La revista "La Defensa de la Sociedad" es una publicación que comienza en el año 1872, para hacer frente a los intentos de implantación de "La Internacional", surgidos a partir de 1870.
Julián Marías, atento a los acontecimientos más señalados de la historia de España, lo refleja en un capítulo de su libro más querido: "España inteligible", concretamente cuando habla de "Los límites de la Restauración".
En el siguiente párrafo se puede leer al detalle:
...Hay un hecho enorme y nunca bien estudiado, y es que los movimientos
obreros en Europa —no en los Estados Unidos, salvo mínimas
excepciones— se aliaron desde muy pronto a posiciones políticas,
no primariamente sociales y económicas, que unían las reformas
sociales a la transformación de los países, la destrucción de sus
estructuras y de sus sistemas de creencias, muy principalmente las
religiosas. Anarquismo y marxismo son inseparables del planteamiento
de la «cuestión social» en el siglo XIX. Esto introdujo un factor
de lucha, no solo económica, ni siquiera de «lucha de clases»,
sino de concepciones globales de la vida. Esto provocó una
radicalización sin la cual no se entiende la historia del último
siglo. Las reivindicaciones obreras —en inmensa proporción justas
y urgentes, no siempre posibles dentro de las condiciones reales de
la economía— se unían a la pretensión de transformaciones cuya
justificación no parecía clara, y que parecía indeseable a una
gran parte de la población. Es decir, grandes porciones de la
sociedad se sentían amenazadas por la envolvente ideológica de
cuestiones económicas y de organización muy concretas y que se
podrían tratar de manera objetiva y apacible. No hay que ocultar que
de ambos lados se encuentran apetencias de poder que van mucho más
allá de los problemas técnicos del trabajo, la producción, la
distribución justa de la riqueza, etc. En España, el anarquismo
tuvo un desarrollo mayor que en otros países de Europa, sobre todo
en Andalucía (12).
La Internacional tuvo una influencia más lenta y
tardía, iniciada en 1870 (Congreso de Zaragoza). Hasta 1879 no funda
Pablo Iglesias el Partido Socialista Obrero Español; en 1886, el
periódico El Socialista; en 1888, la Unión General de Trabajadores,
todo ello con números de participantes muy pequeños, con cuotas
mínimas, que representaban un gran esfuerzo. Los obreros del Arte de
Imprimir —que por su misma profesión leían— estuvieron en
vanguardia de estos movimientos. Ya en 1872 hay una respuesta a las
tendencias de la Internacional, de gran volumen, de pretensión
doctrinal, con participación de personas de gran relieve, y que duró
por lo menos hasta 1874: la revista titulada La Defensa de la
Sociedad, fundada por Juan Bravo Murillo, político muy, famoso y
creador del Canal de Isabel II (13). Tengo la impresión de que esta
publicación es muy poco conocida (14).
Lo más interesante es que se
movilizase en fecha tan temprana una reacción a la Internacional,
antes de que tuviese desarrollos apreciables en España. Es cierto
que sus redactores y colaboradores siguen muy de cerca, y con extraña
precisión, las informaciones sobre la Internacional en otros países,
y todos los ecos en España, así como los detalles, hasta muy
menudos, de los movimientos obreros, asambleas, huelgas,
publicaciones, etc. Pero todo ello desde el temor y la convicción de
que la Internacional es una acumulación de males. No es fácil que
hubiese holgura suficiente para plantear de modo inteligente la nueva
situación de la sociedad española; se trataba de «defenderla»,
simplemente. Claro que si se mira el otro lado, por ejemplo La España
contemporánea, de Fernando Garrido, se encuentra la misma
incomprensión y hostilidad, el rechazo global de la religión, la
identificación de todo lo valioso con lo revolucionario, y la
atribución de este carácter a todo lo que le gusta al autor.(15)
(12) Véase la estupenda estampa de Bakunin y Fermín Salvoechea en Baza
de espadas, de Valle-Inclán.
(13) El subtítulo es: «Revista de
intereses permanentes y fundamentales contra las doctrinas y
tendencias de la Internacional.» Y añade: «Ajena por completo a
todo partido político.» Y como lema: «Religión - Familia - Patria
-, Trabajo y Propiedad.» Entre los colaboradores se cuentan: Alonso
Martínez, Aparisi y Guijarro, Arrazola, Fermín Caballero, Cánovas
del Castillo, Colmeiro, Aureliano Fernández Guerra, Joaquín
Maldonado y Macanaz, Juan Mañé y Flaquer, Marqués de Molins,
Segismundo Moret, Cándido Nocedal, Alejandro Pidal, Marqués de
Pidal, Ríos Rosas, Eduardo Saavedra, Concepción Arenal, Conde de
Toreno, Juan Valera, Campoamor, Fernán Caballero, Hartzenbusch,
Tamayo y Baus.
(14) Ni siquiera se menciona en la Historia del
periodismo en España, vol. 2, «El siglo XIX», de María Cruz
Seoane (Madrid 1983).
(15) Dos grandes volúmenes, Barcelona 1865-67.
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