Durante su larga trayectoria intelectual y vital, Julián Marías ha tratado en numerosas ocasiones el problema de la falsificación, la falta de autenticidad en la vida personal y social. En estos dos artículos, que voy a mostrar aparece un título común: "Irreal", en el caso español y "Unreal", en el caso de América, refiriéndose con ese nombre a los Estados Unidos de América, en el año 1960. En el caso de España, se señala a la España de 1995.
En el primer artículo, "The Unreal America", de la revista Foreign Affairs, introduce la idea de la nación como realidad personal, idea a la que se puede aplicar todos los conceptos sobre la realidad personal que Julián Marías ha ido concretando a lo largo de toda su obra, conceptos aplicables, tanto a la vida humana individual como a la colectiva.
Al mismo tiempo que se vive una realidad personalizada entre la naciones, se va creando una imagen de cada una de ellas sobre las demás. Esa imagen es unas veces acertada y otras no, pero en ambos casos influye en la forma que tiene cada país de percibirse a sí mismo. En el caso de los Estados Unidos la imagen no es muy favorable y a lo que se añade una política exterior demasiado pendiente de las ideas militaristas y economicistas, hacen que se falsifique esa imagen de la realidad americana, y pueda llegar a enfrentarse a complicaciones graves e imprevistas.
La influencia de la sociedad en la política norteamericana es mucho mayor que en otros países, pero esto tiene muy poca influencia en la política exterior de este gran país. Habría que intentar que la política exterior fuera consecuencia de los principios que lo conforman positivamente, como la libertad, veracidad, respeto propio, tolerancia, amabilidad, oportunidad individual, juego limpio, crítica, confianza. "Ese personaje, que son los Estados Unidos, tendrá que depender en el futuro de sus propias posibilidades creativas y originales".
El segundo artículo, titulado "La España irreal", data del 28 de junio de 1995. En dicho escrito muestra Marías otra forma de irrealidad, de falsedad, de inautenticidad, propiciada por una política desafortunada, desde los primeros años ochenta:
"Se ha introducido, sostenida por la propaganda, una "España irreal" en la que los españoles no nos reconocemos"...
"No se comprende bien la insistencia en llegar hasta el último día que la "legalidad" permite, anteponiéndola a la legitimidad social, mucho más importante. Se sospecha una seguridad absoluta de perder las elecciones; es un riesgo que los demócratas tiene que aceptar. Y puede pensarse que un partido, tras una derrota, es capaz de recobrarse y seguir contando en la vida de su país; pero acaso la decisión de aferrarse al poder hasta el último minuto tenga el riesgo de perder esa posibilidad de recuperación y quedar permanentemente marginado.
La España real, tan distinta de la oficial, tan inmensamente superior a ella, es la que, más pronto o más tarde, tendrá la última palabra. No es prudente burlarse de ella".