jueves, 19 de marzo de 2020
Dios en las trayectorias de Julián Marías
En el mes de mayo de 2019 tuvo lugar un congreso sobre el tema de Dios en la obra de Julián Marías. En el último día intervine con una ponencia que tenía por título el del encabecimiento de este apartado. La insistencia de algunos amigos me ha inclinado a ponerlo seguidamente:
Buenos días. Muchas gracias a la Universidad Católica de Valencia por la oportunidad que me brinda para hablar de Julián Marías.
Las diversas etapas de la vida de Julián Marías, plasmadas en sus escritos juveniles, después en sus estudios más propiamente filosóficos, forman una serie de trayectorias personales, que marcan un nivel respecto de la visión del problema de Dios y de la religión, y que culminan, después de más de sesenta años en su obra más lograda sobre la cuestión: "La perspectiva cristiana", de 1999.
Durante esos años Julián Marías ha tenido diversas trayectorias biográficas, y en cada una de ellas el problema de Dios ha sido planteado de diversas maneras y desde distintos niveles, acordes con las circunstancias que se le iban planteando.
Según Rodríguez Huéscar: "La realidad de toda cosa propiamente humana no es otra cosa que su importancia. Por eso en vez de hablar de "Cosas", que es una noción naturalista y buena solo para el uso de la física, en humanidades deberían hablar de "importancias". En la vida de Julián Marías ese sistema de "importancias", genera una estructura de su realidad personal, en la que al problema de Dios es decisivo y marca las trayectorias de Marías de manera clara.
En su primera juventud, el anhelo de una vida plenamente cristiana se plasmó en la oración de su visita a los Santos Lugares, en 1933. Ya dijo Ortega que lo decisivo en el hombre no es la suma de lo que hemos sido, sino lo que anhelamos ser: el apetito, al afán, la ilusión, el deseo.
Ese anhelo se pudo realizar progresivamente en contacto con la Universidad de aquellos años de su formación, del nivel mayor de su tiempo. Ese nivel fue el que Marías mostró a lo largo de su vida, dónde la cuestión de Dios estaba siempre presente, formando parte de la sistematización de su filosofía, requisito fundamental de su realidad.
Sus maestros influyeron decisivamente en el nivel desde el que Marías vive su dimensión religiosa. Empezando por Unamuno, lleno de problematismo, inquietador; llevando a los españoles, si bien no filosóficamente, hacia las cuestiones últimas.
Durante el siglo XIX se podría definir la situación del problema de Dios como un olvido tradicional, la corriente central del pensamiento europeo del siglo XIX no incluía el problema de Dios, al menos como problema vivo y plenamente actual, sino que era tratado sólo o por personas que representaban una vieja tradición, por ejemplo la escolástica o por algunos pensadores marginales, como los ontologistas italianos Rosmini o Gioberti, o por el padre Gratry, o incluso Brentano, pensadores que hoy nos parecen interesantes, pero que durante el siglo XIX tenían una importancia pequeña y desplazaban muy escasamente la atención general, pues cada época tiene sus pretensiones profundas, sus creencias básicas, sus grandes temas. Todo ello supone la filiación de una época. Ciertas ideas hacen vibrar una época y otras le dejan indiferente.
Pero el problema de Dios se vuelve a plantear de una manera intensa en Unamuno, que tuvo un ilimitado coraje intelectual y se atrevió a plantear el problema de Dios y hacer centro de meditación ese problema, en una época en que este problema como el de la muerte y la inmortalidad estaban relegados a los suburbios de la filosofía y más bien descalificaba a un pensador el atreverse a plantear esta cuestiones.
Pero además de esto, en la obra de Unamuno hay algo que nos interesa especialmente. Es que Dios aparece en Unamuno como sustentador de la inmortalidad personal: Dios es fiador de la esperanza del hombre en la vida ultraterrena. Dios aparece como una realidad destinada a sustentar el carácter personal del hombre y a garantizar su esperanza en la inmortalidad. Es decir, es un Dios estrictamente personal y que aparece con una función personal, no como una función primariamente cósmica, por ejemplo.
Después de Unamuno, su maestro Ortega fue quien influyó decisivamente en la vida de Marías, enseñándole a plantear los problemas filosóficos de manera adecuada, y como consecuencia también los problemas teológicos, con artículos en los que reflejaba la necesidad de plantear el problema de Dios, como por ejemplo en: "Dios a la vista", y no solo el problema de Dios, sino todos los problemas, planteando siempre las preguntas, aunque no siempre se encuentren las respuestas, siempre buscando la satisfacción de los anhelos: "Siempre me ha repugnado el frecuente personaje a quien oímos decir constantemente que se cree en el deber de esto o de lo otro. Yo me he creído muy pocas veces en deberes durante mi vida. La he vivido y la vivo casi entera empujado por ilusiones, no por deberes. Es más: la ética que acaso el año que viene exponga en un curso ante ustedes se diferencia en todas las tradicionales en que no se considera al deber como la idea primaria en la moral, sino a la ilusión. El deber es cosa importante, pero secundaria, es el sustituto, el Ersatz de la ilusión". Esa ilusión es la que le trasmitió Ortega y en la que fundó Marías su obra más creadora.
Pero el que mostró el camino filosófico de Dios fue Xavier Zubiri, que con sus estudios teológicos, avanza en la cuestión enormemente, sobre todo dese la publicación de su libro: "Naturaleza, Historia, Dios", libro publicado en 1944, recopilación de sus escritos teológicos y filosóficos, con una capacidad de innovación en el mundo de la teología, que llega hasta nuestro días. En Zubiri la religión supone una religación, una vinculación del hombre con la Divinidad, y esto se realiza, sobre todo, si hay una relación personal. No sólo se cumplen los mandamientos, sino que se cumplen por amor a Dios, y esto solo es posible si Dios es persona.
En esas mismas fechas aparece el libro de Marías "San Anselmo y el insensato", recopilación de escritos de Marías, desde 1935. Es una coincidencia o algo más, respecto al libro de Zubiri. Ambos suponen un paso adelante en la comprensión de la escolástica cristiana, en Marías, y en la teología griega , en Zubiri. Para Marías lo propio del cristianismo es la fe que busca la inteligencia, el cristianismo no se contenta con creer. Hay un imperativo de intelección, que es la gran originalidad del cristianismo.
Desde los primeros años treinta Marías asiste a los cursos de Zubiri, escribiendo sin cesar apuntes, que llenan cuadernos, luego reclamados por Zubiri para escribir sus textos, como se puede comprobar en la fundación Zubiri, dónde hay decenas de cuadernos de apuntes de puño y letra de Marías. Estos apuntes de clase son un sistema que utilizaba Zubiri para posteriormente escribir su obra, y que utilizó en años posteriores con la ayuda de taquígrafos de las cortes, luego partiendo de grabaciones que pasaba a máquina su esposa, Carmen Castro.
También Zubiri usaba los apuntes de sus maestros Husserl, Heidegger, Schrödiger, taquigrafiados y mecanografiados por sus alumnos, para seguir los cursos inéditos de estos autores. En la fundación Zubiri hay cursos transcritos de Heidegger, de 1920-21-22 en Friburgo, de 1923-28 en Marburgo, de 1928-29-30-31-41 en Berlín. De Husserl en los años 29-31, en Friburgo y en Berlín. De Schrödiger en 1927-28-29. Folios y folios de filosofía recién creada por sus autores, lo mismo que hacía Zubiri con sus cursos, y algo similar a lo que hacían los discípulos de Brentano, según comentaba Morente, en los años treinta del siglo XX. Estos apuntes de Zubiri de decenas de miles de folios, en algún momento, después de publicar su libro "Sobre la esencia", de 1962, pensó Zubiri en quemarlos, según testimonio de López Quintás: "No quiero que me suceda lo que a Ortega".
Personalmente estoy transcribiendo en mi bitácora sobre Julián Marías, algunos de sus cursos inéditos, incluso he publicado, en la editorial Àpeiron un curso titulado: "La España posible del siglo XXI". Los cursos transcritos, total o parcialmente, son "Las trayectorias del siglo XX", "El factor intelectual en la historia", "Génesis y construcción de Europa", "Visión transversal de Europa", y estoy terminando el curso "Las formas de Europa", tres cursos sobre Europa, y lo que es su prolongación: el mundo occidental, tan necesitados de orientación en este momento de la historia. Para ser fiel al pensamiento de Marías, he de decir que no era partidario de dichas prácticas, en esto le llevo la contraria, que Dios me perdone.
Julián Marías en esos años cuarenta tuvo tiempo también para presentar su tesis doctoral, de 1941, sobre: "La filosofía del padre Gratry, la resurrección de la metafísica en el problema de Dios y de la persona". También el problema de Dios está presente en todos los autores de su libro de mayor éxito, además de ser l primero: "Historia de la Filosofía", libro del año 1941, lo mismo que en la gran recopilación de escritos de los grandes filósofos: "La Filosofía en sus textos", libro de 1950. En 1947 publica Julián Marías uno de sus libros culminantes: "Introducción a la Filosofía", donde el tema de Dios aparece engarzado con el conjunto de los grandes problemas de la filosofía.
Vemos pues que los años cuarenta del siglo XX son momentos de gran fecundidad en el mundo del pensamiento, tanto filosófico como teológico, que no disminuye en los años cincuenta, lo que lleva a decir a Julián Marías: "El día que se haga un recuento imparcial e inteligente de la producción intelectual española de los dos decenios anteriores (a 1960) se hallará, con sorpresa, que no es, en conjunto, inferior, a la de un periodo equivalente de antes de la guerra civil".
Esa religiosidad de Julián Marías fue compartida, en años de dificultades cara al exterior, con la gran experiencia personal y colectiva de las Conversaciones Católicas de Gredos. En el año 1949 acude Julián Marías a una "Semana de intelectuales católicos", en París, que el año siguiente se repite en San Sebastián, ya con otros protagonistas. Ello fue origen de una de las experiencias más originales y creadoras de los años cincuenta y sesenta: "Las Conversaciones Católicas de Gredos", promovidas por un grupo de intelectuales provinientes en su mayoría de la revista "Cruz y Raya", editada en los primeros años treinta. Esta convivencia intelectual tuvo una gran influencia en la experiencia religiosa de Julián Marías, que tuvo una primera aproximación en la "Sociedad de Estudios y Publicaciones", editorial y grupo intelectual promovido por el banquero Juan Lladó, desde 1945.
Estas Conversaciones fueron dirigidas por un sacerdote ejemplar: Alfonso Querejazu, formado en la tradición intelectual de la España de los años treinta, que es la cumbre del siglo XX. Existe un libro donde se pueden seguir esas experiencia mediante el testimonio de su participantes, libro editado por la Biblioteca de Autores Cristianos, hoy de difícil acceso.
El acerbo religioso acumulado durante tantos años se fue plasmando en escritos públicos y libros propiamente religiosos, incrementados después de la amarga experiencia de la muerte de su esposa, Lolita. Fruto de esos años fueron los libros "Problemas del cristianismo" (1977), "Sobre el cristianismo" (1997), culminando su reflexión religiosa con el libro: "La perspectiva cristiana" (1999).
Su vinculación con la Iglesia Católica fue reconocida por el Papa San Juan Pablo II, al crear el "Consejo Pontificio de la Cultura", en 1982, sin precedentes en la Historia de la Iglesia, debido al interés del Papa por la cultura. En este consejo fue durante algún tiempo el único representante de lengua española. Fue confirmado en su puesto para un segundo periodo de cinco años. En 1984 participa Julián Marías en un congreso propiciado por dicho Consejo Pontifico, dicho congreso tenía por lema: "La herencia europea y el porvenir cristiano". La intervención de Julián Marías fue publicada en el periódico ABC, los días 12 y 13 de mayo de 1984. En esos artículos Marías afirma que el pluralismo europeo está compensado por la unidad cristiana, pero los europeos se han vuelto provincianos y no poseen su propio patrimonio histórico, lo que les hace vivir al diez o veinte por ciento de sus posibilidades, de su realidad. La función vínculo cristiano es esencial para el porvenir de Europa, si se lo omite será imposible la realización de un proyecto europeo auténtico.
La culminación de su reflexión religiosa aparece en un libro de 1999, seis años antes de su muerte: "La perspectiva cristiana". En el prólogo de dicho libro afirma Marías: "Este libro responde a reflexiones hechas durante más de sesenta años, a lo largo de toda mi vida, y que arrancan desde mi primera juventud. Puedo asegurar que se había iniciado antes de cumplir los diecinueve años, en 1933, cuando visité por primera vez Jerusalén y los lugares en que apareció el cristianismo".
El cristianismo aparece como una religión teológica, hay una relación con Dios desde el punto de vista cognoscitivo. Cuando un judío dice que Dios es verdadero, lo es porque cumple lo que promete y se puede confiar en Él. Se puede establecer una alianza entre Dios y los hombres. Pero los griegos además de decir que Dios es verdadero, también se le puede añadir una consistencia, unos atributos determinados, una forma de realidad que se puede conocer, además de poder demostrar su existencia, con la ayuda de la razón.
Julián Marías muestra que para vivir tengo que hacer algo en cada instante y al contemplar esa vida en su totalidad aparece en su horizonte, y surge su fundamento, y ese fundamento obliga a plantearse el problema de Dios y de la religión. Cuando se habla de la religión en Occidente, se habla del cristianismo. El intento de eliminar la tensión religiosa de la vida humana envuelve una falsedad.
La religión tiene una misión: santificarnos y salvarnos, y deja innumerables problemas sin resolver, pero nos da la convicción de que las cosas tienen sentido. El problema de Dios no es primariamente un problema filosófico, pero el hombre se encuentra con ese problema al vivir: ¿Por qué hay algo y no más bien nada? La noción de Dios da una explicación a esa pregunta. La vida humanase funda en la inteligibilidad, en la verdad. El hombre no puede vivir más que buscando la verdad. No se como es Dios, pero necesito saberlo. Esa búsqueda de Dios es lo que hace la vida propiamente humana.
Julián Marías vive su vida cristiana en permanente conexión con la sociedad que le ha tocado vivir, y por ello su vocación filosófica le hace estudiar el pasado y el futuro de España y de Europa, con su dimensión igualmente cristiana.
Pero todo ello deja de tener la importancia que se le supone, si no contamos con el inmenso ejemplo de valentía personal que le permitió llevar adelante su obra filosófica y religiosa en un mundo de creciente dificultad para la expresión y defensa de la plenitud religiosa y la afirmación pública de la fe en Dios.
Esa vida cristiana que deseaba en su visita a los Santos Lugares en el famoso crucero universitario de 1933, se realizó plenamente a lo largo de su vida y de su obra, y permite repetir la sentencia con la que Marañón terminó su estudio sobre Feijoo: "Todo lo que hoy parece inconmovible habrá desaparecido, porque es divina ley que desaparezca, y quedará tan solo el libro donde anidó el verso o la idea. Porque en esas letras grabadas en frágil hoja, hay sin duda, un poco de la huella de Dios".
Muchas gracias
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