Julián Marías se murió hace veinte años. Días atrás se realizó un congreso para conmemorar este evento, que se puede seguir en el siguiente enlace:
XII Congreso sobre Julián Marías.
Ya lo fui avanzando hace unos meses: "Veinte años sin Julián Marías". Hoy es el día concreto de este acontecimiento, y quiero recordar el artículo del quince de diciembre de 1978, hace justo cuarenta y siete años, cuando apareció una remembranza de don Salvador de Madariaga, recientemente fallecido. Ese escrito se podría referir al mismo Julián Marías, como se puede ver a continuación:
Las lealtades de Madariaga
En las primeras horas del día 14 de diciembre, mientras yo cruzaba el Atlántico y el Ecuador, pasaba Salvador de Madariaga la gran frontera. Ha sido la primera noticia al llegar a España, la primera tristeza. Quiero escribir unas palabras apresuradas, tras una noche insomne, con la retina todavía llena de imágenes de América del Sur, cuando aún no he salido a la calle de Madrid. La muerte de un hombre de 92 años parece normal; con ese criterio, utilitario que ha llegado tan hondo, parece que el hombre de esa edad ha dado ya lo que tenía que dar, y puede prescindirse de él: ya no se espera mucho de su producción. No estoy seguro de que este fuese el caso de Madariaga, y tenía esperanza de leer todavía escritos suyos de no poco interés y de viva actualidad. Pero en todo caso, esa actitud me repugna profundamente. Lo que sobrenada en mí es la impresión dolorosa de que «ya no hay Madariaga» -la que he sentido cada vez que ha muerto uno de nuestros grandes viejos, y aun algunos grandes que no habían llegado a envejecer.
