En los años 1992 y 1993, Julián Marías dictó en el Instituto de España el curso "Visión transversal de Europa". Siguiendo el camino emprendido con su primer curso sobre Europa: "Génesis y realidad de Europa", este segundo es otro tipo de visión sobre la realidad europea, con el soporte añadido de contar con muchas de las conferencias en archivos de audio. Las que tengan buena calidad, quedarán tal cual, las otras clases tendrán que ser transcritas partiendo de grabaciones y apuntes, esperando mejores tiempos.
En primer término voy a poner el programa del curso:
Las dos primeras lecciones se pueden escuchar en los siguientes enlaces:
Lección I: Del orden medieval a la aventura moderna
Lección II: Pérdida de Bizancio y comienzo de las naciones
La tercera lección necesita ser transcrita, debido a la baja calidad de la grabación:
Lección III: La Europa transeuropea: los descubrimientos
Hoy vamos a hablar de la realidad transeuropea y del problema de los descubrimientos, que no es exactamente lo mismo. Conviene distinguir dos planteamientos diferentes. Una cosa son los viajeros, enormemente interesantes, como el caso de Marco Polo o Ibn Battuta, extraordinarios viajeros que recorren gran cantidad de países, más o menos difíciles, más o menos exóticos. Luego han escrito relatos sobre ellos; esto es muy interesante, pero no es lo mismo que los descubridores, estos viajeros recorren territorios no explorados, no conocidos.
Cuando se habla de los descubrimientos, suele confundirse descubrimientos con exploraciones, pero no es lo mismo. El mundo era casi desconocido, incluso en muchos mapas de la Edad Moderna, se decía "ipsum leonis", o lo que es lo mismo "aquí hay leones". Aunque igual no había leones, pero se suponía que sí los había en grandes territorios no explorados. Si se observan los mapas del siglo XIX, no ya del siglo XV, de África, están en blanco o con una indicación remota como Tumbuctú, pero la mayor parte no está señalada. El desconocimiento era muy grande.
Cuando hablamos de conocimiento o desconocimiento, solemos hablar del desconocimiento de los europeos, pero era incluso mucho menor que el desconocimiento de los habitantes de estos territorios:
¿que sabían los africanos de África, los aborígenes de América, de América, empezando por su existencia?
Desde mediados del siglo XV hay toda una serie de viajes que tiene un carácter, que no es la mera exploración de territorios no conocidos o mal conocidos, pero cuya existencia es notoria. Son viajes de descubrimiento. Se habla muchas veces de la "Era de los Descubrimientos", que empieza fundamentalmente con los portugueses.
Los portugueses estaban en un borde de Europa, con una rápìda nacionalización, y lo pondría entre comillas, porque no era propiamente una nación todavía, no había una conciencia nacional. Dan por terminada la conquista del territorio portugués, llegan al Algarve y entonces se vuelven hacia el mar y hacia los países europeos no peninsulares. Su relación con Inglaterra y su relación con Holanda va a ser una constante de Portugal.
Empieza la atención al mar. Enrique el Navegante (1394-1460) es el promotor de las técnicas de la navegación, de la cartografía... Desde la punta de Sagres se organizan una serie de intentos de exploración de la costas africanas. Los viajes de descubrimiento de los portugueses son hacia el sur, hacia la costa de África (Ceuta), y hacia la costa occidental africana, las islas (Las Azores). Por otra parte Castilla hace algo muy parecido con las Canarias, que se incorporan muy pronto a la corona de Castilla. Hace unos cuantos años se celebró el quinto centenario de la fundación de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Los portugueses siguen descendiendo por las costas africanas y empiezan a tener la ambición de llagar al Oriente por el mar. No se debe olvidar que con la caída del Imperio Bizantino en 1553, y la toma del imperio de Bizancio por los turcos, se ha hecho mucho más difícil la comunicación por tierra con el Oriente. Las invasiones musulmanas siempre han tenido el efecto de cortar las comunicaciones.
Comparamos el hecho enorme, comparado con el Telón de Acero de nuestra época, de la ruptura de las comunicaciones por el Mediterráneo cuando en el siglo VII, los árabes ocupan la costa sur del Mediterráneo y se divide la cultura y la vida de Europa en dos partes. El triunfo del imperio otomano significa la pérdida de las comunicaciones con Oriente, necesaria para el comercio con todo tipo de productos, principalmente las especias, pues la cocina medieval y renacentista era muy sazonada, además las especias servían para la conservación de los alimentos y suponían una gran riqueza para sus poseedores: el clavo, la nuez moscada, la pimienta, la canela; el café, el té después...tienen mucho valor.
En situaciones de dificultad, como en las guerras, el café o el tabaco se han convertido en algo más valioso que el oro o los diamantes, se pagaba lo que fuera por ellos. Lo cual es bastante interesante desde el punto de vista de lo que es la humanidad. Lo que es relativamente superfluo adquiere mucha importancia: un sabor, un aroma, un poco de humo, más que la carne o las patatas, los verdaderos alimentos. Esto es un honor favorable a la humanidad.
Los portugueses quieren llegar por mar al Oriente para dominar en el mercado de las especias, pera ello hay que dar la vuelta a África. Esto se logró cuando se dobló el cabo de las Tormentas o cabo de Nueva Esperanza. Son viajes de descubrimiento de manera relativa, porque son tierras cuya existencia se tiene conocimiento, pero que no habían sido recorridas con anterioridad. No exploradas anteriormente y muy mal conocidas.
Luego hay una tercera posibilidad, que es la expansión europea, esto es diferente. Es una expansión más allá del continente. El establecimiento de los europeos y su proyección exterior. No se trata de recorrer nuevos mundos, ni descubrir otros diferentes. Se trata de que algunas naciones europeas se proyecten en el exterior y se establezcan en otras tierras. Esto empieza en la segunda mitad del siglo XV.
Todo esto coincide con el establecimiento de la modernidad, con el descubrimiento de la imprenta, con la constitución de las naciones. Que son un tipo distinto de sociedad y de Estado, y un tipo distinto de vinculación de los habitantes con el poder público existente en esos países que se convierten en naciones.
Conviene distinguir estos tres aspectos de la relación con el exterior de los países: los viajeros, los descubridores y el establecimiento de los europeos fuera del continente. Lo decisivo fue América. Aunque Colón pretendía ir a las Indias Orientales.
Hay un conocimiento cierto de la esfericidad de la tierra, y un error respecto de su tamaño. la combinación de ese acierto y ese error es la causa del descubrimiento de América. Tenía un elemento de descubrimiento en el sentido más radical de la palabra. No se sabía lo que se iba a encontrar.
Cuando zarpan las tres naves de Colón con rumbo al Occidente, con rumbo a lo desconocido, no saben lo que van a encontrar, no saben si van a encontrar algo. Aparece una actitud radicalmente nueva, actitud descubridora. Los tripulantes tienen algún momento de desesperación, porque no se llegaba a ningún sitio. Colón hubo de apaciguarlos. De modo que hay un elemento de descubrimiento.
Pero lo característico es que no solo fue descubrimiento. Los vikingos y otros han sido reivindicados como presencia anterior a Colón. Si llegaron no pasó nada. Pero Colón dejó en el fuerte de Navidad treinta y ocho españoles y se volvió para regresar otra vez. Llevó muestras de los productos y las personas de América. Con el propósito decidido de acometer a su vuelta la evangelización de las nuevas tierras descubiertas.
En el diario de Colón, antes de regresar a España, en la anotación que hace en su escala en Lisboa habla de la cristianización de los nuevos territorios. El propósito de la evangelización, que no fue solo un proyecto de la Iglesia Católica, la Iglesia fue el instrumento, pero el proyecto era un proyecto nacional, desde los reyes en adelante. Esto se dice por Colón antes de llegar a Barcelona y presentarse a los reyes de España. Cosa que no es conocida y muchas veces tergiversada.
El hecho es que Colón deja en el fuerte de Navidad a treinta y ocho españoles y a su vuelta no queda ninguno, los habían matado a todos. Fueron los primeros muertos de América, de los que curiosamente no se habla nunca. Colón no toma represalias, no lo tiene muy claro.
Ya en la Capitulaciones de Santa Fe había Colón recabado la autoridad sobre los territorios que se descubrieran para su cristianización y toma de posesión en nombre de los reyes de España. Es decir. lo que hacen los españoles es establecerse, desde el primer momento. Es el primer hecho en que un país europeo va más allá del continente y se convierte en una realidad transeuropea. ta es la palabra que conviene no olvidar.
Desde 1492 se hace todo esto y con una velocidad absolutamente asombrosa. Yo llegué a América por primera vez en el año 1951. Están escritos en un libro titulado "Hispanoamérica", cuyo primer artículo se titula: 23 08 1951 Inverosimilitud. En ese artículo decía: "Que algo acontezca, no prueba que fuera verosímil". Desde que llegué a América no entendí nada, no entendí como se pudo hacer lo que se hizo y cada vez lo entiendo menos. América es un continente inmenso, no tienen nada que ver con las dimensiones europeas y españolas. Con una geografía complejísima, con unos ríos que no tenemos idea de lo que son, con unas cordilleras, como los Andes, que tienen comparación en Europa, con unas selvas intrincadas, casi impenetrables, con desiertos, con todas las dificultades imaginarias. Pero sobre todo la distancia.
Recuerdo que fui volando desde Panamá a Lima (2329 Km) en un magnífico avión DC-6 , todavía no reactor, que estuvo volando ocho horas. Con su puñado de hombres Pizarro hizo este mismo recorrido, y desde allí se fue a conquistar Cuzco, situado a 3300 metros de altitud, donde hace falta tomar precauciones para adaptarse a esa altura. Además en poquísimos años estaban en todas partes. En treinta años están en todas partes del continente americano.
Fundaron ciudades, con su plaza mayor, con su audiencia, con su iglesia. Muy pronto con la imprenta, primero en México y luego en el Perú. A los sesenta años de la presencia española se fundan universidades. A los treinta años exactos del viaje de Colón ha terminado la vuelta al mundo Elcano, Magallanes había muerto en la islas Filipinas, con una sola nave regresa a España, con diez y ocho tripulantes, habiendo partido doscientos y pico, creo que eran doscientos ochenta (234), pero no estoy seguro.
Los que iban a América estaban casi seguros de dejar la piel. Es conmovedor el balance que hace Bernal Díaz del Castillo al final de su libro, maravilloso: "Historia verdadera de la conquista de Nueva España". En dicho libro dice: "Murió de su muerte", que es una expresión muy bella, a mí me gusta mucho. Es decir de su muerte natural. En aquellos tiempos era una muerte excepcional, pues se moría comido por las fieras, matado por los indios, comidos por ellos, sacrificados con cuchillos de obsidiana en las pirámides, etc... y de vez en cuando alguno "moría de su muerte", incluso alguno volvía. Pero están en todas partes.
Se hizo en poquísimos años, es asombroso, lo cual quiere decir que se establecieron allí, e hicieron lo que se llama un injerto, el concepto capital de la actuación española. Encontrando sociedades de muy distinto nivel, de creencias, de estilos de vida y sobre ellas practicaron un injerto español, como había hecho Roma en la antigüedad, es el único que se parece. Eran sociedades no europeas, sino sociedades hispanizadas. Esto es capital.
No solo desde el punto de vista humanístico, artístico: la escuela cuzqueña de cuadros, en gran parte religiosos, me dijeron en mi primer viaje había producido 400000 cuadros para toda América, pero en un viaje posterior se calculaban 600000 cuadros. Además de las construcciones de iglesias, de comunicaciones, de palacios, casi inmediatamente de la presencia española en América. Por ejemplo el inmenso monasterio de San Agustín de Acolman construido nada más terminada la conquista.
Sobre todo hubo la forma vital, la forma humana, la forma biológica, que es el mestizaje. América está llena de indios. Es curioso que se hable del exterminio de los indios, pero no se recuerda que el 65% de los habitantes Guatemala son indios. Hay muchos indios y muchos mestizos, más mestizos que indios. Es lo que se llama un injerto, en el sentido técnico y preciso de la palabra.
En un grado inferior lo mismo hicieron los portugueses en el Brasil. En primer lugar por ser un poco más tarde que en España, bien entrado el siglo XVI. En segundo lugar por ocupar solamente las costas del continente. Tuvieron al principio poco desarrollo urbano. No hubo imprenta en mucho tiempo, no hubo universidad tampoco y había muy pocos indios. Hoy quedan menos de doscientos mil indios. En cambio lo que hubo fue:negros.
La importación de negros de África fue muy desigual, muchos en los Estados Unidos, sobre todo en el sureste, pocos en la zona española, sobre todo en el Caribe. También en gran medida en el Brasil. Luego se fueron extendiendo en los Estados Unidos por todo el país después del término de la esclavitud. Posteriormente se produce en el Brasil un mestizaje muy bien logrado, desde el blanco puro al negro puro, pasando por todos los intermedios. También esto les ha llegado al alma este mestizaje, que participa de las formas de vida de origen europeo.
La expansión del Brasil hacia el interior es mas tardía. El tratado de Tordesillas había establecido unos límites entre las expansión portuguesa y la española. Pero la expansión del Brasil se produjo en la época española, entre 1580 y 1640, cuando España y Portugal tenían un mismo monarca. Durante los reinados de los felipes: Felipe II, III y IV. Había una ciudad en el Brasil que se llamaba Filipeia, hoy llamada Joao Pessoa. Aprovechando esta situación los exploradores portugueses: los Bandeirantes, penetran hacia el oeste y rebasan los límites territoriales del tratado de Tordesillas. Gracias a esta situación el Brasil es enorme.
Muy avanzado el siglo XVI y sobre todo durante el siglo XVII empieza la presencia inglesa en América, América del Norte, que primero fue española. La primera ciudad de los Estados Unidos actuales es San Agustín, en Florida. Explorada por Lucas Vázquez de Ayllón, figura muy interesante, que exploró toda la zona del nordeste de lo que hoy son los Estados Unidos y otros muchos que exploran la costa suroeste de lo que hoy son los Estados Unidos y que en ese tiempo formaban parte del virreinato de la Nueva España. Es el caso del estado de Montana, que es en español Montaña, cuyo lema es "Oro y plata", también de origen español, ese lema se usa en español.
En el estado de Oklahoma, donde estuve dando clases había un hotel con el nombre de Coronado, el descubridor del Cañón del Colorado. La costa occidental de América fue también explorada por los españoles, en el siglo XVIII. En el Canadá hay referencias españolas,, como en Vancouver, antes llamado Vancouver y Cuadra, por el explorador español Bodega y Cuadra. Vancouver y Cuadra se hicieron amigos y llegaron hasta Alaska en sus descubrimientos. Pero los españoles no se establecieron casi nada en estos territorios, no hubo, pues, injerto.
La penetración inglesa, que tuvo una gran importancia, tuvo un carácter completamente distinto de la española. Su categoría se puede considerar como una implantación en forma de transplante, frente al injerto del mundo hispánico. Sociedades europeas, inglesas concretamente, se trasladaron al continente americano, para formar sociedades igualmente europeas, que no tenían nada que ver con América, excepto el territorio. Los llamados "pieles Rojas" fueron apartados, aunque hay que hacer la salvedad que eran muy poco numerosos en comparación con los indígenas de las zonas tropicales.
La diferencia está entre el trasplante y el injerto. Entonces se formaron sociedades europeas. En una franja relativamente pequeña. Cuando los Estados Unidos se independizan solo son los trece estados de la franja atlántica. Cuando se habla del Midwest, el Medio Oeste de los Estados Unidos, están al Este de este país. Nadie pensaba en los Estados Unidos, de costa a costa, en ese momento. La expansión de los Estados Unidos se produce después de su independencia.
Se hicieron unas comunidades europeas, homogéneas, sin relación con la población aborigen. Luego hay establecimientos muy fugaces de los holandeses, no olvidemos que los holandeses fundan Nueva Amsterdam, que luego llegará a ser Nueva York. Posteriormente hay establecimientos franceses en el Canadá y en Lousiana, muy tardíos, muy a fines del siglo XVII. Esto es el establecimiento de los europeos fuera de su continente.
La expansión portuguesa tuvo más importancia en el Oriente, sobre todo en la zona de Indonesia, que después fue ocupada por los holandeses. Éstos se intentaron expandir por los territorios portugueses del Brasil como muestra el cuadro de Juan Bautista Maíno, que está en el Museo del Prado, en la que se muestra la reconquista de Bahía por don Fadrique de Toledo, en tiempo de Felipe IV. La actual Indonesia fue portuguesa y luego pasó a manos holandesas. También existieron ciudades en manos portuguesas que aseguraban su expansión ultramarina, como Goa o Macao.
También se exploró el Pacífico, descubierto por Vasco Núñez de Balboa, posteriormente fue explorado por varias expediciones, estacando la de Magallanes-Elcano que dio la vuelta al mundo. En las Filipinas se establecen los españoles de un modo permanente, hasta 1898, con protagonismo de Legazpi, Urdaneta, Mendaña y su esposa Isabel de Barreto, el gran piloto Quirós. La exploración de la islas Marianas, Marquesas, Palaos..
La primera gran trasvasación, diríamos, de un país europeo hacia otro continente es, primariamente, la española. Y entonces aparecen tres naciones de Europa que son transeuropeas: España, Portugal, Inglaterra. Son las tres naciones transeuropeas, a las que habría que añadir, en tono menor, a Holanda. Además aparece otra nación pobladora, pero en este caso sin el océano de por medio: Rusia.
Rusia es un gran país colonizador, que en el siglo XVI era el Gran Ducado de Moscovia, algo muy pequeño, pero entonces empieza una expansión enorme hacia el este por tierra. Acompañado de una parcial rusificación de los territorios hasta llegar hasta el Pacífico. Incluso atravesaron el estrecho de Bering y Alaska fue rusa, que luego fue comprada por los Estados Unidos. Fue un gran país colonialista, aunque luego como Unión Soviética quisiera dar lecciones de anticolonialismo.
Europa queda modificada con esta expansión. Los descubrimientos, especialmente cuando van seguidos de establecimientos, alteran a estos países, y esa modificación es muy desigual. España, con gran diferencia, quedó incomparablemente más afectada, porque se empeñó en la empresa americana, como continuación del proyecto histórico español. Porque el hecho de que España fuera la primera nación, en el sentido moderno de la palabra, se debió, y parece mentira que esto no se haya visto, a un proyecto histórico, que es el de la Reconquista.
España no tenía los recursos técnicos de los países más avanzados en esa época, ni la población adecuada, que según Chaunu tenía que ser como mínimo cuarenta habitantes por kilómetro cuadrado para realizar una tarea histórica adecuada. El único país que estaba realmente poblado en Europa era Francia, que tendría a fines del siglo XV, unos quince millones de habitantes, Inglaterra tenía cuatro millones de habitantes, España tendría siete u ocho, Portugal era un millón. Todo esto añade más inverosimilitud, por la expansión en aquellos inmensos territorios.
De esos ocho millones de habitantes de España, la mayor parte se quedaron. Fueron muy pocos los que fueron a América, pero quedó afectada por la continuación de ese proyecto histórico español de identificación con el cristianismo, que es el motor de su formación nacional y que proyecta sobre el otro mundo. El propósito de la cristianización es originario y constante. El texto d Colón, en Lisboa, antes de llegar de su primer viaje es bien explícito.
Se produce por España una nueva creación política, que es la supernación en ambos hemisferios, la Monarquía en ambos hemisferios y se fundan las provincias o los reinos de Indias, gobernados por virreyes, con las capitanías generales, con las audiencias, se llena todo de ciudades parecidas a las españolas. Con la diferencia que la población no es española de origen, solamente muy en parte, los demás son indios o mestizos, luego africano en algunas zonas limitadas. Entonces se crean países.
Ha habido tal desfiguración posterior, desde la independencia, que no se ha visto que eran países. Humboldt escribe al final del Virreinato, en 1804, una libro titulado "Ensayo político sobre el Reino de Nueva España", en el que cuenta la realidad de ese reino con gran entusiasmo. También Jorge Juan y Antonio de Ulloa, dos grandes marinos y científicos, hicieron recorridos por toda América. Escribieron unos libros espléndidos, que recientemente se han reimpreso, sobre todo las artes más científicas son de Jorge Juan y las más históricas las de Antonio de Ulloa. En uno de los capítulos sobre el Perú, empieza con los reyes del Perú antiguo y termina con Fernando VI, desde los Incas a los Austrias, todos son reyes del Perú en continuidad. Luego las transcripciones de lo que era la vida en estos países son muy sabrosas, algunas de las cuales mostré en mi libro "La educación sentimental", sobre la vida del Perú, los limeños y las limeñas.
Es de destacar a los viajeros, que escribieron sobre México en el siglo XVIII, con un desarrollo se costumbres, urbano, de gran refinamiento literario y artístico. Eran países hechos a semejanza de España, pero no era España y poblados, no por españoles principalmente. Se ha publicado hace poco un libro muy interesante, que es una colección de cartas de españoles a sus familias, sobre todo a sus mujeres, principalmente, en el siglo XVIII, desde América, pidiendo que se preparen para ir a América. Son cartas familiares, privadas, de gentes corrientes, en las cuales se refleja lo que era la vida en los lugares de América donde estaban. Se refleja como era la vida en América en el siglo XVIII. Daba la impresión de una vida privada muy sugestiva.
Naturalmente todo esto se hace con la lengua española, que es la lengua propia de estos países. No es solo la lengua de los administradores, los intelectuales o los políticos, sino que es la lengua propia de los países. Hay escritores creadores en América desde el siglo XVI, porque escribían en nuestra lengua, la que hablaban en su casa, con sus vecinos.
En América se hablaban cientos de lenguas. Los indios apenas podían entenderse entre si con tantas lenguas habladas. La única forma para que los indios hablaran entre sí era mediante el uso del español o el portugués, porque el portugués es la lengua del Brasil, sin más, no hay otra lengua parte del portugués. Los habitantes originales, los emigrantes de todos los países, incluso japoneses, todos hablan el portugués, la única lengua del Brasil.
En el caso de Inglaterra conviene estudiar un poco mejor la situación. Tiene primero colonias, primero en la franja oriental de lo que fueron después los Estados Unidos y el Canadá, donde expulsaron a los franceses, con gran crueldad, una página no muy limpia y bastante dolorosa.
En estas colonias inglesas hubo poco desarrollo urbano, con escaso nivel artístico, la imprenta tarda en aparecer, lo mismo que las universidades.
Las colonias inglesas fueron producto de una emigración primariamente religiosa. La mayor parte son disidentes del anglicanismo. La iglesia anglicana había sido originariamente un cisma. Enrique VIII se proclama jefe de la iglesia de Inglaterra, pero conservando el contenido dogmático del catolicismo. Luego hay una deriva hacia el protestantismo, por influencia del calvinismo de Escocia. Los que no son anglicanos: católicos, calvinistas y otras confesiones cristianas, lo que luego se llamará "denominations" en los Estados Unidos, buscan la libertad religiosa y emigran a América.
Es una emigración religiosa, en busca de libertad religiosa. En los Estados Unidos era decisivo la ausencia de relación entre la Iglesia y el Estado, la no confesionalidad del Estado era fundamental. Pero el carácter religioso de sus habitantes es muy importante. La tolerancia religiosa era primordial, aunque algunas veces hubiera intolerancias parciales.
En la parte española y la portuguesa no hubo esa libertad religiosa, hay una unidad religiosa, fundada en el catolicismo, que es lo que se enseña. Se manifiesta en todas las actividades de la sociedad. Por ejemplo divertido, en algunos cuadros de las iglesias del Cuzco se muestran algunos herejes europeos, por ejemplo Zuinglio o Lampadario. Poco dirían a los indios estos herejes.
Luego se consideró que los indios no eran susceptibles de estar bajo la jurisdicción inquisitorial, pues sus orígenes religiosos eran más complejos y difíciles. No se les podía pedir un rigor dogmático, que sí era posible sobre los españoles.. La Inquisición tampoco actuaba sobre los no cristianos. La persecución que se realizó a los judíos era la que se efectuaba a los judíos bautizados, por sospecha de falsa conversión.
Las leyes de Castilla se llevaron a América, se adaptaron al nuevo continente y finalmente se recopilaron en las "Leyes de Indias", ejemplo de legislación, en tiempos de Carlos II. En Inglaterra se crearon comunidades plurirreligiosas, en las que convivían varias religiones, que en muchos casos son formas de devoción distinta, como si en el catolicismo se prefieren a los franciscanos, frente a los jesuítas. Hay gentes que incluso cambian de denominación religiosa al trasladarse dentro de los Estados Unidos o al tener un ansia de mayor vida religiosa, pero no se puede hablar de doscientas religiones, porque no es así.
Esto es lo que pasa en los Estados Unidos, pero Inglaterra tiene en el siglo XVIII y, sobre todo, en el siglo XIX, una enorme expansión colonial. Si manejan un atlas de antes de la guerra (II Guerra Mundial), verán como casi todos los mapas están llenos de rojo, eran los territorios que estaban bajo dominio de Inglaterra. Había dos tipos, unos eran países británicos, con poblaciones predominantemente británicas, como los Estados Unidos, Canadá o Australia, y había otros que eran regidos por la Gran Bretaña, dominados por la Gran Bretaña, como la India o Birmania. Los ingleses eran los administradores. Esto ocurre también con Holanda en Indonesia, donde ni se hablaba holandés, ni eran cristianos sus habitantes. Hoy mayoritariamente musulmanes.
en Filipinas no se llegó a imponer el idioma, pero sí la religión. Luego el inglés intentó imponerse sin éxito. Hoy quieren quedarse con el tagalo, desdeñando las dos lenguas más universales: el español y el inglés, lo cual no parece un buen negocio. En nuestra casa a veces ocurre algo parecido.
Conviene distinguir como se produce esa extravasación de Europa fuera de su continente. En primer lugar España y de manera menor Portugal, que quedan transformadas en su realidad por ser la continuación de su proyecto histórico. España es desde el siglo XV un país transeuropeo. Como dice Felipe IV en su traducción de la Historia de Italia de Guicciardini: "Estos reinos, esos reinos...España es una parte moderada de la Monarquía".
En segundo lugar aparecen los países transeuropeos, como Inglaterra, que también se trasvasan a otras partes del mundo, pero su condición es otra. Su condición transeuropea proviene de su afán de tener recursos fuera de Europa. El resto de los países europeos son naciones intraeuropeas.
Lección IV: El humanismo: Erasmo, Vives, Budé, Moro, Bembo
Los humanistas fueron la primera internacional que hubo en Europa, desde la época de la aparición de las naciones. El primer grupo que actuó en connivencia en el continente. El segundo grupo que actuó como internacional fue el d los aristócratas del siglo XVIII. Tan pronto como hubo naciones fue posible esta comunicación entre ellos. Son figuras curiosas, de dimensiones más allá de las nacionales. Su verdadera patria era la lengua latina, con un poco de griego. Esa patria era más importante que su condición nacional.
Sienten el patriotismo de la lengua. Desprecian a los clérigos medievales, por su latín degradado. El latín se convirtió en la lengua viva de esa minoría. Los más filólogos son los que influyen más en el cultivo del latín, degradado con el paso del tiempo. Es el caso de Nebrija o Lorenzo Valla. Pero apenas influyen en la vida de las naciones o en la formación de la opinión o la cultura de los países europeos.
La palabra cultura se empieza a usar en esos años, el primero que la usa es Vives: "Cultura animi", más tarde Bacon hablara de la "Georgica mentis", georgica es la agricultura en griego, o los textos de Virgilio sobre la agricultura sirven para usar esa palabra.
Otros humanistas tienen una acción profunda muy curiosa, es la acción en las minorías. No eran leídos nada más que por los que leían latín. Pero influyen en los demás. Las personas que leen el latín se dejan influir mucho por los humanistas, y su huella entonces es bastante extensa, en algunos casos muy extensa, sobre todo cuando entran en lo religioso, en lo moral, en lo político, en lo que tiene que ver con los problemas de educación, incluso en las cuestiones que llamaríamos sociales, como la beneficencia, la ayuda a los pobres. Influyen en el conjunto de las sociedades europeas, esto es muy importante.
Los humanistas suelen tener un cierto carácter polémico. Se consideran "modernos", palabra que se empieza a usar en esta época: "La devotio moderna". Aparece el sentido de lo moderno. En el siglo XVII se estudia "La querelle des anciens et les modernes", siempre que aparecen estas cuestiones triunfan los modernos, así ocurrió en este siglo, lo mismo que ocurrió con el humanismo.
Los humanistas, además de aparecer como "modernos", son discrepantes de las formas, por lo pronto literarias, de los escolásticos. Rechazan la escolástica, principalmente porque está escrita en mal latín, también por su contenido. Es curioso como el aristotelismo, muy influyente en la escolástica, va a ser visto con malos ojos por los humanistas, a pesar de su entusiasmo por lo griego. Los humanistas irán más hacia Platón, hacia los neoplatónicos y hacia algunos latinos, muy principalmente los estoicos, que influyen enormemente, como el caso de Séneca o Cicerón, también Quintiliano, que escribió principalmente sobre retórica pero tenía que ver con el buen latín.
Esas eran las preferencias de los humanistas frente al aristotelismo, aunque de segunda mano, de los escolásticos tardíos. Los humanistas son coetáneos en muchos casos, en otros son contemporáneos. Es curioso que los más importantes eran amigos entre sí, con la excepción de Bembo, que hacía una vida más localizada en Italia, y hace un aparte del otro grupo de los humanistas.
Había un intercomunicación frecuente desde varios países, el grupo principal se mueve en la Europa centrooccidental, Inglaterra, Francia, los Países Bajos, porque hay un español muy importante: Luis Vives, que vive entre los Países Bajos o Inglaterra, pero que no actúa desde España. Son bastante viajeros, eran amigos y van de un lado para otro en muchas ocasiones. Hay un gran entrecruzamiento entre ellos. Los libros se comparten y se leen unos a otros. Se cruzan cartas, es una de las grandes épocas epistolares, como en el siglo XVII, en la segunda mitad, con cartas de gran valor intelectual. Es el caso de Descartes, Espinosa, Leibniz, que escribían gran parte de su obra intelectual en cartas. El equivalente de las revistas culturales posteriores. Ya se escribe en latín y en francés, sobre todo en francés, que pasa a ser el idioma de la cultura superior. Leibniz, que es alemán escribe en latín, en francés, algunas cartas en inglés y muy poco en alemán, cosa muy curiosa.
La Reforma protestante es contemporánea del humanismo. La mayor parte de los humanistas no son luteranos, los principales miran con desconfianza la Reforma. Hubo la gran disputa entre Erasmo y Lutero sobre el libre albedrío. Todos ellos aceptan el magisterio de Erasmo. Era el más influyente de todos los humanistas, hombre de inmenso saber, pero creo que la causa de su relativa popularidad y de su influencia es que era el más crítico de todos. Sobre todo respecto de la Iglesia, aunque fuera canónigo. Era un canónigo anticlerical. Es la tendencia que tienen algunas épocas hacia el negativismo.
Si se escribiera la historia según qué épocas o países en los que el negativismo goza de gran favor sería muy esclarecedora de muchas actitudes. Hay, sin embargo, otras épocas en las que el negativismo produce repulsa. Pero en general la actitud crítica, negativa es la que compensa. Es la actitud del que ve un queso de Gruyère y percibe nada más que los agujeros. Lo que hay que ver es el queso y, sobre todo, que sin el queso no habría agujeros. Si embargo hay épocas en que gusta mucho el ver los agujeros y no ver el queso. Es una de las razones principales de su éxito, aparte de su gran talento y de su sabiduría, que era considerable.
Los humanistas eran hombres independientes, relativamente solitarios, unidos por relaciones de amistad. No eran frailes, más bien eran hostiles a ellos. Los que eran clérigos se comportaban de manera distinta. Pero sus apoyos están, sobre todo, en el mundo seglar. Es lo propio del humanismo, su gran innovación, pues los intelectuales medievales eran clérigos. Nebrija era casado y tenía seis hijos. Vivía de su sueldo de profesor universitario.
En ese tiempo surge una nueva orden religiosa: los jesuitas, fundados por San Ignacio de Loyola, con una influencia clara de los humanistas, se funda en la Sorbona, universidad relacionada con los humanistas. Tiene un carácter marcadamente internacional, sus fundadores son miembros de diversos países, hay unos rasgos que hacen de esta orden distinta de las demás. Con un carácter moderno, no medieval. Su estilo está próximo a los humanistas.
Tienen los humanistas ciertas tendencias aristocráticas. Se mueven entre minorías refinadas, que dominan la lenguas clásicas y a los estratos superiores de la sociedad. Es interesante la frecuencia de sus relaciones con reyes, como en el caso de Vives o Moro. Budé no tanto, pero tuvo mucha importancia en la fundación del Collège de France, la gran creación intelectual creada por Francisco I, de Francia, frente a la Sorbona. Esta última era bastante medieval todavía y dominada por los clérigos. El Collège de France es una fundación real y Budé es de los principales fundadores.
El cardenal Bembo tenía relación con las cortes italianas, principalmente la de Urbino. En "El Cortesano", de Baltasar Castiglione, maravilloso libro, uno de los interlocutores principales es Bembo, y el más importante de todos.
Piensen las relaciones tan próximas que tiene Luis Vives con Catalina de Aragón, esposa de Enrique VIII, al que le dio bastantes quebraderos de cabeza. A Tomás Moro le costó la cabeza el enfrentamiento con el mismo rey. Vives escapó de esa amenaza y se trasladó a Brujas, donde murió apaciblemente.
Los humanistas tenían un gran prestigio internacional. Se escribían cartas en las que ponía: "Erasmo, Europa", y el correo llegaba, funcionaba mejor que ahora. El primer ejemplo de la visión transversal de Europa son los humanistas. Eran patrimonio de las minorías selectas de Europa. Crean una influencia en todos los países y que será muy distinta de la influencia de los escritores que escriben en sus lenguas vivas.
Hay otro tipo de humanistas más locales. como los hermanos Valdés en España o Montaigne en Francia, o los que escriben en italiano. Tienen influencia local en los países respectivos, pero no en todos los demás. Los que escriben en Alemán, como los que producen el protestantismo, o como Calvino, que escribe en francés tienen una influencia distinta.
Hay que tener en cuenta que hasta muy avanzado el siglo XVIII se traduce muy poco de unas lenguas a otras, sobre todo en el pensamiento. Que se escriben en la lengua propia o en latín y se traducen en latín para los extranjeros. Descartes escribe sus obras en francés o en latín. La edición internacional de Descartes, entre 1683 y 1701 se hizo en latín, y eso ocurre con casi todos los autores importantes. El primero que se traduce al francés es Locke, luego se traducen cada vez más al francés, que sustituye al latín como lengua internacional. Si se quiere conocer el grado de convivencia entre los diversos países de Europa hay que darse cuenta de estos detalles relacionados anteriormente.
Erasmo fue enormemente famoso, tuvo esa actitud crítica, que refería. Una actitud fundamentalmente reformista, pero no en el sentido de la reforma luterana. La necesidad de una reforma dentro de la Iglesia se hacía sentir dentro de Europa, desde principios del siglo XV, incluso antes, y esto se acentúa en la obra de Erasmo. Respecto del cual hubo una actitud católica no muy leal, al que trataron con bastante respeto y tolerancia, con miramientos, hasta que murió. Entonces comenzó una corriente adversa, se empezó a ver el lado peligroso, inquietante de Erasmo. Porque siempre se temió que abrazara la Reforma; no lo hizo nunca y probablemente no lo hubiera hecho nunca, pero siempre había el peligro. Se temía que si había hostilidad a Erasmo en los medios católicos, esto lo empujara hacia el movimiento reformista. Cuando murió ya no había peligro, y en cierto modo, se levantó la veda, que creó una corriente antierasmista bastante fuerte.
Erasmo era contrario a la Reforma protestante por dos razones, una porque Erasmo tenía afán de libertad, defiende la libertad humana, y consideraba que las ideas luteranas no concedía el lugar adecuado a la libertad del hombre. Por otro lado a Erasmo le apasionaban las letras, la cultura y a los protestantes, espíritus religiosos apasionados, no los veía como apasionados por las letras y por las formas superiores de la cultura, aparte que Erasmo se mantuvo siempre en la ortodoxia.
El problema surgió a la muerte de Erasmo, entonces apareció el erasmismo. Cuando empiezan los "ismos", que es lo mismo que la "itis", la inflamación de algo, sobre todo en los investigadores recientes, que ven en todas partes erasmismo. Todo el que tenía un espíritu crítico aparece como erasmista. Esto me recuerda un cuento de Azorín, tan breve, que no resisto la tentación de repetirlo: Hay un famoso escritor que tiene manía a otro que escribe en un periódico local y le dice a su sirviente que quite ese artículo del periódico. Un investigador, después de unos años descubre esos artículos recortados y llega a la conclusión que ese famoso escritor del principio recortaba esos artículos por su gran admiración a ese articulista. Al revés de lo ocurrido. Esto se debería distribuir a todos los investigadores históricos, para que tengan ciertas precauciones antes de llegar a una conclusión. Hay que tener precauciones al identificar el erasmismo, porque lo hubo, pero no tanto.
Vives es una figura muy distinta. Era el pensador católico por excelencia, pero provenía de una familia de judíos conversos. Creo que para evitar el problema, alejarse de la cuestión del judaísmo y dedicarse a su vocación intelectual, fue la razón por la que se fue a vivir a Holanda. Hay que distinguir entre la circunstancia del hombre y su vocación. Luis Vives tuvo una familia judía, pero lo que quería es llevar al vida de un intelectual católico. La vida humana se hace con la interacción de los dos elementos, la circunstancia y la vocación.
Vives escribe en latín siempre, con algún texto griego, se dedica a problemas muy intelectuales, políticos, filosóficos, sociales, de la educación. Problemas religiosos, escribe un comentario, palabra por palabra del Padre Nuestro. Escribe una carta al inquisidor general, que era amigo suyo, indicándole los peligros que puede acarrear un mal uso de esa institución. Sus amigos fueron otros humanistas, como Erasmo, Budé o Tomás Moro. Tiene una amistad muy próxima con Catalina de Aragón, tiene la estimación de Enrique VIII, que tenía el título, otorgado por el Papa de "Defensor de la fe", todavía usado por la reina de Inglaterra, pesar de ser cabeza de la Iglesia de Inglaterra. El rey de Francia era "Rey cristianísimo", el rey de Portugal era el "Rey fidelísimo", los reyes de España son los "Reyes Católicos", título anterior a la reforma protestante, no eran Reyes Católicos frente a los protestantes.
Vives no era partidario de la anulación del matrimonio de Enrique VIII con la reina Catalina de Aragón, para evitar problemas, los que le costaron la cabeza a Tomás Moro, se trasladó a los Países Bajos hasta su muerte en 1540. Era un hombre interesado en la vida privada, casado con Margarita Valldaura. Con sus amigos flamencos y españoles, siempre escribiendo y leyendo, esa fue su vida. Cuando habla con cierto desdén respecto a la cultura en España, lo que echa de menos es que haya doce o catorce editores que publiquen en latín y en griego, porque lo que se publicaba en lenguas vivas no le interesaba nada. No se refería a la cultura española en general, solo a la que se publicaba en latín y griego.
Tomás Moro fue otra figura importante dentro del humanismo y dentro de la vida inglesa, fue canciller de Inglaterra. Escribió numerosos libros, el más famoso fue la "Utopía", presentando un ideal de sociedad, con inspiración platónica. Tuvo una identificación muy fuerte con la dinastía de los Tudor. Escribió un libro sobre el rey Ricardo III, que no se sabe con certeza si lo escribió. Está hecho muchos años después de la vida de este rey, no está muy clara su autoría.
Era Moro un hombre de gran integridad moral. No pudo aceptar la voluntad de Enrique VIII, que quiso separarse de Catalina de Aragón al enamorarse de Ana Bolena y querer casarse con ella. Tuvo el rey otros amoríos, pero en este caso quiso casarse otra vez, separándose de Catalina de Aragón. Moro no aceptó y fue decapitado por orden de Enrique VIII. En su reinado era difícil conservar la cabeza, pues estaba enfrentado a los católicos y a los protestantes. Posteriormente fue canonizado en 1935, junto a John Fisher, también figura principal que sufrió la misma suerte que Moro, figura muy admirable por su entereza, por su valor, por su sentido del humor. Mantuvo la serenidad hasta el final. Muy amigo de Vives, sin embargo Vives llevó una vida muy modesta comparada con los recursos de que disfrutaba Moro en la corte de Inglaterra.
Otra gran figura es el cardenal Pietro Bembo, es una figura enormemente atractiva. Representa, quizá, el espíritu del Renacimiento, tiene ese elemento de refinamiento, de magnanimidad, de goce de las cosas. Era veneciano, excelente latinista, pero le interesaban enormemente las lenguas vivas. Escribió el "Tratado de la vulgar lengua", escribió poesía, prefiriendo el idioma toscano frente al veneciano de origen. En Italia hay muchos dialectos, no todos escritos. Menéndez Pidal estudiado la lengua de Cristóbal Colón, llegó a la conclusión de que el genovés, lengua de Colón, no se escribía y por ello Colón escribió en otras lenguas que sí se escribían, como el español, con portuguesismos, algo de italiano, pero con faltas de ortografía. Aprendió español en Portugal y siempre lo habló y lo escribió. Todo esto lo explica admirablemente Menéndez Pidal.
El toscano fue la lengua de Dante y era un personaje destacado en el maravilloso libro "El Cortesano" de Baltasar Castiglione, libro de los más interesantes y decisorios del Renacimiento, traducido admirablemente por Juan Boscán. Fue de los primeros estudiosos de las lenguas vulgares. Bembó reforzó la influencia del toscano como lengua para toda Italia. Algo parecido a lo que significó la traducción de la Biblia al alemán por Lutero, que supuso la fijación de la lengua alemana, partiendo del alto alemán que hablaba éste, e hizo que el alto alemán fuera la lengua de todos los alemanes.
En los países que manejan varias lenguas es decisivo la prota fijación de una de ellas, como ocurrió con el castellano en España o la influencia de un gran escritor, como ocurrió en Italia con Dante o el mismo Bembo.
El movimiento humanista responde perfectamente a esa transversalidad de Europa. Es el primer movimiento de la vida intelectual en que aparece Europa como tal, la Europa centrooccidental. Esta Europa se mantiene en un proyecto de reforma liderado por los humanistas y la lengua latina. Esto empieza a quebrarse con la insistencia en la lengua alemana por los protestantes y la lengua francesa utilizada por Calvino. En último término se empieza a producir una brecha entre el mundo germánico y el románico.
Lección V: La estructura nacional del Occidente europeo
Desde finales del siglo XV, hasta ya entrado el siglo XVIII, se produce una gran transformación. Hay un tránsito de la Edad Media al Renacimiento en que cambian muy profundamente las estructuras sociales y políticas. Hay una alteración del vínculo entre los ciudadanos y el poder público. En la Edad Media son relaciones de tipo feudal, que tenían un elemento muy importante de lealtad personal, y además una especie de escalonamiento jerárquico en forma de pirámide. Hay una cima que es el rey, el superior de los señores feudales, pero en su poder efectivo existía poca diferencia. Por ejemplo los señores feudales tenían ejércitos a su cargo, lo que era una responsabilidad y una carga. Tenían que defender sus dominios frente a los desórdenes, el bandidaje, o en España, respecto de los moros.
La Reconquista estuvo en manos de los nobles, que eran los que tenían que costear las campañas, lo cual era costosísimo. La guerra ha sido siempre algo enormemente cara. Hace muchísimos años traduje un libro de Werner Sombart titulado: "Guerra y capitalismo", que se puede enlazar con otro, también importante: "Lujo y capitalismo". En el primero estudiaba el fenómeno de la guerra relacionado con el desarrollo del capitalismo moderno. La introducción de las armas de fuego hace ya imposible la existencia de los ejércitos nobiliarios, de los señores feudales, porque no solamente las armas eran mucho más costosas, sino que tenían un consumo e municiones muy elevado, con lo que resultaba todo mucho más caro.
Las armas blancas no tienen más gasto que ellas y la flechas son mucho más baratas que las armas de fuego, frente al consumo de pólvora y balas. Aquella historia del generalito mexicano que se compró un cañón e hizo la revolución por su cuenta, dejó de ser posible. Únicamente el poder real podía mantener un ejército. Esto fue un instrumento capital de la concentración del poder y las responsabilidades de los gastos en manos del Estado.
El poder real se va afianzando, al final de la Edad Media, fundamentalmente apoyándose en el pueblo, en las ciudades frente a los castillos, a la nobleza feudal. Una de las razones de que la unión nacional se hiciera en España antes que en otros países, se debió a que el feudalismo en España era débil; mucho más fuerte en otros países. La nobleza tenía un poder mucho mayor en Francia o en Alemania.
Se va produciendo un proceso de incorporaciones sucesivas en la formación de las naciones modernas. Frente a la anexión, que es la absorción de una sociedad menor por otra mayor y más poderosa, de tal manera que la menor desaparece y queda fundida dentro de la mayor y más potente. En cambio la incorporación es la unión de dos sociedades o más que perviven en el seno de la nueva sociedad formada, que engloba a las incorporadas. Éstas siguen teniendo su vida particular dentro de una unidad superior. Esto fue lo característico de la formación de España.
Este proceso nacionalizador es una inversión de lo que había sido la monarquía patrimonial en la Edad Media. Durante largos periodos, desigualmente hay una concepción patrimonial de las monarquías medievales: el reino es patrimonio del rey y lo mismo que se forman uniones por matrimonios, como en el caso de la génesis de la corona de Aragón mediante el matrimonio del rey de aragón con la condesa de Barcelona. También ocurre en la división del reino entre los hijos, que se realiza en diversas ocasiones en Navarra o en Castilla y León, el reparto del reino. Esto nos cuesta mucho trabajo comprenderlo ahora, pero si lo vemos a la luz de esta estructura feudal y de la concepción patrimonial es inteligible, que el rey reparta su reino en diferentes partes, y en general terminan mal, con el intento de uno de ellos por unificar otra vez el reino, como ocurre en Castilla entre Sancho II y Alfonso VI. Termina con la muerte de Sancho y la vuelta a la unidad del reino.
Ahora el proceso es el inverso de la monarquía patrimonial. Es el proceso de las sucesivas incorporaciones que van formando unas unidades superiores, y al producirse una dependencia directa del rey se va produciendo una conciencia nacional, con una participación mayor de los individuos en esa empresa colectiva. En la nación el individuo tiene una contribución más directa. Cada vez se hablará menos de vasallo y más de súbdito o ciudadano. Hay una jerarquía en la forma de participación en la vida colectiva desde el nivel de vasallo, pasando por el de súbdito, para llegar finalmente a la categoría de ciudadano.
El proceso nacionalizador se realiza más claramente cuando hay una dinastía que se percibe con claridad. Esto es decisivo en la formación de las naciones europeas. Los reyes de España tenían la misma dinastía, sus matrimonios se realizaban en Castilla, Aragón y Navarra en el seno de la misma familia. El cronista Ramón Muntaner dice que son: "Una carn y una sang", eran todos parientes, miembros de una misma familia.
Cuando se habla del Compromiso de Caspe, hay que tener en cuenta que los participantes están formados por personas de la misma dinastía. Pero cuando hay varias ramas dinásticas en conflicto la cosa es mucho más difícil. Hay dificultades, hay guerras. Como en el caso de Inglaterra con las casas de Lancaster y York, con guerras continuas que hicieron muy difícil la constitución nacional inglesa. Hasta que no se exterminó la rama de los Tudor, la otra rama dinástica, no hubo estabilidad institucional en Inglaterra.
En el caso de Francia la cosa tampoco es tan fácil. Había varios estados de origen feudal que tenían mucha fuerza, con gran personalidad, y van a dificultar la formación del reino de Francia. No digamos el caso de Italia y de Alemania, con una gran atomización. Si se ve un mapa de Italia, todavía más de Alemania, de una época anterior a su nacionalización en 1870, parece un interminable mosaico de estados y estadillos, ducados, principados, reinos... dentro del territorio alemán, es decir había una unión. Había unión lingüística y cultural, pero políticamente había una atomización total. Un inmenso retraso de su proceso nacionalizador, hasta 1870; tres siglos después de la nacionalización española.
Cuando se van produciendo, se van formando estas nuevas realidades que llamamos naciones. Como diría Descartes: "Ces grandes corps que sont les nations": "Esos grandes cuerpos que son las naciones". Es la novedad que se va produciendo en Europa. Las naciones suponen un superioridad respecto de las anteriores formas de poder político, además hay una conexión diferente, una nueva forma de pertenencia de los individuos con el poder general. La impresión es la de pertenecer a una forma superior de comunidad política.
Estas nuevas realidades nacionales, y esto es muy interesante, se convierten en modelos, modelos hacia los que se aspira. España alcanza su unidad nacional muy pronto, hacia 147..., en todo caso en 1479 cuando Fernando de Aragón hereda la corona aragonesa, ya son los dos reyes en Castilla y en Aragón. La unión es muy precoz respecto a las principales naciones y esto le dio una capacidad mayor frente al estado de anarquía de unos decenios antes. Pero un exceso de precocidad podía ser un estorbo.
Los estados italianos eran muy prósperos en esos años, como el caso de Génova, Venecia, Florencia, y además muy avanzados culturalmente y desde el punto de vista económico. Esto hace que tengan una personalidad muy fuerte, lo que va a ser una dificultad para su integración nacional. Algo parecido le sucede a Portugal. Al haberse orientado hacia el mar y hacia los países del norte de Europa: Inglaterra y Flandes, queda aislado de los problemas peninsulares, de Castilla y Aragón. Portugal termina su particular reconquista, tempranamente, y pronto comienza su expansión ultramarina, con las expediciones de Enrique el Navegante por las islas africanas, la casta, las Azores y llega a Asia. La personalidad portuguesa se hace muy fuerte, a pesar de su tamaño reducido. Esto es lo que impidió la incorporación definitiva a España.
Lo que ocurrió con Aragón en tienpo de los Reyes Católicos, hubiera podido ocurrir con Portugal y la unión de toda la península ibérica. Lo normal es que a finales del siglo XV se hubiera producido una triple incorporación del reino de Castilla, el de Aragón y el de Portugal, se hubiera unificado lo que geográficamente sí lo es, la península ibérica. Sin embargo no se produce, Portugal mantiene su independencia, no acaba de unirse a Castilla, se resiste a ello. Incluso cuando en tiempo de Felipe II se produce la unión de las coronas, no acaba de cuajar esta solución y se vuelve a producir la separación en 1640.
El desarrollo prematuro de Portugal hace difícil la incorporación de la totalidad de la península ibérica, el nombre de España era el de la totalidad de la península ibérica, la Hispania antigua. Muchas veces se decía: "castellanos y portugueses, porque españoles somos todos". La idea es que españoles eran todos los habitantes de la península, y luego se podía ser castellano o aragonés o portugués. La precocidad a veces favorece el proceso de nacionalización, en otro sentido lo puede dificultar, cuando se produce una división, constituyendo una nación menor de lo posible.
En Francia la cosa es bastante delicada, pero lo que ocurre es que los hechos están enmascarados por el nombre. Primero Francia es la isla de Francia: "Île de France", que era bien poca cosa. Luego se forman los reyes de Francia, a continuación se añade la lengua francesa, que es la lengua del norte, frente a la lengua del sur, y otras más. En Francia ha habido una gran variedad lingüística en su orígenes, mayor que en España.
Tenía Francia el nombre, le Royaume: el Reino, el francés y París, ciudad de importancia descomunal, la ciudad más importante de Europa en la Edad Media, ciudad muy grande y muy próspera, de gran desarrollo cultural. Su universidad: la Sorbona era enormemente importante. Se consideraba que en esa época había tres poderes espirituales decisivos: Roma, el Imperio y la universidad de París. En España estaba Santiago, centro de peregrinaciones, de gran prestigio.
Conviene tener en cuenta ese valor del prestigio, que no es económico, ni político, ni de voluntad de poder, que actúa en la vida de las sociedades.
Por otra parte la unidad de Francia es muy tardía, un siglo posterior a España. Borgoña, luego integrada en Francia, estuvo a punto de ser más importante que ésta. Luego estaba Provenza, Navarra, siempre muy relacionada con el reino de Francia. El primer rey de Francia, Enrique IV era rey de Navarra. También estaban Normandía o Bretaña, con características distintas, nunca antes fundidas con el resto de Francia. La unidad de Francia fue muy precaria, y no se consigue hasta tiempos de Felipe II de España.
En Francia existe esa superioridad del centro parisiense que condiciona el funcionamiento de Francia, creando el fenómeno del centralismo. Se habla mucho del centralismo borbónico, pero el centralismo procede de la existencia de París, que condiciona de una manera insospechada, por lo menos en España, donde no ha habido apenas centralismo, donde el poder ha sido ejercido generalmente por personas que provenían de la periferia. En el siglo XIX se decía que cuando "París toma rapé, toda Francia estornuda".
Hay un caso extremo, que es la revolución de 1848, un asunto exclusivamente parisiense. El derribo de la Monarquía de Luis Felipe y el gobierno de Guizot es asunto parisino, el resto de Francia se entera por los periódicos. El terror de la Revolución de 1789 hizo temblar a los franceses con la nueva República, y por ello, el primer acuerdo que se tomó fue abolir la pena de muerte en Francia. Como se ve es una distinta forma de estructura nacional la que se presenta en este caso.
Inglaterra es un caso sumamente curioso. En el continente europeo se llama Inglaterra al país entero, cosa que a los ingleses no les acaba de gustar. Inglaterra a finales del siglo XV y muy entrado el siglo XVI, todavía no incluía a Gales, era la Inglaterra original, con una incorporación muy tardía de Escocia. Finalmente Irlanda, que fue invadida, con una represión cada vez mayor a medida que se intensificó el carácter reformado de la iglesia de Inglaterra.
Esa progresiva separación de la iglesia de Inglaterra comienza con Enrique VIII, separándose de la iglesia de Roma, pero sin cambiar el contenido de la religión. Posteriormente hay un proceso de aproximación a las ideas protestantes, menor en la iglesia anglicana y muy fuerte en Escocia, sobre todo con el presbiterismo y el calvinismo. Esta intensificación protestante refluye hacia Irlanda, extremando la represión. Excluyendo a los irlandeses de los puestos públicos y un trato muy duro por su catolicismo, que llega hasta nuestros días.
Esta identificación de Inglaterra con los que es oficialmente Gran Bretaña, o el Reino Unido, que es su nombre oficial, antes se llamaba Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda. Ahora hay que reducirlo a Irlanda del Norte. Reino Unido de Gran Bretaña, que supone la unión de Inglaterra, Gales y Escocia.
Estas naciones que suponen la primera promoción son Portugal, España, Francia e Inglaterra, pero Inglaterra y Francia tienen su unión nacional bastante después que España y Portugal. La lengua inglesa tiene un predominio absoluto en todo su territorio, incluso en Irlanda, a pesar de la conservación de las lenguas locales. Este cambio o proceso de la nacionalización es muy importante, pero no es homogéneo en los primeros países en los que se produce el fenómeno.
La temprana unión nacional española estuvo preparada por la existencia de varios factores. Por una parte, y quizás el primero, es el recuerdo de la monarquía visigoda. Las naciones europeas no habían sido antes nada parecido a una nación, en cambio la monarquía visigoda, invadida por los árabes en el año 711, ocupada en su casi totalidad, se considera como la España perdida y queda como un ideal que hay que reconquistar. Durante toda la Edad Media hay el esfuerzo por reconquistar la monarquía visigoda. El reino de León es el que se considera el más heredero del reino de los godos y eso le dio una cierta jerarquía superior, incluso considerándose emperador de los demás reyes de la península, porque tenía el recuerdo y la pretensión de restauración de la monarquía visigoda.
Esto hizo que hubiera un proyecto histórico permanente. El proyecto de reconstrucción de la monarquía visigoda, de la España perdida, mantiene una unidad de proyecto que no tienen otros lugares, esto es capital.
En segundo lugar hay que tener en cuenta las incorporaciones sucesivas, en sus dos grandes series: las incorporaciones centrooccidentales, como son Asturias, Galicia, León, Castilla... y las incorporaciones del este de la península, como Aragón, principado de Cataluña (concentración de los condados catalanes, a la cabeza el de Barcelona), Valencia, Mallorca. Finalmente la incorporación de los dos reinos principales de Castilla y Aragón, luego añadida Granada y finalmente Navarra, que estuvo muy relacionada con Francia y con España, con ciudades que como Nájera ha sido aragonesa, castellana y navarra según las épocas. La incorporación de Navarra no se produce hasta final del reinado de Fernando el Católico, en 1512. Las Canarias son mucho más antiguas en cuanto a su unión que Granada. Las Palmas de Gran Canaria se funda en 1478. Hasta 1492 Granada no perteneció a la corona española. Conviene tener presente las fechas, porque explican muchas cosas.
Hay otros factores que favorecen la temprana nacionalización, como es el caso de la comunidad dinástica y familiar de los diversos reyes de España: Castilla, Aragón y Navarra. Esto hace que haya una afinidad de parentescos constantes con interacciones mutuas. Por ejemplo cuando un pretendiente tenía problemas en su reino, se establecía en otro, donde no era extranjero. En las batallas frente a los enemigos comunes había una colaboración fácil, como en la batalla de las Navas de Tolosa o en la batalla de Ponza, por los parentescos y por la comunidad de proyecto histórico.
Finalmente hubo un factor mayor, que es el imperativo de la unión para terminar la Reconquista. Reconquista que había ido muy rápidamente hasta Fernando III el Santo, después llega a languidecer, por haberse conquistado casi todo el territorio principal. Hay todavía un impulso en tiempos de Alfonso XI. La batalla del Salado es el último episodio activo de la Reconquista, pero desde 1350, año de la muerte de Alfonso XI, la cosa queda retrasada. No quedaba más que el reino de Granada, que era como una especie de protectorado de Castilla. Desde 1350 hasta 1492, la Reconquista se detiene durante mucho tiempo, ciento cuarenta años de inactividad, y es curioso que cuando se utiliza la expresión de "Los cinco reinos", como estudió Menéndez Pidal, y me parece muy interesante, que para completar la cifra de cinco reinos se cuenta ya con Granada, que era todavía un reino musulmán, pero que contaba en la ennumeración de los cinco reinos de España: Castilla, Aragón, Navarra, Portugal y Granada.
Cuando los Reyes Católicos establecen la unidad española, acometen la empresa del final de la Reconquista y frente a los ciento cuarenta años que no se avanza, en diez años, con una guerra relámpago, como se decía en la II Guerra Mundial, se hace la Reconquista de Granada. Por dos razones principales: porque los Reyes Católicos necesitan una gran empresa que mantenga la unidad. Esto lo vio muy claramente Maquiavelo, que dice que las empresas del rey de España, no son tal o cual victoria sino que despiertan "gran expectación", precisamente mantiene la tensión que favorece la unidad del país.
Por otra parte la conquista de Granada supone la contención del Islam ante la gran amenaza turca, después de la toma de Constantinopla, en 1453. Con la unión de todos los dominios musulmanes bajo la bandera turca, era esencial la eliminación de la cabeza de puente musulmana en Europa Occidental. No fue una conquista, la de Granada, beneficiosa sólo para España, sino para toda la cristiandad o lo que es lo mismo: Europa. Desapareció un gran peligro. Un reino musulmán en la península ibérica sería un peligro constante para toda Europa.
La conquista de Granada era la culminación de la conquista de Castilla, plenamente apoyada por Aragón, del mismo modo que Castilla apoya a Aragón contra Francia en los territorios italianos en manos de Aragón. Hay unos párrafos extraordinarios de Hernando del Pulgar en la Crónica de los Reyes Católicos, sobre como envían éstos unos mensajeros a los vascos, vizcaínos se llamaban entonces, para pedirles que manden una flota que se va a unir a la flota gallega y la andaluza para ayudar a los territorios aragoneses en Italia, amenazados por Francia. En una página realmente deliciosa, los vascos se muestran recelosos; por poco no matan a los enviados de los reyes Católicos. Los embajadores les replican que ellos son los mejores marinos y los mejores guerreros del mar, y que si no quieren participar, allá ellos y que se queden en su casa. Entonces los vascos se pican y organizan una flota muy buena, que se unen al resto de las flotas para la defensa de los territorios de la corona de Aragón en Italia. Allí empieza la actividad conjunta de las dos coronas.
Los reyes lo eran en los dos reinos conjuntamente, tanto en Castilla como en Aragón. La cooperación se mantiene en el tiempo. Cuando vuelva Colón de su primer viaje a América, los reyes lo reciben en Barcelona, en el salón del Tinell, es decir en España. Esto ya se refleja en las ennumeraciones que hace Nebrija, las continuas referencias a España. Se mantenían las cortes de los reinos precedentes, pero se actuaba de de manera única, como en una nación.
Sin embargo la unión con Portugal se frustra, principalmente por esa especie de disidencia que existe desde la Edad Media y por la temprana expansión de ultramar que fortalece la conciencia de Portugal como tal, y hace que los portugueses sean celosos de su autonomía. Una anomalía en que la historia triunfa sobre la geografía. No hay que olvidar que la expansión inmensa del Brasil hacia el oeste, mucho más allá de lo que permitía en Tratado de Tordesillas se produce en la época en que las dos coronas, de España y de Portugal, están unidas, entre 1580 y 1640. La pertenencia a la misma corona permitió que el Brasil se extendiera enormemente hacia el oeste. Conviene poner los hechos en su lugar para que se entiendan mejor.
Lo más importante es que la existencia de ese proyecto unitario que se mantiene desde la invasión musulmana, permite una mayor cohesión, que crea mucho antes que otros países la unión nacional. Esto asegura la hegemonía española, que se va a establecer rápidamente.
Los Reyes Católicos tuvieron un talento político extraordinario, tienen la voluntad de realizar empresas que se aseguren la unidad y una concepción dinámica del Estado. Una de las "Empresas" de Saavedra Fajardo, el símbolo del Estado era una flecha, con una leyenda que decía: "o sube o baja". Es decir el Estado está haciéndose o está deshaciéndose, se está integrando o se está desintegrando. Es una realidad dinámica, esto no se le había ocurrido a otras épocas. El Renacimiento ve que es una realidad que se va intensificando o perdiendo fuerza. Pues bien, los Reyes Católicos implantan una una concepción dinámica del Estado, lo que se llamará mucho después, una: "Weltpolitik", una política mundial. Conciencia de sus relaciones con el resto de Europa, pero inmediatamente, desde el descubrimiento de América, con el nuevo continente.
La diplomacia comienza inmediatamente, y casi toda la que existe en el Renacimiento es primariamente española. Hay un libro excelente sobre la diplomacia del Renacimiento, de Garrett Mattingly. Era diplomacia permanente, pues antes solo había embajadas específicas para cada asunto, a un país y a un rey, como la de Clavijo, en tiempos de Enrique III de Castilla al Gran Tamerlán. Pero las embajadas permanentes son un fenómeno renacentista, y primariamente española.
Pero hay otro factor que conviene explicar y es la fantástica eficacia de los españoles desde fines del siglo XV. Hablar de los españoles y eficacia, parece una contradicción. Pues no es así, los españoles son un ejemplo de eficacia absolutamente asombroso. No solo la unificación española, la toma de Granada o las campañas italianas. Sobre todo fue América. El hecho de que en un tiempo brevísimo, tres o cuatro decenios, los españoles estén en todas partes, en ese inmenso continente, de dificultades geográficas abrumadoras - sin contar los indios -. Que llenen de ciudades este tremendo continente, con enorme cantidad de refinamientos. Que recorran el océano Atlántico, y después el Pacífico, de caba a rabo. Si hubiera una manera de cuantificar lo que hacen los españoles en ese tiempo, si se pudiera medir con alguna eficacia, se encontraría que no tiene comparación, que no tiene comparación con nada ni con nadie.
Los romanos se movían en unos espacios mucho más reducidos. Solamente ponerse en América era algo extraordinario. Cuando uno estudia las biografías de los que hacen los descubrimientos de América, hacen muchos viajes a América, van y vienen, a México y luego al Perú, como algunos virreyes, que fueron primero a uno y luego a otro país. Luego fueron a Chile y dieron la vuelta por el cabo de Hornos. Una cosa asombrosa. No olvidemos las Filipinas y todo el Pacífico.
Si se pudiera cuantificar, y esto sería una empresa interesante, ahora que se hacen tantas tesis sobre cosas insignificantes. Como no se han hecho tesis sobre cosas que serían enormemente interesantes. No se ha hecho una sobre la cuantificación de lo que significaron estas épocas españolas. Cuando estuve en el Canadá me encontré que toda la costa oeste del Pacífico en este país, hasta Alaska, está lleno de nombres españoles, que estuvieron hasta el siglo XVIII. Cosa que los españoles, ni lo sabemos, ni lo queremos saber. Todo esto sorprende de una manera abrumadora.
Esta actitud de eficacia, esta actitud de empresa, es estrictamente renacentista, es moderna, es la modernidad, pero que está unida al proyecto medieval. Está unida a la identificación de España con el cristianismo. Los cristianos medievales se identifican con el cristianismo, se reconocen como cristianos y es el nombre que usan. La idea de la propagación del cristianismo es la médula, el nervio de toda la actuación española en América, no solo de la Iglesia. Hay una tendencia a atribuir a la Iglesia el mérito de la evangelización, pero era el instrumento de la evangelización, no su motor principal, pues era un proyecto de la corona y de los conquistadores. Cortés no piensa más que en la evangelización de México, de un modo obsesivo. El proyecto medieval de identificación con el cristianismo, proyectado dinámicamente con una actitud renacentista y moderna. Por eso España fue el catalizador de la modernización de Europa, sin ningún género de duda, desde fines del siglo XV a mediados del siglo XVI.
Es tan moderna esta actitud que en ella se incluyen también los errores, que son errores de la modernidad. Por ejemplo la pasión de la Edad Moderna por la uniformidad, una pasión racionalista. Esto es lo que explica que en vista de que España es un país cristiano, los españoles debían ser cristianos. Pero esto no se puede exigir, no se puede exigir la condición cristiana, esto lo sabían muy bien, pero luego no hacen caso, y por eso expulsaron a los judíos.
La expulsión de los judíos fue un acto típicamente moderno, presupone la exigencia d e una condición religiosa que no es exigible, pero que pertenecía a la condición moderna, el error de considerar que la religión permitida es la del país. Esto se aplicará en países católicos y protestantes durante toda la época moderna. Así pues la modernización comprende también los errores, no solo las virtudes o la eficacia.
Hay otra cosa más, es la permanencia de realidades políticas que no son naciones, como es el caso del Imperio, que es una dignidad espiritual, con poca trascendencia política. En el caso de Carlos V, es mucho más importante la condición de rey de España que la de Emperador. Cuando abdica Carlos V, le deja a su hermano el Imperio y la corona de España con la monarquía en dos hemisferios pasa a su hijo Felipe II, que era lo realmente importante. El Imperio va a pendular hacia Austria, y se va a organizar desde Viena un sistema de convivencia de porciones europeas no nacionalizadas, acaso no nacionalizables.
No olviden ustedes, y esto tiene una actualidad sangrante, que las sociedades de los países de la zona balcánica, del sureste europeo, están de tal manera mezcladas, de tal manera entrelazadas en sus razas, religiones, lenguas, tradiciones, culturas, que es totalmente imposible hacer naciones homogéneas. Ahora se está hablando de esa monstruosidad llamada: "limpieza étnica". Pero esto no se puede hacer. Cada una de la llamadas "Repúblicas" de la antigua Yugoslavia tiene de todo, cada una tiene de todo. Tendría que atomizarse hasta casi hacerse cada casa un estado.
Todo este conglomerado se organizó en torno al gobierno austriaco, que luego se convirtió en Austro- húngaro, dando importancia al elemento magiar. Los eslavos se quejaban de que no tenían el equivalente que les diera su importancia, con razón. Pues el elemento eslavo era muy importante, como con los checos, los eslovacos, los moravos.
No se pudo nacionalizar toda Europa. Además surge como un elemento más dentro del mundo germánico, sobre todo a partir de la guerras del siglo XIX, la realidad de Prusia, que quería realizar la unidad alemana, lo que hizo disminuir mucho el poder de Austria, sobre todo a partir de la guerra entre Austria y Prusia de 1866, que perdió Austria. Luego Austria fue destruida, torpemente, por los vencedores de la I Guerra Mundial, en 1919. Es el gran desastre que ahora estamos pagando, consecuencia de aquel tremendo error histórico, sobre todo histórico.
Ha habido una imitación de la estructuras nacionales. Se produce una segunda promoción de naciones en Europa, es el caso de Suecia, Holanda, Prusia, incluso en Rusia, aunque Rusia nunca ha sido una nación, pero en Rusia se forma una especie de nación europea, en tiempos de Pedro I el Grande (1672-1725), con la fundación de San Petesburgo frente a Moscú. San Petesburgo es el intento de una nación, de tipo europeo en Rusia. ero Rusia no era una nación, era otra cosa, era un país en expansión.
En este tiempo que hablamos se realiza la división entre dos tipos de realidades nacionales, las naciones que son intraeuropeas, simplemente europeas y las naciones transeuropeas, las naciones que se expanden más allá de sí mismas, hacia otros continentes. Concretamente España, Portugal e Inglaterra, que son las tres naciones transeuropeas. En cierto modo Rusia, pero no con el océano por medio, sino por tierra. El país más colonialista del mundo ha sido Rusia, que parte del gran ducado de Varsovia y de la monarquía moscovita. Por ejemplo en tiempo de Iván el Terrible, contemporáneo de Felipe II, eran una cosa muy pequeña, pero que van a llegar hasta el Pacífico y Alaska, que fue también rusa.
España se constituye desde muy pronto como una monarquía en los dos hemisferios, lo que se llamaría luego las Españas. Con esto pasa a otro orden de magnitud, y a otra configuración distinta. La peculiaridad de España se ha debido a su carácter transeuropeo, y como Europa en su conjunto es transeuropea. El carácter de España es pluscuaeuropeo. Ha sido un país más europeo que los demás, porque además ha querido ser europea después de la invasión musulmana. Los demás países europeos lo son porque no pueden ser otra cosa, pero España ha querido serlo, y después porque es transeuropea, se proyecta siguiendo la pasión de Europa por interesarse y apasionarse por el resto del mundo.
Todo esto ha tenido consecuencias varias, de las cuales tendremos que hablar más adelante. Una ha sido la organización de la Leyenda Negra, otra la aparición de un concepto que políticamente va a ser decisivo, sobre todo en los siglo XVII y XVIII: el concepto del equilibrio europeo; lo que llamarían los ingleses: the balance of power. España, evidentemente, desequilibraba este balance de poder, porque tenía otro orden de magnitud, mucho mayor que los demás.
Lección VI: El Arte nuevo: de Leonardo a Juan de Herrera
Cada época tiene un centro de organización, un campo, una disciplina que constituye el núcleo de la vida de ese periodo. El Renacimiento significó muy principalmente, en su primera fase, sobre todo, la primacía del Arte. El pensamiento viene más tarde. El pensamiento filosófico tarda mucho tiempo en constituirse, propiamente como pensamiento moderno. Después del pensamiento medieval hay una fase, interesante en muchos sentidos, como es el caso del humanismo, pero que no es todavía propiamente pensamiento filosófico, que no se conseguirá hasta el siglo XVII.
Se produce una transformación de la estructura de las naciones europeas pero desde el punto de vista de la cultura hay un momento, fines del siglo XV, en el que el Arte se va a convertir en el centro de la vida renacentista. También la literatura tardará en madurar, muy dentro del siglo XVI y sobre todo en el siglo XVII.
Hay una primacía absoluta de Italia. La razón es que el cultivo del arte en Italia se había anticipado, con una actitud prerrenacentista ya desde el siglo XIII. No quiere decir esto que el arte haya comenzado en el Renacimiento, ni mucho menos. Lo que ocurre es que ha cambiado de significación. El arte en la Edad Media está subordinado a unas finalidades, especialmente religiosas. Lo mismo la arquitectura que las otras artes son primariamente religiosas. El valor artístico, aún siendo muy grande en el románico y el gótico, no es buscado desde el punto de vista directamente artístico, sino más bien desde el punto de vista de la religión.
En cambio el Renacimiento busca el Arte en sí mismo como manifestación de cualquier actividad. Hay un desplazamiento hacia la belleza desde otros aspectos de la realidad. A veces el Arte no se relaciona directamente con la belleza. A veces pienso que si un artista del Renacimiento resucitara ahora, tendría una serie de sorpresas no muy agradables, esto me parece evidente; con lo cual no quiero decir que lo que se llama arte ahora, no lo sea, sino que se entiende por arte una cosa muy distinta de lo que se entendía en el Renacimiento.
Un predominio italiano, pero esa influencia italiana se extiende muy pronto a la mayor parte de Europa, sobre todo a sus países limítrofes, mucho más tarde a la Europa del norte. Un ejemplo bastante interesante es el de España, que contra lo que suele pensarse es un país con ausencia de rupturas, uno de sus rasgos más interesantes. Todo el siglo XVI está constituido en España por la dualidad simultánea de dos estilos: el Gótico y el Renacimiento, pero que siguen enormemente vivos. Se siguen haciendo edificios góticos, como la catedral de Segovia. Se ha hablado del bilingüismo del arte español del siglo XVI, porque se usan los dos lenguajes, gótico y renacentista, con un fruto sumamente curioso y sumamente original en el arte plateresco, arte de compromiso o de síntesis de la inspiración gótica y de la inspiración renacentista.
Sin que se puede comparar la frecuencia, e incluso el valor del arte español de esta época, con el arte italiano, sin embargo hay una curiosa originalidad. He insistido mucho en que el gótico llegó a América. Hubo restos del estilo gótico en la catedral de Santo Domingo. Hubo tiempo para que llegara el arte gótico a América. El arte español llega a América y el Renacimiento juntamente con el Barroco tienen allí un desarrollo muy amplio, sobre todo este último, con factores muy importantes de innovación.
En esta época hay un sentido primario de la belleza, lo cual significa una invasión de lo profano. Es decir, el arte medieval es un arte primariamente religioso, subordinado a lo religioso, también en proporción muy alta en el Renacimiento, sobre todo en España. Pero la invasión de lo profano afecta a todos los géneros. Y hay algo muy curioso, que afecta a la personalidad de los artistas y de las formas artísticas. Es la interpenetración de las diferentes artes.
Los arquitectos del Renacimiento suelen ser también escultores, con gran frecuencia son también pintores. Los pintores y los escultores también hacen arquitectura, con gran frecuencia. Muchos de ellos son teóricos, son hombres cultos, influidos por el humanismo, que vuelven los ojos a los grandes teóricos del arte y de la arquitectura romanos. Traducen a los grandes autores romanos.
La gran renovación renacentista consiste precisamente en esa mezcla, en esa interpenetración de las artes. No solamente en las obras, sino también en los autores, que en general adquieren por ello un nivel más alto. El arquitecto adquiere prestigio superando a los grandes constructores de las catedrales, que eran más bien maestros de obras.
Siempre me sorprende cuando se habla de desarrollos técnicos, y es una objeción a ellos, porque las catedrales medievales, las románicas y sobre todo las góticas, que son enormemente complejas, extraordinariamente grandes y difíciles, están construidas normalmente por maestros de obras, por hombres empíricos que no tenían una gran cultura, con muy pocas matemáticas - porque se conocían muy pocas matemáticas - Pues las matemáticas superiores, la geometría analítica empieza en Descartes, el calculo infinitesimal viene de Leibniz y Newton. La mayor parte del álgebra superior es obra del Renacimiento. Es decir, con muy pocas matemáticas, con técnicas muy elementales, sin máquinas. Más que la fuerza del hombre o del animal, las máquinas elementales, construyeron obras maravillosas de técnica y belleza. Eso modera un poco nuestro orgullo técnico actual.
Los arquitectos del Renacimiento son personas cultas, muchos de ellos saben latín y traducen obras de arquitectura romanas. No son artesanos, son artistas, con prestigio personal, tanto del artista como el prestigio del arte. Los grandes artistas del Renacimiento tienen acceso a los papas, son grandes figuras, algunos de ellos escritores, componen poesía. Son tipos humanos distintos a los de la época anterior, tienen mucho más que ver con los humanistas.
Otro elemento capital, junto a la belleza se une la grandeza. Se busca la grandeza, hombres como Brunelleschi o Leonardo, Miguel Ángel, Palladio, Herrera en España. Sus obras están definidas, en cierto modo, por la grandeza. Hay un espíritu científico, se hacen cálculos mucho más complejos. Las máquina son cada vez más complicadas, con la ayuda de la geometría. Todo esto está aliado con la pasión. No olviden el elemento de pasión del Renacimiento. Pasión que aparecerá en todo. Los artistas son entusiastas, los pensadores también.
El ejemplo del nacimiento de la astronomía moderna se realiza desde el punto de vista del entusiasmo. La idea del infinito produce una exaltación, todo es fruto de la mentalidad renacentista. Piensen en la magnificencia de los palacios que se construyen sobre todo en Italia. En casi todas las ciudades del centro-norte de Italia hay un número increíble de palacios espléndidos, de gran belleza y de gran suntuosidad. Otros como el palacio de Carlos V en Granada, junto a la Alhambra, me gusta ver esos dos edificios juntos, o el palacio de Medinaceli en Cogolludo. Por no decir el monasterio del Escorial, lo que es palabra mayor y merece hablar de él más detalladamente. O los castillos franceses más ornamentales, como el de Foix o el de Tours.
Se construyen las catedrales renacentistas de gran valor, mezclada alguna ve con el gótico, como la de Florencia. Otras menos conocidas como la de Granada, poco estimada, la de Málaga, la de Jaén y tantas otras, con el ejemplo máximo de San Pedro de Roma, monumento incomparable por su belleza y grandiosidad.
El máximo símbolo de esta actitud podría ser Miguel Ángel. Es primariamente escultor, pero es el autor de San Pedro y de la Capilla Sixtina. En él convergen los grandes géneros artísticos. Luego Leonardo o Botticelli, probablemente en más depurado artista de la belleza femenina, y Rafael y Correggio, Durero en Alemania, Bellini, Giorgione, Veronés, más tarde Tintoretto. La figura extraña del Bosco, partado de la belleza en sentido esctricto. No se explica la afición que tenía Felipe II por el Bosco, no por el Greco, su San Mauricio no lo quiso para el Escorial, por eso el Greco no se afincó en el Escorial, sino que siguió en Toledo. Tengo una predilección especial por el San Mauricio, en eso y en tantas cosas más me diferencio de Felipe II. Es interesante la afición al Bosco de Felipe II, lo que demuestra un interés por una forma de arte, inquietante y sumamente extraño, que apela, no a la belleza, sino a ciertas zonas más oscuras de la realidad, a otras zonas misteriosas e inquietantes, con cierto fondo de perturbación. Es muy interesante.
En España la pintura no fue demasiado notable en esta época, hasta muy a finales del siglo XVI no tiene relevancia, ni importancia creadora como en otros lugares. En cierto modo ocurre también con la pintura francesa, no digamos la inglesa. Incluso hay un caso curioso; la pintura flamenca que había sido absolutamente extraordinaria al final de la Edad Media, sobre todo en esa época que el holandés Huizinga había llamado "El otoño de la Edad Media", en el libro espléndido con ese mismo título, es decir el siglo XIV y parte del XV. La pintura flamenca había sido extraordinaria y de enorme influencia. Sin embargo lo propiamente renacentista no penetra todavía. Sin embargo la pintura hispano-flamenca es muy notoria en España, por la influencia de Flandes y por el matrimonio de los hijos de los Reyes Católicos, el príncipe don Juan y doña Juana, con los también hermanos Felipe el Hermoso y Margarita, herederos del trono de Borgoña.
Cuando se habla de cambio de dinastía no es tal, porque la herencia, si no hubiera muerto el príncipe don Juan, la herencia hubiera sido, en vez de Don Juan y Margarita, la de Felipe y doña Juana. La herencia hubiera sido exactamente igual. Ni se interrumpió la continuidad dinástica, pues la continuidad dinástica se conservaba en las mujeres, como efectivamente fue reina doña Juana. Cuando se habla del paso de los Trastámara a la casa de Habsburgo, es una exageración.
Hay una cierta desigualdad de las incorporaciones nacionales a las diferentes artes. Sigue siempre el predominio de Italia. No solamente el arte italiano es fabulosamente creador, en cantidades que asombran. Entre el siglo XII y el siglo XVIII los italianos no han hecho otra cosa que edificar, esculpir y pintar. Además la influencia italiana fue enorme en los demás países. En general todos los maestros italianos pasan un tiempo en otros países. La mayor parte de los artistas de los otros países van a aprender a Italia, que es la matriz general del arte del Renacimiento. Casi todas las formas de arte de los otros países son como manifestaciones y ramificaciones de un tronco originario italiano. Italia es la matriz del arte del Renacimiento.
En España hay esa originalidad de la asociación entre los elementos góticos con los que son puramente renacentistas. Es el caso de la universidad de Alcalá o la universidad de Salamanca, las grandes edificaciones de Valladolid, de lugares insospechados de los que no se habla, como el pueblo de Mahamud, en la provincia e Burgos, cerca de Lerma; en el que hay una iglesia gótica increíble, y a muy pocos kilómetros está Santa María del Campo, con una iglesia renacentista de Siloé y Berruguete o el palacio de Monterrey. En un pueblo de Soria llamado Morón de Almazán he encontrado una torre parecida a la del palacio de Monterrey, aunque más pequeña. Hay una presencia de estas formas, donde las dos inspiraciones, gótica y renacentista, conviven. Una de las muestras de la originalidad del arte español de esta época.
Sobre todo, lo que me interesa en este curso, en esta visión transversal de Europa, hay un enorme sistema de influencias y transmisiones. Al mejorar la condición social de los artistas se acentúa su movilidad, son más estimados, son mejor pagados. Se han encontrado muchísimos documentos sobre este lo que se paga a los artistas. Mi hijo Fernando ha estudiado muy detalladamente el pago a los artistas en el siglo XVI en España, pero es difícil interpretar esos pagos por no conocer exactamente el valor de la moneda. Pero se mueven en un nivel de holgura que les permite ir de un país a otro muchas veces y conocer diferentes lugares. Hay un trasiego de influencias, de posesión de los descubrimientos de otros artistas. Se leen los textos de los clásicos y de los modernos que también escriben sobre arte. El Greco anotaba los márgenes de su Vitrubio y tiene una gran cantidad de ideas sobre arquitectura y arte, que se han conocido hace cuatro días. A veces se enfrenta a un gran maestro romano, con la convicción de que tenía una distinta voluntad artística.
El arte se convierte, pues, en el centro organizador de la vida en los países de Europa en la época del Renacimiento. Hay un elemento que hay que tomar en cuenta: es el lujo. Europa crea bastante riqueza en este tiempo, que proviene de muchas cosas. Es el caso del comercio de la lana, creador de gran riqueza en España e Inglaterra. En una provincia que era relativamente pobre como Soria había grandes rebaños de ovejas y el palacio de los condes de Gómara, palacio renacentista enorme en el centro de Soria capital era debido a la riqueza de la lana. Luego vino la seda, el comercio de las especias, el comercio de América. Existe un enriquecimiento en toda Europa.
Gran cantidad de palacios de nueva construcción en Italia, Francia, Austria, en España mucho menos, a pesar del oro y la plata de la Indias, que no hacían más que cruzar España, no se quedaba. Se invertían principalmente en las empresas transnacionales que parecían importantes para España, como por ejemplo la lucha contra la reforma, la defensa del catolicismo, las guerras de Flandes, las guerras contra Inglaterra.
Los palacios de los nobles españoles eran sumamente modestos, caserones con escudo, y cuando tenían algo más de dinero y querían hacer algo se hacían construir una espléndida capilla en la catedral correspondiente. Comparen una catedral española y una catedral francesa, estas últimas tienen las naves y punto final, las catedrales españolas consisten principalmente en capillas, costeadas por tal o cual noble, por ejemplo en Toledo. Como ven son dos maneras de sentir el lujo y la religión. Dos maneras de valorar la riqueza o el dinero.
La riqueza no había llegado todavía mucho a Inglaterra, luego lo sería como consecuencia del comercio exterior y las posesiones fuera de las islas británicas. Algo parecido le ocurría a Holanda, no digamos a los países escandinavos. Había un predominio de la riqueza de las ciudades italianas, no de todas, sobre todo las ciudades comerciales como Génova o Venecia. El comercio del Mediterráneo todavía subsiste, pero va a disminuir considerablemente por la cada vez mayor presencia turca y porque el Atlántico va a tener una importancia cada vez mayor.
Braudel hizo el estudio del mundo Mediterráneo, principalmente desde el punto de vista económico, en la época de Felipe II. Otro historiador: Pierre Chaunu ha realizado un enorme estudio sobre Sevilla y el Atlántico, sobre los primeros siglos de la economía americana. Pero durante los primeros tiempos la economía de esas ciudades italianas no se vio afectada por los cambios históricos. El caso de Barcelona es también significativo, su prosperidad disminuyó mucho con el protagonismo Atlántico y apareció el bandidaje al empobrecerse, como se refleja en el Quijote y su referencia al bandidaje de Cataluña. No se recuperó el nivel de riqueza hasta los decretos de Nueva Planta en los primeros años del siglo XVIII, al desaparecer las aduanas interiores y abrirse el comercio con América, y la emigración a este continente.
El desarrollo del arte, como vemos, también tiene una base económica. Aunque siempre queda la duda de como se pudieron hacer las fantásticas catedrales de la Edad Media con los escasos recursos de ese tiempo. Si un país quisiera construir una de las grandes catedrales, como Chartres o Toledo o Sevilla. No habría riqueza para costearlas, porque el trabajo se pagaba muy poco. Solamente un retablo sería hoy impagable, no sé si se ha realizado el cálculo de lo que podría costar, pero lo que hoy se puede considerar como comparable es el costo de las autopistas. En el Renacimiento la producción total del arte puesta en términos económicos sería algo realmente asombroso.
En Europa desde mediados del siglo XV a finales del siglo XVI pone la vida a una carta, la carta de la belleza, cosa nueva, porque interesa la belleza como tal. Esto tuvo mucho que ver con el advenimiento de la Reforma. Hay problemas teológicos, problemas de conciencia, de religiosidad profunda, lo que ustedes quieran, pero es evidente que un detonador de la Reforma es el escándalo que le produce a Lutero, Roma. Pero Roma era esto. Era la cabeza de la cristiandad, la residencia del Pontífice y era un emporio de arte, de belleza, de belleza de todo tipo, pagana, cristiana. Todo esto puesto al servicio de la religión, pero muy indirectamente. Esto se asocia a una cierta vida licenciosa, la poesía, la literatura en general y las costumbres. Y este buen monje sajón llega Roma, se encuentra con todo esto, con sus corrupciones, con todos los defectos, y esto le produce una impresión e escándalo absoluto.
En gran parte ese escándalo es producido por el culto a la belleza, la fascinación por el arte. Esto le resultaba desconocido, y le parece que es lo que cuenta. Pero tampoco era eso, pues la religiosidad seguía siendo profunda, tanto en católicos como en protestantes, el ascetismo estaba presente. La figura de san Ignacio de Loyola es de una austeridad y de una dificultad enorme, se recorrió media Europa a pie y cojeando de una herida de guerra en el sitio de Pamplona. Llegó a Jerusalén andando y se movió por todas partes con un atillo y un bastón por todo equipaje. Con una especie de ascetismo que nos parece inhumano. No era solo en Papa Borgia el único que representaba el cristianismo en esos años.
Todo esto no lo llegó a entender Lutero, que solo vio corrupción. Lo que llevó a una ruptura que significa la de dos concepciones distintas de la vida y de la religión. Su reacción será la de entrar a saco en todo lo que había entonces. Veía a Roma como a la antigua Babilonia, la ramera de la Iglesia, son expresiones que emplea todo el tiempo. Hay una especie de intolerancia hacia este mundo, que podría tener elementos de novedad, de sorpresa, de escándalo, pero a lo largo de la historia ha habido mucha diferencia entre los países, frente a la homogeneidad actual. Se vestía de una manera distinta en cada sitio y de cada profesión o rango social, ahora es muy difícil adivinarlo.
Viendo los cuadros de los diversos de los distintos países es posible distinguir a las personas según sus formas de vestir. Cosa ya difícil a partir del siglo XVIII, por la progresiva homogeneidad en la indumentaria. Los retratos de Washington se parecen bastante a los de Carlos IV. Se produce una uniformización que antes no existía. Pero siempre en las clases más altas, cosa que en las más populares, todavía se ven en sus características propias. Los viajes de Moratín por distintos países de Europa son buena muestra de ello, con personajes llenos se sabor popular.
En esa época se van formando los estereotipos de los países. Se forman las figuras de los países según una visión muchas veces caricaturesca, como por ejemplo en las obras de Gracián. Se identifican por diferentes rasgos los países. Todavía en tiempos próximos había unas figuras que se vendían en forma de postales sobre la diferentes regiones españolas, esto hacía que hubiera una idea muy ligera, pero intuitiva de cada provincia o región española. Ahora esto no existe, incluso se está borrando esa imagen sobre los diferentes países, por la uniformidad de las vestimentas.
En el Renacimiento esta uniformidad no existía, y había una mayor sorpresa, con choques, a veces incomprensiones y odios. La Leyenda Negra antiespañola se nutrió mucho de esto. Se culpa a los españoles de la expulsión de los judíos, pero en Italia llamaban judíos a los españoles, porque había muchos judíos en España antes de su expulsión o se pensaba que era así. A veces se juzgaba a un pueblo por lo contrario de lo que era.
Por primera vez la comunicación entre los pueblos de Europa era posible, porque antes no lo era, la gente viajaba muy poco. Solo viajaban los estudiantes siguiendo a sus maestros, a Oxford, París, Salamanca, Bolonia. Aprovechando el cristianismo y la cultura latina europea esto era posible, pero de manera muy minoritaria. Pero poco a poco empiezan a surgir las barreras nacionales como consecuencia de las barreras lingüísticas, y por la aparición de los estados modernos. La religión será la religión de cada país.
Las diferencias se acentúan, al mismo tiempo que se hacen presentes los diferentes países que van surgiendo. Al arte tiene una importancia capital, porque el arte es visible. La arquitectura tiene una importancia inmensa. Las ciudades son el resultado de la arquitectura. La impresión de un grabado antiguo de una ciudad es de belleza. La ciudad antigua es un conjunto armonioso y bello. Como en los grabados que mandó hacer Felipe II a Antonio de las Viñas, todas las ciudades españolas eran bellísimas, como se ha visto en esos grabados, que hace unos años fueron reproducidos en un libro muy bello. La arquitectura tenía un sentido utilitario, pero también ornamental, lo lograban con formas armoniosas, de torres, cúpulas, tejados. Lo único que se parece hoy a una ciudad antigua es Nueva York, porque tiene Skyline, tiene perfil.
La torre aparece como elemento decorativo en los pueblos sencillos, aunque Jovellanos tuviera hostilidad a las torres, pues le parecía un desperdicio en una buena economía. Pero cómo levanta el paisaje, qué magnífica inversión es una torre. Los pueblos sin torres son tan deprimentes.
Ahora se ven las catedrales como si fueran algo solo para la Iglesia, pero era lo verdaderamente comunal, donde se hacía la vida de relacíón. Imagínese lo que era tener la catedral de Toledo en tu ciudad. La vida religiosa era un espectáculo público del que gozaba todo el mundo. Era lo más comunal que había. El goce artístico que suponía tener cerca una gran construcción catedralicia era muy grande, las obras artísticas además no había que traducirlas. Esta es la diferencia frente a la literatura o el teatro o el pensamiento. Los habitantes de la Edad Media casi todos analfabetos, eran, sin embargo conocedores de las sagradas escrituras por las ilustraciones de la fachadas de las iglesias y de las obras de arte que las representaban. Eran propiedad comunal, propiedad comunal de Europa. Hay un entrelazamiento de influencias y de gozo general de esta magnificencia, de este esplendor, de belleza y de grandeza.
Lección VII: Lo germánico y lo románico: Lutero y la Reforma
Se hacía sentir desde hacía mucho tiempo, incluso desde fines del siglo XIV, y durante el siglo XV, una necesidad de reformas dentro de la Iglesia. Había habido una serie de herejías a lo largo de la Edad Media, pero que no tenían grandes consecuencias. Es el caso de los cátaros, los albigenses, posteriormente los husitas, particularmente en Bohemia... fenómenos bastante localizados y que no tenían mucho arraigo ni perduración.
Había bastante desorden eclesiástico, la moralidad del clero no era lo deseable. Es decir la necesidad de una reforma se hacía sentir muy vivamente durante más de un siglo. En cambio la reforma luterana tiene un carácter muy distinto, desde los primeros decenios del siglo XVI y tiene una continuidad que se prolonga hasta hoy. Además es el fermento de otra serie de movimientos religiosos distintos del luteranismo, pero que sin embargo hacen causa común con él. Se constituye una comunidad protestante, que como comunidad propiamente no existe. El número de confesiones que se denominan protestantes es enorme.
La reforma luterana tiene una consecuencia sumamente grave, que es la división de la cristiandad. Es otra cosa que los movimientos heterodoxos que aparecen en el cristianismo medieval, más bien eran erupciones parciales dentro del cuerpo general de la Iglesia. Esto tiene una razón más allá de lo puramente religioso, al mezclarse lo religioso con elementos enteramente distintos, elementos sociales y elementos históricos. Creo que se trata de la irrupción de lo germánico frente a lo románico.
Lo románico ha sido dominante, desde que el centro de la cristiandad era Roma, salvo el periodo de Avignon, que fue uno de los síntomas de trastorno dentro de la iglesia en la Edad Media, en el momento en que hay dos Papas, y en algún momento tres. Todo esto eran aflicciones dentro de una Iglesia establecida. Además los países de mayor influencia en la Iglesia eran las ciudades italianas, España en la medida en que es cristiana y una gran parte Francia, con un peso enorme en la Edad Media. Por razones demográficas y de riqueza material. Al mismo tiempo está la universidad de París, que es un centro intelectual y teológico de gran importancia en toda Europa. Por todo ello la influencia románica es decisiva en la Iglesia hasta el Renacimiento.
Martín Lutero nació en el año 1483 y murió en el año 1546, era un alemán sajón, originariamente eclesiástico de la orden agustina. Tuvo una vida religiosa muy intensa, era un monje muy cumplidor. No era versado en hebreo ni en griego, manejaba algo estas lengua, pero trabajaba cotidianamente con los textos latinos. Tradujo al alemán, primero el Nuevo Testamento, luego el Antiguo Testamento, y lo tradujo a uno de los dialectos alemanes, al "alto alemán" o "hochdeutsch", que recibió de Lutero un impulso tan importante como para convertirse en la lengua culta de Alemania, lo que llamamos hoy alemán, simplemente.
Escribe Lutero en alemán la mayor parte de su obra, lo cual es significativo, pues era el latín el idioma de la mayor parte de los católicos, el luteranismo se realiza en forma escrita y en forma hablada muy principalmente en lengua alemana, lo cual indica la vinculación a lo germánico y que los destinatarios de la obra de Lutero son precisamente los alemanes. El año 1510 Lutero está en Roma, y le produjo verdadero escándalo. Encontró una Roma refinada, paganizada, volcada a las formas artísticas contemporáneas, con un culto por la belleza en todas sus formas, incluidas las formas reales y vivientes. Cierta corrupción de costumbres, de paganismo. Todo esto le parece, a este austero sajón, una tremenda corrupción, nada que ver con el auténtico cristianismo.
Lutero tiene una idea del cristianismo muy directamente bíblica. El rasgo que va a diferenciar al luteranismo frente al catolicismo es su apego extraordinario a la Biblia, contrario a la actitud de los países católicos, que han tenido muy poca frecuentación de la Biblia. Los protestantes han tenido en sus casas siempre un ejemplar de la Biblia, en los países católicos empieza ahora a tenerse en casa, aunque temo que no se lea mucho.
La contrapartida de esto, que es encomiable, ha sido en fijarse exclusivamente en la Escritura y considerar que la religión se agota en la Escritura. Esto no lo ha creído nunca el catolicismo, pues considera que la Revelación termina con el último apóstol, pero sigue en la vida de la Iglesia, y hay lo que se llama la Tradición. Es un error del protestantismo el fijarse solo en la Escritura, incluso se puede prescindir de ella si no se está de acuerdo con cierta parte de la misma.
Esta mala impresión que la produjo a Lutero la vida de Roma, fue muy importante, quizá no inmediatamente, pero fue fermentando en el alma de Lutero. Le llevó a una actitud de desprecio y de desconfianza hacia Roma. Aparece una incompatibilidad de estilos, más importante de lo que parece. Algo parecido a lo que contaba el cardenal Newmann, que tenía un gran empeño por explicar a los ingleses que ser católico no quería decir ser italiano. Por eso mismo el profundo germanismo de Lutero lo hace sentirse incómodo ante lo romano.
A todo lo anterior hay que sumar el asunto de la Indulgencias, que parece lícito y valioso, se había convertido en un gran negocio. Pero valiéndose de esa excusa y de otras más rompe con la Iglesia y la autoridad del Papa, llegando a inventar un contenido doctrinal bastante alejado del Catolicismo.
Lutero es consciente de la nación alemana, pero que le faltaba una figura estatal, que ya estaba fraguando en Francia o Inglaterra, ya en España, pero en Alemania había una fragmentación enorme, además en continuo cambio. El principio moderno de una religión en un estado, produciría una locura ante esta fragmentación. El que en un principado se siga una religión y en el contiguo otra distinta, resultará un disparate.
El mundo alemán es para Lutero lo inmediato, lo más importante. Es un mundo muy complejo, porque había en primer lugar el Imperio, continuación del Sacro Imperio Romano Germánico, que luego se trasladará a Austria, pero hay además los príncipes, las ciudades... y hay también un pueblo campesino que va a tener una importancia extraordinaria. El Emperador es Carlos V, pero es primariamente rey de España, magistratura más importante, pero la Reforma afecta a Carlos V por su condición de Emperador. Los que han iniciado esa reforma son súbditos del Emperador.
Cuando Carlos V abdica del Imperio en su hermano Fernando, el centro pasa a ser Viena. Pero Viena pertenece a la parte de los países germánicos romanizados, frente a aquellos no romanizados, que es a los que se dirigía Lutero. Hay una gran diferencia entre los países germánicos, entre los que fueron romanizados, como Austria y Baviera, algo de Renania y los que no fueron romanizados. Estos últimos mantienen una actitud meramente germánica, aquellos en los que va a prender más el protestantismo. Esta diferencia entre lo germánico y lo románico se extienden también a los países de lengua alemana.
Austria ha permanecido católica, Baviera también, lo mismo con una parte de Renania. En cambio Westfalia y las demás partes de Alemania es donde prende realmente el luteranismo, y los otros países que dependen del Imperio y no son germánicos, permanecen fieles al catolicismo, como en caso de los checos, eslovacos, polacos. Las otras partes eslavas, no relacionadas con el Imperio, gravitarán hacia el mundo ortodoxo, del cristianismo griego.
Es una historia complicada y no se entenderá la historia de Europa si no se tiene en cuenta esta situación. Va a haber una oposición al imperio austriaco por parte de los alemanes protestantes, rivalidad que se va a mantener hasta nuestra época. Cuando en el siglo XVIII adquiere gran importancia Prusia, puramente luterana, mantendrá una rivalidad con Austria, que seguirá en el siglo XIX, fomentada por Bismarck. En 1866 Prusia derrota a Austria, a partir de entonces se cimentan las bases del Imperio Alemán, con capital en Berlín, como nuevo centro de lo germánico, frente Viena.
La Reforma es originariamente germánica. Es la entrada en el mundo religioso y no solo religioso de lo germánico. Junto a Lutero aparece un gran humanista Melanchthon, que quiere decir en griego "tierra negra", y otros que escriben también en alemán. La patria de los humanistas era la lengua latina, pero estos humanistas, luego luteranos, fueron una excepción. Hay otra figura de la Reforma, muy importante, que era Zwinglio, suizo de lengua alemana.
El luteranismo se extiende sobre todo a la zona de Alemania indicada anteriormente, a la Suiza de habla alemana, a Estrasburgo, ciudad alsaciana, gravitando siempre entre Francia y Alemania, donde se habla un dialecto alemán, aunque se ha sentido más francesa que alemana a lo largo de la historia.
Luego aparece una figura muy importante, que es Calvino, francés. Escribe en latín o en francés, pero al final se establece en Suiza, en Ginebra, ciudad de lengua francesa, con conexión estrecha con la Suiza alemana, la mayor porción de Suiza. Calvino va a tener una influencia muy considerable, puesto que lo que prospera del luteranismo fuera de la zona germánica es el calvinismo. En Holanda no son luteranos, son calvinistas, lo mismo que en Escocia. En Inglaterra, a medida que el anglicismo se acerca al protestantismo, se ve más influida por el calvinismo, sobre todo la iglesia presbiteriana.
La influencia del luteranismo queda restringida a lo germánico, en cambio la parte del mundo germánico romanizado se mantiene fiel al catolicismo.
Por otra parte hay una violencia extraordinaria. La Reforma aparece asociada desde el principio a movimientos sumamente violentos, no solamente a los choques entre católicos y protestantes, que van a combatir en Alemania muy directamente, sino que existe también la tremenda guerra de los campesinos, guerra terrible, fuera del mundo alemán no se tiene idea muy precisa. Lutero tomó pronto partido contra los campesinos. Hay un profesor protestante de París que da los siguientes datos sobre esa revuelta campesina: costó cien mil muertos, cinco mil anabaptistas fueron ejecutados, se incendiaron unos mil conventos y castillos. Terrible violencia religiosa solo en Alemania.
Las guerras religiosas en Francia entre hugonotes y católicos durante el siglo XVI fueron tremendas. Las violencias fueron enormes en los Países Bajos, también en Inglaterra y en Escocia. En España no hubo todo esto, pero existió la Inquisición, lo que supuso un precio bastante oneroso. Evidentemente el número de víctimas de la Inquisición es pequeñísimo, aunque su influencia social fue muy grande.
Lo importante es que se produce una división enormemente profunda en Europa, hay intentos de avenencia, con diversos fracasos y finalmente la Guerra de los Treinta Años, desde 1618 hasta 1648, que termina con la paz de Westfalia. Fue de una ferocidad absolutamente increíble, con una capacidad de devastación y de crueldad, que dejó a la mayor parte de Europa en ruinas. España no se vio afectada porque no se combatió allí. España interviene en la guerra junto con el Imperio austriaco, contra los países propiamente protestantes y contra Francia, que siendo un país católico, Richelieu hace que luche con los protestantes contra los católicos. Por razones políticas más que religiosas.
LAs zonas en que se combatió fueron devastadas, incendiadas, saqueadas, llenas de crímenes. Europa quedó en gran parte arruinada, pero no se resolvió nada. Ni los católicos eliminaron el protestantismo, ni los protestantes eliminaron el catolicismo. La terrible partida quedó en tablas. Entonces se produjo la necesidad de aceptar la situación de una Europa dividida. Se llegó a la idea de que había que entenderse. Se llegó al concepto del equilibrio europeo, el precipitado de la Guerra de los Treinta Años.
En dicha guerra se fue produciendo un progresivo aumento de la politización, en que lo religioso pasa a un segundo plano. Es una guerra llevada a cabo en gran parte por tropas mercenarias, de gran eficacia y ferocidad, con grandes jefes militares. Tropas inseguras, dependientes de quien pagaba mejor.
Se produjo finalmente una alianza contra España, con el pretexto del catolicismo, pero en el fondo contra España. La Leyenda Negra fue un factor de resonancia para justificar esa alianza, aunque arranca de muy principios del siglo XVI, pero tiene un rebrote extraordinario a mediados del siglo XVII. Leyendo a Quevedo o, sobre todo, a Saavedra Fajardo, el gran diplomático de la época, que estuvo metido en el mundo de la alta política en la Guerra de los Treinta Años. Tiene conciencia de que se está produciendo ese fenómeno de la Leyenda Negra, con la utilización de las obras de Las Casas. Añade que como no se puede acusar a España de crímenes o maldades en Europa, se busca un testimonio de algo lejano e incomprobable y se utiliza este testimonio para justificar los ataques contra España. Es un testimonio de gran clarividencia.
Es curioso que ha habido una muy buena prensa del protestantismo, fenómeno bastante interesante. Esa buena prensa en gran medida era consecuencia de que se movía contra lo español. País que estaba en todas partes, se tropezaba con ella demasiado, con sus inmensos territorios de su Monarquía en dos hemisferios. La hostilidad es muy marcada, mucho más grave que contra el Imperio austríaco, mucho menos importante que España en esos años.
Lo interesante es que esta situación de propaganda antiespañola, que es un pretexto, va consolidando una idea: la supuesta superioridad de la Europa protestante sobre la católica. Es significativo que en el siglo XIX, hay un libro excelente, que admiro mucho, de François Guizot, gran historiador y político francés de tiempo de Luis Felipe. Escribió un libro extraordinario, titulado: "Historia de la civilización en Europa", libro sumamente inteligente. Guizot era protestante, era hugonote, y participa de esa idea de la superioridad de la Europa protestante, pero Francia descompone el cuadro. No es fácil hablar de la inferioridad de Francia en 1828, que es cuando escribe este libro. Entonces tiene que hacer malabares para justificar su tesis a favor del protestantismo.
Es interesante tener en cuenta que nuestro pensador español Balmes, escribe un libro poco después, que se titula "El protestantismo y el catolicismo en su relación con la civilización", donde defiende la tesis contraria a Guizot. Mejor el libro de Guizot. Pero el que reaccionó de manera más inteligente fue Unamuno. Sostenía que ninguno de los dos tenía razón, y que la función de la religión no es favorecer la civilización, sino santificarnos y salvarnos, y si encima favorece la cultura, miel sobre ojuelas.
Toda esta buena prensa del protestantismo, movida en gran parte por hostilidad a España, y que va a producir esa actitud favorable a las naciones protestantes, va a cambiar luego. Porque empieza a surgir una tendencia al descreimiento, y de hostilidad a toda religión, como ocurrirá en el siglo XVIII. Desde ese tiempo aparece una actitud anticristiana sin más, por parte de los ilustrados franceses y de otros países. Cambio muy importante que estudiaremos más adelante.
A esto se añade, desde el año siguiente a la muerte de Lutero, el comienzo del Concilio de Trento, con la participación de todos los países de Europa, y un peso muy considerable de España. La compañía de Jesús y los dominicos son los que llevaron la voz cantante. Se pelearon bastante entre ellos. Es conocida la anécdota de Melchor Cano, dominico, en una polémica con los jesuitas, uno de éstos le dijo, aludiendo a su pelo rojizo: "Rubicundus erat Judas", a lo que respondió Melchor Cano: "Pero de la Compañía de Jesús". Lo importante es la representación de todo el orbe católico, y además supuso un reajuste, lo que se llamó la Contrarreforma, pero primariamente fue una reforma dentro del catolicismo, de la ortodoxia dogmática, de la conservación de los sacramentos, de la obediencia al Papa.
El Concilio de Trento fue un reajuste de la moral, del comportamiento del clero, del rigor intelectual, con respeto a la estructura general de la Iglesia y a su continuidad. La afirmación de la libertad frente a la idea de la predestinación, pues los protestantes, muy principalmente los calvinistas afirman la predestinación, por ejemplo Calvino considera que el hombre está corrompido por el pecado original, considera que la concupiscencia es pecado. Los católicos nunca han creido que la concupiscencia fuera pecado, lo que es pecado es consentir a ella, pues la tentación de pecar es involuntaria, es pecado que yo consienta la concupiscencia, la tentación.
Esa idea de la predestinación encierra un profundo pesimismo sobre la condición humana, por eso se insistía, y Lutero lo subrayaba, en la fe. Solo la fe basta, los católicos afirman la fe pero añaden las obras. Es menester que el hombre colabore, primero con la aceptación de la fe y luego con las obras. El éxito será visto por los calvinistas como una señal de la predestinación. Cuando se entibia el sentido religioso, que lo tenían muy profundo, se transforma en un optimismo general, de las sociedades protestantes. El pesimismo teológico se va convirtiendo en una especie de optimismo del éxito, primero visto como indicador de la mano de Dios y luego se tomará como prueba de la bondad de la sociedad más secularizada.
La actitud del catolicismo va a llevar durante el siglo XVII, de la mano de los jesuitas, a un fenómeno llamado casuísmo. Los jesuitas defienden mucho más la libertad humana, más que los dominicos. es el examen de los casos de conciencia, no aplicar una norma invariable en el comportamiento moral, sino considerar cada caso. Es una moral circunstanciada, en cada caso se examina la situación personal. Por eso tomaron fama los jesuitas de tener "manga ancha". Esto es sumamente agudo y original . Eran muy rigurosos en cuanto al dogma y más tolerantes en cuestiones de moral. Actitud que tuvieron los jesuítas durante todo el siglo XVI y el XVII, el siglo XVIII la cosa cambia.
Una actitud más próxima a los protestantes será la de los jansenistas, con un mayor pesimismo respecto de la condición humana y con una rigurosidad mucho mayor que los jesuítas en cuanto a la moral. Los jesuítas favorecían la "frecuente comunión", cosa que los jansenistas no consideraban, e insistían mucho más en el rigor del comportamiento. Ahora esto ha cambiado, la comunión es sumamente frecuente en los católicos. La confesión casi ha desaparecido, por una parte justificada, debido a los excesos de las "beatas", y la consideración de los pecados mortales como exclusivos de la confesión, que no son tantos, ni son tan fáciles.
Ahora estamos hacia la posición de los jesuítas, no a la jansenista. El casuismo, pese a sus excesos, era una actitud inteligente. Los tratados sobre el matrimonio de Sancha o de Salazar eran obras de una enorme agudeza, además tenían un gran valor fuera de los religioso como análisis sociológico sobre las relaciones humanas, cosa que se fue perdiendo.
Hay una pluralidad de formas de religiosidad, que tienen que ver con lo que llamamos las instalaciones nacionales, esto es curioso. La ruptura de la cristiandad, que se produce desde comienzos del siglo XVI, es fundamentalmente un resultado de la incomprensión, de la intolerancia y del embalamiento soberbio en las doctrinas propias. Es sumamente frecuente que el hombre que tiene una doctrina, no suficientemente justificada o particular, pero se embala en ella absolutamente.
La salida que tuvo esta situación de apasionamiento y de intolerancia religiosa en los siglos XVI y XVII, no fue una salida hacia la concordia, hacia la comprensión, fue una salida, curiosamente, hacia la irreligiosidad. En varias etapas: la Ilustración, el revolucionarismo, el marxismo, movimientos todos hostiles a la religión. Quizás la única gran figura que mantuvo la actitud de la concordia, de la tolerancia, fue Leibniz, que era protestante, pero que se sentía muy próximo al catolicismo. Su mente era más católica que protestante, pero no quería convertirse, quería que se unieran las iglesias, y tuvo una serie de gestiones con Bossuet en Francia, con el obispo Rojas Espínola en España para llegar a la unión de las iglesias. Hay un libro excelente de Jean Baruzi sobre el esfuerzo de Leibniz para llegar a una concordia de las iglesias que todavía continúa después de dos siglos y medio.
Lección VIII: Religión y política
Se trata de la época del Renacimiento, del comienzo de la modernidad. Hay una idea muy difundida, que es considerar que el Renacimiento y el principio de la Edad Moderna son una época de debilitamiento de la religiosidad. Se tiene la impresión de que la Edad Media fue una época muy religiosa, pero el Renacimiento y la Edad Moderna no lo eran. Esto es una interpretación desenfocada, porque es una época de enorme pasión religiosa, incluso lleva a la violencia, llena de guerras de religión. Lo cual puede ser negativo en muchos aspectos, pero no indica falta de religiosidad, más bien es lo contrario.
En ese tiempo aparecen una serie de formas religiosas nuevas, desde la "devotio moderna", en Flandes y parte de Alemania, hasta las diversas formas de religiosidad protestante, que son innovadoras, muy apasionadas, simamente vivas. Las nuevas órdenes religiosas católicas, como la gran orden religiosa moderna: La Compañía de Jesús, que va a tener una importancia excepcional.
Durante la Edad Media ha habido varias órdenes religiosas de gran influencia, como la orden de San Benito, la más importante, luego, durante el siglo XII aparecen las órdenes mendicantes de los franciscanos y de los dominicos. Pero en la Edad Moderna aparece una orden nueva, con caracteres modernos, que tiene una importancia extraordinaria, y supera en alcance y en influencia a las demás órdenes medievales. Además surge el oratoria en Francia, con una importancia grande, la reforma carmelita, influyendo mucho en España, y posteriormente en muchas partes de Europa. El jansenismo como forma de religión, principalmente en Francia, aunque luego se extiende a otros lugares.
Surgen toda una serie de figuras de gran importancia religiosa, como Tomás de Kempis, Savonarola, Giordano Bruno, Lutero, Calvino, San Ignacio, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Pascal, Servet, John Knox. Católicos, protestantes, incluso heterodoxos sin adscripción concreta. Hombres y mujeres de una viva sensibilidad religiosa y un apasionamiento por la religión extraordinario. La imagen de una época desinteresada de la religión, descreída o indiferente es falsa. Hay elementos que tienen que ver con ello, casos de incrédulos, incluso ateísmo. Ortega decía que todos los ateos de esta época eran "insignes botarates", gente frívola, en definitiva. Tenía mucha más consistencia los hombres religiosos, de una u otra observancia.
Sin embargo hay que reconocer que hay cambios en la vida religiosa moderna, desde el Renacimiento, respecto de la vida religiosa de la Edad Media. No es una pérdida del sentido religioso, más bien hay un plus de apasionamiento. Lo que se ha perdido es la instalación en la religión, que era muy estable. A partir del Renacimiento la religiosidad se vuelve polémica, es combativa, con frecuencia llega a ser beligerante. Se produce la ruptura de la unidad de la cristiandad, que va quedar escindida de una manera permanente.
Esta ruptura de la cristiandad va unida a una voluntad de homogeneidad en cada porción. En la Edad Media había una unidad, que era la cristiandad, y dentro de ella el hombre europeo se sentía en su casa. Desde la Reforma no va a ser así. Europa queda dividida, en dos campos. Uno de ellos con disensiones internas. Sin embargo hay esa voluntad de homogeneidad propia de la Edad Moderna, propia del racionalismo incipiente. Es lo que llevaría a la expulsión de los judíos en España.
Se pensaba que si España era un país cristiano, y lo era desde la toma de Granada, los españoles son cristianos, o deben serlo. Este razonamiento no se hubiera hecho en la Edad Media, en ese tiempo no se pensaba eliminar una opción religiosa por ser diferente. En cambio en la Edad Moderna sí se veía como necesario. En cada porción de territorio europeo se aplicaba la exclusión religiosa del otro. Se aspira a la unidad, a la uniformidad, a una situación religiosamente homogénea, aunque Europa quede dividida en campos irreconciliables. Situación enormemente curiosa.
Desde el Renacimiento, y muy principalmente en el siglo XVI, se produce una ideologización de la creencia religiosa. La creencia es algo en que se está, la idea es algo que se tiene (Ortega). Una idea es una cosa que hay que poner a prueba constantemente, que no es segura. En la creencia se está, en las creencias fundamentales, ni se piensa en ellas, no se sabe que se está en ellas, hasta que por alguna razón se ponen en crisis o fallan.
En la época renacentista las creencias religiosas se empiezan a manejar como ideologías, fenómeno muy curioso, porque en el siglo XVIII ocurrirá algo inverso: el uso credencial de las ideas. Los ilustrados, muy especialmente los franceses, utilizan las ideas de una manera credencial, no como ideas sometidas a crítica, a discusión, buscando la prueba en cada momento. Los dos usos de la religión, que hemos visto, son inadecuados. Es algo muy grave, creo que en esto no se ha solido reparar. Vean como se comporta frente a la religión la Revolución Francesa, usando las ideas de manera inquisitiva.
El pensamiento del siglo XVII es un pensamiento creador, es el caso de Galileo, Descartes, Leibniz o Newton. Sin embargo los "philosophes" del siglo XVIII, que no son creadores, usan las ideas filosóficas y científicas como si fueran creencias. Esto desembocará en la Revolución Francesa.
Se produce además la intervención de los poderes temporales en la religión, desde la ruptura de la cristiandad. Esto es sumamente curioso. En el campo de la religión aparece algo que había sido ajeno a ella, el partidismo. Una especie de politización de la religión. Cuando era niño se rezaba por "la paz entre los príncipes cristianos", vieja fórmula que he oído, idea vigente en la Edad Media, que aparece en la actitud de Carlos V. Esto lo estudió muy bien Menéndez Pidal. Carlos V quería hacer la "Universitas cristiana", la paz y concordia entre los príncipes cristianos. La guerra contra los infieles parecía aceptable, pero frente a los príncipes cristianos parecía un mal que se quería evitar.
Pero ahora los príncipes cristianos están divididos, unos son católicos, otros son protestantes. La política interviene en la religión, es el caso de la Inquisición española, fundada en tiempo de los Reyes Católicos. Es un instrumento religioso en un sentido, pero al servicio del Estado. Fue la única potestad que tenía un alcance nacional. Los dos reinos originarios perviven dentro de la nueva nación de España, pero la Inquisición española tiene jurisdicción en los dos reinos al mismo tiempo. Es un instrumento del poder, pero a veces entra en conflicto con los reyes, con el poder mismo, como en el proceso del arzobispo Carranza, cuestión muy inquisitorial, pero el rey no estaba de acuerdo con ello. La cosa fue a Roma, pero al arzobispo no volvió a su diócesis de Toledo.
En el siglo XVIII ocurrió algo similar a Macanaz, ministro del rey Felipe V, que presentó un documento sobre la política a seguir en ese siglo en relación con la Iglesia y el Estado, documento secreto, del que una copia llega a manos de Inquisidor General, como consecuencia denuncia a Macanaz. Lo quiere apoyar Felipe V, y no lo consigue. Macanaz tuvo que salir de España, pasó gran parte de su vida en el destierro, actuando como agente del rey, tanto de Felipe V como de Fernando VI, pero no podía volver a España, porque la Inquisición lo hubiera perseguido. Situación bastante curiosa.
Por otra parte, en Inglaterra, el anglicanismo es la culminación de la interferencia del poder público en la Iglesia. El rey de Inglaterra es la cabeza de la iglesia anglicana, lo mismo que ahora lo es Isabel II. La reforma luterana culmina con una serie de interferencias de los príncipes, de los grandes señores alemanes, que en gran parte apoyan a Lutero, y Lutero también los apoya en sus luchas con los aldeanos. Hay pues toda una serie de interferencias entre el poder político y la religión. Lo mismo ocurre con el calvinismo, en las ciudades suizas, los Países Bajos y en Escocia.
Hay un caso muy curioso, es el de Francia. Los protestantes franceses, los hugonotes, una minoría bastante pequeña, en torno al diez por ciento de la población, pero tienen mucha influencia y actúan como un partido. No se enfrenta directamente al torso católico de Francia, sino a la liga de la poderosa familia de los Guisa. Los reyes se inclinan de un lado y del otro. La matanza de San Bartolomé fue un intento de eliminar a los hugonotes, matanza pavorosa. La Inquisición española fue como unos fuego florales comparada con la noche de San Bartolomé. Hubo una intervención del poder real favorable a esta matanza, también apoyada por Felipe II.
Las guerras religiosas de esta época fueron de un encarnizamiento feroz en el siglo XVI en Francia. Hay un libro de Montluc sobre estas guerras, realmente espeluznante, de una ferocidad tremenda. Lo mismo que la guerra de los aldeanos en Alemania. Esto se prolonga hasta el siglo XVIII. Esta situación se empieza a resolver cuando Enrique IV d Navarra, que era protestante abraza el catolicismo, con su famosa frase: "París bien vale una misa". Entonces se consolida la unidad de Francia. Entonces la guarnición española sale de París con las banderas desplegadas, guarnición que defendía al catolicismo francés hasta que Enrique IV, protestante, abrazó el catolicismo.
Estas intervenciones españolas en Europa son muy poco conocidas. No se tienen en cuentas nada más que las derrotas, pero después de la derrota de la llamada "armada invencible" no se dice, sin embargo, que hasta la muerte de Felipe II, se había construido otra armada más grande que la "invencible". Se resalta la destrucción, pero no la construcción. Esto es algo característico de la historia contada sobre España.
Pero la cosa continúa en Francia con la Fronda, y en el reinado de Luis XIII y la minoría de Luis XIV. Los grandes gobernantes de Francia son sucesivamente, el cardenal Richelieu, el cardenal Mazarino y el cardenal de Retz, inistros omnipotentes de Francia. Pienso sobre qué se diría si España hubiese sido gobernada por tres cardenales, sucesivamente, cosa que nunca ocurrió. Como se hablaría del clericalismo español.
La culminación de todo este proceso de interferencia política en la religión es la Guerra de los Treinta años, del año 1618 al 1648. Fue una guerra aparentemente religiosa, una guerra entre católicos y protestantes, pero de hecho no lo fue. A veces católicos combatían en los dos bandos. El propio Descartes combatió con las tropas de Baviera, luego con las del Palatinado. Había soldados profesionales, mercenarios, a veces de mucha categoría como Wallenstein, figuras tan equívocas, que no se sabían bien lo que eran.
Wallenstein fue asesinado por los mismo católicos, porque no se fiaban de él. Ahora se están publicando las cartas diplomáticas de Saavedra Fajardo, por el académico Quintín Aldea. Hay una carta impresionante que cuenta el asesinato de Wallenstein, un oficial irlandés le clavó una lanza en el estómago, y cuenta la carta, que se produjo una explosión, como un disparo de arcabuz, y salió humo. Los gases del estómago salieron violentamente, y como era invierno se condensaron. Una escena muy dramática, como para hacer una película. Eran estas figuras que estaban al servicio de unos u otros, y seguían sus intereses particulares.
Es una guerra en la que luchan los Borbones contra los Habsburgo, Francia, país católico con reyes católicos contra otros católicos. Francia contra España y contra Austria. Inglaterra lucha sobre todo contra España, contra la Monarquía en dos hemisferios, cuyas comunicaciones con América ataca constantemente. Es decir, en el fondo, con un pretexto religioso, lo que se plantea es el problema del equilibrio europeo. Cuando la Guerra de los Treinta Años termina, después de una ferocidad increíble, en que una gran parte de Europa central quedó devastada, una de las guerras más feroces que ha habido. Recuerden los dibujos de Callot, que son aterradores, sobre las atrocidades de esa guerra.
Cuando termina la Guerra de los Treinta Años, con la paz de Westfalia, termina con una especie de armisticio, porque no se puede resolver el problema. Ni los católicos acaban con los protestantes, ni los protestantes acaban con los católicos. Hay un reconocimiento de la división de Europa. Aunque en Francia el primer reconocimiento de los hugonotes fue posteriormente revocado y continuaron las represiones contra ellos. Y aún en Alemania se sigue luchando entre los catílicos y protestantes durante todo el siglo XVIII.
Es reseñable el caso del Conde-Duque de Olivares cuando tuvo que reconocer, en 1643, la impotencia de su empeño, cae del poder y escribe un documento exculpatorio. En el cual reconoce, un caso único, de un político caído en desgracia, que para justificar su gestión, que había fracasado. En ese documento reconoce que su rival: Richelieu, ha triunfado, pero incumpliendo los principios de la moral y de la religión, y a continuación detalla loos momentos en que los ha incumplido. Lo cual demuestra lo que se entendía por política en aquellos años. Y como el criterio no era el éxito, era la fidelidad a ciertos principios morales. Este testimonio es de un interés apasionante.
Es muy raro que un político justifique su gestión y al mismo tiempo reconozca el fracaso. Insistiendo en que había cumplido las normas a las cuales se tenía que atener. Esto significaba que la religión predominaba sobre la política. No era utilizada la religión políticamente, sino al revés. Desde el punto de vista nacional la política es, a veces, equivocada, pero España creía que primero era la religión y luego la política. Se hacía una labor muy importante a la que había que subordinar los intereses particulares.
El hecho económico tan reconocido de que las riquezas de América cruzaban por España para irse a las arcas de los banqueros, y así sostener las guerras de la Contrarreforma en la defensa del catolicismo en Europa. La religión en España está menos teñida de política que en otros lugares, en esos años decisivos.
No obstante la politización produce una gran perturbación del sentido religioso. La politización y la beligerancia que acompaña a ésta. Hay una presencia de estímulos temporales muy enérgicos que distorsionan la vida religiosa.
Se produce una evidente atenuación, por ejemplo, del amor al prójimo. Incluso dentro del cristianismo se olvida la idea de Dios como Padre común de todos los hombres. Se empieza a producirse la apropiación de Dios por las naciones, como se decía del Dios prusiano. No que Dios esté sobre todos. Hay una hostilidad hacia los incrédulos y, al mismo tiempo una hostilidad de los incrédulos hacia los que creen.
Se produce una fragmentación muy profunda del cristianismo, una especia de impregnación de partidismo dentro de la religión, que no atenúa la pasión religiosa, pero esta pasión no siempre es religiosa. Se produce entonces la discordia de las opiniones; origen del escepticismo. Doctrinas encontradas y defendidas por unos y por otros, por figuras que alcanzan gran prestigio, con trasiegos de una confesión a otra. Gentes que pasan del catolicismo al protestantismo y viceversa. Esto contribuye a crear una impresión general de vacilación y de escepticismo.
Hay una serie de figuras en la frontera del siglo XVII y el siglo XVIII, entre los famosos eruditos que trabajan de forma monstruosa, como Pierre Bayle o Jean Leclerc, también el caso de los eruditos holandese de ese tiempo. Bayle escribió un enorme "Diccionario histórico y crítico", tengo la edición de 1702, que es una joya. Es una inmensa página de un diccionario lleno de citas en varias lenguas, con notas a pie de página que prolongan todavía más el texto, y más notas de las anteriores. El trabajo y la erudición de estos hombres era inmensa. Estaban en la frontera entre católicos y protestantes. Van dejando una impresión de inseguridad y vaciáción unidas a ese espíritu combativo y beligerante.
El espléndido libro de Paul Hazard: "La crisis de la conciencia europea", muestra esta situciíon intelectual con gran brillantez. Traducido por mí hace muchísimos años, libro extraordinario que da la visión de lo que era este mundo, de increíble saber, de acumulación de saberes, origen de la enciclopedias que surgirán a lo largo del siglo XVIII. Esto lleva a una época de un escepticismo generalizado, que va a terminar en un conjunto de posiciones que se combaten, como la lucha tan enconada entre jesuítas y jansenistas, que se produce en Francia durante esos años. Ambos fervientente católicos, lo que no impidió que se enfrentaran fuera de toda medida.
Pascal escribe: "Las provinciales", con un texto colérico contra los jesuítas. La posición tan enfrentada entre Bossuet y Fénelon dentro del catolicismo francés es una nueva prueba de ello. Todo esto dificultó enormemente la renovación del catolicismo, aplicando las ideas de la nueva filosofía de Descartes o Malebranche. Todo esto propició un truinfo real del sensualismo. La figura más influyente era Condillac. Los seminarios estudiaban a Santo Tomás pero la filosofía que se utilizaba en último término era la sensualista.
Al final la interferencia de la política en la religión produce una ruptura religiosa, mezclada con gran apasionamiento, aparentemente religioso, pero que no era tal en muchos casos. Llevado hasta la violencia y la guerra religiosa. Lo que terminará llevando a un escepticismo.
Lección IX: De San Ignacio a San Juan de la Cruz y Trento
Hay un siglo completo entre el nacimiento de San Ignacio de Loyola, que nació en 1491 y la muerte de San Juan de la Cruz, que fue el año 1591. Es pues un siglo entero el ámbito que vamos a considerar. San Ignacio murió el año 1556, y San Juan de la Cruz nació en 1542. En medio está Santa Teresa, que nace en 1515 y muere en 1582.
El Concilio de Trento se reune desde 1545 hasta 1563, y ese año mismo empieza la construcción del Monasterio del Escorial, que se termina el año 1586. Unsas cuantas fechas que enmarcan un siglo completo, en que como ven hay un predominio de español. Figuras españolas también en el Concilio de Trento, aunque sea un concilio ecuménico, pues España tuvo una participación particularmente importante.
Sin embargo no se trata de hablar solo de España. Todo este mundo del que vamos a hablar tiene un sentido europeo, lo que pasa es que España pesaba enormemente en el siglo XVI. La importancia y el peso de España en ese siglo es enorme. La comunidad de pueblos que están bajo el influjo de la monarquía española es muy grande, desde la toma de posesión del título de Emperador por Carlos V, la presencia en América y las Filipinas y los dominios del Mediterráneo procedentes de la Corona de Aragón. La gravitación de España en el siglo XVI es enorme. Esto justifica que los asuntos españoles sean asuntos de toda Europa.
Ignacio de Loyola era radicalmente español, pero su obra, su proyección va, desde luego, más allá. Es una figura muy compleja, muy controvertida, no muy clara de comprender, con muchas facetas. Ligada a su gran creación: la Compañía de Jesús, pero creo que insistir demasiado en ello desorienta sobre la figura de San Ignacio, como veremos enseguida. Es una fundación tardía la de la Compañía de Jesús. La vida de San Ignacio tiene una pluralidad de trayectorias.
La vida humana se entiende si se tiene en cuenta la variedad de las trayectorias personales, y esto en San Ignacio es claro. Era noble y era vasco de nacimiento, de la pequeña nobleza. En el norte de España, por la participación muy temprana en el proceso de la Reconquista, eran hidalgos prácticamente todos. Como recuerda Cadalso en el pasaje de "Las cartas marruecas", su cochero se disculpa de que no ha enganchado los caballos al coche porque han venido unos de sus súbditos a besarle la mano, porque era hidalgo, naturalmente. O como en aquel ensayo de Ortega titulado"Cantabria o ¡venga escudos!", sobre las casonas del norte de España, que aunque modestas, tienen unos grandes escudos nobiliarios. Esa era la pequeña nobleza vasca, de la que era miembro San Ignacio.
Por otra parte intenta San Ignacio ser un caballero castellano. Pasa un tiempo de su juventud en Arévalo, provincia de Ávila, en Salamanca, más tarde en Valladolid, finalmente en Alcalá. Quiere estudiar para poder seguir la carrera de las armas, para ser un caballero y va a luchar contra los franceses en Pamplona. Allí fue herido en una pierna, no fue bien curado, y se quedó siempre con una pierna que no acababa de funcionar normalmente. Esta afección de la pierna no le afectó demasiado en su vida real, algo bastante extraordinario.
Después estuvo en Cataluña; recuerden la importancia que tuvo Manresa en su vida, y también Monserrat o Barcelona, donde vivió largo tiempo. En todas partes está en casa, en su País Vasco, en Castilla, en Cataluña; esto tiene interés para ver como ya en ese tiempo España era una, cosa que se está tratando de oscurecer.
Luego va a París, todavía el mayor centro intelectual de Europa, aunque cuando San Ignacio estuvo estudiando en la Sorbona era ya algo anticuada, con un pensamiento tradicional que en tiempo de Francisco I, coetáneo de Carlos V, es desafiada con la constitución del Colegio de Francia, institución que todavía existe, más moderna que la Sorbona. Algo semejante a lo que ocurre en España con la universidad de Alcalá, fundada por Cisneros, que representa la universidad nueva, frente a la universidad tradicional, representada por Salamanca, universidad primariamente jurídica y teológica. La universidad de Alcalá será primariamente humanística, con el estudio de las lenguas clásicas principalmente, y su gran obra: "La Biblia Políglota Complutense".
Hay una voluntad de renovación, representada por el Colegio de Francia en Paría o la universidad de Alcalá frente a las universidades tradicionales muy influidas por la escolástica, aunque con ideas nuevas, que también van penetrando en ellas. La universidad de París era una universidad muy internacional; los estudiantes seguían a los profesores cuando éstos cambiaban de universidad y circulaban por el mundo de la cristiandad, que era un mundo común, con una lengua culta universal: el latín.
En el siglo XVI las naciones empiezan a mostrar su personalidad. Se empiezan a usar las lenguas vulgares, las lenguas vivas, en convivencia con el latín. Empiezan a formarse con todas sus consecuencias las naciones, que en alguna medida se apartan unas de otras. Están en relación entre ellas, bajo ese suelo común europeo y cristiano. Pero la Reforma produce una división en Europa. Una Europa católica y una Europa protestante múltiple, consecuencia de la libre interpretación de la Biblia, que hace dividirse el protestantismo en centenares de confesiones particulares hoy en día. Hay un principio de comunicación y de conocimiento mutuos. Por otra parte existe un principio de aislamiento y fragmentación. Pero la universidad de París es muy internacional.
Recorre San Ignacio gran parte de Europa, tiene relación con humanistas, por ejemplo Luis Vives, nunca muy íntima. Va a Roma, a Jerusalén en peregrinación, siempre a pie a pesar de que cojea. Se recorre Europa a pie y con muy poco dinero. Me sorprende la enorme movilidad de los hombres de esta época, muy especialmente los españoles. Si se hiciera el catálogo de los recorridos de los hombres de acción asombra la movilidad de estos hombres. Como circulan por Europa y como van a América, y regresan. Cuántos españoles están en México y están en el Perú, en Chile o llegan a las Filipinas. Sería muy interesante hacer una especia de estudios sobre la movilidad de los españoles en los siglos XVI y XVII, asombraría, cosa que desciende enormemente después. Los españoles se hacen relativamente sedentarios desde finales del siglo XVII.
Ignacio de Loyola no era sedentario, y es enormemente importante el hecho de que casi siempre va solo. Hay un libro muy interesante sobre esta cuestión, se titula: "Ignacio de Loyola, solo y a pie", de Ignacio Tellechea. La vida de San Ignacio está llena de enormes recorridos por toda Europa, a veces con una mula o un caballo, pero casi siempre a pie, y con muy poco dinero. Esto explica un poco cual es su figura. En definitiva se pasea por la cristiandad, ámbito común que se puede recorrer.
En la multitud de trayectorias de San Ignacio, la condición de soldado es muy importante, ejemplo el nombre de compañía que da a su fundación religiosa. Además San Ignacio es enormemente penitente, es mendicante, es estudioso, es predicador. Predicador individual, casi siempre sospechoso. Es claramente ortodoxo, pero su vida tan independiente produce sorpresa y sospechas. En ciertos momentos de la vida de San Ignacio, las autoridades eclesiásticas lo miran con cierta desconfianza, por su carácter solitario, su independencia, por los procedimientos que usa para acudir al fondo de la persona, la persuasión individual distintas de las formas tradicionales de la predicación. Pero después de sus investigaciones suelen reconocer su ortodoxia y no hacen ningún reparo a sus métodos.
Un carácter que no se puede omitir es el de ser fundador de una gran orden religiosa, la principal orden religiosa de la época moderna. En la Edad Media la primera gran orden es la de los benedictinos y desde el siglo XIII las de los dominicos y franciscanos, que ocupan los puestos preferentes en la universidades europeas. Alguna órdenes que han sido muy importantes tienen hoy un carácter residual, como el caso de los jerónimos o los carmelitas. La gran creación monástica de la época moderna es la Compañía de Jesús.
Es curioso que la imagen que se tiene de San Ignacio, lo liga absolutamente a la Compañía de Jesús, con motivo, pero conviene tomar las debidas precauciones. La Compañía de Jesús es una fundación tardía. No fue San Ignacio sacerdote hasta el año 1537, cuando tenía cuarenta y seis años, aunque su vida religiosa siempre fue muy intensa. La Compañía se funda en 1540, con una vida muy modesta al principio. Son unos cuantos compañeros de varios países. Fue una orden religiosa internacional o trasnacional desde el comienzo, consecuencia de su convivencia en París, en la Sorbona.
Durante mucho tiempo la Compañía de Jesús es muy pequeña, pero acabó siendo una gran organización, enormemente importante y poderosa, principalmente al final de la vida de San Ignacio y sobre todo después.
Se piensa en San Ignacio como una contrafigura de Lutero, pero las cosas no están tan claras, pues se ocupó muy poco de Lutero. Era más bien que ideólogo, un "homo religiosus", un predicador individual y aislado. No es propiamente hablando una contrafigura de Lutero, no es el núcleo de la Contrarreforma. Sí lo es la Compañía fundada por él.
San Ignacio es evidentemente organizador, pero partiendo de una actitud individual, incluso de ser un hombre solitario. Su figura es la de un hombre solitario, incluso desde la fundación de la Compañía hasta su muerte, hace una vida muy retraída, aislada en Roma, con bastantes frecuentes dificultades y fricciones. Luego fue adquiriendo una importancia extraordinaria dentro de la Contrarreforma, va tener un papel extraordinario en el Concilio de Trento. Pero esto es después, más tarde, cuando la Compañía empieza a funcionar eficazmente, siguiendo a San Ignacio, aunque tenga una figura mucho más individual. Cabe preguntarse si la gran creación de San Ignacio, lo que fue luego la Compañía de Jesús, si se parece mucho a lo que fue personalmente. Es bastante dudoso que San Ignacio estuviera de acuerdo con lo que surgió de él. La Historia tiene ese rasgo, la Historia tiene una resultante que muchas veces no corresponde demasiado con lo que se quiere hacer.
Ustedes imaginen cualquier suceso histórico, como es el caso de la Revolución Francesa, que se parece muy poco a lo que había en la mente de los que la iniciaron. Hay una imagen que compara la Historia con un tapiz, sus hilos no se parecen a lo que resulta de su conjunto. Esto ocurre con la Historia, que partiendo de una serie de voluntades y de acciones individuales, pero con un resultado que no tiene forzosamente demasiado que ver con las voluntades individuales que han tejido ese tapiz, que es la Historia.
San Ignacio, aún siendo una figura totalmente española, sin embargo su obra no es solo española, es una obra europea desde el comienzo. Tiene colaboradores inmediatos, franceses, italianos, flamencos, alemanes. Se va haciendo un tejido que es el reflejo de la cristiandad europea, de la parte católica. Su fundación va a tener un carácter trasnacional. Los generales de la Compañía fueron al principio españoles, pero después dejaron de serlo, y desde el siglo XVII el único General de los jesuitas, me parece, ha sido el padre Arrupe. Esto indica hasta que punto no se quiso hacer una orden religiosa exclusivamente española.
La Compañía de Jesús corresponde a la última de las trayectorias personales de San Ignacio, desde luego la que tuvo más trascendencia e importancia histórica. Pero la figura personal de San Ignacio tenía más facetas. Si su vida hubiera sido más corta, su figura histórica hubiera sido enteramente distinta, la figura de un hombre solitario, casi mendicante, que recorría, cojeando, toda Europa. Haciendo una labor religiosa muy personalizada, individual, con poca teología, no demasiado teórico.
Esta Compañía tuvo una importancia muy grande en el Concilio de Trento. Ahora está de moda hablar mal del Concilio de Trento. La palabra tridentino parece una mala palabra, y yo me pregunto ¿por qué? Pues fue el gran Concilio de la época moderna, con una acción enormemente importante en muchos sentidos. Un Concilio Ecuménico, para los católicos, está inspirado por el Espíritu Santo, por lo que merece tenerse en cuenta. Además fue un Concilio formidable porque fue el ajuste de cuentas de la Iglesia Católica. se suele ver como la manifestación principal de la Contrarreforma, pero lo principal fue la propia reforma, dentro del catolicismo.
Desde el siglo XV se hacía sentir la necesidad de la reforma dentro de la propia Iglesia católica, esa reforma empezó ocasionando una ruptura con la Iglesia de Roma, pero era necesaria una reforma interior que se plasmó en el Concilio de Trento. Al haberse realizado ya la Reforma protestante, esta reforma católica parece Contrarreforma, que ciertamente tiene un elemento de polémica con el luteranismo, pero es sobre todo una entrada de la Iglesia en sí misma, una rectificación de la corrupciones de los siglos anteriores y supuso un aumento del rigor, intelectual, teológico, de la disciplina, de la moral. En definitiva fue el ponerse en forma la Iglesia católica.
Intervienen en el Concilio las órdenes religiosas más importantes, especialmente los jesuítas y los dominicos, en gran medida polémicas, que tendrán luego consecuencias, tanto morales, intelectuales, como teológicas. Los dominicos tuvieron la mala suerte de encargarse de la Inquisición, lo que no me parece que sea un honor, pero por otra parte tenían la actitud de los perros guardianes de la fe: "dominicani, Domini canes", los dominicos, los perros del Señor, que velaban por la ortodoxia. Su afán por defender los dominios de Dios, no dejan enteramente clara la libertad humana. Los jesuítas, en cambio, defienden enormemente la libertad humana, el libre albedrío. Crean la ciencia media (Luis de Molina), en la cual se trata de salvar la libertad humana a pesar de la presencia Divina.
Hay dos tendencias dentro del catolicismo, una dominicana que subraya la omnipotencia y la omnisciencia de Dios, otra jesuíta que defiende la libertad humana, la capacidad del hombre de decidir en cada momento de ser libre de sus actos, sin mengua de esa omnipotencia y esa omnisciencia de Dios. Ambas eran ortodoxas, ninguna de ellas fue condenada, ni consagrada por la Iglesia. Se trata de poner un acento en un lado o en otro, por lo tanto hay dos tendencias, que aparecerán en otras formas y otros países, como es el caso de los jansenistas en Francia, hostiles a los jesuítas. Pascal escribirá sus "Provinciales", tan agudas y tan brillantes literariamente, muchas veces injustas y poco comprensivas, precisamente frente a los jesuítas. De los cuales se decía que tenían la "manga ancha", pero son los creadores de algo que me parece muy interesante, y tengo ganas de estudiarlo a fondo, si tengo tiempo: es el casuismo.
Los jesuitas son los autores de una teoría moral, que se llamó casuismo, que era el estudio de los "casos" de conciencia. Se resistían a aplicar una norma moral sin más, y tenían el afán de considerar los casos particulares, de estudiar cuales eran las condiciones de la conducta humana. Creo que hay un barrunto de lo que, andando los siglos, ha sido la razón vital, que es una creación también española, ¡qué casualidad! Una tendencia a entender la vida humana concreta. Por eso producían una impresión de laxitud. Eran rigurosos en cuanto a la fe y lo eran menos en cuanto a la moral, pero eran simplemente más flexibles o dejaban más lugar a la libertad humana y a las situaciones concretas. Matizan la conducta, que puede aumentar o disminuir la responsabilidad, según los casos.
Los jesuitas escribieron tratados muy concretos, como los de matrimonio, así el padre Sánchez, estudiando todos los casos con detalle, lo que contrastaba con la moral más concreta, más abstracta, más general, más por principios que habían sostenido otras órdenes como los dominicos. El Concilio de Trento intentó una reforma dentro de la Iglesia católica, pero como antes surgió la Reforma protestante, no se pudo evitar que apareciera como Contrarreforma, pero su función principal fue la hacer la reforma católica, desde dentro, de un modo inevitablemente polémico. En lucha con el protestantismo, claro está, pero no era lo más propio ni lo más importante. Esto ha producido una deformación del Concilio, sobre todo, después de las interpretaciones posteriores.
No obstante lo anterior, el Concilio significó el rigor, el rigor de la moral, el rigor de la disciplina eclesiástica, eso que espanta a Lutero cuando va a Roma. Al mismo tiempo se realiza un desarrollo teológico muy importante. Los españoles tuvieron una participación muy importante, con la participación de los teólogos que aparecen entre Francisco de Vitoria y Francisco Suárez. Este último teólogo jesuita, nacido un año después y muerto un año después de Cervantes, es decir entre 1548 y 1617. Dos vidas casi enteramente paralelas.
Francisco Suárez no podía ingresar en la Compañía de Jesús porque lo suspendían, no entendía nada, era muy bruto. Lo que pasa es que los estudiantes aprendían de memoria las cosas, eso que llamaban "leer por cartapacios". En cambio Suárez tenía una aspiración, que era entender, y no entendía, no lo admitían, una vez y otra. Hasta que al final hubo un padre maestro más comprensivo que lo acogió y lo apoyó, acabando por ser la figura intelectual más importante de España en el siglo XVI y una de las grandes figuras intelectuales de la época moderna. He tenido una suerte extraordinaria, tengo sus obras completas, son veintiséis grandes tomos. Entre ellos los dos tomazos de la "Disputaciones Metafísicas", la gran obra filosófica española de su siglo; que tuvo una influencia inmensa, hasta el tiempo de Hegel. Lo que pasa es que esta obra está escrita en latín, y con estos enormes tomos. Mientras tanto, o poco después Descartes publica el "Discurso de Metafísica" y el "Discurso del Método" en cincuenta páginas, y Leibniz escribe su metafísica en poco más de cincuenta páginas y la "Monadología" en poco más de veinte páginas; además en lengua viva, en francés. Era difícil luchar contra estos pequeños libros, que no tienen que ver nada con estos infolios en latín. Esto es capital.
Lo que es grave y tuvo consecuencias enormes fue el que la Iglesia, en lo más específicamente intelectual, se encerró bastante. Descartes fue alumno de los jesuítas, tuvo un interés enorme en que los jesuítas apoyaran su pensamiento filosófico - profundamente cristiano y católico -. Pero se encontró con las puertas cerradas, y lo mismo ocurrió con Malebranche, que era un sacerdote profundamente religioso, y con Leibniz, que era protestante, pero que tenía voluntad de unión de las iglesias, era irenista y tenía una mente en la cual apenas se puede distinguir algo que no sea católico. Con lo cual se perdió la posibilidad de realizar una transformación del pensamiento filosófico, religioso y teológico que uniera la obra de estos geniales pensadores del siglo XVII. Esto ha sido una de las cosas más tristes de la historia de esos años.
En Trento los problemas eran distintos, pero los principales pensadores de esa época eran los humanistas, figuras muy interesantes, pero filosóficamente mediocres. Los grandes filósofos creadores, empezando por Descartes, son el siglo XVII. Descartes nace en el año 1596 y muere en el año 1650. No existía nada de esto en la época de Trento, lo que pasa que los sucesores de los tridentinos, no supieron comprender y asimilar a Descartes o a Leibniz. Sin embargo en Trento hubo una vinculación excesiva al latín. Los teólogos católicos escriben para teólogos, los teólogos protestantes, debido al principio del libre examen, de la lectura de las Sagradas Escrituras sin notas, llevan a la fragmentación de la religión. Escriben, en general, en las lenguas vivas. El creador de la lengua alemana moderna es Lutero. Escribe en latín o en francés Calvino. Zwinglio escribe en alemán, sobre todo, los escoceses escriben en inglés. Llega más su obra a los seglares, mientras el pensamiento teológico católico sigue reducido a los eclesiásticos y siguen con el estilo medieval de los grandes tratados.
Es evidente que "El discurso del Método" o "Las meditaciones Metafísicas" de Descartes llegan de una manera mucho más fácil a muchas personas, tienen un influjo sobre los seglares que no tuvieron estos grandes tratados de los teólogos católicos. Esto fue un hecho muy grave, que condicionó lo que había de ser el pensamiento posterior.
Por otra parte, y esto es profundamente distinto, se produce en España la reforma del Carmelo. La orden carmelita pasa de los carmelitas calzados a los carmelitas descalzos, con un mayor rigor y mayor austeridad. El hecho concreto es que hay dos figuras geniales, que son Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Dos figuras religiosamente geniales. La genialidad puede afectar a muy diversas dimensiones, en este caso se trata de una genialidad religiosa, pero además de una genialidad literaria. Son dos formidables escritores; Santa Teresa una extraordinaria prosista, San Juan de la Cruz, además de una gran prosista fue una de los más grandes poetas de nuestra lengua, o de cualquier lengua.
Ambos autores tienen una obra diferente. Por una parte está la reforma el Carmelo y las numerosas fundaciones de Santa Teresa, que va transformando las formas de espiritualidad, de vida religiosa, en una gran parte de España, y al mismo tiempo es una gran escritora. Aunque tengo unas ciertas objeciones a Santa Teresa como escritora. Porque si leen las obras de Santa Teresa, verán que están escritas en una lengua que parece muy popular, y emplea muchas formas rústicas, dice "naide" o "cuanti más" o "ilesia". Cuando escribía cartas a una persona cultivada escribe en un español correctísimo, que conocía muy bien y era su manera real de hablar y de escribir. Entonces uno piensa que hay un afán de, entre humildad o de popularidad, escribir en una lengua excesivamente coloquial y a veces rústica, con un elemento de artificio, en este caso hacia la rustiquez, como también se puede hacer una lengua artificial hacia lo más pulido. Este artificio me repele un poco, lo confieso. Prefiero los escritos de Santa Teresa no tan populares, en los cuales escribe un español normal, me siento más cómodo. Mi lectura de Santa Teresa tropieza en esto muchas veces. Lo cual no impide que perciba el formidable talento de escritora que tenía, con el contenido profundamente religioso y místico de su obra.
En el caso de San Juan de la Cruz la cosa es distinta. Escribió una obra en prosa bastante extensa, y destaca sobre todo por sus poesías, que son muy pocas pero extraordinarias. En cierto modo, estas poesías, están explicitadas en sus tratados en prosa. Yo prefiero las poesías con gran diferencia. He tenido la suerte, bastante inverosímil, de tener la primera edición de las obras de San Juan de la Cruz, la edición de Alcalá de 1618, una rareza. Era un escritor en prosa, excelente, y un prodigioso poeta.
Santa Teresa y San juan de la Cruz escriben en español. Añadan dos nombres más: fray Luis de Granada y fray Luis de León, dos grandes escritores, los dos. Entonces nos encontramos con lo siguiente: la obra literaria, poética, mística, se escribe en español, los tratados filosóficos y teológicos se escriben en latín, son dos maneras de influir. Van dirigidos a dos tipos de público. Es decir, lo que ha sido característico para la cultura española, en España ha habido en muy escasa medida filosofía, y ha estado en manos de los que sabían latín. En cambio ha habido una influencia literaria, ascética, mística, en cierto modo intelectual, ideológica, pero a través de la poesía, sobre todo, en español. Lo filosófico y teológico ha quedado reducido a eclesiásticos. Esta división impedirá la creatividad intelectual futura y será decisivo para América. El que no existiera una lengua filosófica en español hasta el siglo XX. Sí existió una lengua poética y religiosa, de manera eminente, pero no una lengua filosófica.
Hay algo muy importante, ha faltado la visión de conjunto, lo mismo que faltó la cooperación o la generosidad. Hubo persecuciones internas, tanto Santa Teresa como San Juan de la Cuz o fray Luis de León lo pasaron muy mal. Hostilidades dentro de la Iglesia, dentro de la orden Carmelita. Fray Luis de León sufrió un proceso inquisitorial gravísimo y atroz, injustísimo, por supuesto. Es decir, faltó holgura, faltó libertad. Hubo envidia, hubo ceguera, mentes estrechas. Esto impidió la plena posesión y la irradiación europea, que hubiera sido posible, que hubiera debido ser así.
La Compañía de Jesús, es española en su origen, pero no solo es española. Su centro va a ser Roma y su origen está en París. Los colaboradores de San Ignacio son de varios países. Hay una voluntad ecuménica dentro de la Compañía, como en el caso del Concilio de Trento. La importancia de la participación española corresponde a la importancia que tenía España en esos años, de la iglesia española en aquellos años.
Sin embargo, por estas disensiones, por estas divisiones dentro de la iglesia española no se llega a la irradiación necesaria. Hay una especie como de alas cortadas a las grandes figuras creadoras del siglo XVI. La acción de la Compañía de Jesús, como organización internacional va a ser enormemente importante, muy fecunda en muchos sentidos. La gran duda es si corresponde a la figura personal de su fundador San Ignacio. Si San Ignacio hubiera vito desde el otro mundo a la Compañía de Jesús en el siglo XVII o en el siglo XVIII, o en el siglo XX, no sé si hubiera tenido sorpresas, probablemente varias sorpresas distintas y sucesivas. Quizá mayor la de ahora, es muy posible, pero en todo caso, desde el comienzo, el resultado de su fundación es bastante diferente de la figura personal de su fundador, esto es evidente.
Por otra parte se va produciendo un cierto distanciamiento de Europa, por parte de España. Europa está formada de naciones que cada vez tienen más personalidad. Las lenguas propias de cada nación, las lenguas vivas van teniendo cada vez más importancia. El latín queda reducido a ciertas funciones intelectuales, sobre todo eclesiásticas. Cada país va a estar cada vez más adscrito a su lengua. En Inglaterra hay un cambio muy importante entre el pensamiento en latín y el que produce en lengua inglesa a partir del siglo XVI. Hay una escisión respecto del pensamiento del continente, que ha tenido graves consecuencias.
En consecuencia se produce la convivencia entre la naciones europeas, y al mismo tiempo un cierto apartamiento, que puede llegar a significar una cierta ignorancia mutua, y un espíritu, por añadidura, de rivalidad. Esto es lo que caracteriza el espíritu de este siglo XVI, que acabo de analizar.
Lección X:
Cervantes, Shakespeare, Bacon, Tiziano.
Cuatro nombres que muestran un nivel europeo. Son figuras que muestran la Europa de principios del siglo XVII. Aparecen dos figuras inglesas que significan la plena participación del mundo inglés en Europa, al mismo tiempo que se va produciendo, en cierta medida, una escisión. En la Edad Media funcionaba dentro del conjunto de la cristiandad, la lengua de cultura era el latín, común con el continente. Pero en esta época aparece el inglés como lengua de cultura. Entonces se produce una cierta separación e Inglaterra respecto del continente, que en muchos sentidos se irá acentuando. Mientras en la Inglaterra medieval funciona como una parte de Europa, desde que el inglés llega a ser la lengua fundamental, incluso en la cultura, se va produciendo un cierto distanciamiento que se va a acentuar durante los siglos siguientes, y que todavía perdura, en muchos sentidos. Es una actitud nueva bastante interesante.
Estos autores representan un cierto nivel cronológico, con alguna excepción. Cervantes nace en el año 1547 y muere en el año 1616. Shakespeare nace más tarde, en 1564, pero muere el mismo año que Cervantes, en 1616. Bacon nace en el año 1561 y muere en 1626. En cuanto a Tiziano, es una figura algo excepcional, es más antiguo que los otros. No es conocida la fecha de su nacimiento. Se ha dado la fecha de 1477, que no parece segura. Oscila entre el año 1477 y el año 1490, pero su muerte es conocida; murió en el año 1576, lo cual quiere decir que tuvo una vida muy larga. Vivió ochentas y seis años, que para el siglo XVI era muy raro, pero si se cuenta la primera cifra como su año de nacimiento, serían noventa y nueve años de vida, totalmente infrecuente. Tiziano es anterior a los autores que estudiamos aquí, pero su precocidad y su longevidad unidas, hacen que abarque una parte de la vida de los otros tres y representa un nivel común con ellos.
Inglaterra entra en la vida europea en plenitud. Ha conseguido su unidad en esta época, domina totalmente Irlanda, se ha unido Escocia y funciona como una gran potencia naval, sobre todo. Piensen ustedes que la Inglaterra como potencia naval, no lo fue siempre. Originariamente los ingleses empiezan su importancia naval en el Renacimiento, nunca antes. En esta época sí, tienen una importancia muy grande. Incluso ha empezado la expansión en América.
Además Inglaterra empieza a mezclar la literatura con la política. Bacon es un filósofo sumamente importante, con una trayectoria paralela a Descartes, aunque de menor nivel, aún siendo muy alto. Pero es una figura política; fue Canciller de Inglaterra, con una vida bastante turbulenta y tiene una importancia en los asuntos de la política europea, por ejemplo con las luchas contra España. Importancia fundamental.
En cuanto a Cervantes, fue traducido muy rápidamente a otras lenguas, se convirtió pronto en una figura europea. Su obra El Quijote presenta una visión de España y de lo español que se va a convertir en uno de los grandes arquetipos, que figurarán desde entonces en la mente de todos los europeos. Alguna vez he recordado que estando en la India, le dije a un hombre que yo era español y me respondió: ¡ah, don Quijote! Cosa que me conmovió bastante. Asociaba a España con don Quijote. Esto empezó a comienzos del siglo XVII. El Quijote fue el modelo de la novela inglesa y francesa en los siglos XVIII y XIX.
Tiziano, asociado directamente a España, gran pintor de Carlos V, de la emperatriz Isabel y de Felipe II, en general fue una gran figura de la pintura europea. Procede de Venecia, pero su actividad irradia sobre una gran parte de Europa. Es uno de los momentos en que se produce una comunicación más intensa y más profunda entre los países de Europa, aunque a veces teñida de hostilidad.
Cervantes significa, en muchos sentidos, la plenitud española. Se alcanza el nivel más alto que había tenido España, lo que se volverá a producir más tarde con Velázquez. Significa además Cervantes la creación de un género literario capital: la novela, anticipada en la Celestina, que es como el descubrimiento de las Antillas de la novela y el Quijote representa la tierra firme. Ese continente que se va a explorar durante tres siglos después. Es la gran creación española en un género que va a ser el más importante de la literatura moderna.
Hay otros aspectos de Cervantes que son interesantes. Participa en la batalla de Lepanto, una coalición de las escuadras del Papa, de Venecia y de Génova, con la española, la más importante. Se trataba de la defensa de la Europa cristiana frente a la amenaza de los turcos. Fue un gran suceso europeo al cual se asocia la figura de Cervantes. Por si faltara poco Cervantes es hecho cautivo y experimenta el cautiverio en Argel. Con la potencia musulmana que había sido derrotada antes en Lepanto. Eso le pone en contacto con el mundo musulmán, que aparece también reflejado en su obra, con una cierta hostilidad, al mismo tiempo que con amor y con comprensión.
Todavía hay que añadir la presencia de los demás países de Europa, especialmente Italia, que brilla en la obra de Cervantes, secundariamente Francia, con referencia a Inglaterra, sobre todo en su Persiles. En Cervantes, hombre de muchas filias y casi ninguna fobia. Se refleja en él, el mundo entero, el mundo conocido, sobre todo europeo y el mundo musulmán del Mediterráneo. Es Cervantes una potencia de unión particular europea, especialmente de Italia. Cuya presencia en Cervantes es extraordinaria. Fue muy feliz en Italia, la referencia a lo italiano es constante en toda su obra. Hay una visión hospitalaria, sumamente positiva de Europa. En su obra: "La española inglesa hay referencias, incluso a la reina Isabel; cordiales, con respeto y estimación. Lo mismo cuando habla de Francia en el "Persiles".
Es un momento en que Europa comienza a convivir, y empieza a conocerse. El elemento común europeo experimenta un crecimiento muy importante, precisamente en el nivel de las cuatro figuras que ahora consideramos.
Por otra parte está la figura de Shakespeare, que es inglés y no puede ser más inglés. Pero por otra parte toma sus argumentos de todas partes. Sus historias están tomadas de un repertorio general europeo, con un predominio italiano. Aparecen también temas españoles, incluso en Hamlet d Dinamarca. Hay un aprovechamiento de toda la materia ficticia o história - la historia de Inglaterra la sigue paso a paso - y hay una impresión general de absorción de lo europeo. Pero lo más interesante es, no solamente la universalidad que esto le confiere - que le hace ser considerado, no solo como un autor inglés, sino como un autor europeo.
El gran descubrimiento de Shakespeare es el descubrimiento del carácter dramático de la vida misma. La vida en Shakespeare aparece como algo intrínsecamente dramático. Además incorpora la consideración de que el sueño y la ficción no son formas secundarias o negativas de realidad, sino que son las formas propias de la realidad humana. También se consideran esas realidades en el pensamiento, durante el paso del siglo VI al XVII. Hasta entonces el sueño y la ficción es algo irreal. También ocurre en Cervantes, en Descartes, en Quevedo, en Pascal, en Leibniz más tarde. Son formas de realidad que son las propias de la vida humana, algo dramático, algo que acontece, que por tanto se puede contar. No son cosas, la vida humana no es cosa, sino algo distinto: acontecimiento, suceso. Esto justamente va a ocurrir en manos de los escritores, de los poetas, en primer lugar, y después de los pensadores, de los filósofos. En este sentido Shakespeare representa, quizá, una cima, una culminación sumamente curiosa. Presenta todo en su obra como un drama, algo parecido de como representa la vida la obra de El Greco, todo parece que está temblando.
Hay un texto de El Greco, cuando se refiere a las figuras alargadas de su obra, dice que pinta almas que son como las llamas por la noche. Parece que está todo temblando, todo estremecido. Es la impresión que nos produce un cuadro de El Greco. En Shakespeare hay, mediante la palabra, algo enormemente parecido. Son un escritor y un pintor en cierto modo desazonantes, inquietantes. La estimación de ambos ha sido cambiante, durante algún tiempo se ha considerado a Shakespeare como un bárbaro, realmente atroz, con grandeza, pero no muy comprensible, irracional. El siglo XVIII no entendió a Shakespeare ni lo estimó. Hubo que llegar al romanticismo, y muy fundamentalmente a las traducciones alemanas, de los románticos alemanes, que se prendaron de Shakespeare, como lo hicieron también de Calderón de la Barca.
En el siglo XVIII no se entendía bien a Shakespeare ni a El Greco, que fue admirado en su tiempo, pero que no ha vuelto a serlo hasta finales del siglo XIX. En ambos autores las razones de su rechazo eran parecidas. Daba la impresión de que era su obra algo muy extraño, algo indeciso, desazonante. En el caso se Shakespeare, no se trata tanto de los dramas que cuenta Shakespeare, como de que la vida aparece como drama. Cualquier cosa que cuenta Shakespeare aparece como formando parte de una estructura dramática. La tendencia humana a la cosificación desaparece en él.
Si ustedes leen cualquier texto de Shakespeare, lo que dice cualquier personaje, es fruto de una retórica vibrante. Hay un pasaje en "El rey Lear" en que una de las hijas le dice a su padre. "Eres más querido que la vista, el espacio y la libertad", imaginen ustedes qué talento retórico hace falta para decir esto. Su padre le responde: "Querida Cornelia, ama y queda callada". Estos fragmentos de diálogo representan como un descubrimiento de la lengua. Shakespeare trata la lengua en estado naciente. Cuando se lee el inglés de Shakespeare parece que lo está inventando, parece que está surgiendo.
La lengua tiene un dosis de una ganga ya fijada, ya hecha e inerte. Pero en Shakespeare nos parece la lengua de manera vibrante, como algo que se va descubriendo, que está aconteciendo, que está naciendo. Es el hombre como drama, la palabra como drama, también. En su obra "La tempestad" hay una frase muy conocida: "Somos de la materia de nuestros sueños, nuestra pequeña vida, de sueño está rodeada".
El drama es el hombre mismo, es la sustancia de que está hecha la vida, y es sumamente parecido a lo que hace Cervantes, con otros recursos, no tanto con el uso verbal, pero sí con los conceptos que para él son decisivos: el de la ventura y el de la aventura. Cervantes repite en prosa y en verso: "Tu mismo te has forjado tu ventura", y subraya siempre la libertad, la libertad del hombre, la libertad frente a la cual no puede nada, ni los encantamientos. Por otra parte la aventura, que es la empresa incierta, insegura, que en el caso de don Quijote es hazaña. Es algo sumamente parecido en propósito, en intención a lo que hace Shakespeare, pero con recursos distintos.
Hay una analogía entre lo que hace Shakespeare y lo que hace Cervantes. En Shakespeare aparecen hombres y mujeres que se expresan mediante la palabra. Lo que escribe principalmente es teatro y el teatro está hecho de palabras. Las palabras son el excipiente de la acción dramática. La acción va conducida por la palabra. Shakespeare introduce el dramatismo en la palabra misma. Con lo cual, no solamente, el drama que cuenta es el del protagonista, sino que el contenido de cada frase, de cada palabra, y por tanto, de cada acción, hasta el último personaje, tiene un carácter dramático. Esta es la gran creación de Shakespeare, y hace que la lengua tenga en él una dimensión que no tiene en ninguna otra parte. Tiene, lo que he comentado en alguna ocasión, calidad de página. Ese temblor, esa vibración que tienen algunos escritores, de la que carece un gran escritor como Galdós, que admiro mucho, pero del que es difícil encontrar una frase de esta vibración que en Shakespeare se percibe en el acto, que no puede ser más que suya. Porque la lengua está en estado naciente. Es como las hojas de los árboles que están estremecidas por el viento, que vibra. Es la gran creación en la manera de entender lo humano, en el caso de Shakespeare.
Después de superar la extrañeza que producía Shakespeare en los autores racionalistas del siglo XVIII se siente que la obra de este autor nos afecta a todos en lo más íntimo, y cómo, en definitiva, vibramos con ella y nos sentimos incorporados a la melodía de la frase, a la música de la palabra, claro está si se lee en inglés. Aún así a través de las traducciones queda bastante de esto.
Hablando de las traducciones de Shakespeare, hay una vieja traducción que yo leí de niño, no sabía inglés. Es una traducción que publicó un autor llamado Macpherson, publicada por la editorial Hernando - no se encuentra fácilmente - Es una traducción en siete u ocho tomos, que la publicó la Biblioteca Clásica. Sigue el texto de Shakespeare, con una cierta tosquedad, pero creo que es - hace mucho tiempo que no la he leído - tengo la impresión de que es la que está más cerca del original, la que más sabe a Shakespeare. El que no lea en inglés, probablemente lo más parecido a la lectura del original es la vieja traducción de Macpherson, a fines del siglo XIX. No me parece que se haya reimpreso, por lo que no se encuentra. Tengo gana de cotejarla con los originales y ver hasta que punto conserva la fidelidad. Mi recuerdo es que el "sabor" a Shakespeare, la impresión de conjunto es mayor que ninguna otra. En general las traducciones españolas dan poco de lo auténtico de Shakespeare.
Se ha atribuido a Francis Bacon el ser el autor de las obras de Shakespeare. Ha habido una teoría, que estuvo en boga hace años, cuarenta o cincuenta años. La figura de Shakespeare es bastante elusiva, no se sabe mucho de él. Se pone en duda si es el verdadero autor de sus obras. Esto lo resuelvo diciendo: "Entiendo por Shakespeare, el autor de las obras de Shakespeare". se dijo durante bastante tiempo que el autor era Francis Bacon. No parece nada probable, creo que nadie lo sostiene ahora en serio.
Bacon era Canciller de Inglaterra, figura muy importante, procesado por corrupción, fue condenado. Después el rey lo perdonó y volvió a tener ciertos puestos en la Corte. Fue un importante político, y hay un episodio de su vida, que es poco conocido. No conozco de nadie que lo haya conocido más que yo: En el año 1624 le escribió al príncipe de Gales, que al año siguiente fue Carlos I, un extenso documento, que cité hace años en "España inteligible". Tengo el original y una traducción francesa realizada por el traductor del rey de Francia, lo cual indica la importancia que se daba a este documento. Es este documento indica Bacon al príncipe heredero de Inglaterra que debe hacer la guerra a España porque, en esto no pensaba ningún español entonces y mucho menos ahora, España podía destruir a Inglaterra, en 1624. Indica que, aunque Inglaterra salió venturosa de la "Invencible" en 1588, la situación es mucho peor.
Lo curioso del caso es que Carlos I le hizo caso, porque en el primer año de su reinado, en 1625, envió una escuadra de noventa navíos contra Cádiz, que por cierto fue derrotada. El consejo de Bacon no fue muy bueno. Pero Bacon era un excelente escritor, en latín, y sobre todo en inglés. Fue uno de los primeros creadores de la prosa inglesa. Inicia una filosofía que va a ser el origen del empirismo, que va a tener una importancia extraordinaria. Es el autor de la doctrina de la inducción, de la inducción no completa, de la inducción científica. Partiendo de algunos casos particulares llega a una ley general.
Es autor de escritos morales y políticos, tenía un horizonte muy amplio de cuestiones que la preocupaban, no solo filosóficos sino también históricos. En él se inicia la atención primaria a la experiencia, y a lo que después será el utilitarismo. La identificación de la felicidad con el placer y de la infelicidad con el dolor, lo cual es, evidentemente, una simplificación. Es decir, hay toda una serie de aspectos en la obra de Bacon que lo va a llevar a una separación del pensamiento continental, pensamiento que va a ser mucho más racionalista.
Comparando la figura, posterior, de Descartes con la figura de Bacon, verán ustedes cómo estas figuras representan dos tendencias divergentes, una seguirá, sobre todo en el siglo XVIII ya hacia el empirismo, la otra irá hacia el racionalismo a través de Spinoza, de Leibniz, y luego ya pasará a formas muy diferentes con el idealismo alemán. En definitiva, mientras el continente va a ser mucho más especulativo y racional, incluso racionalista; la tendencia inglesa va a ir hacia el empirismo, que luego irá dominando gran parte del continente. El siglo XVIII se volverá empirista, incluso en los países continentales.
Lo inglés se derrama sobre Europa. La figura filosófica, lo mismo que la política de Bacon penetra en los asuntos europeos, y es aceptada por ellos. Entonces empieza a producir una especie de compenetración entre los países de Europa.
Por último tienen ustedes la figura de Tiziano, que por lo pronto representa un grandísimo nivel artístico. Uno de los grandes pintores de la época moderna, pintor en muchos sentidos. Pintor de retratos extraordinarios. Los españoles tenemos en el museo del Prado una colección fantástica de su obra, no así como en el caso de Rembrandt. Tiziano estuvo muy asociado a los reyes españoles, desde los varios retratos de Carlos V. Recuerden el momento culminante de Mühlberg, el retrato de Carlos V, en el año del nacimiento de Cervantes (1547), el año de la muerte de Hernán Cortés. También el retrato delicioso de la emperatriz Isabel, así como el retrato de Felipe II. Hay un largo espacio en el que hace cuadros de todo tipo. El gran retratista de Europa, incluso su autorretrato, ya viejo, una de sus obras maestras.
Además de estos cuadros existen otros de gran belleza, como la Dánae, que tenemos en el Prado. Corresponde a este pintor las formas del goce de la vida, de apasionamiento, de vitalidad. Lo mismo que hemos visto en Cervantes, en Shakespeare, y en cierta medida en Bacon. Es un pintor que llega hasta muy avanzado el siglo XVI.
Son cuatro figuras que representan, en cierto modo, la madurez de Europa, y sobre todo la interpretación desde sus diferentes países. No olviden ustedes que Europa se ha ido creando como condensación de las naciones, la adquisición de una personalidad definida, que no existe originariamente, pero que se va produciendo, ya en el siglo XVI, sobre todo en el siglo XVII, en el que producirán los estereotipos con los cuales entendemos a los diversos países, en general los entendemos mal, los malinterpretamos, como aparecen en Gracián. Al mismo tiempo se va produciendo la comunicación, la interpenetración, la presencia de unas naciones en otras. Lo cual va a tener consecuencias, negativas, como se verá en la próxima lección. Pero que significó la primera mezcla europea, violenta y cruel: la Guerra de los Treinta Años. Es la interpenetración violenta y bélica de Europa. La primera guerra propiamente europea. Antes empezó la presencia mutua, la participación de unos países en otros, el aprovechamiento de los recursos literarios, de las leyendas, de las historias, por los demás. La aparición de los temas de un país en del otro.
Falta todavía algo que no se ha producido, una última dimensión, un paso decisivo, que es el del pensamiento en sentido estricto. Todavía no se ha producido la plenitud intelectual de la Europa Moderna. La gran figura intelectual es Bacon, pero no es todavía el creador de esa plenitud. La tradición del siglo XIX ha considerado a Bacon como el gran animador de la nueva época, pero es consecuencia de la predilección que se siente por el empirismo. A nuestros ojos es una figura importante pero no la gran figura creadora. El pensamiento moderno no empieza en Bacon, empieza en Descartes. No solo empieza el pensamiento filosófico, sino también el científico, con Galileo, Newton, la del propio Descartes y Leibniz. Es cuando se llega a la verdadera plenitud de la Edad Moderna.
Entonces aparecerá una relación entre las naciones que están saturadas, y empiezan a diversificarse. Es el momento que se produce la plenitud de Europa y al mismo tiempo una cierta autonomía de las naciones, que empiezan a ignorarse, a apartarse, intentan atenerse a sí mismas. Es curioso como aparece en la historia de Europa un momento en que surge un drama entre la participación de cada parte en lo total europeo y el apartamiento, el separatismo, el intento de que cada nación se baste a sí misma. Lo cual será a la larga el germen del nacionalismo.
Lección XI:
Destrucción y equilibrio: la Guerra de los Treinta Años
La Guerra de los Treinta Años fue uno de los sucesos más extraordinarios, y en el fondo, más lamentables, de la historia europea. Pero tuvo una gran importancia, y es además uno de los momentos en los cuales es más perceptible esa visión transversal de Europa, de la que estamos hablando en este curso.
En esta guerra alcanza Europa una plenitud, triste y violenta, sumamente dramática, y vista en su conjunto, estéril. Es un suceso en el cual Europa apareció trabada, enlazada de una manera difícil de separar, y sin embargo en cierto modo alcanzó un grado de madurez, pero de manera negativa.
La Guerra de los Treinta años empezó en 1618 y terminó en el año 1648, con la paz de Westfalia. Pero se continuó, no terminó del todo, la secuela de la Guerra de los Treinta años se prolongan de otra forma y de un modo menos amplio hasta 1659. Fue un periodo de una dificultad extraordinaria, que fue muy difícil de superar.
Esta guerra era originalmente una guerra de religión, una pugna entre católicos y protestantes, que significó en algún sentido el fracaso de los gestos que se habían hecho enteriormente, de avenencia, de aceptación; de arreglo, sobre todo, entre luteranos y católicos. Acuerdos y convenciones para conseguir unidad entre los protestantes. Hay una pugna entre católicos y protestantes que no llega a acuerdos y al final se produce un enfrentamiento azaroso, como en los grandes conflictos de la humanidad, que tienen un origen relativamente azaroso.
En el mundo germánico existía en primer lugar el Imperio, de cariz católico, lo mismo que el reino de Baviera. Por otro lado hay una multitud de príncipes, aunque alguno católico, que eran mayoritariamente protestantes, especialmente en Sajonia; luteranos casi todos. El factor que sdesató la guerra fue la elección como rey de Bohemia de Federico V, príncipe del Palatinado, que era calvinista. Estaba casdo con una hermana del rey de Inglaterra, y era además el padre de la princesa Isabel de Bohemia o del Palatinado, la gran amiga de Descartes. Esta princesa, cartesiana, ¡tan simpática! que tuvo una larga correspondencia con Descartes y una amistad muy interesante con él. Escribió para ella el libro "Las pasiones del alma" y tuvo con ella una correspondencia filosófica y personal, las dos cosas, de mucho interés.
El padre de Isabel, Federico V era protestante pero no luterano, se enfrentó al Emperador y fue derrotado en la batalla de la Montaña Blanca, y entonces quedó desterrado, con enormes dificultades familiares que aparecen reflejados en la correspondencia de Isabel con Descartes. Esta princesa eraa una mujer muy culta y refinada, con conocimientos científicos y filosóficos, con una vocación intelectual muy profunda.
Comienza una guerra, en la cual interviene muy principalmente Bohemia por una parte y por otra Baviera, con el Imperio detrás. Pronto empieza a complicarse y a extenderse sucesivamente. Van entrando en escena diferentes países. Intervienen los países escandinavos, primero Dinamarca, después interviene Suecia. Con la gran figura militar y política del rey Gustavo Adolfo, que muere en la batalla de Lütsen, y hereda la corona la muy famosa Cristina de Suecia.
Cristina de Suecia era una mujer muy intelectual, menos que la princesa Isabel de Bohemia, y tenía una gran admiración por Descartes. Lo invitó a ir a Suecia; después de muchas dudas Descartes se decidió a ir a Suecia. Pero esto ya es posterior al término de la guerra, en los años 1649-50. La reina recibía a Descartes a las seis de la mañana para hablar de filosofía, en el palacio real de Estocolmo. En el invierno en pobre Descartes pescó una pulmonía y murio a consecuencia de ella. El médico sueco que le atendió quiso hacer una sangría a Descartes, pero este se negó indicando que: "ahorre la sangre francesa".
Luego de Suecia interviene Francia, y muy enérgicamente, pero del lado protestante. Gobernaba en Francia el cardenal Richelieu, y sin embargo militó en el lado protestante, frente al Imperio, a Baviera y a España. La rama de los Habsburgo de España están muy unidas al Imperio. No me gusta esta denominación de Habsburgo, aunque no voy a luchar contra ella, esa denominación de casa de Austria o de los Habsburgo. Porque cuando se habla del cambio de dinastía con la muerte del príncipe don Juan, la dinastía permanece en la herencia de doña Juana, en su hijo Carlos. En realidad no hubo ningún cambio de dinastía. Desde la Edad Media hasta Juan Carlos I hay una continuidad dinástica perfecta. Los borbones eran nietos de los reyes de España, la continuidad permanece también.
Francia toma partido por la causa protestante, lo cual muestra que la guerra, originalmente religiosa, dejó de serlo, y es primariamente una guerra política, por intereses de los diversos países. Francia, en manos de un cardenal, ataca a las dos ramas de la casa de Austria, porque teme el poder doble de dos potencias unidas estrechamente que impedían el engrandecimiento de Francia, la ampliación de su poderío. La guerra pronto deja de ser una guerra de religión y se convierte en una guerra de intereses nacionales, dinásticos, lo que le da un carácter bastante distinto del que originariamente tenía.
Todo esto produce un gran confusión, después de que al principio las cosas estaban relativamente claras. Había una confusión en otros sentidos, como ocurría entre los responsables de la guerra. España tuvo su primera derrota en el año 1643, en Rocroi. Los tercios españoles fueron por primera vez derrotados. El vencedor fue un joven caudillo militar francés: el príncipe de Condé, el cual muy pocos años después estuvo al frente de las tropas españolas.
Surgió en esta guerra un nuevo tipo de soldado profesional. Siempre ha habido ejércitos profesionales, por ejemplo los suizos, que eran con gran frecuencia mercenarios, quedan restos de ello en la Guardia Suiza del Papa. No se trata solo de mercenarios o soldados de fortuna, sino que los grandes jefes militares también son mercenarios. Los grandes caudillos de la Guerra de los Treinta Años, como por ejemplo Mansfeld del lado protestante,Tilly y Wallenstein por parte católica, eran grandes figuras militares, pero también eran soldados de fortuna.
Esto no ocurre con España, donde las figuras que intervienen del lado español en la guerra, son grandes figuras de la milicia, de la nobleza, en algún caso intelectual. Es un ejemplo el gran Cardenal Infante, hermano de Felipe IV, una de la figuras más admirables y más importantes de la historia española del siglo XVII, probablemente si hubiera sido rey la cosas hubieran ido mejor en España, aunque no es nada desdeñable la figura de FelipeIV, rey de mala prensa, pero cada vez parecen menos justificada, pero tenía sus defectos, y el Cardenal Infante era una figura absolutamente de primer orden en muchos sentidos. También eran grandes figuras el marqués de Leganés o Melo, portugués, pues España estaba unida a Portugal en aquellos años. Es el caso de Spínola o la figura política y diplomática de Saavedra Fajardo.
Saavedra Fajardo fue embajador en todas partes y mantuvo una correspondencia vivísma con las figuras más importantes de la contienda. En estos años hay un investigador, Quintín Aldea, que ha acometido la empresa de publicar la correspondencia de Saavedra Fajardo. Van a ser diez grandes volúmenes; he visto dos, son muy intersantes. Correspondencia con el rey de España, con el Cardenal Infante, con el Emperador, con todas las grandes figuras de la época. Cartas sumamente interesantes.
Algunas de las cartas son pintorescas, como el relato de la muerte de Wallenstein, de una manera casi de película. Lo mató un coronel de su propio ejército, después de cenar apareció este coronel y le clavó en el estómago una lanza. Sonó como un disparo de arcabuz, de los gases acumulados en el estómago se produjo una explosión y como hacía mucho frío, rea en invierno, los gases hicieron el mismo efecto que produce la respiración en un ambiente helado. Un efecto cinematografico muy acusado tuvo esta escena.
Es decir, y esto me parece muy inyterante, España participó en la Guerra de los Treinta Años de una manera distinta; no con mercenarios, no con soldados de fortuna, sino con las grandes figuras, de la milicia, de la nobleza española; de una manera más normal, con una dignidad mayor. Esto tiene que ver con algo que me parece muy importante: la manera como se entiende la política en España en este tiempo.
Un ejemplo de lo anterior es el testimonio del Conde-Duque de Olivares cuando perdió el poder, la gracia del rey, éste para defenderse, para justificarse publicó un libro que se llama "El Nicandro". En este extraño libro - no comprendo como los historiadores no perciben la extrañeza que tiene esto - reconoce que ha fracasado y que le que ha tenido éxito es su rival Richelieu. Pero añade que siempre se ha comportado de acuerdo con la moral y con la religión cristiana, y Richelieu no; lo demuestra en una serie de casos. Estos casos indican lo que se entendía por una política adecuada en los años de mil seiscientos cuarentaitantos. No eran interses nacionales los que se defendían.
España se pasó en siglo XVI y la mayor parte del siglo XVII siguiendo una política que no era la que favorecía los intereses españoles. Se hacía una política de favorecer los intereses religiosos que parecían más importantes, a los cuales parecía que se debía subordinar el interés nacional. Recuerden la famosa frase, recordada popularmente: "Con todos guerra y paz con Inglaterra", que amenazaba las comunicaciones de la Monarquía, interceptaba los convoyes de galeones que iban o venían de América. Sin embargo, a pesar de ello, se hacía la guerra a Inglaterra, contra el interés nacional. Esto hace que el papel que realiza España en la Guerra de los Treinta Años fuera muy distinto del realizado por las demás potencias. Los historiadores no hacen resaltar este hecho, que me parece de la mayor importancia y orientaría enormemente esta guerra.
Guerra enormemente feroz. Las guerras son feroces mientras no se demuestre lo contrario, son violentas. No es que consistan en violencia, consisten en imponer la voluntad sobre el adversario con el mínimo de violencia necesario. Pero esta guerra fue violentísima por dos razones, sobre todo: una por la confusión, por la pluralidad de frentes, porque se luchaba en todas partes. Había avances y retrocesos, se abandonaban territorios que se habían conquistado, se recuperaban otra vez. En segundo lugar por la acción de gentes que no tenían moral, tenían intereses. No tenían siquiera propiamente una causa. El hecho de que fuera una guerra, en cierto modo, mercenaria, incluso en sus cimas, le dio una particular ferocidad.
La forma de esos ejércitos, en gran parte mercenarios, ocasionaba una serie de problemas propios. Cuando no se les pagaba se dedicaban al saqueo, al pillaje, a la violencia. Un poco más si se encontraban en territorio enemigo, porque también lo hacían, pero menos, en territorio propio. A esto se añade la indisciplina de los ejércitos, a los cuales se aplicaba los castigos correspondientes. Los grabados de Callot son muy ilustrativos. Por ejemplo los árboles con racimos de ahorcados. Esta nota de ferocidad es característica de la Guerra de los Treinta Años. Hubo un enorme número de muertos.
Gran destrucción. Alemania fue devastada casi para un siglo, era el campo de batalla donde se hizo la mayor parte de la guerra, que es lo que tardó en recuperarse, incluso físicamente. Esa destrucción llegó a muchas partes de Europa. Se combate en Flandes, Bohemia, Austria, Francia...Hay algunas penetraciones francesas en España, de la misma manera que hay penetraciones, más profundas de España en Francia.
Predominan los intereses particulares, los intereses de la naciones y luego el de cada cuerpo de ejército, de cada jefe militar, que busca la influencia y el poderío. Por ello hay rivalidades constantes. Wallenstein, hombre de gran talento militar pero de una moralidad dudosa, tiene unos versos Schiller a él dedicados, sirven de lema para describir lo que fue la situación: "Desdibujado por el favor y el odio de los partidos, vacila su carácter, en la Historia". Esto es lo que fue la Guerra de los Treinta Años, llena de confusión y vacilación, desgarrada por el partidismo. La claridad brilla por su ausencia. Hay guerras que han sido claras; ésta no lo fue.
La guerra es un caso máximo en que Europa aparece unida, unida en la destrucción. Están todos implicados. Los países del norte de Europa, primero Dinamarca y luego Suecia empiezan defendiendo su religión luterana, pero luego ambicionan riqueza y poder. Estos países pertenecen a la tercera promoción de naciones. Las primeras son España, Portugal, Francia e Inglaterra. Es interesante indicar que las naciones europeas no son coetáneas como tales, van creándose como naciones en distintas épocas. Alemania e Italia tienen apenas un poco más de un siglo de existencia.
Ahora está ocurriendo en la antigua Yugoeslavia una serie de fenómenos parecidos a los de la Guerra de los Treinta Años, entre países y territorios que nunca han sido naciones. Estos fenómenos se entenderían mejor si se tiene en cuento la que ocurrió en la Guerra de los Treinta Años y se entendería mejor el disparate que se está haciendo. Se hacen cosas que no conducen a ninguna solución, como ocurrió con la Guerra de los Treinta Años, que tampoco resolvió nada.
Termina la guerra con la paz de Westfalia, que es el reconocimiento de que las cosas no se pueden arreglar. Ni los católicos han logrado eliminar a los protestantes, ni los protestantes han logrado eliminar a los católicos. Ambos tienen que convivir, pero para hacerlo no hubiera sido necesario meterse en una guerra tan cruel. Una guerra inútil, lo mismo que vemos todos los días en los periódicos o en la televisión. Hoy ocurre en pequeño la misma confusión. No se sabe quién combate a quién y que estructura hay que darle a ese mundo tan agitado. Da la impresión de que se está haciendo lo contrario de lo que hay que hacer.
He querido hablar de la Guerra de los Treinta Años porque es un momento de crisis de Europa, pero justamente en el momento que Europa tiene la plenitud de su conexión, en forma negativa, en forma errónea, pero es cuando funciona por primera vez en su conjunto. Porque hay también la participación de Holanda, la participación de Inglaterra. Los suecos invaden Polonia. Es el primer caso de una guerra propiamente europea. Europa entra en juego para destruirse y para no conseguir el predominio de unos sobre los otros. Es capital, un hecho enormemente importante.
La única lección positiva fue la conciencia de la necesidad de un equilibrio europeo, un equilibrio de poder. Eso sí fue una adquisición, conseguida a costa de cientos de miles de muertos, y de la consiguiente destrucción. Al final se vio que Europa no tenía más remedio que entenderse, que conservar un equilibrio, que aceptar la realidad. Que había muchos católicos, que había muchos protestantes, que no se ponen de acuerdo, que no llegan a entenderse.
Paralelamente a esta guerra existen los esfuerzos por buscar un acuerdo, lo que se llamó "Irenismo", es decir: la conciliación religiosa. En esto Leibniz fue la gran figura. Era protestante, pero estaba muy cerca del catolicismo, pero no quería convertirse, creía que las iglesias debían llegar a un acuerdo. Esto lo hizo apoyándose en dos obispos católicos, uno francés: Bossuet y otro español: Rojas Espínola, que le parecían mentes abiertas y propicias a ese acuerdo entre las diversas confesiones.
La idea del equilibrio europeo, del equilibrio político funciona durante todo el siglo XVII. La Guerra de Sucesión de España, a la muerte de Carlos II continuó con esa situación de búsqueda de equilibrio. Había dos pretendientes al trono de España: el archiduque Carlos de Austria y el príncipe Felipe de Anjou, después Felipe V, los dos eran descendientes directos de los reyes españoles, nietos del rey. Al final Carlos II nombró sucesor y heredero a Felipe de Anjou. Esto no fue aceptado por Austria, Inglaterra y Holanda, que temían la preeminencia de Francia en Europa.
En la Guerra de los Treinta Años Francia estaba preocupada por la posible hegemonía de España y Austria conjuntamente. Ahora es Francia la que puede ser preeminente, entonces Austria e Inglaterra son los que temen que haya reyes que actúen conjuntamente en Francia y en España. Entonces España era algo muy curioso, por una parte estaba debilitada, pero por la otra era la gran monarquía en los dos hemisferios, con un orden de magnitud incomparable con ninguna nación europea. Pero cuando el archiduque Carlos se convierte en emperador de Austria, inmediatamente los que lo apoyaban, Inglaterra sobre todo pierden interés en su apoyo, porque entonces volvería a producirse el predominio de la casa de Austria. Prefiere entonces Inglaterra que reine en España Felipe V. Ese es el funcionamiento del equilibrio europeo.
La Guerra de Sucesión de España fue otra guerra internacional, en cierto modo con un componente de guerra civil en España, pero fundamentalmente una guerra internacional, y la idea de Equilibrio funciona por dos veces: en el planteamiento de la Guerra de Sucesión y cuando Carlos es elegido emperador de Austria. Entonces cambia el equilibrio y cambian los planes. Luego volverá a funcionar el equilibrio europeo en la guerra contra Napoleón.
La idea de Equilibrio es mantenida principalmente por Inglaterra, volverá a actuar en los primeros años del siglo XIX en las guerras contra Napoleón. Es el lado positivo de la Guerra de los Treinta Años. Dirán ustedes ¡a que precio! Evidentemente se podría haber pensado antes. La necesidad de mantener el equilibrio, la idea de que hay que aceptar la realidad y reconocerla en un ejemplo ingente de lo que es el error intelectual como motor de la Historia, cuando no se tiene en cuenta la realidad.
Los aciertos intelectuales suelen traer cosas buenas, y los errores intelectuales son los que traen, normalmente, los desastres. Aunque a veces hay desastres cósmicos que no tienen ese origen. Pero la mayoría de los desastres que ocurren el humanida son consecuencia de errores previsibles, evitables. Si ustedes piensan en el mundo actual, verán que en muchas cosas se está haciendo exactamente lo contrario de lo que cualquier mente clara diría lo que habría que hacer. Asombra que esto no se haga, y al que lo piensa no se le hace caso. Una situación curiosa.
La trama de la realidad europea se ha realizado de esta manera que hemos visto, se ha hecho con errores y con aciertos. En el siglo XVIII las mentes más claras ven que toda guerra europea es una guerra civil, y que por tanto los países de Europa tienen que entenderse. Hay esa frase excelente de Antonio de Capmany: "Europa es una escuela general de civilización". Es más bien una idea piadosa, pues a veces parece una escuela de barbarie. La inseguridad acompaña a lo humano de manera permanente.
Se va creando esta Europa poco a poco, con una consecuencia mucho más importante, y es que las naciones de Europa como consecuencia de la Guerra de los Treinta Años quedan, en cierto modo, enemistadas. Esto es gravísimo. Las guerra pueden no enemistar. En Europa ha habido innumerables guerras que no han producido enemistad entre las naciones contendientes. Eran luchas de ejércitos como en una especie de ajedrez, pero que no afectaban a los países y que no quedaban implicadas las naciones como tales.
Pero la Guerra de los Treinta Años desató una gran cantidad de violencia, asociada a una gran falta de justificación interna. Esa participación de intereses, muchas veces los menos respetables, hace que no fuera, por parte de casi nadie, una causa respetable. Las destrucciones, las violencias; la esterilidad misma de la guerra, que no resuelve los problemas.
En esta misma época la frase del Cardenal Borja a Felipe IV: "La guerra, señor, es el remedio de las cosas que no tienen remedio". Espléndida frase, a la que hubiera debido añadir, "Ni siquiera con la guera". Hay problema que no tienen solución ni siquiera con la guerra. Esto fue lo que pasó con la Guerra de los Treinta Años. Europa queda, en cierto modo, enemistada. Empiezan a surgir entonces las hostilidades, no ya de unos reyes contra otros, de unos ejércitos contra otros, sino la hostilidad de los diferentes pueblos, la hostilidad de los diferentes países. Cosa que se mitiga en algunos momentos, pero reverdece en otros. Esto me parece de una enorme gravedad.
Es importante hacer balance de esta situación. Si la comparamos con las dos guerras mundiales. La I Guerra Mundial fue la que aplicó por primera vez la hostilidad a las culturas: los alemanes detestaban la cultura francesa o inglesa, y viceversa, sobre todo los franceses condenan la cultura alemana. Esto no había ocurrido en otra épocas. Federico de Prusia derrotaba regularmente a los franceses, y esto no le impedía tener la Academia de Berlín llena de franceses. Todo lo que escribió lo escribió en francés. Había una diferencia entre lo que pasaba militar y políticamente, y lo que pasaba culturalmente.
En la II Guerra Mundial ha habido también un odio particular, que se complicó con lo que no había en la I Guerra Mundial, que fue lo que se podría llamar como "patriotismo ideológico", el hecho descomunal, de una importancia enorme, del "colaboracionismo", que apenas existió en la I Guerra Mundial.
Como ven ustedes las relaciones entre países son muy variables. Es importante saber cuales son esas relaciones. Ahora los países de Europa tienen una relación de bastante paz y no tienen hostilidad marcada, pero tienen poco entusiasmo mutuo, un fondo de antipatía que es bastante fácil de percibir, lo cual es curioso y nada bueno. Algo se esto arranca de la Guerra de los Treinta Años. Esta actitud de hostilidad entre los países europeos va a permanecer y va a estar larvada, con la posibilidad de rebrotar, de reaparecer.
En esta época se produce un reverdecimiento de la Leyenda Negra contra España. Véase la coincidencia de ciertos fenómenos internos. Los movimientos de disensión o de separatismo aparecen, justamente, en España en ese mismo momento. Portugal en 1640 inicia un proceso de separación. Es interesantísimo lo que dice un buen conocedor de esa situación como es el caso de Saavedra Fajardo. Los catalanes también con sus revueltas que culminan con el ofrecimiento de su soberanía a Luis III de Francia: les fue tan mal que fueron a pedirle a Felipe IV que volviera ser conde de Barcelona. Los movimiento secesionistas se producen en ese momento en que está en curso la Guerra de los Treinta Años, en gran parte fomentados por los países que estaban del otro lado del conflicto, sobre todo Francia y secundariamente Inglaterra. Esta actúa más en Portugal y Francia más en Cataluña. Todos estos fenómenos de hostilidad a España, no justificados son explicados por Saavedra Fajardo como una excusa, apoyada en Las Casas, en sus escritos de un siglo antes, pera hacer rebrotar la Leyenda Negra.
Se establecen vínculos cada vez más próximos en Europa, pero al mismo tiempo de va debilitando lo que pudo ser la cooperación, la concordia de Europa. Costará largo tiempo reestablecer esa concordia. Seguirá existiendo en ciertos aspectos, en ciertos planos de la realidad, en otros quedarán gérmenes, que vuelven a brotar una vez y otra y se convierten en una amenaza permanente de Europa.
La Guerra de los Treinta Años interesa, más que por las batallas y los desastres, por la motivación y los resultados en la configuración de los países resultantes del conflicto. Les pediría a ustedes que tuvieran presente lo que hemos hablado hoy para entender lo que está pasando en el mundo.
Lección XII:
La plenitud moderna: de Galileo a Descartes, del Greco a Velázquez y Rembrandt.
(Pendiente)
Lección XIII:
Incorporación de la periferia europea y repliegue español.
Europa, desde el punto de vista geográfico, llega hasta los Urales, pero históricamente la cosa no es tan clara. En la Antigüedad Europa propiamente no existía. Lo que existía como núcleo de la civilización era el Mediterráneo. La unidad histórica y cultural de la época antigua. Spengler llega a decir que Europa es una idea falsa y equivocada. Durante muchos siglos fue el Mediterráneo la realidad efectiva, en sus dos orillas. Todo esto termina con la invasión de la orilla sur del Mediterráneo por los musulmanes, en el siglo VII.
El Mediterráneo dejó de ser un mar común, el Mare Nostrum. De la vía de comunicación más frecuentada se convierte en una barrera. Deja de ser transitable. El sur musulmán queda escindido del norte cristiano, con consecuencias inmensas, que nosotros entendemos muy bien, porque en nuestra época ha habido un fenómeno enormemente parecido, que ha sido el "Telón de Acero". Lo que pasa es que el "Telón de acero" ha durado mucho menos, desde el final de la II Guerra Mundial hasta ahora. Es un periodo muy corto si lo comparamos con la presencia musulmana en el Mediterráneo, desde el siglo VII hasta hoy, aun ahora la situación tiene un flexibilidad mayor. Pero hasta principios del siglo XIX el tránsito por el Mediterráneo ha sido muy difícil por la presencia de la piratería, que no terminó hasta la toma de Argel por los franceses, a partir de 1830.
Esa separación brusca del mundo Mediterráneo hace que Europa empiece a dilatarse hacia el norte, con la incorporación de todo el mundo franco, germánico y el británico. Con todo, los límites de la Europa histórica son todavía bastante reducidos. Desde el Renacimiento se incorporan a esa Europa histórica cada vez más territorios, todo el Mediterráneo septentrional, con Francia, Flandes, Alemania, Suiza e Inglaterra. Esta última incorporada a la vida europea, incluso durante casi toda la Edad Media Inglaterra tiene un pie en Francia, y a veces los dos, con una lucha constante por la supremacía con los reyes de Francia. La Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra es la muestra de ello. Inglaterra funciona como una parte de Europa. Si se miran bien las cosas Inglaterra participa más en Europa durante la Edad Media que después de ella, debido a la escisión que se produce respecto del continente por el uso de la lengua inglesa.
La lengua de cultura era el latín, y era la lengua de uso general para las relaciones superiores de la vida. Después, por una parte el cisma anglicano, por otra el uso del inglés como lengua de comunicación principal, hace que Inglaterra se aísle del resto de Europa, aunque no en todas las situaciones. Hay una cierta disidencia de Inglaterra respecto del continente.
Europa poco a poco empieza a ampliarse, con un factor añadido: la toma de Constantinopla por los turcos, la caída del imperio Bizantino, y una enorme dilatación del imperio Otomano. Los turcos dominan una enorme porción del mundo asiático y africano, también una parte de la Europa geográfica: Grecia, dominada por Turquía hasta 1821, en que comienza la guerra por la independencia. La casi totalidad de los países balcánicos también caen en manos de Turquía. Una enorme parte de lo que hoy es Hungría, lo que ahora es Rumanía, la antigua Dacia, trajana. Históricamente esta enorme porción de Europa, originariamente europea, por sus raíces romanas o griegas, con los elementos eslavos posteriores y con el cristianismo. Todo esto queda sometido a un poderío musulmán y un dominio político otomano. Esta parte del continente queda desgajada de Europa. Conviene no perder esto de vista. Las huellas son muy grandes todavía.
Todavía la gente se extraña de la existencia de muchos musulmanes en Europa. Esto es posible por la presencia turca en una gran parte del continente europeo, durante varios siglos. Cuando se habla de Bosnia, la gente se da cuenta de esta situación, lo mismo con Albania y otros países. Es un ejemplo de los "telones de acero" que han dividido Europa en algunas ocasiones. Recuerden que los turcos amenazan Viena en varias ocasiones y está apunto de caer en poder de los turcos. Hay, por tanto, porciones de Europa, que siendo europeas, quedan segregadas de la Europa propiamente dicha.
Por otra parte van entrando en escena otros países. Es lo que está pasando en el siglo XVII con los países escandinavos. Eran países muy poco poblados, lo están todavía. Las condiciones geográficas y climatológicas han sido un factor muy importante siempre y decisivo. América estaba muy poblada en las zonas tropicales y subtropicales. Hacia el norte y hacia el sur estaban muy poco pobladas. Combatir el frío era muy difícil en las condiciones primitivas, con unas técnicas elementales. El Canadá está casi vacío, solo están pobladas las zonas del sur y las costas. En América del sur la situación es menos extrema, pero había muy pocos indios.
Lo mismo pasa en Europa, con una temperatura suave en el Mediterráneo y el grueso de la población del mundo civilizado en la Antigüedad, que no tenía nada que ver con la de los países escandinavos. Francia ha tenido siempre desde la Edad Media una población muy alta. Era un país muy poblado, por estar en una zona templada, con un territorio más llano que España, por tanto con unas posibilidades de cultivo mucho mayores. Es una tierra muy fértil. La economía ha estado fundada durante siglos por la agricultura principalmente. La agricultura francesa ha sido en todo el hemisferio occidental la más fácil, la de mayor rendimiento. Eso permitió que la población francesa fuera desde muy pronto mucho mayor que otros países. Lo cual significó una potencia humana considerable.
La principal riqueza de las naciones consiste en su población, en la riqueza humana. Ahora se tiende a producir mucho de todo, menos personas; nunca me ha convencido eso. Hay una tesis de Chaunu que considera que la población empieza a ser creadora a partir de los cuarenta habitantes por kilómetro cuadrado. Esto fue conseguido por Francia desde muy pronto. España lo consiguió en la infancia de Marías. Francia fue por delante de los países europeos hasta el siglo XVIII en cuanto a población, luego se estabilizó. La población de España era pequeña, menor la de Inglaterra. La italiana algo mayor, pero el incremento de población de Italia es bastante reciente.
Los países escandinavos estaban muy poco habitados, países en los que el invierno dura casi todo el año. Con pocas horas de luz en invierno, con suelos no muy fértiles, con grandes dificultades de comunicación. Eran países bastante primitivos, con escaso desarrollo intelectual. Aún así van entrando en escena alo largo del siglo XVII, muy especialmente de forma militar, en la Guerra de los Treinta Años.
El primer país escandinavo que participó en la guerra fue Dinamarca, país relativamente pequeño, que empieza a funciona como una potencia. Luego comienza la influencia de Suecia, con mayor fuerza y empuje. El rey de Suecia Gustavo Adolfo fue un político y militar importante, que muere en la batalla de Liesen. Su sucesora fue la reina Cristina, niña todavía. Pero en ese momento Suecia adquiere una significación europea importante y empieza a actuar, no solo en la Guerra de los Treinta Años, sino después. Hará campañas contra Polonia, contra Lituania. Aunque los países han cambiado mucho de límites y de importancia histórica.
Hace unos años estuve en la universidad de Upsala y me enseñó la biblioteca una bibliotecaria sueca de una ingenuidad amigable. Me contaba que “este libro lo robaron los suecos a los polacos”, en una cierta fecha. Lo decía con toda naturalidad. Si esto se practicara en otros museos y bibliotecas se tendría una imagen muy distinta de la historia de Europa. Suecia se convirtió en una potencia militar importante.
Les hablaba de Polonia y de Lituania. Polonia ha sido un país muy complejo, ha tenido una extensión muy variable. La mayor parte de su historia ha tenido monarquía electiva, algo parecido a lo que existía en la España visigoda. Aunque siempre es un poco inquietante, porque una de las fuerzas de las monarquías es su continuidad y el mecanismo de su éxito radica en la sucesión hereditaria, pero si esto falta los conflictos son muy probables. Además ha sido un país que ha estado en una posición intermedia entre el mundo germánico y el mundo eslavo.
Los países bálticos han sido también muy variables, desde no existir como tales países hasta ser importantes como el caso de Lituania. Ha habido posteriormente una germanización bastante fuerte. Países muy curiosos, con particularidades étnicas y lingüísticas que los hacen ser, en cierto modo, homogéneos, pero bastante distintos. Van entrando también en escena, sobre todo muy a finales del siglo XVII.
Hay algo muy importante que es Rusia. Lo que había al principio era el gran ducado de Moscovia, que era un pequeño país, muy dividido por la luchas interiores, con un poder de los zares muy discutido, disputado con el poder de una fuerza feudal llamada los boyardos. Este gran ducado no llega a tener un poder de dilatación hasta Iván IV, el Terrible, contemporáneo de Felipe II. Empieza a funcionar Rusia como una potencia, no propiamente europea, mirando más hacia el este. Se trata de consolidar el poder de los zares y se inicia la expansión hacia el este. Que hace de Rusa la gran potencia colonial por excelencia. Este pequeño gran ducado de Moscovia se va a dilatar hasta el Pacífico, incluso llegando a Alaska, pues durante un tiempo Alaska ha sido rusa.
Si se habla de imperialismo, de colonialismo ¡que venga Dios y lo vea!, pero no era un colonialismo con un mar de por medio, era en continuidad de tierra. Es un colonialismo terrestre. Incluso después de la desmembración de la Unión Soviética, lo que se llama ahora Rusia, todavía sigue llegando al Pacífico. Piensa uno si tiene mucha homogeneidad esa Rusia, es bastante problemático. Desde entonces empieza a contarse con Rusia, no como parte de Europa, sino como el vecino de Europa.
Esto cambia en la frontera entre el siglo XVII y el XVIII con Pedro I el Grande, entonces se inicia algo nuevo, que es la constitución de una nación europea en Rusia. Ni Rusia era una nación, ni era propiamente europea, pero desde Pedro I se intenta constituir una nación europea en Rusia. La capital se traslada a San Petesburgo, ciudad asomada al mar Báltico, ciudad de nueva construcción, realizada por arquitectos italianos y franceses, una ciudad occidental desde el punto de vista urbanístico y arquitectónico. Empieza a constituirse una minoría occidentalizada, o germanizada o afrancesada. Se va a hablar francés o alemán.
Si se leen los grandes novelistas del siglo XIX, a Dostoiewski, Tolstoi o Turgenev, verán como constantemente en los diálogos de los personajes se intercalan el francés o el alemán, incluso hay trozos en que están hablando en francés o en alemán. No digamos lo que ocurre en el siglo XVIII, con las dos Catalinas, con sus cortes llenas de intelectuales importados de Francia o Alemania.
Funciona Rusia como una nación en una parte de ella y en un estrato social determinado. Funciona como algo europeo, el resto de Rusia no funciona así, el resto es profundamente ruso, habla ruso, está sumergido en unas formas sociales tradicionales. El entusiasmo de una gran parte de la intelectualidad, afrancesada o germanizada, tendrá una veneración por lo que se llamará la “Santa Rusia”, esa Rusia profunda que ahí está. Rusia no llegará al grado de nacionalización de los grandes países europeos, pero poco a poco se va dilatando. Europa también se dilata con la incorporación de la periferia europea y se convierte en lo que dio Capmany: “Europa es una escuela general de civilización”, llegando las musas al Deva.
En el siglo XVIII se produce la constitución de una potencia germánica, que es Prusia. Territorio muy poco romanizado. En el mundo germánico hay una diferencia entre las porciones que fueron romanizadas y las que no lo fueron. Renania, Baviera, Austria, son las porciones germánicas romanizadas y también de predominio católico. El protestantismo prende con mucha más fuerza en la Germania no romanizada. La parte este del mundo germánico, con un primitivismo inicial, se va convirtiendo en una potencia militar y Prusia aparece como la decantación de esa Germania del Este que no había tenido protagonismo con anterioridad. Berlín aparece como ciudad de referencia, sin una importancia anterior destacada. Las ciudades más importantes eran las de Renania, era Munich en Baviera, los puertos anseáticos, sobre todo Hamburgo y Viena, el gran centro germánico, cabeza del Imperio. Pero desde el siglo XVIII va a aparecer Prusia, con una voluntad de poder y con una especial rivalidad con Viena.
Todo lo anterior muestra la estructura de Europa entre finales del siglo XVII y parte del siglo XVIII.
Vamos ahora a ver lo que pasa con España, que desde fines del siglo XV y ya plenamente en el siglo XVI está en todas partes, por muchos motivos. Por razones dinásticas, por herencias, por acciones bélicas. Una gran parte de Francia es español, una buena parte de Italia también: Sicilia, Nápoles, el Milanesado, los Países Bajos como herencia borgoñona. Pero el Descubrimiento de América hace que se crea una comunidad nueva, una supernación en los dos hemisferios, que llagará al máximo cuando se produzca la incorporación de las dos coronas: la española y la portuguesa, añaiendo todo el enorme territorio de Asia en manos de Portugal. Algo absolutamente fabuloso.
España tiene un orden de magnitud incomparable con las naciones europeas. La España europea es todavía el país más grande de Europa, junto con Francia. Pero en esos años Francia era mucho menor que ahora, por lo tanto mucho menor que la España europea. Muchos territorios de la Francia actuel no estaban todavía bajo la soberanía del rey de Francia. Si a eso se le añaden los territorios de Monarquía española, el resultado es de otro orden de magnitud. Cosa que se olvida, curiosamente.
España está presente en el mundo, en todas partes. No se podía circular por el mundo sin encontrarse con España. Esto lo tiene muy en cuenta Bacon en el documento que les mostré unas semanas atrás, al pedir al entonces príncipe de Gales que haga la guerra a España, porque en caso contrario España puede destruir a Inglaterra. Piensen: ¿Que español en el año 1624 pensaba que España podía destuir a Inglaterra? Esto lo pensaba Francis Bacon, que además de filósofo era Canciller de Inglaterra.
Pensaba que aunque se había derrotad a España con la Invencible, en 1588, ahora era peor. Aunque Bacon cree que habrá una coalición contra España que eliminará el peligro. Por cierto, tan pronto fue rey Carlos I hizo caso a Bacon y mando una flota contra España, en 1625 contra Cádiz, que por cierto fue derrotada.
Lo curioso del caso en esa España tan poderosa, fue la subordinacion de los intereses nacionales a otros intereses distintos. Esto es lo característico de esos años. España hace constantemente cosas que no le convienen, como nación: las guerras contra Inglaterra, la presencia en mucho asuntos franceses, la participación en la Guerra de los Treinta Años, pero es que España cree que su misión es el mantenimiento del cristianismo católico, frente a los musulmanes, de una parte y frente a los protestantes, de otra. Sacrifica España sus intereses particulares, nacionales, a esos otros intereses religiosos, que parecen más importantes.
El que desconozca estos extremos tiene una idea muy distinta de lo que realmente ocurrió en esos años. Hay que ponerse en el punto de vista de los españoles de aquel tiempo para comprender cómo ocurrieron las cosas. Parece sumamente esencial el comprender. Pero esto no lo entendió Europa, no lo creyó, esto es lo interesante, no lo comprendió. Hay una interpretación constante de que España lo que quiere es realizar una forma de imperialismo para dominar Europa. No es verdad, y es curiosísimo como este era el proyecto de Gattinara en tiempo de Carlos V, pero lo que quería Carlos V era el programa de la "Universitas Christiana", del doctor Mota, asesor muy importante de Carlos V. Estudiado admirablemente por Menéndez Pidal. No quería Carlos V un dominio nacional de España sobre otros países. Esto es lo que no se entiende, no lo cree Europa, no se da cuenta. Hay una interpretación siempre desacertada de lo que es la política española, y es uno de los factores del desarrollo de la llamada "Leyenda Negra".
Esta "Leyenda Negra" supone una permanente descalificación de España, desde el pasado hasta el futuro, porque incluye el futuro. Esta incomprensión produce en España un desencanto de Europa. Este ataque permanente a España, esta deformación de lo que quiere España, esta incomprensión de lo que España es y de lo que quiere ser, produce efectos muy variables. Un tipo de españoles queda afectado por ello, quedan disminuidos, quedan deprimidos por ello. Hay otros que se irritan, que son los apologistas, defienden lo español a todo trance, sea bueno o malo. Es curioso que los apologistas a ultranza, entonces y ahora, en general no saben concretar lo valioso de España, suele compaginarse con la ignorancia
Este efecto de desencanto por lo europeo hace que España se encuentre desencantada de Europa. En primer lugar piensan muchos españoles que no les entienden. Lo que se opina de nosotros, nos puede parecer agradable o no, pero nos puede parecer otra cosa más importante: que no tiene que ver con la realidad. Si alguien me conoce y me seala los innumerables defectos que tengo, puede dolerme, pero puede tener razón, pero si tiene una imagen de mí que tiene muy poco que ver conmigo, aunque fuera buena, entonces no me siento reconocido, entendido, y eso me produce mucho malestar. Si a uno lo elogian sobre cosas que no tienen que ver con uno, resulta molesto, excepto si uno es vanidoso, pero normalmente no gusta eso. En cambio si alguien nos entiende, aunque señale nuestros defectos, asentimos.
España siente que no la entienden. Es decir lo que se dice en Europa de España, no tiene mucho que ver con la realidad. Tengo estimación particular por algunos hombres que no son geniales, que en cierto modo son preferibles, porque el hombre genial proyecta su genio sobre las cosas y lo que nos muestra a sí mismo. Pero el hombre no genial, pero inteligente, refleja la realidad. Un ejemplo relativamente reciente es el caso de Valera, que no era un hombre genial, pero que tenía muchísimo talento, sabía muchas cosas y es el mejor observatorio de la Europa del siglo XIX, y de todo el mundo también.
En el siglo XVII hay un hombre de este tipo, que no era un genio, pero era inteligente y sabía muchas cosas: Saavedra Fajardo. Se pasó la vida en Europa y era el más europeo de los españoles, y uno de los europeos más europeo de todos. Estuvo metido en todas las cuestiones como diplomático, y además pensaba, sin gran genialidad, pero pensaba sobre todo esto. Escribió un pequeño libro que se titula "Locuras de Europa". Piensa que Europa no va bien, y además es verdad. Europa no iba bien. Piensen en la Guerra de los Treinta Años, que fue una atrocidad, además de un enorme error. El hecho de que Francia, país católico, regido por un cardenal, colabore con los protestantes, no estaba nada bien y los españoles pensaban que no estaba justificado, tenían razón.
España está dolida de que no la entiendan, y que además la difamen. Esto lo estudia muy bien Saavedra Fajardo, los intentos de separación de Cataluña, el de Portugal, y examina los motivos que había ono había para ello. Le parece que es un error, además de otras cosas. Tiene una actitud crítica respecto d Europa. La parece monstruoso que se estén matando los países por intereses nacionales, por un poco más allá o un poco más acá. Esa actitud hoy nos parece normal y sana, pero hacia 1640, le parece que la subordinación del destino de Europa y de la vidas humanas que están en juego a los estrechos intereses nacionales le parece un enorme error.
Saavedra Fajardo tiene una perspectiva, además de española, directamente europea. los intereses nacionales le parecen legítimos, pero no le parece que deban tener prioridad. Hay otros intereses, por lo pronto los intereses generales europeos, y no digamos los humanos y los morales, que son mucho más importantes.
Se dice que España empieza a hacer gestos de retracción. En el año 1559 aparece el primer índice de libros prohibidos, realizado por el inquisidor general Fernando de Valdés, fundador de la universidad de Oviedo, por otra parte. Hubo unos brotes de lo que llamó luteranismo que fueron reprimidos con mucha dureza por la inquisición, sobre todo en Valladolid y en Sevilla, de gente muy distinguida. Tengo mis dudas de que fueran luteranos, más bien eran cristianos conciliares, eran en parte erasmistas o estaban descontentos. Es el mismo caso que el del arzobispo de Toledo, Carranza. Felipe II dicta una provisión prohibiendo que los estudiantes españoles vayan a estudiar a las universidades extranjeras, excepto unas pocas, como Bolonia o Innsbruck, y alguna más. Lo que no se dice es que en 1580 la reina de Inglaterra Isabel I prohibió mucho más radicalmente que los ingleses estudiaran fuera de Inglaterra. Esto no se dice, es curioso.
Estos gestos de retracción fueron transitorios. Aunque ocurran durante poco tiempo se consideran permanentes, para siempre, pero dejaron de serlo y no se señala adecuadamente. es decir hubo gestos de retracción, pero no hubo retracción. Piensen que después de esta fecha ocurre Lepanto, victoria de España en conjunción con otros: Génova, Venecia, la Santa Sede. También la construcción del Escorial, algo realmente extraordinario, no nos damos cuenta de ello, que no es solo un fabuloso edificio. Hay un libro de Fernando Chueca que les recomiendo mucho, se titula "El Escorial, piedra profética", creo que hay pocos libros que expliquen tan adecuadamente lo que significa El Escorial y la significación que tuvo.
Imaginen lo que significó la empresa de la Invencible, que acabó mal, pero antes de la muerte de Felipe II, en 1598, se había construido otra armada más grande. Sus efectos - de la Armada Invencible - no fueron tan desastrosos, ni permanentes. Portugal se había incorporado a la corona desde 1580. En estos años se hace la exploración y la toma de posesión de una enorme parte del Pacífico, entre otras cosas, las Filipinas, nada menos, que siguen siendo el único país cristiano de Asia. Las islas Salomón, las Marianas, las Palaos, las Carolinas...
Hay una figura que me está apasionando y poco a poco me voy enterando de su vida: Pedro Sarmiento de Gamboa, que fue general, que fue almirante, que escribía versos y versos latinos, que hizo una "Historia Índica", que estuvo luchando en Europa, recorrió América de arriba a abajo, que hizo las fortificaciones del Estrecho de Magallanes. Fue hecho prisionero por los ingleses y llevado a Londres. Allí tuvo una conversación de hora y media, en latín, con la reina Isabel, y dice que el latín de la reina es "bastante elegante": Se lo cuenta a Felipe II y no dice nada más porque solo se lo cuenta al rey. Luego los hugonotes franceses le tuvieron prisionero tres años en Francia, al cruzar Francia para volver a España, lo cual acabó con su salud. Al final le dieron un mando naval y murió en el mar. Es una figura de la que estoy deseando que se haga una película, porque es realmente increíble: historiador, escribía versos, en latín, ganaba batallas.
Todos estos ejemplos indica que la retracción de España es bastante limitada. Pero, sin embargo, hubo un repliegue, que fue mucho más mental que real. esta es la cuestión. España sigue en todas partes, porque además no tenía más remedio. Está en Europa, en América y en Oceanía. Piensen lo que era Mendaña y su esposa Isabel de Barreto, explorando y descubriendo islas por todo el Pacífico. Todo esto sigue, pero los españoles empiezan entonces a replegarse mentalmente, por lo menos de un modo selectivo. Tienen una decepción de Europa: Francia ayuda al protestantismo y pone sus intereses dinásticos y nacionales por encima de otras cosa mucho más importantes como la moral y la religión.
Hay una sorpresa ingrata ante la actitud europea de desdén, de injusticia, de no entender. Esto se va a prolongar durante todo el siglo XVIII: los ilustrados franceses no tienen la menor idea de España, ni idea, ni les interesa; no tienen curiosidad. Incluso Montesquieu, que estaba a dos pasos de España y estaba lleno de amigos españoles. Hombre de gran talento político, no tiene curiosidad por saber lo que fue esa, extraña, asombrosa supernación en ambos hemisferios. Las cosas que dice sobre España y sobre América son todas disparatadas. Se funda en lo que dice Gage, un fraile inglés, que abandonó el catolicismo y se hizo protestante. No dice más que errores sobre España y Montesquieu se funda en él para opinar sin responsabilidad ninguna. Esto produce una actitud en España de decepción, y empiece a envolverse en la capa, para no querer saber nada de Europa. Esta es la cuestión, es el error de España ante una Europa que empieza a no gustar y ver sus errores claramente. Pero el desentenderse tampoco es la reacción adecuada. La actitud correcta sería la de negar el error y afirmar lo verdadero: "no es esto, sino esto otro". Haber corregido los errores propios, que no eran poco, haber evitado los ajenos y haber afirmado lo que era más propio de España, lo que parecía realmente valioso. Esto no se hizo, y España se va retirando. Entonces se produce una decadencia española, tardía; mucho más de lo que se piensa.
Calderón sigue hasta 1681. Ahora se está descubriendo, por ejemplo, que en el reinado de Carlos II ya empieza a haber un resurgimiento cultural, como en las cosas científicas, médicas, biológicas. López Piñero lo está estudiando, pero en general esto no se conoce, se ha olvidado. La decadencia existe, pero es parcial, no es completa y es mucho más tardía de lo que se suele pensar.
Ortega hablaba de la "tibetanización" de España en tiempo de Felipe IV. Valera había hecho una imagen parecida con la idea de una "muralla china" con la que se rodea España en el siglo XVII. Pero eso no fue más que en algunos momentos, y en algunos aspectos. Se habla de la influencia de la Inquisición. Los defensores de la Inquisición, que los hay, porque hay gente para todo, dicen que se hizo muy bien pues es la época del Siglo de Oro y de la gran cultura, pero fue una cultura incompleta, de la que faltan muchas cosas: la pintura española es prodigiosa, pero falta el desnudo español, la Venus del Espejo está en Londres, por cierto. Porque no solo hay que tener en cuenta lo que se pintó, sino lo que se dejó de pintar. Los libros que se escribieron y los que se escribieron por la influencia inquisitorial.
Decía Ortega que lo grave del caso no es que la Inquisición quemara herejes, sino que no había herejes importantes que quemar. El más importante era Servet, pero fue quemado en Ginebra por Calvino. Lo que la Inquisición hizo fue disuadir de ocuparse de ciertas cuestiones, de hacer un cierto tipo de estudios.
Hay un cuento de Azorín en el que un hidalgo recibe un aviso de que el inquisidor quiere hablar con él. Se pone enfermo, le dan fiebres ante la amenaza inquisitorial. Después de un tiempo recibe la noticia de que el inquisidor tiene conocimiento de que el hidalgo tiene en su huerto un cerezo que produce unas cerezas muy sabrosas, y si sería tan amable de que le mandara una cesta. Entonces el hidalgo, en una explosión de entusiasmo, manda arrancar el cerezo y enviárselo inmediatamente al inquisidor, de regalo. Es un cuento delicioso.
La Inquisición hace que la gente se ocupe de otras cosas que no tienen la amenaza inquisitorial. Aunque tenía aciertos, como por ejemplo, el no ocuparse de la brujas, que tanto ocuparon la represión en centroeuropa, y fueron eliminadas por cientos y miles. Se habla mucho de la brujas de Salem, pero fuero veintitantas, pero en Europa se mataron, quemaron o ahorcaron bastantes centenares de miles de brujas, hasta finales del siglo XVIII. Contra ellas escribió, con una ferocidad increíble, el rey de Inglaterra, y Bodino, el gran teórico de la política. En España, sin embargo, no se les hacía caso. La Inquisición creía que eso de las brujas era un camelo que no tenía importancia ninguna. Hubo en España una mínima persecución de brujas, cosa que está muy bien estudiada ahora, en los últimos decenios.
La gente prefería no tener que ver con la Inquisición, por lo tanto, esta tuvo un efecto de disuasión, lo cual es gravísimo. He vivido en forma menos grave esta situación: la filosofía estaba muy mal vista después de la Guerra Civil, y estaba sustituida por una cosa que tenía muy poco que ver con la filosofía. Era prácticamente imposible estar en una universidad con pensamiento filosófico independiente y actual. Entonces la mayor parte de la gente que tenía formación filosófica, que no era poca - hasta la Guerra Civil hubo un renacimiento filosófico como nunca lo había habido, prefirió ocuparse de otras cosas como la sociología o la lingüística, al derecho, la literatura... Donde tenían el camino abierto, no tenían que ser forzosamente escolásticos, podían tener cátedras, y así lo hicieron casi todos. Algún que otro testarudo siguió con la filosofía, pero eran pocos.
Esto me ha hecho entender el fenómeno de la Inquisición, que era, sobre todo, la disuasión de entrar en ciertos asuntos que podían traer malas consecuencias, lo cual tuvo una consecuencia muy mala, que fue que la cultura española del Siglo de Oro, que es prodigiosa, es incompleta, es deficitaria, le faltan cosas sumamente importantes, que no tuvo. Todas las culturas son incompletas, pero España pudo no tener esas deficiencias, pudo tener una cultura más completa, más creadora en aspectos, de los cuales ha dependido de los demás durante mucho tiempo. La cual tuvo consecuencias sumamente graves.
Esta situación se prolonga durante los últimos años del siglo XVII, y después hay otro tropiezo grave, que fue la Guerra de Sucesión, guerra internacional, guerra europea, en la cual España estaba involucrada, pero más bien como sujeto pasivo o no muy activo. Fue una guerra que hizo descender el nivel de España al quedar sometida a las presiones de otros países. Esos que quisieron tener ventajas después de esa guerra, compensaciones a costa de España. Entonces se produce uno de los momentos más bajos de la estimación de España. Un hombre de tanto mérito como Fénelon tiene un desdén absoluto por España, que es visto como un país que no funciona, que no tiene vitalidad, una impresión desoladora, falsa, pero con algún fundamento, y esto va a gravitar enormemente durante todo el siglo XVIII, lo cual fue un error de Europa, un error europeo, sí, pero a nuestra costa.
Lección XIV:
Formas de Europa: Calderón, Molière, Newton, Leibniz.
Hoy vamos a hablar de formas de vida en Europa y he elegido cuatro figuras particularmente representativas. Dos dramaturgos, dos hombres de teatro, uno español: Calderón, otro francés: Molière. Dos hombres de pensamiento, uno inglés: Newton, otro alemán: Leibniz. Cubren estos autores aspectos muy diferentes, intervienen cuatro naciones, de las más representativas e importantes. Muestran el estado de Europa al final del siglo XVII. Los dos últimos, los pensadores, entran en el siglo XVIII.
Calderón vive entre 1600 y 1681, tuvo una vida muy larga para la época. Molière vivió menos años. Nació el año 1622 y murió en 1673. Newton nació en el año 1642 y muere en el año 1727. Leibniz nace en el año 1646 y muere en el año 1716. Estos últimos viven en el siglo XVIII y una parte importante de su obra se publica en este siglo, sobre todo Leibniz, porque gran parte de su obra fue póstuma, y otra parte todavía no se ha editado, se han ido publicando muy lentamente. Los archivos de Hannover todavía tienen escritos sin publicar, se espera una edición de la academia de ciencias de Berlín, que todavía no está terminada, ni mucho menos.
Representan estos cuatro nombres la plenitud de la Edad Moderna. El Renacimiento, tan variado, interesante y creador, todavía no es plenamente la modernidad, es una fase de transición entre el mundo medieval y la plenitud de la Edad Moderna, que comienza ya con el siglo XVII. Este periodo de la Edad Moderna lo podemos prolongar, ya lo veremos, hasta finales del siglo XIX. Propiamente estamos en otra época, que no es exactamente la Edad Moderna. Es el título de aquel ensayo de Ortega, de 1916, titulado: "Nada moderno y muy siglo XX". En ese ensayo contraponía Ortega la Edad Moderna con la época en la que ya estábamos. Dirigió Ortega una colección en la editorial Espasa-Calpe, hacia el año 1920, que se llamaba: "Biblioteca de ideas del siglo XX". Decía que el siglo XX tenía un cuerpo de doctrinas, de ideas, que representaban una fisonomía intelectual nueva y distinta. Estos autores representan el final de la fase más propiamente creadora de la modernidad. Sobre esto volveremos más adelante.
Los dos autores más representativos del Siglo de Oro español son Lope de Vega y Calderón de la Barca. Lope de Vega superó a todos los dramaturgos anteriores, como señaló Cervantes, cuando publica sus "Ocho comedias y ocho entremeses", después de estar bastante tiempo inactivo, de no haber publicado nada. Dio Cervantes que Lope de Vega "Alzóse con la monarquía cómica". Evidentemente Lope superó a todo el teatro anterior e introdujo innovaciones muy grandes, de versificación, de estructura dramática, sobre todo tuvo una fecundidad extraordinaria. Estrenó y publicó una gran cantidad de obras de teatro. No existen ediciones completas, las dos ediciones que publicó la Real Academia Española, no abarcan más que una fracción de la obra de Lope, que creo que nadie ha leído en su conjunto.
En el caso de Lope de Vega había espontaneidad, desbordamiento, lirismo, una enorme cantidad de lirismo. La obra dramática de Calderón es bastante distinta, hay en ella más reflexión, más construcción y un trasfondo intelectual. Los dos dramaturgos fueron sacerdotes, y muy al final de su azarosa vida Lope, más temprano Calderón, pero la diferencia es que Lope era un espíritu profundamente religioso, incluso fervoroso; pecador, arrepentido tantas veces, con crisis, pero con una religiosidad profunda. Calderón tiene un trasfondo más rigurosamente intelectual, incluso teológico. Ustedes saben que una parte muy importante de la obra Calderón son los "Autos Sacramentales", género interesante, que dejó de ser comprendido. No se si se ha estudiado bien el problema de la percepción de los "Autos Sacramentales". Tenían un elemento litúrgico, los conceptos de la teología eran bastante familiares, el pueblo seguía el sentido general de los "Autos". Esto se fue perdiendo y durante el siglo XVIII se perdió la comprensión de los "Autos", incluso se prohibió su representación, por motivos de creer que eran inadecuados y de que se trataban con poca reverencia, pero durante todo el siglo XVII, durante toda la época en que vive Calderón, creo que eran comprendidos y forman parte importante de su obra.
Es curioso que ambos autores, a veces, tocan los mismos temas. Como por ejemplo: "El mejor alcalde, el rey", dos obras con el mismo título, una de Lope y otra de Calderón. Los dos tienen un interés muy grande por la historia española, y lo que pudiéramos llamar sus estructuras principales. En uno y en otro, aparece con gran importancia la Monarquía. En el caso de Calderón la obra de "El alcalde de Zalamea", representa, lo mismo que en "Peribáñez" de Lope, la historia de un villano, que no es un noble, pero tiene sentido del honor, vengando lo que el noble, el aristócrata ha querido hacer, al intentar seducir a su hija. En ambos casos el rey justifica la acción del villano. Lo fundamental es la estimación del honor personal, que ya no es patrimonio de una clase aristocrática, sino que pertenece a la condición humana como tal. Recuerden los versos famosos: "Al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma solo es de Dios". Por otra parte la autoridad del rey, el prestigio del rey, la obediencia que le es debida, es enormemente fuerte, lo mismo en Lope que en Calderón.
Hay un trasfondo intelectual profundo en Calderón, que hace de él un gran dramaturgo. Las preferencias en la Historia han oscilado entre los dos grandes dramaturgos españoles del Siglo de Oro, por Lope en algunas épocas, en otras por Calderón, como los alemanes en la época romántica. El Romanticismo alemán tuvo predilección por dos autores no alemanes: Shakespeare y Calderón.
La obra más interesante de Calderón es "La vida es sueño", obra que tiene dos caras, por una parte es considerada, y esta es la visión dominante, como una obra que tiene una cierta desvaloración de la realidad de la vida: la vida no es más que sueño, vivir es soñar. La misma idea aparece el otra obra suya: "El gran teatro del mundo", la vida del hombre consiste en papeles, en sueños que el hombre ejecuta, como en Jorge Manrique: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir". Es una enseñanza tan antigua como el mundo, pero que recoge la literatura española muy profundamente. En definitiva es una desvaloración de la realidad de la vida, que a última hora es un sueño.
Pero hay otra interpretación de esa obra de Calderón, que es más interesante, y creo que más profunda es el descubrimiento de que la vida humana tiene la estructura del sueño, es decir que el sueño es una forma de realidad parecida a la forma de la vida real. El sueño y la ficción, que han sido considerados como formas deficientes de realidad; en el siglo XVII se empiezan a ver como formas positivas de realidad, justamente aquellas que se parecen la realidad humana. La realidad humana tiene que ver con el sueño y la ficción. Esto aparece en Calderón como ya aparecía en Cervantes, también en Quevedo. Luego en los pensadores, particularmente en Descartes, en Pascal, en Leibniz. Es el descubrimiento de una cierta forma de realidad. La vida humana se parece más, como tipo de realidad, al sueño y a la ficción, que a las cosas. Se parece más a un cuento, algo que se narra, que acontece, que se finge, que a una piedra o un árbol, incluso un caballo. Realidades que tienen una manera de ser fija, una naturaleza, que no consiste en acontecer, y que por lo tanto no son algo cuya realidad consiste en ser contada, en ser acontecimiento. Esto está claro y extraordinariamente profundo en la obra de Calderón.
La simultaneidad del descubrimiento de esa forma de realidad será el primer paso para superar el sustancialismo. Una cosa es la idea de sustancia, idea de gran fecundidad, concepto elaborado por Aristóteles y extraordinariamente fecundo, insustituible. Otra cosa es el sustancialismo, que consiste entender toda realidad con el concepto de sustancia, en el sentido de las cosas. Esto es lo que empieza a superarse en el siglo XVII, y no acabará de superarse del todo hasta nuestro tiempo, que es cuando se verá claramente y de un modo positivo en qué consiste esa forma de realidad que está hecha de posibilidades, es decir, que en el tejido mismo de la realidad va incluida la posibilidad, por eso es algo que acontece. Esto aparece de forma literaria en los autores dramáticos o en los poetas de la época y de una manera ejemplar y extraordinaria en Calderón.
Si nos pasamos a ver el teatro clásico francés del siglo XVII encontramos muchas diferencias. La tragedia es el género más propio del teatro francés, sus obras dependen demasiado de las españolas. Es el caso de Corneille, que depende enormemente de los autores españoles. Racine tiene una inspiración más bíblica o clásica: la antigüedad griega y romana o las historia bíblicas, no tienen estos autores el carácter de tratar temas actuales o de la historia relativamente próxima que encontramos en los españoles.
El autor que representa mayor originalidad, el que es más francés sería Molière. Era un gran cómico, uno de los más geniales de la historia del teatro. También depende bastante de los autores españoles, vean si no su obra "Le Menteur" o su "Dom Juan ou le festin de Pierre". Su sentido es menos dramático que en los autores españoles. Su idea de don Juan es muy apasionante. "La leyenda de don Juan Tenorio" tiene un origen español como puso de relieve Víctor Said de Armesto hace muchos años, hace setenta y tantos años. Autor que murió muy joven y escribió este libro, que es muy interesante. Quedó claro que los orígenes de esta leyenda son españoles, primero medievales y luego bajo la forma adura de Tirso de Molina.
Lo que es comedia propiamente original de Molière, predominan en él los tipos, por ejemplo el avaro, el hipócrita, los médicos como tipos humanos, las preciosas: las "marisabidillas". Esto también lo hace Quevedo, pero de otra forma. Este teatro de Molière tiene parentesco con obras griegas, con los caracteres de Teofrasto, que luego aparecerá en forma de estampas en La Bruyère. Más que los personajes individuales, aparecen los tipos, definidas por ciertos atributos. Es la forma dramática del racionalismo. En el teatro de Molière se puede apreciar la concepción racionalista de la realidad aplicada al teatro, a la escena.
Es curioso que las grandes ideas, las grandes concepciones de la realidad se traspasan de un género a otro y adquieren formas distintas. No es lo mismo un ensayo que la forma narrativa, la forma novelesca o la forma teatral. En nuestra época hay un problema delicado, que es la traslación de lo que es literatura al cine, que plantea problemas enteramente distintos. Cuando se adapta una obra teatral o una novela al cine, esto presenta problemas de estructura, problemas delicados. Las obras cinematográficas son logradas o no según se realicen de forma adecuada los requisitos del género cinematográfico.
Hay una actitud de Molière, en cierto modo, más satírica, y la sustancia dramática está rehuida. Hay un elemento de mesura, como en todo racionalismo. Piensen ustedes que Francia en el siglo XVIII hace reparos a Shakespeare y a los autores españoles, englobando a todos ellos bajo el signo de la desmesura. El teatro francés tiene una gran mesura, es más fiel a ciertas formas. Poco después se introducirá la ley de las tres unidades: la unidad de acción, la unidad de lugar y la unidad de tiempo. El teatro tendrá que tener un asunto único en un solo lugar y en un día o poco más. Ni Shakespeare ni los españoles han respetado esto en absoluto. Ni siquiera se respeta la métrica. El teatro español tiene una gran variedad de métrica, se había establecido una métrica para cada tipo de escena. El teatro francés se limita al alejandrino casi exclusivamente, que corresponde también a una concepción racionalista de la realidad.
Son dos formas de teatro, extraordinarias ambas, lo mismo Calderón que Molière son figuras excelsas del teatro del siglo XVII, pero tan diferentes, tan profundamente distintas, que representan dos formas de vida, dos temples vitales. Cuando se habla de Calderón se suele referir a los dramas o los autos sacramentales, pero Calderón escribió muchas comedias, de capa y espada, de enredo, comedias ingeniosas, con picardía, con trampa. Damas desenfadadas, libres, ingeniosas, graciosas, que llenan el teatro de Lope y de Calderón. Aquí sería más fácil hacer una comparación con el teatro de Molière.
Si ahora pasamos al pensamiento, llegamos a estas dos figuras, que son Newton y Leibniz. Dos figuras de muy desigual importancia y de muy desigual influencia. Newton ha sido el modelo de intelectual en el siglo XVIII, hasta Kant, que toma como modelo de lo que entiende por conocimiento científico, la física de Newton. Kant en la "Crítica de la razón pura" hace tres preguntas: ¿Cómo es posible la matemática pura? ¿Cómo es posible la física pura?, y con una formulación diferente: ¿Es posible la metafísica? Da por supuesto que la matemática y la física pura son posibles, ahí están. En cambio le parece dudoso, si es posible o no la metafísica, que no ha encontrado, según él: "el camino seguro de la ciencia".
La física a la que se refiere Kant es la física newtoniana, el modelo intelectual de la física, que tiene plena vigencia. Esta vigencia tiene sus aspectos negativos. Hay un pensador francés actual, no muy famoso, no muy conocido: Georges Gusdorf. No vive en París, y en Francia esto es ser conocido a medias. Es un autor que escribe libros interesante pero muy largos. Ha estudiado muy bien el pensamiento del siglo XVIII y de la época romántica. Considera que la influencia de Newton ha sido, en cierto modo, peligrosa, negativa en algún momento.
Newton fue matemático, físico y filósofo; descubrió al mismo tiempo que Leibniz el cálculo infinitesimal. Hubo una gran polémica, más que entre ellos, que eran unas grandes figuras. Polémica en torno a quien descubrió primero el cálculo infinitesimal, entre discípulos y continuadores, en gran parte por nacionalismo. Al final la cosa está clara: el descubrimiento fue independiente, realizado por los dos simultáneamente. Newton lo llamaba el método de la "Fluxiones", Leibniz lo llamaba: "Le calcul des infiniments petits". Es curioso que la notación posterior ha seguido la que usaba Leibniz.
Las notaciones son importantes para la continuidad de las matemáticas, aunque antes se usaba continuamente las tablas de logaritmos, ahora con las maquinitas ya no son necesarias y ha hecho cambiar la relación de las personas con las matemáticas en muchos aspectos. Estas maquinitas son maravillosas, aunque yo no las he comprendido. Supongo que en la generación próxima nadie sabrá hacer una división, y no se si sabrá sumar.
Newton y Leibniz también creían en la magia. Los científicos han tenido un cierto grado de ocultismo, ha costado mucho tiempo distinguir claramente la química de la alquimia; la astrología de la astronomía. Tengo un libro muy interesante de un español desconocido, hasta para Menéndez Pelayo, que era matemático y médico cirujano de los ejércitos de Felipe V, astrónomo y astrólogo también. Hace una historia de todos los astrónomos desde Ptolomeo, dice que se acaba de inaugurar un excelente observatorio astronómico en San Petesburgo, el año 1735. Para complicar las cosas el libro está impreso en Córdoba, ni siquiera en Madrid, cuando se dice que en España no se hacía nada. Lo que pasa es que no se conocen las cosas. Esto es lo que sacaba de quicio al pobre Menéndez Pelayo. Aunque inventó mucho cuando escribió "La ciencia española", dando importancia a autores que no la tenían, le irritaba que muchos de los que se llamaban "progresistas" negaban la existencia de toda ciencia española, pero eran personas que no habían visto un libro viejo en su vida. Esto a Menéndez Pelayo, que a veces exageraba, le sacaba de quicio, con fundamento.
Lo que quería decir es que a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII queda constituida la matemática superior, con la geometría analítica, el cálculo infinitesimal y el método de cálculo de los logaritmos, que abreviaba los cálculos matemáticos, que han acelerado las "maquinitas" calculadoras después.
Las obras de Newton son diversas, es muy importante la óptica, pero la obra capital, que se publica el año 1687, en latín, por supuesto, se titula "Philosophia naturalis principia mathematica". La expresión "Filosofía natural", en inglés ha querido decir Física, pero todavía en esta época no. No es solo física, sino que tiene bastante que ver con la filosofía. A Newton le interesaba mucho la filosofía y también la teología, era un profundo creyente. Hace una distinción, no voy a entrar en detalle sobre este libro, que son tres "tomazos". Se han traducido recientemente al español, habla de principios matemáticos, pero con un fundamento filosófico. A Newton le interesa el conocimiento de la naturaleza, y más. Nunca se contenta Newton con la naturaleza.
Newton distingue entre lo que llama "análisis" y lo que llama "síntesis", que es lo que se ha llamado con más frecuencia "inducción" y "deducción". Lo más importante para él es el análisis, es decir la inducción. Dice Newton: "En esta filosofía experimental, las proposiciones se deducen de los fenómenos, y se hacen generales mediante la inducción". Este sería, en dos palabras, el método de Newton. Después dice que : "el fundamento de todo el proceso inductivo es, precisamente, la naturaleza misma", el que exista la naturaleza es el principio que permite la inducción, esto es fundamental. "La naturaleza es concorde consigo misma". "Se puede inducir porque hay una regularidad de la naturaleza, que siempre es concorde consigo misma. Esto es el fundamento de toda la filosofía".
Es importante, por otra parte, que siendo fiel al espíritu de la física moderna no atribuye las propiedades descubiertas a las cosas mismas, como tales. Por ejemplo, no dirá nunca que la gravedad pertenece esencialmente a los cuerpos, porque el fenómeno de la gravedad es la atracción mutua, es decir la gravedad pertenece, no a los cuerpos, sino a la relación entre ellos. Descubrirá en principio de que los cuerpos se atraen directamente en proporcionalidad de las masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Es decir, dos cuerpos cuya masa es mayor, se atraen con más fuerza que otros menores y con una distancia mayor entre ellos. La gravedad no es propiedad de los cuerpos, sino de la relación entre ellos, es un fenómeno de relación de los cuerpos. No cree que sea la gravedad propiedad de los cuerpos. Esto no tendría sentido para un físico moderno.
La indagación de Newton lleva hasta la causa primera, que es Dios. La obra de Newton tiene un trasfondo de teísmo filosófico, y a última hora teológico, también. Es decir, las preguntas que se hace Newton no son solamente físicas, todavía en Newton hay un fondo filosófico muy preciso, al cual no renuncia. Si a alguien le interesa saber un poco más puede acudir a un ensayo que escribí hace muchos años, incluido en el libro "San Anselmo y el insensato", y titulado: "Física y metafísica en Newton". Pero no olviden que esa influencia que tiene Newton durante el siglo XVIII, la tiene como físico, secundariamente como matemático. Sobre todo en la medida en que se recoge lo que tiene de físico y se olvida ese trasfondo metafísico, no digamos el teológico, a los cuales no van a hacer caso.
El caso de Leibniz es muy distinto, fue un espíritu muy universal, quizá fue el último hombre realmente universal que ha existido. Una persona de una enorme lectura, conocía muy bien el pensamiento contemporáneo, a los clásicos, a los medievales, que eran ya despreciados en esta época. Había habido una reacción antiaristotélica y antiescolástica, aunque Leibniz cree que hay oro en aquella "barbarie escolástica", y hay que buscar ese oro. Conoce bien a Suárez, a los escolásticos medievales. Es curioso que el próximo día de San José se va a canonizar a Duns Escoto, el gran filósofo medieval, que era el que faltaba por canonizar de los grandes filósofos medievales, como San Buenaventura, San Alberto Magno, Santo Tomás. L van a canonizar en Roma, lo cual es muy interesante, porque era una figura espléndida, de la cual salió una gran parte de la filosofía y de la ciencia moderna.
Leibniz era matemático y físico, muy importante. Ya hemos hablado de su cálculo infinitesimal, pero además hace innovaciones en la mecánica, introduce el elemento dinámico en la física con el concepto de la "fuerza viva". Hace cambios enormemente importantes en la idea de sustancia, crea el concepto de las "mónadas", término griego que quiere decir unidad, más bien en el sentido de la soledad. La mónada es algo, en cierto modo, solitario. Las mónadas no tienen ventanas, no se pueden comunicar unas a otras.
El siglo XVII tuvo un problema central, que conviene mencionar: el problema de la comunicación de las sustancias. Descartes había distinguido entre la "sustancia extensa", la corporeidad, los cuerpos, y la "sustancia pensante", "res cogitans" y "res extensa", dos realidades enteramente distintas. El problema es como actúa la una sobre la otra, como se produce la comunicación entre el yo pensante y el yo corporal, este problema del dualismo queda pendiente de solucionar en el siglo XVII. Descartes llega a una solución extraña, sitúa el alma en la glándula "pineal". La forma extrema del cartesianismo la realizará Malebranche, con lo que llamó el "ocasionalismo". Malebranche que no hay comunicación alguna entre la res extensa y la res pensante, sino que simplemente con ocasión de lo fenómenos de una, Dios hace que se produzcan los fenómenos paralelos. No es que mi voluntad mueva mi mano, sino que con ocasión de mi acto de voluntad, Dios mueve mi mano o con ocasión del golpe que me doy, Dios produce en mí el dolor. Espinosa dirá que no hay más que una sustancia, pero que tiene diferentes atributos, y hay como una especie de paralelismo, es como un reloj que tiene dos esferas, que están usando el mismo mecanismo.
Leibniz respecto a este problema dice que la mónadas no tienen ventanas, no hay comunicación entre ellas, pero no son dos sustancias, sino que son innumerables, cada realidad es una mónada. Hay ciertas mónadas que son espirituales, como el caso del hombre, no hay comunicación, lo que hay es la armonía preestablecida. Es decir, Dios ha hecho las cosas de tal manera que se corresponden con una armonía preestablecida. Decía hace años: "las mónadas no tienen ventanas, pero todas tienen una ventana que da a Dios". La comunicación de las mónadas se realizaría en la mente de Dios. El siglo XVII se enredó en este problema del dualismo, y llegó a soluciones un poco violentas, un poco forzadas.
Lo interesante es como Leibniz introduce una concepción dinámica de toda realidad, lo mismo que ha introducido el dinamismo en la física: las mónadas son primariamente fuerzas de representación, cada una de las mónadas refleja el universo entero, de una manera más confusa las mónadas materiales, de una manera más precisa las mónadas espirituales.Cada mónada consiste en una fuerza de representación, lo que llevará a afirmar que cada mónada es un punto de vista sobre el universo. De ahí viene la primera forma del perspectivismo. Compara Leibniz una ciudad, que es la misma, pero que se ve de diferente manera según las diferentes perspectivas. Esto ocurre con la realidad. Cada mónada refleja la realidad desde su propia perspectiva y refleja con mayor o menor claridad el universo entero.
Además las mónadas tienen un carácter de apetición, un carácter de conato, de tendencia, el carácter de dinamicidad se ve aquí reflejado. Las mónadas cuando son personales tienen espontaneidad, además de libertad. Esto le lleva a la relación con Dios. Leibniz tenía la idea del "principio de lo mejor", que llevó a lo que se ha llamado el "optimismo" de Leibniz. Dice que el mundo es "el mejor de los mundos posibles", Dios ha hecho el mundo de tal manera que es el máximo de bien posible dentro de la estructura general del mundo, cuya última configuración no podemos conocer.
El siglo XVIII, que fue bastante frívolo, entendió muy mal esta visión de Leibniz, por ejemplo Voltaire se burla del famoso "optimismo" leibniciano. Pero decir que el mundo real es el mejor de los mundos posibles, quizá no sea muy optimista, por la cantidad de males que encierra.
Leibniz escribió un libro llamado "La Teodicea", literalmente es la justificación de Dios, es el problema sobre el origen del mal y la compatibilidad entre la potencia, la sabiduría y la bondad infinita de Dios, y la existencia del mal. Aunque entre los escolásticos suele llamarse Teodicea a la teología natural, es decir al estudio de Dios en la filosofía, no fundado en la revelación, pero literalmente Teodicea es justificación de Dios, la justificación del mal y su coexistencia con los atributos de infinitud divinos.
Leibniz es un espíritu profundamente religioso, también lo era Newton, pero Leibniz todavía más. Era protestante, pero se sentía sumamente cerca del catolicismo, pero él no quería convertirse, lo que quería era la unión de las iglesias y fue un paladín de esa unión, trató de conseguir la colaboración de Bossuet, el gran obispo francés y del obispo español Rojas Espínola, trabajó mucho por conseguir la unión de las iglesias, el irenismo. Hay un libro muy importante de Jean Baruzi, que se llama "Leibniz y la organización religiosa de la tierra", libro muy antiguo, del año 192.., probablemente lo mejor que hay sobre el asunto. Tiene Leibniz una idea muy importante sobre la relación de Dios con las criaturas, y lo pone en relación con la felicidad. Dice Leibniz: "Lo que la perfección es para las cosas, es la felicidad para las personas", una idea sumamente profunda.
En el siglo XVIII no se insiste casi nada en lo que nos parece importante, más creador del pensamiento filosófico del siglo XVII, por ejemplo la idea del método de Descartes, la idea de la inmortalidad del alma, de la existencia de Dios, del carácter de la "res cogitans", del pensamiento. Esto se olvida, se habla de los torbellinos, de las teorías astronómicas o fisiológicas de Descartes. No se insiste tampoco en el núcleo del pensamiento de Leibniz. Se habla de su matemática o de su mecánica o del optimismo mal entendido, como si fuera un hombre que creyera que todo estaba muy bien, que el mundo es perfecto.
Hay un hecho muy importante, que yo señalé hace tiempo: la previsión que tiene Leibniz, al comienzo del siglo XVIII, hacia 1704 o 1706, de la revolución general de Europa, que veía llegar. Había escrito Locke el "Ensayo sobre el entendimiento humano", obra escrita desde el punto de vista empirista, del cual discrepaba profundamente Leibniz, y escribió un gran libro titulado "Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano", que era un réplica a Locke, mucho más profunda que la obra de Locke. Pero al morir Locke no quiso publicar la refutación, hasta ese punto extremó la delicadeza. Habiendo muerto el filósofo al que contradecía, no quiso publicar su obra. Se publicó mucho después de la muerte de Leibniz, en 1765, nada menos. Creo que fue muy grave esto, porque el triunfo del empirismo, el enorme éxito y prestigio que tuvo Locke en el siglo XVIII, si se hubiera publicado este espléndido libro de Leibniz, y hubiera sido leído y circulado, probablemente la historia del pensamiento y de muchas más cosas hubiera sido distinta, pero no circuló y cuando se publicó los efectos del empirismo, de Locke y sus continuadores estaba ya asegurado.
En este libro de "Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano" hay unos pasajes en los que Leibniz prevé la revolución general que se va producir en Europa. La Revolución estalla en 1789 y Leibniz lo anuncia entre 1704 y 1706. Advierte que hay una gran desmoralización, de maldad. Partiendo de ello piensa que se va a producir una revolución general. Es un texto de una clarividencia que le deja a uno sobrecogido, porque está escrito con más de ochenta años de anticipación, cuando apenas había síntomas que permitían descubrir ese futuro y Leibniz tuvo esa capacidad maravillosa de ver las cosas en estado naciente. Creo que Leibniz ha sido la figura central de su época y una de las cabezas más prodigiosas que han existido en la humanidad en toda su historia.
Lección XV:
Absolutismo y espíritu revolucionario en el siglo XVIII.
Hoy vamos a entrar de lleno en el siglo XVIII. Durante el final de la Edad Media, y sobre todo en el Renacimiento, se va produciendo un incremento del poder real. Los reyes, durante la Edad Media, eran poco más que los señores feudales, con diferencias de unos países a otros. Los reyes dependían del poder de los nobles, que tenían sus pequeños ejércitos particulares, sus mesnadas, que reunían a veces para apoyar al poder real, otras veces para contrarrestarlo. Especialmente en el siglo XIV, hay en todos los países una tensión grande entre los reyes y los nobles. Pero poco a poco se va consolidando el poder real, apoyándose, en gran parte, en el pueblo, en las ciudades, en los menestrales, en los comerciantes.
En el Renacimiento se acentúa el poder de los reyes, en gran parte a costa de la nobleza. Es el momento en que se constituyen los ejércitos reales, lo que serán después los ejércitos nacionales. En gran parte por la introducción de las armas de fuego, porque las armas de fuego eran muy costosas - la guerra es sumamente cara, no se comprende que haya pueblos muy pobres siempre llenos de armas, es un misterio que nunca comprenderemos - La guerra es muy cara, no solo por las armas mismas, sino porque las municiones exigen un gasto muy superior a lo conocido con anterioridad. Hay un momento en que nadie que no sea el poder real puede costear un ejército.
Las naciones que empiezan a surgir, además suponen una nueva relación entre el individuo y la sociedad. Las monarquías medievales son en gran parte patrimoniales, el reino es patrimonio del rey. Los reyes se permiten dividir sus reinos entre sus hijos, como en la España de la Edad Media en que hay una especie de vaivén entre lo repartos realizados por los reyes del territorio patrimonial y el esfuerzo de los hijos por recomponer ese reino dividido. Esto va dejando de existir en el Renacimiento, cuando se constituyen las naciones. Entonces aparece un vínculo mucho más directo, mucho más profundo. El individuo empieza a sentirse ciudadano.
Anteriormente se usaba el término vasallaje para mostrar la relación entre el individuo y el poder. Es lo que también se conoce como súbdito. Pero poco a poco se va constituyendo el concepto de ciudadano. El individuo tiene una participación directa en la nación, lo cual da un carácter en cierto modo democrático a todas la naciones que van surgiendo. La estructura nacional significa un principio de democracia, no en el sentido directamente político, pero sí en el sentido social, de pertenencia como ciudadano a una nación.
Este fenómeno de ciudadanía va a ocurrir en todas las naciones, a medida que se vayan constituyendo como tales. La consecuencia es la aparición de la Monarquía absoluta, que es la forma política vigente entre principios del siglo XVI y finales del siglo XVIII, en Europa, hasta la Revolución Francesa. Pero este concepto de Monarquía absoluta se suele entender bastante mal. El rey absoluto quiere decir que es una potestad suprema, que no hay por encima del rey ningún otro poder. Esto no tiene nada que ver con lo que hoy s consideraría una dictadura. El poder de los reyes es poder personal, pero no arbitrario, tiene una estructura política a la cual se ajusta. Hay normas que cumplir, hay consejos, existen la leyes.
Cuando a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, Godoy ejerció un poder extraordinario en España, suscitó un odio que ha perdurado hasta hoy. Aunque su política fue moderada, como ha estudiado muy bien Carlos Seco Serrano. Sin embargo lo que no le perdonó, y esto es lo curioso, es que ejerciera un poder personal, por el ascendiente que tenía sobre los reyes, usurpando, en cierto modo, la dignidad de la Corona. Cuando cayó, después del motín de Aranjuez, la acusaban de utilizar el "poder arbitrario", se le reprochaba el haber ejercido un poder personal. Hay un libro muy antiguo, pero bastante interesante de Hans Roger Madol, que se llama: "Godoy, el primer dictador de nuestro tiempo". Ciertamente tiene una cierta semejanza con las dictaduras de nuestro tiempo, porque consiste en un poder personal, en cierto modo, arbitrario. Ejercido con pocos escrúpulos, pero con poca violencia. Godoy era rechazado porque violaba la dignidad de la Monarquía, lo que el rey debía ser.
En la Edad Moderna el rey tiene siempre que lidiar con otros poderes que lo limitan. En Inglaterra llega a tener que contar con el parlamento después de la decapitación de Carlos I, el establecimiento del protectorado de Cromwell, y una pequeña revolución que llegó a un estado de equilibrio entre el poder real y el poder del parlamento que ha permitido que Inglaterra tenga una estabilidad política que llega hasta ahora.
En España Jovellanos, cuando la invasión francesa, muestra que los españoles defienden su independencia, su libertad y su constitución, que no es una constitución escrita, que lo fue después de 1812 en Cádiz. Tampoco la constitución inglesa está escrita, que es una serie de leyes, y sobre todo, de usos y de costumbres políticas. Es decir, hay una estructura del estado que no es arbitraria. En España el rey tenía presente las normas y los dictámenes de los consejos y de las instituciones del estado. La idea dela Monarquía absoluta es la de una magistratura suprema, que no tiene por encima otra jerarquía superior, pero no es poder personal, ni arbitrariedad, salvo como desviación de su sentido auténtico.
En Francia, durante el reinado de Luis XIV, se produce una extravasación del poder real. Ningún rey español hubiera dicho "L´État, c´est moi", no se concibe. Comparen lo retratos de los reyes españoles con los de los franceses, son muy distintos, no había esa extravasación del poder real que se producía en Francia. Se hablaba del "derecho divino" de los reyes, pero eso llevaba consigo los deberes de los reyes de cumplir el comportamiento acorde con ese derecho divino, con las normas que Dios ha establecido. Es la misma idea que el Conde-Duque de Olivares muestra en su escrito de justificación después de ser destituido, el "Micandro", ahí reconoce que ha fracasado, que el que ha tenido éxito ha sido Richelieu, pero el Conde-Duque se ha comportado según las normas de la moral y de la religión, lo contrario que ha hecho Richelieu. Esto pone en claro lo que significaba la Monarquía absoluta, es decir, hay normas, hay instituciones, hay un servicio a algo que es superior. Esto hace que se produzca la situación más plena de legitimidad que ha habido en la Historia.
La legitimidad consiste en la claridad de quien tiene derecho a mandar. Si ustedes hubieran preguntado a un hombre del siglo XVII o del siglo XVIII quién tiene derecho a mandar, la respuesta sería: el rey, independientemente de que ese rey fuera mejor o peor, de tuviera una opinión del rey, más o menos favorable. Si ustedes preguntan a un americano quién tiene el derecho a gobernar, todos dirían: el presidente, aunque no les guste, pero mientras sea presidente tiene derecho a gobernar, entonces existe legitimidad social.
Pero desde fines del siglo XVII se producen fenómenos nuevos, y sobre todo desde principios del XVIII. Va penetrando el racionalismo, que consiste, sobre todo, en vivir por principios. El racionalismo tiene un carácter no histórico, es la razón abstracta, cuyo modelo es la ciencia matemática y la física. Se aplica esa forma de razón a todas las cosas, incluso a las que, según se ha demostrado después, no aceptan esa forma de razón. Entonces empieza a escarnecerse la idea del "derecho divino", principalmente por los llamados "libertinos" o incrédulos, sobre todo en Francia. La vigencia religiosa compacta se empieza a discutir y poner en crisis. En el magnífico libro de Paul Hazard: "La crisis de la conciencia europea", entre 1680 y 1715, se dice que los franceses pensaban como Bossuet y al cabo de unos años lo hacen como Voltaire.
Se produce un curioso fenómeno, al mismo tiempo que se niega el derecho divino de los reyes, se produce la deificación de lo reyes, en la medida que estos reyes son representantes del "despotismo ilustrado". El lema del despotismo ilustrado era: "todo para el pueblo, pero sin el pueblo", fórmula magnífica, pero que, en general, lo que ocurre es que la ilustración pasa y el despotismo queda. El despotismo deja de ser ilustrado, pero continúa el despotismo.
Los reyes empiezan a representar los principios de la Ilustración, de los llamados "Philosophes", que se expresa desde mediados de siglo, sobre todo en la Enciclopedia. Esto no ocurre en España, ni poco ni mucho, pero sí ocurre en Francia o en Prusia, en Rusia. En cierto momento también en Austria. Es curioso que Prusia y Rusia, que son naciones tardías, encuentran la justificación de sus regímenes políticos por la adhesión a los principios de la Ilustración. El grado de adulación de los ilustrados hacia estos gobernantes es extraordinario, como el caso de Voltaire y D´Alembert hacia Federico de Prusia o Catalina de Rusia, también es el caso de José II de Austria.
Cuando Rusia, Prusia y Austria se repartieron Polonia, se produce un gran entusiasmo en Voltaire, curiosamente defensor de la libertad, que se entusiasma por la partición de Polonia, escrib unas cartas de frenética adulación a la Emperatriz y al rey de Prusia. Sin embargo Carlos III se indigna, le parece un atropello terrible, quiere organizar una defensa de Polonia. Es curioso lo poco que se habla de esto, casi nadie lo sabe. Francia se negó a intervenir en esta cuestión de Polonia. Carlos III quiso que Europa participara de ese rechazo, sobre todo de Francia, pero no lo consiguió. Curioso que el piadoso rey de España Carlos III es el que defiende los derechos de los polacos, su libertad. Sin embargo, los ilustrados son los que adulan a los reyes invasores y el reparto les parece una idea estupenda.
En Francia, a esta actitud divinizadora de los reyes se une el "regalismo", que se oponía al "ultramontanismo" , es decir la fidelidad a Roma, al Papa. El regalismo tiende a fidelizar la iglesia al poder real, frente a la influencia de Roma. La iglesia francesa se hace "galicana". En España la cosa es bastante diferente, se tendía a procurar que la iglesia se ocupara de los asuntos religiosos y dejara para el rey los asuntos mundanos. La iglesia había acumulado grandes riquezas, aunque asumía toda una serie de funciones dentro de la sociedad, de las cuales hoy se encargan los estados. Por ejemplo, la enseñanza, la asistencia médica, los hospitales. Para todo ello necesitaba la iglesia un riqueza, que a veces era mayor de la que necesitaban para estos menesteres. Desde principios del reinado de Felipe V hay una voluntad de que la iglesia sea religiosa y que, cada vez más, vaya realizando las otras funciones sociales, funciones temporales, el poder real, es decir el Estado.
Muy importante en la reivindicación del poder real en los asuntos sociales frente a la Iglesia Católica fue Melchor de Macanaz. Figura muy interesante, asesor de Felipe V. Presentó un documento, del que tengo una copia antigua, sobre la política a seguir en los próximos años. Este documento acabó en manos del inquisidor y tuvo que salir de España por proponer una política que iba contra los intereses de la Iglesia Católica, una desarmortización. El rey que lo apoyaba no pudo hacer nada contra el poder inquisitorial. Pero tuvo una representación oficiosa durante los reinados de Felipe VI y Fernando VI, en el extranjero. Cuando volvió a España lo metieron en prisión, por no haber prescrito sus "delitos". Esto a pesar de ser un hombre profundamente religioso, pero pretendió que la Iglesia se dedicara a sus menesteres religiosos y no a los temporales.
También hubo un problema en este siglo con los jesuítas. Los ilustrados tenían un odio feroz a los jesuítas, Voltaire, por supuesto, pero D´Alembert, quizás más todavía. Había un movimiento muy duro contra ellos, contra la Iglesia, en general, pero sobre todo contra los jesuítas. Tenían interés en que fueran expulsados de los territorios de los borbones: Francia, España, Portugal, Nápoles...
La ofensiva contra los jesuítas fue promovida por los ilustrados, pero fue apoyada por la parte más reaccionaria de la Iglesia Católica. Las órdenes religiosas más populares y los obispos menos cultos y más reaccionarios, apoyaron la expulsión de los jesuítas, absolutamente, esto está documentado y se conoce muy bien.
Los jesuítas eran una fuerza de avanzada, eran más cultos. La obra de los jesuítas era intelectualmente importante, pero por otra parte eran un poder que apoyaba al Papa, en cierto modo ultramontano. La parte regalista de la Iglesia Católica también quiso su expulsión, que fue realizada en un operación de policía de gran eficacia. En una noche se realizó su expulsión simultánea, en España y en América. Hicieron subir a los jesuítas a unos coches preparados al efecto con un mínimo equipaje y los llevaron a los puertos. Todo ello con una eficacia asombrosa, luego los embarcaron y estuvieron rodando por el Mediterráneo, son poder desembarcar en ninguna parte, porque no los admitían en casi ningún sitio. Es una historia tremenda, incluso las baterías de los Estados Pontificios amenazaron con disparar si se acercaban a sus puertos.
Hay una carta extraordinaria del padre Isla, hecha con una sobriedad y con una resignación que es asombrosa. La mayor parte de los jesuítas expulsados terminaron en Italia, y es curioso que mantuvieran una fidelidad increíble a la Iglesia Católica y a España, que los habían tratado bastante mal. El Papa al final disolvió la Compañía de Jesús, entonces el decreto de disolución no fue promulgado en Prusia y allí se quedaron muchos de ellos, porque el rey de Prusia era contrario al Papa y a la Iglesia Católica.
Hay algo que es muy interesante, vale la pena señalarlo: el espíritu revolucionario se empieza a producir muy pronto en Europa y Leibniz lo percibe de una manera asombrosa, en los muy primeros años del siglo XVIII, entre 1704, cuando muere Locke, y 1706 cuando Leibniz escribe los "Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano", pero lo publicó el año 1765, sesenta años después de escribirlo, cuando ya se había consumado gran parte de la difusión del espíritu revolucionario, que Leibniz veía con toda claridad. Pensaba que había un espíritu que hacía que algunas personas estuvieran dispuestas a prender fuego a Europa por los cuatro costados con tal de extender la Revolución. Uno piensa que si este libro se hubiera publicado en su fecha, tal vez las cosas no fueran como realmente ocurrieron.
El espíritu abstracto se enfrenta al espíritu histórico, que parece irracional. A los ilustrados les parece irracional lo que es producto de la historia. Esto está a cien leguas de lo que es la razón histórica. Es el vivir por principios de la razón abstracta. Descalifican lo que es la tradición, y al mismo tiempo lo que es espontaneidad. Los ilustrados insisten en vivir con normas universales que no tienen nada que ver con la tradición histórica. Por ejemplo en la "Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano", no del francés de 1789, del hombre en general, en cualquier época y en cualquier lugar. El eco de esto llega hasta nosotros. si ven la cantidad de principios y de ideas que son herencia directa de este espíritu, que se constituye a mediados del siglo XVIII, con una prensa extraordinaria. Todavía queda una enorme proporción de todo esto.
Es el espíritu matemático que se aplica a los asuntos humanos. Con estos principios se encubren pasiones, a veces nada racionales. Me impresionó mucho el estudio de las Obras Completas de D´Alembert, que era un matemático muy bueno. Pero su correspondencia es sobrecogedora. Era un hombre de unas pasiones, unos odios tremendos. Es lo que mueve esa vida "racionalista".
La razón universal y abstracta queda, en el siglo XVIII, encarnada en el rey absoluto. Si está de acuerdo con estos principios el poder del rey no tiene límites, ni debe tenerlos, porque coincide con la unanimidad de la razón, que es la misma en todos. Es la razón universal, que pertenece a todos los hombres, por tanto, se puede llegar a la unanimidad. Rousseau aclarará las cosas y dirá que no se trata de "la volonté de tous", sino la que llama "La volonté générale", que es la voluntad de la mayoría, y que por ser de la mayoría, es la voluntad de la sociedad entera. Este principio es el que sigue imperando. La democracia está basada en la idea de la mayoría, en diferentes formas y variedades de la voluntad general, como expresión de la voluntad colectiva.
Hay un problema del que se habla muy poco, que creo es gravísimo: las leyes electorales. Son enormemente distintas. Los resultados de las elecciones dependen enormemente de como sea la ley electoral. Los resultados varían según que tipo de ley es la que se aplica. Esa ley actual de las listas cerradas y bloqueadas me parece absurda. Se podía justificar en las primeras elecciones, pero no después. Eso de que no se puedan votar más que listas cerradas, con un orden dispuesto por los partidos, que no se pueden ni siquiera borrar o tachar a alguien, eso quita el carácter personal de la representación política. Creo que en España nadie quiere hacer una nueva ley electoral, porque con la que hay piensan que les puede beneficiar en algún momento, aunque les perjudique en otro. Es la pervivencia de ese espíritu abstracto.
Se va invadiendo en esos años, la sociedad europea, por la idea del naturalismo: lo que se puede aplicar al mundo físico, se puede aplicar al mundo humano. Se pierde el carácter personal, cada vez se ve menos a las personas como tales personas. Hay una actitud de reducción: lo humano se reduce a lo animal, lo animal se reduce a lo inorgánico. La persona se reduce a cosa. Esto produce una degradación de la realidad. La realidad personal es enormemente superior a la que no es personal, pero se empiezan a aplicar los métodos que son aptos para la realidad física o cósmica, aplicándolos a lo humano. El éxito que han tenido las ciencias de la naturaleza, fantástico éxito, y las técnicas derivadas de ellas, contrastan con el fracaso de las ciencias de lo humano, utilizando los mismos métodos.
El fracaso de aplicar las ciencias de la naturaleza a lo humano tendía que haber hecho reflexionar a los responsables de esta situación, pero no ha sido así. Se siguen utilizando esos métodos, como se ve en el uso sistemático de las estadísticas para estudiar las realidades humanas, la cuantificación abstracta de lo humano, cuando se realiza una estadística se hacen unas preguntas sobre una dimensión particular de la vida personal, se aíslan esas dimensiones abstractas del hombre. eso es un error. El pensamiento debería tener un comportamiento inverso a lo anterior. Esta situación procede de esta época ilustrada.
Todo lo anterior tuvo en el siglo XVIII un carácter enormemente minoritario. Las sociedades del siglo XVIII no eran de esa manera, lo eran los grupos de los intelectuales influyentes: los ilustrados. Esos grupos organizados añaden un desprecio enorme por lo popular. Hay un libro fascinador, de un profesor inglés, de Oxford: John McManners, que publicó un libro hace diez o doce años, de seiscientas páginas. Me lo leí de cabo a rabo y escribí dos artículos sobre dicho libro, me interesó muchísimo. El título es : "La muerte y la Ilustración". Libro sobre la actitud ante la muerte entre creyentes y no creyentes en la Francia del siglo XVIII, solamente Francia. Es un libro de un conocimiento verdaderamente asombroso, conoce los archivos, todos los recovecos que tienen que ver con la muerte. Los hospitales, las costumbres funerarias. Las actitudes religiosas, las ejecuciones... De este libro se ha hablado poquísimo. Creo que no se ha traducido al francés, pese a ser un libro sobre el siglo XVIII francés.
Este libro muestra hasta qué punto la sociedad francesa era completamente distinta, en cierto modo mucho más parecida a la sociedad tradicional en casi todo. Cuando se proclama la Revolución, la enorme propaganda que se realiza cambia mucho las cosas, pero no hasta entonces.
Si ustedes leen un libro delicioso, se lo recomiendo vivamente, titulado "El sombrero de tres picos", de Pedro Antonio de Alarcón, que pasa en los últimos años del reinado de Carlos IV. En este libro hay un cuadro de lo que eran las formas de la vida en España, en esos años de principios del siglo XVIII. También se puede apreciar esa forma de vida en los escritos de Cadalso, que son una delicia. Si ustedes leen "Los eruditos a la violeta" o "Las cartas marruecas", verán lo bien que lo van a pasar. Me gustaría que lo pasaran bien leyendo libros deliciosos donde la sociedad española queda retratada. Una vida muy distante de lo que vino después con la Revolución Francesa.
Les voy a leer una cita de una carta de Voltaire, que le escribe a un español: el marqués de Miranda, el 10 de agosto de 1767, en la cual ataca a España del modo más violento, adulando al marqués de Miranda, diciéndole que es un gran hombre oprimido por un país horroroso. Luego añade: "cuando estéis en los grandes puestos, vuestro ejemplo y vuestra protección darán a las almas toda ... no hace falta más que tres o cuatro hombres de valor para cambiar el espíritu de una nación, ved lo que ha hecho la emperatriz de Rusia. En su corte se pisotean los prejuicios". Se hacen diatribas contra el hombre del pueblo, no hay que contar con él.
En cambio si ustedes consideran la sociedad española durante el siglo XVIII, encuentran ustedes que los plebeyos estaban encantados, encantados de su condición, no de su situación. Eran pobres, vivían mal, pagaban impuestos, pero estaban encantados de lo que eran. Distingo entre la condición y la situación. La situación es como le va a uno, la condición es lo que uno es. Uno puede estar muy descontento de su situación, pero no de su condición. Un par de ejemplos sencillos: un hombre al que las mujeres no le hacen caso. Está sumamente descontento, no de su condición de hombre, al contrario, precisamente porque se adhiere a su condición de hombre se siente frustrado, pero sí de su situación de no hacer caso por parte de las mujeres. Imaginen un escritor que no encuentra editores o que tiene libros que no se venden. Está descontento de su situación, pero no de su condición de escritor.
Pues bien, la plebe española de la segunda mitad del siglo XVIII, tiene un popularismo que se siente muy superior a los usías, los aristócratas, que le parecen más sosos y sin gracia. El pueblo es más divertido, tiene más gracia. El plebeyismo arrastró a todo el mundo en España en esos años. Todo el teatro de don Ramón de la Cruz es un ejemplo admirable de ello. Yo mismo cité en mi libro "España inteligible" un largo conjunto de versos de un sainete de don Ramón de la Cruz, que se llama: "El deseo de seguidillas", es un diálogo entre un grupo de caballeros que se encuentran y discuten a donde van a ir después: teatro, ópera, otros a ver a las tonadilleras. Es curioso el enfrentamiento entre los ilustrados y los popularistas, estos últimos tuvieron más fuerza. l teatro español más popular del siglo XVIII en España no era la tragedia clásica, sino el sainete y la obra tonadillera, con sus actrices populares: "la Caramba". Esto reflejaba la instalación del pueblo en sus forma de vida, a pesar del descontento de su pobreza, pero se sentían superiores a los ricos. Los aristócratas les imitaban y se vestían de "majos". Estos textos, esta afirmación del popularismo, no se encuentran en Francia.
El resultado de esos años es que el mismo espíritu que lleva al absolutismo y al endiosamiento de los reyes, coincide con el espíritu revolucionario, y se traslada, cuando aparece la Revolución, a una destrucción de las formas sociales, para transformarlas en principios, de una manera violenta, de una manera brusca. Los característico del espíritu revolucionario no es la violencia, es el creer que se puede producir un cambio súbito y para siempre, lo cual es la negación de la Historia, la idea de lo definitivo. Todos los espíritus revolucionarios creen que se puede producir súbitamente un cambio radical permanente, para siempre.
Lección XVI:
La genialidad: Kant, Goethe, Goya, Bach, Mozart, Beethoven.
No es la imagen habitual para hablar del siglo XVIII la presencia de estos autores, pero su genialidad es manifiesta, y también representan un siglo desde un punto de vista diferente y complementario. Representan a personajes entre el siglo XVIII y el XIX, aunque no sean las figuras de más renombre. Es curioso que entre esos nombres que ha elegido no hay ningún francés. Sin embargo el siglo XVIII es el siglo francés por excelencia. Tampoco hay ningún de Inglaterra, el país que se podía contrapesar con Francia en ese siglo. Sin embargo cuando va uno a buscar propiamente genialidad, aparece en otros nombre y otros países.
Genialidad no es un elogio, no debe serlo. Un hombre genial es alguien que añade algo a la realidad, con la cual hay que seguir contando. No es tan frecuente, se prodiga más de la cuenta la denominación de genialidad. Los nombres de los que he elegido son todos germánicos, menos uno que es español: Goya, pero cuy genialidad me parece indiscutible. Los nombres más famosos del siglo XVIII no son éstos, son primariamente franceses o ingleses: Voltaire, Montesquieu, Rousseau, D´Alembert, Diderot..., todos ellos archifamosos. En Inglaterra también hay autores muy famosos. Lo curioso es que en el siglo XVIII entra en escena propiamente el mundo germánico, que se añade a lo que propiamente había sido Europa en el sentido más creador de la palabra. Primero empiezan los países del sur, los países mediterráneos: Italia, España, después Francia, Inglaterra. Y hay un español, tan extraño como representativo, para recordar que España sigue existiendo en el siglo XVIII.
Digo España porque también hay un fenómeno muy extraño. Si ustedes consideran el mapa intelectual de Europa en el siglo XVIII, está caracterizado casi todo por la omisión de España, de la que apenas se habla, siempre de un modo marginal, secundario, desde bastante pronto, a comienzos de siglo XVIII. Sin embargo España era un país de un orden de magnitud superior a todos los demás de Europa, y seguía siendo en realidad un país sumamente importante. Pero desde el punto de vista de la expresión intelectual de Europa, queda relegado a un muy segundo o tercer lugar.
Hay ciertas anomalías que convendría explicar. Las figura de las cuales voy a hablar un poco, se refieren a la filosofía, la poesía, la música, la pintura. Se podría añadir una figura más, muy poco famosa, muy poco conocida, pero con una cierta genialidad: un napolitano, Juan Bautista Vico, de la época en que Nápoles era todavía español, auto de ese extraño libro, titulado: "Principi di Scienza Nuova", oscuro libro, poco conocido, incluso hoy. Tengo la edición definitiva, corregida por el autor, en 1744. Una rareza que ha servido de base a las ediciones modernas, comprada por mí en una librería de viejo de Valladolid, lo cual es interesante, que a mediados del siglo XVIII, alguien de Valladolid tenía la Scienza Nuova, en su original italiano.
Siempre me ha sorprendido, y es una de la razones por las cuales tengo una idea de España bastante mejor de la que suele tener, es que ha sido toda mi vida un hurón de librerías de viejo. La cantidad de libros que uno no esperaría que hubiera, y que estaban en las librerías, indica que España no ha sido lo que se piensa, que se sabían más cosas de las que se cree.
Cuando era estudiante pensé hacer una tesis doctoral sobre el pensamiento de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, sobre todo del pensamiento francés, luego hice otra tesis. Fui dejando una lista de los libros que quería leer entre los libreros de viejo, cómo los pescadores tienden sus redes. Al cabo de unos quince días volví para ver los peces que habían caído, y recuerdo que de una vez compré unos ochente volúmenes de libros filosóficos franceses de entre 1750 y 1830, que habían sido leídos.
A todos estos autores habría que añadir una serie de músicos franceses e italianos que ahora se están empezando a descubrir. En cambio los personajes que han sido famosos, que han sido universalmente conocidos, son otros. Lo cual supone un cierta discordancia entre la figura pública del siglo XVIII y lo que ha quedado como verdadera innovación, por eso hablo de genialidad. Hay cierta anomalía en la época, una cierta perturbación, que no ocurre siempre. En ciertas épocas las figuras que son capitales, que lo han parecido en su tiempo, son las figuras que se reconocen ahora mismo y siempre. En el siglo XVIII encontramos una cierta anomalía y es un problema.
El primer hombre del que vamos a hablar es Kant, que nació en el año 1724 y murió en el año 1804. Vivió ochenta años, muchos para la época. En sus últimos años no estuvo nada bien. Fue una figura más bien tardía. Nació, vivió y murió en Köenigsberg. Era una figura muy retraída, modesta, metódica. Hombre de mala salud, pero que vivió muchos años. Trabajó enormemente, pero era tardío en todo. No llegó a su madurez filosófica hasta la publicación de la "Crítica de la razón pura", en 1781. Hay otra anomalía que no se suele tener presente: la continuación filosófica de Kant fue enormemente posterior a su vida adulta. El primer filósofo kantiano es Fichte, que nació en el año 1762 y murió en 1814. No conoció a Kant hasta 1791. Los primeros libros creadores de Fichte son de comienzos del siglo XIX. En Francia no fue conocido hasta 1809, después de la muerte Kant. En Alemania era muy poco conocido, y fuera de Alemania prácticamente no era conocido, durante su vida.
Desde el punto de vista filosófico no tuvo hijos, tuvo nietos, lo cual es una cierta anormalidad. Esto quiere decir que el giro copernicano que había dado a la filosofía tardó mucho en tener efectos sociales. Es una modificación que escapa al siglo XVIII, tiene sus consecuencias en el siglo XIX. Buscaba Kant una nueva manera de hacer filosofía con sus tres críticas: "de la razón pura", "de la razón práctica" y "del juicio", la "Fundamentación de la metafísica de las costumbres" o la "Antropología", libro muy interesante.
Kant representó la culminación del idealismo, que comenzó en la obra de Descartes, Leibniz, pero hasta Kant no se llega a lo que se llama el idealismo trascendental, que luego fue transformado por los kantianos: Fichte, Schelling, Schleiermacher, Hegel, en un sistema bastante distinto. Luego existe "la vuelta a Kant" de los neokantianos, a la cabeza de los cuales está el grupo de Marburgo, con Hermann Cohen, como figura más señalada, y Paul Natorp. Estos últimos van a hacer un Kant muy particular, reducido casi exclusivamente al problema del conocimiento. LLevan dentro al positivismo y reaccionan a él yendo a la escuela, yendo a Kant, pero a un Kant no metafísico que ha sido descubierto tardíamente, el primero que lo hizo fue Ortega, desde 1924, y en 1929 el libro de Heidegger: "Kant y el problema de la metafísica".
Kant ha sido un gran renovador de la filosofía, una figura absolutamente genial. Un pensador del siglo XVIII, pero con una influencia tardía, porque sus discípulos pertenecen a dos generaciones posteriores a la suya, o tres. Los efectos de Kant son principalmente dentro del siglo XIX.
Goethe tiene una vida larga. Nació en el año 1749, y murió en el año 1832. Estuvo escribiendo alerta y en activo hasta el final de su vida. Con Kant empezó a existir la filosofía propiamente alemana, porque Leibniz era europeo, más que alemán. Estaba vinculado a todo el pensamiento europeo, y no escribió en alemán, escribió en latín y en francés. La versión alemana, en lengua alemana, de la filosofía, aparece en Kant. En Goethe lo que se hace universal es la poesía alemana, es el primer gran poeta alemán universal. Como escribió en alemán, y la poesía es bastante intraducible, cuando se traduce es otra cosa. Salvo los alemanes o los que leen alemán, no se ha conocido bien y lo más importante y lo más profundo de la obra de Goethe, que era principalmente poeta. Goethe tiene un frase curiosa: "Verdaderamente yo he nacido para ser escritor, y sobre todo poeta". Es su vocación más radical. Era un hombre de enorme curiosidad e interés sobre todas las cosas, con ideas no estrictamente filosóficas, pero su vocación era primariamente poética: "La canción que canta la garganta es el premio del que canta". Es la definición de lo que es la vocación puramente literaria.
La vida de Goethe estuvo en cierto modo desvirtuada por Weimar, por su condición de consejero áulico de ese país. Hizo una vida cortesana, en esas cortes alemanas, tan curiosas, tan refinadas, tan atomizadas. Hubo bastantes alemanes que a principios del siglo XIX le tenían bastante miedo a la unidad alemana, temían que el dia que Alemania fuera una gran nación unitaria se perdieran muchas cosas, y así fue; se ganaron otras, pero se perdieron muchas.
Goethe tuvo seguridad, no vivió a la intemperie. Esto influyó mucho en la vida y la obra de Goethe. Fue un gran personaje, esto hizo que fuera un clásico nutrido de clásicos, clásico en segunda potencia. Tenía un gran deseo de orden y disciplina, también de claridad. Se le atribuye mal una frase suya: "Prefiero una injusticia al desorden", esto es así porque el desorden es causa de muchas injusticias. Dijo, prefiero "una" injusticia, no la injusticia, que no es lo mismo, es decir prefería una injusticia a mil injusticias, lo cual parece razonable. Goethe creía en la claridad, sobre todo: "Yo me confieso del linaje de esos que de lo oscuro hacia lo claro aspiran" o "esa voluntad de orden, de disciplina; vivir según capricho es de plebeyo" o "el noble aspira a ordenación y claridad".
Fundamentalmente lo que representa Goethe es la incorporación de la vida a la literatura. Si se compara la obra de Goethe con las obras de otros autores del siglo XVIII, verán que está impregnada de vida, con esa restricción que acabo de hacer, de su demasiada compostura, de su vida cortesana, al margen de la intemperie. Aún así hay en su obra un hálito de vida, una conmoción, sobre todo en su poesía, que encontramos en Goethe como en ningún otro autor d su época.
En Kant por una parte, en Goethe por otra aparece algo muy propio de lo germánico: el sentido de la intimidad. Asociado a un rasgo de la mentalidad alemana y de su forma de vida, en cierto modo una limitación: la soledad. Intimidad sí, pero también soledad. Kant representa el imperativo categórico, el respeto al deber, la moral es el respeto al deber. El imperativo categórico consiste precisamente en eso: "Hay dos cosas que me llenan de asombro y veneración: el cielo estrellado sobre mí, la conciencia moral dentro de mí". Aparecerá la idea del "deber ser", lo capital en el pensamiento de Kant. El pensamiento de Kant tiene consecuencias distintas en sus continuadores.
El concepto del destino es muy importante en el pensamiento alemán, que aparece en Kant y más todavía en Fichte, cuyos libros tienen distinta importancia y, sobre todo, destacan dos: "El destino del hombre" y otro que se llama "El destino del sabio". Pero este destino es idealista, es algo interior, algo que pasa en la intimidad de la conciencia, como en el resto de los pensadores alemanes hasta Husserl. Lo malo es que mi vida es otra cosa, no es interior, es algo que pasa fuera de mí, es un dentro que se hace fuera. Esto es lo que falta al pensamiento alemán, a pesar de su genialidad, que no se debe perder.
Una de las cosas que está pasando en el mundo actual ha sido el que los pocos que se mueven con soltura en el pensamiento alemán se quedan en él, sin llegar al pensamiento actual.
Este final del siglo XVIII y principios del XIX representa la adquisición de lo alemán. Europa no estaba completa sin Alemania. Lo español, lo italiano, lo francés, lo inglés... estaba presente, pero faltaba ese elemento capital germánico que no se incorpora antes. Lo europeo no está presente en su totalidad hasta la irrupción de estos grandes alemanes, sobre todo Kant y Goethe.
Para continuar con los alemanes, piensen en la gran música, que es en esta época muy fundamentalmente alemana, piensen en Bach. Nace en 1685 y muere en 1750. Su obra es realizada en la primera mitad del siglo XVIII. Mozart, de tan breve vida, nació en 1756 y murió en 1791. Beethoven, por último, es estrictamente coetáneo de Hegel. Nacen los dos en el año 1770, muere Beethoven en el año 1827, cuatro años después muere Hegel. Su odiado rival, Schopenhauer se marchó de Berlín cuando la epidemia del cólera que mató a Hegel y le sobrevivió, teniendo una larga vida.
Estos tres grandes músicos son casi los músicos por excelencia, los tres son germanos. Representa Bach una forma de religiosidad, músico fundamentalmente religioso. No olviden ustedes que el arte religioso en lo países protestantes ha tenido una gran pobreza plástica. No hay nada equivalente a los grandes pintores y escultores católicos. En los países protestantes esto se compensa por la equivalencia en música, que lo representa de modo eminente Bach, que es también profundamente alemán. Se podría buscar conexiones entre las cosas que les he dicho anteriormente, en los escritores filósofos y poetas, y la música de Bach.
Mozart es algo distinto, representa la gracia del siglo XVIII, la belleza, el lirismo que el racionalismo había negado a los escritores. El siglo XVIII ha sido un siglo, aparte de Goethe, y quizá Schiller, un siglo sin poesía, con una gran pobreza sentimental en la literatura. Mozart es el lirismo que no se encuentra en la poesía.
Por último tenemos a Beethoven, que está en las fronteras del Romanticismo; en cierto modo recoge la obra de sus dos grandes predecesores, y añade la entrada del sentimiento, y algo más. Hay en su obra una grandeza que corresponde a la dilatación de la vida, que es propia del Romanticismo, que representa, comparado con el siglo XVIII una formidable dilatación de la vida. Eso es lo que se encuentra en la obra de Beethoven.
Con estos tres músicos germánicos, la música experimenta un cambio que es paralelo a la presencia de lo germánico en Europa. Desde entonces no se va a poder hablar nunca de música sin contar con la música alemana creada primariamente por estos tres nombres que acabo de recordar.
Como ven ustedes se va completando la orquesta europea, aunque todavía no ha aparecido lo eslavo, que aparecerá más tarde, con Rusia.
Todavía nos queda Goya, coetáneo de Goethe. Nace Goya en 1746 y muere en 1828. Representa la vida, esta es la palabra que habría que aplicarle, la intensidad de la vida. En general pasa con los españoles. Si entran en un museo de un país determinado, suelen encontrar cuadros de varios autores y países, al entrar en una sala donde hay cuadros de españoles: Zurbarán, Velázquez, Murillo, Goya, hay una impresión, quizá de barbarie, pero es una especie de intensidad de vida, algo que sobrecoge. Quizá con menos refinamiento, pero con una fuerza mayor.
Goya no era un intelectual, era un visual y un manual, los ojos y las manos son sus instrumentos. Tiene los ojos llenos de imágenes de cosas, de cosas vistas y de cosas imaginadas, de cosas soñadas. Tiene una fuerza inolvidable, una visión implacable, que aplica a todo. Desde los retratos de Corte, hasta las "pinturas negras". La implacabilidad de la visión está en "La familia de Carlos IV" o en el "Saturno" o en la escenas de "aquelarre". En unos viéndolo por los ojos en otros con la imaginación, pero tiene esa misma implacabilidad, esa avidez de realidad, tanto real como imaginaria.
Lo característico de Goya no es el realismo, sino la realidad. Siempre digo que los realistas engañan a la realidad con las cosas. Piensen, por ejemplo en los retratos, los prodigiosos retratos de Goya. No son imágenes, no son espectros, no son construcciones formales, como los retratos de Rafael, Van Dyck, Velázquez, es otra cosa completamente distinta. Lo característico de los retratos de Goya es que sus personajes están viviendo, están plantados en escorzos que corresponden a actos vitales. Están gravitando sobre el suelo, están viviendo. En ellos aparece el garbo de la vida española, ese garbo que desaparece en algunas ocasiones y luego vuelve a aparecer. Siempre aparece, a veces tiene eclipses, pero no tarda en volver.
No es casualidad, ni mucho menos, que de Goya salga la mayor parte de la pintura francesa del siglo XIX, desde Manet hasta los últimos impresionistas, y todavía después. Ahí tienen ustedes otra forma de genialidad. No se puede ver la pintura, no digamos hacerla después de Goya sin contar con él. Goya va dentro de la pintura posterior como tiene que ir Kant en todo pensamiento después de su tiempo. Lo mismo con los músicos posteriores a los que hemos señalado.
La figura de Europa se ha ido completando con estos autores. Es importante que haya que contar con este español en medio de estos grandes genios, cuando España está en cierto modo olvidada, marginada, dejada de lado.
Lo curioso es que lo que se ha perpetuado de la imagen del siglo XVIII es la Ilustración, que ha existido, por supuesto, que ha tenido gran importancia, pero que no era todo. Y cuando vamos a hacer el último balance, cuando vamos a entrar en últimas cuentas con el siglo XVIII, cuando vamos a buscar qué es lo que ha quedado, no es la Ilustración, no son esas figuras famosas; son estos nombres, menos famosos, menos conocidos en su tiempo, y que sin embargo nos parecen insustituibles, sin los cuales no se entiende Europa. Son los que han alcanzado una universalidad no prevista. Sobre todo los alemanes, que venían de un país en cierta forma marginal. Alemania no llegó a ser una nación unida hasta 1870, estaba en tiempo de Kant, fragmentada. En tiempo de Fichte, no solo fragmentada, sino invadida por Napoleón, y sin embargo se produce una modalidad, una especie de temple de la vida humana que llega a su madurez.
Desde entonces Alemania ha sido el país rector de la cultura, desde Kant a Heidegger, desde 1780 a 1930, siglo y medio. La acumulación de lo que ha hecho Alemania en ese siglo y medio es prodigiosa. Después no ha sido así, pero a pesar de todo, hay que llevar dentro la cultura alemana. Los europeos ahora, en general, no aprenden alemán, no leen alemán. Aunque no lo hablen, por lo menos que lo lean. Los innumerables libros escritos en siglo y medio en Alemania son insustituibles. Una Europa en la cual no se lea el alemán es una Europa incompleta, como una Europa en la cual no se lea español, conviene recordarlo también.
La Ilustración llevaba un gusano dentro, en España no era así. La Ilustración española, más modesta, entre Feijoo y Moratín, pasando por Cadalso y Jovellanos, Hervás y tantos más, tenía una calidad, y sobre todo una veracidad superior. Lo malo es que ha sido olvidada, que ha sido desconocida. Solamente en los últimos cuarenta años se la ha empezado a descubrir. Esta incorporación del siglo XVIII español nos interesa, sobre todo, a los españoles, también les interesaría a todos los europeos.
Lección XVII:
Entre la Revolución Francesa y la Santa Alianza.
La Revolución había sido prevista, de manera perspicaz, por Leibniz, hacia 1704 o 1706. Esa Revolución la había deseado vivamente Voltaire y otros más. Se produce finalmente como una cierta forma de absolutismo de la razón, más bien se trata de la versión francesa del siglo XVIII de la razón. El movimiento empezó a extenderse con los enciclopedistas: la Enciclopedia comienza a publicarse a partir de 1750. Aparentemente con el propósito de ser una gran Enciclopedia, que lo fue también, pero con una intención oculta, política, religiosa. Con artículos aparentemente objetivos, deslizaban un fuerte sentido negativo sobre la religión y sobre la historia, lo de la historia se suele ver menos, porque varias figuras de este movimiento intelectual han sido los constructores de una teoría de la historia, una concepción de la historia, como en el caso de Voltaire: "Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones", libro capital en la construcción de la historia, aunque a última hora, su sentido histórico queda anulado por un naturalismo que tiene en el fondo, tiene una concepción totalmente naturalista del hombre. Dice que los caracteres humanos son como la piel de los osos, con lo cual anula lo que tiene de propiamente histórico.
Es la época en que se llega a una concepción histórica tan influyente como la idea del progreso, desde 1750, precisamente realizada por Turgot, que era ministro de economía en Francia y escribió dos discursos muy interesantes que hice traducir hace muchísimos años, sobre la idea del progreso. Esto mismo lo desarrolló más y con más fama Condorcet en el libro titulado. "Bosquejo de un cuadro de los progresos del espíritu humano", aristócrata ilustrado, en principio simpatizante de la Revolución, que tuvo que suicidarse para evitar la guillotina.
Hay una hostilidad hacia la historia porque hay un punto de vista racionalista de la razón abstracta. Todo lo que es tradición, todo lo que es continuidad histórica, lo que es la acumulación de la realidad humana, les parece reprobable, rechazable. Una actitud profundamente antihistórica.
Existe una hostilidad constante contra los privilegios. Es muy revelador ver qué palabras se emplean en cada época. Por ejemplo, el hecho de cuando cae Godoy en España, el adjetivo que se aplica al gobierno de Godoy es, sobre todo, el gobierno "arbitrario", es revelador porque en cierto modo fue un gobierno personal, dictatorial, en cierto sentido, frente al gobierno de los reyes absolutos, que no era en modo alguno arbitrario, sino que lo era con arreglo a las normas establecidas, los dictámenes de los Consejos. Esa hostilidad contra los privilegios es contraria al sentido que daba Ortega a los privilegios, que consideraba eran la primera forma de las libertades, en la Edad Media. Se concedía un privilegio o un fuero a una ciudad, a un gremio, que era una fórmula de concesión de libertades. Pero la palabra "privilegio" se asocia en esta época, automáticamente al adjetivo "injusto". Los privilegios no tienen por qué ser injustos.
Hay una hostilidad contra todos los que son "privilegiados". Es curioso que algunos de los ilustrados más importantes eran, algunos de ellos, privilegiados. Aristócratas como Condorcet o Montesquieu. Los ilustrados estaban siempre con los privilegiados, como el caso de Rousseau, toda su vida "invitado" por la aristocracia francesa. Voltaire o D´Alembert no salen de la aristocracia o de los reyes absolutos. Los ilustrados o eran privilegiados o no trataban más que con privilegiados, pero son enormemente hostiles a los privilegios.
La palabra libertad se usará mucho durante el siglo XVIII y será decisiva en la Revolución, pero es curioso lo que se entiende por ella, primariamente se entiende como "nivelación", supresión de los privilegios, supresión de las diferencias. El lema de la Revolución Francesa fue "libertad, igualdad, fraternidad", en el fondo el igualitarismo es lo que contaba. Con la libertad acabaron rápidamente, pocas veces ha habido menos libertad en el mundo que durante la Revolución y la fraternidad, asociada a la guillotina, no es un ejemplo. En el fondo el igualitarismo es lo que latía.
Ahora se contrapone la libertad a la igualdad, cosa que no tiene sentido, por cierto. Habrá que decir igualdad en qué, en aquello en que los hombres son iguales. Tratar desigualmente a los iguales es injusto, pero tratar igualmente a los desiguales también es injusto. Esta es la cuestión. Hay una especia de pasión por el igualitarismo que domina esta época.
En el fondo lo que domina es el espíritu abstracto. La razón de la que se habla es la razón abstracta, la fascinación por la matemática. Esto lo tuvo en cuenta Paul Hazard, es la época en que se formulan los "derechos del hombre y del ciudadano", ¿de qué hombre?, no del francés de 1789, que esto tendría sentido, son los derechos del hombre y del ciudadano sin más. Esto se une a la falta de sentido histórico, incluso a la hostilidad con la historia.
Hay otro aspecto de la mentalidad revolucionaria, esto es muy fuerte: la eliminación de lo "sacro", no me refiero solo a lo religioso. Hay dos actitudes en la vida, una de ellas es considerar que la realidad es "sacra" y otra actitud consiste en considerar que no hay nada "sacro". Hay una manifiesta hostilidad contra el concepto de lo "sacro", en cualquier forma. La realidad divina tiene carácter "sacro", pero también la realidad personal lo tiene, tiene ese misterio, que provoca respeto. Respeto, palabra que tiene un enorme relieve en el pensamiento de Kant.
Por todo lo anterior hay una propensión al ateísmo, sobre todo al deísmo, que cree que hay Dios, al que denominan "El Ser Supremo", es decir, es un Dios natural, fundamento del mundo, pero que se aparta de todo carácter sobrenatural, de revelación. Se despoja a la realidad de todo carácter propiamente sacro. La masonería no admitía ateos, pero evitando todo carácter de revelación y de sacralidad, sobrenatural. Característico del espíritu revolucionario.
Cuando se habla de la Revolución se piensa sobre todo en la violencia, las revoluciones son violentas, casi siempre, algunas son enormemente violentas, pero lo característico de la Revolución es un cambio súbito y permanente, de la noche a la mañana y para siempre. El peso que tiene la idea de lo definitivo es muy grande también en Hegel y en todo el siglo XIX posterior, en Comte, en Marx. Esto lo veremos más adelante.
En nuestra época nadie se considera abiertamente revolucionario, porque la idea de que los cambios sean súbitos pasa, pero que sean definitivos, debido a la conciencia histórica, un poco atenuada en los último decenios, aunque ha sido muy viva en los último cuarenta o cincuenta años, impedía que pudiera haber un cambio definitivo. Cuando hay un cambio, la pregunta que se hacen las personas es ¿hasta cuándo?
En un libro muy importante de Ortega: "El tema de nuestro tiempo", habla del "Ocaso de las revoluciones" y de la improbabilidad de las revoluciones en el siglo XX. La justificación del espíritu revolucionario ha sido siempre su carácter innovador. Casi todas las actitudes revolucionarias de nuestra época se basan en un libro en el que ver lo que va a pasar, por ejemplo las obras de Marx o un librito, el de Mao, es la negación del espíritu revolucionario, que tiene de valioso su carácter innovador.
Como ven ustedes hay unos cuantos factores que son convergentes a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Esos factores se suceden en varias etapas, con una finalidad que se busca con impaciencia. Cuando la Revolución comienza en el año 1789, en un plazo muy breve, desde 1789 a 1794, se produce una aceleración y empiezan a suceder múltiples cosas en un solo quinquenio. Empieza con un intento de revolución dentro de la Monarquía, con la constitución del año 1791, cuya figura central sería Mirabeau, figura genial verdaderamente. Les recomiendo que lean el ensayo de Ortega: "Mirabeau o el político", que es de las cosas más apasionantes y fascinadoras que se han escrito. Luego hay otra fase, con la caída de la Monarquía, que representaría Danton, gigantón desmesurado con una cierta dosis de nobleza, y al final la Revolución cae en las manos abstractas, implacables, de gentes como Marat, Robespierre..., figuras realmente siniestras, de lo más siniestro que ha habido en la historia. Gentes que viven desde los principios, con un tremendo fanatismo. Todo esto se produce en muy poco tiempo.
¿Qué hubo de positivo en la Revolución Francesa? Hubo dos cosas importantes, que es lo que ha quedado de ella. La primera de ellas es el entusiasmo, seguido de horror, pero hubo el entusiasmo de que empezaba una etapa nueva, de que se estaba haciendo un mundo distinto o de que se iban a establecer bases nuevas.
Hay un factor que no se tiene en cuenta: la Revolución Francesa vino después, no mucho después, de la Revolución Americana. Había admiración por los americanos, pero esta revolución no fue violenta, excepto la lucha con los ingleses. Fue una revolución que no fue negativa, no tuvo odio, no fue antirreligiosa, no tuvo ruptura con la cultura inglesa, con sus raíces. Por un momento se pudo pensar que la Revolución Francesa iba a ser algo parecido a la Revolución Americana, conducida por esos hombres, como Franklin, Washington, Jefferson... figuras admiradas y respetables.
El símbolo mayor de lo que ha quedado es "La Marsellesa". Son dos cosas: "La Marsellesa" y la bandera tricolor. Recuerden ustedes "Casablanca". "La Marsellesa" le dice a todo el mundo mucho, porque es un espléndido himno, entre otras cosas, además quedó como un símbolo de ese entusiasmo, con la bandera tricolor. Lo que quedó del mundo antiguo fue la retórica.
Luego predominó el odio, en un grado bastante aterrador. Todo esto, más que en los historiadores, se puede ver en Dumas. Cuanto más leo sus novelas más me gustan. Como esas novelas tienen que hacer vivir a sus personajes en un cierto ambiente, en unas circunstancias, tiene que reconstruirlas, que es lo que los historiadores no hacen, a no ser que tengan mucho talento; la mayor parte no lo hacen.
Pero ¿qué ha ocurrido después? Ocurre lo siguiente: La Revolución había tenido su propaganda hecha, antes. Desde 1750 se está justificando la Revolución, que no empieza hasta 1789. Una idea que empieza a circular entonces, y que sigue viva, es que los crímenes del "pueblo" son justificables, lo he oído hace muy poco. Creo que los crímenes son crímenes, sea quien sea el autor. Pero esta idea se lanza, con la que se hizo la justificación previa de lo que iba a resultar después la Revolución.
Los desmanes, los crímenes, llevan al terror, a la supresión de la libertad. Esto suscitó movimientos contrarios, pero que habría que decir: no muy inteligentes. Hay por una parte los emigrados, que abandonan Francia. Muchos lo hacen justificadamente, porque les esperaba la guillotina. Viven emigrados en diversos países y no se enteran de nada. El sueño de la distancia también produce monstruos. Es curioso que la gente cuando está fuera de su país, empieza por no enterarse de nada, ni en el país en que está. El ejemplo de los emigrados españoles es significativo, en general no se enteraban de casi nada, tenían unas ideas fijas, e incluso no se enteraban de nada del país en que residían.
Recuerdo en 1976 de haber leído de una persona que había estado en la emigración. Al regresar a España, veía una España que no existe. Una España llena de burros y de cosas de los pueblos. Yo cuando veo un burro me conmuevo, porque me gustan mucho. Este señor no ve los automóviles, no ve las edificaciones, no ve que Madrid es cuatro veces mayor que antes. Llevaba en la retina el Madrid de 1936, y la España de 1936, y la seguía viendo, lo cual es sobrecogedor.
Lo anterior ocurrió bastante con los emigrados de la Revolución. Su actitud era la volver atrás, antes de la Revolución, pero no se volvió atrás. Me harto de decir que la historia no es un automóvil, que no tiene marcha atrás, ni freno. Puede haber cambio de dirección, pero siempre se va hacia adelante, de un modo o de otro. Este fenómeno de querer ir hacia atrás fue enormemente esterilizador.
En la Revolución Francesa ocurrió un fenómeno singular, sus víctimas participaron de la ideas dominantes y plantearon las cosas desde el mismo punto de vista que planteaban los revolucionarios, lo que quisieron es destruir aquello y volver atrás, y esto no se puede hacer en la historia. Actitud no solo de los franceses emigrados o víctimas de la represión, esta actitud también lo fue de las potencias que derrotaron a Napoleón. Siempre se trataba de volver atrás, pero esto es un error.
La Revolución Francesa fue un hecho, un hecho enorme, con justificaciones, pero lo más difícil es darle al prójimo la razón que tiene y no darle la que no tiene. Pero esto no se hizo. Los enemigos de la Revolución le negaron el pan y la sal, como si no tuviera ninguna justificación, pero la tenía, aunque fuera de manera parcial. Luego perdió esa razón por las toneladas de injusticia y de sinrazón que creó a su alrededor, pero había un núcleo inicial que estaba justificado. Sobre todo había que ir más allá de la Revolución.
Los años que siguieron a la caída de Robespierre y de sus demás compañeros fueron años perdidos para rectificar los errores, y finalmente, la Revolución derrotada, guillotinados los representantes de ella, triunfó con Napoleón. Un general, un guerrero ilustre, eficacísimo, con inmenso talento, pero que parte de los principios de la Revolución y los quiere implantar en Europa. Aparece como el "liberador" de Europa. Los demás se oponen a él en nombre de principios anteriores, de lo antiguo. Son derrotados y Napoleón ocupa la Europa continental, salvo España y Rusia.
El único país que reacciona de un modo inteligente fue Inglaterra, porque Inglaterra había hecho su Revolución, a su manera, una primera salvaje, violenta, la segunda ya no. Desde 1688 los ingleses decidieron no matarse entre sí, una decisión bastante prudente. Fue bastante hostil a la Revolución Francesa, con una idea bastante clara de tener razón. Las reformas fundamentales de la Revolución Francesa las habían realizado ya en Inglaterra, parcialmente.
Si leen ustedes la anotaciones de Moratín, que primero estuvo en Francia durante la Revolución, y se horrorizó totalmente. En cuanto pudo se fue a Inglaterra, y allí pasó un año. Hizo unas anotaciones sumamente interesantes. Si ustedes tienen curiosidad, hay un libro de Pedro Ortiz Armengol, que ha estudiado con una minuciosidad admirable, propia de él, el año que pasó Moratín en Inglaterra. Es muy curioso la perspicacia de Moratín con lo que ocurre en Inglaterra, admirable en muchos sentidos y que le produce entusiasmo. En otros sentidos hay aspectos que parecen toscos y fatales. Cuando habla de la "caridad política", la parece muy inteligente, como otras muchas cosas más.
Inglaterra lo que hizo fue anticipar el siglo XIX en los últimos años del siglo XVIII. Esto lo refiere Moratín. Sin estridencias Inglaterra había ido más allá de la Revolución Francesa. Da la impresión de tener razón, y de tener una posición más inteligente que los demás países. También el Canal de la Mancha impidió que fuera invadida.
Napoleón, que es un militar, con los ejércitos franceses impone en Europa continental los principios de la Revolución, naturalmente, convenientemente modificados. Funda una dinastía nueva, imperial, que quiere ser hereditario, con un fantástico equipo. Estas ideas, militaristas, imperiales, son las "progresistas", son las avanzadas. En España las gentes progresistas son los "afrancesados", las cosas son así, lo mismo que en Italia o en Alemania, en Austria, que apoyan a los franceses.
Finalmente Napoleón es derrotado, por otra coalición, que no había podido parar la Revolución. No tiene éxito frente a la Revolución, pero sí lo tiene frente a Napoleón. Entonces se produce la Restauración, y a pesar de ser Francia el país vencido y ocupado, culpable de la Revolución y de todo el bonapartismo y sus guerras, al final queda bien tratada, a pesar de la coalición de los vencedores. El Congreso de Viena deja en buena situación a Francia. Ya quisiéramos que a España le hubiera sucedido algo parecido, pero la actuación española fue bastante deficiente en esos años y en ese Congreso. La presencia de Fernando VII fue una calamidad pública, en muchos sentidos.
La Restauración se hace partiendo del principio de volver hacia atrás, a la época de antes de la Revolución. Luis XVI tenía dos hermanos: el conde de Provenza y el conde de Artoi. El primero reinó con el nombre de Luis XVIII. Luis XVII era el infante heredero de Luis XVI, que murió a manos de un zapatero, pero se le consideró como rey después de la muerte de su padre, lo mismo que ocurrió con Napoleón II, hijo de Napoleón, que murió siendo niño.
Después de lo que había pasado desde 1789, se pretendió volver hacia atrás, en el año 1815. Se intenta establecer un absolutismo, que no tenía nada que ver con el absolutismo anterior. El absolutismo del siglo XVII, del siglo XVIII ha sido la forma más compacta de legitimidad que ha habido en la Historia, porque estaba fundada en el consenso. Si le hubieran preguntado a un europeo cualquiera durante estos siglos: ¿Quién tiene derecho a mandar?, la respuesta sería: el rey, sin más. El rey no era un rey arbitrario, gobernaba como había que gobernar. Lo que mandaban la leyes, lo que proponían los Consejos: Consejo de Castilla, de Aragón, el Consejo de Indias, que eran quienes realmente gobernaban. No se puede imaginar un rey español diciendo "el Estado soy Yo", nunca lo hubiera dicho un rey español.
La Monarquía Absoluta era un caso de legitimidad social clara. Pero ya no era así en el siglo XIX, no en 1815. En Francia comenzaron a llevarlo a cabo mediante la "Charte", un compromiso con muy pocas libertades, por eso después de la muerte de Luis XVIII, Carlos X, su hermano hace una monarquía muy poco liberal y se produce la revolución de 1830, que derriba a Carlos X y pone en el trono a Luis Felipe de Orleans, la rama más joven de los Borbones, que inicia una época maravillosa. Tengo una predilección por la época de Luis Felipe, me parece una época estupenda.
Ese esfuerzo por volver hacia atrás produce la Santa Alianza. Esta alianza no recoge lo que se había producido en Europa: la Revolución Francesa suscitó un gran entusiasmo exterior, fuera de Francia. En Francia se produjo un primer entusiasmo y, luego vino el terror. En el exterior hubo una gran admiración por la Revolución, entre otras cosas porque los errores de la Revolución no se veían mucho. Desde lejos se ven las cosas de otra manera. Las comunicaciones son muy lentas, no se sabía casi nada. Cuando se producen las matanzas de los frailes en París, la mayor parte de la ciudad no se entera, y al cabo de muchos días surgen rumores, no contrastados de que han matado a cientos de frailes. No digamos lo que pasa en otros sitios, como lo que pasa en La Vendée y en otros lugares. Lo que ocurrió en La Vendée es de una ferocidad increíble. No lo sabía nadie, ni en Francia. No digamos en Alemania, Austria, Italia.
A esto hay que añadir un factor: "la capacidad del hombre de no ver lo que no quiere ver". Como ocurrió en la Guerra Civil española, que era vista desde fuera con dos idealizaciones según se quería ver. Eso en una época de comunicaciones incomparable con lo que ocurría en el siglo XVIII.
Ese entusiasmo que produjo la Revolución Francesa se proyectó sobre la Francia napoleónica no se tuvo en cuenta. Los países vencedores de Napoleón, la Santa Alianza, se enfrentan, no a los excesos de la Revolución, sus lacras, sino con lo que había empezado a brotar en ella, y había de ser tan valioso: el liberalismo. En los primeros decenios del siglo XIX lo que se enfrentan son el absolutismo y el liberalismo, entonces se persigue a este último y se realiza el principio de intervención. En cuanto hay un movimiento constitucional o liberal, intervienen los ejércitos de la Santa Alianza, como ocurrió en España el año 1823, con la invasión de los "Cien mil hijos de San Luis". No es que no hubiera motivos porque los liberales de entonces no eran liberales o poco liberales. Los que fueron liberales eran los doceañistas, los de la Constitución de Cádiz, que fueron muy mal vistos por los extremistas: en España hubo un partido llamado el partido "exaltado".
Moratín, que era muy perspicaz, le pareció muy bien la caída del absolutismo en España en 1820, tuvo una esperanza muy dudosa de lo que iba a pasar, pero en cuanto vio lo que pasaba, previó que aquello iba a acabar mal. La España administrada por los extremistas de 1820 era invivible.
La Santa Alianza persiguió todo lo que era liberal, lo reprimió, impidió la manifestación de las opiniones. Condenó a la clandestinidad a una parte bastante grande de las poblaciones. Cuando no hay libertad, cuando no se puede expresar la opinión, se convierte en clandestino lo que debería ser público. Entonces se fundan las sociedades secretas. Toda Europa se llenó de sociedades secretas: los carbonarios, los masones, de diferentes observancias, pues los masones son muy distintos. En cada país son distintos. En los Estados Unidos los masones se dedican a combatir la fiebre reumática. España se llenó de sociedades secretas. La mayor parte de la gente se afiliaba a una sociedad secreta porque no se podía estar públicamente hablando, ni en un café siquiera. Entonces las sociedades secretas adquirían un carácter revolucionario, aunque no fuera lo propio de ellas.
En los Episodios Nacionales es donde se da una visión muy certera de esta situación de la sociedades secretas. La Santa Alianza, con su actitud, favorece el renacimiento del espíritu revolucionario, de consecuencias sumamente graves.
La derrota de Napoleón dejó intacto su prestigio. En Francia ha habido un bonapartismo, y se hace una revolución en el año 1848, después de dieciocho años de gobierno de Luis Felipe, y análogamente en otros países de Europa, se produce la revolución que derriba al gobierno de Guizot, gran político y gran historiador. He leído quince o veinte libros de este autor, y es sumamente interesante. Es autor de un gran libro: "Historia de la civilización en Europa", escrito en 1828, sobre un curso en la Sorbona, mejor que estos, pero parecido.
En 1848 se produce una revolución en Francia que arrastra al gobierno y a la Monarquía. Se proclama la república, la II República. Esto fue un asunto exclusivamente parisiense. Los franceses, salvo los de París se enteraron por los periódicos, sintieron el terror, porque pensaron en la guillotina y el gobierno provisional tuvo que anunciar un decreto prohibiendo la pena de muerte en materia política. Esa experiencia fue bastante desastrosa y terminó del presidente, que era Luis Napoleón. Se produjo el establecimiento del Segundo Imperio dirigido por Napoleón III, con lo cual se acabó la república y se proclamó un imperio autoritario, muy autoritario, que se fue liberalizando. Nutrido de bonapartismo, del prestigio heroico de Napoleón, que no le correspondía a su sobrino, pero se beneficiaba de ello.
En las situaciones históricas complicadas y transformadoras hay principios que son triunfantes y otros que son derrotados. No siempre es lo que parece. A veces por debajo de la derrota rebrotan cosas, piensen por su cuenta en ello. Hitler ha sido derrotado y execrado, universalmente execrado, pero si ustedes se molestan en pensar cuantas cosas parecidas al nacionalsocialismo están vivas, y están defendidas, y están retoñando... Después del derrumbamiento de la Unión Soviética, hay también bastantes rebrotes también, disfrazados, con otro nombre, pero que vuelven a lo mismo.
Todo esto que hemos relatado hoy, ocurrió entre la Revolución Francesa y la Santa Alianza, que interviene en España, a cuya cabeza estuvo el duque de Angulema: un gran caballero, que tuvo reparos a su intervención. Estaba desolado por al conducta de los españoles, sobre todo de Fernando VII, aunque quiso otra cosa. El duque de Angulema intentó cambiar las cosas, pero no lo consiguió y se marchó de España.
Hay una especie de canción que corría de boca en boca:
¿Murió el rey?, y lo enterraron,
¿de qué mal?, de apoplegía.
¿Resucitará algún día diciendo que lo engañaron?
eso no, que le sacaron las tripas y el corazón,
si esa sabia operación,
la hubieran ejecutado antes de ser coronado,
más valdría a la nación.
Esto se decía el año 1833. También cuentan de esa viejecita que rezaba siempre por la vida de Fernando VII, porque temía que después viniera algo peor. Es una actitud muy sabia. Mucha gente dice: "esto no puede estar peor", pero eso no se puede decir nunca, por todo puede estar mucho peor.
Lección XVIII:
Separación y presencia de América
La presencia de América es mayor desde la independencia de los Estados Unidos y la emancipación de los países hispanoamericanos. Porque antes la relación de Inglaterra con América no era mucha, eran unas colonias, unos establecimientos. La América hispana era mucho más importante, más próxima, pero lo era formando parte de una comunidad, esa Monarquía en dos hemisferios, de la que ya hablamos.
Hay una distinción, que me habrán oído mencionarla en algunas ocasiones, entre las naciones, que llamo, intraeuropeas y las naciones transeuropeas. Las naciones intraeuropeas están en Europa y son sin más europeas, las transeuropeas han ido más allá de Europa, con una proyección exterior, no ocasional, sino permanente. Son concretamente tres: España, Portugal e Inglaterra, y esto refuerza la condición europea de estas naciones, porque Europa en conjunto es transeuropea.
En general los países viven dentro de sí mismos. Los países americanos antes de la conquista no tenían idea del mundo exterior, ni siquiera de la magnitud y realidad de la propia América tampoco. América fue descubierta en 1492 por los europeos, pero también para los americanos, que empezaron a enterarse de que existía América, entonces. Cada país, en muchos casos, pequeñas partes del continente, en algunos casos grandes partes del mismo, como México o el Perú, conocían la existencia de pueblos distintos, pero siempre en zonas limitadas del continente americano. Sin tener idea del continente americano, ni de su extensión, ni de su figura, ni de qué había dentro de él.
Sin embargo los europeos, desde los griegos, han tenido interés por lo que no son ellos y por el resto del mundo: Asia Menor, Persia, Egipto... Y no solamente han tenido interés militar o conquistador o comercial, como los fenicios. Cuando Herodoto viaja es para ver, para conocer el mundo, otras formas de vida. Esto es característico de los griegos y en general de los europeos, que han tenido interés por otras formas de humanidad, ha sido un continente abierto.
El Nuevo Mundo aparece en el horizonte europeo desde el descubrimiento, muy intensamente ya en el siglo XVI, que empieza a irradiar de muchas maneras, en España de un modo muy particular. Las relaciones de los otros países son mucho más tardías. Los establecimientos de los franceses e ingleses en América son casi un siglo posteriores a los de los españoles. Mucho más España que Portugal, por dos razones. En primer lugar porque Portugal, que había empezado muy pronto la colonización de otros continentes, se interesa más por África, sobre todo cuando empiezan a dar la vuelta al cabo de Buena Esperanza. Se dirigen hacia el oriente y donde van a actuar principalmente va a ser en la India, en cierta manera en el Japón y en las islas de Indonesia. La atención portuguesa se dirige más al oriente. En América su presencia es bastante limitada y más tardía en el Brasil, una penetración costera y poco profunda.
Hay un hecho, poco conocido, pero que es muy notorio, y es que la dilatación del Brasil, la enorme extensión que alcanzó posteriormente, se debió a la incorporación de la corona portuguesa a la española, a partir de 1580. Esto permitió rebasar el límite de los tratados entre España y Portugal en Tordesillas, no importaban los límites entre ambos países porque pertenecían a la misma corona. Los españoles permitieron que los bandeirantes penetraran enormemente en el interior del continente, hacia el oeste y dilataran los territorios. Cuando se separan las dos coronas se conservan los territorios adquiridos. Esto se mantuvo después de la independencia del Brasil.
El desarrollo del Brasil fue mucho menor, desde el punto de vista urbano y las universidades fueron mucho más tardías. En la época española es cuando se constituye lo que va a ser el Brasil actual.
La diferencia fundamental entre las dos américas es esa imagen botánica tan reveladora que uso desde hace unos años. Es la diferencia entre el trasplante y el injerto. Los países en el norte de América se hacen trasplantando sociedades europeas a América. Son sociedades igualmente europeas, que no tienen que ver con el continente americano más que el territorio.
En cambio los españoles y, de modo secundario, los portugueses hacen un injerto: la introducción en sociedades que son americanas, de un elemento vivo, que permiten a esas sociedades que sigan siendo lo que eran, solo que modificadas. La botánica usa el injerto como método, y la perfección de la agricultura actual es debida a injertos sucesivos. La planta injertada sigue siendo la planta que era, para dar frutos diferentes, pero con la idea de que sean de mejor calidad.
Las sociedades americanas, que eran enormemente desiguales, tenían dos grandes imperios, el imperio azteca, que dominaba por la violencia a otros pueblos y el imperio incaico, que también dominaba a otros pueblos diferentes. Estos imperios tenían un cierto grado de riqueza cultural política y arquitectónica, mientras otros pueblos vivían en condiciones de primitivismo: los indios caribes eran antropófagos. La diversidad era enorme y la aplicación del injerto español, europeo y renacentista tenía variedades muy grandes, según el tipo de población a la que se aplicaba.
La densidad de población no era la misma en todas partes, ni mucho menos. El continente americano estaba muy poblado en las zonas tropicales y subtropicales. En cambio en el extremo norte y en el extremo sur la población era mucho más escasa. Se ha reprochado mucho a los colonizadores ingleses o franceses el exterminio de los indios, lo hubo pero en territorios poco poblados.
Lo importante es la diferencia entre el mero trasplante, que crea sociedades que no tienen nada que ver con el territorio donde se asientan. Muchas veces se dice que lo indios son los verdaderos americanos. No es así porque, por ejemplo, los Estados Unidos es un país hecho por los colonizadores, es una sociedad europea. Los indios en la medida que participan en los Estados Unidos, se incorporan a esa sociedad que no es india. Los Estados unidos se superpusieron a la escasa población india, es lo que me parece justo señalar.
La parte americana, llamada Hispanoamérica, la parte española, no fueron colonia ni se llamaron colonias. Cuando se habla del periodo colonial, esto es una deformación de la realidad. No se les empezó a llamar colonias hasta después de la independencia, por imitación a los Estado Unidos y sus Trece Colonias o a la colonización francesa e inglesa en África o en Asia, durante los siglos XVIII y XIX. Los territorios de la Corona española eran provincias o reinos, se gobernaban por virreyes. El rey estaba en España.
Se ha reprochado, con ocasión de la visita de nuestro rey actual a América, que ningún otro rey español estuvo en América. Pero ir a América en los siglos XVI, XVII o XVIII era un viaje que duraba meses. Solo hubieran podido ir a algún lugar de América, entonces el resto de América hubiera estado tan ajena a esa visita como lo ha estado hasta ahora. Lo que no hubieran podido es recorrer América, cosa totalmente imposible, dados los medios de comunicación de ese tiempo. Por eso los virreyes gobernaban en América en nombre del rey. Estos territorios gobernados por los virreyes eran considerados españoles, así se consideraban sus habitantes.
Cuando se reprocha a los habitantes de los Estados Unidos que llamen a sí mismos americanos, porque también son americanos los demás. Pero cuando se hicieron independientes usaron el nombre "americano", porque durante esos años solo existían ellos y los españoles de América, que se llamaban españoles. El nombre americano era utilizado para los habitantes de los Estados Unidos por estar vacante ese gentilicio. El resto eran españoles, especificando si eran peruanos o mexicanos...La palabra "americano" no se empleaba. Era empleada también por los españoles para designar a los habitantes de los incipientes Estados Unidos. Es un uso social desde 1776, año de la independencia.
España se sentía como una Monarquía en dos hemisferios, lo que se llamaba la Monarquía Católica, la Monarquía hispánica era una Monarquía en dos hemisferios. Comenté hace muchos años un texto muy interesante, que es la traducción de la "Historia de Italia" de Guicciardini, realizada por Felipe IV. Sin dos mil páginas, traducidas por el rey y cuyo original quedó depositado en la biblioteca real, luego biblioteca nacional. No se publicó hasta 1890, además ha circulado muy poco. Tengo un ejemplar, y en él se ve cómo veía el rey la Monarquía desde dentro, hacia 1630. Dice el rey: "Estos reinos y esos reinos", y añade: "España es parte moderada de la Monarquía", porque la mayor parte de la Monarquía estaba en Italia, Francia, el Franco Condado, en los Países Bajos, en América, en las Filipinas, en la islas del Pacífico, esa era la Monarquía española. España era el centro, la clave de la bóveda, pero una "parte moderada" y donde residía el rey.
Estas afirmaciones no las hubieran dicho nadie en Europa, que un país europeo era "parte moderada" de la Monarquía inglesa o de la francesa, eso no lo hubiera dicho nunca nadie. Es una situación completamente diferente. Los establecimientos franceses o ingleses eran colonias, europeas en territorio americano, con una penetración muy lenta, pues cuando de hacen independientes, los Estados Unidos, son los trece estados, que ocupaban la franja costera del nordeste de América. El resto era un continente desconocido, inexplorado, salvo por los españoles.
La ciudad más antigua de los Estados Unidos es San Agustín, en Florida, una ciudad del siglo XVI, y existían los territorios del virreinato de Nueva España, que comprendían la parte sudoccidental de lo que fueron luego los Estados Unidos. Tardando mucho en avanzar hacia el oeste. Cuando llegué a los Estados Unidos por primera vez, no en el siglo XVIII, pero en fin, mucho después, ví que se llamaba Midwest, a los estados de Illinois, Ohio, Indiana, estados que están claramente al este, pero esto es así porque los Estados Unidos no llegaban más allá, y no llegaron al Pacífico hasta muy avanzado el siglo XIX. Avance muy lento y progresivo.
Mientras tanto los españoles estuvieron en todas partes, es increíble la velocidad de penetración, de establecimiento en América de los españoles es algo absolutamente increíble. Cuanto más conozco América menos entiendo. El primer artículo que escribí sobre Hispanoamérica, en el año 1951 se tituló: "Inverosimilitud", en él decía que aunque algo sea verdadero no quiere decir que sea verosímil. Dadas las distancias, dadas las condiciones geográficas, es absolutamente incomprensibles como podían estar en todas partes, en poquísimos decenios. En tres o cuatro decenios están en todas partes, en todas se constituyen ciudades, hechas con un modelo español, con una Plaza Mayor, toda América está llena de plazas mayores.
Cuando fuimos a los Estados Unidos la primera vez, con una muchacha española, de Arévalo, por cierto, y nos preguntaba dónde estaba la Plaza Mayor y dónde se paseaba. Pero en los Estados Unidos no hay Plaza Mayor ni tampoco se pasea, estaba un poco despistada. En los Estados Unidos hay la Calle Mayor, eso sí, pero no hay Plaza Mayor. Toda América se llenó de plazas mayores, que son como las españolas, pero con más vegetación. Tienen una iglesia, acaso una catedral, la audiencia, el mercado, y la gente pasea y da vueltas. Conversa y cotillea, envidia, admira. Es la función que tiene la Plaza Mayor, una función de convivencia.
Se llevó la imprenta hacia 1530, y se empezaron a publicar libros en español y en náhuatl, idioma de México. He tenido en mis manos un ejemplar de Aristóteles impreso en México, en 1560, me parece. Lo recuerdo con emoción. Hacia el año 1540 había imprenta en Lima. En 1551 se inauguraron dos universidades, la de México y la San Marcos de Lima, muy anteriores a las universidades que se fundaron en América del Norte. La más antigua es la de Harvard, de 1636, Yale es de 1701. La imprenta tardó un siglo en llegar, después de la española. Las ciudades españolas eran espléndidas, con un desarrollo urbano y artístico increíble. La ciudad de Santo Domingo tuvo la oportunidad de tener el estilo gótico en su catedral. Luego la Habana y México, Cholula, Veracruz, Quito, Cartagena de Indias, Lima, Arequipa, Santiago de Chile, ciudades con un desarrollo artístico, con esculturas, con pinturas y edificios de magnífica arquitectura.
Las ciudades de los Estados Unidos eran sumamente modestas, con escaso desarrollo: Nueva York, Boston, Montreal, ciudades modestas, durante muchos años eran casi campamentos, y luego ciudades para crear industrias y desarrollar el país, pero nada más. Lo mismo pasa con los franceses en el Canadá. Luego los ingleses desalojaron a los franceses, a mediados del siglo XVIII, que quedó bajo dominio británico. Quebec quedó con su población francesa, pero bajo dominio británico. Por cierto, cuando estuve en Quebec, estuve una vez y la crucé toda, desde el atlántico hasta el Pacífico, y me sorprendió en Quebec que hubiera tanta población de origen francés y de lengua francesa. Pregunté si había habido mucha inmigración después de la dominación francesa, y me dijeron que no, lo que pasaba es que las familias de origen francés eran numerosísimas, era corriente tener diez o más hijos, y han seguido siendo muy numerosas. Era el crecimiento de la población originaria.
Hay una diferencia muy grande entre la independencia de los Estados Unidos y la de los países hispánicos. Cuando se hace la independencia de los Estados Unidos, simplemente es un ruptura política, rompen con la corona británica, pero no hubo un espíritu antibritánico, ni tuvieron la menor tentación de romper con sus vínculos históricos con los británicos, ni con su cultura. Se sintieron herederos de la cultura inglesa, tampoco hubo un elemento antirreligioso, como hubo debido a la influencia de la ilustración francesa en la América hispánica.
Los símbolos religiosos de la independencia de los Estados Unidos: "Una nación bajo Dios". "Confiamos en Dios". Esto se ha hecho desde el comienzo de la independencia, un sentido religioso con una multiplicidad de confesiones, pero con un carácter religioso, y no hubo ruptura con las raíces británicas.
En España la separación de América se produce principalmente por la invasión napoleónica. Los reyes españoles están en cautiverio en Francia, además dan muy mal ejemplo, lo mismo Carlos IV que su hijo Fernando VII. El aparato del Estado reaccionó muy mal. La defensa frente la invasión francesa la organizan las juntas provinciales y la Junta Central de una manera espontánea. Es decir, falta la autoridad legítima en España. Entonces es cuando se produce la primera discordia en España, la primera vez que se puede hablar de dos Españas, antes nunca. Imaginen esa discordia y esa falta de legitimidad con el Atlántico por medio. Es la separación. Cada una de las unidades que integraban el continente hispanoamericano quieren recabar la autoridad para ellos mismos. No los indios ni los mestizos, lo contrario de lo que nos quieren presentar los medios indigenistas. La mayor parte de ellos eran partidarios de la Monarquía. Eran los criollos blancos, descendientes de españoles, que querían gobernar en su territorio. Veían un peligro en las nuevas leyes liberales provenientes de las Cortes de Cádiz y podía perjudicar a los elementos más conservadores, como en el caso de los independentistas mexicanos. La historia se ha escrito de muchas maneras y bastante raramente.
El hecho es que se produce una separación, una independencia, que a mí me parece justificada, pero prematura. Sobre todo tuvo dos grandes inconvenientes, uno de ellos fue la lucha, la guerra, que en algunos lugares fue particularmente dura y que se hizo además como un movimiento antiespañol, con lo cual favorecieron un nuevo rebrote de la Leyenda Negra y trataron de olvidar, de renegar de sus raíces españolas, sin darse cuenta de que esa Leyenda Negra, en la medida en que prendió en otros países, refluyó sobre los independentistas, afectando a todo lo hispánico, y por tanto también a los países recientemente independientes, cosa que no se había previsto, evidentemente.
Pero todavía peor, todavía más importante fue otra cosa, que fue la fragmentación. Siempre comparo lo que ocurrió a la América hispánica al independizarse con lo que ocurrió con la Romania, con el Imperio Romano después de las invasiones bárbaras, y quedó fragmentado. El resultado es el aislamiento. Las comunicaciones dentro de América eran muy difíciles. Las distancias son inmensas, son miles y miles de kilómetros, el relieve es muy complicado y costoso. La comunicación entre las diversa partes de América era muy pequeña, pero todos se comunicaban con España. Había una especie de comunicación radial de España con todos los virreinatos de América, algo así como la armonía preestablecida de Leibniz. La comunicación no era entre sí, sino directamente con España. Esto permitió una homogeneidad legal, administrativa, cultural. No olviden un hecho importante: nunca hubo guarniciones españolas en América, nada más que las milicias locales. No hubo guarniciones españolas, solo pequeños grupos de conquistadores. Cuando termina la conquista, que termina muy pronto, no hay guarniciones permanentes españolas en América.
Al producirse, por una parte, la ruptura con las raíces, al renegar con lo que había sido la fuente de nutrición histórica, cultural y social, que lo español, el único vínculo que tenían en común los países de América, porque si se quita lo español ¿qué tienen de común?, evidentemente nada, antes ni se conocían y después tienen grandes diversidades. Por otra parte está el aislamiento, no se conservaron ni siquiera todos los virreinatos. Se produce una fragmentación. La gran América, el sueño de Bolívar se frustra ya en los primeros años de la independencia, a veces con enfrentamientos entre los diferentes países.
Estas fueron las razones de que empezaran a haber inferioridades de Hispanoamérica respecto de Norteamérica, que nunca habían existido antes, y en España también, porque España pierde la responsabilidad de la gran empresa, de esa inmensa Monarquía en los dos hemisferios, que le da un orden de magnitud incomparable con los demás países de Europa. España queda reducida a las fronteras de 1512, de después de la incorporación de Navarra y queda disminuida, sin responsabilidades, queda despojada de lo más importante de su proyecto histórico y las reales inferioridades que hay en España y en América desde comienzos del siglo XIX tienen este origen muy principalmente. Esto es una cosa muy grave y, curiosamente, no se suele ver. Si ustedes leen lo que se dice sobre América en general, esto no se tiene en cuenta, se omite.
Todavía en la Cortes de Cádiz, la Constitución de Cádiz, que es un texto que los españoles deberían conocer: "España es el conjunto de los españoles en ambos hemisferios", es la primera definición. Luego dice: "El territorio español comprende a) aquí ennumera los países de Europa b) los países de Asia correspondiente, c) los de América septentrional, d) los de Ámérica meridional e) los de África f) en el oriente. Es decir en 1812 muestra los territorios de la Monarquía en todo el mundo. Lo que más me conmueve de todo es que firman los diputados, que se llamaban españoles europeos y españoles de ultramar, de manera desordenada. Lo mismo está el diputado de Guadalajara ((España) que el de Guadalajara (Mëxico) o el d Manila o el de Buenos Aires o el de Soria, de la Coruña. Están absolutamente mezclados en el desorden mayor. Porque no había diferencia, porque todos eran diputados de la Cortes Constituyentes, desde 1810 a 1814, hasta que los disolvió Fernando VII y encarceló a los diputados. Se proclamó la Constitución el 19 de marzo, y como estaba prohibido decir ¡Viva la Constitución! se decía ¡Viva la Pepa! porque había nacido el dia de San José. Esto es revelador de cómo se veía la Monarquía española.
En los Estado Unidos no ocurrió así. Su prestigio aumentó enormemente, es curioso que Floridablanca o Aranda en los primeros días del independencia de los Estados Unidos están reconociendo lo que va a pasar, prevén que va a ser un país que ha recabado el nombre patricio de América, dice Floridablanca y hablan de cómo por la libertad y por las buenas leyes van a atraer a gran número de europeos y van a crecer rápidamente. Esto lo prevén hacia 1780. Hay una publicación muy curiosa, que se llamaba "El espíritu de los mejores diarios", que lo dirigía don Cristóbal Cladera. Se publicaba periódicamente, creo que cada quince días - tengo la colección, que es bastante rara -. La información sobre los Estados Unidos es constante. Tenía bastantes suscriptores entre los Padres de la Patria americana. En esta publicación se seguía con todo detalle la elaboración de la Constitución de los Estados Unidos. Que tuvo mucho prestigio.
Había personalidades muy prestigiosas, piensen lo que eran Washington, Jefferson, Franklin, Denison...Estaban en comunidad con Inglaterra. Se había roto la comunidad política pero no la social, se mantuvo "la relación especial" entre los dos países, que se mantiene todavía ahora. Hay una literatura común. En los departamentos de las universidades americanas se estudia la literatura inglesa, que engloba la realizada en América. Hay una combinación entre ambos países que hizo que tuviera mucho prestigio los Estados Unidos, desde muy pronto.
Añadan la presencia de América en Europa mediante las inmigraciones de los habitantes de Europa en las dos Américas. en los Estados Unidos esto se interrumpió en un cierto momento cuando la Guerra de Secesión, guerra durísima, y en los años inmediatos de reconstrucción. Hay un decenio en que la inmigración disminuye mucho. La inmigración había sido muy grande, sobre todo británica: inglesa, irlandesa, escocesa. Hubo una situación de hambre en Irlanda, lo que le llevó a emigrar en gran número por parte de sus habitantes.
Después de 1870, poco más o menos, se intensifica la inmigración, y empiezan a participar otros países, italianos, polacos, alemanes, sobre todo de las regiones católicas de Alemania. Siendo los Estados Unidos un país primariamente protestante, salvo Maryland, las inmigraciones del siglo XIX fueron en una gran proporción de italianos, polacos y alemanes, predominantemente católicos. Hoy la confesión más numerosa es la católica, no tanto como el conjunto de las protestantes. Hubo también inmigraciones de judíos, de escandinavos, luego van a aparecer las de otros continentes: mexicanos, del antiguo virreinato español conquistado por los Estados Unidos, luego una inmigración mexicana propiamente dicha, posteriormente una japonesa, china, de otros países de América, coreanos, vietnamitas y lo que ustedes quieran, una inmigración ya muy general.
Durante mucho tiempo el concepto que se empleaba en los Estados Unidos era el "crisol" en que se fundían todos los inmigrantes. Esto todavía era así cuando conocí los Estados Unidos, después los hijos de inmigrantes no querían saber nada de su origen, las molestaba que sus padres no hablaran buen inglés, querían ser como los demás americanos. Luego se empezó a descubrir el valor que tenía tener otra cultura, conocer otra lengua, mantener una tradición diferente y empezó a valorarse el tener unos padres o unos abuelos de origen alemán o polaco, etc.
Un tercer paso es el intento, por razones políticas, de mantener grupos que no se fusionen con el resto del país, que no se integran, en cierto modo se constituyen como quistes históricos que no acaban de fundirse, lo cual es muy perjudicial, sobre todo para los interesados. Esto es una manera de manipulación política surgido hace unos veinticinco o treinta años. Pero en conjunto se ha mantenido una fuerte unidad cultural.
En cambio en la América hispánica ha habido un problema, incluso de nombre. Se decía América española o América hispánica, a veces alguno decían Iberoamérica para incluir el Brasil, lo cual es innecesario porque Hispañia quiere decir lo mismo que Iberia, uno es el nombre latino y otro es el nombre griego, de modo que el Brasil queda incluido en todo caso. Camoens en el comienzo de "Os Lusiadas" dice : "Huma gente fortísima de Hespanha", así llama a los portugueses. Se decía: "Castellanos y portugueses, porque españoles somos todos". Hay unos versos, no sé si son de Camoens, pero sí son de la época, que dicen: " D´un polo a outro o portugueis impera. / D´un polo a outro o castellano voa / e os dos extremos de terrestre esfera / dependen de Sevilla e de Lisboa."
Esa era la idea que tenían los portugueses de lo español hasta muy entrado el siglo XVIII, como es el caso de Melo.
A mediados del siglo XIX se empieza a hablar de América Latina. He perseguido la pista de esta cuestión y me parece interesante. Fue un agente de Napoleón III, Michel Chevalier, que lanzó esta cuestión hacia 1861 para apoyar la intervención militar, favorable a Maximiliano, en México, para coronar como emperador de México a Maximiliano de Austria. En una revista francesa dice Miche Chevalier: "L´Amérique, latine, c´est a dire le Mexique, l´ Amérique central et l´Amérique du sud. Había que explicarlo, porque nadie sabía qué era eso de América latina. Yo cuando me hablan de América latina les digo: ¿Se refiere usted a Quebec?, pero nadie se refiere a Quebec, que sí justificaría esa denominación.
¿Qué tendrá que ver la raza latina con el continente americano, lleno de indios, mestizos o mulatos, con mezclas de todos los continentes, el latinismo realmente no se ve mucho. Una expresión errónea.
América funciona durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX, como una tierra de esperanza. Es el lugar a dónde puede uno irse, y enriquecerse además, es la tierra abierta. La Argentina de llamba "la tierra de todos", como el título del libro de Blasco Ibáñez, era la tierra del porvenir. La Argentina, que tuvo una inmigración muy fuerte, española, sobre todo gallega. En la Argentina un gallego es un español, en cualquier parte, de cualquier región. Hubo mucha emigración a Argentina, preferentemente española, luego italiana, judía, polaca, sirio-libanesa... Se han fundido y se sienten españoles o argentinos. Me decía un descendiente de italianos: "yo soy argentino y español". Durante mucho tiempo la Argentina pareció el equivalente austral de los Estados Unidos, con algo menos de magnitud. Ahora nos parece difícil imaginarlo, porque ha habido toda una serie de azares históricos que ha hecho que no pueda ser posible.
La irradiación de los Estados Unidos, el país más importante del mundo, gravita sobre todos los países. Piensen lo que sería del mundo sin los Estados Unidos, no podemos ni imaginarlo siquiera. Incluso la América hispánica o ibérica, a pesar de sus problemas, tiene una capacidad de posibilidades, de vitalidad, inmensa. Porque en general no se ve más que lo negativo, pero lo positivo es mucho mayor. Hay una dosis de lirismo, frente al prosaísmo que afecta a Europa. España e Italia menos que los demás, pero en cierta medid también. En la América hispánica hay una mayor dosis de vitalidad, lirismo y alegría que en otros lugares. Son países complejos, pero llenos de posibilidades abiertas, son como un poliedro que se puede apoyar en varias caras. Un país homogéneo tiene más facilidades pero menos posibilidades.
En modo alguno se puede omitir la importancia de América respecto de Europa, en todos los sentidos, pero Europa sabe muy poco de América, hay una gran ignorancia, incluso de los españoles, que no tenemos perdón. No tenemos noción ni siquiera del orden de magnitud. Hay gente que cree que Nicaragua es comparable con Argentina o que Guatemala se puede comparar con México o el Brasil, esto es pura locura, como comprenden ustedes. No saben dónde están los países ni su tamaño. Esto es una cosa muy grave, sumamente perjudicial en todos los sentidos. Pero por otra parte la unidad de la lengua se mantiene.
Rufino José Cuervo, filólogo colombiano creía que el idioma español se iba a fragmentar y dividir como le ocurrió al Imperio Romano y se dividiría en varias lenguas. Valera creía que no, que se iba a mantener la unidad la lengua, tenía razón Valera. La lengua es más común que nunca, la relación entre la reales academias de la lengua entre España y América es constante y próxima. El diccionario de la lengua española está lleno de americanismos por todas partes. Miles de palabras de origen americano, o de uso primordialmente americano están en el diccionario. Los escritores escriben y publican en todo el ámbito hispánico. Los escritores hispanoamericanos suelen publicar en España, y es como se difunden sus libros. Está asegurada la unidad lingüística y cultural de todo el mundo hispánico.
España tiene una vinculación europea pero también hispánica y americana, tan importante, por lo menos, como la europea. Esta es la condición propia de un país que es íntegramente transeuropeo. Por tanto América está gravitando sobre Europa y Europa está gravitando sobre América. Las dos son insuficientes, ninguna se basta a sí misma. Lo que existe realmente es Occidente , que tiene dos lóbulos, un lóbulo europeo y otro americano. El Atlántico, el océano, ha venido a ser lo que los griegos creían: el río-océano. Algo que se cruza en pocas horas es un río, digan lo que digan los geógrafos.
Lección XIX:
La técnica, la interpretación económica y la proletarización
Entre los últimos años del siglo XVIII y, pongamos, hacia 1830 o 1840, se pasa a otro orden de magnitud en la técnica. Los últimos decenios del siglo XVIII ven aparecen un sucesivo perfeccionamiento de la técnicas, en los caminos, en la construcción naval con su máxima expresión en el Clipper, tipo de barco surgido a principios del silo XIX, que supone la plenitud de la navegación a vela. Justo aparecen cuando comienzan los barcos de vapor. Durante cierto tiempo los Clippers son más rápidos que los primeros buques de vapor. Empieza a realizarse un sistema de correos con una gran eficacia. Las diligencias empiezan a funcionar a finales del siglo XVIII, como se puede ver en la obra de Mesonero Romanos o Larra, que establecieron comunicaciones regulares entre las ciudades de Europa. No es un cambio técnico fundamental porque se siguen utilizando las energías tradicionales: la fuerza humana o animal, el viento, el agua.
Muy pronto aparece el gran cambio, la primera gran fuente de energía no eminentemente natural: el vapor. Esto fue decisivo y absolutamente revolucionario. Quedó asociada esta nueva energía al carbón de piedra, lo cual determinó una ventaja de ciertos países: Inglaterra, algunas porciones de Alemania, de Francia, Bélgica, que eran donde estaban las minas ne carbón importantes. Estas explotaciones de carbón, principalmente inglesas, permitió la utilización del vapor como fuerza motriz, incomparablemente más poderosa que todas las fuerzas que se habían utilizado hasta entonces y que además estaba disponible en todo momento, frente a la energía del viento, que era voluble e incierta. Era una energía inestable y producía las calmas, que impedían la navegación.
El vapor permitió una transformación de técnicas de todo tipo, las técnicas industriales, por ejemplo la industria textil, que tuvo su máxima expresión en Inglaterra y produce un aumento de riqueza extraordinario. La industria metalúrgica, luego se aplicó el vapor en la agricultura, los buques de vapor y los ferrocarriles, el gran invento del siglo XIX.
Por cierto, no sé si es muy conocido el hecho de que se organizaron manifestaciones violentas contra la técnica nueva, contra las máquinas y se destruían, porque suponían que iban a producir la pobreza, la eliminación de puestos de trabajo, el paro y la pobreza general. Es curioso porque siempre pasa que hay una técnica nueva, ese intento de destruir o de renegar de la nueva técnica.
Durante la Revolución Rusa hubo una especie de mito: el tractor. Había una película de Eisenstein en la que el héroe era el tracto. Lo curioso del caso es que unos años después, quince años o así, se publicó en una revista casi comunista un cuento en el que el villano era el tractor. Se había producido una cambio de actitud curioso.
Siempre que ha aparecido la electrificación, la energía nuclear o la informática o los robots, siempre se piensa que esto va a destruir el empleo, lo cual no pasa, porque las grandes creaciones técnicas dan origen a otros tipos de trabajo. Ahora hay mucho más gente ocupada en el mundo que en ninguna otra época. lo mismo que pasó a mediados del siglo XIX. Aunque la reacción fue muy importante y conviene tenerla presente.
Los ferrocarriles fueron la gran creación del siglo y permitió el incremento de las comunicaciones entre los países, en muchos casos su comienzo. Se pensó que las guerras iban a desaparecer, lo mismo que suele pensarse cada cierto tiempo y luego no es así. Se pensaba en aquellos años que la comunicación entre los pueblos iba a eliminar las guerras, con excepciones, pues los ferrocarriles españoles tienen un ancho de vía mayor que el resto de Europa, salvo Rusia, pero la comunicación por tren entre España y Rusia es poco probable. Cuando se discutió en el Congreso español la anchura de vía que se iba a establecer, hubo varias personas, entre ellos un general, lo cuenta muy detalladamente Azorín, decía el general, oponiéndose a la idea, diciendo que renunciaría a su cargo y a sus entorchados si se permitía que la anchura de vía fuera igual que la del resto de Europa, porque temía las invasiones. Pero ni los árabes de Tariq y Muza, ni Napoleón llegaron por tren a España, las invasiones nunca se habían hecho por tren.
Los ferrocarriles supusieron las creación técnica y económica más importante. Las grandes fortunas en Europa y en América se hicieron en el siglo XIX con los ferrocarriles. Yo cuando se trata de cosas de economía, no entiendo nada. Estas fortunas parecen poco inteligibles, pues parece que lo costoso es hacer los ferrocarriles, los tendidos de las vías. Aunque había quien decía que no había mineral de hierro suficiente en el mundo para hacer los carriles, otro decía que no se podía resistir la velocidad de los trenes, se producirían problemas respiratorios cuando se superaran los cincuenta kilómetros por hora.
Pero construir los tendidos, las estaciones, los túneles, los vagones, las locomotoras etc , es lo más caro y difícil. Parece que una vez hecho esto tendrían que ser los ferrocarriles muy rentables, pero es al revés, pierden cantidades inmensas de dinero, producen un deficit terrible, curiosamente una vez que están hechos. Es un misterio que nunca he entendido. Esto de la economía dejo de entenderlo. En fin, fue la gran creación técnica, y social al mismo tiempo.
También aparecen otras cosas, por ejemplo hubo un aumento de riqueza que empezó a eliminar, en cierta medida, un primer paso en la eliminación de la pobreza. Hasta esa época el mundo era muy pobre, todo el mundo. La cantidad de riqueza era muy poca. Había ricos, pero la cantidad de riqueza total era pequeña. Si hubiera un reparto por igual de la riqueza existente, no hubiera habido nada más que pobreza. Y esa primera riqueza que se crea en grandes cantidades empieza a cambiar la situación.
Las técnicas médicas contribuyen de manera decisiva a dar una mayor calidad a la vida de las personas en esos años. Recuerdo haberle preguntado a Laín Entralgo alguna vez ¿desde cuándo la medicina ha ayudado más a curarse que a morir?, me contestó: "no es mala pregunta y se puede contestar con bastante precisión, desde fines del siglo XVIII", antes la medicina fue investigadora pero no terapeútica, curadora, la mayor parte de la gente moría por el tratamiento médico. En cuanto una persona tenía un poco de fiebre, la ponían a dieta, es decir no comer, encima que no bebiera, y hasta fines del XVIII lo sangraban, con lo cual se deshidrataba, y si no moría de la enfermedad moría de la medicina. Esto empieza a cambiar a fines del siglo XVIII.
En el siglo XIX se hacen una serie de adelantos capitales, por ejemplo la asepsia o la anestesia, que hacen posible la cirugía, pues antes la gente moría del dolor en las operaciones. Todo esto permite aumentar la longevidad. La vacuna contra la viruela es del siglo XVIII, la viruela era una cosa pavorosa. Genner descubre la vacuna contra la viruela y los españoles la llevaron a América con esa famosa oda de Quintana a la expedición de la vacuna. Eso casi eliminó una enfermedad que era devastadora.
Otro fenómeno de esos años es la seguridad de la vida cotidiana, el viajar deja de ser peligroso, y la seguridad en las ciudades, aumentó mucho entre 1820 a 1830, que hemos vuelto a perderla, aunque el bandidaje en Sierra Morena costó eliminarlo, no lo fue hasta finales del siglo XIX. Habrá que hacer la cuenta de las cosas que se han perdido. Había una seguridad media que duró casi todo el siglo XIX y parte del XX. Hoy ha desaparecido en casi todas las partes del mundo. Ahora no hay apenas ciudades, sobre todo las grandes, y las pequeñas tampoco, que sean seguras, con diferentes grados de inseguridad.
Hay otros cambios que son diferentes, con el predominio de la interpretación económica de la realidad. Esto se inicia en Inglaterra, que a fines del siglo XVIII anticipa en gran parte lo que iba a ser el siglo XIX. Esto se ve en Moratín, conocedor de Francia, Italia, que está en Inglaterra en el año 1795, y se da cuenta de una serie de diferencias, de cosas nuevas, entre ellas el economicismo, la holgura económica, la caridad política, o sea la beneficencia organizada. El hecho de que casi todo se paga. El símbolo de todo esto son las máquinas que funcionan echando una moneda.
Esto empieza a funcionar en Inglaterra, y a Moratín hay cosas que no le parecen bien, pero otras le parecen admirables. Va a ser un ensayo de lo que después la Europa continental. Inglaterra suele hacer las cosas antes que los demás, y luego se queda en formas anticuadas. Los primeros ferrocarriles fueron los ingleses, pero hasta hace muy pocos años los ferrocarriles ingleses eran muy antiguos, parecían del siglo pasado. Fueron los ingleses los primeros que tuvieron una cierta calefacción, con el uso de las chimeneas, pero las chimeneas calentaban por una parte y dejaban frío el resto. Durante mucho tiempo no han tenido una calefacción eficaz, y cuando ya había calefacción en la Europa continental, echaba de menos Inglaterra ese tipo de comodidad. Empezaron a bañarse, quizá, antes que los del continente, pero luego poco. Se inician en Inglaterra pero luego se quedan como en una fase primitiva, no avanzando demasiado.
Comienzan también siendo los primeros en la defensa de los obreros mediante organizaciones propias. Pero sobre todo es la visión de la realidad social desde el punto de vista económico, lo cual va transformando las diferencias sociales de la misma forma que las castas en la India, en las que la pertenencia a una de ellas determinaba la vida de las personas. En Europa ha habido durante la Edad Media, hasta el siglo XVIII, una división muy acusada de carácter estamental. Se era noble o se era plebleyo o villano, y con diferentes grados, como la nobleza, los caballeros, los hidalgos. Se pertenecía por nacimiento a un estamento, pero había una conciencia, en los países cristianos, de que todos descendemos de Adán y Eva, por tanto no es una diferencia radical entre los hombres, solo lo es durante la vida. Se puede cambiar de estamento por medio del rey, por su intervención, tiene pues un carácter histórico.
Pero poco a poco lo que cuenta es la situación económica, la riqueza o la pobreza, eso que en España se llamará "clases", que en la interpretación marxista son clases económicas. La riqueza es una magnitud continua escalar, como dicen los matemáticos, es decir hay muchos grados y además son modificables. La riqueza se pierde o se adquiere, se cambia, se sube o se baja. Esto unido a la afirmación de la democracia, se subraya entonces el fenómeno de la igualdad.
La democracia era censitaria, tenían voto solo los que pagaban impuestos, los que aportaban cargas al estado, luego se fue tendiendo al sufragio universal, que tenía una justificación mayor, pero de manera irreal, pues durante mucho tiempo la mayor parte de la gente no tenía idea de los problemas políticos, ni los conocían ni le importaban. Los que tenían democracia censitaria sí tenían idea de lo que votaban, el voto era real pero minoritario. El sufragio universal solía producir el fenómeno del "caciquismo". Había un "cacique" que era el que decía a la gente lo que tenía que votar, el que defendía a su distrito y controlaba a las personas que no sabían ejercer el derecho del voto. La democracia estaba viciada por la ignorancia de los más y su consiguiente manipulación, hasta que se formó una conciencia política por la mayoría de la población.
Pero el sufragio universal tenía una excepción: las mujeres. Esto hoy nos parece inaudito, aunque había grupos de mujeres sensibles a la lógica y estaban indignadas: las sufragistas. Lo curioso es que la mayor parte de las mujeres no tenían ningún interés en el voto. Incluso la reacción normal, espontánea, lo he vivido porque el voto femenino se estableció por primera vez en la II República, la reacción de las mujeres era decir: ¡qué fastidio, tener que votar! Era un derecho que a la inmensa mayoría de las mujeres no le interesaba nada. Lo más curioso es que cuando se propuso el voto femenino en la II República, la mayor oposición al voto femenino procedía de las llamadas "izquierdas", porque suponían que las mujeres iban a votar lo que les dijera el cura.
Hay una serie de elementos, que parecen "irracionales", asociados a la implantación de la democracia, no lo son tanto si se consideran a la luz de la razón histórica. Se va estableciendo la democracia poco a poco, con dificultades. La Revolución Francesa tuvo lugar en 1789 y la libertad política en Francia no se recuperó hasta el reinado de Luis Felipe de Orleans, en 1830, no antes. Tardó cuarenta y un años. Siempre me pregunto: ¿dado el estado de penetración de la Ilustración, si no hubiera habido la Revolución Francesa, hubiera tardado cuarenta y un años en tener la libertad política en Francia?, lo primero que se piensa es que la Revolución retrasó la implantación de la libertad, se retrasó extraordinariamente e indebidamente.
Ahora bien, esta industrialización que se va produciendo crea un tipo humano nuevo. Al final del siglo XVIII la inmensa mayoría de la población era campesina, con una minoría de artesanos, que ejercían su oficio en un ambiente familiar. En todas las ciudades antiguas hay calles de botoneros, toneleros, sastres, bordadores, etc. Había una jerarquía en los artesanos: el aprendiz, el oficial, el maestro. Se solían casar con la hija del maestro y continuaban con el oficio. esta es la forma y la regulación gremial. Pero cuando el taller gremial desaparece o queda como una supervivencia, los trabajadores pasan a ser obreros industriales que trabajan en talleres o fábricas y que viven en barrios o viviendas separadas de los demás, que es lo que da lugar a la aparición del arrabal, lo cual significa una variación muy importante de la manera de vivir.
El aumento de riqueza es muy grande y aumenta el nivel económico, pero el nivel de vida es otra cosa, es el nivel desde el que se vive. El obrero industrial de comienzos del siglo XIX tiene un nivel económico más alto que el hombre del siglo XVIII, y sin embargo tiene un nivel de vida inferior, y vive peor, porque ha perdido las formas de la vida. Hay una distinción que hago hace muchísimo tiempo, la distinción entre condición y situación. Condición es lo que uno es, situación es como le va a uno. Son cosas totalmente distintas.
Los hombres del siglo XVIII estaban descontentos de su situación: tenían poco dinero, mucho trabajo, muchos impuestos, no les gustaba como les iba, pero no de lo que eran, no de su condición. Creían que eran superiores a lo que llamaban los "usías", de las clases superiores, los aristócratas. Hay un hecho que domina la segunda mitad del siglo XVIII: el popularismo. A los hombres ilustrados se les iban los ojos detrás de las formas populares, el pueblo tenía más gracia, más vitalidad. Les gustaban los bailes, las canciones, las fiestas. Cité un trozo bastante largo sobre esta cuestión en mi libro "España inteligible", de un sainete de don Ramón de la Cruz: "El deseo de seguidillas", es una delicia, aunque es bastante largo. Explica como las clases superiores se entusiasman por las diversiones de las clases populares, y las imitan. Se visten de "majos", de "manola", van a los bailes del "candil". El duque de Almodóvar comenta el popularismo de las clases altas, lo contrario del esnobismo. El esnobismo es la actitud de las clases inferiores de imitación a las superiores. En España ha ocurrido lo contrario. Don Ramón de la Cruz muestra como conviven los diversos estratos sociales en el ámbito del popularismo.
El teatro del siglo XVIII era muy malo, pero había actores muy buenos, y sobre todo las "tonadilleras", que eran fantásticas, atractivas, con bailes y danzas, eran muy populares. En cambio lo que "se debía hacer", la comedia neoclásica, no le interesaba a nadie.
Al producirse la industrialización se pierden las formas de la vida. Se gana más dinero, pero se vive peor. Las personas son expulsadas de su condición. Están descontentos, no de su situación, sino de su condición. Están descontentos de ser obreros. Esto es lo que se puede llamar "Proletarización", que es el estado según el cual el hombre está descontento de su condición, está descontento de lo que es ¡esto es tremendo! Imaginen un hombre al que las mujeres no le hacen caso. Está sumamente fastidiado, está muy descontento de su situación, pero no de su condición de varón, precisamente porque se adhiere a su condición de varón, está desesperado porque las mujeres no le hacen caso o un escritor que no encuentra editores o que no hablan los críticos de él o que sus libros no se venden. Está descontento de la situación en que vive, pero no de su condición de escritor.
La proletarización es el descontento de la condición. Pero no solo es condición de los obreros, puede haber un proletarización, y se ha producido, de los intelectuales, también lo puede ser de los militares, de los aristócratas. Imaginen lo que es ser duque en nuestro tiempo, antes un duque sabía muy bien lo que era ser duque, pero ahora no, procura disimularlo, lo que le produce cierto malestar. En el clero también se produce, hay épocas en que los sacerdotes están orgullosos de su condición, otras esto desaparece. Es la proletarización un fenómeno que puede afectar a cualquier grupo social.
La interpretación marxista es muy absurda y arbitraria, al dividir la sociedad entre "proletarios" y "burgueses", que son dos conceptos artificiales y "teóricos". O cuando se habla, asimilándolos, de los obreros y de los campesinos, pero los obreros y los campesinos no se parecen en nada, se pueden parecen en el nivel económico, pero como tipos humanos son completamente distintos. Agrupar a los proletarios frente a los burgueses es forzar las cosas. Hasta el siglo XVIII las gentes deseaban cosas que no tenían, las deseaban para ellos mismos, pero no querían cambiar de condición, porque les parecía con más gracia, con más garbo, más valiosa en definitiva su modo de vida. Los superiores socialmente les parecían unos "sosos", sin gracia. En otros países existía un desprecio de los ilustrados por el pueblo, en España era lo contrario, aunque el plebeyismo, al ser un tirón hacia abajo es peligroso, pero también es un tirón hacia las raíces.
Ortega decía que España se parece a uno de esos "tentetiesos", que son todo peana y son muy difíciles de derribar. España tiene una cierta resistencia, una resistencia a casi todo, el español pasa por situaciones enormemente difíciles, y se repone, se vuelve a poner de pie. Hay una cosa que me sorprendió, y es que después de la experiencia de la Guerra Civil, que fue atroz, y de la posguerra inmediata, la escasez de suicidios en España. Los españoles tenían una gran resistencia suicidarse, cosa que no ocurre en otros sitios, que con pocos motivos se suicidan. Por ejemplo después de la guerra mundial hubo una gran cantidad de suicidios realmente tremenda. En España esto no es frecuente.
La industrialización aumenta el nivel económico, al mismo tiempo se pierde la convivencia de los diversos estratos sociales en las mismas viviendas. En la primera mitad del siglo XIX era frecuente que las viviendas convivieran las distintas clases sociales, por ejemplo era frecuente que en el entresuelo viviera un médico, en el piso principal un aristócrata, en los siguientes pisos vivían personas que iban disminuyendo su escala social hasta la mínima en la última planta, por ejemplo un aguador, que vivía en la misma casa que un marqués. Esto lo refleja Larra, a veces con crítica, pero esto hacía que hubiera una cierta compenetración en los diferentes niveles sociales. Es una estructura social distinta a las que hubo posteriormente.
Las fiestas también eran indicativas de la convivencia social. Hoy apenas existe esa convivencia, pero durante mucho tiempo las verbenas eran compartidas por las diversas clases sociales. Esto suponía una comunicación sumamente importante. Pero cuando se empieza a producir ese descontento de la condición, cuando el obrero está descontento de ser obrero, la cosa cambia. Algo parecido a lo que ocurrió con el servicio doméstico. Las criadas vivían en la casa, con una relación familiar, además laboral, pero hace bastantes años empezó a producirse una actitud de descontento de ser criada. En mi casa una criada le dij a mi mujer: "es lo último que se puede ser", mi mujer le contestó que había muchas cosas muy inferiores. Contribuyó enormemente la desaparición del servicio doméstico, el que los chicos jóvenes, los estudiantes, sobre todo, empezaron a llamarlas "marmotas". Esto no lo he visto comentado por nadie. La industrialización terminó por eliminar este servicio doméstico.
Los obreros tuvieron pronto eso que se llamó "conciencia de clase", que supone el descontento como tal. Entonces se produce la instalación en las formas de descontento. El siglo XIX tuvo una tendencia a lo negativo, a interpretar como patológico toda una cantidad de fenómenos que no lo son, como cuando Hippolyte Taine definía la percepción como una alucinación verdadera, es que la alucinación sea una percepción enfermiza, sino todo lo contrario. Esa visión negativa de la realidad tuvo una reacción en el siglo XX, aunque vuelve a encontrarse recaídas en esa actitud negativa. Esa visión negativa de la realidad que se produce al romperse las formas en que el hombre estaba instalado. Durante algunos años y en algunos países en los que falta esa instalación, se produce una forma de vida dominada por el descontento. En conferencias posteriores veremos las raíces teóricas, las raíces políticas, culturales, de esa actitud.
Lección XX:
El idealismo alemán y la doble reacción: Comte y Kierkegaard
Kant, la gran figura filosófica del siglo XVIII, significa un giro copernicano en la visión de la filosofía. La filosofía sigue en otra dirección. Es un punto de inflexión, un derrotero nuevo, una dirección distinta. El pensamiento nuevo, la filosofía de Kant se llama a veces "filosofía crítica", plasmado en tres libros fundamentales, aunque no únicos: "La crítica de la razón pura", "La crítica de la razón práctica" y "La crítica del juicio". Se suele pensar que la razón pura se contrapone a la razón práctica, pero no hay tal, la contraposición no es esa, porque se opone razón especulativa o teórica, a la razón práctica. El título sería "Crítica de la razón pura especulativa" y la otra "Crítica de la razón pura práctica". En Kant la palabra "puro" significa "independiente de la experiencia". Hay conocimientos que se fundan en la experiencia y otros no, que tienen una fundamentación a priori, independiente de la experiencia.
Kant daba una importancia muy especial a la razón práctica, es decir todo el campo de la moral. Estudia Kant ¿cómo es posible la matemática pura? ¿cómo es posible la física pura?, luego se pregunta, con una disimetría con lo anterior: ¿es posible la metafísica?, no pregunta ya como, sino si es posible, porque no le parece seguro. La matemática y la física han tenido un camino normal y han encontrado "el seguro camino de la ciencia", la metafísica no ha tenido ese camino, ha tenido dudas, vacilaciones, no es seguro que haya encontrado ese camino. Entonces Kant trata de determinar los límites, las posibilidades de la razón teórica, y encuentra que la razón práctica recupera en cierto modo los temas que no eran posibles para la razón especulativa, y lo son para la razón práctica. Entonces toda la moral kantiana está fundada en encontrar algo que sea apodíctico, que tenga un argumento del cual no se pueda dudar, por eso habla del "imperativo categórico", que es un imperativo que manda sin más. Frente a los imperativos hipotéticos, por ejemplo, si se dice: "no beban demasiado alcohol, si quieren tener buena salud", ese imperativo lo es a condición de que yo quiera tener buena salud, si no quiero tener buena salud ese imperativo no me afecta, lo mismo que si digo: "haz tal cosa si quieres ser feliz", pero puedo no querer ser feliz, entonces el imperativo cae por su base.
Kant intenta dar un fundamento de la moral , de la ética, que sea categórico, que no dependa de ninguna hipótesis, y lo encuentra en una fórmula alambicada. Dice: "Obra de modo que puedas querer que la máxima de tu acción se convierta en ley universal de la naturaleza". Esto dicho así no parece muy claro. La máxima de la acción de uno es el motivo por el cual se hace. Entonces se puede decir: "Obra de modo que el motivo por el cual haces algo, puedas creer que se convierta en ley universal de la naturaleza", por ejemplo, refiere Kant el caso de una persona que no devuelve un depósito. Esto no puede ser considerado ley universal, porque si todos hicieran lo mismo nadie haría un depósito. Es decir se puede hacer un depósito porque la ley normal obliga a su devolución. Una persona que miente, no puede querer que la norma universal sea esa, porque nadie creería al mentiroso. El que es infiel a su mujer, o a su marido, también se dan casos, no puede querer tampoco que sea ley universal, porque si fuera así no habría matrimonios. El que infringe un mandamiento moral lo hace como una excepción. Si intenta engañar a su mujer procura que no se note mucho, porque se da cuenta que está infringiendo la norma.
Kant considera que no hay cosas del todo buenas y que lo realmente bueno es la buena voluntad, hasta el punto que cree que una cosa es buena cuando se hace por puro respeto al deber, porque se debe hacer. Si se hace por simpatía, por emoción, eso no le parece valioso moralmente. Kant insiste en el aspecto moral y en el respeto al deber.
La influencia de Kant, que ha sido enorme, fue tardía, su discípulo más inmediato tardó mucho en aparecer: Fichte. Kant nace en 1724, fichte nace en 1762, y conoce a Kant muy al final de la vida de este, y sus primeros libros, que son kantianos, son ya publicados dentro del siglo XIX. Es decir Kant no tuvo hijos, sino nietos. Los discípulos de Kant son de dos generaciones posteriores al mismo.
Los idealistas alemanes son los kantianos, a diferencia de los neokantianos, que aparecen en la segunda mitad del siglo XIX, entre 1865 y 1870. Son gentes que toman al kantismo como una cosa a la cual se vuelve, por eso se llaman neokantianos, es un volver hacia algo que está lejos. Mientras que los idealistas, propiamente dichos, se consideran continuadores de Kant, y tienen la impresión de que comprenden a Kant, incluso mejor que él mismo. Lo desarrollan y lo llevan a lo que propiamente era más importante, más relevante, en la obra de Kant.
Fichte, Schelling, Sleichermager, Hegel, son las figuras capitales. Hagel, que es el más importante de todos, muere de cólera en el año 1831, en Berlín, pero le sobrevivió muchos años Schelling, de modo que continúa bastantes años después una de las grandes figuras del kantismo, del idealismo alemán. Fichte toma el punto de vista del primado de la razón práctica, para él el verdadero punto de partida es la razón práctica, y es curioso cómo da una versión, al imperativo categórico, que responde bastante. En definitiva dice: ¡haz lo que quieras!, lo que verdaderamente puedas querer, pero esto no es un capricho, sino al contrario, es el imperativo de la voluntad, añadido al imperativo de la autenticidad: "llega a ser el que eres". Llegar a lo que uno auténticamente es. Esta idea es muy importante en Fichte. Por ejemplo opinaba que la filosofía que se tiene depende de la clase de hombre que se es, la filosofía de un hombre expresa su realidad más profunda. Pensamiento éste muy actual, precursor de formas de pensamiento actual, pero dentro del idealismo.
El idealismo consiste en la primacía del yo, mientras el realismo considera que la primacía son las cosas. Fichte afirma que el yo se pone, y al ponerse pone el no-yo, con lo cual introduce un elemento capital: lo otro que yo, aquello con lo cual me voy a encontrar, pero esto lo plantea en términos idealistas. Todo lo que soy yo sería consecuencia del yo. está muy cerca del punto de vista actual, pero su posición idealista destruye lo que tiene su pensamiento de más innovador. Su concepto capital es la idea de "hazaña", como recordaba Cohen a Ortega refiriéndose al Quijote y a la palabra que emplea constantemente Sancho Panza.
La figura de Fichte es una figura muy atractiva, muy importante. Murió durante la invasión napoleónica de Alemania, trabajando junto a su mujer en los hospitales de guerra. Tenía un sentido muy claro de lo que era Alemania y escribió unos "Discursos a la nación alemana" que fueron muy influyentes en la formación de la conciencia de Alemania, dividida entonces en cuarenta o cincuenta pequeños estados.
Schelling es un caso muy curioso, interesante, en cierto modo ha sido uno de los pocos filósofos precoces, precocidad que sí ha solido existir en los poetas, así como en los matemáticos o en lo músicos. En cambio no suelen ser precoces los filósofos, y tampoco los novelistas. Pero Schelling sí lo fue y a los veinte años tenía un sistema de filosofía. Cómo vivió ochenta años tuvo varios sistemas sucesivos, cambiando bastante su forma de pensamiento. Era una figura realmente interesante. Trató todos los problemas de la naturaleza y del espíritu. Tenía un inclinación hacia una interpretación panteísta de la religión, y finalmente se dedicó, en la última fase de su obra, al pensamiento religioso, a la filosofía de la religión. Es curioso como a Hegel se la veía como panteísta frente a la posición de Schelling.
La preocupación por la religión aparece mucho en Schleiermacher, principalmente en su faceta de filosofía de la religión, más que de teología. Introduce un concepto que va a tener muchas consecuencias en el siglo XIX. Define la religión como un sentimiento de dependencia, de dependencia de Dios, esto le parece el núcleo de la religión. Hay una escuela de teología muy importante en Alemania derivada de esta pensamiento idealista, que se van separando poco a poco de la visión religiosa propia del cristianismo para hacer una teología al margen del cristianismo, que van a tener una influencia considerable en el pensamiento posterior.
Hegel es, en cierto modo, la figura capital de todo este movimiento idealista, representa el sistema. El sistema ha sido buscado por todos los idealistas alemanes, incluso forzando las cosas. Construye unos libros que son como grandes catedrales góticas. Imponiendo una estructura sistemática a la realidad, a veces con violencia. Ortega decía en aquel famoso "Prólogo para alemanes", escrito en el año 1934, pero que no quiso publicar en Alemania por los asesinatos de Hitler. En ese "prólogo" decía que hay una cualidad, que es la veracidad, el grado de veracidad de los filósofos, y habría que escribir un ensayo que se titularía: "Genialidad e inverecundia en el idealismo trascendental".
El sistemático por excelencia es Hegel, también el racionalista por excelencia. Suya es la fórmula: "Todo lo racional es real y todo lo real es racional", la fórmula más extrema del racionalismo. Hegel escribió una obra muy complicada, es muy difícil de leer, en general. Sobre todo los libros que están escritos en lo que llama "estilo dialéctico". Son más accesibles los libros que son cursos, como "La filosofía de la historia" o la "Estética", que son libros, para los que no estén muy avezados en la filosofía, que les recomiendo respecto de los que están escritos en estilo dialéctico.
Hegel opina, que es menester que la filosofía sea amor al saber y va a distinguir diferentes grados del saber. Distingue entre el espíritu objetivo, el espíritu subjetivo y el espíritu absoluto. Se trata de llegar al saber absoluto, que no es un saber sobre lo absoluto, sino que el saber sobre la realidad. Este es el contenido de la ciencia de la lógica, el libro más duro de leer y más genial de Hegel. Pero en los libros en que abandona este estilo tan riguroso, son de una riqueza extraordinaria, por ejemplo "La filosofía de la historia", que está traducida, y muy bien traducida al español. Es un libro apasionante y de un atractivo extraordinario. También su libro "Historia de la filosofía".
La idea de Hegel es la tendencia, como en todo el siglo XIX, hacia lo definitivo. Estos grandes creadores filosóficos introducen un principio de lo definitivo, que destruye la historia, porque si hay algo definitivo, se acabaría la historia. Hay un capítulo final de su "Historia de la filosofía" que se denomina : "Resultado". En el fondo Hegel está pensando que la filosofía termina en él; esta es la cuestión. Que por fin se ha conocido el resultado del saber filosófico de dos milenios.
Esta actitud exagerada, de culminación, de lo definitivo, considera Hegel que es el resultado del progreso del espíritu, no de la naturaleza, que es monótona, siempre se repite. Donde hay progreso verdaderamente es en el espíritu, pero el concepto que emplea, y que va tener tantas consecuencias, en la filosofía, en la ciencia y en todo, para definir este progreso es el de evolución o desarrollo, despliegue. Es desplegar lo que está plegado, desenrrollar lo que está enrollado. Hay una inmensa cantidad de ideas del siglo XIX, incluso del XX, que nacen de Hegel.
Cuando se habla de despliegue, de desarrollo, de evolución, no hay una verdadera innovación. Es un concepto naturalista del espíritu. Es hacer explícito lo que estaba implícito, no hay innovación. Pero la realidad humana ¿es despliegue, es desarrollo, es evolución? o es, por el contrario, alumbramiento de realidades nuevas: innovación.
Estos hombre geniales, que son los creadores de la concepción moderna de la historia, a última hora la desvirtúan con un elemento, que en el fondo, la destruye. Una cosa es actualización y otra cosa es innovación. Hegel utilizará los conceptos aristotélicos de potencia y acto, pero no aparece más que lo que hay ya en potencia, excluye por tanto la innovación. La consecuencia de esto, por ejemplo, en la ciencia biológica, es muy importante, como en el caso de Darwin, y si se extiende a lo humano es un concepto muy insuficiente.
El pensamiento de estos grandes creadores de la filosofía ha sido de gran influencia, a ellos se deben grandes verdades, lo mismo que grandes errores, que anulan los grandes aciertos. Son gigantes del pensamiento filosófico, en la época que domina el pensamiento alemán, pensamiento que surge tardíamente, porque no podemos considerar como puramente alemán a Leibniz, que está incluido en la tradición del siglo XVII, escribiendo casi toda su obra en francés y en latín. Es más bien una mente europea. Pero la filosofía alemana desde 1780 domina casi todo el panorama del pensamiento.
Después de la muerte de Hegel, o si quieren ustedes, después de la muerte de Schelling (1854), se debilita la tensión creadora en la filosofía. A veces da la impresión que el pensamiento no puede mantener la presión creadora, lo mismo que pasó en Grecia después de Aristóteles, con figuras de segundo orden. Parece como si la humanidad no pudiera sostener esa tensión creadora.
Además de la pérdida de la tensión creadora, existe en estos pensadores idealistas un exceso de sistematismo, querían imponer su sistema a la realidad. En nuestra época se ha visto que la razón de que la filosofía tenga que ser sistemática, es debido a que la realidad es sistemática, es la realidad la que impone el sistema, no es que la filosofía tenga que imponer el sistematismo a la realidad. Es decir que el filósofo es sistemático, a pesar suyo, como en la comedia de Molière, "El médico a pesar suyo", "malgré lui". El filósofo es sistemático a pesar suyo, aunque no quiera. Tiene que ser sistemático porque la realidad lo es, pero los idealistas alemanes no lo hacen así, imponen el sistematismo a la realidad. Esto introduce un elemento de violencia, de falsedad. El racionalismo se convierte en algo inercial, perdiendo el contacto con la evidencia.
Hay una primera reacción a esta actitud. Es el caso de Schopenhauer, que tiene una reacción antihegeliana desde dentro del idealismo. Era este autor docente privado en la misma universidad que Hegel y anunciaba sus cursos a la misma hora que éste, aunque tenía poco éxito. Le tenía mucho rencor a Hegel. Durante una epidemia de cólera en Berlín, Schopenhauer se marchó de allí y Hegel permaneció en la ciudad, muriendo poco después. Schopenhauer vivió muchísimos años más. Era muy buen escritor, con ramificaciones hacia la filosofía oriental. Muy partidario de algunos autores españoles, como el caso de Gracián.
Pero esa reacción no era la más representativa. Hay otras reacciones al idealismo alemán, que son de mayor importancia. Una de ellas es la de Kierkegaard, que más que un filósofo era un pensador religioso. Nacido en Copenhagen, cristiano apasionado, extremado, que se opone a la religión oficial de Dinamarca. Había tenido una niñez con importantes problemas personales. Vivió angustiado - uno de sus libros más importantes es "El concepto de la angustia" - , luego muy utilizado por Heidegger. Pero esta palabra tiene un problema, porque en alemán la palabra angst quiere decir miedo, pero tanto Kierkegaard como Heidegger lo emplean en un sentido muy distinto, hasta el punto que dirá que tener miedo, es tener miedo de algo. Pero el que se angustia, no tiene angustia de nada, y según Heidegger es la nada la que angustia.
Lo interesante de Kierkegaard es que reprocha a Hegel su racionalismo, racionalismo extremo y sistemático, según en cual, todo lo real es racional y todo lo racional es real. Dejando fuera al sujeto existente, introduciendo el concepto de existencia, que va a dar tanto juego. Pero a su vez es un error, pues aplica el concepto de existencia a la vida humana, lo cual es también una forma de violentar a la realidad. Kierkegaard considera que Hegel deja fuera al existente, que es el que se angustia, como el caso de aquel doctor que cura la enfermedad, pero matando al paciente. Es lo que Hegel dejando al sujeto que se angustia al margen de su sistema. Kierkegaard reniega de ese idealismo racionalista que lo quiere explicar todo sistemáticamente, reclama los derechos de la existencia, pero lo hace negando la razón. Con Kierkegaard se inicia el irracionalismo; lo que va a tener consecuencias muy graves. Casi todo el pensamiento en la segunda mitad del siglo XIX va a ser irracionalismo, en una forma o en otra, en diferentes versiones. Kierkegaard tuvo una vida corta. Nació en el año 1813 y murió en el año 1855. Sus obras son muy apasionantes y dejaron una importante huella. Su importancia era como pensador religioso, más que filosófico.
La primera persona que tomó muy en serio a Kierkegaard fue Unamuno, leyendo a Ibsen. Entonces Unamuno buscó sus obras, la leyó en traducciones alemanas y le interesó tanto que aprendió danés para leerlo en su lengua original. En la biblioteca de Unamuno se encuentran las obras completas de Kierkegaard llenas de anotaciones marginales. Uno de los libros más importantes sobre Kierkegaard es el de Lowrie y Unamuno fue quien vio su significación filosófica, a finales del siglo XIX.
El irracionalismo no tiene más que un inconveniente: que es imposible, por una razón, porque es que el hombre no tiene instintos, muy pocos y muy pobres, por lo tanto su conducta no puede estar regida por los instintos. El animal sí tiene instintos, que orientan al animal a una conducta, en general certera, pero el hombre no tiene instintos. Entonces el hombre no tiene más remedio que pensar. El hombre encuentra ante sí un repertorio muy amplio de posibilidades.
Es evidente que ustedes no han venido aquí por instinto, han venido porque han pensado que, entre la posibilidades que tenían hoy, una de ellas era venir aquí, con error, probablemente, pero lo han pensado y lo han decidido así. A mí me pasa lo mismo. Hemos tenido que razonar para hacer una cosa tan sencilla como venir aquí. Y cuando salgamos tendremos que decidir hacia dónde nos dirigimos.
El hombre no puede hacer nada, más que razonando, que pensando. Esto es descubrirá Ortega y formulará con la idea de la razón vital. El irracionalismo es imposible. El racionalismo es un error, pues supone que la realidad es racional, como dice Hegel. Pero esa afirmación no es segura, no sé si la realidad es racional. ¿toda la realidad es racional? Eso habría que verlo. Lo que yo sé es que tengo la razón, pero este instrumento es racional, no racionalista. Yo tengo razón , pero no sé si la realidad es racional o no. La razón es el instrumento que me puede permitir intentar conocer la realidad, si se deja, si tiene una estructura que se presta a ello.
El racionalismo es un error, pero no lo es el uso de la razón. El racionalismo es la convicción de que la realidad es racional, toda y siempre, es un error, pero el irracionalismo es imposible. Entonces se produce un fenómeno varias veces sucedido: tomar una noción inexacta, inadecuada, y renunciar a la realidad a la cual se refiere, en vez de formular una noción más adecuada.
Hay un ejemplo muy reciente en nuestro siglo, como es el caso del pensador francés Sartre. Dice Sartre, que es ateo, y lo es porque la noción de Dios como "Causa sui" es una noción que no funciona, pero podría pensar que la definición de Dios como "Causa sui" no es una buena definición, busque una mejor. Es decir si la razón de los racionalistas, abstracta, no da cuenta de la realidad, por lo menos de muchas realidades, como la vida humana o la historia, ¿es que vamos a renunciar a la razón? Sería más inteligente buscar una idea de razón capaz de dar razón de esas realidades que no puede explicar el racionalismo.
La razón abstracta consiste en la reducción de una realidad a sus causas, a sus principios, a sus elementos. Por ejemplo el agua, que está formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Pero si yo tengo sed ¿qué hago con el hidrógeno y el oxígeno? pero lo que me interesa es el agua misma. Lo mismo pasa con la luz, que puede estar formada por radiaciones electromagnéticas, pero si lo que necesito es verles a ustedes necesito la luz misma. No puedo reducir eso que necesito a sus elementos a sus causas. Hay ciertas realidades que son interesantes por sí mismas, como la vida personal, la historia, que no puedo reducirlas a sus elementos, necesito un nuevo tipo de razón. Esto es lo que hecho el pensamiento de nuestro siglo, pero el pensamiento que arranca de Kierkegaard, y que de una forma o de otra aparecerá en James , en Nietzsche, en Spengler, reduce la razón, busca otros caminos de conocimiento, pero reduce la razón, en lugar de buscar una idea adecuada de la razón.
Pero hay otro tipo de reacción, que ha tenido más volumen, y ha tenido más importancia históricamente: el positivismo, cuya figura capital es Comte, hombre modesto, profesor de secundaria, de matemáticas. Tuvo una vida bastante calamitosa, acabó loco, pero era genial. Fue nada menos que el fundador de la sociología. Hace una filosofía de la historia, que es la ley de los tres estados: el estado teológico, el estado metafísico, y finalmente el estado positivo, que también le va a parecer definitivo también, imitando a Hegel. Entonces la humanidad va a ser siempre positivista. Vuelve la actitud de lo definitivo. Renuncia a la metafísica, renuncia a preguntarse por las "esencias", por las causas. Se contenta con los fenómenos, con los "hechos". Se buscan las "leyes" de los "hechos", las leyes que los regulan. Sustituye la imaginación por la observación.
Esta idea de la observación será la idea del naturalismo literario. Hay un libro de Zola que se llama "Introducción a la novela experimental" en el que utiliza las ideas del libro de Claude Bernard: "Introducción al estudio de la medicina experimental". Cita Zola en él grandes párrafos del libro de Bernard, sustituyendo la palabra "medicina" por "novela". Considera Zola que la novela no es asunto de imaginación, sino de observación. Es curiosa una novela que publicó Daudet, gran novelista francés de la segunda mitad del siglo XIX, que creo que está un poco olvidado. Yo lo he leído muchísimo. Escribió un libro titulado "El evangelista", libro dedicado a Charcot, el gran psiquiatra del Hôpital de la Salpêtrière, de París. Le dedica "esta observación". Es decir se atiene a los datos. La filosofía se va a convertir en una reflexión sobre la ciencia, lo que es una renuncia a lo que es la filosofía como tal.
Comte era un pensador sumamente original, que crea nada menos que la sociología. El primer libro que traduje en esta vida, tenía veinte años, es "El discurso sobre el espíritu positivo", libro pequeño, relativamente breve. Ortega me pidió que lo tradujera, y le puse un prólogo. Luego se ha reimpreso en diversas editoriales. Es un libro muy interesante, porque ahí se ve cual es la
concepción filosófica de Comte. Pero escribió, sobre todo, una enorme obra en seis volúmenes que se llama "Curso de filosofía positiva". Luego publicó otra gran obra en cuatro grandes volúmenes, que se titula "Sistema de política positiva", que es su sociología.
Sus libros están llenos de ideas muy interesantes, como cuando habla del "Tratado de la modificabilidad social". Comte negaba la metafísica pero la realizaba de otra manera. Figura sumamente interesante. Creía que las ideas gobiernan el mundo, contrariamente a Marx cree que la realidad es económica y la economía es la que rige el mundo. El éxito que ha tenido el marxismo prueba que tenía razón Comte, pues el éxito de Mars ha sido por sus ideas, no por la economía, que ha sido un desastre ahí donde se han aplicado las ideas de Marx.
Pero el positivismo cayó en manos de los positivistas, escuela con inmensa influencia, en la ciencia, en la literatura, en el arte. Los positivistas no eran tan inteligentes como Comte. Pero éste en sus últimos años se volvió loco. Antes propuso la "religión de la humanidad", y todavía he encontrado gentes que profesan la religión de la humanidad, en Chile, en Brasil. Tenía varios lemas, uno de ellos era "orden y progreso", que está en la bandera del Brasil. Comte es el único filósofo que ha puesto una frase suya en una bandera nacional.
Los positivistas se quedaron en la negación de la metafísica, en la idea de la observación, en la disolución de la filosofía en mera teoría el conocimiento o de teoría de la ciencia. Por eso pudo decir Ortega: "La filosofía tuvo un pasajero ataque de modestia, y quiso ser una ciencia". Ha costado mucho trabajo superar el positivismo, y ver hasta qué punto no era verdaderamente positivo su propósito. Husserl fue el que lo hizo. Hablaba de un positivismo radical, que llegaba mucho más lejos que los positivistas.
Lección XXI:
Marx, Darwin, Freud.
Tres figuras de una gran importancia. Eminentes en muchos sentidos, pero con una influencia histórica y social que sobrepasa bastante su valor intrínseco.
Karl Marx nació en 1818 y murió el año 1883. Darwin nació en 1809 y murió en el año 1882. Freud nació en 1856 y murió en el año 1939. Recuerdo que una vez me dijeron que Ortega no era un pensador actual, y el que veían como actual era Marx, pero Marx murió el mismo año que Ortega nació, lo cual es muy gracioso. Esto demuestra que las impresiones que se reciben no tienen que ver mucho con la realidad.
Los dominios de estas tres figuras son muy diferentes. Marx se ocupa de la economía, y principalmente más a la política. Darwin se dirige hacia la biología. Freud se encamina a la psicología. Tres campos bastante diferentes, en principio autónomos, que no tienen una inmediata conexión entre sí, y sin embargo hay un parentesco profundo, con corrientes subterráneas que los enlazan. Sobre todo las repercusiones de los tres han sido afines o convergentes. El influjo de ellos ha tenido un extraño parentesco, que no parece proceder, ni de su formación originaria, ni de los campos que cultivaron.
Marx representaba una consecuencia relativamente alterada de Hegel. Es evidentemente hegeliano. En los programas de bachillerato en España se incluye a Marx, pero no a Hegel, y yo me pregunto como se puede entender a Marx sin Hegel. Esto es una anomalía de esas que son bastante frecuentes. Marx tiene una influencia clara de Hegel, pero más directa de Feuerbach, también hegeliano. Sostenía Feuerbach que Dios está hecho a imagen del hombre, lo cual tiene un cierto sentido, pues el hombre para pensar en Dios no tiene más remedio que humanizarlo. El hombre piensa a Dios, lo imagina humanizándolo. Más todavía en el cristianismo, donde Cristo es hombre.
En el círculo de personas más próximas a Marx está Engels, decisivo en la vida y en la obra de Marx, aunque luego haya quedado bastante oscurecido. El socialismo es mucho más antiguo que las ideas de Marx, sobre todo en Inglaterra y en Francia. Tengo un libro muy interesante sobre el socialismo, anterior en todo a Marx. Esto fue luego eliminado, con el nombre de "socialismo utópico". Los marxistas llamaban a sus ideas "socialismo científico", y "socialismo utópico" a todo lo anterior. Incluso se oscureció la obra de Lasalle, pensador socialista muy agudo, que tuvo corta vida. El propio Engels, que sostuvo a Marx durante toda su vida y escribió gran parte de las obras conjuntas con Marx, aparece también como una figura de segundo orden.
Hay además en la vida de Marx una influencia reconocida, de Darwin, en la cual, es curioso, no se suele pensar. Marx toma la idea central de la dialéctica, en el sentido hegeliano del término. Dialéctica que consta de tesis, antítesis y síntesis. Esa dialéctica es transformada por Marx en una dialéctica material o económica. Por ejemplo Engels, intenta burlarse del hegelianismo, diciendo "de la nada, por la nada, a la nada". Esta dialéctica económica o dialéctica material, es lo que se va a llamar el "materialismo histórico", la interpretación económica de la historia o el economicismo.
Entonces la economía política se convierte en la disciplina fundamental. Para Marx el punto de partida es la mercancía. Los trueques son el proceso capital de la economía. Dice Marx: "la economía no trata de cosas, sino de relaciones entre personas, y en última instancia entre clases, pero estas relaciones están siempre ligadas a cosas, que aparecen como cosas". A pesar del sentido histórico que tiene el marxismo, heredado de Hegel, de la conciencia de que se trata de relaciones entre personas, a última hora aparece el factor decisivo de la cosificación. Se trata de personas ligadas a cosas, que en última instancia aparecen como cosas. Todo lo anterior lleva a Marx a considerar que la verdadera realidad es la económica, lo demás son superestructuras. Concepto favorito de Marx.
La cultura, la literatura, la filosofía, la religión... son superestructuras, de la realidad, que es primariamente económica. Entonces Marx sustantiva el concepto de clase, concepto decisivo que reducirá a proletario y burgués. Añade a esto el concepto capital de "lucha de clases": la historia es fundamentalmente lucha de clases, y de clases económicas.
Marx publicó un folleto junto con Engels, en 1848, año muy importante en Europa, año de la revolución en Francia que destronó a Luis Felipe e instauró la II República, que duró muy poco, pues su presidente Luis Napoleón, sobrino de Napoleón, dio un golpe de estado y se proclamó emperador. Ese año se publicó "El manifiesto comunista", folleto muy apasionante. Distinto de "El capital", libro de difícil lectura. Es "El manifiesto comunista" un admirable modelo de literatura política y de gran eficacia retórica. Escrito con gran talento literario. En esta obra y en las ulteriores desarrolla Marx su pensamiento filosófico, económico y primariamente político.
Como punto capital de su pensamiento aparece el ateísmo. Aspecto fundamental de su pensamiento, por una razón: si el hombre tiene esperanza de otra vida después de ésta, cabe que pueda tener una cierta resignación, que la vida más infeliz pueda tener un último desenlace venturoso en el otro mundo y entonces el hombre se distrae de hacer la revolución. En cambio el hombre que no tiene otro horizonte que la vida mortal, puede aplicarse con mayor facilidad a la actividad revolucionaria.
Es fundamental para Marx la exclusión de todo horizonte extraterreno. Esto es absolutamente fundamental en las ideas de Marx, es el punto de partida de ellas. Su interpretación de la realidad continua con su visión económica. Y añade que ya no se trata de entendr el mundo como es, sino de transformarlo. Esto implica que hay una división entre el pensamiento teórico y la acción, pero esto es un error, pues quien ha transformado más el mundo es el pensamiento teórico, planteando adecuadamente los problemas. Comte había dicho que las ideas gobiernan y dirigen el mundo, y añade que la doctrina que explique suficientemente el pasado se asegurará la presidencia del porvenir.
Es evidente que Marx tuvo mucho éxito, una influencia muy grande, Comte muy grande también, pero más extensa la de Marx. El que tenía razón era Comte, y no Marx, porque no ha sido la realidad económica la que ha organizado el porvenir, sino las ideas de Marx las que han influido en la configuración del mundo, frente a la escasa influencia de la realidad económica en la transformación de éste. El éxito del marxismo como idea ha demostrado la razón de Comte al indicar que las ideas son las que gobiernan el mundo.
Por otra parte había un vínculo, como les dije anteriormente, que no se suele tener presente, entre la obra de Marx y las teorías de Darwin, que Marx reconoce explícitamente. Darwin va a introducir la teoría de la evolución, después de su famoso viaje en el Beagle, expresada en su famoso libro: "El origen de las especies" y su selección natural. Esto lo encuentran los marxistas, en cierto modo, aristocrático, aunque se trate de biología. Habla Darwin de una "selección natural", de la supervivencia del más apto, lo cual es una forma de aristocratismo. Pero en el fondo, dice literalmente Marx: "Aunque desarrollado con tosquedad inglesa, es el fundamento de la ciencia natural", como en el caso del marxismo, también fundado en la ciencia natural. Esto es un caso muy interesante de una conexión entre el darwinismo y el marxismo que no se suele mostrar ninguna vez, pero que está en los textos de Marx. No recuerdo que nadie lo cite.
Aparece el naturalismo para explicar la realidad social. El naturalismo está latente en la idea de la evolución, que es a última hora despliegue de lo que está implícito, de lo que está plegado. Evolución, desarrollo, es a última hora despliegue de lo que está implícito. Como un paraguas que se abre o un abanico que se despliega. No aparece nada nuevo al desplegar algo. Es el caso de una planta que crece a partir de una semilla, la planta ya está en la semilla, lo que está en potencia se actualiza. Esa interpretación de lo humano como despliegue es lo que es equivocado, solo puede ser cierto si se trata de la biología. Pero si aplicamos ese naturalismo al hombre o a la sociedad, o lo aplicamos a la historia cometemos una equivocación.
Los creadores de la ciencia histórica, en el siglo XVIII y en el siglo XIX, que son grandes creadores, deslizan un elemento naturalista que anula lo que han visto, su propio descubrimiento. Esto se ve muy claro en Voltaire, cuando escribió su libro: "Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones", libro lleno de errores y aciertos. Gran obra histórica que, a última hora, desliza el concepto de naturaleza para explicar lo humano. Lo mismo le pasa a Comte, o a Marx. Conviene que piensen en ello, porque en muchas ocasiones, el hombre cuando ve algo nuevo, cuando descubre una verdad, a veces la tapa, la encubre con una idea preconcebida, con una creencia en que está. Entonces oscurece eso mismo que estaba iluminando. A lo largo de la historia se producen una serie de avances y retrocesos.
Piensen en un invento como los automóviles o los aviones. Los primeros coches y los primeros aviones eran una especie de cacharros llenos de calamidades. Uno se pone a pensar si no se hubieran podido hacer más perfectos desde el principio. Pero no fue así; los primeros automóviles eran coches de caballos, pero sin caballos, y poco a poco va descubriendo que puede tener una forma distinta. Lo mismo pasaba con los aviones, que se hicieron parecidos a los pájaros, pero hoy se parecen más a los peces. Eso mismo ocurre con los conceptos, con los cuales pensamos la realidad, en sus formas políticas o sociales.
La idea del progreso no se puede aceptar de modo automático. La filosofía del siglo XXI no vendrá automáticamente de la del siglo XX, sino que vendrá de esa filosofía y de la realidad del siglo XXI. Mientras no esté dada la realidad del siglo XXI no podemos pensar lo que será la filosofía de ese siglo.
He terminado recientemente de dar un curso titulado: "Filosofía para empezar un siglo". Podemos anticipar hacia donde va la realidad del nuevo siglo, y podemos, en cierto modo, contar con ella. Las ideas no bastan, hay que contar con la realidad tal como se manifiesta. Este es el escollo en que tropezaron todos los pensadores del siglo XIX, que van a lo definitivo, sin tener en cuenta los cambios de la realidad. Todos acaban con la historia, después de descubrirla, no cuentan con ella, la dan por terminada.
Recordaba el otro día que la "Historia de la filosofía", de Hegel, termina con un capítulo, que se llama: "Resultat", parafraseando el verso latino sobre el espíritu que se conoce a sí mismo. En Hegel, pretende éste, se acaba la historia, pero evidentemente no se acaba, ni se acabará.
Si pasamos a Darwin, naturalista muy concienzudo, pensando muy profundamente sobre la realidad, llega a la idea de la evolución de las especies. Lejos de pensar que hay unas formas fijas de los animales, cree que las especies se van transformando, evolucionan, se va pasando de unas a otras. Se establece una semejanza entre los reptiles y las aves. El proceso explicativo se va orientando hacia la consideración del tiempo como factor principal del cambio. Se toman dos especies muy diferentes, a las que les añaden millones de años, en una prodigalidad desenfrenada, y así se llega a la otra especie, partiendo de la primera. Pero en esos millones de años tiene que haber pasado algo, los años no bastan como explicación. Tiene que haber ocurrido muchas cosas en esos millones de años, y tendría que haber una mayor precisión. La ciencia tiene que ser más exigente con los enunciados.
Hay una selección natural y los más aptos sobreviven o se van transformando y se adaptan al "medio". Este concepto del "medio" es muy complicado. He hablado largamente sobre esta cuestión en el libro "Ortega, circunstancia y vocación", en el que explico lo que es circunstancia y hablo sobre todos estos conceptos del pensamiento del siglo XIX y del XX. En este libro muestro los textos de estos autores, reflejo de sus ideas sobre el medio, y su adaptación a él.
No se ha pensado lo suficiente sobre la adaptación del medio a la iniciativa de las especies, que tal vez transforman el medio. Desde luego el hombre transforma la circunstancia. Precisamente en eso consiste la condición humana.
Darwin, que era un gran naturalista y hombre de gran probidad intelectual, tuvo un éxito social incomparable con su teoría biológica, llena de complejidad y difícil de comprobar y comprender. Lo curioso del caso fue la aplicación del darwinismo a la realidad del hombre, se produjo una especie de destronamiento del hombre, como consecuencia de la aplicación de sus ideas a la realidad humana. Sin embargo el ser humano aparece como una realidad distinta -en el Génesis se habla de la creación del hombre por Dios- . Aparece el hombre como distinto de los animales.
Es interesante cómo se confunden las cosas. Hoy algunos físicos cuando hablan del universo y del Big-Bang, creen que eso tiene que ver con la creación, pero eso no tiene nada que ver con la creación. Es un problema distinto, que es la idea de la realidad recibida, con un fundamento en Dios. Establece dos modos de ser, uno creador y otro creado.
Las ideas de Darwin interesaron enormemente para el destronamiento de la condición del hombre como realidad distinta de las plantas o los animales. Lo que interesó es esa versión popular, según la cual: "El hombre desciende del mono", cosa que nunca dijo Darwin. Lo mismo que la teoría de Einstein, que se transformó en "todo es relativo", que no tiene que ver con lo que es la teoría de la relatividad. pero el caso es que las teorías de Darwin desataron una gran polémica, que llega hasta nuestros días. Con una influencia que llega hasta Marx, reconocida por él mismo.
En tercer lugar tenemos Freud, vienés, médico. Estudió en París y posteriormente se dedicó a lo que se llamó posteriormente como psiquiatría. El carácter fundamental de su pensamiento es el biologismo. Hay un libro muy importante, sobre Freud, escrito por un americano. Se publicó hace unos doce años, en el año 1981 o en el 1982. El autor se llama Frank Sulloway, y su título: "Freud, biólogo de la mente". Libro que tuvo tal resonancia, que la revista TIME le dedicó el artículo principal. Al año siguiente compré el libro y comprobé que era muy interesante. Es curioso, pero de este libro apenas se habla. Como si se lo hubiera tragado la tierra. Esa interpretación biológica parece que no caía bien en círculos psicoanalíticos.
Lo característico de las ideas de Freud es que hace una reducción del conjunto de la vida psíquica a ciertos mecanismos. Utiliza constantemente los términos consciente, subconsciente, inconsciente. El concepto no es suyo. Eduardo Hartmann había hablado en esos términos a mediados del siglo XIX, cuando publicó su libro "Filosofía del inconsciente". Freud da un sentido distinto a ese pensamiento de Hartmann.
Freud reduce a unos cuantos mecanismos el conjunto de la vida psíquica. Introduce la idea que llama represión: ciertos impulsos que la mente rechaza, y quedan en el subconsciente actuando en la vida, y hay un cierto momento que pueden aflorar. Para ello utiliza una técnica, la técnica psicoanalítica, que consiste en hacer que el paciente descubra, en general, la primera infancia. El tipo de vivencias o de experiencias que ha reprimido.
Lo más importante es que todas estas determinaciones de la vida psíquica quedan reducidas a la libido, es decir el impulso sexual, que supone el centro de la interpretación del hombre. Hace tiempo introduje dos conceptos distintos sobre esta cuestión: lo sexuado y lo sexual. Creo que lo sexual es una dimensión de la vida humana muy importante, pero muy limitada. Hay innumerables contenidos de la vida humana que no son sexuales, pero son sexuados. Todo en la vida es sexuado, porque el hombre tiene dos dimensiones, la de varón y la de mujer, y eso condiciona la vida humana de arriba a abajo, desde la filosofía a la religión.
El hecho de que sea varón y ustedes varones o mujeres, condiciona este acto, que si fuera una reunión solo masculina o solamente femenina, sería distinto todo, y si en una clase se demuestra el teorema de Pitágoras, los chicos y las chicas lo viven de dos maneras diferentes. Por eso cuando Freud hablaba, con mucho escándalo, de la sexualidad infantil, si hablara como condición sexuada, no habría nada que objetar. El niño es niño o niña desde el nacimiento y tienen caracteres completamente distintos. Es asombroso hasta qué punto el niño y la niña son distintos. Su condición sexuada es clara desde el principio.
Para Freud se trata de la libido, el impulso sexual como centro de la vida humana. Esto lo hace derivar hacia los instintos. Ahora bien, el hombre tiene muy pocos instintos y muy débiles. Ocurre algo parecido a lo que pasa con Marx en el terreno económico, al poner en primer plano esa dimensión de la persona, como Freud pone la sexualidad en primer plano de la vida humana.
Hay, por otra parte, una relación añadida entre el freudismo y el marxismo. Se ve en un texto muy significativo: "La base en la que se basa la sociedad es, en último análisis, de naturaleza económica. No poseyendo medios suficientes de existencia para permitir a sus miembros vivir sin trabajar, se halla la sociedad obligada a limitar el número de los mismos y a desviar su energía y la actividad sexual hacia el trabajo. Nos hallamos aquí ante la eterna necesidad vital que nacía al mismo tiempo que el hombre, y que persiste hasta nuestros días". No he visto nunca citado este texto, nunca. Me encontré con él, no sin cierta sorpresa. No es de Marx, es de Freud; del libro "Introducción al psicoanálisis", un libro de 1917 o 1918. Establece este texto un vínculo sumamente estrecho entre la producción marxista y la freudiana. Hay una interpretación económica radical del hombre. Esta conexión entre la ideas de ambos autores será continuamente formulada en nuestro tiempo.
He elegido estas tres grandes figuras, tan influyentes para explicar nuestro tiempo. ¿Cuál es la raíz común de esas figuras y de su éxito?, porque su éxito ha sido descomunal. Si se molestan en buscar la bibliografía, en cualquier lengua, sobre estas figuras, verán que no hay comparación con ninguna otra. No son las figuras más valiosas, pero su efecto ha sido extraordinario. La razón, creo que es el reduccionismo: la anulación de la peculiaridad de lo humano.
En los tres casos se anula esa peculiaridad, lo personal desaparece, queda sumergido, en un caso en la economía, en otro por la evolución mecánica de los organismos, en el tercer caso por los instintos, primariamente por la sexualidad. Desaparece todo horizonte trascendente. Esto es absolutamente fundamental, en Marx es notorio. En Freud cuando habla de Dios, lo califica como en su libro: "El porvenir de una ilusión", empleando la palabra ilusión en el sentido que tiene en otras lenguas, como engaño o falsa percepción, no en el sentido que adquirió en español a mediados del siglo XIX como el vivir ilusionado.
Gran parte del siglo XIX y una buena parte del siglo XX se ha puesto a una carta, que ha sido la degradación de lo humano, sencillamente. Es el no aceptar que el hombre tenga un carácter superior. Esto se ha aceptado con una extraña alegría. Es la interpretación del hombre como cosa, por tanto, la negación de la forma superior de la realidad humana. Esto, visto así, parece bastante extraño. Cuesta trabajo pensar que esto haya sido y siga siendo admitido en una gran parte de la humanidad.
Lección XXII
El poder de la literatura: Balzac, Dickens, Dostoyevski, Tolstoi, Víctor Hugo, Galdós.
Creo que por primera vez la literatura alcanzó un gran poder social, a mediados del siglo XIX, y no antes, porque había habido otro tipo de poderes intelectuales, como el poder de la teología en muchas épocas, por ejemplo, tuvo un gran poder la Ilustración, pero no era propiamente literario. Era más bien un tipo de difusión de ideas.
La literatura alcanza un gran poder social desde mediados del siglo XIX hasta bien entrado en siglo XX, hasta la I Guerra Mundial. Ese poder social literario corresponde a la novela, otros géneros han tenido ese poder anteriormente, como la poesía, en el Renacimiento el teatro, en Inglaterra, en España, en Francia un poco más tarde. En el siglo XIX es la novela, lo cual es distinto en muchos sentidos.
La novela significa una lectura solitaria y silenciosa. La poesía no se ha solido leer silenciosamente, se ha solido leer en voz alta, lo cual es muy importante. El teatro, naturalmente, significa la audición de la palabra en el escenario, con la presencia física de los actores, además es una audición colectiva. La novela se lee en casa, a solas, calladamente. Tiene, por tanto, una manera diferente de influir en las personas que la leen.
La novela del siglo XIX hace que los mejores escritores no sean forzosamente los más influyentes, tenían que tener ciertas condiciones. No tuvo poder social Stendhal, posiblemente el mejor novelista francés, no tuvo poder social el mejor escritor español del a época: Valera. No tuvieron poder social, aunque alcanzaron una popularidad inmensa, escritores como Dumas o Julio Verne. Para adquirir poder social había que tener una cierta forma de respeto, de atención, pero no como los anteriores, que eran leídos en pura espontaneidad y por el placer de la lectura o como diversión. Se podría comparar con la actitud que tenía el espectador de cine en los primeros tiempos, no después. Es decir, hasta el año 1940 o cuarentaitantos. La gente iba al cine porque le gustaba, era absolutamente sincera en sus gustos. No sabían quienes eran los directores, las atraían los actores, los argumentos, los asuntos. No se le daba mucha importancia al cine.
Algo parecido a lo que ocurría con las primeras décadas del cine, ocurría con esos autores, a mi juicio fantásticos y que tienen un interés extraordinario, lo mismo Dumas que Julio Verne, pero que no tenían poder social, aunque eran más populares que nadie.
El fenómeno del poder social de los escritores es algo desconocido en nuestro tiempo, aunque ahora hay autores muy famosos, pero poco leídos, en general. Fama debida a la aparición constante en los medios de comunicación, lo cual no supone una lectura frecuente y completa, ni una idea precisa de lo que son los autores. Si hicieran un recuento de los autores que son famosos y preguntaran sobre lo que saben las personas sobre ellos, descubrirán que existe poco conocimiento en torno a su obra. Hay una gran fama, pero no hay verdadero conocimiento, no hay una percepción del contenido de su obra. Por lo tanto, la experiencia del poder social del escritor no es una experiencia directa nuestra.
El poder social se basaba, en otras épocas, en una admiración real y, lo que es más, en una expectativa. Esto ha durado hasta no hace mucho tiempo, quizá hasta hace cincuenta años. Hace más de cuarenta años publiqué un artículo titulado: "Autores esperados". Hablaba de cuando era joven, dentro del siglo XX, claro. Había autores que nosotros esperábamos, los jóvenes estudiantes íbamos a las editoriales más importantes porque sabíamos que iba a aparecer un libro de un autor, para adquirirlo antes de que saliera a la calle. El último ejemplo de esto fue, lo recuerdo muy bien, el dia 29 de junio del año 1936, que fui a comprar a Cruz y Raya el libro de Pedro Salinas: "Razón de amor". Tres semanas después empezó la Guerra Civil. Esto no lo hay ahora, no hay autores esperados. No hay la impaciencia de leer el libro de un autor que despierte expectativas. Hay autores, en cierto modo, universales, en el sentido de que sus nombres son conocidos de todos, pero no son conocidos directamente y su poder real queda disminuido.
Los autores más prestigiosos del siglo XIX eran europeos. Ha habido pocas épocas en las que haya habido una comunicación tan real de autores en Europa entera. Han sido leídos en su lengua y en traducciones. En la segunda mitad del siglo XIX el francés era una lengua culta casi universal. Las minorías cultivadas, en toda Europa, sabían francés, leían libros franceses. Los libros se traducían a la mayor parte de las lenguas. El inglés era mucho menos conocido, los autores ingleses eran conocidos parcialmente en su lengua original, más en traducciones. Las demás lenguas necesitaban traducción fuera de las zonas lingüísticamente propias.
Los libros alemanes de pensamiento sí eran leídos en su lengua, pero la novela, al no ser muy brillante nunca, salvo raras excepciones, no se conocía más que por traducciones, lo mismo que ocurría con la novela rusa, muy traducida. Esta era la situación general de los autores del siglo XIX, con una excepción, que es Galdós, que quedó confinado a la lengua española. Fue muy poco traducido y todavía lo es poco. Por eso tuvo un poder social muy grande en España, pero no fuera de ella. En una visión transversal de Europa hay que ver donde estaban los autores y qué es lo que pasaba con ellos.
En el caso de Rusia es particularmente interesante, porque fue el descubrimiento de Rusia. Los autores rusos eran anteriormente desconocidos, todavía Pushkin, un autor romántico, empezó a ser conocido en traducciones, pero son los grandes novelistas de la segunda mitad del siglo XIX: Dostoievski, Tolstoi, Lermontov, Turgueniev... Estos sí, fueron enormemente conocidos, traducidos, y representaron el descubrimiento de algo nuevo para los europeos occidentales y que tiene gran difusión.
Hay un libro que leí hace muchísimos años, casi todo lo hice hace muchísimos años. Es un libro de la Pardo Bazán, titulado "La revolución y la novela en Rusia", libro nutrido de fuentes francesas, principalmente, y algo alemanas, traducidas al francés también. El libro es bastante bueno, muy amplio, no muy original, pero para los españoles lo fue. Un autor ruso estuvo muy interesado por este libro, por la temprana penetración de la literatura rusa en España y Portugal. Esto supuso una ampliación del horizont europeo, y nunca ha estado Europa tan en presencia como en estos años, y no después.
Si se compara el conocimiento que había antes sobre Europa, gracias a la literatura, que muestra los diferentes modos de vida, los diferentes estilos, los diferentes ambientes, como no ha ocurrido después. En parte porque se ha desvanecido la peculiaridad de las naciones, no tanto como se dice, en parte porque falta el interés, la curiosidad por esas formas que en la literatura se ha narrado cómo en ninguna otra época. Los novelistas del siglo XIX tenían sus defectos, pero como narradores eran únicos. Esto hacía que la presentación de las formas sociales, de las formas de vida, de los estilos de amor, de tantas cosas más fueran de una vivacidad increíble. Hacían la experiencia de los otros países en su peculiaridad.
Cuando alguno leía novelas francesas, inglesas, italianas o alemanas, rusas, se tenía la vivencia, muy eficaz, de lo que era la Europa compleja. Lo mismo que en la gran novela histórica de la época se hacía la experiencia de las épocas lejanas. Piensen lo que significa Walter Scott en la historia inglesa, o sobre todo Dumas. Incluso otros autores menores que hizo que la historia fuera accesible a los europeos, gracias a la novela de unos cuantos autores secundarios. Esto tiene una importancia extraordinaria para la unificación de Europa y su conocimiento real.
En la novela de ese tiempo no solo aparece información. Si uno lee una novela de Balzac, tiene la experiencia de cómo eran las formas, las costumbres, los estilos de la Francia de 1840 o si uno lee a Dostoievski se pasa a un mundo completamente distinto y conoce otras formas de vida. Es que además había la presencia de los estilos de los escritores, el uso de la lengua, incluso a pesar de la traducción. Se hacía la experiencia de un estilo, de una manera de contar las cosas, de una forma de instalación propia de cada país. Esto curiosamente se ha perdido en gran medida.
Si ustedes tienen una idea de la peculiaridad profunda, de lo que es la vida realmente en la diferentes naciones, tendrán datos, tendrán noticias, tendrán información, pero temo mucho de que no tengan el equivalente de la experiencia literaria de la segunda mitad del siglo XIX.
El siglo XIX donde creo que está más presente, en las formas de la vida, socialmente, en la obra de Conan Doyle, para Inglaterra, y de Julio Verne para Francia. La Inglaterra victoriana, eduardiana. Las novelas policiacas de Sherlock Holmes hacen vivir la sociedad inglesa con una eficacia absolutamente increíble, que no encontramos en otros casos.
Hay unas cuantas figuras relevantes en las que se concentra ese poder social, y se transmite a otras figuras menores que gozan de él. Esto fue valedero, sobre todo, para dos países: Francia e Inglaterra, más todavía Francia. Ahora sorprende muchas veces que autores franceses, y secundariamente ingleses, que han sido muy famosos, resultan actualmente figuras menores, figuras muy secundarias, que en el fondo han pasado, que no interesan mucho. Algunos se han olvidado injustamente, muchos realmente no eran de gran valor, pero gozaban de ese poder que se reflejaba de las figuras capitales.
España en este sentido es una excepción. Al final de la época romántica tuvo un momento de interés europeo, pero lo perdió. Eso lo ve con una enorme perspicacia Galdós. Esto provocó un aislamiento de España, lo que supuso que no se la tuvo en cuenta en Europa después del Romanticismo. No se esperaba lo inesperado de España. Cuando de un país, de un autor, de una persona no se espera lo inesperado, entonces el interés desciende, disminuye enormemente.
Por otra parte había, como un elemento del poder social de la literatura, una pretensión documental, en cierto modo científica. Esto lo domina, sobre todo en su última fase, el naturalismo. Los naturalistas insisten que su sobre es, sobre todo, un documento, que tiene los derechos, los privilegios de la ciencia. Así lo dicen los hermanos Goncourt o Zola, lo cual era malo para la novela, pero aumentaba su poder social, porque la daba una especie de actitud pontifical o profética. Lo cual no es bueno para la literatura.
El poder social se consigue a veces por procedimientos que no son muy ortodoxos, pero que a última hora no son muy valiosos desde el punto de vista de lo que se hace. La iglesia tenía a veces mucho poder social, que no era específicamente religioso, lo cual no era bueno para ella, pero era poder.
En la novela de Balzac aparece una gran ambición. Su obra se llama "La comedia humana", recordando "La Divina comedia" de Dante. Existe la voluntad de presentar la sociedad entera de Francia en la primera mitad del siglo XIX. La pretensión es la de trazar un enorme retablo en el cual se exprese y se formule lo que era la vida francesa en esos años. Esa ambición es muy enérgica, cosa que no aparecerá en Stendhal, y por eso no tuvo poder social.
Aparecen las nuevas clases dominantes, aunque sigamos en la época romántica, el dinero empieza a tener una gran significación. Es la primera época de gran creación de riqueza. Esto se olvida casi siempre: desde comienzos del siglo XIX, con la primera industrialización, empieza a producirse un gran crecimiento de la riqueza existente. Desigualmente repartida y todo lo que se quiera, pero mucha más riqueza, y por tanto la gente tiene más recursos. El lema político de Guizot era: "Enriqueceos por el trabajo y la virtud". Se crea una clase distinta nueva, se estrena por primera vez la democracia, censitaria. Solo votaban los que pagaban impuestos o un título académico.
Es el momento de transición hasta la época de plano dominio de la novela, hacia 1848, con la aparición del realismo. Una función parecida a la de Balzac es la que tiene Dickens en Inglaterra, acompañado de otros más, pero el más popular es Dickens. Tanto Balzac como Dickens representan las dos sociedades más avanzadas de esos años en Europa, con un enorme poder social. Sumamente leídos los dos, eran además muy prolíficos.
Tanto Inglaterra como Francia tienen una imagen muy precisa, y además una función de ejemplaridad. Para los europeos de mediados del siglo XIX los dos países rectores, modelo en una u otra cosa, con alternativas, son Francia e Inglaterra. Alemania empezará a tener poder social más tarde, aunque empezó su aspecto creador a principios del siglo, se consolidó con la creación del Imperio, en 1871. A partir ese momento Alemania tendrá poder literario y de muchas más cosas: económico, militar, etc.
Por otra parte aparece Rusia, con dos figuras capitales: Dostoievski y Tolstoi. En las novelas de estos dos autores se produce para toda Europa la revelación del alma rusa. Creo que también para los rusos. Los países se ven en la literaturas. Una de las grandes diferencia que hay entre países, lo que hace que haya una jerarquía real entre ellos está en su literatura. Es evidente lo que ha contribuido la literatura española a que los españoles seamos españoles, con conciencia de ello, o los franceses, o los ingleses, o los italianos, o los alemanes. La literatura rusa cuando alcanza difusión, cuando es muy leída es cuando aparecen los grandes novelistas del siglo XIX. Estos autores contribuyeron a la formación de la conciencia de Rusia com tal en la segunda mitad del siglo XIX.
Para los demás europeos hay una impresión de misterio en la novela rusa. Se entiende y al mismo tiempo resulta misteriosa. Con los libros de otra culturas es más difícil entender. En el caso de Rusia no es tan extremo, pero en todo caso representaban algo con gran novedad y atractivo. Era la sociedad rusa muy diferente, todavía con un elemento rural, como los siervos, que estaba transformándose, con una forma de religiosidad distinta, cristiana pero ortodoxa y con una organización distinta, con una especie de profetismo, como en Tolstoi, y con pretensiones intelectuales al mismo tiempo. Tolstoi se presentaba como un gran lector de libros filosóficos.
Además está el uso de la lengua, que en el caso de los rusos es distinta, hay una especie de embriaguez doble, embriaguez de vodka y embriaguez de palabras, van los personajes arrastrados por la palabra. No se sabe que quieren decir los personajes, pero éstos hablan sin cesar. Hay una novela muy famosa, no la más de mi gusto, de Dostoievski: "Demonios". Es un caso extraordinario de uso de la lengua, que explica la manera de vivir rusa. El europeo occidental hace la experiencia, en traducción, de una manera de hablar, de un uso de la lengua y de un sentido de la lengua, que en cierto modo explica gran parte de la historia rusa y de la manera de vivir rusa. Es el gran descubrimiento y la gran fascinación de la literatura rusa que refleja muy bien el libro de la Pardo Bazán, es el tipo de fascinación que produce la mujer respecto del hombre, y supongo que al revés.
Si ustedes se fijan, el uso de la palabra en las diferentes lenguas es distinto. No se habla lo mismo en una lengua que en otra. Si se analizara el sentido que tiene el decir en cada una de las lenguas occidentales, verían que hay grandes diferencias. Esto plantea problemas muy delicados de traducción. Por eso los libros tienen un efecto distinto si se leen en su lengua original, que cuando son traducidos. Un libro que contenga ideas, de un contenido intelectual, es traducible. Una obra ya puramente literaria, sobre todo si interviene mucho el diálogo, es mucho más difícil de traducir. Los modos de relación son importantes. Una lengua como el inglés, en que no hay diferencia entre tu y usted, a veces no es nada claro si se tratan de tú o de usted. En Francia, hasta hace muy poco tiempo casi nadie se llamaba de tú, era muy frecuente el diálogo entre amantes o entre marido y mujer en que llamaban de "vous".
La poesía es casi intraducible, solo se puede recrear, y si el traductor lo sabe hacer hará un buen poema en otra lengua, pero ya distinto poema. Hace muchos años había un traductor alemán que publicó un libro de poesía española contemporánea en alemán. Tuve curiosidad para leerlo, aquello estaba muy bien, pero García Lorca o Alberti en alemán tenían muy poco que ver con lo que nosotros leíamos en español.
Pero la novela permitió, en cierto modo, transmitir las formas de vida de un país a otro. El caso máximo de poder social literario de un escritor, tal vez sea Víctor Hugo. Ahora no se tiene la menor ida de lo que llegó a ser Víctor Hugo. En primer lugar escribió enormemente. Tengo una edición de sus Obras Completas. Son diez y nueve grandes tomos. Primariamente era poeta, también dramaturgo, novelista, político. Llevaba a su obra la gran pasión, estaba lleno de religiosidad, aunque heterodoxa. Vivió muchos años: nació el año 1802 y murió en el año 1885. En el siglo XIX, ochenta y tres años eran muchos años. Tuvo una fama inmensa.
Víctor Hugo apelaba a todas las historias y a todas las culturas. Su obra está llena de citas en muchas lenguas. Abarca todos los temas, el caudal de la humanidad entera, pero desde una perspectiva absolutamente francesa. Además era grandilocuente, en la palabra y en el gesto. Se presentaba como si fuera Dios Padre. Tuvo una gran significación política. Napoleón III se convirtió en la "Bestia negra" de Víctor Hugo. Le llamaba: "Napoleón, el pequeño", y tronó contra él incansablemente durante toda su vida Estuvo más o menos exiliado en diferentes momentos, en Bélgica y en diversos lugares. Se convirtió en un símbolo de la oposición a Napoleón III, con evidente exageración. Esto dio a Víctor Hubo una enorme importancia y le hizo beneficiario de una especie de Internacional político-literaria.
Hay una figura española, hoy desconocida, que es Castelar. Poco leída, aunque yo lo he leído bastante. Era un gran orador, hombre de mucho valor y de una gran personalidad. Tuvo una irradiación mucho más política que literaria, con un enorme prestigio en los medios políticos afines a Víctor Hugo. En alguna medida se puede comparar con Víctor Hugo, aunque no como literato, a pesar de que escribió novelas y ensayos. Algunos sobre Europa, historias de España y Europa en libros muy voluminosos. Luego su fama decayó y pasó a ser casi desconocido, algo parecido a lo que le sucedió a Víctor Hugo.
En Víctor Hugo, además, se unían dos cosas: la presencia de lo social en sus novelas, como en el caso de "Los miserables", libro inmenso y algo indigesto. Esa novela social tiene un autor de gran popularidad: Eugenio Sue, que lo hacía peor que Víctor Hugo. En España había un autor, también popular de esta novela social: don Wenceslao Ayguals de Izco, que también se ha olvidado. Estos dos últimos novelistas, lo mismo en Francia que en traducciones españolas eran las novelas populares, un poco revolucionarias. Uno pensaría que eran unos folletos pobres y baratos. Tengo unos cuantos tomos de estos autores, son unas ediciones espléndidas, en un magnífico papel, con ilustraciones estupendas, por tanto muy caros. Se compraban y eran populares, la gente se gastaba los cuartos, precisamente eran cuartos en esos años, en ese tipo de libros.
No olviden los versos de Voltaire: "Lo superfluo, cosa muy necesaria, ha reunido uno y otro hemisferio". Lo superfluo es lo que le interesa a la gente, lo que busca y compra. Cuando estuve en la India me interesó enormemente, el ver que tantos indios, que no tenían qué comer, que comían un puñado de arroz; se gastaban las rupias, que no tenían, en ir al cine. Me enteré entonces de que el mayor productor de cine del mundo era la India, el mayor número de películas. Había una actriz del sur, que parecía que era muy atractiva, tuve interés en verla, pero no pude comprar entradas para sus películas, porque había unas colas enormes para adquirir esas entradas. Esto lo digo en honor de los indios, porque me parece magnífico que se gasten los cuartos en ir al cine, aunque no los tengan para el arroz. Es lo que ocurre con esta novela popular, novela social, socialista o anarquista que circula en esta época.
Al mismo tiempo Víctor Hugo fue el gran abogado de causas, como en el caso de la novela: "El último día de un condenado a muerte". También hace las novelas históricas, con dos principales: "Nuestra Señora de París", donde aparece el París de la Baja Edad Media, con la Corte de los Milagros, y la novela de la Revolución Francesa: "Noventa y tres", muy inferior a Dumas. La obra de Víctor Hugo abarca un número inmenso de cosas. Todo lo hace con una retórica exaltada, con una inclinación de lirismo en su prosa, porque era gran poeta, gran poeta lírico y gran poeta épico, como cuando versifica la batalla de Waterloo, que da la impresión de estar en la batalla misma.
Víctor Hugo significó algo que fue como un mito nacional, que se convirtió en un mito universal. Fue adoptado universalmente. Hubo una fascinación total por su persona. Es curioso cómo Valera, que era muy inteligente, ingenioso y un poco burlón, admira a Víctor Hugo, pero señala sus flaquezas con mucha gracia y con mucho ingenio.
Esa inmensa fama y ese inmenso poder de Víctor Hugo, que fue vitalicio, no fue hereditario. No tuvo sucesor, se acabó con él. Era un poder social enorme de origen puramente personal. Algo de gran magnitud que no tiene semejanza en nuestro tiempo. Sus obras románticas, desde Cromwell, fueron una revolución y un escándalo en Francia, pues el teatro en en este país venía de la tragedia neoclásica. Su literatura era muy innovadora, llena de lirismo y de nuevos problemas, los problemas sociales y de defensa de los oprimidos. Su poder social es inimaginable ahora.
El caso de Galdós es otra cosa. He citado una frase de Ricardo Matías Picabea: "Galdós, que sería el novelista más importante de Europa, si España fuera Europa". Hubo una gran indignación por el premio Nobel de Echegaray. Los grandes escritores, sobre todo, mis predilectos del 98, se pusieron como fieras, a la cabeza de todos ellos Valle-Inclán. Pero en Europa era enormemente conocido y popular Echegaray, cuyas obras se estrenaban en Portugal, en Francia, en Italia, en Alemania, en Inglaterra, en Suecia, y a Galdós no lo conocía nadie. Dirán ustedes ¡es absurdo!, es cierto, pero es así.
Si repasan los autores españoles que se han traducido en este siglo a otras lenguas, tendrán sorpresas. También los extranjeros se sorprenden de los autores que se traducen aquí. Para los húngaros el hecho de que se haya traducido tanto a Lajos Zilahy les resulta extraño. Uno de los autores españoles más traducidos a varias lenguas, es una autora que no parece muy importante: Concha Espina.
Echegaray fue enormemente conocido, enormemente popular, con elogios ditirámbicos en los periódicos, y Galdós no, que ha sido traducido poquísimo y desde hace poco tiempo. En los últimos años se ha traducido algo. Hay un libro muy interesante de C. P. Snow, famoso por su libro, no tan interesante, sobre "Las dos culturas". Es el libro titulado: "Ocho realistas", uno de ellos Galdós. No sabía una palabra de español, pero era amigo de nuestro amigo Pedro Ortiz Armengol, que es el galdosiano por excelencia, galdosiano ante el Altísimo, que tiene pasión por Galdós y sabe de él más que nadie. Más que Galdós, por supuesto. Entonces Pedro Ortiz Armengol explicó a C. P. Snow quién era Galdós y le hizo leer los muy pocos libros que de Galdós existían en inglés. C. P. Snow se entusiasmó por Galdós. Y hay un capítulo, realizado por indicaciones de Pedro Ortiz Armengol, muy entusiasta. Si lo hubiera leído le parecería como uno de los más grandes escritores de su época, pero lo había leído muy poco, y por un azar amistoso.
El poder social de Galdós estuvo puramente restringido a España. Dentro de España, la capacidad que tenía de recreación del siglo XIX entero es enorme. Los Episodios Nacionales son una obra absolutamente admirable. Históricamente, por supuesto. Si alguien quiere enterarse de lo que fue el siglo XIX español, desde 1805, en la batalla de Trafalgar, hasta 1897, en el asesinato de Cánovas, que lea los Episodios. Pero el que quiera pasar un par de meses deliciosos, que los lea. Yo leí, hace no mucho tiempo, los cuarenta y seis tomos por su orden, y no quiero decirles lo bien que lo pasé, los invito a hacerlo. Además como novelas son espléndidas, con un interés y con una viveza, y con una cantidad de personajes, vivos, extraordinariamente vivos. a mi me gusta mucho más que Balzac, lo siento mucho. Y las otras novelas también son espléndidas.
Fortunata y Jacinta me parece muy superior a Madame Bovary, que es una gran novela, y que además releí hace poco. En Galdós hay una recreación de la sociedad española del siglo XIX, de la que vivió Galdós y de la que no vivió con las informaciones que le proporcionaba Mesonero Romanos, que nació en el mismo año de Víctor Hugo (1803). Mesonero era un hombre muy generoso y comprendió que Galdós valía más que él, y le dio mucha información, con gran generosidad, para los Episodios Nacionales.
Toda la novela de Galdós es vivida con una gran veracidad, con gran belleza y con gran relieve. Fue Galdós un maestro en reflejar el decir de la gente, que es lo que hizo que los maestros del 98 fueran injustos con él. Fueron injustos porque Galdós no tenía calidad de página, que era lo que ellos tenían, enormemente. Entonces lo desdeñaban y les parecía que era un autor un poco tosco, con falta de refinamiento. Pero es que reflejaba el decir de la gente. No hablaba directamente desde sí mismo, sino que reflejaba lo que era la sociedad española, sobre todo de la época de la Restauración. En ese sentido es una creación literaria absolutamente prodigiosa.
Hay en Galdós una riqueza y una variedad de las formas de vida que me hace pensar que si hubiera sido leído en otras lenguas, hubiera podido tener el destino que tuvieron los franceses, los ingleses o los rusos. Si hubiera sido traducido entonces, España habría ingresado eficazmente en Europa, los europeos hubieran sabido lo que era España, a qué sabía España, cómo era la sociedad española, cuál era la manera española de vivir. Es curioso, los españoles siempre pensamos en lo que perdemos, por ejemplo lo que perdemos porque no se nos hace caso, pero no pensamos nunca lo que pierden los demás. Yo sí lo pienso.
En nuestra época, lo que se están perdiendo los muchos europeos que no conocen lo que se ha pensado en España en este siglo, y que en tantas cosas ha ido más allá, mucho más allá que lo que se ha pensado en ninguna otra parte. Pero también en el siglo XIX Europa se ha perdido muchas cosas de España. El que Europa perdiera a España desde el siglo XVIII, ha sido una pérdida para Europa, extraordinaria, enormemente. Creo que este fenómeno se echa de menos en este momento que estoy considerando, de la segunda mitad del siglo XIX, de los comienzos del siglo XX, en que Europa ha sido más una que nunca.
Es la época que se llama "victoriana". La reina Victoria murió el año 1901, fecha de la entrada d la generación del 98, es el comienzo de nuestra época. Europa estuvo en ese tiempo, desde el principio del reinado de la reina Victoria, en 1837, hasta su muerte, en 1901. Pero no olviden ustedes que Francisco José, el Emperador de Austria, empezó a reinar en el año 1848 y reinó hasta 1916. Imaginen lo que significa esas dos continuidades, con todas sus consecuencias. Hubo una época de estabilización de Europa, de aumento de la prosperidad, de desarrollo de las técnicas superiores. Hay una serie de encuentros. Es la época de las diferentes "Exposiciones Universales", que fueron un factor de prestigio mutuo y de conocimiento: la de Londres, las de París, y otras más.
Es la época de la inauguración del canal de Suez, el año 1869, con las escuadras de todos los países, con algunos reyes, incluso. Estaba la Emperatriz Eugenia, y otros príncipes y presidentes de repúblicas. Hay un libro delicioso, que cuenta todo esto de manera prodigiosa, que es la novela "Del Egipto", de Castro y Serrano, que no se movió de Madrid, no estuvo allí. Se encerró en su casa, leía todo lo que pasaba y se dedicó a estudiar los documentos que le enviaba la hija de Pascual Gallangos, arabista, que estaba casada con un diplomático (Riaño). Así escribía Castro y Serrano las crónicas en un periódico, que luego publicó en forma de libro, que dedicó a esta señora: "que supo guardar por dos meses el secreto, a pesar de ser mujer". Es un libro delicioso.
Poco después sobrevino la guerra franco-prusiana, la represión de la Commune, la unificación alemana, la unificación política de Italia. Alemania se quedó con Alsacia y Lorena, hasta 1918. Hubo una gran crisis, pero se suturó, cicatrizó. En definitiva esa unidad y convivencia europea superó esa crisis, muy fundamentalmente por el poder de la literatura.
Lección XXIII:
La crisis del pensamiento político: Guerras Mundiales y totalitarismo.
Todos estos fenómenos de las guerras mundiales y del totalitarismo están ligados de un modo muy estrecho. A mí me sorprende siempre esto. Hay una tradición de pensamiento político que arranca desde Grecia. los filósofos, en su gran mayoría, han tenido pensamiento político, sin embargo en nuestra época hay una extraña escasez de pensamiento político. En cambio se produce un fenómeno muy distinto, y en cierto modo contrario, que es la politización del pensamiento. Es una cosa paradójica, muy muy grave.
El pensamiento político, tal como ha existido, era un pensamiento independiente, no politizado. Planteaba las cuestiones con un propósito de verdad, de descubrimiento, de evolución de las sociedades. Actualmente, junto a la escasez de ese pensamiento, se produce el fenómeno de que el pensamiento se politiza, se hace partidista y está afectado por una actitud que considera que la política es lo decisivo, que la pone en primer plano y subordina las demás cosas a la política. Esto tiene consecuencias desastrosas para el pensamiento, pero como la política no es un fenómeno independiente, y tiene su fundamento en realidades sociales, morales, intelectuales. Resulta que una política que no tiene en cuenta esas dimensiones, más profundas de ella, es una mala política, encima es mala como política. Esto es lo que ha ocurrido en el siglo XX, quizá antes.
Ese fenómeno de repite con una sucesión de equipos, que en cierto modo se van relevando. Pero en el siglo XX ha tenido una importancia mucho mayor. Una importancia que arranca de un hecho que a mí me preocupa hace mucho tiempo ya. Cuando escribí, hace cuarenta años, "La estructura social", ya señalaba esta situación como un fenómeno que me preocupaba, y desde entonces ha aumentado mucho. Se ha producido una perturbación del mecanismo normal de variación social. Estudiaba en ese libro con toda precisión el mecanismo de variación social, mecanismo aplicable al conjunto de la historia, a casi toda la historia.
Pero en esta época hay que hacer una corrección respecto de ese mecanismo de cambio social, porque hay una perturbación producida por el fantástico incremento de la potencia de los medios de comunicación. Eso es una cosa que todavía no hemos asimilado suficientemente, pero es un hecho, incomparable con lo que era hasta hace muy poco tiempo. Anteriormente existía la prensa, pero con la aparición de la radio y, sobre todo con la televisión, se ha producido una alteración de los mecanismos de transmisión, de crítica, de recepción, de las vigencias de todo tipo, y entre ellas las políticas.
Si se repasa, en concreto, la historia política de unos cuantos países, se puede ver lo que ha pasado. He seguido durante los últimos cuarenta años las vicisitudes de la política en los Estados Unidos, y me ha interesado siempre este país, el más influyente de todos, aún así es menos manipulable que otros, y una cohesión social muy tupida. Pero es posible ejercer una manipulación, a pesar de todo. Esto lleva a la politización del pensamiento, y frente a este problema hay que buscar una solución para conseguir una estabilidad social y moral.
En el siglo XX ha habido dos factores añadidos para complicar más las cosas. Uno de ellos ha sido el nacionalismo y el otro el marxismo. El nacionalismo es un problema que sorprende por su facilidad de transmitir ideas que son palmariamente falsas. Hay una cantidad de gentes que escriben sobre asuntos sociales y políticos que sostiene que la nación existe desde la Revolución Francesa. Esto es absolutamente falso, absolutamente absurdo. Al mismo tiempo se habla de las naciones en la Edad Media. Las naciones empieza a haberlas a principios del siglo XV y comienzos del XVI.
Antes no había naciones. En España no ha habido ninguna nación antes que ella. Ni los vascos, ni los catalanes, ni Castilla, ni Aragón ha sido naciones, eran reinos, y no existía la forma nacional. La nación empieza con la nación española, a fines del siglo XV, que se pone como ejemplo hasta en el diccionario de Cobarrubias. Lo que empieza con la Revolución Francesa es otra cosa, lo que comienza es el nacionalismo, que se consolida en el siglo XIX. El nacionalismo es la inflamación de lo nacional, como en la enfermedad con el término "itis", que es la inflamación de algo. Como el racismo es la inflamación de la pertenencia a una raza.
El nacionalismo aparece en aquellas zonas de Europa en que no se había producido el fenómeno de la nacionalización. España, Portugal, Francia, Inglaterra son naciones. Pero hay una zona en la Europa central muy complicada, con una enorme pluralidad de comunidades entrecruzadas, no se puede olvidar esto, con diferentes variedades étnicas dentro de los territorios respectivos, con varias lenguas, con tradiciones y usos muy diversos. Por todo ello no consiguen alcanzar la nacionalización. Además esa parte de Europa está dominada, en su gran parte, por los turcos. Posteriormente esa zona estaba situada en su mayor parte dentro del territorio del Imperio austriaco, de lo que era el Sacro Imperio Romano Germánico, que no tenía nada de romano. Ese Imperio crea una comunidad externamente parecida a las naciones, y que mantiene la convivencia, llena de problemas. Con una vida enormemente civilizada, no olviden ustedes que Viena ha sido una de las ciudades más civilizadas de toda la historia.
En estos pequeños territorios empiezan a abundar los nacionalismos. Había además dos centros, uno en Viena y otro en Budapest, que representaba el elemento magiar, pero conocían la lengua alemana y eran católicos. Era Hungría un país muy grande. En el reinado de Francisco Jose se le había dado un estatus de monarquía, creando la doble monarquía austro-húngara, que reconoció la pluralidad de esa forma política, aunque quizá le faltó un elemento, y no se le dio un puesto adecuado al elemento eslavo.
Se producen los elementos nacionalistas durante el siglo XIX, y cuando se produce la I Guerra Mundial, afloran esos nacionalismos y se produce una hostilidad hacia las formas monárquicas. El resultado es que se desmembró el Imperio austro-húngaro. Uno de los errores más grandes que se han cometido en Europa. Porque se crearon dos naciones, relativamente homogéneas, como Austria y Hungría, pero luego se forma Checoslovaquia, ahora también escindida, en la que había checos, eslovacos, moravos, rutenos, de los sudetes, bastantes húngaros. Luego estaba Serbia, que había luchado del lado de los aliados en la I Guerra Mundial, y forma la Yugoeslavia del sur, luego llamado: el Reino de los servios, croatas y eslovenos, a lo que habría que añadir: etc, etc, etc, cuya consecuencia fue la creación de la Yogoeslavia de Tito, país lleno de represiones de todo tipo, que desembocó en una violenta irrupción de nacionalismos irreconciliables, en fechas recientes, lo cual es un problema gravísimo.
El nacionalismo ha sido uno de los elementos decisivos en el transcurso del siglo XX, ese nacionalismo aparece de modo exclusivista, hostil, en general agresivo, por lo tanto distinto de lo que podría ser la convivencia. Totalmente distinto de la condición nacional, porque una nación es una forma de instalación. El que pertenece a una nación está tranquilamente en ella, la da por supuesta y se preocupa poco de su funcionamiento. A un hombre normal de Francia o de Italia o de España no se le ocurre decir que es francisista o italianista, se considera italiano o español o francés, sin el ismo, que supone una falta de realidad, lo mismo pasa con la raza, que no preocupa al que la tiene como realidad cotidiana.
Pero además de los problemas anteriores, aparece uno muy grave. En el año 1917 los alemanes hacen pasar a los dirigentes comunistas hacia Rusia, desde Suiza. Comienzan a preparar la Revolución, y después del intervalo de Kerenski, triunfa el partido comunista y se produce la Revolución rusa, con Lenin a la cabeza. Aparece esa Revolución con una intención manifiesta de internacionalismo y de expansión, que se va produciendo. Esto provoca una reacción contraria.
El marxismo supone una interpretación de la sociedad muy beligerante, internamente. Considera que el fenómeno fundamental son las clases sociales, entendidas fundamentalmente como clases económicas, además simplificadas. Lo económico admita muchos grados, en continuidad, y reducir las diferencias sociales a dos clases económicas, supone un simplificación enorme, porque además se cambia; la riqueza se adquiere o se pierde. Por consiguiente, si las clases son clases económicas, primero son muchas y además son cambiantes, son lábiles.
El marxismo reduce esas clases a burgueses y proletarios, fórmula que podría aproximarse a la de algunas épocas del siglo XIX. Luego hace una agrupación de obreros y campesinos, pero los obreros y los campesinos no se parecen en nada, son dos tipos humanos completamente diferentes. Se produce entonces una violencia sobre la realidad. A eso se añade que el motor de la historia es la lucha de clases, con lo cual se introduce un elemento de beligerancia, de discordia. Este va a ser, desde entonces, un elemento capital de la vida histórica que va a gravitar sobre todo el siglo XX. Es la discordia como principio.
Todo esto lleva al uso de la acción directa, como refleja en sus obras Jean Sorel, el apóstol de la acción directa, la violencia. Siempre se ha usado de la violencia como algo excepcional, ahora aparece como sistemática. A esa violencia se añade una propensión al partido único, que es un contradicción en los términos, pues los partidos requieren la pluralidad, son varios partidos, que representan diferentes programas que se ofrecen a la sociedad, y los hombres eligen uno u otro. El resultado de todo lo anterior es la supresión de la libertad.
Ese extremismo produce un contagio de los extremismos, de sentido opuesto, pero con mucha analogía. A un nacionalismo responde otro nacionalismo, a una simplificación sigue otra. Esto, creo yo, que fue el origen de la guerras mundiales. La I Guerra Mundial vino después de una época de bastante paz, desde la guerra franco-prusiana de 1870, después de la "Commune", y su represión posterior. Siguió una convivencia bastante normal entre países europeos. Europa se comportaba como una continente civilizado, había formas democráticas, más o menos reales, en todas partes. Existía una cierta rivalidad entre las potencias, pero no era grave.
Prusia había minado el poderío del Imperio Austro-Húngaro, aspirando a tener el dominio del mundo germánico. Hay que recordar la guerra de 1866 entre Prusia y Austria, llevando la peor parte los austriacos. El Estado Mayor austriaco encontró una fórmula para explicar la derrota: "la concentración hacia atrás". Quedó Austria muy disminuida, el poder de Prusia quedó muy aumentado, y cuando se produce la guerra entre Prusia y Francia, queda destronado Napoleón III, se forma la República en Francia, y se constituye la unión de Alemania, en 1871, con el Emperador Guillermo I, rey de Prusia, como Emperador de Alemania.
Aparece en esos años un fenómeno de tintes racistas: el paneslavismo, que actuó mucho. Cuando se produce el asesinato de príncipe Francisco Fernando, heredero del trono austro-húngaro, en Sarajevo, Rusia, por razones de paneslavismo, se pone del lado serbio. Esto propició la I Guerra Mundial, al aliarse Rusia con Serbia frente a la alianza de Alemania con Austria-Hungría. Por otra parte la invasión de Bélgica hizo, por otra parte la participación de Francia e Inglaterra en el conflicto.
Al final de la I Guerra Mundial se produce la Revolución Rusa y la formación de un estado comunista en Rusia. Entonces se produce una especie de contagio en el socialismo italiano, que trajo una versión nacionalista del socialismo, dirigido por Mussolini, creando el fascismo, con su marcha sobre Roma y la toma del poder en Italia. La suma del nacionalismo y el marxismo crea un movimiento nuevo, de carácter totalitario, que en Alemania se nutre también de la rivalidad industrial, comercial y marítima con Inglaterra.
La Guerra Mundial dio ocasión a la aparición de los totalitarismos, el comunista de Rusia y el italiano de Mussolini. Esos años coinciden con un desprestigio del parlamentarismo y la aparición de muchas dictaduras. Incluso el espíritu dictatorial apareció en los países que conservaron las formas democráticas. La democracia tiende, en esos años, a ser muy poco liberal. Eso lleva consigo una forma de opresión de las mayorías, porque una de las funciones de la democracia es asegurar el liberalismo. En caso contrario puede convertirse en una forma de tiranía. Algo ya reconocido, nada menos, que por Aristóteles.
Entre las dos guerras mundiales aparece un fenómeno sumamente grave, que fue el nacionalsocialismo en Alemania. En esa época Alemania había establecido una república, llamada de Weimar, lugar dónde se hizo la constitución. Eran años en los que Alemania estaba parcialmente ocupada por las tropas aliadas, se produce la desmilitarización de Renania, se reduce el ejército. Todo esto produce un gran malestar, a lo que se añade el problema económico de la enorme variación de los precios, con una alta inflación. Eso lo estudié hace muchos años en un artículo titulado: "Un aspecto social del dinero", en dicho artículo señalaba que el precio es el resultado de un uso social, y su alteración produce un desequilibrio social, al mismo tiempo que es fruto del mismo. La estabilidad de los precios desde 1860 es un síntoma de equilibrio social, que no se interrumpió hasta la I Guerra Mundial. He recordado que en el piso que vivíamos en Valladolid, en 1919, el alquiler pasó de doce a trece duros: ¡hizo falta una guerra mundial para pasar de doce a trece duros de alquiler! Desde entonces se pierde esa estabilidad. En Alemania hubo la inflación más monstruosa. Tengo billetes alemanes de miles de millones de marcos. Por ejemplo, los clientes de un taxi tenían que pagar otra cantidad si el recorrido pasaba de cierta hora del día. La broma decía que la gente llevaba una cesta para los billetes y el portamonedas para los comestibles. Todo esto produjo un desasosiego, una crisis tremenda, juntamente con una desmoralización. Un partido socialdemócrata muy atacado por los comunistas propició. Llamaban a los socialdemócratas, "socialtraidores".
Aparecen los partidos nacionalistas, militaristas, entre ellos el nacionalsocialista: Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, y empieza a tener importancia, comienza a crecer. Aparece la violencia de los "camisas pardas", las concentraciones, los desfiles. Apoyado por la radio, que fue enormemente influyente desde el principio de los años veinte. Dos rasgos nuevos surgen en este partido Nazi: la obsesión, la furia contra los judíos, a los cuales se considera como culpables de todo, por otra parte el racismo: la raza "aria" como raza superior. El desprecio por todos los que no fueran arios puros. Hubo sabios muy ilustres que apoyaron toda esta locura"científica". Como saben ustedes el nacionalsocialismo triunfó en Alemania, con grandes mayorías. Posteriormente hizo unos plebiscitos inmensos. Porque esto puede pasar, incluso democráticamente. Entonces se produce el totalitarismo en su forma más virulenta. Luego influyó en Italia, transformando el fascismo de Mussolini, que hasta entonces había sido una cosa "razonable", no muy violenta, en un gobierno también racista, arrastrando posteriormente a Italia a la II Guerra Mundial.
En laII Guerra Mundial se produce un fenómeno nuevo, que es el "colaboracionismo", que supone una lealtad al "partido" por encima de la lealtad a la nación. Hubo mucha gente que deseaba el triunfo de la nación adversaria, a la que ideológicamente apoyaba: comunistas que deseaban el triunfo de los comunistas rusos, partidarios del fascismo que deseaban el triunfo de Hitler. En Francia hubo un gran apoyo al nacionalsocialismo, como en el caso de Noruega. Es un fenómeno muy curioso, que en la I Guerra Mundial no había aparecido. Esto altera la situación, y al acabar la II Guerra Mundial se produce la ocupación por la Unión Soviética de una enorme porción de Europa centrooriental, que ha durado hasta ayer. A eso hay que añadirle otro hecho que ha significado mucho: la extensión de la ideología totalitaria a gran cantidad de países que han alcanzado la independencia después de la II Guerra Mundial, por ejemplo África.
África empezó bastante bien en su proceso de independencia, con una cantidad de violencia limitada, hasta mediados de los años cincuenta. Pero después empèzó la penetración de los partidos únicos de carácter marxista y se terminó la promesa africana. Ahora África está, en todos los sentidos, muy mal. A esto se ha añadido un problema muy grave, que ha sido la enorme cantidad de variedades humanas dentro de cada país africano, que requeriría una serie de estructuras política que representaran cada una de las variedades de cada país, para colaborar dentro del conjunto; esto no se ha hecho y estamos muy lejos de que se lleve a cabo.
La situación de los países africanos es actualmente angustiosa. La gente no trabaja y se dedican a matarse unos a otros. Cuando veo eso reportajes de pueblos gritando y gesticulando, me pregunto ¿cuándo trabajan?. Esto ocurre en Asia y en muchos sitios. Hay una crisis muy profunda, que no es solo política, porque forma parte de la crisis social que estamos viviendo, con una gran desorientación, mantenida en gran parte por la manipulación que está existiendo.
Los problemas son muy profundos, y si no se tiene cierta claridad por las causas de los mismos, es casi imposible resolverlos. Y si además no se buscan las causas, entonces la imposibilidad de resolverlos es absoluta. Quisiera antes de terminar analizar lo que es el totalitarismo. Fenómeno nuevo. No ha habido nunca algo similar al totalitarismo, hasta ahora. Es un fenómeno del siglo XX. Ha habido opresiones, tiranía, despotismos. Todo lo que ustedes quieran, lo ha habido siempre a lo largo de la historia, y seguirá habiéndolo en muchos sitios. Pero el totalitarismo no existía, porque no era posible.
En mi libro: "La estructura social", distinguía entre las potencias del Estado y el poder del mismo. Entendía por poder, el mando. Las monarquías del siglo XVI, hasta el XVIII, tenían un poder incontrastable, con una conciencia de legitimidad muy tupida. Si alguien preguntaba ¿quién tiene derecho a mandar?, la respuesta sería: el Rey. El poder de estado era un poder incontrastable, pero ese poder tenía muy pocas potencias, es decir, podía hacer muy pocas cosas. No podía intervenir en casi nada, por falta de todo, por falta de dinero, por falta de burocracia, por falta de medios de comunicación. Para un rey absoluto,como por ejemplo, Felipe II o Felipe IV o Luis XIV, era difícil hasta comunicar una decisión. No había periódicos, no había teléfonos, no había radio, no había telegramas. Los recursos económicos del Estado eran muy pocos. El Estado podía hacer muy pocas cosas.
Cuando se reprochaba a la iglesia, con razón, que tenía grandes riquezas, y aunque se hiciera un uso abusivo de ellas, servía para desempeñar una serie de funciones que no podía desempeñar el Estado. La educación ha estado durante siglos en manos de la Iglesia, o la asistencia a los enfermos. Luego podía haber algún prior que vivía de un modo fabuloso, pero en conjunto la Iglesia asumía una cantidad de funciones, que ya los regalistas pensaban que pertenecían al Estado o a la sociedad o a la Corona, y que la Iglesia tenía otras funciones puramente religiosas o espirituales.
El Estado era muy poca cosa, con mucho poder pero con muchas potencias. Esto empieza a cambiar en el siglo XVIII. El Estado empieza a ser más eficaz, a tener más medios. Comienza el intervencionismo, y se acentúa con la Revolución Francesa, continúa con la política napoleónica. Se produce un incremento de las potencias del Estado, que tiene, curiosamente menos poder, pues son posibles las revoluciones. El Estado no tiene un poder incontrastable, se lo puede derribar, pero en cambio tiene potencias. Hace muchas cosas, se le pide que las haga: los ferrocarriles, la educación, las carreteras, los hospitales, los subsidios, la seguridad social, pero todo a costa de los impuestos.
Hay un proceso de intervencionismo creciente del Estado, en el sentido de las potencias, no del poder, sino de las potencias. Pero con todo todavía no hemos llegado al totalitarismo. El totalitarismo considera que todo es políticamente relevante. Esta es la clave. En otras épocas los gobiernos querían intervenir en unas cosas, las demás no le interesaban. El hombre hacía lo que le daba la gana en muchos campos. Ahora la vida está muy regulada, incluso en los estados liberales, pero el totalitarismo tiene interés político en intervenir en el arte, la religión, la economía, la política, la música, la literatura, el pensamiento, el amor, en todo. En la época del nacionalsocialismo había unos carteles que decían: la mujer alemana no fuma, la mujer alemana no se pinta... Esa es la actitud totalitaria, el creer que todo, todo, es relevante, y que el estado lo regula todo. Esto es lo que ha ocurrido en gran parte de Europa, en Alemania durante doce años, y en otros lugares ha llegado hasta la caída del muro de Berlín. En Rusia casi ochenta años. Esto es un fenómeno único, que no se había producido con anterioridad. Es uno de los rasgos capitales del siglo XX. Tenemos la esperanza de que esto no vuelva a ocurrir.
Pero hay algo que queda todavía: el espíritu totalitario, la actitud totalitaria. Sumamente peligrosa, sumamente inquietante, que encierra el peligro de la vuelta a un estado totalitario.
Lección XXIV:
Éxito de la ciencia y técnica ilimitada.
El siglo XX ha sido excepcionalmente creador en ciencia. Ha tenido grandes innovaciones. En los muy primeros años del siglo aparece la teoría de la relatividad, de Einstein, primero restringida. Su primera versión es de 1907, y se fue desarrollando durante las dos primeras décadas del siglo, dando una fama inmensa a Einstein. Esta doctrina tuvo un carácter curioso. Fue inmensamente popular el nombre, pero ha costado mucho entenderla, se han escrito muchos libros sobre ella para tratar de explicar lo que era. Había un aparato matemático en esta teoría, que no muchos poseían. En la "Biblioteca de ideas del siglo XX", en Espasa- Calpe, dirigida por Ortega, se publicó un libro de Max Born, colaborador de Einstein, sobre esa teoría, que leí el año que decidí dejar los estudios de ciencias y seguir solo en la filosofía.
Poco después aparece la otra gran doctrina física innovadora, la de Max Plank, con su teoría de los "Quanta". Era un punto de vista distinto, aunque complementario de la teoría de Einstein, y tuvo también una importancia extraordinaria. Es una segunda nueva concepción de la física.
Luego hubo otra tercera oleada de innovación en la física, con la mecánica ondulatoria, y su figura principal fue Heisenberg o Schöredinger; a este último lo conocí en Santander el año 1934, hombre de formidable apetito, aún siendo delgado. Hay dos textos españoles muy interesantes sobre estas nuevas ideas. Uno de ellos es uno de los apéndices del libro de Ortega: "El tema de nuestro tiempo", que titula "El sentido histórico de la teoría de Einstein", y que ponía las ideas de Einstein en conexión con otros movimientos intelectuales de nuestra época, escrito muy interesante.
Por otra parte en el primer libro de Zubiri: "Naturaleza, Historia, Dios", se ha incluido un ensayo largo, excelente, sobre la nueva física, en el que habla de la mecánica ondulatoria. Les recomiendo estos dos textos, que no son de profesionales físicos, pero que estudian adecuadamente lo que representaban intelectualmente, por una parte la relatividad, por otra parte la mecánica ondulatoria.
En los últimos años se ha producido un nuevo movimiento en la física, que ha sido la física nuclear. Naturalmente tenía antecedentes antiguos, no los antecedentes griegos, sino los de la física moderna, como la teoría de Bohr, que fue el último hombre que dio una imagen de lo que era el átomo, relativamente comprensible. Pero eso ha desaparecido ya y la física nuclear resulta muy complicada para el que no está metido en ella.
La física nuclear ha avanzado paralela a la desintegración del átomo, mediante la fisión o la fusión, y por lo tanto para la producción de la bomba atómica, y la posible guerra nuclear que ha pesado sobre la humanidad como un amenaza enorme. Lo que ha tenido una consecuencia muy grave de peligrosidad, casi siniestra a la física nuclear, y por razones políticas, sobre todo, ha habido una oposición muy enconada a las centrales nucleares. Es como si la electricidad solo se dedicara a electrocutar a las personas.
También ha dado pasos extraordinarios la biología, también desde comienzos del siglo. La estructura molecular y la estructura de las neuronas desde tiempos de Cajal, hasta llegar a la exploración del código genético, con otro español: Severo Ochoa. Pasos decisivos, quizá no comparables desde la física del siglo XVII. Lo mismo se puede decir de la biología. Pero esto no quiere decir que la cosa esté dominada, ni mucho menos. El campo de investigación está abierto y todavía hay muchos más problemas que respuestas.
La ciencia ha tenido un éxito realmente extraordinario, éxito que se ha debido, primero por la gran formación filosófica de los mejores creadores de la física, después esto ha disminuido mucho. La innovación conceptual ha descendido. La ciencia tiende a hacer su labor en equipo y tiende a la acuulación. Al mismo tiempo se ha producido una especialización creciente, hasta el punto de que casi ningún científico actual no domina más que una parcela reducida de su ciencia particular. Nadie domina varias ciencias, ni siquiera la física en su conjunto. Lo cual frena la innovación, la capacidad de creación.
Los instrumentos que se utilizan actualmente proporcionan muchos más instrumentos de creación científica que en ninguna otra época, que han permitido poner el foco de la ciencia desde lo más grande a lo más pequeño.
Pero al mismo tiempo se ha producido un fenómeno que es muy inquietante: el alejamiento de la ciencia del no especialista, es decir de casi todo el mundo. Hasta principios del siglo XX la ciencia se podía entender en sus rasgos generales, como en el caso del átomo de Bohr, que suponía al átomo como un sistema solar. La biología ha sido accesibles por última vez en la genética de Mendel. Ahora nos hemos perdido.
Por ejemplo la palabra átomo, que quiere decir indivisible, que no se puede cortar. Pero el átomo es un conjunto de partículas distintas, a las que se añaden cada día los nuevos elementos descubiertos. A todo esto hay que incorporar el principio de indeterminación de Heisenberg. es un principio que trata de la forma de presentación de las partículas, como corpúsculo o como onda, pero al intervenir una luz para iluminar ese sistema físico, perturba al mismo y se convierte en otro sistema. No se puede saber como se comporta una partícula, pus el modo de acceder supone una perturbación de su sistema, por tanto, de su realidad. Este es el principio de indeterminación. Se ha complicado la ciencia de modo extraordinario, no digamos la biología.
La biología ha llegado a un nivel extremo de complejidad, lo cual lleva a un estado curioso: el hombre actual tiene una especia de veneración por la ciencia, apoyada en su éxito fantástico, al mismo tiempo se considera como racional, pero la relación del hombre normal con la ciencia actual es verla como creencia, aunque no entienda nada. Entonces el hombre de hoy cree con una fe, evidentemente nada racional, en ese producto racional, que es la ciencia. Situación muy extraña.
El hombre ha creído, a veces en realidades que no le parecían racionales, o incluso, suprarracionales. O bien ha tenido una visión racional de la ciencia, como en el caso del hombre del siglo XIX, pero esto ha desaparecido ya. Cuando se informa que a una persona le han dado el premio Nobel, si es de física, química o biología. La mayor parte de las personas no saben, ni de qué se trata. Si son ustedes sinceros, reconocerán esta situación. Todo esto es una situación muy nueva.
Paralelamente al desarrollo de la ciencia está el de la técnica. La técnica se mide por la utilidad de los diversos inventos, que corresponde a las patentes registradas. Ahora se registran, cada año, un número de patentes que superan, con mucho, las que han realizado en toda la historia anterior.
En un plazo muy breve la técnica ha cambiado el mundo. Los jóvenes de ahora no tienen ni idea de como era el mundo hace muy poco tiempo. No solo las cosas extraordinarias que ocurren en nuestra época, como la exploración espacial. Cuando vi a esos hombres que llegaron a la Luna, tuve una emoción incomparable. El titubeo de los astronautas al pisar la Luna me conmovió profundamente. Lo que había sido el absoluto allí, ahora era el aquí. La gente lo ha olvidado y no le da poca importancia. Esto se hizo al primer intento. Lo natural es que se hubieran realizado varias expediciones, sin éxito, pero no fue así, se hizo al primer intento. No murió nadie, y lo vimos todos, menos los chinos, a los que se lo prohibió el gobierno. Dato importante, dato muy importante: en la China no se pudo dar la llegada del hombre a la luna.
Además ahora hay una nueva situación, en la que el hombre aparece acompañado de una pantalla. Parece que le ha salido una apéndice. Cuando pasen varios siglos se dirá: al hombre en el siglo XX le apareció un apéndice, que es el computador, el ordenador. Esto trastorna las cosas. Primero fue la luz eléctrica, luego la radio, más tarde la televisión, las neveras.
Hace no mucho tiempo, durante mi vida anterior, la gente lavaba la ropa frotando las prendas en una tabla de madera con el jabón, debajo del grifo, o con las piedras de la orilla de los ríos. Lo que quiere decir que la vida cotidiana ha cambiado de manera radical.
Las copiadoras han cambiado, por ejemplo, la manera de relacionarse con la escritura. Las obras de Suárez son veintiséis volúmenes en folio, a dos columnas - en latín, por supuesto - , lo que tuvo que ser para escribirlas e imprimirlas. Antes se usaba el papel carbón para hacer copias, y era difícil no equivocarse. Ahora salen las copias sin problema. Estas cosas elementalísimas han cambiado la vida de las personas. Esto hace que el hombre viva rodeado de inventos técnicos, de gran complejidad, a los cuales no da gran importancia.
El hombre de hoy tiene una actitud curiosa respecto de la técnica actual: no entiende nada, no tiene ni idea de como funcionan esos aparatos que están usando todos los días, las computadoras y las máquinas de calcular se usan todos los días. La televisión mucho más, pero si les preguntan a los espectadores cuál es el fundamento de la televisión o como funciona, habrá uno o dos que lo sabrán aproximadamente, pero el resto no saben nada sobre la cuestión, ni les importa.
Lo cual quiere decir que se ha renunciado a entender. Se maneja como algo habitual lo ininteligible. El hombre de hoy vive en la dimensión de lo ininteligible, pero que no se lo presenta como problema, ni lo intenta. Si algún canal de televisión da un reportaje de como funciona la televisión, la mayor parte de la gente cambia de programa, no le interesa.
Esto hace que la estructura de la vida humana actual sea bien distinta, que es lo que estoy tratando de mostrar. Nos encontramos con que se ha eliminado la sorpresa, a la técnica se le concede un crédito ilimitado. Todo parece posible, la gente ve que todo lo imaginable se puede hacer. Vean el caso de los trasplantes, normalmente de otras personas fallecidas, pero ahora se está empezando a usar órganos de cerdos, lo cual es inquietante.
Ahora se está hablando de trasplantes de cerebro, pero no es lo mismo que los demás órganos, la gente no ve dificultad en ello, a pesar de la complejidad de su realización. No se hacen problema de ello, ni siquiera si tiene sentido. Se mira la técnica con esperanza, a veces mitigada por un cierto carácter siniestro. Como en el caso de la energía nuclear, apoyada por la propaganda política. Cuando hubo un accidente nuclear en los Estados Unidos, hubo un periódico que utilizó, al dar la noticia, más de treinta veces la palabra "catástrofe", pero no hubo ni un herido, no digamos muerto. La palabra "catástrofe" apareció más de treinta veces y dejó su huella.
Por otra parte está la llamada "ingeniería genética", que inquieta, y con razón. Se están tocando los más profundos secretos biológicos, de cuyas manipulaciones no se sabe bien qué va a pasar. se pueden encontrar con sorpresas o mutaciones, que podrían ser extraordinariamente inquietantes y monstruosas. Esto no está excluido y, por tanto, arroja una serie de sombras siniestras sobre las posibilidades de la ciencia.
Otra cuestión distinta es la informática, que ha hecho posible multitud de cosas, pero tiene consecuencias muy graves, por una parte de carácter intelectual, porque está produciendo una especie de limitación: se piensa que solo existe lo que está en la computadora, y además se da por supuesto que se puede contestar sí o no a las cuestiones por la estructura binaria de los ordenadores. Por otra parte el Estado quiere controlar mediante la informática todos los aspectos de la vida humana, hasta los asuntos más privados. Todo queda registrado.
Leí que cuando uno entra en Suecia, automáticamente todos los datos de una persona van a seis bancos datos. Yo que he estado tres veces en Suecia, a lo mejor sus aparatos suecos saben más que lo que yo sé de mi mismo, no me extrañaría nada. Esto tiene consecuencias para la libertad, muy grandes, y tiene consecuencias para el conocimiento. De modo que siendo algo maravilloso, uno lo ve con temor, temor muy justificado.
Pero lo que me parece más significativo es que todo esto va acompañado de una ignorancia de como funciona todo. Lo cual lleva a la consecuencia de que el hombre se desinteresa. No es que el hombre esté lleno de dudas. La actitud del hombre contemporáneo es la de vivir en un mundo que no entiende, usando aparatos que no comprende, con la esperanza que esos aparatos mejoren su vida, pero con la duda de si finalmente la pueden perturbar, y sin tener la conciencia de que eso habría que entenderlo.
Los jóvenes desconocen como se vivía en otras épocas y ni se lo imaginan. Esto es un cambio absolutamente extraordinario y ha supuesto un gran éxito de la ciencia y de la técnica. Al lado de esto hay un fracaso de los asuntos humanos. La política ya saben ustedes como está. El mundo está lleno de guerras, algunas absolutamente atroces, increíbles, que apenas tienen sentido. Cuando estudiamos en otras épocas la historia de las guerras, éstas eran bastante inteligibles. Se sabía por qué se luchaba, lo que se procuraba y lo que se trataba de conseguir. Pero ahora, por ejemplo, no se entiende eso de la guerra de los Balcanes, ni qué es lo que va a pasar después.
Después de la II Guerra Mundial se ha creado riqueza de manera increíble, y ahora cuando ha desaparecido la carrera de los armamentos, y se puede gastar en otras cosas, resulta que hay una crisis enorme, que nadie se explica y de la cual no se sabe bien como se va a salir. El éxito de la ciencia y de la técnica, coincide en el tiempo con el fracaso en la resolución de los asuntos humanos. el éxito cuando se trata cosas y el fracaso cuando se habla de personas. Lo cual haría pensar que los conceptos, las ideas, que sirven para las cosas, no sirven para las personas. Hay otros conceptos, hay otras ideas, que se abandonan, y lo que se hace es extremar el planteamiento de las cosas, aplicado a las personas. Cada vez más.
La mayoría de los que hablan de amor, de sexo, casi todos son zoólogos, qué casualidad. Esto ocurre con todo. Se evita la utilización del pensamiento hecho para personas, hecho para entender la vida humana, que lo hay, y cómo, pero esto se evita. Se aplica el concepto de cosas para tratar sobre la vida humana, que es el camino del fracaso. ¿no es esto incomprensible? Se puede explicar como la fascinación del éxito, pero es más que evidente el fracaso de ese método en las cosas humanas.
Dos guerras mundiales llenas de técnicas cada vez más mortíferas es la prueba del fracaso de los métodos científicos para las cosas humanas. El totalitarismo ha producido los casos más terribles de opresión y muerte, y de violencia en toda la historia universal. La técnica lo ha hecho posibles. Es demasiada obstinación la aplicación de un método que ha tenido éxito en un campo, aplicarlo a otro. Hay una especie de fracaso constante y evidente. Esto da mucho que pensar.
Yo aventuro una sospecha, quisiera equivocarme, que no fuera así, pero no tengo más remedio que pensar en ello, por lo menos, como posibilidad. Es una tendencia iniciada en Europa en el siglo XVIII, acentuada en otras épocas, con diferentes relevos, en un intento de rebajamiento del hombre, de reducción de lo superior a lo inferior, de la persona como biografía, a lo meramente biológico, de la humanidad a la animalidad, a la zoología, de lo orgánico a lo inorgánico.
Hay una especie de voluntad de degradación del hombre. Esto sí explicaría que existiera una voluntad decidida de entender al hombre como cosa, y de aplicarle los conceptos que sirven para las cosas, y de guardarse totalmente de emplear conceptos e ideas, categorías, aptas para entender lo que es la vida humana, la vida personal. Esto sería una explicación enormemente triste, gravísima, pero que tendría la ventaja de dejar abierto un resquicio a la esperanza.
Esos conceptos, esas ideas, esas maneras de ver la realidad humana, están ahí, se han creado, especialmente en nuestro tiempo. El próximo día veremos cómo son esas ideas, que son las que hacen falta para nuestro tiempo.
Lección XXV:
En busca de un nuevo pensamiento.
Hemos estado viendo una visión panorámica de Europa, desde el Renacimiento, en la cual he procurado que se vea el conjunto europeo, de un modo desigual. Ha habido porciones europeas que han tenido más relevancia, más importancia en unas épocas que en otras. Unos aspectos más destacados en unos siglos y otros en otros. Ha habido prioridades, progresos y retrocesos. Hoy vamos a ver qué es lo que ha ocurrido últimamente con el pensamiento.
La idea que se tenía de la filosofía hasta el siglo XVIII se veía como un catálogo de los errores humanos, de las arbitrariedades, en todo caso de las opiniones, más o menos dispares, la discordancia de la opiniones. Esta es la visión general de la filosofía, hasta el siglo XVIII. Pero esta es una idea que creo que no es así, los filósofos están bastante de acuerdo, porque todos hablan de la realidad, y la realidad hace que sus visiones tengan que ser concordantes. Recuerdo aquella frase de Gratry, filósofo francés sobre el que hice mi tesis doctoral, que decía:"Todo lo que el hombre ha visto, es verdad", si es visión auténtica, al que no se añaden los deseos o las fantasías, puede concordar con lo que han visto los demás.
Cada filósofo ve cosas distintas y de su manera particular, es cierto, pero es que ninguna visión agota la realidad. La realidad es inagotable, mi perspectiva es verdad, absolutamente verdad, pero no es toda la verdad. Se puede articular con otras visiones, con otras perspectivas, y solo el conjunto de ellas llegarían a completar o acercarse a la realidad tal como es.
Los filósofos desde el comienzo, desde Grecia hasta hoy, han hablado sobre la realidad desde distintos puntos de vista, y uno se siente de acuerdo, en lo fundamental con ellos. Esto me parece sumamente importante. No se trata de eclecticismo: tomar unos elementos de unas doctrinas y otros elementos de otras. Se trata de integrar las diferentes visiones. Además mi situación me obliga a hacer otra filosofía para atender a las nuevas preguntas que se plantean.
Hay filósofos que han tenido una mayor proporción de acierto, de veracidad. Hay otros que han tenido ciertas tentaciones, ciertos desvíos, por haber abandonado caminos abiertos, posibilidades que no han querido seguir. Aún en estos casos esos desvíos suelen ser fecundos, cuando están fundamentados en la búsqueda de la verdad. Es el caso, en los últimos tiempos, que después de los excesos del racionalismo, hay una reacción positivista, más en consonancia con lo que era la sustancia de la filosofía, y por otra parte la tentación irracionalista, iniciada por Kierkegaard. Tentación fecunda que descubre conceptos como la intuición, como "la corriente de la conciencia" de James, como el valor cognoscitivo de la narración, la novela, en el caso de Unamuno. es decir, elementos que después se descubrirá que son ingredientes de la razón, de la razón más completa, de la razón en una forma superior, que también será descubierta más adelante.
Es decir, hay que tomar una visión positiva del conjunto de la interpretación filosófica, aunque hay que indicar que no todo da igual, pues hay aciertos y errores, pero a menudo los errores son errores parciales, que incluyen verdades parciales, incompletas que hay que integrar, que es menester no renunciar a ellas.
Cuando escribí mi primer libro, en tiempo de Maricastaña, "Historia de la filosofía", la gente destacó que era un libro claro, pero no solo lo era por la exposición de los sistemas filosóficos, sino porque quedaba claro que existía una historia de la filosofía, que un pensamiento venía de otro, aunque fueran discrepantes parcialmente, como cada uno tenía una porción de verdad, irrenunciable. Creo que esta fue la clave de que este libro tuviera una extraña aceptación, porque la gente entendía la historia de la filosofía, que existía una auténtica historia dentro de la filosofía.
La obra de los grandes autores, como Brentano, Dilthey, Nietzsche, James, Spengler, Unamuno, que hoy nos parecerían incompletos, insuficientes, pero las aportaciones que han hecho son preciosas y capaces de integrarse en una visión filosófica de lo real. No digamos los que tienen una visión más completa de lo real como Bergson o Husserl, y los posteriores, sobre todo los posteriores, esto es capital.
Ha habido un hallazgo de un cierto tipo de verdades, que proceden de una voluntad de realidad, de comprender lo que es la historia, lo que es la realidad humana, en sus diferentes formas, en su peculiaridad. La vida como tal, la vida biográfica, lo que es la razón, lo que es el núcleo personal de la realidad humana. El hombre es persona, pero no todo en el hombre es personal. Esto se ha ido investigando a lo largo del tiempo.
Previamente a esta innovación del siglo XX, había habido un temor a la metafísica, que había servido de freno al pensamiento del siglo XIX, sobre todo al positivismo y sus consecuencias. Esto llevó a un arcaísmo, que llega a nuestro tiempo. Ese arcaísmo es uno de los fenómenos más característicos de nuestra época, sobre todo de los últimos treinta o treinta y cinco años, no solo en lo intelectual, sino en todo. Si ustedes miran con un poco de atención verán que lo hay en todas partes.
Entiendo por arcaísmo, el olvido del comienzo del presente, que no es pasado. El presente tiene un espesor, una duración. El arcaísmo consiste en tomar como presente lo que es rigurosamente pasado, forma parte de nuestra historia, pero ya no es actual. Hay una cantidad de fenómenos, que se toman como si fueran presentes, pero que pertenecen al siglo XIX, incluso al siglo XVIII, pero que se toman como presentes, pero que no lo son. En cambio se olvida una enorme porción de lo que es el comienzo de nuestro tiempo, por lo cual se produce un corte en la continuidad histórica, que me parece algo muy esterilizador.
Por otra parte surgen una serie de tentaciones de abandono de la filosofía, o más bien de hostilidad a la filosofía. Ha habido en estos últimos decenios una especie de alianza entre dos direcciones de pensamiento, que no solo no tiene nada que ver, sino que son contrapuestas: el marxismo, por una parte y la filosofía analítica o el positivismo lógico, por otra. Desde el punto de vista de estas doctrinas, no admiten más que lo que sea susceptible de una comprobación empírica, entonces la ideas del marxismo no tiene sentido, y viceversa: los problemas de los que se ocupa la filosofía analítica no tienen ningún interés para los marxistas. Sin embargo ha habido una especie de alianza de ambas direcciones contra la filosofía.
Es decir en la medida en que son ideas que rehuyen la filosofía, en la medida que no son filosofía, las dos están siempre dispuestas a apoyarse y a tener una conexión entre ellas, lo que es muy revelador.
Por ejemplo tenemos el caso de Sartre, que he tenido una evolución bastante larga, pero cuando llega a su madurez, dice cosas como esta: "Yo considero el marxismo como la filosofía "irrebasable" de nuestro tiempo, porque tengo a la ideología de la existencia y su método comprensivo como una enclave dentro del marxismo mismo, que lo engendra y lo rechaza a la vez", y luego añade: "lejos de estar agotado, el marxismo es totalmente joven todavía, casi en la niñez; apenas ha empezado a desarrollarse. Sigue siendo, pues, la filosofía de nuestro tiempo. Es irrebasable, porque las circunstancias que lo han engendrado no se han superado todavía". No se puede encontrar nada menos actual, menos sostenible, que estos párrafos que acabo de leer. Están escritos en un momento particularmente solemne del pensamiento de Sartre. Esto da mucho que pensar, sobre la actitud que se ha producido en estos últimos decenios.
Hacia el año 1960 empiezan a madurar los fenómenos que estoy describiendo, y que han sido una grave amenaza para la filosofía y para otras cosas. Lo que me parece positivo y fundamental es que en el siglo XX se ha producido algo que me parece muy importante: lo que llamo punto de inflexión en la historia de la filosofía. Punto de inflexión en geometría es el punto a partir del cual una línea describe un cambio de curvatura. Y por etapas, en diferentes momentos, en distintas direcciones, es decir, en una pluralidad de trayectorias, se ha producido dentro de este siglo, un cambio de orientación, un cambio de dirección, y una filosofía; que ha consistido muy fundamentalmente en el descubrimiento de la vida humana, en diferentes nombres. Algunos de los cuales han sido no muy adecuados, algunos han sido desorientadores, pero el más sencillo, el más verdadero es el que empleamos todos los días sobre la vida humana, como cuando decimos: "la vida es larga", "la vida es corta", "la vida es seria", "la vida es dura", el sentido que tiene la palabra vida de manera inmediata.
Esa realidad de la vida humana no se parece a ninguna otra, porque no es cosa. Precisamente el gran descubrimiento de la vida humana es que no es cosa, ni ningún tipo de cosa. No es cosa material ni cosa espiritual. Es algo que acontece, es un drama, es un proyecto, es futurición, por tanto algo que se puede contar. Paralelamente a esto se ha descubierto, sobre todo en España, mucho más que en ningún otro lugar, la forma de razón adecuada a esa nueva realidad. Mucho más en España que en ningún otro lugar, no olviden ustedes esto.
Los avances en la idea de la razón han sido muy cortos en las distintas formas de pensamiento de este siglo, salvo en España. Esto ha ocurrido pocas veces, pero ha ocurrido y conviene no olvidarlo. Ese punto de inflexión es el camino nuevo de la filosofía. En el cual descubrimos esa convergencia que les indicaba anteriormente. Es decir, los grandes filósofos creadores de este siglo forman una pluralidad de trayectorias, un haz de trayectorias. Pero un haz de trayectorias, en una imagen, es un cohete, que al explotar se abre en muchas trayectorias, aunque una sea la principal, pero son todas trayectorias del mismo cohete, de un mismo movimiento, de un mismo impulso, que tiene un profundo parentesco con el caso la la nueva filosofía de nuestro tiempo, si se busca lo que en ella es verdaderamente creador, verdaderamente innovador.
Esto es un rasgo que me parece absolutamente capital: encontrar una nueva forma de realidad, apenas pensada. Las secciones de los libros modernos que tienen un índice alfabético, de nombres y de cuestiones, apenas aparece en ellas la palabra vida, y si aparece es en su sentido biológico, no en el biográfico, apenas aparece en la tradición filosófica. Si se ve lo que se ha pensado sobre las cosas propiamente humanas, se observa una gran escasez de pensamiento. cada vez que escribo un libro sobre estas cuestiones, que son las cuestiones que me interesan, encuentro muy pocas cosas pensadas.
Cuando escribí un libro sobre la "felicidad humana", tema absolutamente capital, y que ha apasionado a la humanidad en su manera efectiva desde que existe. Encontré que proporcionalmente a la importancia del tema, el pensamiento sobre la felicidad es relativamente escaso. Se ha pensado incomparablemente más sobre cuestiones secundarias y que interesan poco al hombre. En general hay una escasez de pensamiento sobre lo que extrictamente humano, a lo que tiene que con la vida, y por una vez el pensamiento se ha orientado, aunque con caídas, hacia esa nueva zona de la realidad, sin explorar, que podrá ocupar a generaciones enteras, dispuestas a investigarlo con los métodos adecuados, que hoy ya se poseen. Sabemos cómo hay que hacerlo.
Siempre he dicho que cuando se encuentra uno que está todo por hacer, y se sabe cómo hay que hacerlo; es la situación ideal para un intelectual, más no se puede pedir. Esta es, en definitiva, la situación actual. Si ustedes miran el horizonte de lo que parece filosofía, en las cátedras, en los congresos, en las editoriales, resulta que tiene poco que ver con este nuevo pensamiento que venimos anunciando. Este es un hecho que me parece bastante descorazonador.
Pero como están ahí los temas, están ahí las preguntas, los métodos. Esto es lo que merece la pena hacer, lo que hay que hacer. En ese sentido estamos en una situación excelente, y los que no quieran ocuparse de ello, están en su derecho. Lo que me parece bastante intolerable, no es que alguien no haga filosofía, sin que diga que es filosofía algo que no tiene nada que ver con lo que se conoce como tal desde hace dos mil quinientos años, que tiene esa coherencia que les hablaba al principio de esta conferencia.
Esto está ocurriendo en Europa, en toda Europa. Nunca como ahora se ve que ningún país es suficiente. Muchas veces he dicho que si una nación cualquiera, aunque fuera de las más ilustres, intentara vivir desde sus propias creaciones, de sus propias ideas, quedaría reducida a la indigencia. Evidentemente las ideas de cualquier país de Europa, no son solamente de esta país, se nutren de otras del resto de Europa, del pasado: del pueblo hebreo, de Roma, de Grecia, y de su prolongación en América.
Cuando hablamos de Europa, hemos de pensar que ha sido suficiente en algunos momentos. En el año 1930 Ortega escribe "La rebelión de las masas", y postula los Estados Unidos de Europa; creía que los problemas nacionales europeos no tenían solución, y no podían tener más que una solución europea, del mismo modo que en el siglo XV los problemas castellanos, los problemas aragoneses, no tenían solución castellana, o aragonesa, sino solución española. España fue la solución los problemas castellanos y aragoneses.
Europa, decía Ortega, es la única solución a los problemas nacionales de cada nación europea. Pero esto lo decía Ortega en el año 1930, y el año 1939, Europa en vez de unirse, prefirió destruirse; esta es la tristísima historia.
Hoy Europa no se basta a sí misma. Ninguna nación europea se basta a sí misma, pero ahora la misma Europa tampoco se basta a sí misma, y América tampoco. Es Europa y América, es decir Occidente. Es la posible unidad donde podría haber solución a los problemas, aun algunos no tienen solución. Pero en la medida en que los problemas tienen solución, tendrán que tener una solución occidental, no europea tampoco, ni americana tampoco. Europa y América son dos meros lóbulos. Por eso dije hace muchos años, que esa idea de los griegos del "río océano", del Atlántico, que decía yo que es un río. Algo que se cruza en unas horas es un río, históricamente es un río.
Pues bien, Europa y América son dos continentes separados por un río, inseparables; vinculados necesariamente, queramos o no. Y si hablamos de filosofía no podemos decir que sea necesaria de la misma manera en Europa que en América. La filosofía es mucho más aguda, mucho más profunda en los pueblos viejos. Los pueblos jóvenes no tienen todavía necesidad imperiosa de la filosofía.
Por cierto que cuando enseñaba filosofía en Yale dije que probablemente cuando los Estados Unidos necesiten de la filosofía, la encuentren suplantada, y eso en cierto modo ha ocurrido, porque se ha producido, por influencia europea, primariamente. Se ha producido una suplantación de gran parte de la filosofía.
Hay una especie de vacilación de la necesidad que la sociedad americana dice sentir sobre la filosofía, y el hecho de que esa filosofía está ocupada por cosas que no son filosofía; lo cual es muy inquietante.
Si América intenta apoyarse en Europa, el fenómeno es muy parecido; por lo que la situación en que se encuentra la filosofía actualmente es muy mala, aunque la situación real, de la filosofía como creación individual, como posibilidad es sumamente positiva. Dos caras de la cuestión completamente distintas, y en cierto modo caso se contraponen.
Lo interesante es que el pensamiento en casi toda su historia, ha sido un pensamiento de cosas. Se ha pensado que la realidad eran cosas. los conceptos que acuña, sobre todo, Aristóteles, que son extraordinarios, naturalmente, son conceptos hechos primariamente para pensar el mundo de las cosas. Aristóteles se da cuenta de que no es así la realidad, que hay realidades que no son cosas. Cuando va a explicar el mecanismo de la sustancia, de la materia y la forma, de la potencia y el acto, de las diferentes categorías; a última hora siempre acaba con ejemplo de cosas. Esto ha sido realmente muy grave.
Cuando aparece, con el idealismo, en el siglo XVII, al darse cuenta del descubrimiento del yo, como tal, del pensamiento, cuando Descartes indica que la realidad no son las cosas, sino yo pensante, a última hora va a llamar a ese yo: res cogitans, sustancia pensante, la cosificación del yo. El espiritualismo es también una cosificación del espíritu. Pero no es eso, la vida humana se distingue de la demás realidades por no ser cosa, es algo que acontece, es algo futurizo, palabra que me parece absolutamente esencial. Ustedes conocen el sufijo español "izo", que indica tendencia, propensión, inclinación. En el hombre, la tendencia es estar proyectado hacia el futuro, el hombre es futurizo. Esto quiere decir nada menos que esto:
A la realidad humana le pertenece la irrealidad, por la condición futuriza de la vida humana, la posibilidad pertenece a esa realidad, el futuro que no es, sino que será, acaso, porque es inseguro, además. Nosotros vivimos en el presente, pero lo hacemos primariamente en el futuro, vivimos proyectando, anticipando lo que será, acaso. Es la posibilidad como ingrediente de la realidad, la irrealidad como parte de esa realidad que es el hombre.
Si el hombre no fuera más que perceptivo, no podría tener una vida humana. La vida humana consiste en anticipar el futuro, en imaginar lo que se espera que va a ser; la vida humana consiste en contraer compromisos para el futuro. Ahora acabo de hacer el programa para el curso próximo, que es inseguro, no sabemos siquiera si yo viviré; ustedes seguramente casi todos, si habrá Instituto de España, ¡yo qué sé!. He forjado un proyecto, una anticipación: el próximo curso se va a titular "La realidad de España en el siglo XX".
Esto es lo que no puede hacer un animal; yo no me puedo citar con un animal para mañana. Ustedes saben que Nietzsche decía que el hombre es un animal que puede prometer, y yo digo también que el hombre es un animal con el que se puede uno citar; esto no se puede hacer con un perro, con un caballo o con una vaca ¿por qué?, porque no viven en el futuro, se mueven en la realidad del momento. Y cuando yo digo mañana, esa mañana no existe, y no sabemos si existirá, pero vivimos en el mañana.
La exploración de esa rara, esa extraña realidad, que es la vida humana es la que ha avanzado de un modo prodigioso. Se ha descubierto hace un tiempo que esta realidad, que acontece, que es histórica, que se narra, que se cuenta, y al mismo tiempo tiene una estructura, una estructura muy particular, que consiste en ser algo esquemático, abstracto, que se va llenando de contenido circunstancial y concreto en cada caso. Es lo que llamaba Ortega, usando un término de la matemática alemana: lugares vacíos. Son como una fórmula algebraica, con x, y, z, que se llena de contenido numérico en cada caso. Pues bien, las estructuras esquemáticas de la vida humana, sumamente rigurosas, no tienen realidad más que cuando se llenan de contenido circunstancial y concreto.
La vida humana está basada sobre un repertorio de creencias, pero ¿cuáles son las creencias en cada caso? ¿qué función tienen en mi vida? ¿cuáles son mis proyectos, cuál el horizonte de la vida humana? Nada de esto tiene realidad, más que cuando se llena de contenido concreto. Estamo en un terreno muy distinto, movedizo, móvil dentro de la movilidad de la vida humana.
Decía Bergson, que anticipó alguna de estas cosas, que el hombre se mueve cómodamente en lo sólido inorganizado, ante esta mesa, sólida, está claro, y la puede medir. Cuando el hombre quiere medir una magnitud que no sea longitud, como la temperatura. El hombre inventa el termómetro, que transforma la temperatura en longitud. Los aparatos que miden las energías eléctricas, también transforman en longitud unas magnitudes de corriente eléctrica.
El hombre se pierde cuando no pone el pie en el suelo, cuando se mueve en realidades distintas. Pero esa movilidad de la vida humana tiene una estructura abstracta, que hay que llenar de contenido concreto. Es decir que para poder narrar, para poder contar algo, necesito tener unos conceptos que me digan lo que quiere decir ese algo. Para contar como Escipión conquistó Numancia, necesito saber quién era Escipión, que es conquistar, y qué es Numancia, para comprender el hecho histórico, narrable, único, de la conquista de Numancia por Escipión.
El elemento estructural y el elemento circunstancial son radicalmente distintos, pero son inseparables, y no hay conocimiento efectivo más que cuando los esquemas conceptuales están llenos de contenido circunstancial.
Com ven ustedes, se han dado pasos decisivos en el conocimiento de la vida humana, de la sociedad, de la historia. Se han dado, pero no se han utilizado. Si toman un libro de cualquiera de esa disciplinas y lo miran con ojos críticos, casi siempre es profundamente arcaico. Estos conceptos que posee el pensamiento de hoy, ¿quién los posee realmente?
La ciencia ha tenido un éxito fabuloso para conocer las cosas, y la técnica, apoyada en la ciencia ha tenido un éxito absolutamente impresionante y único en la historia. Al lado de ello tenemos el fracaso en las disciplinas humanas: la vida personal, la moral, la historia, la política; justamente porque no se emplean los conceptos adecuados a esa realidad que es la vida humana, en todas sus formas.
No podemos esperar tener claridad sobre los problemas humanos si no hacemos uso de los instrumentos intelectuales que el siglo XX ha creado, y que en principio poseemos, pero que se usan poquísimo. Me refiero a los intelectuales más importantes, no a la gente corriente, que no tiene por qué tener los instrumentos adecuados.
Esto es de una gravedad que me parece enorme. Hace falta categorías y conceptos nuevos, completamente nuevos, que no han sido usados nunca, pero que se adaptan a la realidad. Y hay sobre todo, y esto es lo decisivo, hay que plantear las cuestiones radicales, no se pueden dejar de plantear.
La ciencia moderna consistió en la renuncia a plantear las cuestiones radicales sobre la realidad; se limitó a hacer mediciones, y se quedó en eso. Hizo muy bien, y de ahí el fantástico éxito que ha tenido, pero las cuestiones humanas se dejaron de plantear, esas cuestiones que el hombre necesita para vivir.
La respuesta a esas cuestiones radicales humanas no es seguro que se puedan responder, pero hay que plantearlas, las preguntas son irrenunciables. La filosofía consiste justamente en eso, la filosofía es plantearse las cuestiones radicales, independientemente de que tengan respuesta o no. Si no tienen respuesta, ¡mala suerte!, además ¿cómo sabemos que no tienen respuesta? No será que no se ha preguntado bien, que no han puesto en juego los conceptos necesarios.
Podemos decir que el hombre no tiene más remedio que seguir intentándolo, porque para él las preguntas son imperiosas, acuciantes; esta es la cuestión. Por eso en definitiva, la filosofía, que ha ido renunciando a las cuestiones radicales, que dejado un campo yermo, un campo que produce una extraña frustración. Por ejemplo en los hombres de ciencia, que tienen que preguntarse por su disciplina, cuestiones que no son físicas o que no son biológicas, pero que para ellos son problemas, cuando se dan cuenta que los filósofos no tratan de ello, creen que están haciendo su ciencia adecuadamente, pero la plantean mal, por la falta de una filosofía adecuada que responda a sus necesidades científicas.
Los físicos se preocupan del origen del universo, y hablan del Big Bang, pero creen que esto tiene que ver con la creación. El problema de la creación queda absolutamente intacto, que no tiene nada que ver con esto. Pero si no se plantea correctamente el problema de la creación y los que lo deberían plantear correctamente no lo hacen, entonces los físicos creen que lo están planteando correctamente, lo único que hacen es crear los fundamentos del origen cósmico del mundo, pero no los fundamentos de su realidad. Esto es una confusión pavorosa: la cantidad de físicos que están legitimamente preguntándose sobre cuestiones que los acucian y que les parecen intocables, pero creen que siguen haciendo física cuando lo hacen, porque los filósofos no cumplen con su deber de plantearse las cuestiones.
Estas son las condiciones del pensamiento que hay que buscar, que está al alcance de la mano, que poseemos sus conceptos, sus categorías, los métodos que nos permiten plantear de una manera nueva, con una radicalidad nunca conocida. Sin embargo eso está en gran parte vacante. Está esperando que lo hagamos. Como un número muy alto de esas ideas se han creado, se han formulado en español, los que tenemos el español como lengua propia, no tenemos perdón de Dios si no lo hacemos. Hay sobre nosotros un gran privilegio, y al mismo tiempo una gran responsabilidad. He tratado que ustedes vean esta realidad a lo largo de este curso. Les deseo un buen verano.
Fin del curso
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