Durante su intervención en el Colegio de Europa, de Lovaina, el rey Felipe VI ha mostrado en unas palabras aleccionadoras ( por cierto, no en lengua espanola ), la nueva época que se avecina, fundamentada en una nueva vertebración de la relaciones entre los países libres, miembros del mundo occidental:
"No podemos empezar a fortalecer nuestras capacidades —sería absurdo hacerlo— sin considerar nuestras alianzas, y en particular la Alianza del Atlántico Norte (OTAN), de la que depende en gran medida la seguridad en Europa. Porque el vínculo transatlántico, nuestro marco estratégico estrella, no es solo una decisión política determinada por la casualidad. Es una forma de comprender nuestro lugar en el mundo, una comunidad basada en valores forjada en los convulsos años del siglo XX, que cobra más importancia que nunca en el siglo XXI. No debemos olvidar que la nuestra es una alianza de Estados democráticos. Por eso todos participamos en el diálogo transatlántico: instituciones, empresas, universidades, artistas, creadores y sociedad civil. Por lo tanto, les animo a que, a lo largo de sus carreras, sigan fomentando ese diálogo. Les animo a que sigan creyendo en él"
Para iniciar esta tarea conviene partir de lo que fue la fundación de ese mundo, realizado entre España y Portugal; referencia obligada de cualquier meditación sobre esta nueva singadura de los países civilizados frente a las amenazas que aparecen en el horizonte.
En los años 1999-2000 la fundación FUNDES realizó un curso, dirigido por Julián Marías, sobre esta cuestión. Cómo presentación del mismo, intervino el señor Gustavo Villapalos con las iguientes palabras:
( En el enlace siguiente se puede acceder al contenido del curso)
La fundación de Occidente Entre Carlos V y Velázquez (1500-1660)
Presentación
GUSTAVO VILLAPALOS*
Los siglos XVI y XVII fueron los siglos de la fundación de Occidente, esto es, de la constitución real, cultural y política del hemisferio occidental tal como hoy lo conocemos. Europa se hizo entonces plenamente transoceánica y comenzó su proyección universal. Entre noviembre de 1999 y abril de 2000 eminentes especialistas convocados por Fundes han pensado en voz alta y desde perspectivas múltiples cómo fue posible la empresa acometida por España y Portugal: La fundación de Occidente.
La calidad del ciclo en su estructura y el pensamiento de los conferenciantes aconsejaban rescatar la palabra del olvido, y pese a todas las dificultades que tiene la transcripción, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid ha querido colaborar en esta edición para ofrecer a los lectores una innovadora e integradora visión de nuestra común historia. En la presentación de este curso, el profesor Julián Marías explicó el interés de este siglo y medio: "En 1500 nace Carlos V; en 1599 Velázquez, que muere en 1660. Entre estas dos fechas acontece la fundación real de Occidente, la proyección de Europa más allá de ella misma, el conocimiento del mundo en su integridad, el Atlántico y el Pacífico, la vuelta al mundo en 1522, las transformaciones de casi todas las dimensiones de la vida histórica. Esta época es la de mayor esplendor de España, que asume la de mayor responsabilidad del mundo. Occidente empieza a existir como tal por la acción de los dos pueblos de la Península Ibérica, España y Portugal, luego unidos, a los que se sumarán otros. Interesa examinar desde esta perspectiva la estruc tura que en ese tiempo adquirió el mundo en que vivimos".
Para Gonzalo Anes el devenir económico de este período es inexplicable sin una serie de descubrimientos científicos que a lo largo de la alta edad media mejoraron la producción agraria e industrial de Europa. El repaso ágil y deslumbrante que el Director de la Academia de la Historia hace de este repertorio de hallazgos, rompe el estereotipo frecuente de tildar como edad oscura e infértil a los siglos iniciales de la Alta Edad Media.
Anes hace una referencia muy interesante sobre el peso y la importancia que tuvo el descu- brimiento mecánico de la maquinaria del reloj: "Va a ocurrir que las traducciones de tratados griegos y Árabes hechas en Toledo y daldas a conocer en Europa a través de la España cristiana, harán que resurja el interés por la astrología v que se sienta con más fuerza de día en día la necesidad de disponer de una buena medida del tiempo. Y así, gracias a descubrimientos que se hacen en la corte del Rey Sabio, hacia 1275 tenemos referencia de un reloj movido por procedimientos mecánicos, surge así el reloj mecánico, por lo que desde comienzos del siglo XIV el reloj mecánico se difunde por toda Europa y, siendo tan sencillo como es, se constituye en la primera máquina de precisión inventada por el hombre y es antecedente de toda la maquinaria posterior. Todas las máquinas complicadísimas de nuestros días, desde los motores de los aviones a la máquina más compleja que pueda haber en una instalación fabril, son herederas del reloj mecánico. Y con el reloj mecánico surge un nuevo cuerpo de artesanos capaces de hacer y reparar estos relojes y también de discurrir e inventar nuevas máquinas que se puedan mover por este procedimiento mecánico". La medición del tiempo, ese factor decisivo de la vida humana, se convierte así en palanca del desarrollo social. Terminó el profesor Anes recordando: "Como español e historiador me gustaría concluir diciendo que hace muchos años, como alumno de D. Julian Marías en el añorado Instituto de Humanidades, nos esforzábamos en mostrar que España no era diferente a los demás pueblos del occidente europeo, contra esa marea que tendía a señalar peculiaridades hispanas diferenciadoras del resto de Europa. Y hemos conseguido mostrar los historiadores que España no es diferente, pero pienso que una vez que se destierren todas esas espumas negras que han quedado y quedan todavía de la leyenda negativa generada a finales del siglo XV cuando la monarquía es hegemónica y, como toda hegemonía, da lugar a críticas con fundamento y sin él, y estamos hoy en un momento de eliminar toda esa espuma negra y ver la realidad como fue, de modo que podamos sentirnos orgullosos de pertenecer a un país que no sólo no es distinto de los demás países de Europa, sino que, junto con Portugal, hizo más que ningún otro país por la formación de Europa".
Este período histórico fue también el de la división religiosa de Europa por acción de la Reforma y de la Contrarreforma: la unidad medieval dio paso a la dualidad católico-protestante, que marcaría durante mucho tiempo la coexistencia de los pueblos del continente, y alumbró las primeras guerras que pueden llamarse verdaderamente europeas, Olegario González de Cardedal ha repasado cómo la defensa y renovación de la fe avanzó en España casi medio siglo a las primeras manifestaciones luteranas.
Carlos Seco inició su conferencia, que se titulaba "La Península Ibérica, proa de Europa". recordando que "fue Ortega el que en un texto muchas veces citado definió ya España como proa de Europa. ´Dios mío ¿qué es España', se preguntaba Ortega tras la crisis finisecular. Desde un punto de vista geográfico, resulta obvio que la Península es proa de Europa, es el finisterre. Pero Ortega habla de proa del alma continental. Alude a otro concepto, el de avanzada en determinados valores, que se han considerado siempre como definidores de Europa, resultado de la confluencia de dos corrientes históricas fundamentales: la que supuso la herencia y el despliegue de la cultura romano-helenística y la que aportó el mensaje cristiano haciendo de Europa lo que a todo lo largo del medioevo se conoció bajo el nombre de Cristiandad. El papel de España dentro de esa realidad histórico-cultural tuve en principio el carácter de exponente privilegiado... Ahora bien, este carácter de promontorio espiritual, evidente en el campo de la cultura, va a ser a finales del siglo XV, pri mero, modelo, ejemplo y estímulo, luego, centro de irradiación hacia un Occidente remoto hasta entonces desconocido. Providencialmente, la integración de España en cuanto tal en la época de los Reyes Católicos permite por lo pronto equilibrar la pérdida de Constantinopla frente a la ofensiva turca en el Oriente Mediterráneo con la recuperación de Granada en el otro extremo del mismo mar. Esa época áurea, el momento estelar de los Reyes Católicos, hará que toda la Europa que nace a la Modernidad vuelva sus ojos a la proa de Europa convertida en paradigma de buen gobierno. Es el momento en que Maquiavelo, abandonando el recurso a los héroes de la Antigüedad Clásica, ejemplifica en Fernando el Católico su Príncipe, con el anverso y el reverso de todo lo humano"
Para el profesor Seco, el fenómeno del descubrimiento y de la posterior penetración en el ámbito americano ha de ser contemplado o considerado desde distintos ángulos. En primer término, hemos de verlo como uno de los hitos en que culmina el Renacimiento. Por si mismo, supone la superación de la concepción tolemaica que había conformado hasta entonces una idea del mundo reducida al viejo continente. No sólo quedaba confirmada ahora la esfericidad de la tierra, sino que se completaba de manera maravillosa la figura del mundo real de la distribución de tierras y océanos en el globo terráqueo. De hecho es la culminación del Renacimiento, con lo que éste significa. En segundo lugar, el descubrimiento fue el punto de arranque de un capítulo asombroso en la historia del esfuerzo humano. En el espacio de sólo treinta años, España desvelaría todo el perfil oriental de América, descubriría tras la masa continental escindida de polo a polo otro océano y, en colaboración imprescindible con la hermana portuguesa, abriría la ruta que enlazaba los dos océanos alcanzando el ámbito de las hazañas de Portugal en el Oriente asiático. En tercer lugar, el posterior descubrimiento de riqueza en México y Perú haría posible el surgimiento del capitalismo moderno mediante la conexión de la plata americana con el tráfico de las especias canalizado por Portugal. En cuarto y principal lugar, el encuentro entre hombres de razas absolutamente inconexas daría paso a la doble polémica: la de unidad de la especie humana, la de la consiguiente fraternidad entre las diversas ramas de esta humanidad, que sería una polémica prolongada, y que sólo hallaría cauce jurídico en los días del Emperador pero para la cual había trazado directrices a través de su testamento la Reina Isabel. Pero todo este extraordinario capítulo de la historia mundial, aunque tenga su planteamiento en la época gloriosa de los Reyes Católicos, sólo alcanza realización plena cuando, ya desaparecidos ellos, la España que unificaron se convierta en base y proa del Imperio que aún simboliza la vieja Cristiandad unida en la persona del nieto borgoñón de Fernando e Isabel, Rey de España primero, y convertido en Emperador precisamente en los días en que Magallanes iniciaba su asombroso periplo completado luego por el vasco Juan Sebastián Elcano y cuando Hernán Cortés estaba a punto de emprender su extraordinaria gesta. Coincidiendo con los comienzos del nuevo reinado, la proa española enfilaba las rutas del océano para dar sentido y culminación al gran proyecto de los Reyes Católicos, desdoblando la Cristiandad europea en otro hemisferio.
Cuenta y Razón trae por este recuerdo a la portada de este número especial que recopila el curso de Fundes "La fundación de Occidente", la proa de una nave como imagen fiel del hacer histórico en España. Con esta recopilación de trabajos los estudiosos tienen a su disposición un valioso instrumento para entender la significación y el legado de una época crucial, sin la que se entiende mal, o no se entiende, nuestra actual condición de europeos.
*Consejero de Educación de la Comunidad de Madrid.
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