Conferencia de Ortega en el teatro de la Ópera, en 1931 |
(Muestro aquí algunos textos de Ortega y Gasset y Julián Marías sobre este vicio de la vida social que no acaba nunca de desaparecer).
El dos de diciembre de 1909 Ortega fue invitado a dar una conferencia anticlerical a jóvenes socialistas en la Casa del Partido Socialista madrileño en la que dijo lo siguiente: "Vivimos una época negativa española. Todos somo anti-algo. Cada cual parece esforzarse en delinear su fisonomía intelectual, su postura política por medio de la negación del vecino: yo soy lo contrario de mi vecino... Esto es una pura negación y una pura negación no es nada. Siendo anti-algo no se llega nunca a ser algo...El hecho de haber aceptado tomar parte en estas conferencias es la más plena aprobación que puedo dar de su sentido. Está bien que seamos anticlericales, pero os hago notar que a su vez los anticlericales carecen de contenido positivo: los clericales son los anti-masones, los anti-socialistas, los anti-científicos, los anti-morales, los anti-nosotros. El clericalismo, señálandonos dice: Voilá l'ennemí. Y nosotros a nuestra vez: Le clericalismo, voilá l'ennemí. Con decir anti-clericales decimos, pues, solamente que somos enemigos de nuestros enemigos. Y esto es evidente para que con ello adelantemos mucho. Aun aprobando el sentido de las conferencias, insisto en que de lo que menos deben preocuparse es de ser anticlericales o antimonárquicos o antiburgueses: es preciso que ambos trabajemos por hacernos nosotros, por enriquecer nuestro espíritu, por hacer poderosa y enérgica nuestra fisonomía. No somos sólo enemigos de nuestros enemigos: sería convertir el mundo en una negación. De esto es de lo que protesto.. (La ciencia y la religión como problemas políticos OC X, 119-126)
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"El Imparcial" del 6 de septiembre de 1910 donde aparece este artículo |
"La marca que lleva una política seria es el abstenerse de toda negación que no sea, al mismo tiempo, al afirmación de otra cosa. En última instancia, la intelectualidad moderna sólo se diferencia del escolastismo en que repudia la pura negación, no considerándola como un acto de pensar, como una operación decente a la dignidad del hombre".
"La manía de ser anti-algo suele aparecer entre los síntomas de una vida mental averiada; la furia del amente no es sino la explosión de aquel antagonismo difuso a que tiende su miseria fisiológica. El odio, el afecto negativo no ejerce en él la función de mero vehículo puesto al servicio de una ronda herida o de la justicia atropellada; para el loco lo sustantivo es odiar, irritarse, ejercer su enorme capacidad de antagonismo, sea contra quien sea y por el motivo que sea".
"En este prurito de manifestarse anti-algo, el algo nada importa, el anti es todo. Pocas cosas mueven a tan grande melancolía como ésta de ver en un pueblo decadente, donde ninguna conciencia individual posee contenidos precisos y firmes; pugnan los unos por forjarse una personalidad mediante la negación de los otros. Ser enemigo de mi vecino constituye todo mi haber espiritual; pero como mi vecino tampoco es otra cosa que el enemigo de su vecino, el cual soy yo, resultamos a la postre no siendo nada ni yo ni él".
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En 1924 escribió Ortega un artículo titulado "El deber de la nueva generación argentina" OC III, p 259.
Dice lo siguiente: "Para el buen aficionado a los secretos psicológicos nada más curioso que sorprender en la manía de atacar un síntoma de debilidad, una preocupación defensiva. El hombre fuerte no piensa nunca en atacar: su actitud primaria es simplemente afirmarse. La serena afirmación de una doctrina, de una voluntad, de un deseo, es la verdadera ofensiva de un temperamento guerrero".
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En el libro más famoso de Ortega y Gasset: "La rebelión de las masas", y en su capítulo X, titulado "Primitivismo e historia", indica lo siguiente:
"Al primer pronto, una actitud anti-algo parece posterior a este algo, puesto que significa una reacción contra él y supone su previa existencia. Pero la innovación que el anti representa se desvanece en vacío ademán negador y deja solo como contenido positivo una "antigualla". El que se declara anti-Pedro no hace, traduciendo su actitud a lenguaje positivo, más que declararse partidario de un mundo donde Pedro no exista. Pero esto es precisamente lo que acontecía al mundo cuando aún no había nacido Pedro. El antipedrista, en vez de colocarse después de Pedro, se coloca antes y retrotrae toda la película a la situación pasada, al cabo de la cual está inexorablemente la reaparición de Pedro. Les pasa, pues, a todos estos anti lo que, según la leyenda, a Confucio. El cual nació, naturalmente, después que su padre; pero, ¡diablo!, nació ya con ochenta años, mientras que su progenitor no tenía más que treinta. Todo anti no es más que un simple y hueco no".
"Sería todo muy fácil si con un mondo y lirondo aniquilásemos el pasado. Pero el pasado es por esencia revenant. Si se le echa, vueve, vuelve irremediablemente. Por eso su única y auténtica superación es él mismo para sortearlo, para evitarlo. En suma, vivir a "la altura de los tiempos", con hiperestésica conciencia de la coyuntura histórica".
"Civilización es, antes que nada, voluntad de convivencia. Se es incivil o bárbaro en la medida que no se cuenta con los demás. Barbarie es separación, disociación, atomización. El liberalismo aparece como la forma de civilización y de convivencia".
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El 7 de enero de 1932, publica Ortega un artículo en el diario "Luz", titulado "Antimonarquía y República", en el que dice:
"Se es anti. Por consiguiente: no se es, se anti-es. Algo de esto acontece en España desde hace varias generaciones. Nuestro pueblo está lleno de actitudes meramente negativas, que es el modo de hallarse históricamente vacío. Un pueblo así es el hueco de sí mismo. Y lo hueco no pesa. El viento del azar lo trae y lo lleva. Por eso es sumamente grave mantener a una colectividad anti-siendo. Si hoy es anti-lo-de-ayer, mañana puede, sin más, volverse anti-lo-de-hoy".
"Pero en España no hay que temer nunca a las fuerzas hostiles, sino a la falta de densidad en la adhesión del gran torso colectivo".
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En el "Prólogo para alemanes" OC VIII, p 43-44, añade Ortega:
"En una época que incita a todo el mundo a ser anti-algo, yo he aspirado a ser, no a anti-ser"
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En el siguiente artículo de Julián Marías: "The Unreal America" (julio 1961), se pueden observar las mismas ideas (la traducción es mía).
"Esta cuestión de las etiquetas es muy delicada - especialmente las etiquetas negativas -. Ellas por lo general conducen a la confusión, la debilidad y la derrota. Todo el mundo recuerda que en los años treinta se habló, y mucho, del antifascismo, todo el mundo lo era todos los que no eran fascistas eran antifascistas, que viene a ser muy poco. Es difícil entusiasmar con una anti-cosa.
El resultado fue, como ya sabemos lamentablemente un enorme florecimiento del neofascismo, y de ideologías afines en la mayoría de los países, lo que llevó al mundo al desastre.
Pero la lección no fue aprendida correctamente: los años cincuenta fueron la década del anticomunismo. Una etiqueta negativa sustituyó a la realidad positiva, fecunda y original: la realidad de Estados Unidos y Europa.
Estas etiquetas negativas esconden actitudes y principios que nada tiene en común, algunas están sorprendentemente cerca de lo que se oponen.
Es necesario afirmar los principios y reunir en torno a ellos las fuerzas y los recursos: la libertad, la sinceridad, el respeto, la tolerancia, la amistad, las oportunidades personales y sociales, el juego limpio, la crítica, la confianza, en lugar de contar con seguidores sin empuje, o peor aún, aspirantes a amigos que bajo la misma bandera negativa y flácida, representan principios opuestos. Hay que partir de la propia realidad, entenderla y desde ahí obrar en consecuencia".
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Julián Marías hizo un resumen y conclusión sobre este asunto en el libro "Innovación y arcaísmo" p 125, ed. Revista de Occidente, colección "El Alción" (1971):
"Primero, no es fácil entusiasmarse por una anti-cosa. Segundo, todo anti-ismo es parásito del ismo correspondiente, lo necesita para existir, vive de él - de oponerse a él - es servil y no creador.
Tercero, todo anti-ismo está muy cerca y es parecido al ismo contrario; por lo general es lo mismo, solo que al revés. La falta de originalidad de los anti-ismos, los hace, por eso, inútiles e ineficaces: el antifascismo llevó a favorecer al fascismo, ya que en todas partes triunfó el mismo estilo y análogos principios, solo con un cambio de signo; es de temer que el anticomunismo tenga consecuencias parecidas"
Contra la polémica, artículo en ABC del 17 04 1997, de Julián Marías, resumen de todo lo anterior,
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