa existencia de una poderosa nación, que es una democracia, imperfecta, como todas, que prospera en muchos sentidos y es un gran país ¿hubiera sido posible sin la colonización inglesa? Es evidente que Ghandi y otros muchos más estaban deseando acabar con la colonización inglesa, querían que los ingleses se marcharan, pero la colonización inglesa estableció las estructuras, empezando por las de comunicación, y siguiendo por las administrativas, continuando con la difusión del inglés en minorías muy grandes ¿Se hubieran podido reunir las enormes variantes de la población india: étnicas, religiosas, lingüísticas, de costumbres, con hostilidades inveteradas que de vez en cuando afloran y producen sucesos muy lamentables, sin la presencia inglesa?

Cuando estuve en la India se me ocurrió una imagen: los ingleses han sido los visigodos de la India. Creo que la función que tuvieron los visigodos en España, tenía alguna semejanza, con la instauración de la monarquía visigoda, que evidentemente fue el primer ensayo de España.

En ninguna de las colonizaciones asiáticas, ni en la India, ni en Birmania, ni en las colonias holandesas, no hubo nada de lo que llamo injerto, pero no olviden un caso curioso, que es el caso de Filipinas,enormemente lejos de España. Todavía en el siglo XIX, con los espléndidos veleros de la época romántica, se tardaban cuatro meses en llegar a Manila desde España. Si leen las obras de Pedro Ortiz Armengol verán lo que eran las Filipinas en aquella época. Eran varios millares de islas. La presencia de los españoles era muy pequeña, y hubo muy pocos españoles: las guarniciones españolas en las Filipinas, desde finales del siglo XVI, poco después de la conquista, hasta 1898, salvo en las épocas de guerra de insurrección, eran unos cinco mil soldados, no se si eran uno por isla. Por ello la lengua de los filipinos no era el español, era la lengua de las minorías distinguidas, no era la lengua propia, pero tampoco tienen una lengua propia, sino otras muchas. Por eso el elpañol cedió ante el inglés, la escuela americana extendió enormemente el inglés. Hoy queda el español vivo en núcleos limitados. Ahora se trata de quitar también el inglés y establecer el tagalo como lengua de las Filipinas, pero no es la única, ni la mayor siquiera, aunque es la de mayor desarrollo literario.

No se si cambiar dos lenguas universales, como el español o el inglés, por el tagalo es un buen negocio. A primera vista no me lo parece, pero yo no soy economista. Pero hay un hecho decisivo: las Filipinas son el único país cristiano de Asia, y muy cristiano, casi único ¡qué curioso! por que los españoles se preocuparon de convertir a los filipinos al cristianismo, no tanto a la cultura española, ni  las formas políticas españolas, ni siquiera a la lengua española, pero si a la religión católica. También era católica la zona portuguesa de Goa en la India, o Timor en Indonesia. Es porque a los españoles  y a los portugueses les ha importado la religión mucho más que a los demás.

Todos los pueblos de Europa han sido o son cristianos, pero la identificación española, y en cierto modo portuguesa, con el cristianismo, es diferente, en parte porque después de la invasión musulmana los españoles no se resignan a a ser musulmanes y afirman su condición de cristianos, y por lo tanto de europeos y occidentales. 

Estudiando la geografía y la historia, al mismo tiempo, se empieza a entender, aunque siempre hay cosas que no se entienden, pero conviene distinguir lo que se entiende y lo que no. Pongo un ejemplo muy trivial: si están ustedes en plena oscuridad con los ojos cerrados, no ven, evidentemente, pero si están con los ojos abiertos, ven que no se  ve, que es completamente distinto. Pues bien, cuando no se entiende, pero se entiende que no se entiende, y se puede incluso vislumbrar por qué no se entiende, se ha andado un buen camino, que es casi lo único que puedo ofrecerles a ustedes.

Por tanto volvemos a la idea de Europa como continente transitivo. Lo característico es, por lo pronto, esa curiosidad, a veces malsana y no aprovechada, y con crueldades, y con errores, y con todo lo que ustedes quieran, pero el motivo primario, la raíz de Europa ha sido el altruismo, el interés por el otro, por lo otro y por el otro. Cuando digo que los españoles han tratado a los otros pueblos como personas, la gente suele entender que los han tratado bien, no siempre es así, a veces ni bien ni mal, pero siempre como personas, no como cosas. Pues bien Europa ha tenido siempre interés por lo otro que ella, por lo distinto de ella.

Europa a diferencia de otros lugares del mundo que han permanecido en sí mismos, cerrados en sí mismos, absortos en sí mismos, interesados solamente por ellos. Europa se ha interesado, en principio por todo. Soy muy aficionado a los atlas, desde niño. Cuando era niño, mis pocas pesetas las dedicaba a comprar atlas y tengo bastantes buenos de aquella colección. Si ustedes miran los atlas geográficos y los históricos, verán que el mundo no se puede entender sin Europa, ni más ni menos, lo cual no ocurre en otros casos. Se pueden entender algunas partes del mundo sin contar con otras partes de él, pero si ustedes intentan entender el mundo, si ustedes recorren los mapas del mundo, encuentran a Europa por todas partes, para bien o para mal, en unas formas o en otras, con participación de unos países más activas que de otros.

Cuando digo que ha habido países intraeuropeos, países que son primariamente europeos y nada más, que no han salido de sí mismos, o muy tarde o de manera limitativa, como la colonización reciente del siglo pasado, y otros países que son transitivos, como es el caso de España, de Portugal y de Inglaterra. Hay que añadir que estos países son los más europeos de todos, porque Europa es transitiva. Es decir que el país europeo que no se interesa más que por sí mismo, que queda dentro de sí mismo, de Europa en conjunto, es menos europeo que los demás, es un país, en cierto modo retraído ¿por qué?, por desinterés, por falta de vitalidad o por estar encantado de sí mismo, por narcisismo.

Si ustedes trasladan esta consideración a las regiones españolas, tendrían una visión muy articulada, en relieve, de ellas. Piensen ustedes un poco en eso. Intenten aplicar este esquema a las regiones españolas, que conocemos bastante bien. Verán que habla cada una de sus diferencias, ¡que claro que existen! gracias a Dios, por eso España es un país enormemente rico y variado, y muy interesante. Cada región española tiene peculiaridades, tiene rasgos propios, distintos de los demás, y se pueden caracterizar y se pueden descubrir que es lo que mueve o conmueve a los habitantes de cada región, con sus diferencias.

Una de las características que distingue a Europa son sus diferencias, sus enormes diferencias. Es un continente pequeño, en el cual, cuando se viaja por Europa, el problema es que a la derecha y a la izquierda, cada pocos kilómetros hay cosas interesantes. Es un sufrimiento viajar por Europa, sabiendo que hay cosas que no voy a poder ver. Hay países en los que se pueden recorrer muchos kilómetros sin cambiar nada, sin nada de interés. España es un caso extremo de interés, pero toda Europa es diferente, el conjunto de Europa es muy diverso. 

Por eso siempre empleo para hablar de Europa la imagen de la orquesta. No es un pelotón de soldados que se mueven a toque de corneta. Esto no puede ni debe serlo, tiene cada país su personalidad, su propia voz, su propio sonido. Hace falta un argumento, un proyecto, una partitura. La orquesta europea suena en todas partes y para todos los hombres. 



Lección XXVI.
La gran creación europea: Occidente
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